Finca La Salceda

Ding
“¿Has llegado? Yo ya estoy aquí. ¿cómo vas vestido cornudo?”
“Acabo de llegar, estoy al lado de la barra”
“Ya te veo. Sigue hasta el fondo. Estoy en una mesa al fondo del todo, la única que no tiene nadie alrededor”
Jorge mira en la dirección indicada y ve a un tipo alto, bien vestido sentado con un café delante y se dirige hacia allí.
“Pedro, supongo”
Pedro se levanta y le da la mano sonriente.
“Encantado”
Es mucho más alto que Jorge, más corpulento y tiene las manos más grandes.
Piden un café para Jorge.
“¿Vives lejos?”
“No”
“Yo tampoco”
“Dime cornudo, que tal está la zorra de tu mujer”
Jorge se queda sorprendido. Ha leído esa expresión muchas veces, le excita siempre. Incluso la ha oído en los vídeos que le manda Pedro y en las pajas que se hacen por videollamadas. Pero oírlo en vivo y en directo, delante de él, que se lo digan a la cara es totalmente nuevo. Su polla se despierta y se mueve en la silla inquieto.
“¿Ya se te ha puesto dura cabrón?” Pedro se ríe en voz baja mirándole a los ojos
“No tienes remedio”
Jorge está un poco incómodo al ver que es como un libro abierto para Pedro.
“No te preocupes hombre, que ya te he dicho que yo respeto. Respeto tu morbo, respeto a tu mujer y solo vamos a hacer lo que decidamos que queremos hacer. Y si decidimos al final que no hacemos nada, pues cada cual a lo suyo y ya está. ¿Me explico?”
“Totalmente”
“Bien. Vamos al tema. ¿Qué has traído?”
Jorge alarga la mano hacia Pedro. Bajo ella hay un sobre mediano de color marrón, que no permite ver que hay en su interior.
Pedro lo coge, lo abre y mira en su interior sin sacar el contenido.
“Es el tanga que llevaba en la foto que te mandé ayer”
“¿Usado?”
“Si, sin lavar”
“Hay otro más”
“Si, uno limpio”
Pedro deja el sobre sobre la mesa.
“¿tienes prisa cornudo?”
“No”
“Bien, vamos a acabar los cafés y luego veo con detalle lo que me has traído. Aquí no puedo. Por respeto”
Mientras toman los cafés, Pedro le pregunta más sobre Mallorca. Jorge le indica que llevan años visitando la isla, que suelen ir al norte porque les gusta más y que apenas tienen amistades por allí y que este año no coincidirán con ellos demasiados días. Cuando terminan el café, Pedro deja unas monedas sobre la mesa.
“¿Vamos?”
“Vale. ¿A dónde?”
“Vamos a mi coche”

Ambos bajan por las escaleras mecánicas hacia el parking del centro comercial. Pedro lleva en la mano el sobre marrón. Tras bajar dos pisos y cruzar una sección bastante llena de coches, llegan a otra donde solo se ve un coche aparcado en la lejanía. “Ese es el mío, ahí no nos molestará nadie”.

El vehículo es un SUV de marca premium de color negro con cristales tintados. Pedro pulsa un llavero y el coche responde encendiendo los 4 intermitentes.
“Mejor nos sentamos detrás, por las lunas tintadas”.
Entran cada uno por un lado del vehículo.
Pedro vuelve a abrir el sobre, volcando esta vez el interior sobre su mano.
Mira ambos tangas, uno negro y otro gris.
Pedro deja el gris entre ambos con delicadeza.
Luego coge el negro con las dos manos y lo extiende mirándolo con detalle, primero por un lado, luego por el otro.
Después cogiéndolo con una mano se lo acerca a a la nariz.
“Joder que bien huele el coño de la zorra”
Mantiene el tanga frente a su nariz unos instantes más
Y luego saca la lengua y lo lame
“Que rico sabe su coño, quiero comérselo entero”
Jorge tiene la polla dura inmediatamente
Sin mirarle siquiera Pedro le pregunta
“Ya la tienes dura ¿a que si cornudo?”
“Si”
“Sácatela”
“¿Aquí?”
“Venga perro, que estás deseando”
Jorge obedece. Se abre la cremallera y se saca la polla dura mientras Pedro le mira sin dejar de oler el tanga de Maribel.
“Que perro eres” dice riendo Pedro.
“Eres un cerdo ¿Te excita lo que te he traído?”
Pedro suelta el tanga entre ambos en el asiento y se desabrocha la hebilla del cinturón y la bragueta sin prisas.
Se abre el pantalón y exhibe un bulto enorme contenido dentro de un boxer elástico
“Mira cornudo, mira cómo me pone el aroma de mi zorra”
Jorge mira y se acaricia la polla dura
“¿Quieres verla?”
Si
“Tendrás que pedirlo ¿no?” mientras le pregunta se baja el pantalón, exhibiendo aún más el bulto que forma su polla dura dentro de la ropa interior.
“Por favor, quiero ver la polla que te pone la zorra de mi mujer”
“Muy bien cornudo, así me gusta”

Pedro levanta el culo del asiento y se baja el boxer liberando su gran polla erecta
Luego se la agarra y la bambolea en el aire exhibiéndola.
“¿Has visto cornudo?
Jorge está alucinando. Le parecía grande en las videollamadas y las fotos, pero ahora que la ve en directo le parece aún mayor. Es una polla espectacular, venosa, dura, recta, gruesa, larga y con el prepucio dejando asomar un glande rosado, brillante de líquido.

Pedro empieza a masturbarse despacio. Sacando el glande mojado una y otra vez.
Mira a Jorge y ve su cara de excitación y como se está acariciando su polla mientras le mira.
“te gusta ¿eh perro?”
“joder si”
“quieres tocarla ¿verdad?”
“Joder no se… es que yo”
“Vamos puto perro, estás deseando”
Jorge extiende la mano y se la agarra
La siente dura, caliente, palpitante, gruesa y larguísima, podría poner sus dos manos para masturbarla…
“¿te gusta cornudo?”
“Juer si, menuda polla tienes, me encantaría ver a Maribel gozándola. Es más grande de lo que parecía por la cam. Y la tienes durísima”
“Vamos, cáscamela cornudo”
Jorge empieza a menearla, torpemente.
Pedro le corrige con gestos poco a poco.
“Muy bien cornudo, ya vas aprendiendo”
Mientras Jorge le masturba, pedro se lleva el tanga sucio a la nariz y la boca a ratos
“Dime que quieres que le haga con esta polla a tu mujercita”
“Quiero que te la chupe, que le de lametones desde los huevos hasta la punta”
“Mmm bien cornudo, sigue”
“Quiero que le folles la boca hasta que tenga arcadas, que le des pollazos en la boca una y otra vez”
Pedro empieza a jadear poco a poco
De pronto ve que Jorge se masturba también a la vez que él.
“Para puto perro, no te des. Tendrás placer cuando yo diga”
Jorge para su paja y sigue con la de Pedro.
“¿por qué me has traído un tanga limpio?”
“para frotártelo por la polla y así cuando se lo ponga yo sabré que ha estado en contacto con tu rabo”
Pedro suelta una carcajada
“Pero que cornudazo eres, cabrón. Vamos hazlo”
Jorge sigue. Está excitado. Cada vez más. La situación de dominio de Pedro, masturbarle, la potencia de su polla enorme…. Está deseando masturbarse él y además le excita notar que Pedro está experimentando placer con su mano.
“Venga cabrón, frótame por la polla el tanga ese”
Jorge obdece, para la paja y le frota la escasa tela por el tronco de la polla y los huevos.
“Cuando la veas que se lo pone, ya sabes, saca una foto para mandármela, so perro”.
“Claro”
“¿Quieres comerme la polla cornudo?”
Jorge no contesta
“Creo que lo estás deseando cabrón, no te cortes”

Jorge duda.
Mira la polla de Pedro. Por una parte, lo desea, por otra nunca se le ha pasado por la cabeza algo así.
“Vamos cornudo, cómeme el rabo”
“No. Eso no”.
“Vale, vale…. No te voy a forzar, pero escúchame, llegará el momento en el que tu serás el que me pidas que te deje comerme la polla. Vamos acábame la paja fuera del coche”
“Pero que dices”
“Vamos fuera del coche, abre por tu lado, ahí no nos puede ver nadie”

Jorge abre la puerta y sale. Efectivamente al otro lado hay una pared y nadie puede verles.
Pedro sale por la misma puerta, desnudo de cintura para abajo.
“Desnúdate, quiero correrme en tu polla”
Jorge duda, pero se quita los pantalones mientras ve a Pedro masturbándose con fuerza y acercándose a él.
Se pone a unos centímetros, haciéndose una paja intensa y apuntando su polla a la de Jorge.
Unos segundos más tarde le avisa “Prepárate cabrón”
Y enseguida empieza a manar leche en abundancia de su polla
“Toma perro, toma leche para tu puta”
El semen de Pedro es espeso y abundante. El primer chorro le impacta en el vientre, pero un reguero cae directamente sobre la polla de Jorge. El segundo chorro llega un segundo después impactando en el mismo sitio, y el tercero le sigue de cerca. Su vello púbico y su polla se cubren de semen calienta que gotea en el suelo y en sus zapatos. Cinco, seis y siete. Jorge cuenta los chorros que salen de la polla de Pedro a intervalos regulares. Jorge nota el calor de la eyaculación de Pedro en su miembro. Los grumos espesos escurren por la gravedad, pero todo su miembro está cubierto del líquido blanquecino y le transmiten su calor.
Pedro gruñe suavemente mientras termina de correrse “toma leche, toma”
Hasta que deja de manar semen de su polla
“Ahora ya puedes pajearte cabrón”
Jorge obedece, tremendamente excitado y deseando liberar su tensión con un orgasmo. Empieza a masturbarse con decisión sintiendo el esperma de Pedro ahora en su mano y entre sus dedos. Lo usa como lubricante, generando un ruido de chapoteo que le excita aún más. Pedro se aparta para evitar que le salpique y sigue meneándosela divertido, sonriente. Jorge no tarda ni 20 segundos en correrse gimiendo y lanzando su eyaculación sobre el suelo, donde se mezcla con la de Pedro, que se ríe “Bien cornudo, te has corrido en cuanto te ha tocado mi leche, puto perro”.

Pedro abre el coche por la puerta delantera y saca un paquete de toallitas húmedas. “Toma cabrón, límpiate”.
“¿Te ha gustado cornudo?”
Jorge está confuso, todo un torbellino de sensaciones nuevas le atormentan. Pero ha vivido una excitación brutal y ha disfrutado todo lo que ha ocurrido.
Decide sincerarse.
“Si”.
“Lo sabía. Me has hecho disfrutar. Ahora tenemos que conseguir que yo me folle a Maribel y así disfrutamos de verdad los tres”
“Sabes que me encantaría”.
“Lo voy a lograr. Pronto me voy a follar a Maribel delante de ti cabrón. Antes de lo que te imaginas va a ser mi puta.”

Jorge sonríe. “Ojalá”.
 
Ummm que ganas de leerle el siguiente paso con Maribel
 
Ya se que mis comentarios son impopulares, pero es que de verdad, que personaje más detectable es Pedro. No le veo ninguna virtud.
Es un mal tipo que va por la vida de chulo, prepotente y seguro que capaz de cargarse algún matrimonio.
Jorge debería plantearse si le conviene estar cerca de este sujeto.
Y me da mucha pena que va camino de cargarse las relaciones de Miguel y Jorge, por situaciones distintas. Es un siniestro personaje y muy tóxico.
 
Como habéis sido buenos chicos y habéis dejado comentarios y likes, os pongo hoy capítulo doble....

Ana mira a Martina, sentada en la terraza en la silla, con su vestido oscuro “tiene que estar muerta de calor”. Venga Martina, date un chapuzón, mujer, que tienes que estar pasando calor ahí al sol con ese vestido oscuro.

Martina duda otra vez, pero decide hacerle caso a su nueva jefa. Total, están ellas dos solas…. Se levanta y se desabrocha el vestido por la espalda hasta que se lo quita con cuidado de no mancharlo. Lo dobla y lo deja en la silla.

Ana la observa desde la piscina, nadando. Martina se ha quedado con un sujetador negro de encaje, de aspecto barato y un tanga a juego del que solo ve la tira de la cintura y el pequeño triángulo trasero que termina en una tira que se pierde entre sus generosas nalgas. Sin dejar de darle la espalada a Ana, se desabrocha el sujetador liberando su grandes pechos, que ahora asoman por el lateral de sus brazos. Después, con un gesto rápido se baja el tanga mientras se gira y ya de cara a Ana, va tapándose el pubis con una mano y con la otra tapa lo que puede de sus tetazas. Camina hacia la piscina mirando al suelo, tímida. Al llegar a la escalera se gira y baja de espaldas a Ana hasta meterse en el agua “uff que rica, si que tenía calor si”.

Nada hacia el centro de la piscina, hacia Ana “¿Lo ves Martina? Mucho mejor así”

Ana entonces echa la cabeza hacia atrás y se moja todo el pelo recogiendo toda su melena castaña a un lado de su cabeza.
“Como me gusta notar el frescor del agua en la cabeza, me encanta”.
“Yo no quiero mojarme el pelo Ana, se me riza un montón y sería un incordio ahora cuando salgamos”
“Cuéntame Martina: ¿Andrés y tu llevaís mucho tiempo juntos?”
“Uy, toda la vida, desde jovencitos”
“Ya veo, el hombre de tu vida, como Miguel para mí…. Lo mismo ha sido tu único hombre y todo.
“Si, bueno, aquí en el campo ya sabes, somos pocos y cambian poco las cosas. Empezamos jovencitos y la verdad es que nos llevamos muy bien y nos queremos y somos además de amantes, muy buenos amigos”
“¿Y nunca te ha dado curiosidad como será estar con otro?”
“A ver, ahora que no nos oye nadie, si… pero vamos que tampoco voy a correr a por ello que con mi Andrés estoy divinamente, menudo es mi chico”
Ana se ríe mientras imagina a Andrés con Martina en la cama.
Después, le pregunta sobre su vida con Andrés. Si salen de vacaciones, si tienen críos, porqué no etc.
Martina le va relatando su monótona vida en la Salceda y en la comarca, que ocasionalmente se anima con alguna salida más allá de la capital de la provincia o a Madrid. Cada mes, más o menos, quedan con amigos de la infancia para cenas o comidas en casas de unos u otros. Lo de comer en restaurante, se queda para las grandes ocasiones, que es caro. Martina admite que aunque es una vida monótona, también es muy tranquila y les gusta. Tienen lo que necesitan, viven donde son felices y en realidad no necesitan mucho más.

Pasan los minutos de charla y las dos empiezan a sentir un poco de frío. El agua de la piscina ha hecho su efecto y ha bajado su temperatura corporal. “Me estoy quedando fría, me voy a salir” dice Ana y de un hábil movimiento con los brazos se alza sobre el bordillo de la piscina, sentándose al borde con los pies aún dentro del agua. Inclina la cabeza hacia un lado y escurre su pelo mojado sobre su pecho. Martina vuelve a admirar su cuerpo casi perfecto, su piel cuidada y su vientre liso. Su pecho, algo caído, algo más pequeño que el suyo, tiene la piel de gallina y sus pezones pequeños y oscuros, están ahora bien duros. Bajando la vista, comprueba que no tiene ningún vello en su pubis y ve sus labios vaginales con un piercing con un brillante en cada uno de los labios mayores. Ana ve donde mira Martina y separa un poco las piernas para facilitarle la vista “¿te gustan los piercing?” “Si, llevo tiempo queriendo hacerme uno, pero no se donde, aunque desde luego ahí, no me lo haría”. Ana ríe. “Bueno, ya te contaré la historia de estos brillantitos”.

Martina nunca había mirado a una mujer entre las piernas en su vida. De alguna manera, esa vulva sin vello, mojada por la piscina y brillante por el sol que le alcanza ahora que su dueña ha separado los muslos, le resulta atractiva. Siente un puntito de excitación sexual y se le pone la piel de gallina y nota de pronto que el agua de la piscina está fría. Mira el borde de la piscina. Ella no sería capaz de subirse como Ana, así que se va al rincón y sale por la escalera. Cuando sale se va andando hacia Ana, ahora sin taparse. Este rato desnudas las dos, le ha quitado la timidez inicial. Al fin y al cabo, ambas están igual de desnudas.

Ana la mira con naturalidad. Ve sus grandes pechos con grandes areolas muy oscuras coronadas por un pezón grande y sobresaliente, su piel aceitunada, su pelo negro azabache recogido y piensa en la belleza de Martina, imaginándola con unos kg de menos. Estaría increíble. Sus caderas y muslos rotundos, su vientre fláccido ese vello púbico abundante y oscuro no encajan en su prototipo de belleza. Le sugieren descuido y dejadez. Pero mientras la mira le invade una cierta ternura. Esa imagen corporal en realidad tiene que ser fruto de la ignorancia. No conoce otra cosa…. ¿la podría yo enseñar a cuidarse? Piensa Ana.

Martina se sienta a su lado. “Ana, no te voy a ocultar que estamos todos los empleados de la finca un poco preocupados, un cambio de propietarios siempre genera tensión. Muchos creen que les pueden despedir, como mi Andrés, que está de los nervios el pobre”

“Martina, no debéis preocuparos. Ya te he dicho que nosotros no vamos de señoritos por la vida. Respetamos mucho a la gente que trabaja por cuenta ajena porque nosotros hasta hace poco, éramos dos currantes de clase media. Sabemos que tenemos gente a nuestro cargo y somos conscientes de que eso es una responsabilidad. Todos los que estáis trabajando en la Salceda seguiréis aquí y si no seguís aquí será porque no queréis. Tan claro te lo digo…”

“Gracias Ana, de verdad que te agradezco que me lo digas”. La sonrisa de Martina es cándida, pura. No tiene dobleces. A Ana vuelve a invadirle la ternura otra vez. Le dan ganas de abrazarla y decirle que todo va a salir bien, pero se limita a sonreír. Se quedan las dos en silencio secándose al sol durante un rato.

Ana mueve los pies dentro del agua.

Martina se fija ahora que hay algo dorado en torno a uno de sus tobillos, pero no logra ver lo que es con la distorsión que genera el agua.

“Oye Martina, una cosa que vamos a hacer enseguida es arreglar esta casa para actualizarla y traerla al siglo XXI. Empezaremos por esta, pero seguiremos con todas las de la finca. La semana que viene, el jueves, vendré con un arquitecto para que la vea y vaya preparándome el proyecto. Le conocemos hace un par de años que nos hizo la reforma de la casa donde vivimos en Madrid. Ya verás es muy majo. Es americano y se llama Andrew. Se me ocurren un montón de ideas para mejorar este caserón y él será el encargado de ponerlas en práctica. Va a quedar precioso, aunque va a ser un obrón tremendo. Igual no vemos el resultado hasta el verano que viene…...

Mientras no esté la casa disponible, no vamos a quedarnos a dormir en La Salceda. Ya te iré avisando cuando vayamos a venir, que será a pasar el día para que nos prepares algo de comer. Nada complicado ya sabes… “

“Por supuesto Ana, mira, antes de que se nos olvide, si te parece voy a por mi móvil y me tomo nota de tu número”
“Buena idea”.

Martina se levanta y da la vuelta a la piscina. Se le ha pasado la vergüenza totalmente y camina con seguridad desnuda por la terraza hasta la cocina. Aún escurre un poco de agua con cada paso, ya que no se ha secado del todo.

Ana se levanta también y se dirige a la silla donde dejó su bolso. Sigue con la mirada a Martina que mientras camina se va revisando el moño.

Una vez que Martina tiene el móvil, se vuelve caminando hacia Ana. A cada paso, sus tetazas botan libremente, algo que a Ana le hace sonreír cuando la ve acercarse. Todo en Martina le inspira ternura, es como una adolescente en un cuerpo de treinta y tantos. Mientras se acerca hacia ella Ana desbloquea su móvil y le saca varias fotos disimuladamente. Quiere recrearse con su desnudez más tarde.

Ambas mujeres se juntan, desnudas, frente a frente mirando cada uno a su teléfono. “Mi número es el …” Martina va tomando nota y agregando a Ana en la agenda de contactos. Cuando termina de anotar el número, Martina le manda su propio número a su jefa en un mensaje.
Ding
“Vale Martina ya te agrego a contactos”
Ahora es Ana la que teclea en el móvil agregando a Martina a sus contactos. Mientras espera Martina vuelve a fijarse el tobillo derecho de su jefa. Luce una tobillera de oro con algo de color negro, algo parecido al símbolo del as de picas.
 
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Como habéis sido buenos chicos y habéis dejado comentarios y likes, os pongo hoy capítulo doble....

Ana mira a Martina, sentada en la terraza en la silla, con su vestido oscuro “tiene que estar muerta de calor”. Venga Martina, date un chapuzón, mujer, que tienes que estar pasando calor ahí al sol con ese vestido oscuro.

Martina duda otra vez, pero decide hacerle caso a su nueva jefa. Total, están ellas dos solas…. Se levanta y se desabrocha el vestido por la espalda hasta que se lo quita con cuidado de no mancharlo. Lo dobla y lo deja en la silla.

Ana la observa desde la piscina, nadando. Martina se ha quedado con un sujetador negro de encaje, de aspecto barato y un tanga a juego del que solo ve la tira de la cintura y el pequeño triángulo trasero que termina en una tira que se pierde entre sus generosas nalgas. Sin dejar de darle la espalada a Ana, se desabrocha el sujetador liberando su grandes pechos, que ahora asoman por el lateral de sus brazos. Después, con un gesto rápido se baja el tanga mientras se gira y ya de cara a Ana, va tapándose el pubis con una mano y con la otra tapa lo que puede de sus tetazas. Camina hacia la piscina mirando al suelo, tímida. Al llegar a la escalera se gira y baja de espaldas a Ana hasta meterse en el agua “uff que rica, si que tenía calor si”.

Nada hacia el centro de la piscina, hacia Ana “¿Lo ves Martina? Mucho mejor así”

Ana entonces echa la cabeza hacia atrás y se moja todo el pelo recogiendo toda su melena castaña a un lado de su cabeza.
“Como me gusta notar el frescor del agua en la cabeza, me encanta”.
“Yo no quiero mojarme el pelo Ana, se me riza un montón y sería un incordio ahora cuando salgamos”
“Cuéntame Martina: ¿Andrés y tu llevaís mucho tiempo juntos?”
“Uy, toda la vida, desde jovencitos”
“Ya veo, el hombre de tu vida, como Miguel para mí…. Lo mismo ha sido tu único hombre y todo.
“Si, bueno, aquí en el campo ya sabes, somos pocos y cambian poco las cosas. Empezamos jovencitos y la verdad es que nos llevamos muy bien y nos queremos y somos además de amantes, muy buenos amigos”
“¿Y nunca te ha dado curiosidad como será estar con otro?”
“A ver, ahora que no nos oye nadie, si… pero vamos que tampoco voy a correr a por ello que con mi Andrés estoy divinamente, menudo es mi chico”
Ana se ríe mientras imagina a Andrés con Martina en la cama.
Después, le pregunta sobre su vida con Andrés. Si salen de vacaciones, si tienen críos, porqué no etc.
Martina le va relatando su monótona vida en la Salceda y en la comarca, que ocasionalmente se anima con alguna salida más allá de la capital de la provincia o a Madrid. Cada mes, más o menos, quedan con amigos de la infancia para cenas o comidas en casas de unos u otros. Lo de comer en restaurante, se queda para las grandes ocasiones, que es caro. Martina admite que aunque es una vida monótona, también es muy tranquila y les gusta. Tienen lo que necesitan, viven donde son felices y en realidad no necesitan mucho más.

Pasan los minutos de charla y las dos empiezan a sentir un poco de frío. El agua de la piscina ha hecho su efecto y ha bajado su temperatura corporal. “Me estoy quedando fría, me voy a salir” dice Ana y de un hábil movimiento con los brazos se alza sobre el bordillo de la piscina, sentándose al borde con los pies aún dentro del agua. Inclina la cabeza hacia un lado y escurre su pelo mojado sobre su pecho. Martina vuelve a admirar su cuerpo casi perfecto, su piel cuidada y su vientre liso. Su pecho, algo caído, algo más pequeño que el suyo, tiene la piel de gallina y sus pezones pequeños y oscuros, están ahora bien duros. Bajando la vista, comprueba que no tiene ningún vello en su pubis y ve sus labios vaginales con un piercing con un brillante en cada uno de los labios mayores. Ana ve donde mira Martina y separa un poco las piernas para facilitarle la vista “¿te gustan los piercing?” “Si, llevo tiempo queriendo hacerme uno, pero no se donde, aunque desde luego ahí, no me lo haría”. Ana ríe. “Bueno, ya te contaré la historia de estos brillantitos”.

Martina nunca había mirado a una mujer entre las piernas en su vida. De alguna manera, esa vulva sin vello, mojada por la piscina y brillante por el sol que le alcanza ahora que su dueña ha separado los muslos, le resulta atractiva. Siente un puntito de excitación sexual y se le pone la piel de gallina y nota de pronto que el agua de la piscina está fría. Mira el borde de la piscina. Ella no sería capaz de subirse como Ana, así que se va al rincón y sale por la escalera. Cuando sale se va andando hacia Ana, ahora sin taparse. Este rato desnudas las dos, le ha quitado la timidez inicial. Al fin y al cabo, ambas están igual de desnudas.

Ana la mira con naturalidad. Ve sus grandes pechos con grandes areolas muy oscuras coronadas por un pezón grande y sobresaliente, su piel aceitunada, su pelo negro azabache recogido y piensa en la belleza de Martina, imaginándola con unos kg de menos. Estaría increíble. Sus caderas y muslos rotundos, su vientre fláccido ese vello púbico abundante y oscuro no encajan en su prototipo de belleza. Le sugieren descuido y dejadez. Pero mientras la mira le invade una cierta ternura. Esa imagen corporal en realidad tiene que ser fruto de la ignorancia. No conoce otra cosa…. ¿la podría yo enseñar a cuidarse? Piensa Ana.

Martina se sienta a su lado. “Ana, no te voy a ocultar que estamos todos los empleados de la finca un poco preocupados, un cambio de propietarios siempre genera tensión. Muchos creen que les pueden despedir, como mi Andrés, que está de los nervios el pobre”

“Martina, no debéis preocuparos. Ya te he dicho que nosotros no vamos de señoritos por la vida. Respetamos mucho a la gente que trabaja por cuenta ajena porque nosotros hasta hace poco, éramos dos currantes de clase media. Sabemos que tenemos gente a nuestro cargo y somos conscientes de que eso es una responsabilidad. Todos los que estáis trabajando en la Salceda seguiréis aquí y si no seguís aquí será porque no queréis. Tan claro te lo digo…”

“Gracias Ana, de verdad que te agradezco que me lo digas”. La sonrisa de Martina es cándida, pura. No tiene dobleces. A Ana vuelve a invadirle la ternura otra vez. Le dan ganas de abrazarla y decirle que todo va a salir bien, pero se limita a sonreír. Se quedan las dos en silencio secándose al sol durante un rato.

Ana mueve los pies dentro del agua.

Martina se fija ahora que hay algo dorado en torno a uno de sus tobillos, pero no logra ver lo que es con la distorsión que genera el agua.

“Oye Martina, una cosa que vamos a hacer enseguida es arreglar esta casa para actualizarla y traerla al siglo XXI. Empezaremos por esta, pero seguiremos con todas las de la finca. La semana que viene, el jueves, vendré con un arquitecto para que la vea y vaya preparándome el proyecto. Le conocemos hace un par de años que nos hizo la reforma de la casa donde vivimos en Madrid. Ya verás es muy majo. Es americano y se llama Andrew. Se me ocurren un montón de ideas para mejorar este caserón y él será el encargado de ponerlas en práctica. Va a quedar precioso, aunque va a ser un obrón tremendo. Igual no vemos el resultado hasta el verano que viene…...

Mientras no esté la casa disponible, no vamos a quedarnos a dormir en La Salceda. Ya te iré avisando cuando vayamos a venir, que será a pasar el día para que nos prepares algo de comer. Nada complicado ya sabes… “

“Por supuesto Ana, mira, antes de que se nos olvide, si te parece voy a por mi móvil y me tomo nota de tu número”
“Buena idea”.

Martina se levanta y da la vuelta a la piscina. Se le ha pasado la vergüenza totalmente y camina con seguridad desnuda por la terraza hasta la cocina. Aún escurre un poco de agua con cada paso, ya que no se ha secado del todo.

Ana se levanta también y se dirige a la silla donde dejó su bolso. Sigue con la mirada a Martina que mientras camina se va revisando el moño.

Una vez que Martina tiene el móvil, se vuelve caminando hacia Ana. A cada paso, sus tetazas botan libremente, algo que a Ana le hace sonreír cuando la ve acercarse. Todo en Martina le inspira ternura, es como una adolescente en un cuerpo de treinta y tantos. Mientras se acerca hacia ella Ana desbloquea su móvil y le saca varias fotos disimuladamente. Quiere recrearse con su desnudez más tarde.

Ambas mujeres se juntan, desnudas, frente a frente mirando cada uno a su teléfono. “Mi número es el …” Martina va tomando nota y agregando a Ana en la agenda de contactos. Cuando termina de anotar el número, Martina le manda su propio número a su jefa en un mensaje.
Ding
“Vale Martina ya te agrego a contactos”
Ahora es Ana la que teclea en el móvil agregando a Martina a sus contactos. Mientras espera Martina vuelve a fijarse el tobillo derecho de su jefa. Luce una tobillera de oro con algo de color negro, algo parecido al símbolo del as de picas.
No hay nada de sexo en el capítulo pero consigues crear un relato tremendamente excitante.
 
“¡Por fin en Mallorca!” Maribel abre las contraventanas de la casita que han alquilado y a la que acaban de llegar con todas las maletas. Sale a la terraza y ve el jardín con la pequeña piscina justo delante. Se gira y sonríe a su marido “está genial la casita, que bien vamos a estar aquí” Jorge le sonríe mientras la mira. Lleva unos shorts vaqueros y una blusa blanca, escotada que llama su atención ya que nunca suele dejar tanto a la vista. Está excitado porque ha visto muchos hombres mirarle las tetas a su mujer desde que llegaron a Barajas, durante el vuelo y luego cuando hacían cola para alquilar un coche en el aeropuerto de Mallorca.

Se dedican a colocar toda su ropa en el armario del dormitorio de la casa, que también da a la terraza y después, se van al supermercado para llenar la nevera y la despensa y así poder ir a la playa por la tarde. Aquí en un entorno de playa son menos los hombres que Jorge descubre mirando a Maribel, pero en especial le llama la atención un tipo calvo y con sobrepeso que les cobra en el supermercado con maneras rudas y poca educación. Jorge lo imagina follando a Maribel con una polla enorme y nota su polla crecer mientras coloca las cosas en las bolsas. También hay un tipo con gorra y gafas de sol que se cruzan varias veces y siempre va con el móvil en la mano. A Jorge le gusta pensar que alguna foto del escote de Maribel se habrá hecho y que quizá la use para masturbarse más tarde. Mejor para él.

Una vez terminan de colocar todo en casa, van a la playa dando un paseo. La casita está a unos 800m de la costa y hay un camino de tierra casi llano que los lleva a las afueras del pueblo. Maribel se ha puesto uno de sus bañadores convencionales, un pareo y una gorra y lleva el pelo recogido en una coleta. Caminan alegres, deseando darse su primer baño en el Mediterráneo. Al llegar se instalan en una zona que no tiene demasiada gente, alternan largos baños con pasar ratos al sol y finalmente, buscan un chiringuito donde les toca esperar un buen rato antes de poder sentarse a comer. Tras una buena paella regada con tinto de verano que les ha dejado algo achispados, deciden ir a casa a tumbarse la siesta, ya que, con el madrugón y el viaje, están algo cansados. Al salir del chiringuito le parece reconocer al tipo de la gorra azul en un rincón, de nuevo con el móvil en la mano, pero no está seguro si es el mismo del super.

Entran en la casita y Jorge ve la ducha junto a la piscina. “Me voy a quitar la sal del cuerpo” la abre y se mete debajo del agua y mientras disfruta de la sensación refrescante del agua dulce y mira a su alrededor. Desde la piscinita, no se ve ninguna construcción. Solamente las ventanas de su casita tienen visión de la piscina. Sonríe satisfecho ante las posibilidades que ofrece ese descubrimiento y se quita el bañador quedándose desnudo. Lo aclara con agua dulce y lo deja escurriendo en un murete que hay junto a la piscina. Maribel desde la terraza lo mira divertida y se acerca a la ducha metiéndose debajo y apartándole de un empujón cariñoso. “ahora me toca a mí”. Jorge la mira mientras se escurre el agua, desnudo. Ella primero se ducha un minuto y finalmente le imita, quitándose el bañador y quedándose desnuda un instante bajo el agua mientras escurre el bañador. Luego lo tiende junto al de Jorge y se acerca él abrazándose y pegando sus cuerpos. Jorge nota el contraste de temperatura del agua fresca en la piel de su mujer al principio que se convierte en el calor de su piel contra la suya unos segundos más tarde.

Permanecen abrazados así un tiempo y finalmente, ella le besa en los labios “me encanta nuestra casita” y se va en busca de una toalla sin mirar atrás. La polla de Jorge ya está morcillona cuando ella se separa. Se queda de pie, desnudo, mirando el jardín y secándose al imaginando toda clase de actividades sexuales al aire libre en los próximos días mientras su erección se completa irremediablemente. Su mujer le saca de su mundo hablándole: “¿te vienes a dormir la siesta cariño?” le llama Maribel desde el interior.

Levanta la vista y la ve desnuda, ofreciéndole una toalla para que termine de secarse. Se acerca y la acepta. Ella sonríe mirando su erección y se aleja para tumbarse en la cama boca arriba y cogiendo la Tablet para leer un rato. Siempre lee un rato antes de quedarse dormida.

Jorge se va al baño, termina de secarse y sale al dormitorio desnudo.

Maribel le ve por el rabillo del ojo, baja la Tablet y le mira pasearse desnudo desde el baño hasta que llega a la altura de los pies de la cama donde se para y agarrándose la polla tiesa le guiña un ojo.

Maribel lo mira divertida, sonríe, aparta la Tablet en la cama a su lado y separa las piernas lenta e insinuantemente.
“¿el señor quiere postre?”
Jorge se ríe y gateando mete su cabeza entre las piernas de Maribel.
Saca la lengua y lame los labios vaginales desde abajo hasta arriba.

Maribel le acaricia el pelo de la cabeza a su marido mientras él continúa lamiendo su sexo. Pronto el flujo de Maribel hace acto de presencia, dándole a Jorge un sabor deseado y apreciado. El ritmo del cunnilingus es lento adrede. No hay prisas, están de vacaciones. De cuando en cuando, Jorge para y observa la zona genital de Maribel. La pequeña tira de vello púbico tan negra contrasta con el resto de ingles y labios vaginales, totalmente rasurados y con la palidez de la piel que nunca ve el sol. La marca del bañador enmarca la zona, destacando lo que solo Jorge ve.

A medida que pasan los minutos, Maribel está más excitada. Empieza a frotar ella el clítoris contra le lengua de Jorge de cuando en cuando alzando sus caderas para ello. A Jorge le excita esa actitud, que ella vaya pidiéndole más intensidad y se restriegue contra su boca. El movimiento se repite varias veces hasta que Maribel en un momento dado alcanza un orgasmo intenso y largo en el que tiembla jadeando hasta quedar totalmente relajada sobre la cama.

“ufff que bueno, te has superado cariño”
Jorge se separa, se limpia los labios del flujo de su mujer con el dorso de la mano y le pregunta “¿y ahora que?”

“Ahora viene cuando correspondo. Túmbate.”
Jorge obedece

Maribel abre la mesilla y saca el lubricante y echa una generosa cantidad sobre la polla dura de su marido, se pone de rodillas entre las piernas separadas de él y empieza a masturbarlo despacio con un sonido de chapoteo. Jorge disfruta mucho de la paja y empieza a gemir.
Maribel alterna los ritmos, acelera, frena e incluso saca la lengua para lamer sus testículos mientras le masturba.
A la más mínima sensación de que se puede correr, se la agarra de la base y le advierte “Ni se te ocurra”
“No no, tranquila, quiero que dure”
“Así me gusta”
Vuelve a agarrarla y a masajearla con sus manos pringadas de lubricante lentamente, jugando con los dedos con su glande. Jorge se retuerce de gusto. “Joder que bien me lo haces” Ella se ríe y empieza a masturbarle con fuerza durante unos 15 segundos seguidos y lo suelta de golpe.
Jorge protesta “joder no pares”
“¿Sigo?”
“Si coño, no pares”
Ella vuelve a agarrarla y a acelerar el ritmo de nuevo unos 15 segundos y para de golpe de nuevo.
“No pares en serio, no pares”
“¿Qué quieres?”
“Quiero correrme, no pares, me duelen los huevos y todo”
La paja intensa e intrrumpida súbitamente se repite dos veces más con Jorge protestando en cada ocasión.
“por que me torturas así, deja que me corra”
Maribel se ríe.
“¿Cómo se piden las cosas?”
“Por favor, cariño, déjame terminar”
“Suplica”
“Te lo suplico, déjame correrme”

Maribel se la vuelve a agarrar y empieza a masturbarle con decisión y a un ritmo constante mientras estudia la reacción de Jorge. El se tensa, respira cada vez más rápido, gime y jadea, se ve que está a punto de correrse. Maribel continúa con el vaivén de su mano y nota como la polla de su marido se tensa más y más, hasta que una palpitación le avisa de que va a correrse. Entonces la sujeta por la base, la inclina hacia el vientre de él y la deja quieta.
“¿Tu crees que si me vieras con otro te correrías sin tocarte?”

Jorge se incorpora sorprendido. Durante una fracción de segundo se imagina la escena y mientras mira a su mujer que le mira de forma burlona siente su eyaculación en su vientre y en 5 breves y débiles chorros le pringa de semen todo el pubis. Una eyaculación extraña, sin fuerza y que no le proporciona el placer habitual por la falta de continuidad de la estimulación.
Maribel de rodillas, desnuda, con las manos apoyadas en las caderas le mira a la cara riéndose.
“¿Ya?”
“Pero ¿qué dices? Me has dejado a medias”
La cara de Maribel se vuelve seria
“Como tu a mí tantas veces…esto va a ser lo que te va a pasar cada vez que me dejes a medias ¿está claro?”
“Si Maribel”
Entonces ella le da una palmada cariñosa en su polla ya fláccida
“Así me gusta….si lo hacemos es para disfrutar todos. Ya verás como te tomas muy en serio eso de dejarme contenta…
 
Maribel de Mallorca se va a ir con premio.....
 
Parece que Jorge en breve va a tener que hacer maniobras para pasar por debajo de las puertas.
 
“A ver, si a mi con que le guste a mi Andrés, me basta y me sobra, y él me dice que le gusto más con curvas, pero es que con lo que era yo más joven…. Si me ofrecieron ser modelo en Madrid…. pues eso, que me veo que me he estropeado”

Mientras lo dice se exhibe para Ana, abriendo los brazos, señalando su tripita, su culo, y levantando y dejando caer sus grandes pechos. Ana la mira con interés, observando los detalles y viendo sobre todo mucho potencial. Esta mujer realmente podría llegar a ser modelo.

“Martina, envejecer es vivir….y hay que aceptarlo. Pero mira, si quieres, lo que puedes hacer es cuidarte un poco más si te hace ilusión parecerte algo hoy a esa Martina que recuerdas. Pero ojo, fíjate en lo que te estoy diciendo, parecerte, que milagros no podemos hacer. Y hay que ser razonables y consecuentes. Yo me cuido mucho porque quiero y porque puedo, pero sin matarme. No somos todas iguales, ni falta que hace.

“Ay Ana me encantaría, pero es que no tengo mucha idea de esas cosas, aquí en el pueblo está la peluquería de la Paqui que te corta el pelo, te peina y te hace la cera y nada más….lo que vendan en el super. Además seguro que todo eso es muy caro”

El discurso de Martina enternece cada vez más a Ana. La ve tan inocente y tan ignorante que se siente impulsada a ayudarla a ser más moderna, más culta, más guapa y a ser posible más feliz.

“No te preocupes Martina, yo te puedo ayudar con eso, me hace ilusión hacerlo… Como la suerte me ha quitado la obligación de trabajar, me dedico a cuidarme todo lo que puedo y, bueno, digamos que algo he aprendido por el camino, además tengo muchos productos en casa, y además de consejos, te podría pasar cosas que yo no uso porque soy muy caprichosa y pruebo de todo y cambio de marcas muchas veces. A ver ¿cuántos años me echas?”
“¿Cuarenta y cinco?”
“Cincuenta y cinco. ¿Cuántos tienes tu?”
“Cuarenta”
“Estás a tiempo Martina, si tu quieres y con constancia y empezando ahora, tu puedes estar mucho mejor que yo a mi edad….Si tu quieres yo te ayudo”.
“Muchas gracias Ana, eres muy generosa”
“Anda, anda, si me hace ilusión. Mira vamos a empezar por lo más básico. ¿tú te das cremas?”
“Ana, yo me ducho, me echo desodorante y a trabajar…Me pinto un poco los ojos y los labios y tal para salir y nada más. Solo me doy crema para no quemarme con el sol”.
“No pasa nada, ahí tenemos mucho que ganar fácilmente ¿haces algo de ejercicio?”
“Uy no, Ana, deporte no hago. Me muevo lo que me muevo limpiando por la Casa Grande y la Casa Chica… y la verdad es que como se ha usado poco o nada estos años, acabo pronto y como Andrés trabaja tanto, pues acabo toda la tarde sentada a ver la tele y me pongo fina a chuches, a palomitas y guarrerías de esas… soy un desastre. Si mo fuera por los revolcones que me pega Andrés estaría peor”.
Ambas se ríen como adolescentes.
“¿Que pasa que es fogoso Andrés?”
"Un toro, Ana, un toro, incansable”
Ana sonríe levantando las cejas con cara de sorpresa mientras piensa “vaya con el capataz, habrá que investigar eso…”
“Y que alimentación lleváis Andrés y tu?”
“Pues Andrés está en el campo y lo mismo está arreglando un tractor que cargando un camión… no para, así que tiene un hambre que no veas. Le hago cocido, lentejas, asados, esas cosas, con fundamento”.
“Vale Martina. Esto va a ser más fácil de lo que piensas. Verás, te voy a preparar un plan y verás como notas el cambio enseguida. Andrés va a quedar sorprendido”.
“Ay que ilusión, no sabes lo que te lo agradezco”

Martina junta las palmas de las manos delante de los labios, y flexiona ligeramente las rodillas sonriendo como una niña.
Ana la mira con ternura. Y se acerca a ella le acaricia con los dedos el pelo ligeramente hasta bajar a su cara. La sonrisa de agradecimiento de Martina la emociona y no puede evitar plantarle un beso en una mejilla amorosamente. Para ello se acerca lo justo para que los pechos de las dos se rocen levemente. Martina siente una sensación de afecto inmediata y reacciona abrazándola sin ningún pudor. Durante unos segundos ambas sienten el calor de la piel de la otra desde el pecho hasta el vientre. Martina le sorprende que siente atracción por Ana en su conjunto. Es como una amiga perfecta, como la hermana que no tiene. Mientras se le agolpan esas imágenes en la mente, siente una sensación distinta e inesperada: está empezando a notar humedad en su sexo. Nunca ha abrazado a una mujer desnuda, está confusa, pero a la vez muy a gusto y se emociona con ese torrente de sensaciones nuevas. Ana se separa lentamente y otra vez y le acaricia la cara con ternura “Ya verás, al final vamos a ser buenas amigas”. Al retirarse le da la sensación de que Martina tiene una lágrima asomando en los ojos.

A Martina de pronto le avergüenzan todas sus sensaciones,¡ y que se la vea emocionada, así que se separa de Ana, busca su ropa y empieza a vestirse empezando por la ropa interior. Cuando está abrochándose el sujetador, suena el motor del Landcruiser llegando a la puerta y Martina agarra sus cosas precipitadamente y sale corriendo hacia la cocina para acabar de vestirse sin que la vean.

Cuando se está acabando de abrochar el vestido, observa por la puerta abierta a Ana. Sigue desnuda, con las manos en las caderas mirando a la puerta por la que un instante más tarde entran Miguel, Pedro y su Andrés que no puede disimular su cara de sorpresa.
 
Se atormenta una vecina!!. Aquí todos los personajes tienen su aquel. Martina creo que va a sufrir una metamorfosis completa.
 
Me encanta la lógica de cada personaje. Preciosa narrativa con morbo a destajo.
Excelente
 
Me acabo de dar cuenta de que al poner el poner el fragmento anterior me equivoqué al hacer el corta y pega desde el editor de textos y no copié el texto completo. Me dejé unas líneas al comienzo.

Por su interés las pongo aparte. Esto va justo antes del post #92


Ana se da cuenta de que Martina le mira la tobillera de oro. “¿te gusta?”
“Mucho, es muy fina, no había visto nunca una pulsera en el tobillo, yme gusta la idea, creo que queda sexy”. Ana sonríe. “Bueno, esta además de ser una pulsera de tobillo normal pues, … tiene un significado, pero …. Digamos que es largo y complicado de explicar. Ya lo sabrás cuando llegue el momento”
“Por supuesto Ana, perdona, no quiero meterme donde nadie me llama”
“No te preocupes Martina, vale que estemos aquí las dos en pelotas como si nada, pero hay ciertas cosas para las que es mejor tener un poquito más de confianza antes de que se compartan”.
A Martina le fascina Ana. Está claro que es la nueva dueña, que es rica y que pertenece a otra clase, pero es tan natural que derriba todas las barreras que ella ha conocido entre sus jefas y ella.
“De todas formas, por aquí no creo que encontrase una cosa así, ni siquiera de bisutería y además con lo gorda que estoy, mejor no llamar demasiado la atención poniéndome abalorios”
“Yo te traigo una tobillera la próxima vez que venga, no te preocupes. Pero lo primero Martina es que te tienes que querer a ti misma tal y como eres. Yo te veo una mujer joven y bellísima- En todas partes nos bombardean con que el prototipo de belleza es una mujer flaca y con mucho pecho. Pero no es verdad, hay muchos otros tipos de mujeres y todos son tan bonitos o más”

Mis disculpas por el error.
 
Ana y Miguel se besaron durante un largo minuto con los ojos cerrados, frotando sus lenguas con pasión y ajenos a todo lo que había a su alrededor. Cuando terminaron y abrieron los ojos, Pedro seguía en el mismo sitio, de rodillas. Y su polla estaba exactamente igual de dura que antes de correrse unos minutos antes.

Ana le miró y se rió “¿y tu? ¿sigues así?” Ana estiró la mano y se la acarició, casi más de forma cariñosa que de forma sexual. Miguel se recostó al lado de Ana apoyando su codo en la cama.
“Ya ves Ana, es que a mí no se me baja así como así”
Ana miró a Miguel a su lado. Su miembro estaba fláccido descansando sobre uno de sus muslos.
Ana agarró la polla de Pedro y empezó a masturbarla despacito.
“Han llegado los demás, pero… si os portáis bien, podemos jugar esta noche”
Se giró y le dio a Miguel un piquito en los labios, sin dejar de menear la polla que tenía en la mano. Después se incorporó un poco, le dio un beso en la Polla a Pedro y dijo “me voy a la ducha” y se levantó en dirección al baño.

Miguel y Pedro se quedaron solos, desnudos.
“Miguel, tío, espero que no te cabrees conmigo, tu lo has visto, esto ha sido provocado por Ana”.
“¿Tu me has visto cabreado? Me ha dado un morbazo de la hostia tío. Esta mujer es indomable y me gusta tal como es. Hace tiempo que sabía que no iba a ser su único hombre toda la vida… Le gusta demasiado el sexo para eso”
“Es solo sexo”
“Si, y muy bueno”
“Gracias por tomártelo así, no quisiera que dejásemos de ser amigos”.
Pedro se levantó y se fue a su cuarto, con la polla aún dura como un hierro.
Miguel se levantó y se unió a Ana en la ducha donde se besaron y acariciaron mutuamente bajo el agua y con abundante jabón.

Cuando bajaron media hora más tarde, el grupo estaba improvisando una cena y bebiendo las primeras cervezas de la que sería una larga noche de bromas, charla y risas.

Ana se había vestido con una camiseta de manga larga y obviamente sin sujetador, con los pezones bien marcados todo el rato y con su pecho moviéndose libremente cuando se levantaba para cualquier cosa. Tenía un poco de escote, no suficiente para dejar salir sus senos, pero si para que si se inclinaba hacia delante, se le vieran perfectamente. Esa circunstancia la detectó Pedro desde el principio y no paró de buscar situaciones en las que ella se inclinaba hacia delante. Que si pásame aquello, que si no, no pienso devolverte la botella de cerveza etc etc. Miguel lo notó y entendió que era parte del juego morboso entre los tres, así que empezó a excitarse poco a poco.

A primeras horas de la madrugada, el alcohol había desinhibido a todo el mundo y alguna pareja empezó a besarse y acurrucarse en algún rincón primero para desaparecer discretamente más adelante. Otros simplemente empezaron a encadenar bostezos y terminaron por reconocer su extremo cansancio.

A eso de las dos, solamente quedaban Miguel, Ana y Pedro y Ana delante de la chimenea. Los demás se habían ido a la cama todos.

Ana estaba recostada sobre el pecho de Miguel mirando a la chimenea. Pedro en un sillón a medio metro a su derecha.

“Chicos, no hemos hablado de lo de antes”
Miguel le preguntó “¿qué quieres que hablemos?”
Ana se incorporó y se puso seria. Miró a los dos alternativamente en silencio hasta que empezó a hablar en un tono bajo, pero perfectamente entendible para ambos
“Lo que ha pasado hoy, tiene que quedar entre los tres ¿está claro?”
Ambos asintieron.
“No quiero ser objeto de habladurías” dijo mirando fíjamente a Pedro.
“No te preocupes, será nuestro secreto” le dijo él.
“Bien” asintió ella.
Luego se giró hacia Miguel “Te tengo que pedir perdón. Ha sido cosa mía y no te había consultado nada, pero ya me conoces, me caliento y no puedo parar”
Miguel le acarició la cara mientras le contestaba “no pasa nada, porque entiendo que esto es solamente sexo ¿no?”
“Exacto, eso es lo otro que quería que tuviéramos claro: es solo sexo”
“Por mí de acuerdo” dijo Pedro. Miguel asentía.
“Lo importante es si a ti te ha gustado” dijo Pedro
“A mí me ha encantado. Es más, me he quedado con ganas de más”.
Volvió a mirarlos alternativamente, pero esta vez con una sonrisa seductora
“¿os parece si subimos y terminamos lo que hemos dejado a medias?
 
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