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Acabó el día en que llegaron Fran, Elvira y Mari al campamento, el día siguiente, temprano, entraron al salón las madres de Elvira y Álex, las ‘Directoras Generales’ de la cabaña, Mari, que estaba durmiendo en un sillón tapada con una manta, se despertó.
-Lo siento cariño, tenemos que ponernos a preparar el desayuno para todos.- Se disculpaba la madre de Álex.
-Es que este no es lugar para que duerma la chica.- Opinaba la de Elvira.
-No, está bien, me gusta dormir aquí, me gusta quedarme dormida mirando el bosque, además, estoy acostumbrada a despertarme pronto.- Les decía Mari mientras se levantaba del sillón.- ¿Puedo ayudaros?
-Mari, sigue descansando cariño- Le decía la madre de Álex.- como toques la cocina, esta te corta las manos.- Comentaba señalando a la madre de Elvira, Mari sonrió y se volvió a sentar en el sillón.
Hicieron café, sacaron de un armario tres tazas, Mari las miraba sin decir nada, sirvieron café en las tazas, lo mezclaron con un chorro de leche, la madre de Elvira sacó del armario la botella de whisky, le metió un chorrito a cada taza. Mari levantó las cejas sorprendida.
-¿Y eso?- Preguntó Mari.
-No te preocupes, son vitaminas.- Le respondieron riendo.
Se sentaron las tres en la mesa y se bebieron el primer café de la mañana.
-Pues está bueno.- Comentaba Mari, después pensaba ¿Está bueno? Ya te parece bueno esto, me están alcoholizando y no me estoy dando cuenta.- Una cosa ¿Desde aquí se puede hacer una llamada?- Les preguntó.- Las señoras se miraban, la madre de Álex movió la cabeza confirmándole algo a la otra señora.
-Habla con Álex.- Dijo escuetamente la madre de Elvira.
Un rato más tarde desayunaban todos, a media mañana, Vicente les daba clases a sus hijos, las señoras directoras echaron a sus maridos de la cabaña para hacer las camas y ordenar un poco. Los maridos, que obedecían sin rechistar, jugaban a la petanca, el resto, o hablaban en algún corrillo o estaban en sus tiendas. Elvira estaba en la tienda, tenía en las manos varias hojas de papel que no paraba de mirar, parecía que las estudiaba.
-Elvira ¿No podrías descansar un poco? Siempre estás mirando esos papeles.- Le decía Fran.
-Estoy buscando el siguiente objetivo.
-Cariño, dijiste que estaríamos unos días tranquilos…
-Ya lo sé, ya sé que dije, pero no puedo, tengo que hacer algo, estoy muy tensa.
Mari se acercaba a Álex, él estaba hablando con Mónica y García.
-Álex ¿Podría hacer una llamada? Me gustaría hablar con mi novio, lo echo mucho de menos.- Preguntaba Mari.
Álex miró a Mónica, Mónica sin decir nada, abrió la puerta de un coche, allí se había cargado el móvil, lo agarró, cerró la puerta y le hizo un gesto con la cabeza a Mari para que la siguiera. Llegaron a la entrada del caminito para subir a la cima.
-Mira Mari, ves ese trozo de trapo- Le enseñaba una tira de trapo que había en el suelo.- pues cuando lo veas atado a esta rama, no subas, es la señal para que los demás sepamos que alguna pareja está arriba.
-¿Una pareja?- Preguntaba Mari, dando señales que no se enteraba de lo que le quería decir Mónica.
-Que están arriba follando Mari, subimos a la cima a follar ¿Te enteras ahora? No podemos hacerlo aquí, en las tiendas se escucha todo… y hay niños.- Mari caminaba abriendo los ojos, no se esperaba eso.
Caminaron un rato hasta llegar arriba, Mónica le dio el móvil a Mari.
-No tardes mucho, cinco minutos como máximo, vale.
Mari confirmó moviendo la cabeza, Mónica se apartó de ella, para que pudiera hablar con intimidad. Antes de los cinco minutos Mari se acercó a Mónica devolviéndole el móvil.
-Muchas gracias, al menos he podido hablar con él.
-¿Cómo es? No sabía que tenías novio.
Mari pensaba, se le habían iluminado los ojos pensando en Víctor, Mónica sonreía, realmente se le veía enamorada.
-Es… es guapo, es cariñoso, muy cariñoso, muy buena persona, vivimos juntos, no hace mucho que tomamos la decisión y nos va muy bien, la verdad.
-Se te ve contenta.
-Lo estoy, sabes, cuando me acaricia se me pone la piel de gallina.
-Me alegro por ti, no hace falta que me expliques intimidades Mari.
Le decía Mónica mientras iniciaban el camino de regreso, cuando llegaron abajo, Álex y García hablaban con Elvira y Fran, se juntaron con ellos.
-He ganado.- Gritaba el padre Elvira.
-¿Qué dices? Esta clarísimamente más cerca mi bola que la tuya.
-Tendrías que ir al oculista, tú no ves bien.
-El que no ve tres montados en un burro eres tú, si se ve de lejos que bola está más cerca.
-Claro, la mía.
-Y una mierda.
-Saca el metro, vamos a medirlo.
Ellos discutían sobre la petanca y los demás los miraban sonriendo.
-A ver, vosotros que sois jóvenes ¿Qué bola está más cerca?- Le preguntaba al grupo el padre de Elvira. El grupo levantó las cejas, se giró y cada uno se fue para un lado.
-Déjalos tranquilos, a ti te van a contestar por la puta petanca.- Le recriminaba el compañero de juego.
-¡Vosotros dos!- Se escuchó una voz desde la entrada a la cabaña, el grupo se volvió a unir mirando, era la madre de Elvira con la amiga al lado.- Dejar de discutir como dos viejos chochos y buscar leña.
-Hoy tenemos carne para hacer en la barbacoa.- Añadía la madre de Álex.
Las señoras volvieron a meterse en la cabaña.
-Una última tirada, solo una bola, el que pierda prepara el carajillo después de comer.- Le proponía el padre de Álex al de Elvira.
-Me lo propones porque sabes que has perdido.
-¿Pero qué dices? Encima que te doy una oportunidad, porque está muy claro quién es el mejor.
-Vale, acepto, pero los dos tiramos a la vez.
-De acuerdo.
Los dos hombres se pusieron en sus puestos para tirar, los demás los miraban atentos.
-Una, dos, tres…- Dijo el padre de Elvira.
Tiraron las bolas a la vez, se acercó más al boliche claramente la bola que lanzó el padre de Álex.
-Que puta suerte tienes, una piedra te ha desviado la bola y te la ha dejado perfecta.
-¿Suerte? En tu puta vida reconocerás que soy mejor que tú ¿A vosotros que os ha…?
Les iba a preguntar el padre de Álex al grupo, se giraron todos otra vez haciéndose los locos.
-Vamos a buscar la leña, anda, los chicos tienen cosas mejores que hacer.- Le decía uno al otro, colocándole la mano en el hombro.
-Cualquiera opina algo de sus partidas de petanca.- Decía Mónica.
-No, no, que se apañen entre ellos.- Añadía García.
Elvira las escuchaba distraída.
-¿Qué te pasa, Elvira?- Preguntaba Álex.
-Está estresada, no sabe descansar sin pensar en nada.- Respondía Fran.
-¿Estresada?- Preguntaba mirando a los demás García, se le escapaba la risilla.
-A ver, vamos a intentar solucionar eso, venid conmigo.- Les decía Mónica a Fran y a Elvira.
García se metía en su tienda con la familia, Vicente seguía con las clases de los niños, Álex se metió en su tienda sonriendo, Mari se alejó para entrar en la cabaña, pensó que a lo mejor podía ayudar a las señoras, no tenía muy claro que pasaba, pero si todos se iban sería por algo. Mónica entró en la tienda de Elvira y Fran, con ellos detrás.
-Vale, agarrar una manta.- Decía Mónica, Fran y Elvira la miraban raro, no sabían de qué iba aquello.- Una manta ¡Coño! Una manta.- Insistía Mónica.
Fran agarró la manta enseñándosela a Mónica.
-Ahora venir conmigo.
Los llevó hasta la entrada del estrecho camino que llevaba a la cima, recogió del suelo el trozo de tela, hizo un nudo en una rama.
-Ala, ya podéis subir ¿Ya no te acuerdas lo que se hace allí arriba, Elvira?- A Elvira se le escapó una carcajada.
-¡Hostia! No he caído hasta ahora.
-Estar tranquilos, si el trapo está en la rama, nadie os molestará. Cuando bajéis lo quitáis, puede que otra pareja quiera…
-No entiendo nada.- Decía Fran.
-Ven, ven conmigo cariño, yo te lo explicaré.
Le decía Elvira estirando de él para iniciar el camino, las dos chicas reían. Llegaron a la cima, miraron el paisaje.
-Bonitas vistas, parece como si el bosque no se acabara nunca.- Opinaba Fran.
-Por eso es difícil que nos encuentren aquí.
-¿A quién se le ocurrió hacer una cabaña aquí arriba?
-Bueno, mis padres y los de Álex, pensaron hace mucho tiempo por motivos que no vienen a cuento- Elvira no le quería explicar a Fran el tema de la Logia y como los padres pertenecieron a ella.- que estaría bien tener un lugar donde poder estar seguros…
-¿Seguros? ¿Estaban metidos en algo ilegal?
-No, yo creo que les gustaba la idea de poder perderse en el bosque de vez en cuando.
Fran se dio cuenta que Elvira no quería profundizar en el asunto.
-Estuvieron mucho tiempo haciendo excursiones, se acercaban con el coche, se metían en algún camino y lo seguían hasta donde podían, después caminaban, yo era muy pequeña, me explicaron que estuvieron todo un verano buscando el lugar idóneo, no sé, supongo que de alguna manera encontraron este y les gustó. Ellos mismos subieron el material necesario para hacer un pozo, por suerte encontraron agua, después, con sus propias manos, construyeron la cabaña, así está, no es que sea un gran diseño de casa la verdad.
-Está bien, las he visto peores.- Opinaba Fran.- ¿Una cosa? ¿La manta es para sentarnos?
Elvira lo miraba sonriendo.
-Para algo parecido, vamos a estirarla.
Colocaron la manta en el suelo, Elvira se quitó las zapatillas, Fran la miraba, se quitó la camiseta enseñándole las tetas y se quitó el pantalón del chándal y las bragas, quedándose en pelotas delante de él. Fran se desnudó con rapidez, ya se había enterado para qué era la manta. Se estiraron, se metían mano mutuamente, él le acariciaba el chichi con delicadeza y ella le había agarrado la polla haciéndole una paja lenta, se besaban, se entregaban las lenguas, las pajas se aceleraban. Elvira gemía del gustillo, se subió encima de Fran, se apunto la polla y se dejó caer, se penetró cerrando los ojos del placer. Empezó a moverse, a cabalgarlo, primero lentamente, después más rápido… y acabó follándose a Fran casi violentamente, corriéndose gritando de gusto. No se había podido recuperar del orgasmo, cuando Fran la giró, la puso a cuatro y se la metió, la follaba a pollazos, haciendo que Elvira tuviera que taparse la boca para no desgañitarse gritando, Elvira se volvió a correr, Fran gruñó, se agarró con fuerza a las caderas de Elvira y le llenó el coño de leche.
Se estiraron uno al lado del otro, respiraban profundamente, se miraban a los ojos.
-Ya sé cuál será el próximo objetivo.- Decía Elvira.
-¡Joder! Pues sí que te has relajado tú por los cojones.- Se quejaba Fran.
-Que quieres que te diga, no podemos parar ahora…
-Quedamos en parar y ver si se tranquilizaban un poco las cosas, solo hemos estado un día sin hacer nada, ayer, no querrás que hoy mismo…
-Hoy no, mañana sí, dos días son suficientes, no quiero que se piensen que me tienen acojonada o les tengo miedo, quiero que sepan que la guerra sigue y que yo no pararé.
Fran pensaba, sabía que no convencería a Elvira de otra cosa.
-Está bien, pero lo haré yo, no quiero que corras peligro, alguien podría reconocerte.
-Me he cambiado el pelo de color y llevo otro peinado, será difícil…
-No es difícil, el pelo lo puedes cambiar, pero esta carita preciosa que tienes no la puedes esconder, cualquiera te reconocería.
Fran le agarraba la barbilla diciéndoselo, Elvira sonreía, le besaba los labios, le encantaban los piropos de Fran… y mira que antes cuando escuchaba algún piropo le entraban ganas de apretujarle los huevos al tío, no los soportaba. Esta vez también los apretujaba, los de Fran, suavemente, después le volvió a agarrar la polla, pajeándola, sintiendo como crecía y se le ponía dura.
-Voy a intentarlo de nuevo, a ver si ahora consigo relajarme.- Decía Elvira, volviendo a subirse encima de Fran para follárselo.
Cuando bajaron, antes de salir del camino, Elvira retiró el trapo de la rama dejándolo en el suelo. García y su marido jugaban con los niños, Mari los miraba sentada en un peldaño que había antes de entrar en la casa, las señoras no aceptaron su ayuda, ellas eran las amas dentro de la cabaña. Mari pensaba, soñaba con una familia como la de García con Víctor. Álex y Mónica hablaban dentro de su tienda mirando también a la familia García, pasaron Elvira y Fran, Elvira le guiñó un ojo a Mónica antes de meterse en su tienda, a Mónica se le escapó una risa.
-Está bien, tienes que decirme que será el objetivo.- Le pedía Fran a Elvira.
Ella sonreía mientras sacaba las hojas que siempre consultaba, las pasaba buscando algo, escogió una que la separó de las demás, se la enseñó a Fran.
-El objetivo es otro cementerio, este no está abandonado, así que tendrás que hacerlo por la noche, cuando esté cerrado al público. He decidido no atacar una sucursal que esté demasiado cerca, ni tampoco te puedes alejar demasiado, así que esta que está a una hora y media más o menos de distancia estará bien.
-Vale ¿Qué es lo que hay que derribar?
Elvira le enseñaba una foto, una foto que parecía sacada de un satélite.
-Este es el cementerio, mira aquí, este bloque de nichos, el último de esta fila, es falso, aquí no han enterrado a nadie, sé que tienen una puerta secreta, seguramente un par de nichos de abajo se deben de abrir como si fuera una puerta, según mi información, dentro tienen la sala de sacrificios, y debajo las entierran, solo hay que pegarle un buen pepinazo al bloque de nichos y tirarlo al suelo, se descubrirá todo y otra sucursal a tomar por culo.
-Seguramente tendrán vigilancia, después de descubrir tres sucursales, lo normal es que intenten proteger las otras.- Opinaba Fran.
-Seguramente.- Confirmaba Elvira.- Acercarse no será tan fácil.
-¿Esto de aquí es una colina? ¿Es un punto elevado?- Señalaba Fran en la foto lo que parecía un desnivel del terreno cerca del cementerio.
-Sí, así es.
-Además tiene una carretera detrás, desde aquí sería perfecto, se podría llegar sin levantar sospechas y largarse sin problemas.
-Sí Fran, pero… está un poco lejos ¿No?
Fran se levantó, le sonrió, se acercó donde estaban las cajas que habían traído, sacó una y la abrió, Elvira levantó las cejas y abrió los ojos sorprendida.
-¿Un misil stinger? ¿Eso no es para derribar aviones o helicópteros?
-Este está rectificado, trucado, apuntando por el visor fijas un objetivo inmóvil, disparas y blanco, lo puedes hacer desde varios kilómetros de distancia tranquilamente.
-Desde la distancia que debe estar el cerro que hemos visto.
-Y más.
-Genial.
Elvira se ponía contenta, Fran tapaba de nuevo la caja del misil.
-¿Quieres una cerveza? Las voy a buscar a la cabaña.- Preguntaba Elvira cuando ya caminaba sin esperar la respuesta, Fran la miraba, para que responder si va a hacer lo que le dé la gana, pensaba.
-¿Queréis cerveza?- Preguntó a Álex y Mónica cuando pasó por delante de su tienda.
-Sí…- Contestó Mónica, cuando Elvira ya había salido de su campo de visión.
Volvió Elvira con las cuatro cervezas, se juntaron en la tienda de Mónica y Álex, se sentaron, brindaron y le dieron un buen trago a las cervezas.
-Te ha ido bien la subida a la cima, se te nota mejor.- Opinaba Mónica.
-Ha estado bien, pero no creas que ha sido por eso.- Decía Fran.
-¿Entonces?- Preguntaba Álex.
-¿Se lo decimos?- Preguntaba Fran a Elvira.
-Mañana vamos a por otro objetivo, otra sucursal menos.- Explicaba Elvira.
-Vamos no, voy.- Especificaba Fran.
-¿No se suponía que se tenía que esperar a que bajaran un poco la guardia? ¿Que ahora estaban muy alterados?- Preguntaba Álex.
-Fran me ha dicho lo mismo, y os respondo lo mismo, no quiero que se piensen que les tengo miedo, no pueden pensar que nos están acorralando y que por eso paro de atacarlos, tienen que entender que es una guerra, una guerra sin cuartel que van a perder…
-Vale, vale, tranquila mujer.- Decía Mónica tocándole el brazo a Elvira para calmarla.
-No descansaré hasta que se acabe esta mierda.
Les decía Elvira bebiendo de la lata de cerveza, se hacía un silencio.
-Así, que iras tú solo.- Le decía Álex a Fran.
-Sí, así lo hemos decidido, no quiero que la puedan reconocer y tener problemas, a mí no me conoce nadie.
-Ya ¿Y sabrás salir de aquí y volver a llegar?- Preguntaba Fran.
-¡Hostia puta!
Se quejaba y se levantaba Elvira, pegando una patada al aire de rabia.
-Hemos pensado en todo menos en lo más importante, que gilipollas.- Se quejaba Elvira.
-Yo iré con él.- Se ofrecía, confirmaba Álex.
-A ti también te pueden reconocer, también te buscan.- Decía Elvira.
-Si fuera en Ciudadseca puede que sí, pero no es allí ¿No?
-¿Y tú te acordarás de salir y volver a encontrarnos?- Preguntaba Elvira a Álex.
-Claro que sí, estuvimos muchas veces cuando éramos pequeños.- Contestaba Álex.
-Ya veremos si vuelves o te pierdes.- Desconfiaba Elvira.
-Está a una hora y media en coche más o menos.- Añadía Fran.
-Después de salir de aquí, pensar que para llegar a la carretera se necesita tiempo.- Les decía Mónica.
-¡Joder! Es que no se pueden hacer planes así, en eso tampoco había pensado, menos mal que os lo hemos contado.- Se quejaba una vez más Elvira.
-Vale, pues ya lo calcularemos, es una hora y media desde la carretera.- Comentaba Fran.
-Hay que llegar de noche, es un cementerio y se tiene que esperar que esté cerrado al público.- Informaba Elvira.
-¿Ya sabes lo que tienes que hacer?- Preguntaba Mónica a Fran.
-Alguna idea tengo.
-Es mejor que este contigo, por si acaso.- Opinaba Álex.
A Elvira se le escapaba la risilla, ellos no conocían a Fran, pensaban que era un hombre de negocios, un negociador, que fue lo que les explicó Fran cuando lo conocieron.
-Como saldremos por la tarde, por la mañana acabaremos de concretar las horas.- Daba por acabada la conversación sobre el tema Álex.
Se bebieron las cervezas, Fran y Elvira volvieron a su tienda. Mónica agarró una manta y miró a Álex, la entendió a la primera, le sonrió y salieron juntos de la tienda. Mari, que seguía sentada en el mismo sitio, los vio caminando con la manta, cuando se alejaron se levantó, se aseguró que nadie la miraba, dio la vuelta a la casa y los siguió, vio como Mónica colocaba el trapo atado a la rama, ya sabía que iban a hacer. Los fue siguiendo a cierta distancia, no quería ser descubierta, antes de llegar a la cima, se metió por medio del bosque, sutilmente, sin hacer ruido.
Mónica y Álex colocaban la manta en el suelo, se desnudaban y se estiraban a tomar el sol. Mari buscaba en el bosque un buen lugar para verlos, lo encontró, tapada por los arboles y la maleza, los podía ver claramente.
La pareja estuvo tomando el sol un rato.
-Has hecho bien en ofrecerte cariño, es mejor que estés con Fran, no se sabe lo que puede pasar, al menos contigo estará más protegido.
-Eso es lo que he pensado, no sé qué hará, por si acaso es mejor que esté con él.
-Claro que sí, cariño.
Le decía Mónica, girándose dándole un beso en los labios, a la vez le agarraba la polla y los huevos, Álex le devolvía el beso, se colocaba de lado y le metía mano en el coño a su novia. Mari, desde la posición que estaba, podía ver muy bien como la mano de Mónica le meneaba la polla a Álex, como le crecía hasta el máximo. No está mal, pensaba Mari, no es como me la imaginé cuando me hice aquella paja en la cabaña, pero no está mal. Mónica se incorporó y se metió la polla en la boca, Mari no se perdía detalle, que pedazo de mamada le está haciendo, Mónica sabe hacer feliz a su hombre, seguía pensando Mari. Se dieron la vuelta, ahora era Álex quien le comía el coño a su novia, Mónica gemía y se movía de gusto ¡Joder! Pues Álex debe hacerlo muy bien, solo hay que ver a Mónica como se retuerce de gusto, sin darse cuenta, Mari se había metido una mano por dentro del chándal y se estaba acariciando el coño. La pareja fue evolucionando, en aquel momento, Álex estaba encima de Mónica, ella lo recibía con las piernas muy abiertas, él también las abría un poco, de esa manera, Mari que los miraba desde atrás, veía perfectamente como la polla de Álex penetraba en el coño de Mónica, el ritmo que lo hacía, y hasta lo blanco que eran los flujos de Mónica, Álex sacaba la polla manchada cada vez más, se la metía con más ímpetu y Mónica gemía más fuerte, se le notaba que estaba disfrutando, claro que el polvazo que le estaba pegando su novio era para disfrutarlo. Mari se bajó el pantalón y las bragas, hasta los tobillos, se arrodilló separando las rodillas y se metió dos dedos en el chocho, apretaba los labios sin perderse detalle de la pareja. Álex había acelerado el ritmo, Mónica se tapaba la boca para no gritar mientras se corría, había que ver como se movía Álex, que gustazo debe de dar que te follen así, pensaba Mari, que se frotaba con los dedos dentro del coño la parte superior, con rapidez, de un lado para el otro, consiguió correrse tapándose la boca para que no la descubrieran. Cuando pensó que habrían acabado, vio como Álex colocaba a Mónica a cuatro patas encima de la manta, le apuntaba la polla y se la volvía a meter de golpe, Mónica apretaba la boca contra la manta para apagar el grito de gusto.
Ella, Mari, volvía a meterse los dedos, lo que estaba viendo conseguiría que se corriera otra vez, la pareja seguía con sus armoniosos movimientos, era una follada colosal, dándose placer mutuamente, con una sincronización como si fuera una gran orquesta. Mari podía escuchar el sonido de sus dedos resbalando en los flujos vaginales, volvía a sentir algo muy fuerte follándose a ella misma. Sus ojos, clavados en Mónica y sobre todo, Álex, veían como Mónica levantaba el tronco, sin dejar de sacar el culo para que Álex pudiera seguir follándosela por el coño, él la abrazaba por detrás, le acariciaba las tetas y le comía el cuello. Mónica miraba al cielo, abría la boca, se corría cerrando los ojos, Álex, detrás de ella seguía follando a buen ritmo, haciendo que su pareja llegara al borde del desmayo de tanto placer, Mari se volvía a correr, no podía creer lo que estaba viendo. Álex gruñó, apagó un grito de gusto y se corrió también, Mónica se giró, se abrazó a Álex, se besaron y se abrazaron, Mari, los miraba con admiración, en aquel gesto, con aquel abrazo y besos, se notaba un cariño y un amor muy grande.
Mari se subió las bragas y el pantalón, con sigilo volvió al camino y se fue. Al llegar al campamento, para que nadie la viera salir directamente del camino que llegaba a la cima, se desvió por detrás de la cabaña, al salir por el otro lado se encontró de cara con los maridos de las señoras de la cabaña, estaban haciendo el fuego para asar la carne.
-Ya te he dicho que es mejor como las hago yo, no me haces caso nunca.
-¿Cómo va a ser mejor? Así están perfectas.
-No tanto como las mías…
-Las tuyas, las mías, son iguales, hombre, son brasas, o es que las tuyas tienen otro color.
-No, no tienen otro color pero son mejores.
-¡Venga va! Ya me estás tocando los cojones otra vez.
En ese momento vieron a Mari.
-Hola Mari ¿Qué haces por aquí atrás?
-Nada… me aburro y paseo, esto… ¿Quieren unas cervecitas? Voy a buscárselas.
-Estupendo, a ver si este hombre me deja tranquilo con las putas brasas.
-¡Escucha! Yo solo te lo digo para que mejores ¡Eh!
Mari se alejaba y se metía en la cabaña, allí estaban las mujeres de los de la barbacoa, colocando carne en una bandeja.
-Vengo a buscar dos cervezas, para sus maridos, que están discutiendo ahí atrás con el fuego.
-Como siempre, siempre están discutiendo esos dos.
Le decía la madre de Álex mientras abría el mueble que utilizaban de nevera.
-Toma, dos para ellos y una para ti… y estas dos para nosotras.
-Venga.- Confirmaba la madre de Elvira.
Cuando Mari salía con las tres cervezas, las señoras se estaban empinando las latas dándoles un buen trago. Mari llegó donde estaban los hombres y repartió las cervezas.
-¿Cómo estás Mari?
-Aburrida, esperando a Álex, a ver si puedo llamar a mi novio, aunque solo sea un ratito, lo echo de menos.
-Normal, eres la única que no tiene la pareja aquí.
-Bueno chicos, voy a buscar a Álex.
Mari se alejaba triste, los hombres se miraban y hacían una mueca, entendían la situación de Mari.
-¿Están las brasas preparadas o tenemos que esperar a mañana para comer?- Gritaba la madre de Elvira desde la puerta de la cabaña.
-Ya está, ya está- Gritaba su marido.- ¡Coño! Esta mujer siempre con prisas ¡Hostia!- Le susurraba a su compañero.
...