La propuesta

Uffffff.....!!!!! Que pasada.... esto se está descontrolando en dos frentes. Me da que Beatriz cada vez se está enganchando más a Jorge y Hans ya se puede ir considerando un cornudo en toda regla...Quien con fuego juega se termina quemando
Y por otro lado, parece que Marta va a estrenar a su cuñado antes que la mojigata de su hermana...Solo hay un riesgo, que al final Beatriz se decida a subir a ese baño y les pille en plena faena...Eso sería el final para Jorge y seguramente que Hans buscaría otro semental que preñe a su mujer...
Marta está deseando tener sexo con Jorge y Beatriz lo está disfrutando demasiado, por eso reacciona así.
Lástima que esté por en medio el imbécil de Álex, que está claro que está deseando llevarse a la cama a Cayetana.
Sería para que se lo haga mirar que lo que tanto le niega a Jorge, al que tanto dice que le ama, lo haga con ese imbécil.
Por otra parte, a ver cómo sale de esta Jorge, porque Marta lo ha pillado con todo el equipo.
De este relato, el que no me gusta nada es Alex.
Yo no entiendo como Marta, que está claro que no siente gran cosa por el, no lo manda a paseo.
Se ve que Beatriz le toma más gusto cada vez a sus sesiones reproductivas con Jorge, y no me extrañaría que Hans también termine disfrutando en el proceso, ya que al espiarlos muestra todas las pintas de ser un voyerista consentidor.
Marta estrenarlo no creo ya, como Beatriz debe haber otras folladas anteriores, pero una buena repasada de su cuñada es muy posible.
Le agregaría un tercer frente a Jorge, el de su novia Cayetana, que especialmente esta noche se le ha visto demasiado cómoda junto a Álex, ni un minuto se han despegado, sobre todo al ver lo distraído que lo tienen Beatriz y Marta, como para llegar a decir sin inmutarse, "...me preguntaba dónde estaría Cayetana, a la que había perdido de vista...":eek::oops::rolleyes:
 
Mi opinión personal, aunque no va a pasar, a mí me gusta más Beatriz o Marta para Jorge.
Beatriz está cantado que cada vez disfruta más y creo que va a desarrollar sentimientos por Jorge que va a ir más allá de las sesiones para quedar embarazada y al final se va a volver adicta a el
Y Marta se ve de lejos que está deseando tener sexo con el y quien sabe si algo más.
Aquí la que se va a quedar atrás como siga así es Cayetana.
 
No me ha gustado nada la actitud de Jorge en estos últimos dos capítulos, por una parte, no sé si es buena idea humillar a Hans sin que previamente haya habido algún indicio de que esto le guste… a mi no me gustaría que encima que te folles a mi mujer, me vaciles…
Y por otro haber caído en la trampa de Marta y permitir que el tipejo de Alex ni siquiera huela a Cayetana.

Me llevaría una decepción enorme si cayera en las manos del niñato.
 
No me ha gustado nada la actitud de Jorge en estos últimos dos capítulos, por una parte, no sé si es buena idea humillar a Hans sin que previamente haya habido algún indicio de que esto le guste… a mi no me gustaría que encima que te folles a mi mujer, me vaciles…
Y por otro haber caído en la trampa de Marta y permitir que el tipejo de Alex ni siquiera huela a Cayetana.

Me llevaría una decepción enorme si cayera en las manos del niñato.
Bueno, tiene matices.
Tampoco es que Hans haya estado muy acertado diciendo lo que le dijo y se ha cabreado.
Aquí el que tiene las de perder es Hans, porque a Beatriz le está gustando ya demasiado y esto creo que va a ir a más.
Por otra parte, como he dicho antes, Marta parece cantado que lo de Alex no tiene mucho recorrido y a ella Jorge le encanta.
Es más bien Cayetana la que tiene que espabilar y no precisamente con el niñato ese.
 
Para ser sincero, de los peores libros tuyos ...
El primer libro, bien ... Pero el segundo el protagonista involucionó
Absolutamente de acuerdo,
es otro Jorge, muy al estilo Lanfasoniano. el autor no pudo resistirse a su ADN primario, despojando al protagonista de toda iniciativa o reacción en su forma de ser, anulando cualquier intento de resistencia, una lástima.:(:cool:
 
Me estáis dando un mal rollo espectacular.
No quiero ni pensar que el pedazo de mierda de Alex sea el triunfador porque sería absolutamente injusto además que no habría por donde cogerlo.
Un pringado y subnormal como Alex no puede ser el que salga como el ganador. Sería lamentable
 
Última edición:
Pues a mí me encantaría que Alex estrenara a Cayetana y le abriera hasta el ojete. Jorge cobraría con su propia moneda y además me parece que acabará sin ninguna de las tres hermanas después de haber catado a dos.
Odio a los triunfadores engreídos
 
Pues a mí me encantaría que Alex estrenara a Cayetana y le abriera hasta el ojete. Jorge cobraría con su propia moneda y además me parece que acabará sin ninguna de las tres hermanas después de haber catado a dos.
Odio a los triunfadores engreídos
Porque dices que es un engreído?.En este relato el que es un imbécil y un niñato es Alex, y si como dicen va a ser el ganador, me voy a plantear si leerlo o no.
 
Capítulo 25



Del susto se me cayó el tanga al suelo y me volví, tratando de subirme los pantalones, aunque ya era tarde. Marta me estaba viendo cómo me sujetaba la polla con la mano. Ella se remangó la minifalda, tampoco es que tuviera que hacer mucho esfuerzo, porque era tan corta que parecía un cinturón y me quedé con la boca abierta al ver cómo me mostraba, sin ningún tipo de pudor, su coño desnudo y depilado.

―¡Marta!, pero ¿qué… qué haces aquí?, ¿por qué te subes la…?, yo había cerrado la… ―hablé de manera atropellada sin terminar ninguna de las frases.
―¿Ah, sí?, ¿habías cerrado? ―preguntó Marta echando el cerrojo de la puerta y luego bajando el pomo, para hacerlo saltar sin problemas―. Está estropeado desde hace bastante tiempo, ja, ja, ja, ¿es que no lo sabías?, joder, Jorge, es de primero de pajeros comprobar que has cerrado bien…
―Para, para, ¿qué haces aquí? ―me asusté al ver que se acercaba a mí.

No podía pensar con claridad, era una posibilidad nada descabellada que Beatriz subiera y nos pillara allí. Marta no sabía que yo le había propuesto a su prima mayor follar en la habitación y siguió aproximándose a mí, hasta que se quedó a menos de un metro de distancia.

―¡Marta!, ¡para!, ¿qué estás haciendo? ―pregunté estirando el brazo para apartarla, todavía con la polla fuera.

Debía parecer un completo idiota, pidiéndole que se detuviera y mostrando mi erección después de que me acabara de pillar infraganti con su prenda más íntima en la mano.

―Pues nada, ¿qué voy a hacer?, coger lo que es mío, ¿o te lo quieres quedar? ―dijo agachándose y recogiendo el tanguita que estaba en el suelo, para a continuación comenzar a ponérselo delante de mí―. Si lo quieres, te lo regalo, eh, ya sé que mi hermana no usa estas cosas…
―Me voy, si alguien nos viera aquí, podría pensar que… ―Y traté de subirme el pantalón y cubrirme la polla, pero Marta me lo impidió, poniendo un dedo en mi boca para que me callara; después bajó la mano y me la agarró directamente.

Un espasmo atravesó mi cuerpo al sentir la caliente mano de Marta sujetando mi verga. Se mordió los labios, emitiendo un gemidito delante de mi cara y, sin mover el brazo, se puso en cuclillas y me soltó un lametazo en todo el capullo.

―¡¡Aaaah, joder, Marta, para, para, aaaaah!!
―¿Estás seguro? ―me preguntó mirándome con cara de viciosa.
―Sí, por favor, para…

Y sin que me lo esperara, se puso de pie y se quedó sujetándomela con la palma de la mano.

―Te voy a hacer caso, aunque creo que esta no piensa lo mismo que tú, ja, ja, ja ―dijo haciendo bambolear mi polla con un suave azote―. Si cambias de opinión, ya sabes dónde encontrarme. ―Se dio media vuelta y me dejó de pie, temblando de espaldas a la taza del baño y empalmado como un perdedor.

Lo que más me fastidió fue escuchar su sonrisita perversa al salir del baño. Estaba orgullosa por haber vuelto a jugar conmigo y me dio el tiempo justo a subirme el bóxer y cubrirme la polla cuando apareció Beatriz. Ni tan siquiera me había abrochado los pantalones.

―Jorge, ¿qué pasa aquí?, acabo de ver a Marta salir, ¡¡Diosss mío!! ―exclamó echándose las manos a la cara―. ¡¡No me digas que tú y ella…!!
―¡No, no, no!, de verdad que no es lo que te piensas…
―¿Y entonces?
―Sé que puede parecer lo que no es…

Beatriz se quedó callada con los brazos cruzados, escrutándome con la mirada y esperando una explicación por mi parte.

―Yo he subido para quedar contigo, estaba meando y de repente ha entrado Marta al baño, no sé si me ha seguido o que…
―¿Y qué quería?

Me quedé en blanco, tenía que decir algo rápido y que sonara convincente, pero no me salían las palabras, así que me encogí de hombros.

―Pues no lo sé, me dijo que los baños de abajo estaban ocupados…, no sé, eeeeh… ―titubeé―, y, por cierto, ¿tú por qué sabías que estaba aquí?
―He visto que venía detrás de ti y me pareció extraño. He esperado un par de minutos y al subir la he pillado saliendo de este baño y después he entrado y te he visto con los pantalones…
―¡Ha sido una casualidad!, no ha estado nada de tiempo, es imposible que hubiéramos hecho algo, porque es que, además, entre Marta y yo no hay nada de nada, ¡¡jamás!!, ¡es la hermana de Cayetana, por favor! ―intenté convencerla, aunque no debió de sonar muy creíble esa última frase, ya que me estaba acostando con ella, que era su prima.
―¿Y qué quieres que piense?, tenías los pantalones abiertos…
―Ya te he dicho que estaba meando cuando ha entrado Marta…

Negó con la cabeza y después se giró, abrió la puerta para salir del baño y me dejó allí solo.

―Espera, Beatriz, ¡no te vayas así, por favor! ―le pedí empujando la puerta y estirando los brazos, haciendo que ella se quedara prisionera.
―¡Jorge, ¿qué haces?!
―Ya que estás aquí…, por favor, luego no voy a poder venir ―dije poniendo las manos en su cintura, rozando la parte alta de sus glúteos.
―¡Estate quieto!, ¡no podemos, están todos abajo!, ¡¡Cayetana, mis tíos…!!, ¡¡estás loco!!
―Sí, loco por ti, joder, mira cómo me tienes, ufff… ―afirmé acercándome a ella y pegando mi paquete a su culo para que notara mi erección.
―¡Jorge!, ¡no! ―suspiró.
―Va a ser muy rápido, nadie se va a dar cuenta de que faltamos a la fiesta… y es una pena desaprovechar este día, hoy posiblemente sea el de mayor fertilidad…
―¡No, no!
―Si me acuesto con Cayetana al irnos de la fiesta, ya no tendría sentido que viniera después, ¡y ahora sí podría hacerlo! ―jadeé en su oído, dejando mis labios posados en su cuello.

Tiré del pantalón, lo que hizo que los botones saltaran, y, al escuchar el ruido, Beatriz se giró a toda velocidad.

―¡No!, ¿pero qué haces?, podría entrar cualquiera…
―Está bien, pues llévame a otro sitio, no puedo esperar más ―aseguré mordiéndome los labios.

Al bajar la vista se encontró con la punta de mi polla asomando por encima del calzón, en una imagen que debió impactarla, pero ella se siguió negando.

―¡¡No, no, no!!
―Vamos, seguro que podemos ir a otro lado, hay mil habitaciones, pero tiene que ser ya, no podemos perder más tiempo… ―intenté apremiarla para hacerla cambiar de opinión y que no pensara con claridad.

Me abroché el pantalón, aparté a Beatriz y asomé la cabeza por el pasillo. No había nadie.

―¡Ven aquí, sal!, ¡ahora es buen momento! ―le pedí a la prima de mi novia, ofreciéndole la mano.
―¡Que no, Jorge, no, no!, ¡para, por Dios!

Comencé a andar hasta las habitaciones del fondo y Beatriz me siguió los pasos, sin dejar de mirar hacia atrás por si nos veía alguien.

―¡No, Jorge, por favor!
―Dime una habitación en la que podamos entrar…
―Ven aquí, ¡deprisa! ―Me adelantó agigantando sus pasos y se metió en uno de los últimos cuartos.

En cuanto pasé, ella echó el cerrojo; después se giró y apoyó la espalda en la puerta. Beatriz tenía la respiración acelerada y el corazón parecía que se le iba a salir del pecho. Lo mismo que a mí. Nos miramos frente a frente, acerqué mi cuerpo al suyo, y nuestros labios quedaron a escasos centímetros.

Sentía los latidos de Beatriz y el calor de su aliento me golpeó en el rostro. Apoyé las dos manos en su cintura y cuando intenté besarla ella me retiró la cara.

―¡No, por favor, eso no! ―me pidió agachando la mirada―. Si quieres, me tumbo en la cama, pero tiene que ser rápido…
―No va a hacer falta… ―Giré con brusquedad su cuerpo y la puse de espaldas a mí.

Busqué la abertura de su vestido y tiré de la tela hacia arriba hasta que descubrí sus preciosas braguitas negras de encaje, que bajé con un golpe seco y se las dejé por la mitad de sus muslos, justo por encima de las rodillas. Era acojonante.

¡Tenía el culo desnudo de Beatriz Beguer delante de mis narices!

―¡Sujétate el vestido tal y como está ahora, voy a follarte! ―le anuncié comenzando a sacarme la polla mientras Beatriz sostenía la tela de su vestido negro hacia un lado.

Busqué su coñito con las yemas antes de penetrarla para comprobar que ya estaba húmeda. Me encantó acariciarla y me recreé unos segundos haciéndola disfrutar, pasando mis dedos arriba y abajo por sus labios vaginales, pero sin llegar a metérselos. Y no me pude resistir, me agaché detrás de ella y besé uno de sus glúteos.

―¿Pero qué haces? ―protestó Beatriz, que acto seguido sintió mi lengua estimulando su ano en el descenso hasta su empapado coño―. ¡Aaaaaah, aaaaaah, Jorge, noooo, aaaaaah, aaaaaah!

Estaba cachondísimo y me costaba pensar con claridad. Aquello era una puta locura y había perdido toda capacidad de raciocinio: en el día del cumpleaños de mi novia le estaba comiendo el ojete a su prima y también había dejado que su hermana pequeña me pegara un lametazo en toda la polla.

Le abrí los glúteos con la mano y antes de incorporarme no lo pude resistir y le pegué otra pasada con la lengua por toda la raja del culo. Noté cómo se tensionaban sus glúteos y unos segundos después se le aflojaban. Jadeaba con las manos apoyadas en la puerta y sacó las caderas hacia atrás, buscando que la penetrara.

―¡Hazlo ya! ―me apremió.

Y yo, que estaba fuera de mí, no tardé ni cinco segundos en satisfacer su petición. Mi polla entró desde atrás con toda la suavidad del mundo hasta que nuestros cuerpos chocaron. Beatriz soltó un gemido y agachó la cabeza, dejando que pusiera las manos en su cintura para comenzar a follármela.

Lo hice lento. Lentísimo. Penetrándola milímetro a milímetro y disfrutando de esa sensación tan placentera de ver cómo mi polla desaparecía en su coño. Podría haber estado así durante horas, aquella visión de sus labios vaginales absorbiendo mi verga era hipnótica. Ella cerró los ojos, apoyó la cara en la puerta y trató de abrir las piernas, pero la presión de sus braguitas en los muslos le impedía hacerlo del todo.

A esa velocidad podía estar un buen rato follándomela, pero Beatriz quería que terminara deprisa y además necesitaba un poco más de potencia para correrse ella también. Echó un brazo hacia atrás, rodeó mi espalda y tiró de mí hacia su cuerpo para tratar de acompasar mis acometidas con el movimiento de su cadera.

―¡Venga, más, más, muévete más, dame más fuerte, Jorge, hazlo más deprisa!

Incrementé la frecuencia de mi vaivén, tampoco mucho, y meneé mi trasero haciendo círculos para que mi polla alcanzara todos los ángulos del interior de Beatriz y ella lanzó su culo hacia mí con fuerza, buscando impactar contra mi cuerpo. Sus gemidos subieron de nivel. Me aferré a su cinturita y me incliné sobre su espalda; y, cuando ella giró su cuello y pude ver su cara de pija, fue el detonante de mi orgasmo.

Tenía las mejillas encendidas y sus labios entreabiertos gimoteaban pidiéndome más y más. Ni tan siquiera se lo anuncié, le solté cuatro o cinco embestidas con ese ritmo pausado y circular y clavé mis dedos en su cintura justo cuando mi polla comenzaba a descargar en su interior.

―¡¡¡Oooooh, oooooh, joderrrrr, me corro, Beatriz, aaaaah, aaaaah, mierda, joder, qué rico, aaaah, me corro, aaaaah, aaaah, aaaaah, joderrrrr, joderrrr, joderrrr!!!

Me tuve que poner de puntillas detrás de ella, tratando de que mi polla llegara lo más profundo y mordí su hombro, soltando un bufido, mientras Beatriz seguía lanzando sus caderas hacia atrás, en busca de su propio orgasmo, que no llegaba.

Y cuando me detuve se la saqué casi de inmediato, para que ella no pudiera disfrutar de esa sensación tan rica de tener mi verga llenando sus entrañas. Mi polla seguía dura y la dejé allí, rozando su coño. Entonces sentí los dedos de Beatriz agarrándomela entre sus piernas y se le escapó un gemido al comprobar cómo escurrían gotas espesas de semen por mi glande.

Miré hacia abajo y de su coño manaba una abundante corrida que caía inevitablemente sobre el suelo y sus braguitas. A ella parecía que le daba igual que se le saliera, pues solo estaba pendiente de mi polla y me la acariciaba suavemente con tres dedos.

―Siento haber terminado tan rápido, mañana pienso recompensarte por esto, te lo prometo ―le dije subiendo sus braguitas y colocándoselas yo mismo, pues ella seguía en un estado hipnótico, sin dejar de acariciármela―. Te follaría ahora otra vez, no lo dudes. Acabo de correrme y todavía estoy más cachondo que antes…, pero ya no nos podemos demorar más…

De repente sus dedos soltaron mi polla y ella recobró la cordura. Ajustó bien las bragas en su cintura y cerró las piernas, quedándose de pie, pero de espaldas a mí, con la cabeza agachada.

―¡Sal de aquí, Jorge, por favor!
―Claro, lo que tú quieras ―dije guardándomela en los pantalones―. Y, por favor, no le digas nada de esto a Hans…

Salí de la habitación y dejé a Cayetana confundida, nerviosa, arrepentida y sobre todo cachonda. Con una sonrisa de oreja a oreja bajé las escaleras con el pecho hinchado. Después de la humillación de Martita, había pasado a ser un triunfador en cuestión de minutos.

La fiesta seguía y nadie nos había echado de menos. Entonces me sorprendí al no ver a Cayetana en el jardín. Ni a Álex. Marta estaba hablando con Hans y, un par de minutos más tarde, apareció mi novia con su imponente vestido rojo y a unos veinte metros de distancia, en paralelo a ella, comprobé que el niñato también se acercaba; al parecer venían de la misma dirección.

¡¡¿Qué estaba sucediendo aquí?!!

Cayetana llegó hasta mi altura y me dio un beso, abrazándose a mí.

―¡Ey!, ¿dónde te has metido antes?, te he estado buscando… ―me preguntó.
―Lo mismo podría decir, he visto que venías de la entrada con… ¿Álex?
―Ah, eso, eeeeh ―tartamudeó.
―Sí, y antes te fuiste con él a tomar una cerveza…
―Sí, se ha puesto muy pesadito, decía que fuera con él para invitarme, ja, ja, ja, ni que lo pagara él… Y luego también me quería enseñar su coche nuevo…
―¿Y has ido?
―Ya te he dicho que se ha puesto muy cargante, y, como lo tiene aparcado fuera, al final me ha tocado salir a verlo. No me apetecía mucho, pero…
―¿Que has ido a ver su coche fuera de la casa? ―pregunté sin acabar de creerme lo que me estaba contando. ¿Y desde cuándo cojones le interesaba a Cayetana el coche del novio de su hermana?―. ¿Y por qué no ha salido Marta con vosotros?
―Y yo qué sé dónde estaba. Digo, mira, salgo, lo veo y ya me lo quito de encima, porque ya te digo que no dejaba de insistir. ¡Se ha puesto bastante pesado!
―O sea, que ahora te llevas bien con Álex…
―Ni bien ni mal, normal, es el novio de mi hermana. Se ha comprado un Golf blanco de segunda mano. Se lo ha vendido un colega, según me ha dicho. Está tuneado y tal, pero es bonito ―me comentó Cayetana sin que yo le pidiera ninguna explicación.
―Pues muy bien…
―¿Qué te pasa?
―Nada, nada, que estoy alucinando…
―¿Por?
―No sé, te caía fatal, pero te vas a tomar una cerveza con él, luego vas a ver su coche y desapareces un buen rato…
―¿Ahora te vas a poner celoso de Álex? ―preguntó Cayetana echándose la mano a la boca y aguantándose la risa.
―Sí, sí, muy celoso…, buenooo…
―No seas tonto, no quiero que estés enfadado por esa bobada…; además, hoy me apetece mucho estar contigo, ¡me ha encantado el regalo!, y tenemos que celebrar el cumpleaños…
―Sí, pues no sé dónde ―dije enfadado―, porque en casa de tus padres no va a poder ser, en la mía tampoco, y no te gusta hacerlo en el coche…
―Seguro que algo se nos ocurre ―me murmuró Cayetana en el oído antes de comenzar a bailar al ritmo del DJ.

Unos minutos más tarde apareció Beatriz por el jardín con su vestido negro y ese porte tan fino y elegante. Caminaba intentando pasar desapercibida entre la gente. Ella normalmente solía ser superextrovertida y se paraba a hablar con todos, pero esta vez se fue con su marido, se agarró a su brazo y apoyó la cabeza en su hombro sin decir nada, observando cómo bailaban sus familiares y amigos.

Me dio un morbazo indescriptible pensar que llevaba mi corrida entre las piernas y sus braguitas empapadas mientras Hans estaba a su lado sin imaginarse lo más mínimo que me había follado a su mujercita.

Y es que, a pesar de que me acababa de correr, seguía teniendo un calentón importante. Con Beatriz no se me pasaba la excitación, más bien al contrario, todavía tenía más ganas de volverlo a hacer, y aquella noche se unía a mi excitación una especie de rabia contenida por haber permitido que Marta jugara conmigo más unos celos ridículos y sin sentido hacia Álex.

No me consideraba una persona celosa, y no entendía por qué me molestaba que Cayetana se hubiera perdido con él, pues estaba seguro de que mi novia no iba a hacer nada con ese imberbe descerebrado; y, sin embargo, las palabras de Martita retumbaban en mi cabeza: «Ten cuidado con Álex, que lo mismo te llevas una sorpresa con él».

Era evidente que el novio de Marta estaba poniendo todo su empeño en intentar ligarse a Cayetana, aunque, conociendo a mi chica, el pobre niñato tenía cero posibilidades, por eso me irritaba tener esa molesta sensación de celos por ese crío; así que, ahora que había cumplido mi misión con Beatriz, estaba deseando que terminara la fiesta y salir de allí para quedarme a solas con Caye.

La fiesta terminó tarde, casi a las dos de la mañana, y me despedí de los anfitriones con un saludo de manos a Hans y dos besos a Beatriz, susurrando en su oído un «hasta mañana», que nadie más pudo escuchar. Acompañamos al parking a los padres de Caye y nos dirigimos hacia el coche de Álex, pues se lo quería enseñar también a mis suegros.

―¿Es bonito, eh, Caye? ―le preguntó Marta a su hermana, sentándose en el asiento del copiloto.

Era un tres puertas tuneado, con alerón y los cristales de atrás tintados. Un coche perfecto para el estilo de Álex.

―¿No te trae buenos recuerdos? ―le insistió Marta a mi chica y en ese momento no entendí a qué se refería con la pregunta.
―Sí, le ha gustado mucho ―comentó Álex―. Hasta ha probado los asientos de atrás…
―Eh, sí, sí ―titubeó Cayetana pasándose el pelo por detrás de la oreja―, es que a mí ya me lo había enseñado antes ―nos aclaró al ver que todos la mirábamos sorprendidos.
―Pues es muy bonito ―afirmó mi suegra―. Prefiero que vayáis aquí antes que en la moto, que no me gusta nada―. Caye, ¿te llevamos a casa?
―No, mamá, vuelvo con Jorge…
―No nos importa, es tontería que te lleve él si vamos a ir nosotros al mismo sitio.
―¡Que no, mamá!, no insistas, díselo a Marta, que también vuelve a casa, ¿no?
―Vamos a ir a tomar algo ―dijo mi cuñada.
―Pues nosotros también…

Nos despedimos de la parejita y de mis suegros y nos subimos en mi coche. Yo iba callado y bastante enfadado por otro repentino ataque de celos y Cayetana se dio cuenta enseguida de lo que me pasaba.

―Mi ex tenía un Golf blanco también, por eso me ha dicho Marta lo de los recuerdos, ¿vale?, solo es eso ―me explicó Cayetana sin que se lo pidiera.
―¡Qué imbécil!, ¿y por qué tiene que decirte eso?
―Ya sabes que es una picona…
―¿Y lo que soltó el otro de que habías probado los asientos de atrás?
―Una bobada, ¡va de graciosito y no tiene ni p… gracia! Es que, cuando salimos a que me enseñara el coche, inclinó el asiento del conductor y me pidió que me subiera atrás para que los probara, ya ves, qué tontería…

Atendí sus explicaciones sin quitar ojo de la carretera y sin comentar nada de lo que me decía. Una vez que terminó, me quedé en silencio y me dirigí hasta el chalet de sus padres.

―¿Otra vez te has enfadado?, ¡no me lo puedo creer!
―No estoy enfadado…
―Sí, ya, pues no lo parece… ¿En serio vamos a terminar así el día de mi cumpleaños? ―me preguntó Caye poniendo una mano en mi muslo.
―¿Y qué quieres hacer? ―comenté justo cuando enfilaba la calle en la que tenía que dejarla.
―Sabes que no me gusta lo del coche y tal, pero bueno…, hoy es un día especial ―susurró Cayetana inclinándose hacia mí y soltándome un beso en el cuello―. ¿Te apetece ir a las pistas?
 
Pues a mí me encantaría que Alex estrenara a Cayetana y le abriera hasta el ojete. Jorge cobraría con su propia moneda y además me parece que acabará sin ninguna de las tres hermanas después de haber catado a dos.
Odio a los triunfadores engreídos
Creo que no se merece tanto odio Jorge, si bien ha sido muy infiel follándose a Beatriz, y ninguna infidelidad se justifica, Cayetana lo ha tenido a pan y agua los dos años que llevaban al empezar "La propuesta 1", y teniendo una novia tan buena debe ser una tortura. :cool:
 

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