La propuesta

El final de la segunda, me hace pensar que ....

Estaba sin salida, no sabía que escribir y al final acelera ese final ....

Dañando los personajes
Hay libros que improviso bastante, pero concretamente en este tenía muy claro el final.

Por cierto, todos los lectores que me han escrito en privado, les ha gustado bastante esta segunda parte, incluso muchos lo han leído de una sola sentada porque no podían parar, pero bueno, tb soy consciente de que no puede gustar a todo el mundo.

Un saludo y gracias por leerme!
 
Hay libros que improviso bastante, pero concretamente en este tenía muy claro el final.

Por cierto, todos los lectores que me han escrito en privado, les ha gustado bastante esta segunda parte, incluso muchos lo han leído de una sola sentada porque no podían parar, pero bueno, tb soy consciente de que no puede gustar a todo el mundo.

Un saludo y gracias por leerme!
Hola, no es un hate total ... El primero lo leí y me gustó...

He leído historias tuyas que me han gustado (algunas cosas no las puedo decir por no dar spoilers).

Pero como hombre que soy, no me entra en la cabeza ciertas cosas que normalizaste.

OJO Spoiler

Spoiler spoiler


No puedo creer que un tipo que me dé asco, se acerque a mi novia y la toquetee delante mío ... Vámonos a las fantasías de un swinger....

Creo que si me vuelvo así con mi pareja, debe de gustarnos a los dos con las personas que interactuamos ... Y debe ser consentido por los dos ....

David quiero que quede claro, que la narrativa tuya, no es lo que me incomodó, es que siento que la escalapela del personaje principal, involucionó.... Paso de ser un alfa con la prima a ser un cornudo cobarde con la novia ....

Y el final de ... Y no la vi más ..... Siento que hizo falta una venganza y un posible futuro para el prota, que termina siendo el propio perdedor
 
Hay libros que improviso bastante, pero concretamente en este tenía muy claro el final.

Por cierto, todos los lectores que me han escrito en privado, les ha gustado bastante esta segunda parte, incluso muchos lo han leído de una sola sentada porque no podían parar, pero bueno, tb soy consciente de que no puede gustar a todo el mundo.

Un saludo y gracias por leerme!
¿La segunda parte del relato de este hilo o La Propuesta 2? Por curiosidad.
Para mi La Propuesta esta muy bien y es bastante original en su argumento. Ciertos giros no me gustan pero el libro está muy bien y muy bien escrito.
Del segundo libro no opino para no hacer spoiler.
Un saludo y gracias por compartir tu libro por aquí.
 
¿La segunda parte del relato de este hilo o La Propuesta 2? Por curiosidad.
Para mi La Propuesta esta muy bien y es bastante original en su argumento. Ciertos giros no me gustan pero el libro está muy bien y muy bien escrito.
Del segundo libro no opino para no hacer spoiler.
Un saludo y gracias por compartir tu libro por aquí.
La propuesta 2. Por lo general está gustando mucho. Un saludo.
 
Hola, no es un hate total ... El primero lo leí y me gustó...

He leído historias tuyas que me han gustado (algunas cosas no las puedo decir por no dar spoilers).

Pero como hombre que soy, no me entra en la cabeza ciertas cosas que normalizaste.

OJO Spoiler

Spoiler spoiler


No puedo creer que un tipo que me dé asco, se acerque a mi novia y la toquetee delante mío ... Vámonos a las fantasías de un swinger....

Creo que si me vuelvo así con mi pareja, debe de gustarnos a los dos con las personas que interactuamos ... Y debe ser consentido por los dos ....

David quiero que quede claro, que la narrativa tuya, no es lo que me incomodó, es que siento que la escalapela del personaje principal, involucionó.... Paso de ser un alfa con la prima a ser un cornudo cobarde con la novia ....

Y el final de ... Y no la vi más ..... Siento que hizo falta una venganza y un posible futuro para el prota, que termina siendo el propio perdedor
Me imaginé que eras tú👍
 
Capítulo 27



Como se suele decir, esa noche dormí como un bebé. Llegué a casa cansado, exhausto y completamente relajado. Con la paja de Cayetana en el coche era el tercer orgasmo que tenía en unas horas, así que me levanté con muy poquitas ganas de sexo.

Pero por la noche tenía que ir a casa de Beatriz. Era el tercer y último encuentro del mes, y nada más encender el móvil comprobé que me había llegado un mensaje de Hans bien temprano.

Hans 8:23
¿Sobre qué hora vas a venir?

Eran las diez de la mañana y le quise hacer esperar un ratito mi respuesta. Me levanté con calma, desayuné y después salí a andar unos kilómetros. A media mañana me escribió Cayetana para ir a misa con sus padres y después tomar el vermut, lo que era una tradición familiar todos los domingos.

Tengo que reconocer que durante la ceremonia estuve pensando en lo que había pasado la noche anterior y más cuando mi novia se ausentó unos minutos y fue a confesar sus pecados para quedar en gracia y poder comulgar.

Me pregunté cómo le contaría a su párroco lo que habíamos hecho la noche anterior, ¿entraría en detalles con él? Sinceramente, no lo creía, pues sería demasiado embarazoso para Cayetana detallarle cómo se había dejado encular en la parte trasera de mi coche. Y allí me quedé con sus padres, que ni se imaginarían por lo más remoto el comportamiento de su hijita perfecta.

Volvió unos minutos más tarde, con su vestido de marca y una sonrisa calmada en el rostro una vez que se había despojado de todos sus pecados, y buscó mi mano, para cruzar los dedos conmigo mientras escuchábamos la misa.

Nos despedimos antes de comer, Cayetana estaba agotada después de su fiesta de cumpleaños y me dijo que prefería descansar por la tarde en su casa para afrontar la semana que entraba al día siguiente, así que tenía vía libre para quedar con su prima mayor a la hora que me diera la gana.

Y de regreso le mandé un whatsapp a Hans.

Jorge 14:10
Hola!
No tengo nada pendiente por la tarde. Decidme cuando os viene bien
Hans 14:15
A las siete
Jorge 14:16
De acuerdo, allí estaré
Un saludo

Su mensaje había sido muy seco, pero ya estaba acostumbrado a que el alemán fuera parco en palabras, aunque no pude evitar preocuparme por si Beatriz le había contado lo que sucedió entre nosotros.

Nuestro último encuentro se había alejado, y mucho, de lo acordado entre el empresario y yo. Se la había metido a Beatriz desde atrás. Me la había follado de pie en medio de la fiesta y terminé corriéndome en su interior, en un polvo morboso y rápido.

Me pregunté cómo me recibiría Beatriz después de ese encuentro. No quedaban muchas horas para averiguarlo. En cuanto comí, me eché una siesta muy larga y desperté dos horas antes, pues no quería ir adormilado; y para hacer tiempo, estuve estimulándome un poco en la habitación, viendo algún video porno y las últimas fotos de ********* de mi cuñadita.

Todavía tenía en la cabeza esa imagen de su coño desnudo con la falda arremangada. Cómo se puso de cuclillas delante de mí y me soltó un lametazo en toda la polla que me dejó temblando. Cuanto más lo pensaba, más irreal me parecía lo que había sucedido la noche anterior. El jueguecito de Marta, el polvo con Beatriz y por último penetrar el virginal culo de Cayetana.

¡Todo con unas pocas horas de diferencia!

Me costaba asimilar toda esa información y pasadas unas horas todavía me encontraba en una nube. Tan pendiente estaba de esas cosas que no le había prestado la atención adecuada al extraño comportamiento de Cayetana con Álex, aunque, pensándolo bien, era absurdo que tuviera celos de ese niñato, por lo que no le di importancia.

Ahora tenía que concentrarme en Beatriz.

Una hora pajeándome bajo las sábanas consiguió calentarme de nuevo y salté de la cama sobre las seis para pegarme una ducha y arreglarme. Estuve hablando con Cayetana por teléfono, y media hora antes de las siete cogí el coche y me dirigí a la mansión de Hans y Beatriz.

¿Tendría algún recibimiento especial?, ¿le habría contado a su marido lo que pasó entre nosotros?

Con esa duda llamé a la puerta. El alemán salió a abrirme y me estrechó la mano. Estuvimos comentando algo de la fiesta, me acompañó hasta la escalera y después me indicó el camino con el brazo.

―Te está esperando arriba…

Todo muy frío y rápido. Mejor. No me apetecía nada hablar con Hans y enfilé el pasillo que daba hasta la habitación. Al entrar me encontré a Beatriz hablando por teléfono. Estaba de pie, moviéndose de lado a lado, y al verme me hizo una seña con el dedo para que aguardara un minuto.

Cerré la puerta y me senté en la cama, observando a Beatriz. En nada tenía que ver con la mujer que lucía espectacular con sus vestuarios impecables, su maquillaje siempre justo y el pelo recién peinado. Allí la tenía delante, al natural, con su preciosa melena recogida en una coleta, y en ropa interior, con un fino conjuntito de color blanco, caminando de una punta a otra de la habitación.

Al parecer hablaba con su representante, la que le llevaba el tema de los contratos, el marketing y la publicidad, y le estaba ofreciendo una nueva marca de ropa para que Beatriz fuera la embajadora de la firma.

Me hizo un gesto como que su representante se estaba enrollando más de la cuenta y yo comencé a desvestirme con tranquilidad. Beatriz se sorprendió al verme y yo dejé la ropa doblada sobre la cómoda y me quedé completamente desnudo delante de ella.

Sin que se lo esperara me acerqué por detrás y besé su hombro. Beatriz tapó el micrófono del teléfono y me pidió que esperara, pero yo ya no me podía detener y continué besuqueándola hasta que llegué a su cuello. Nos situamos frente al espejo y nos miramos a través del cristal. Ella negó con la cabeza, intentando terminar la llamada. Yo pasé las manos hacia delante y acaricié sus pechos embutidos en el sujetador, cuyo broche solté a continuación para sacárselo por los brazos y desnudarla de cintura para arriba.

―¿Qué estás haciendo, Jorge? ―suspiró en bajito, volviendo a tapar el micrófono de su móvil.

Pero yo me agaché y tiré de sus braguitas, que se deslizaron por sus largas piernas hasta que tocaron el suelo. Me quedé de rodillas, frente a su culo, y le solté un sonoro beso justo cuando escuché que decía con la voz entrecortada.

―Tengo que dejarte, vale…, sí, ahora te llamo, es que tengo que hacer… Venga, que sí, que te llamo ahora mismo…, adiós… ¡Joder!, pensé que no iba a colgar en la vida, mmmm ―jadeó pasando la mano por mi pelo―. ¿Qué haces?, anda, ven aquí. ―Y tiró de mí hacia arriba para que no viera su excitación tan de cerca.

Aunque ya era tarde. Acababa de tener su coño a escasos centímetros y no solo me había llegado su olor a sexo, es que además había podido contemplar lo mojado y húmedo que lo tenía.

―Vamos a la cama… ―me pidió.

Yo me quedé de pie, detrás de ella, sobé sus pechos y volvimos a mirarnos en el espejo. Entonces subí las manos, le solté la coleta y dejé su pelo libre y salvaje. Allí tenía a Beatriz Beguer.

¡Completamente desnuda delante de mí!

―Aaaaah, esto se nos está yendo de las manos, Jorge, aaaaaah… ―suspiró cuando comencé a comerle el cuello, jugando con sus tetas.
―Lo sé, pero no puedo evitarlo, y creo que tú tampoco…
―Esto está mal, mmmmm, está muy mal…
―Hoy quiero pedirte perdón…
―¿Por qué?
―Porque te mereces una dedicación exclusiva, sobre todo estos días en los que tenemos que vernos y, bueno, ayer…, lo siento, de verdad, es que no pude evitarlo, era el cumple de Cayetana y…
―Prefiero no saberlo, aaaaah, aaaaah…
―Después de la fiesta fuimos con el coche a…
―Shhh, ¡cállate, Jorge!, aaaaah, aaaaah…
―Pero es que acababa de follarte y todavía seguía muy cachondo, ¡uf!, y tu prima quería que…
―Noooo, Jorge, no me lo cuentes…
―¿No quieres saber lo que hicimos en el coche?
―Mmmmm, no, no, aaaaah, cállate… ―me pidió pasando la mano entre las piernas para agarrarme la polla.
―¡Me la follé por detrás!
―¡¡¡¿Quééééé?!!!
―A Cayetana, que se la metí por detrás, por el culo…
―Aaaaah, aaaaah, joder, aaaaaah, ¡te he dicho que te calles! ―jadeó al sentir mis dedos penetrando su coño.
―¡Le di por el culo a tu prima!, en el asiento de atrás de mi coche. Se puso a cuatro patas y…
―Aaaaaah, joder, no quiero saberlo, ¡aaaaah, aaaaaah…, aaaaah!, ¡qué estás haciendo? ―preguntó tirando de mi polla hacia su cuerpo, buscando que la penetrara.

Pero yo se lo quise hacer desear un poco más y me entretuve con su coño, metiendo y sacando con fuerza dos dedos, lo que todavía humedeció más su entrepierna, que comenzó a chapotear, y salpicar la cara interna de sus muslos. Ese sonido era delicioso y Beatriz abrió más las piernas y apoyó las manos en el espejo, ofreciéndome su culo.

―¡¡Aaaaah, vamos a la cama, por favor, aaaaah, aaaaaah!! ―insistió.
―No, hoy voy a follarte aquí…
―¡¡Aaaah, aaaah, aaaaah!! ―gimió, dejando que la masturbara hasta que se quedó cerca del orgasmo.

Retiré la mano de su coño y se la pasé por los muslos, que estaban completamente salpicados; luego restregué mis dedos por los glúteos y dejé la marca de humedad sobre su trasero. Beatriz temblaba y miró suplicante hacia atrás. Aquel coño empapado y abierto era toda una invitación a ser penetrado, pero ella se resistía a pedírmelo.

―¡Por favor!, aaaah…! ―me suplicó tirando ella misma de sus labios vaginales, en un gesto obsceno y vulgar para Beatriz.

Se le escapó un gemido en cuanto sintió mi polla golpeando su entrepierna y yo se la restregué un par de veces arriba y abajo.

―¡Por favor, Jorge, aaaaah, aaaaah, por favor!
―¡Hoy va a ser casi imposible que pueda dejarte embarazada! Ayer terminé con muy poquitas reservas; primero me corrí dentro de ti, mmmmm, me encanto follarte de pie con ese vestido negro tan elegante; luego me follé a Cayetana por detrás, ¡le di por el culo a tu prima!
―¡Cállate, joder, no me digas eso!
―¿No te pone más caliente?
―¡Aaaaah, por favor, Jorge, por favor, aaaaah, aaaaah! ―volvió a gemir moviendo las caderas en círculo al sentir el contacto de mi polla.
―También me corrí dentro de su culo y luego, además, me hizo una paja en el coche…; así que ya te imaginarás cómo estoy…
―¡Eres un…!
―Shhh, no digas nada. ―Tapé su boca con la mano y le pasé el pulgar por los labios―. Lo que te quería decir es que hoy no he venido a dejarte embarazada, ¡¡hoy solo he venido a follarte!!
―Aaaaaah, aaaaaah, aaaaah…
―¿Quieres que te la meta ya?, si lo prefieres vamos a la cama, me hago una paja y, cuando lo tenga a puntito, te la meto para terminar dentro, como había acordado con Hans…
―¡Hijo de puta!, ¡no juegues conmigo! ―se enfadó Beatriz de repente, cerrando las piernas y girándose con brusquedad. Me soltó una pequeña cachetada en la cara, que no me esperaba, y me miró furiosa; y al segundo intento de abofetearme le agarré la muñeca impidiendo que volviera a hacerlo―. ¡Vístete y lárgate de aquí!

La agarré por las axilas, levanté su esbelto cuerpo y la senté sobre la cómoda de la habitación.

―¡Abre las putas piernas! ―dije con firmeza.

Ella cumplió mi orden casi al instante. Apoyó los pies en la madera y se quedó delante de mí, sorprendida, expuesta y cachonda. Beatriz me miraba con rabia y el pecho le latía con fuerza. Intentaba aparentar un cabreo que no correspondía con la humedad de su coño, cuyos labios vaginales brillaban de lo mojados que estaban. Y luego esos muslos salpicados con múltiples gotitas hacían que todo confluyera hacia su entrada y le chorreara hasta el agujero del culo.

Con las rodillas levantadas no podía estar ya más expuesta, en una imagen increíblemente morbosa, Beatriz destilaba lujuria por cada poro de su piel y su coño abierto me pedía a gritos que se la metiera. Me pegué un par de sacudidas y después se la acerqué a su cuerpo. Cogí su pelo y tiré con fuerza. Ella hizo un gesto de dolor y aproximé su cara a la mía.

Esta vez no me volvió el rostro ni se retiró. Dejó que mi lengua se colara entre sus labios y nos fundimos en un morreo justo cuando me puse de puntillas y con un golpe de cadera la penetré.

―Mmmmm, mmmmm, ¡¡AAAAH, AAAAAAH!! ―gritó metiendo la cara en mi cuello y pegué un tirón brusco.

A cada embestida ella levantaba las piernas y se le subía la cadera, para que después su culo volviera a reposar en la cómoda, en la que se había formado un pequeño charquito de humedad. Mi polla entraba y salía con golpes secos. Le apretaba los pechos, buscaba su boca y ella me correspondía, mirándome furiosa y desesperada.

―¡¡Me encanta follarte!! ¡Vendría todos los putos días a metértela!
―¡Vamos, sigueeee, aaaaaah, más fuerte, aaaaah, aaaaah, más fuerte! ―me pidió poniendo las manos en mi cintura y después bajándolas unos centímetros, apretándome el culo contra ella.

Me volvía loco cómo me agarraba los glúteos, esas ganas que le ponía, cómo me clavaba los dedos y su manera de gemir tan salvaje. Con el pelo suelto parecía una puta amazonas y a punto de correrse fue ella la que buscó mi boca y se morreó conmigo, sacando la lengua para pasármela por los labios.

Después cerró los ojos y se dejó llevar, mordiéndome el hombro, y clavando sus dedos en mi piel comenzó a correrse, tratando de ahogar su gemido desesperado. No me lo dijo, pero no hacía falta, ya la conocía muy bien y enseguida me di cuenta de que estaba teniendo un orgasmo, así que lo único que hice fue embestirla todavía con más ganas.

Cuando terminó se quedó con la cabeza reposando en mi hombro. Ahora mi polla entraba y salía muy despacio de su interior y me la follé con ternura un par de minutos más. A punto de correrme se la saqué, ella me miró extrañada al ver que comencé a pajearme a toda velocidad delante de ella y se le escapó un gritito al sentir un primer lefazo caliente sobre su pubis.

―¡¡Aaaaah!!, ¡¡¿qué haces, Jorge?!! ―protestó.

Un segundo disparo bañó su coño y apenas tuve un par de espasmos más; me corrí de manera escasa, pero intensa. Luego me solté la polla y la dejé sobre su cuerpo, reposando entre los labios vaginales.

―Ya te dije que hoy venía a follarte…
―¡Hijo de puta! ―me insultó mirando mi semen sobre ella. Lo palpó con la mano y sin que me lo esperara se acarició el coño y luego trató de introducir mi caliente néctar en su interior―. ¡Tenías que correrte dentro! ―exclamó sacándose los dedos, agarrando mi polla y poniéndola en la entrada.
―¿Quieres que te la meta otra vez? Ya has visto que hoy no tengo casi nada que ofrecerte… ―dije justo cuando ella comenzaba a meneármela muy despacio―. Aun así, me pones tan cachondo que la sigo teniendo dura. ¡Vamos, Beatriz, dime que te folle, pídemelo!
―Aaaaah, mmmmm, aaaaaah, ¡solo tenías que correrte dentro! ―murmuró masturbándome despacio y frotándose a la vez con mi glande por las paredes internas de su coño.
―¡Dime que te folle!
―Aaaaaah, aaaaaah, aaaaaah…, ¡fóllame! ―suspiró en bajito.
―¡Más alto!
―¡Métemela, joder!
―¡Más alto, más, máááás!
―¡FÓLLAME, FÓLLAME!, ¿eso es lo que quieres que te diga?, pues ya lo has escuchado, vamos, ¡¡¡FÓ-LLA-ME!!! ―pronunció sílaba a sílaba mirándome de frente con los ojos bien abiertos.
―¡Ven aquí! ―La bajé de la cómoda agarrando su pelo y la arrastré hasta la cama.

La lancé contra el colchón, haciendo que cayera bocabajo. Tiré de sus caderas y la levanté. Me la quería follar igual que a Cayetana, a cuatro patas. Y ella se dejó hacer sin oponer ninguna resistencia.

Esta vez fui bueno y veinte minutos después me corrí dentro. Dudo que le cayeran más de un par de lefazos, pero el gustazo de follármela así fui indescriptible. Aquella noche vulgaricé a Beatriz Beguer y cuando salí de la habitación todavía seguía de rodillas, con la cara pegada al colchón y se acariciaba el coño a cuatro patas en busca de un nuevo orgasmo.

Me despedí de Hans mientras nos llegaba el chillido de placer de su mujer desde la planta alta. Y yo sonreí orgulloso al ver la cara que se le quedó al alemán con su ridículo vaso de whisky en la mano cuando oyó a Beatriz correrse…




Capítulo 28



Se pasó la tarde pensando en lo sucedido en su fiesta de cumpleaños, y es que se había comportado como una estúpida. Se avergonzaba de sí misma. ¿Por qué narices tuvo que meterse en la parte de atrás del coche de Álex? Lo hizo sin pensar cuando él levantó el asiento delantero, lo que no se imaginaba es que él también iba a sentarse allí.

Había bebido algo más de la cuenta, aunque eso no era excusa. El novio de su hermana no le gustaba en absoluto, pero desde hacía unas semanas sentía una extraña atracción sexual hacia él que no lograba entender.

Tuvo que salir de su habitación unas cuantas veces y quedarse en el salón con sus padres leyendo un libro o hubiera terminado masturbándose. Y no quería hacerlo, pues estaba en paz con Dios desde que se había confesado unas poquitas horas antes durante la misa.

Había sido humillante contárselo a su párroco, y más cuando este le pidió entrar en detalles. Y es que fue demasiado fuerte tener que explicarle, sin ser muy explícita, dentro de lo que cabe, cómo su chico le había metido la polla por el culo.

Sí, terminó la noche dejándose sodomizar por su novio. Llevaba tiempo deseándolo y el que Jorge la insultara en el coche todavía la puso más cachonda de lo que ya estaba. Ese orgasmo mientras se la follaban por detrás fue demasiado rico y solo podía pensar en repetirlo. Pasó el día como buenamente pudo y, cuando las luces de la casa se apagaron y todos se marcharon a dormir, fue el peor momento.

En el que Cayetana se quedó a solas con sus demonios.

Se frotó los muslos entre sí, girándose a un lado de la cama y dándose media vuelta a cada minuto. Estaba intranquila, sudorosa, y eso que se había acostado tan solo con una camiseta interior y unas braguitas blancas. Negó con la cabeza cuando sintió que su ropa interior comenzaba a humedecerse más de la cuenta, pero Cayetana resistió a la tentación y al final consiguió dormirse.

Con lo que no contaba era con el sueño tan obsceno que tuvo, que recordó con nitidez cuando abrió los ojos un par de horas más tarde. Miró el reloj y apenas eran las dos y media de la madrugada. Todo estaba en silencio y sacó una pierna de la sábana, intentado refrescar su cuerpo algún grado. Una gotita de sudor recorrió su cuello y trató de pensar en el tema 5 de Anatomía patológica especial para que el sueño desapareciera de su cabeza y no volviera a martirizarla.

Se tumbó bocabajo, metió la mano entre sus muslos y comenzó a recitar el tema, pero de repente sus pensamientos se llenaron de lujuria. Sacó el culo hacia fuera y se le escapó un gemidito.

«Aaaaah, noooo, nooooo, aaaaah», susurró bajándose las braguitas y dejándolas por las rodillas.

Lo lógico hubiera sido fantasear con Jorge: se había follado su culo por primera vez en una experiencia que recordaría toda la vida; sin embargo, en el sueño no salía su novio. Ni rastro de él. Cayetana iba montada en la parte de atrás del coche de su exnovio Borja, un Golf blanco parecido al de Álex, pero menos tuneado, aunque también llevaba los cristales tintados.

Ella iba detrás con el novio de su hermana pequeña, que le pasaba una mano por el hombro como si fuera su piba.

―¿Dónde nos llevas, tronco? ―le preguntó al pijo de Borja.
―Aquí estaremos bien ―le contestó aparcando en las pistas deportivas.

Era de noche y Cayetana lucía el vestido rojo de su cumpleaños. Su ex paró el motor y después se giró para ver el espectáculo de la parte de atrás. Álex se acercó a Cayetana e intentó besarla, pero ella se resistió.

―Ey, ¿pero qué haces?, estás con Marta… ―le recriminó.
―Pero a mí quién me gusta eres tú…
―Conmigo siempre hacía lo mismo, al principio se resistía, pero luego… ―comentó Borja.

Y Álex volvió a la carga, sobando sus piernas, y ante la pasividad de Cayetana se lanzó en busca de su boca y esta vez sí tuvo su premio y la hermana mayor de su novia le correspondió el beso.

―Ya está, ya la tienes ―le jaleó Borja desabrochándose el pantalón―. En el fondo siempre ha sido una facilona.
―No, no, Álex, para, tío, ¿qué estás haciendo? ―intentó zafarse Cayetana.
―Tranqui, sé que te gusto, no voy a decir nada y aquí estamos solos ―dijo sacándose su enorme polla.

Era tal y como se la había imaginado. Incluso más grande. Se veía dura, depilada, suave, con un enorme capullo morado, y Álex se pegó un par de sacudidas, haciéndola vibrar delante de ella.

―No, no, no, déjame salir del coche ―le pidió Cayetana retirándole la mano.

Sus dedos acariciaron la cara interna de sus muslos y de repente sintió cómo rozaban los labios vaginales. Cayetana se estaba comenzando a masturbar en medio de su cama, fantaseando con esa escena que mezclaba sueños, recuerdos, fantasía y realidad.

―¿Y vas a dejarme así? ―preguntó Álex agarrándose la polla y estrujándola por la base para que se le pusiera más dura.
―Se muere de ganas por chupártela, a mí me la comía increíble… ―intervino Borja.
―¿En serio no te la follaste?, creo que sigue siendo virgen…
―Estuve a punto de conseguirlo un par de veces, pero ella siempre terminaba negándose; así que un día no me pude resistir más y se la acabé metiendo por el culo, en ese mismo sitio que estás tú, en la parte de atrás de mi coche. No veas cómo gritaba, pero luego me pedía más y más. A partir de ese día me la follé muchas veces por el culo y casi siempre en el coche, porque no teníamos otro lugar donde hacerlo.
―¡Joder!
―Ahora va de princesita, pero a mí me hacía de todo, pajas, mamadas y después me ofrecía el ojete para que se lo rompiera, ja, ja, ja. Vamos, nena, demuéstrale cómo me la chupabas, ¿o prefieres que te folle el culo?, ¡ten cuidadito, porque Álex la tiene muy grande!

¿Por qué había tenido que soñar con esa escena?

«Oh, Diossss», gimoteó Cayetana, frotándose ya directamente por encima del clítoris, cuando Borja desapareció de su sueño. Después fueron pasando por el asiento delantero del coche varias personas, sus padres, Jorge, el párroco y hasta Hans sosteniendo entre sus piernas a Martita. Todos se quedaban mirando cómo se enrollaba con Álex y le metía la lengua en la boca.

«Voy a correrme, aaaaah, aaaaah, voy a correrme» y fantaseó con que Álex colaba una mano por debajo de su vestido, llegaba a alcanzar sus braguitas y la frotaba unos instantes por encima de la tela mientras ella le agarraba el pollón y le pegaba un par de sacudidas.

Luego se ponía a cuatro patas y le pedía que se la follara por el culo.

Gritó de dolor según avanzaba esa enorme polla en su recto centímetro a centímetro, con la cara pegada al cristal, y recordando ese sueño alcanzó el orgasmo en su cama, fantaseando con el novio de su hermana y ahogando los gemidos en la colcha para que no pudieran escucharla sus padres en el silencio de la madrugada.

Todo fue muy confuso para Cayetana. Después de correrse, jadeaba ansiosa y todavía en fase de somnolencia le costaba distinguir lo que era real y lo que no. Lo único que tenía claro es que acababa de tener un orgasmo y que necesitaba descansar.

Ni tan siquiera le dio tiempo a subirse las braguitas y se quedó dormida así, bocabajo y tapada con una fina sábana…




Y YA SOLO QUEDA EL CAPÍTULO FINAL...

 
Cayetana para mí vale menos como persona y novia que un palo inservible.
A mí de todos los personajes, la única que me gusta es Beatriz que es con la que debería terminar.
Si yo fuera amigo de Jorge, le recomendaría que se alejara de esa pésima mujer y le ayudaba a darle 6 ostias al capullo de Álex, que es el típico personaje que lo que te pide el cuerpo es cogerlo solo en un callejón cara a cara e impactarlo contra la pared a ver si así aprende.
Lo siento, pero este imbécil saca mi parte más agresiva.
 
Capítulo 27



Como se suele decir, esa noche dormí como un bebé. Llegué a casa cansado, exhausto y completamente relajado. Con la paja de Cayetana en el coche era el tercer orgasmo que tenía en unas horas, así que me levanté con muy poquitas ganas de sexo.

Pero por la noche tenía que ir a casa de Beatriz. Era el tercer y último encuentro del mes, y nada más encender el móvil comprobé que me había llegado un mensaje de Hans bien temprano.

Hans 8:23
¿Sobre qué hora vas a venir?

Eran las diez de la mañana y le quise hacer esperar un ratito mi respuesta. Me levanté con calma, desayuné y después salí a andar unos kilómetros. A media mañana me escribió Cayetana para ir a misa con sus padres y después tomar el vermut, lo que era una tradición familiar todos los domingos.

Tengo que reconocer que durante la ceremonia estuve pensando en lo que había pasado la noche anterior y más cuando mi novia se ausentó unos minutos y fue a confesar sus pecados para quedar en gracia y poder comulgar.

Me pregunté cómo le contaría a su párroco lo que habíamos hecho la noche anterior, ¿entraría en detalles con él? Sinceramente, no lo creía, pues sería demasiado embarazoso para Cayetana detallarle cómo se había dejado encular en la parte trasera de mi coche. Y allí me quedé con sus padres, que ni se imaginarían por lo más remoto el comportamiento de su hijita perfecta.

Volvió unos minutos más tarde, con su vestido de marca y una sonrisa calmada en el rostro una vez que se había despojado de todos sus pecados, y buscó mi mano, para cruzar los dedos conmigo mientras escuchábamos la misa.

Nos despedimos antes de comer, Cayetana estaba agotada después de su fiesta de cumpleaños y me dijo que prefería descansar por la tarde en su casa para afrontar la semana que entraba al día siguiente, así que tenía vía libre para quedar con su prima mayor a la hora que me diera la gana.

Y de regreso le mandé un whatsapp a Hans.

Jorge 14:10
Hola!
No tengo nada pendiente por la tarde. Decidme cuando os viene bien
Hans 14:15
A las siete
Jorge 14:16
De acuerdo, allí estaré
Un saludo

Su mensaje había sido muy seco, pero ya estaba acostumbrado a que el alemán fuera parco en palabras, aunque no pude evitar preocuparme por si Beatriz le había contado lo que sucedió entre nosotros.

Nuestro último encuentro se había alejado, y mucho, de lo acordado entre el empresario y yo. Se la había metido a Beatriz desde atrás. Me la había follado de pie en medio de la fiesta y terminé corriéndome en su interior, en un polvo morboso y rápido.

Me pregunté cómo me recibiría Beatriz después de ese encuentro. No quedaban muchas horas para averiguarlo. En cuanto comí, me eché una siesta muy larga y desperté dos horas antes, pues no quería ir adormilado; y para hacer tiempo, estuve estimulándome un poco en la habitación, viendo algún video porno y las últimas fotos de ********* de mi cuñadita.

Todavía tenía en la cabeza esa imagen de su coño desnudo con la falda arremangada. Cómo se puso de cuclillas delante de mí y me soltó un lametazo en toda la polla que me dejó temblando. Cuanto más lo pensaba, más irreal me parecía lo que había sucedido la noche anterior. El jueguecito de Marta, el polvo con Beatriz y por último penetrar el virginal culo de Cayetana.

¡Todo con unas pocas horas de diferencia!

Me costaba asimilar toda esa información y pasadas unas horas todavía me encontraba en una nube. Tan pendiente estaba de esas cosas que no le había prestado la atención adecuada al extraño comportamiento de Cayetana con Álex, aunque, pensándolo bien, era absurdo que tuviera celos de ese niñato, por lo que no le di importancia.

Ahora tenía que concentrarme en Beatriz.

Una hora pajeándome bajo las sábanas consiguió calentarme de nuevo y salté de la cama sobre las seis para pegarme una ducha y arreglarme. Estuve hablando con Cayetana por teléfono, y media hora antes de las siete cogí el coche y me dirigí a la mansión de Hans y Beatriz.

¿Tendría algún recibimiento especial?, ¿le habría contado a su marido lo que pasó entre nosotros?

Con esa duda llamé a la puerta. El alemán salió a abrirme y me estrechó la mano. Estuvimos comentando algo de la fiesta, me acompañó hasta la escalera y después me indicó el camino con el brazo.

―Te está esperando arriba…

Todo muy frío y rápido. Mejor. No me apetecía nada hablar con Hans y enfilé el pasillo que daba hasta la habitación. Al entrar me encontré a Beatriz hablando por teléfono. Estaba de pie, moviéndose de lado a lado, y al verme me hizo una seña con el dedo para que aguardara un minuto.

Cerré la puerta y me senté en la cama, observando a Beatriz. En nada tenía que ver con la mujer que lucía espectacular con sus vestuarios impecables, su maquillaje siempre justo y el pelo recién peinado. Allí la tenía delante, al natural, con su preciosa melena recogida en una coleta, y en ropa interior, con un fino conjuntito de color blanco, caminando de una punta a otra de la habitación.

Al parecer hablaba con su representante, la que le llevaba el tema de los contratos, el marketing y la publicidad, y le estaba ofreciendo una nueva marca de ropa para que Beatriz fuera la embajadora de la firma.

Me hizo un gesto como que su representante se estaba enrollando más de la cuenta y yo comencé a desvestirme con tranquilidad. Beatriz se sorprendió al verme y yo dejé la ropa doblada sobre la cómoda y me quedé completamente desnudo delante de ella.

Sin que se lo esperara me acerqué por detrás y besé su hombro. Beatriz tapó el micrófono del teléfono y me pidió que esperara, pero yo ya no me podía detener y continué besuqueándola hasta que llegué a su cuello. Nos situamos frente al espejo y nos miramos a través del cristal. Ella negó con la cabeza, intentando terminar la llamada. Yo pasé las manos hacia delante y acaricié sus pechos embutidos en el sujetador, cuyo broche solté a continuación para sacárselo por los brazos y desnudarla de cintura para arriba.

―¿Qué estás haciendo, Jorge? ―suspiró en bajito, volviendo a tapar el micrófono de su móvil.

Pero yo me agaché y tiré de sus braguitas, que se deslizaron por sus largas piernas hasta que tocaron el suelo. Me quedé de rodillas, frente a su culo, y le solté un sonoro beso justo cuando escuché que decía con la voz entrecortada.

―Tengo que dejarte, vale…, sí, ahora te llamo, es que tengo que hacer… Venga, que sí, que te llamo ahora mismo…, adiós… ¡Joder!, pensé que no iba a colgar en la vida, mmmm ―jadeó pasando la mano por mi pelo―. ¿Qué haces?, anda, ven aquí. ―Y tiró de mí hacia arriba para que no viera su excitación tan de cerca.

Aunque ya era tarde. Acababa de tener su coño a escasos centímetros y no solo me había llegado su olor a sexo, es que además había podido contemplar lo mojado y húmedo que lo tenía.

―Vamos a la cama… ―me pidió.

Yo me quedé de pie, detrás de ella, sobé sus pechos y volvimos a mirarnos en el espejo. Entonces subí las manos, le solté la coleta y dejé su pelo libre y salvaje. Allí tenía a Beatriz Beguer.

¡Completamente desnuda delante de mí!

―Aaaaah, esto se nos está yendo de las manos, Jorge, aaaaaah… ―suspiró cuando comencé a comerle el cuello, jugando con sus tetas.
―Lo sé, pero no puedo evitarlo, y creo que tú tampoco…
―Esto está mal, mmmmm, está muy mal…
―Hoy quiero pedirte perdón…
―¿Por qué?
―Porque te mereces una dedicación exclusiva, sobre todo estos días en los que tenemos que vernos y, bueno, ayer…, lo siento, de verdad, es que no pude evitarlo, era el cumple de Cayetana y…
―Prefiero no saberlo, aaaaah, aaaaah…
―Después de la fiesta fuimos con el coche a…
―Shhh, ¡cállate, Jorge!, aaaaah, aaaaah…
―Pero es que acababa de follarte y todavía seguía muy cachondo, ¡uf!, y tu prima quería que…
―Noooo, Jorge, no me lo cuentes…
―¿No quieres saber lo que hicimos en el coche?
―Mmmmm, no, no, aaaaah, cállate… ―me pidió pasando la mano entre las piernas para agarrarme la polla.
―¡Me la follé por detrás!
―¡¡¡¿Quééééé?!!!
―A Cayetana, que se la metí por detrás, por el culo…
―Aaaaah, aaaaah, joder, aaaaaah, ¡te he dicho que te calles! ―jadeó al sentir mis dedos penetrando su coño.
―¡Le di por el culo a tu prima!, en el asiento de atrás de mi coche. Se puso a cuatro patas y…
―Aaaaaah, joder, no quiero saberlo, ¡aaaaah, aaaaaah…, aaaaah!, ¡qué estás haciendo? ―preguntó tirando de mi polla hacia su cuerpo, buscando que la penetrara.

Pero yo se lo quise hacer desear un poco más y me entretuve con su coño, metiendo y sacando con fuerza dos dedos, lo que todavía humedeció más su entrepierna, que comenzó a chapotear, y salpicar la cara interna de sus muslos. Ese sonido era delicioso y Beatriz abrió más las piernas y apoyó las manos en el espejo, ofreciéndome su culo.

―¡¡Aaaaah, vamos a la cama, por favor, aaaaah, aaaaaah!! ―insistió.
―No, hoy voy a follarte aquí…
―¡¡Aaaah, aaaah, aaaaah!! ―gimió, dejando que la masturbara hasta que se quedó cerca del orgasmo.

Retiré la mano de su coño y se la pasé por los muslos, que estaban completamente salpicados; luego restregué mis dedos por los glúteos y dejé la marca de humedad sobre su trasero. Beatriz temblaba y miró suplicante hacia atrás. Aquel coño empapado y abierto era toda una invitación a ser penetrado, pero ella se resistía a pedírmelo.

―¡Por favor!, aaaah…! ―me suplicó tirando ella misma de sus labios vaginales, en un gesto obsceno y vulgar para Beatriz.

Se le escapó un gemido en cuanto sintió mi polla golpeando su entrepierna y yo se la restregué un par de veces arriba y abajo.

―¡Por favor, Jorge, aaaaah, aaaaah, por favor!
―¡Hoy va a ser casi imposible que pueda dejarte embarazada! Ayer terminé con muy poquitas reservas; primero me corrí dentro de ti, mmmmm, me encanto follarte de pie con ese vestido negro tan elegante; luego me follé a Cayetana por detrás, ¡le di por el culo a tu prima!
―¡Cállate, joder, no me digas eso!
―¿No te pone más caliente?
―¡Aaaaah, por favor, Jorge, por favor, aaaaah, aaaaah! ―volvió a gemir moviendo las caderas en círculo al sentir el contacto de mi polla.
―También me corrí dentro de su culo y luego, además, me hizo una paja en el coche…; así que ya te imaginarás cómo estoy…
―¡Eres un…!
―Shhh, no digas nada. ―Tapé su boca con la mano y le pasé el pulgar por los labios―. Lo que te quería decir es que hoy no he venido a dejarte embarazada, ¡¡hoy solo he venido a follarte!!
―Aaaaaah, aaaaaah, aaaaah…
―¿Quieres que te la meta ya?, si lo prefieres vamos a la cama, me hago una paja y, cuando lo tenga a puntito, te la meto para terminar dentro, como había acordado con Hans…
―¡Hijo de puta!, ¡no juegues conmigo! ―se enfadó Beatriz de repente, cerrando las piernas y girándose con brusquedad. Me soltó una pequeña cachetada en la cara, que no me esperaba, y me miró furiosa; y al segundo intento de abofetearme le agarré la muñeca impidiendo que volviera a hacerlo―. ¡Vístete y lárgate de aquí!

La agarré por las axilas, levanté su esbelto cuerpo y la senté sobre la cómoda de la habitación.

―¡Abre las putas piernas! ―dije con firmeza.

Ella cumplió mi orden casi al instante. Apoyó los pies en la madera y se quedó delante de mí, sorprendida, expuesta y cachonda. Beatriz me miraba con rabia y el pecho le latía con fuerza. Intentaba aparentar un cabreo que no correspondía con la humedad de su coño, cuyos labios vaginales brillaban de lo mojados que estaban. Y luego esos muslos salpicados con múltiples gotitas hacían que todo confluyera hacia su entrada y le chorreara hasta el agujero del culo.

Con las rodillas levantadas no podía estar ya más expuesta, en una imagen increíblemente morbosa, Beatriz destilaba lujuria por cada poro de su piel y su coño abierto me pedía a gritos que se la metiera. Me pegué un par de sacudidas y después se la acerqué a su cuerpo. Cogí su pelo y tiré con fuerza. Ella hizo un gesto de dolor y aproximé su cara a la mía.

Esta vez no me volvió el rostro ni se retiró. Dejó que mi lengua se colara entre sus labios y nos fundimos en un morreo justo cuando me puse de puntillas y con un golpe de cadera la penetré.

―Mmmmm, mmmmm, ¡¡AAAAH, AAAAAAH!! ―gritó metiendo la cara en mi cuello y pegué un tirón brusco.

A cada embestida ella levantaba las piernas y se le subía la cadera, para que después su culo volviera a reposar en la cómoda, en la que se había formado un pequeño charquito de humedad. Mi polla entraba y salía con golpes secos. Le apretaba los pechos, buscaba su boca y ella me correspondía, mirándome furiosa y desesperada.

―¡¡Me encanta follarte!! ¡Vendría todos los putos días a metértela!
―¡Vamos, sigueeee, aaaaaah, más fuerte, aaaaah, aaaaah, más fuerte! ―me pidió poniendo las manos en mi cintura y después bajándolas unos centímetros, apretándome el culo contra ella.

Me volvía loco cómo me agarraba los glúteos, esas ganas que le ponía, cómo me clavaba los dedos y su manera de gemir tan salvaje. Con el pelo suelto parecía una puta amazonas y a punto de correrse fue ella la que buscó mi boca y se morreó conmigo, sacando la lengua para pasármela por los labios.

Después cerró los ojos y se dejó llevar, mordiéndome el hombro, y clavando sus dedos en mi piel comenzó a correrse, tratando de ahogar su gemido desesperado. No me lo dijo, pero no hacía falta, ya la conocía muy bien y enseguida me di cuenta de que estaba teniendo un orgasmo, así que lo único que hice fue embestirla todavía con más ganas.

Cuando terminó se quedó con la cabeza reposando en mi hombro. Ahora mi polla entraba y salía muy despacio de su interior y me la follé con ternura un par de minutos más. A punto de correrme se la saqué, ella me miró extrañada al ver que comencé a pajearme a toda velocidad delante de ella y se le escapó un gritito al sentir un primer lefazo caliente sobre su pubis.

―¡¡Aaaaah!!, ¡¡¿qué haces, Jorge?!! ―protestó.

Un segundo disparo bañó su coño y apenas tuve un par de espasmos más; me corrí de manera escasa, pero intensa. Luego me solté la polla y la dejé sobre su cuerpo, reposando entre los labios vaginales.

―Ya te dije que hoy venía a follarte…
―¡Hijo de puta! ―me insultó mirando mi semen sobre ella. Lo palpó con la mano y sin que me lo esperara se acarició el coño y luego trató de introducir mi caliente néctar en su interior―. ¡Tenías que correrte dentro! ―exclamó sacándose los dedos, agarrando mi polla y poniéndola en la entrada.
―¿Quieres que te la meta otra vez? Ya has visto que hoy no tengo casi nada que ofrecerte… ―dije justo cuando ella comenzaba a meneármela muy despacio―. Aun así, me pones tan cachondo que la sigo teniendo dura. ¡Vamos, Beatriz, dime que te folle, pídemelo!
―Aaaaah, mmmmm, aaaaaah, ¡solo tenías que correrte dentro! ―murmuró masturbándome despacio y frotándose a la vez con mi glande por las paredes internas de su coño.
―¡Dime que te folle!
―Aaaaaah, aaaaaah, aaaaaah…, ¡fóllame! ―suspiró en bajito.
―¡Más alto!
―¡Métemela, joder!
―¡Más alto, más, máááás!
―¡FÓLLAME, FÓLLAME!, ¿eso es lo que quieres que te diga?, pues ya lo has escuchado, vamos, ¡¡¡FÓ-LLA-ME!!! ―pronunció sílaba a sílaba mirándome de frente con los ojos bien abiertos.
―¡Ven aquí! ―La bajé de la cómoda agarrando su pelo y la arrastré hasta la cama.

La lancé contra el colchón, haciendo que cayera bocabajo. Tiré de sus caderas y la levanté. Me la quería follar igual que a Cayetana, a cuatro patas. Y ella se dejó hacer sin oponer ninguna resistencia.

Esta vez fui bueno y veinte minutos después me corrí dentro. Dudo que le cayeran más de un par de lefazos, pero el gustazo de follármela así fui indescriptible. Aquella noche vulgaricé a Beatriz Beguer y cuando salí de la habitación todavía seguía de rodillas, con la cara pegada al colchón y se acariciaba el coño a cuatro patas en busca de un nuevo orgasmo.

Me despedí de Hans mientras nos llegaba el chillido de placer de su mujer desde la planta alta. Y yo sonreí orgulloso al ver la cara que se le quedó al alemán con su ridículo vaso de whisky en la mano cuando oyó a Beatriz correrse…




Capítulo 28



Se pasó la tarde pensando en lo sucedido en su fiesta de cumpleaños, y es que se había comportado como una estúpida. Se avergonzaba de sí misma. ¿Por qué narices tuvo que meterse en la parte de atrás del coche de Álex? Lo hizo sin pensar cuando él levantó el asiento delantero, lo que no se imaginaba es que él también iba a sentarse allí.

Había bebido algo más de la cuenta, aunque eso no era excusa. El novio de su hermana no le gustaba en absoluto, pero desde hacía unas semanas sentía una extraña atracción sexual hacia él que no lograba entender.

Tuvo que salir de su habitación unas cuantas veces y quedarse en el salón con sus padres leyendo un libro o hubiera terminado masturbándose. Y no quería hacerlo, pues estaba en paz con Dios desde que se había confesado unas poquitas horas antes durante la misa.

Había sido humillante contárselo a su párroco, y más cuando este le pidió entrar en detalles. Y es que fue demasiado fuerte tener que explicarle, sin ser muy explícita, dentro de lo que cabe, cómo su chico le había metido la polla por el culo.

Sí, terminó la noche dejándose sodomizar por su novio. Llevaba tiempo deseándolo y el que Jorge la insultara en el coche todavía la puso más cachonda de lo que ya estaba. Ese orgasmo mientras se la follaban por detrás fue demasiado rico y solo podía pensar en repetirlo. Pasó el día como buenamente pudo y, cuando las luces de la casa se apagaron y todos se marcharon a dormir, fue el peor momento.

En el que Cayetana se quedó a solas con sus demonios.

Se frotó los muslos entre sí, girándose a un lado de la cama y dándose media vuelta a cada minuto. Estaba intranquila, sudorosa, y eso que se había acostado tan solo con una camiseta interior y unas braguitas blancas. Negó con la cabeza cuando sintió que su ropa interior comenzaba a humedecerse más de la cuenta, pero Cayetana resistió a la tentación y al final consiguió dormirse.

Con lo que no contaba era con el sueño tan obsceno que tuvo, que recordó con nitidez cuando abrió los ojos un par de horas más tarde. Miró el reloj y apenas eran las dos y media de la madrugada. Todo estaba en silencio y sacó una pierna de la sábana, intentado refrescar su cuerpo algún grado. Una gotita de sudor recorrió su cuello y trató de pensar en el tema 5 de Anatomía patológica especial para que el sueño desapareciera de su cabeza y no volviera a martirizarla.

Se tumbó bocabajo, metió la mano entre sus muslos y comenzó a recitar el tema, pero de repente sus pensamientos se llenaron de lujuria. Sacó el culo hacia fuera y se le escapó un gemidito.

«Aaaaah, noooo, nooooo, aaaaah», susurró bajándose las braguitas y dejándolas por las rodillas.

Lo lógico hubiera sido fantasear con Jorge: se había follado su culo por primera vez en una experiencia que recordaría toda la vida; sin embargo, en el sueño no salía su novio. Ni rastro de él. Cayetana iba montada en la parte de atrás del coche de su exnovio Borja, un Golf blanco parecido al de Álex, pero menos tuneado, aunque también llevaba los cristales tintados.

Ella iba detrás con el novio de su hermana pequeña, que le pasaba una mano por el hombro como si fuera su piba.

―¿Dónde nos llevas, tronco? ―le preguntó al pijo de Borja.
―Aquí estaremos bien ―le contestó aparcando en las pistas deportivas.

Era de noche y Cayetana lucía el vestido rojo de su cumpleaños. Su ex paró el motor y después se giró para ver el espectáculo de la parte de atrás. Álex se acercó a Cayetana e intentó besarla, pero ella se resistió.

―Ey, ¿pero qué haces?, estás con Marta… ―le recriminó.
―Pero a mí quién me gusta eres tú…
―Conmigo siempre hacía lo mismo, al principio se resistía, pero luego… ―comentó Borja.

Y Álex volvió a la carga, sobando sus piernas, y ante la pasividad de Cayetana se lanzó en busca de su boca y esta vez sí tuvo su premio y la hermana mayor de su novia le correspondió el beso.

―Ya está, ya la tienes ―le jaleó Borja desabrochándose el pantalón―. En el fondo siempre ha sido una facilona.
―No, no, Álex, para, tío, ¿qué estás haciendo? ―intentó zafarse Cayetana.
―Tranqui, sé que te gusto, no voy a decir nada y aquí estamos solos ―dijo sacándose su enorme polla.

Era tal y como se la había imaginado. Incluso más grande. Se veía dura, depilada, suave, con un enorme capullo morado, y Álex se pegó un par de sacudidas, haciéndola vibrar delante de ella.

―No, no, no, déjame salir del coche ―le pidió Cayetana retirándole la mano.

Sus dedos acariciaron la cara interna de sus muslos y de repente sintió cómo rozaban los labios vaginales. Cayetana se estaba comenzando a masturbar en medio de su cama, fantaseando con esa escena que mezclaba sueños, recuerdos, fantasía y realidad.

―¿Y vas a dejarme así? ―preguntó Álex agarrándose la polla y estrujándola por la base para que se le pusiera más dura.
―Se muere de ganas por chupártela, a mí me la comía increíble… ―intervino Borja.
―¿En serio no te la follaste?, creo que sigue siendo virgen…
―Estuve a punto de conseguirlo un par de veces, pero ella siempre terminaba negándose; así que un día no me pude resistir más y se la acabé metiendo por el culo, en ese mismo sitio que estás tú, en la parte de atrás de mi coche. No veas cómo gritaba, pero luego me pedía más y más. A partir de ese día me la follé muchas veces por el culo y casi siempre en el coche, porque no teníamos otro lugar donde hacerlo.
―¡Joder!
―Ahora va de princesita, pero a mí me hacía de todo, pajas, mamadas y después me ofrecía el ojete para que se lo rompiera, ja, ja, ja. Vamos, nena, demuéstrale cómo me la chupabas, ¿o prefieres que te folle el culo?, ¡ten cuidadito, porque Álex la tiene muy grande!

¿Por qué había tenido que soñar con esa escena?

«Oh, Diossss», gimoteó Cayetana, frotándose ya directamente por encima del clítoris, cuando Borja desapareció de su sueño. Después fueron pasando por el asiento delantero del coche varias personas, sus padres, Jorge, el párroco y hasta Hans sosteniendo entre sus piernas a Martita. Todos se quedaban mirando cómo se enrollaba con Álex y le metía la lengua en la boca.

«Voy a correrme, aaaaah, aaaaah, voy a correrme» y fantaseó con que Álex colaba una mano por debajo de su vestido, llegaba a alcanzar sus braguitas y la frotaba unos instantes por encima de la tela mientras ella le agarraba el pollón y le pegaba un par de sacudidas.

Luego se ponía a cuatro patas y le pedía que se la follara por el culo.

Gritó de dolor según avanzaba esa enorme polla en su recto centímetro a centímetro, con la cara pegada al cristal, y recordando ese sueño alcanzó el orgasmo en su cama, fantaseando con el novio de su hermana y ahogando los gemidos en la colcha para que no pudieran escucharla sus padres en el silencio de la madrugada.

Todo fue muy confuso para Cayetana. Después de correrse, jadeaba ansiosa y todavía en fase de somnolencia le costaba distinguir lo que era real y lo que no. Lo único que tenía claro es que acababa de tener un orgasmo y que necesitaba descansar.

Ni tan siquiera le dio tiempo a subirse las braguitas y se quedó dormida así, bocabajo y tapada con una fina sábana…




Y YA SOLO QUEDA EL CAPÍTULO FINAL...
Entonces David, hay La Propuesta 2??
 
Cayetana ha evolucionado para mal, no sabe ni lo que quiere (Alex-Jorge, Jorge-Alex). Y si el sueño tiene algo de realidad, con su antiguo novio hacia casi de todo. demasiado para venir ahora de chica inocente y virginal.
Por otra parte, es raro que Hans, después de volver a recordar su acuerdo a Jorge, no reaccione ante los gritos orgásmicos de Beatriz, como si fuera un cornudo consentidor.
 
Cayetana ha evolucionado para mal. Lo raro es que Hans después de volver a recordar su acuerdo a Jorge, no reaccione ante los gritos orgásmicos de Beatriz, como si fuera un cornudo consentidor.
Vamos a hablar claro. Ha evolucionado a zorra nivel top. Yo estaría lo más lejos posible de esta pésima mujer.
 
Le has cogido tirria eh Carlos!! 🤣

Lo que Jorge le está haciendo también a ella es más que reprobable, no lo olvidemos.
Lo que el le está haciendo no lo empezó el y fue por deseo expreso de Hans. Hay bastantes diferencias.
Y por supuesto que le tengo tirria, porque es un niñato.
 

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