La tentación de Sara

David Lovia

Miembro muy activo
Desde
27 Jul 2023
Mensajes
82
Reputación
822
Hola!
Pues vamos a empezar nuevo hilo. La siguiente historia es una versión o adaptación de un relato corto que leí hace años en varios foros, se titulaba algo así como Viaje con una compañera de trabajo y era del autor Serrososh. A partir de su relato he creado esta novela erótica que espero que os guste.
 

Archivos adjuntos

  • 20231008_085659.jpg
Última edición:
PARTE 1




Capítulo 1



La mayoría de las veces no valoramos lo que tenemos. Siempre estamos pensando en problemas absurdos, en facturas, el trabajo, dinero…, y no nos preocupamos de disfrutar del día a día. Y es que no somos conscientes de que nuestra vida puede dar un giro radical de la noche a la mañana.

Y eso es precisamente lo que me pasó a mí.

A mis cuarenta y cinco años puedo decir que atravesaba un gran momento personal y profesional. Consolidado como uno de los mejores auditores de la compañía, llevaba casado quince años con Natalia, teníamos dos preciosas niñas de diez y siete, un enorme chalet de tres plantas que era la envidia de nuestros vecinos y un BMW X6 recién estrenado.

Al llegar a casa, después de trabajar, me encontré a mi mujer sola. Me extrañó que no estuvieran nuestras hijas y ella tenía mala cara.

―Tenemos que hablar ―me dijo con voz seria.

Lo primero que hice fue preocuparme y pensar que tenía una enfermedad grave o algo por el estilo, pero nada más lejos de la realidad, me hizo sentarme a su lado y me cogió de las manos en un gesto cariñoso. Luego las soltó, se recostó en el sofá cruzando las piernas y con voz temblorosa me soltó de repente.

―Pablo, es muy difícil para mí decirte esto…, pero quiero el divorcio.

Creo que me quedé sin palabras y el corazón me palpitaba tan fuerte que se me iba a salir del pecho. Miré fijamente a mi mujer como si no entendiera lo que acababa de decir, pero claro que lo había entendido. Y eso era lo peor de todo, que no comprendía lo que estaba sucediendo.

Nos llevábamos bien, jamás discutíamos, teníamos una vida acomodada y no había percibido ningún indicio de que esto pudiera pasar. Ni por lo más remoto.

Es difícil aceptar esa situación o saber qué decir a tu mujer en ese momento, así que tiré de tópicos.

―Pero ¿por qué?, ¿he hecho algo?
―No, no es por ti……, de verdad que no es por ti…, tú no tienes la culpa de esto.
―¿Entonces?, ¿es que acaso te estás viendo con otro?, porque es que estoy a cuadros.
―Esa no es la cuestión.
―Claro que es la cuestión ―exclamé poniéndome de pie―. Llevamos juntos toda la vida, veintitrés años, y ahora me sueltas de repente esto…, creo que al menos merezco una explicación…
―Llevaba una temporada mal y me ha costado darme cuenta de lo que me pasaba…… y ya no podía seguir así.
―¿Que no podías seguir cómo…?
―Contigo…, no quería seguir contigo.
―¿Es que ya no me quieres?, ¿cómo se puede dejar de querer a una persona de un día para otro después de tantos años?
―Pues claro que te quiero…, eres el único hombre con el que he estado, el padre de mis hijas……
―¿Y entonces?, ¿estás con otro?
―No, no estoy con otro…, pero tampoco te quiero mentir, he conocido a alguien, sí, aunque no tiene nada que ver con esto.
―Ah, que has conocido a alguien, pero no tiene nada que ver… ―dije en tono irónico―. ¿Y se puede saber quién es?
―No lo conoces.
―¿Te has acostado con él?
―No, joder, no me he acostado con él, te he dicho antes que nos estamos conociendo, pero lo del divorcio es otra cuestión, te lo hubiera pedido igual aunque él no estuviera…
―Ya, seguro, ¿y cuánto tiempo llevas «conociéndolo»?, si se puede saber…
―Mira, Pablo, no quiero seguir con esto, creo que te haría más daño del necesario.
―Necesito saberlo, no puedes soltarme de repente que me dejas y no darme más datos, me volvería loco.
―¿Qué quieres saber?
―Pues quién es, dónde lo has conocido, cuánto tiempo llevas con él…
―Es un chico del gimnasio, llevamos hablando cinco meses, un día me invitó a un café después de clase de spinning y yo acepté y… hasta hoy…
―Y ya está, te tomas un café con un tío y lo dejas todo por él… ¿Y cómo es?, ¿joven?, ¿en qué trabaja?
―Pablo, no quiero seguir con esto…
―Contéstame, por favor…
―Es más o menos como nosotros, treinta y cinco…
―Es diez años más joven… ¿Y en qué trabaja?
―Tiene un concesionario de coches de lujo…
―Así que me has dejado por un vendecoches…
―Lo sabía, Pablo, sabía que te ibas a poner así, no me siento cómoda hablando de él contigo.
―¿Y no te has acostado con él?
―No.
―Está bien, tendré que creerte. Lo dejas todo por un tío con el que solo te has tomado algún café después del gimnasio. ¿Tú te lo creerías?
―Pablo…
―¿O es que habéis quedado más veces?, ¿cuándo os veis?
―Ya te he dicho que solo allí.
―¿Y él sabe que me vas a dejar por él?, porque supongo que no se esperará que dejes a tu marido si solo habéis charlado.
―Sí, está al corriente.
―Venga, Natalia, sé sincera y dime cuánto tiempo llevas follando con ese tío…
―Pablo, aquí se acaba la conversación ―dijo mi mujer y salió del salón para ir a la cocina.

Abrió el armario, sacó una infusión de tila y yo fui detrás de ella.

―¿Y ahora qué se supone que va a pasar? ―pregunté.
―Por las niñas espero que lleguemos rápido a un acuerdo. Creo que lo mejor es que se queden aquí conmigo hasta que encuentres algo y luego podemos compartir custodia, una semana cada uno con ellas.
―Claro, para que puedas follar con ese sin preocuparte de las niñas la semana que no te tocan…
―Deja de decir tonterías, Pablo.
―Así que me pones los cuernazos y tú te quedas con la casa, con las niñas y luego ya si eso, compartimos custodia para que vivas de puta madre con ese tío y con mi dinero…
―Mi abogada está preparando los papeles, no voy a discutir más contigo…
―Ah, que ya tienes abogada y todo…, muy bien. ¿Y ahora qué tengo que hacer?, ¿me voy de casa y me denuncias por abandono del hogar?, ¿me quedo y nos hacemos la vida imposible?
―Yo no te voy a denunciar por abandono del hogar, Pablo, creo que me conoces un poquito.
―Sí, eso creía, pero ahora ya no sé quién eres… Antes de irme yo también tengo que hablar con un abogado, asesorarme…, ¿es lógico, no?
―Sí.
―Tranquila, esta noche dormiré en otra habitación, yo también quiero que esto sea rápido, y me gustaría despedirme de las niñas.
―Sí, claro, ahora voy a buscarlas a casa de mis padres…


Y en menos de dos semanas me vi en la calle, sin casa, sin mujer y sin mis hijas. Ese primer impacto inicial no lo supe digerir bien y me vine abajo. Mi vida con Natalia se podía decir que era casi idílica y de la noche a la mañana me acababa de enterar de que mi mujer se había encoñado con otro y me dejaba por él.

Los primeros meses fueron un suplicio. Saqué un par de maletas con ropa de casa y me metí en el primer piso que visité de la inmobiliaria. Estaba céntrico, con dos habitaciones y cerca del trabajo, pero muy viejo y olía a rancio que tiraba para atrás. No tenía ganas de buscar más. Perdí ocho kilos en esas semanas, apenas comía, me costaba dormir, tenía ataques de pánico nocturnos, no limpiaba, no hacía la cama, y aquel chamizo en el que me había metido se convirtió en una pocilga.

Estaba tan jodido que incluso perdí las ganas de estar con mis hijas. Me daba asco que pudieran verme así o que me visitaran en aquella cloaca.

Un día apareció Natalia, tenía muchas llamadas perdidas suyas que no había querido contestar y sin previo aviso se presentó en mi casa.

Recuerdo la cara de asco que puso cuando vio el estado de abandono y depresión en el que me encontraba. Ella estaba radiante, impoluta, con un brillo de piel que yo no había visto jamás, me pareció realmente atractiva, como si no conociera a esa mujer con la que había estado tantos años casado. Llevaba una americana oscura, camiseta blanca y unos pantalones vaqueros ajustados. Lo primero que hizo fue recoger la mesa y llevar el plato y el vaso al fregadero.

―Joder, Pablo, ¿qué estás haciendo?, ¿cómo puedes vivir así?, llevamos tiempo sin saber de ti, las niñas quieren verte…
―He estado ocupado…
―Esto es deprimente, menuda pocilga… ―dijo apartando una silla para sentarse, pero se lo pensó bien al ver su estado y se terminó quedando de pie.
―No tengo ganas de buscar otra cosa, esta es mi casa ahora ―comenté dejándome caer en el sofá y encendiendo la vieja tele de tubo con el mando―. Y deja de recoger eso, coño, que a mí me gusta que esté así…
―Este fin de semana quería dejarte a las niñas, pero ya veo que…
―¿Te vas todo el finde a follar con tu nuevo novio?
―Déjalo, Pablo, ya las llevo a casa de mis padres…
―Me parece bien.
―¿Y eso es todo lo que vas a decir?, no te reconozco, en serio, no es propio de ti comportarte así con las niñas…
―No quiero que me vean así ni que vengan a esta «pocilga»…
―Llevas sin verlas casi un mes…, quiero ponértelo fácil con lo de la custodia, pero como sigas en este plan, quizás tenga que hablar con mi abogada…
―Déjame una semanas para que busque otra cosa…
―Te doy un mes, Pablo, si sigues así… ―me amenazó sin terminar la frase―. Y no quiero llegar a…
―Lo he entendido.
―¿Entonces, no te quedas con las niñas este finde?
―No, no puedo, había quedado…
―Ya veo, ya… Como quieras. ― Se dio medio vuelta y salió de casa sin decir nada más.

Me gustaría decir que esa visita de Natalia hizo que me pusiera las pilas, pero cuando entras en un estado así de abatimiento, depresión y ansiedad como el que yo tenía, no te quedan fuerzas ni ganas de nada.

Lo único que pude hacer fue llorar desconsoladamente y me metí un chute de benzodiacepinas para quedarme dormido hasta el día siguiente.

Tenía que tocar fondo y el detonante fue una carta certificada que me llegó de Natalia. No cumplió su amenaza y por cortesía mi ex todavía me dio un margen de cuatro meses más hasta que, viendo mi situación, su abogada se puso en contacto conmigo para pedirme la custodia total de mis hijas para ella.

Aquella tarde llamé a mi mejor amigo, Daniel, al que había dado todo tipo de excusas para no quedar con él y le pedí que viniera a verme. Él había pasado por un caso como el mío, también se había divorciado cinco años atrás y era el que mejor me podía entender y asesorar.

En cuanto llegó a casa me desahogué con él y Daniel escuchó atento sin decir una sola palabra. Lo primero que hizo fue buscarme unas zapatillas, unas bermudas, una camiseta vieja y salimos a la calle a correr. Yo no podía ni con el alma, y después de veinte minutos echamos otra hora más andando a toda velocidad.

Es increíble lo que puede hacer un poco de deporte en nuestro organismo, pero cuando llegué a casa, me sentía eufórico y con ganas de revertir mi situación.

―No tenía que haber dejado que pasara tanto tiempo ―se lamentó mi mejor amigo.
―Tú no tienes la culpa, me llamaste muchas veces y pasé de ti.
―Sí, tampoco te quería agobiar, en estos casos, y hablo por experiencia, es mejor dar un poco de margen, pero quizás debería haber estado más encima, no pensé que fueras a estar tan jodido, lo siento, tío ―dijo Daniel sentándose conmigo en el viejo sofá―. Y, por favor, lo primero que tienes que hacer es salir de esta cueva, ¡es deprimente!
―Tienes razón, no sé cómo he acabado así…

Entre los dos recogimos la casa, le pegamos un repaso de arriba abajo y tres horas más tarde seguía siendo la misma mierda, pero al menos estaba limpia.

Daniel se despidió de mí con la promesa de volver al día siguiente para salir a hacer ejercicio otra vez. Y yo, con la adrenalina todavía recorriendo mi cuerpo, después de cenar, me tomé un café bien cargado y me puse manos a la obra. Estuve mirando pisos en varias páginas de inmobiliarias y por la mañana llamé a todas para cambiar de vivienda.

No podía seguir en aquel sitio.

Mi amigo volvió al día siguiente y al otro también…, y tres semanas más tarde me estaban dando las llaves de un lujoso apartamento de dos habitaciones.

No quiero decir que me curé de mi ansiedad de un día para otro, pero cuando mis hijas entraron en el nuevo piso y escuché sus gritos de alegría recorriendo la casa, me llenó de orgullo y me invadió una gran felicidad.

Aquel apartamento era una gozada. Preparado con una fantástica tele oled de 65 pulgadas en la que ver películas con mis princesas, una Nintendo Switch para jugar con ellas y una habitación llena de juegos con dos camas para que se empezaran a quedar a dormir conmigo.

Natalia se portó de manera muy generosa olvidando mi fase depresiva, y unos meses más tarde firmamos el divorcio y la custodia compartida.

Un año después de aquel fatídico día en el que mi ex me dijo que me quería dejar, había nacido un nuevo Pablo, aunque todavía no me encontraba preparado para rehacer mi vida y empezar una relación con nadie.

Había estado demasiado centrado en el trabajo, en mis hijas y en hacer deporte, y precisamente en el curro se me acercó Javier, jefe y compañero a la vez, para anunciarme una novedad.

―La semana que viene va a entrar una chica de prácticas en nuestro grupo…
―¿Ah, sí?
―Sí, he participado en el proceso de selección, ya verás cuando la veas… ―me dijo subiendo las cejas.
―¿Es guapa?
―Si te digo la verdad, ni he leído su currículum, en cuanto he visto la foto me he decantado por ella, je, je, je, veinticinco añitos…, no te digo más… ―bromeó en un asqueroso tono que sonó muy machista.

Y el lunes, a las ocho y cinco, cuando llegué a la oficina, una jodida diosa acompañaba a Javier, que le enseñaba cortésmente la auditoría. Guapa no, guapísima, con unos labios carnosos que eran una invitación a besar, pelo muy largo de color castaño con mechas por las puntas, ojos grandes, sobre 1,70, parecía tener un pecho generoso y un perfecto culo bajo ese pantalón de vestir negro que llevaba con un dobladillo con el que lucía una pulsera tobillera.

Moderna, elegante e informal.

Se subió las mangas de la americana talla oversize cuando se acercó a mí y Javier me la presentó.

―Y este es Pablo, estaremos los tres juntos en el equipo…
―Encantada, me llamo Sara… ―Y me dio dos efusivos besos ante la atenta mirada de Javier.

Una agradable fragancia me envolvió los sentidos… y me puse muy nervioso solo con pensar en que durante los seis próximos meses iba a trabajar con aquella chica.

No podía ser más atractiva…
 
No le veo ningún sentido a lo que ha hecho Natalia de pedir el divorcio sin ningún motivo y encima parece que el malo es él.
Pero parece que con Sara va a tener un affaire o algo más. Interesante comienzo a todo esto.
Es que lo he tenido que releer para ver lo cínica y caradura que es su ex. Vaya tía más impresentable. Es que es flipante y encima no quiere darle explicaciones y todo por un capullazo. Espero que el karma le pegue bien fuerte.
 
Última edición:
No entiendo mucho la actitud de Natalia, ni las verdaderas razones para pedir el divorcio. Quizá Pablo se ha centrado mucho en los posibles cuernos en vez de intentara escuchar y entender a su ex. Espero que Natalia sea agua pasada y Pablo pueda rehacer su vida con ¿Sara?. Hay 20 años de diferencia y a Natalia le reprochaba que se iba con uno 10 años menor que ellos. Queda mucha historia aún.

Por la sección en que está publicado y por la pulsera tobillera de Sara, ya nos podemos imaginar por donde va la historia.
 
Le he estado dando vueltas y vueltas y, la verdad no entiendo al protagonista.
Le pide el divorcio la mujer, le engaña sin venir a cuento con un pedazo de sinvergüenza que es lo que es, y en vez de luchar por sus intereses, pedir la custodia de los niños y quedarse con la casa que seguro que el la ha pagado, le da la casa a esta adúltera y sinvergüenza y cede sin luchar.
Y por otra parte, lo que tenía que hacer es coger a ese caradura y ponerlo en su sitio. Hay que tener más orgullo y carácter y no ceder tan fácil porque ella no se merece nada de nada.
 
¿Es que ya no me quieres?, ¿cómo se puede dejar de querer a una persona de un día para otro después de tantos años?
―Pues claro que te quiero…, eres el único hombre con el que he estado, el padre de mis hijas……
―¿Y entonces?, ¿estás con otro?
―No, no estoy con otro…, pero tampoco te quiero mentir, he conocido a alguien, sí, aunque no tiene nada que ver con esto.
―Ah, que has conocido a alguien, pero no tiene nada que ver… ―dije en tono irónico―. ¿Y se puede saber quién es?
―No lo conoces.
―¿Te has acostado con él?
―No, joder, no me he acostado con él, te he dicho antes que nos estamos conociendo, pero lo del divorcio es otra cuestión, te lo hubiera pedido igual aunque él no estuviera…
―Ya, seguro, ¿y cuánto tiempo llevas «conociéndolo»?, si se puede saber…
―Mira, Pablo, no quiero seguir con esto, creo que te haría más daño del necesario.
―Necesito saberlo, no puedes soltarme de repente que me dejas y no darme más datos, me volvería loco.
―¿Qué quieres saber?
―Pues quién es, dónde lo has conocido, cuánto tiempo llevas con él…
―Es un chico del gimnasio, llevamos hablando cinco meses, un día me invitó a un café después de clase de spinning y yo acepté y… hasta hoy…
―Y ya está, te tomas un café con un tío y lo dejas todo por él… ¿Y cómo es?, ¿joven?, ¿en qué trabaja?
―Pablo, no quiero seguir con esto…
―Contéstame, por favor…
―Es más o menos como nosotros, treinta y cinco…
―Es diez años más joven… ¿Y en qué trabaja?
―Tiene un concesionario de coches de lujo…
―Así que me has dejado por un vendecoches…
―Lo sabía, Pablo, sabía que te ibas a poner así, no me siento cómoda hablando de él contigo.
―¿Y no te has acostado con él?
―No.
―Está bien, tendré que creerte. Lo dejas todo por un tío con el que solo te has tomado algún café después del gimnasio. ¿Tú te lo creerías?
―Pablo…
―¿O es que habéis quedado más veces?, ¿cuándo os veis?
―Ya te he dicho que solo allí.
―¿Y él sabe que me vas a dejar por él?, porque supongo que no se esperará que dejes a tu marido si solo habéis charlado.
―Sí, está al corriente.
―Venga, Natalia, sé sincera y dime cuánto tiempo llevas follando con ese tío…
―Pablo, aquí se acaba la conversación ―dijo mi mujer y salió del salón para ir a la cocina.

Abrió el armario, sacó una infusión de tila y yo fui detrás de ella.

―¿Y ahora qué se supone que va a pasar? ―pregunté.
―Por las niñas espero que lleguemos rápido a un acuerdo. Creo que lo mejor es que se queden aquí conmigo hasta que encuentres algo y luego podemos compartir custodia, una semana cada uno con ellas.

Es que vamos a ver porque cojones se tiene que ir el y no ella, como se puede tener la cara tan absolutamente dura?. O sea el trae el dinero a la casa y la sinverguenza está se queda con la casa, la custodia y a saber que más. Anda que iba yo a ceder ante esta sinverguenza y adúltera.
La tía es cínica, caradura y sinverguenza a partes iguales. Espero que el karma la ponga en su sitio.
 
Última edición:
Es justo que pida explicaciones de porque el divorcio y que ha pasado para llegar a eso (ojala y después sepamos en detalle los cuernos que le puso y omitió decirle). También a nadie puedes obligar a estar contigo si ya no te quieren c’est la vie. Que él se marche es lógico, la casa siempre queda a la madre que cuida de los críos siempre fallan así los jueces la única forma que fallen a favor del padre es que presentes con pruebas que los críos corren peligro de vida con la madre. Buen inicio solo esperando leer buenas escenas de cuernos no consentidos y consentidos.
 
Estando de acuerdo, a mí me parece que Ella sale demasiado bien parada para lo que ha hecho
Yo es que tengo ya serias dudas de que los hijos sean de él y debería hacerse las pruebas de ADN.
Y eso de que lo deje de la noche a la mañana por ese tío sin haber tenido sexo ni nada no se lo cree nadie. Espero que el karma la ponga en su lugar.
 
Capítulo 2



Llevo veintidós años trabajando en la misma empresa, ha sido mi único trabajo desde que salí de la universidad. No sé hacer otra cosa.

Entré en Auditores Corporation a la edad de veintitrés y hasta hoy. Enseguida me convertí en uno de los mayores activos de la compañía debido a mi juventud y los últimos siete años he estado trabajando mano a mano con Javier.

Se puede decir que es mi jefe más directo, un tipo peculiar, no es nada fácil tratar con él y ha tenido roces con casi todos los trabajadores de la empresa debido a su carácter tan fuerte. Llegó un punto en el que nadie quería ser su compañero y formar grupo con él, y reconozco que no me hizo mucha gracia cuando me propusieron hacer pareja con Javier, pero conmigo congenió muy bien desde el principio, y hasta hoy.

Un día está contento y otro no se aguanta ni él mismo, y esos días suelen ser la mayoría, aunque cuando está simpático, es un tipo encantador. Profesionalmente es un auditor magnífico y he aprendido muchísimo trabajando a su lado, pero en lo personal es un auténtico impresentable, sobrado, déspota, machista, mujeriego y no se le puede considerar alcohólico, porque lo controla bastante; pero sí que le gusta mucho beber y alguna mañana se ha presentado con una buena resaca.

Cincuenta y nueve años, dos divorcios a sus espaldas, cuatro hijos con tres mujeres distintas. Toda una joyita mi compañero.

Yo con mi carácter afable nunca he tenido ningún roce con él, cuando empezamos juntos, ya tenía un buen bagaje a mis espaldas y luego he sabido «llevarle» muy bien, y Javier, también sabedor de que en la compañía ya tenía pocos amigos, decidió darse una tregua conmigo.

Pero ahora tenía una nueva víctima a la vista. Una mujer joven, inexperta, que no sabía la que se le venía encima. La chica de prácticas. Sara.

Javier enseguida mostró su verdadero rostro con ella. Lo del primer día, en el que le enseñó la empresa y le fue presentando a los compañeros con una simpatía inusitada, fue un espejismo. La primera semana se encargó de demostrarle a Sara que los seis meses de prácticas iban a ser un puto infierno para ella.

El cuarto día ya le pegó una buena bronca porque todavía no sabía hacer muy bien una tarea que le había enseñado la mañana anterior. Yo pensé que Sara le contestaría y le mandaría a la mierda, pero no le supo parar los pies desde el principio y cuando tenía a Javier delante, ya todo eran nervios y dudas por su parte.

Yo intenté ayudarla todo lo que pude, incluso me quedé con ella varios días después de la jornada de trabajo para enseñarla. Para mí era muy importante porque Sara tenía que liberarnos de mucha de la tarea administrativa y burocrática que nos tocaba hacer.

La mayoría de las semanas Javier y yo nos íbamos de viaje dos o tres días para auditar alguna empresa y luego Sara tenía que ocuparse de gran parte del papeleo, lo que nos daba un respiro a Javier y a mí, bueno, sobre todo a mí, que era el encargado de esos menesteres en un 80 %.

Sara era lista y aplicada y en un par de meses ya se desenvolvía más o menos con soltura, aunque le fueran surgiendo muchas dudas; pero Javier seguía machacándola a la más mínima.

―Si es que salen de la universidad y no tienen ni puta idea de nada ―soltó en alto en medio de la oficina antes de bajarse al bar.
―Tú no le hagas ni caso, Javier es así, estás haciendo un trabajo estupendo ―intenté animar a Sara.

Para mí fue como un soplo de aire fresco tenerla conmigo trabajando. Y no solo porque lo hiciera bien y me quitara mucho papeleo, sino porque era un cambio abismal estar con Javier a hacerlo con Sara, yo quizás me encontraba un poco entre las dos generaciones, ni era tan mayor como Javier ni tan joven como Sara; pero su compañía era un gran motivo para ir a currar cada mañana con una sonrisa.

Y es que además de guapa, era simpática y extrovertida. Debía tener un armario de dimensiones kilométricas, porque lucía modelito nuevo cada día. Vaqueros ajustados, vestidos, jerséis, camisas, blusas, falditas cortas, zapatos de tacón, leggings de cuero, botas altas. Toda una prêt-à-porter que nos deleitaba y le ponía un punto de color a la formalidad habitual de la auditoría.

Me gustaba especialmente cuando llevaba su pelazo suelto y se ponía minifaldas. Tenía la piel muy morena y unos muslos increíbles. Con el paso de las semanas fue ganando en confianza y las faldas fueron acortando su tamaño, hasta que llegó a la línea que ya no podía traspasar. Y Sara lo sabía bien, el tamaño de sus faldas estaba al límite de lo permitido en una compañía como la nuestra, pero ella nunca lo traspasó.

Después empezó con los escotes, también cada vez más pronunciados, con los que insinuaba unos pechos naturales y firmes de gran tamaño y llenos de venas.

Yo me fijaba en cómo la miraba Javier, unas miradas sucias y libidinosas que la traspasaban; además, no se cortaba ni un pelo y hacía sentir a Sara todavía más incómoda con su presencia e incluso dejaba caer algún comentario con respecto a su cuerpazo que a mí me daba vergüenza ajena.

Cuando ya llevaba tres meses con nosotros, la confianza conmigo era total, habíamos pasado mucho tiempo juntos y me sorprendió que aquel viernes, a la salida del trabajo, Sara me preguntara si me quedaba a tomar una caña con ella en el bar de abajo.

Yo por supuesto acepté su invitación y a aquella caña le siguieron tres más y terminamos comiendo de tapeo hasta las cinco de la tarde.

Esa tarde Sara se desahogó conmigo, incluso se le escapó alguna lágrima contándome lo mal que lo estaba pasando debido al comportamiento de Javier.

―No le hagas ni caso, es así con todo el mundo, ya has visto que en la empresa no lo soporta nadie…
―Ya, pero conmigo se pasa demasiado.
―Si quieres, intento hablar con él…
―No, eso sí que no, llevas muchos años siendo su compañero y no quiero causarte problemas.
―No me importa, de verdad.
―Muchas gracias, Pablo, tú ya has hecho bastante, te has quedado muchas horas enseñándome, cuando no tenías por qué hacerlo, te estoy muy agradecida. ―Y me tocó el muslo en un gesto cariñoso.

Luego cruzó las piernas y se le subió la faldita, mostrándome sus muslazos de manera sensual mientras apuraba la cerveza.

―¿Tomamos otra? ―me preguntó.
―Por supuesto, yo me quedaría toda la tarde, estoy muy a gusto contigo.
―Y yo también, eres muy buen tío, Pablo.
―Gracias, lo mismo digo.

A las cinco salimos del bar y al despedirnos Sara se lanzó decidida y me dio dos besos en la mejilla que me dejaron descolocado, pues no me lo esperaba.

―Si quieres, te acerco, no me importa, tengo el coche en el parking… ―dije con voz temblorosa.
―No te preocupes, que cojo el bus.
―No es molestia, de verdad.
―Vale, si insistes, no te voy a decir que no…

Para que engañarnos, lo que quería era presumir de cochazo con aquella jovencita de veinticinco años que todavía vivía con sus padres. Sabía que Sara estaba fuera de mi alcance, pero mi BMW X6 seguro que la impresionaba y así fue.

―Uf, menudo cochazo tienes… ―afirmó cuando se sentó a mi lado.

Sonreí orgulloso y después arranqué para llevarla hasta casa. Mentiría si dijera que no sentí un agradable cosquilleo en el estómago con aquella preciosidad en el asiento del copiloto. En cada semáforo observaba como la gente se fijaba en ella y luego me miraba con envidia, deseando estar en mi lugar.

Al llegar, Sara volvió a inclinarse sobre mí y me soltó un solitario beso en la mejilla antes de bajarse del coche.

―Muchas gracias, Pablo, el lunes nos vemos, que pases un buen finde.
―Lo mismo digo.

Me quedé mirándola con su caminar elegante, viendo cómo movía su culo debajo de esa falda tan corta. No me esperé que ella se girara y me sorprendiera con los ojos clavados en sus posaderas, y Sara sonrió haciéndome un gesto con la mano a modo de despedida.

Regresé a casa con una estúpida sonrisa de satisfacción en el rostro, aspirando el perfume que me había dejado en el coche y recordando su sonrisa traviesa.

Había pasado tanto tiempo que no recordaba lo que era esa sensación. ¡Joder, me estaba pillando por aquella chica!, y volví a sentirme vivo y con un agradable cosquilleo en el estómago. Y todavía fue peor cuando antes de cenar me llegó un whatsapp de ella.

Sara 21:23
Hola!
Muchas gracias por todo, me ha venido muy bien hablar contigo, lo he pasado genial, esto tendríamos que repetirlo todos los viernes
Pablo 21:23
Por supuesto, cuenta conmigo
Sara 21:24
Genial, te tomo la palabra, eh
Pablo 21:24
Eso está hecho
Sara 21:25
Guay, el lunes nos vemos
Un beso
Pablo 21:25
Hasta el lunes


Me acababa de tirar un beso por whatsapp, supongo que entre la juventud sería algo normal ese tipo de despedidas en las conversaciones informales; pero a mí me dejó descolocado que de buenas a primeras me pusiera eso.

Ese finde solo pude pensar en Sara, con la que sabía que no tenía ni la más mínima posibilidad, pues ella estaba en otra liga y el sábado y el domingo se me hicieron eternos deseando que llegara el lunes para poder verla de nuevo…
 
Veremos a ver si no tropieza otra vez en la misma piedra. Aunque Sara parece una chica inocente, tengo la sensación de que tiene una cara menos inocente y veremos si no se lo hace pasar mal. Además a mí Javier no me gusta nada de nada y me da que va a dar problemas en una hipotética relación.
 
Yo mucho me temo que empieza algo con Sara y el protagonista va a ser un consentidor y va a aceptar que tenga sexo con otros y uno de ellos va a ser Javier.
Si yo fuera el, iría con cautela porque esta chica inocente tengo la sensación que tiene un lado perverso y le va a hacer sufrir. Mejor que, como mucho, se plantee ser follamigos y no pase de eso.
 
Muy buenos primeros capítulos, promete mucho la historia.

Según entiendo, el prota no tiene mucha experiencia con mujeres, hasta me parece que antes de su esposa creo no hubo gran cosa.

Bajo esa premisa, está bastante expuesto con Sara, quién espero no lo trate mal, ni él se deje tampoco.

Si inicia una relación, su situación con Javier se va a complicar y bastante. Espero se prepare para eso.

Me gustaría que su ex lo vea acompañado de esa preciosura, creo que a todos nos gustaría 😅
 
Me han gustado bastante estos capítulos iniciales. Creo que puede ser una muy buena historia.

Un comentario random: No creen que en muchos relatos de infidelidad la novia/esposa se llama Sara? Yo si tuviera una novia llamada Sara tendría mucho cuidado la verdad... :LOL:

Veremos como sigue, saludos a todos!
 
Yo mucho me temo que empieza algo con Sara y el protagonista va a ser un consentidor y va a aceptar que tenga sexo con otros y uno de ellos va a ser Javier.
Si yo fuera el, iría con cautela porque esta chica inocente tengo la sensación que tiene un lado perverso y le va a hacer sufrir. Mejor que, como mucho, se plantee ser follamigos y no pase de eso.
Yo pienso lo mismo. Si el prota no se engancha de Sara, sólo a nivel sexual pues seguramente hasta disfrute compartiendo a Sara, como se enganche a nivel emocional seguramente sufra bastante
 
Me han gustado bastante estos capítulos iniciales. Creo que puede ser una muy buena historia.

Un comentario random: No creen que en muchos relatos de infidelidad la novia/esposa se llama Sara? Yo si tuviera una novia llamada Sara tendría mucho cuidado la verdad... :LOL:

Veremos como sigue, saludos a todos!
No pueden faltar los nombres de Pablo, Javier, Natalia y Sara en un relato de infidelidad... Por otro lado, muy buen comienzo David. Promete mucho. Saludos.
 
Me han gustado bastante estos capítulos iniciales. Creo que puede ser una muy buena historia.

Un comentario random: No creen que en muchos relatos de infidelidad la novia/esposa se llama Sara? Yo si tuviera una novia llamada Sara tendría mucho cuidado la verdad... :LOL:

Veremos como sigue, saludos a todos!

Sara y Rocío son nombres vetados. :cunao1::dancer1::cool:
 
Atrás
Top