La tentación de Sara

Capítulo 22



Al día siguiente quedé con Daniel para salir a correr. Aunque estaba reventado, después de la intensa tarde de sexo que había pasado con Sara, me vino fenomenal trotar durante una hora por el parque. Terminamos haciendo unos estiramientos y de repente mi colega me preguntó por mi encuentro con ella.

―Espero que el plantón de ayer mereciera la pena…, te puse falta, eh…, es broma, ¿qué tal con la jovencita de las tetas perfectas?
―Bien, ayer muy bien.
―Mmmmmm, eso es que follaste como un campeón…
―Sí, la verdad es que sí, fue una tarde… intensa.
―Muy bien, Pablo. Esos son los días que molan, cuando no está planeado y surge…
―Siento no haber quedado contigo, pero…
―Joder, tío, no tienes que darme explicaciones.
―Tú seguro que no me hubieras dejado por una tía…
―Hace meses no, pero ahora que ya estás de puta madre ni lo dudes, si me llama una para follar por la tarde, te tocará salir a correr solo…
―¡Qué cabrón!
―Y si está tan buena como la tuya, ni me lo pienso, vamos, es que no hay color…, ja, ja, ja.
―Ja, ja, ja, no cambias.
―Ya hice bastante el tonto con mi ex, ahora cada vez que se me ponga una a tiro no lo pienso desperdiciar…
―Joder, hablas como si no estuvieras con Isabel.
―Es lo que hay… Y, entonces, ¿tú que tal con…?
―Sara.
―Eso, Sara, que no me acordaba, ¿qué tal con ella?, ¿hay avances?
―No lo sé, me tiene bastante desconcertado, mira, este finde, sin ir más lejos, me ha pedido que le acompañe a una cena con sus amigos.
―Mmmmmm, eso es muy buena señal…
―¿Tú crees?, eso pienso yo también…
―Hombre, Pablo, que te incluya en su círculo más cercano es un avance importante.
―Ya, lo que pasa es que luego puedo estar días sin saber nada de ella, por ejemplo, cuando me toca a las niñas, esa semana apenas hablamos una vez por teléfono o nos mandamos un mensaje.
―Claro, puede que no lo hayas pensado, pero es que tienes una doble vida… y quizás Sara no encaja en las dos…
―Es solo una, la mía, la de Pablo…

Ese comentario de Daniel me hizo reflexionar unos segundos. Es verdad que tenía una doble vida y, además, muy marcada. Una semana era padre y me tenía que dedicar a mis dos hijas por completo, tenerlas en casa, llevarlas al colegio, ayudarlas con los deberes, salir a los centros comerciales con ellas… y cuando no me tocaba la custodia era un hombre soltero que hacía deporte todas las tardes y que estaba empezando una relación con Sara.

Debía hacer lo posible por armonizar esas dos caras tan pronunciadas y Sara era lo que necesitaba para conseguirlo. Con ella a mi lado no sería tan marcada esa diferencia entre una semana y otra, aunque lo difícil era seguir avanzando en nuestra relación, pues Sara parecía muy cómoda tal y como estábamos.

―¿Tú qué crees que debería hacer con Sara? ―le pregunté a mi amigo.
―¿Qué debes hacer…?, no entiendo la pregunta…
―Sí, pues eso, me gustaría que la cosa fuera más en serio y que no nos viéramos solo una vez cada dos semanas para echar un polvo…
―Creo que no soy la persona más idónea para responderte a eso, joder, Pablo, para mí tienes la relación perfecta. Nada de compromiso, haces lo que te da la gana sin dar explicaciones a nadie y luego tienes para follar de vez en cuando a una de veinticinco que, por cierto, está buenísima, ¿qué más quieres?
―Visto así…
―¿Para qué te vas a meter en un jardín con esa chica?, yo creo que lo estás haciendo muy bien, poco a poco…, y si en un futuro surge algo más, pues adelante, pero no tengas prisa…, el tiempo pone a cada uno en su sitio…
―Es que me gusta mucho, no lo puedo evitar…
―¡Ay, Pablo!, no vas a cambiar en la vida… Yo seguiría igual que como estás ahora, pero en tu caso…, si quieres averiguar hasta dónde está dispuesta a llegar ella, creo que deberías involucrarla un poco más en tu vida… y ver cómo reacciona…
―¿Y cómo hago eso?
―Pues igual que va a hacer ella contigo este finde, preséntale a tus hijas, a tus amigos, tráela un día a cenar a casa con Isabel y conmigo, así la conocemos…, puedes invitarla a hacer un viaje juntos…, no sé, cosas así…
―Puede que tengas razón…, lo tendré muy en cuenta…

Por la noche le estuve dando vueltas a lo que me había dicho Daniel. Puede que todavía fuera pronto, pero yo no quería seguir como hasta ahora con Sara, necesitaba avanzar más, y sí, quizás había llegado el momento de meter a Sara en mi vida poco a poco; primero presentándola a mi mejor amigo e Isabel y luego haciendo que por fin conociera a mis hijas.

Pero antes estaba la cena con su grupo de amigos y el sábado pasé a recoger a Sara por su casa sobre las ocho de la tarde. Se subió al coche con un espectacular vestido juvenil verde que no le podía quedar más ceñido. La falda era corta, cortísima, los tirantes finos y lucía un escotazo exagerado.

Lo de ir sin sujetador lo veía demasiado provocador, pero estaba claro que a Sara le gustaba ir así y podía hacerlo tranquilamente mientras sus tetas todavía estuvieran tan duras, firmes y en su sitio.

Me saludó con un pico en los labios y me indicó la terraza donde habían quedado para tomar algo antes de la cena. Durante el trayecto estuvimos hablando de cosas del trabajo y Sara me pilló varias veces mirando sus muslos, pero es que no lo podía evitar, al cruzar las piernas se le subía tanto la tela del vestido que casi le podía ver hasta su tanguita.

A la muy cabrona le encantaba provocarme, disfrutaba con ello, y sonreía al sorprenderme con la mirada en sus muslos.

El poder para excitarme que tenía Sara no era ni medio normal y cuando llegamos a la terraza, me bajé del coche con una buena erección. Era imposible ver a semejante mujer con ese vestido y no empalmarse.

Al aproximarnos a la terraza ella se adelantó unos metros, sin duda alguna para que me deleitara con el movimiento de sus glúteos al caminar. Sara no estaba dispuesta a que la ropa interior se le marcara por debajo de la tela y seguro que llevaba un tanguita metido entre sus nalgas, para que ese culo redondo y carnoso se meneara con sensualidad a casa paso que daba.

Llegamos de los primeros y Sara saludó a los integrantes de su pandilla con dos besos y después me presentó a mí como «un amigo» e hice lo mismo que ella. Eran tantos nombres, Alba, Álvaro, Lucía, Laura, Míriam, Héctor… que cuando terminé, ya no me acordaba ni de la mitad. Todavía llegaron otros ocho amigos, hasta que al final nos juntamos quince, contando conmigo. Ocho chicas y siete chicos. Al parecer era el cumpleaños de uno de ellos y lo iban a celebrar cenando en un restaurante.

Todos eran asquerosamente guapos, jóvenes y modernos, parecían sacados de un catálogo de ropa, pero ninguna rivalizaba en belleza con Sara. Ellos, bastante pijos, con camisas de manga larga arremangadas por fuera de los pantalones, y yo no desentonaba en ese aspecto, pues también me había decantado por una camisa de manga larga, aunque no tan veraniega como la de ellos.

Me pareció muy curioso que de los catorce del grupo solo hubiera dos parejas, el resto, a pesar de lo atractivos que eran, estaban solteros. Yo estaba un poco fuera de lugar con esos chicos, y no solo por la diferencia de edad, aunque reconozco que me trataron muy bien y no dejaron que me sintiera apartado en ningún momento.

Dos cañas después fuimos a cenar a un bar de tapas e hice buenas migas con un par de ellos. Sara sonrió satisfecha viendo que me había integrado muy bien con sus amigos, así no tenía que estar tan pendiente de mí todo el rato y terminó la velada con una enorme tarta y cantando todos el cumpleaños feliz.

Al salir de cenar volvimos a la terraza del principio, de la que se notaba que eran clientes habituales. Cuando terminamos allí, ya eran más de las tres de la mañana y cogimos unos taxis para ir a una de las salas de fiesta de moda de la capital.

A mí la noche ya se me estaba haciendo muy larga y cada vez tenía más ganas de llevarme a Sara a casa y echarle un buen polvo; pero ella se lo estaba pasando increíble con sus amigos y no tenía ninguna intención de irse todavía.

Una de las veces que estaba en la barra pidiendo una copa noté que alguien me abrazaba por detrás y al girarme vi que era Sara.

―¿Qué haces aquí tan solo?
―Pidiendo algo, ¿qué quieres tomar?
―Con un botellín de agua me conformo. Bueno…, ¿qué tal lo estás pasando?, ¿qué te parecen mis amigos?
―Pues me han caído muy bien, la verdad…, son muy majetes, aunque desentono bastante, ¡joder, si os saco a todos veinte años!
―¡Qué vas a desentonar!, estás muy bien para tener cuarenta y cinco, ya les gustaría a estos llegar a tu edad así…
―Muchas gracias… ¿Y vamos a estar mucho tiempo aquí? ―le pregunté a Sara a ver si se daba por aludida.
―¿Ya te quieres ir?, si acabamos de llegar…
―Me gustaría estar un rato contigo… a solas, ya me entiendes…

Y justo vino una amiga y se llevó a Sara a la pista de baile cuando comenzaba a sonar una canción de Ozuna, que, por cierto, no tenía ni puta idea de quién era hasta esa noche y me quedé unos segundos viendo a Sara y sus amigas cantar a voz en grito la canción mientras se agarraban todas en círculo.

Ni tan siquiera me di cuenta de que tenía a mi lado a una de las chicas del grupo, era una de las dos que tenían pareja.

―Tú eras… Lucía, ¿verdad?
―Sí, muy buena memoria, ¿qué tal lo estás pasando?
―Bien, aunque vosotros ya vais a otro ritmo…, cuando tengas mi edad, lo entenderás, pero me lo estoy pasando genial.
―Supongo que no debe ser nada fácil para ti, eres el nuevo y tal…, a mí me pasó lo mismo…
―¿Lo mismo?
―Yo soy del grupo desde hace más bien poquito, llevo saliendo con Héctor un año y medio, el resto se conocen desde el instituto, hace más de diez años…
―Ah…, oye, pues ya que sacas el tema te quería preguntar algo que me parece curioso, siendo así tantos y todos tan simpáticos y además guapetes, ¿por qué solo hay dos parejas?, ¿y el resto?
―Eso me llamó la atención a mí también, yo más o menos les he conocido pareja a todos durante este año y medio, pero no suelen durar mucho, de vez en cuando alguno se presenta con un nuevo novio o novia, o un amigo…
―Como yo hoy…
―Sí, aunque Sara ya nos había hablado de ti…
―¿Y entre ellos no ha habido rollos?

Entonces Lucía se tapó la boca y se le escapó una sonrisa.

―¿He dicho alguna tontería?
―No, no, perdona…, pues claro que ha habido rollos, y los sigue habiendo, todos los fines de semana…, de hecho, yo creo que ni ellos mismos sabrían adivinar con cuántos han estado el resto de amigos; por ejemplo, Héctor me ha dicho que se ha enrollado con cuatro del grupo… y yo creo que a todos les pasa igual.
―¿Tú novio ha estado con cuatro…?
―Sí…
―¿Y Sara está entre ellas?, es solo por curiosidad, no me va a molestar…
―Sí, Sara está entre las elegidas, aunque bueno…, tampoco me extraña, ¿quién no querría follar con una chica así?, todos van detrás de ella como habrás podido comprobar…
―Ya, ¿y hay alguno en particular con el que Sara se lleve especialmente bien?
―Eso creo que se lo deberías preguntar a ella, no me quiero meter donde…
―Dímelo, porfi, que no pasa nada…
―Si me quieres preguntar si hay algún chico con el que Sara se haya enrollado más que con el resto, te diría que Álvaro sin dudarlo, tienen una relación «especial», pero ya hace muchos años que no son pareja… Si has visto Friends, podría decirse que son como Ross y Rachel…, no pueden estar juntos ni separados…
―Gracias por ser tan sincera…
―¿Y Sara y tú os conocéis desde hace mucho?
―Estuvo haciendo las prácticas en la auditoría donde trabajo… y después hemos seguido manteniendo relación…
―Tienes que ser algo serio para que Sara haya querido que te conozcamos…, no suele traer muchos «amigos»…
―¿Os presentó a Abel también?
―Claro, con él estuvo bastante tiempo, ¿lo conoces?, salió muchas veces con nosotros…
―Sí…
―Se llevaba muy mal con Álvaro, incluso una vez llegaron a pelearse…, era un poco «sobradete», pero me caía bien…, aunque reconozco que tú me caes mejor…
―Gracias.
―¿Y esto de los rollos entre todos los del grupo sigue pasando?
―Uy, ya sé por dónde vas…
―No, no lo decía por Sara en concreto, era más que nada por curiosidad.
―Sí, claro, todos o casi todos los fines de semana algunos terminan…, bueno, ya sabes…, se acuestan juntos, y no pasa nada más, es solo sexo, al siguiente se pueden formar otras parejas perfectamente…, según les va apeteciendo…, sin ir más lejos el finde pasado fuimos a una casa de verano que tienen los padres de Álvaro, muchas veces terminamos allí… y él se lo hizo con Laura…
―¿Y sabes si Sara…?
―Tengo que irme ya…, me has caído muy bien, Pablo, espero verte con nosotros más a menudo…

Lo que me contaba Lucía me estaba dejando alucinado y estaba claro que había rehusado seguir contestando mis preguntas. Me quedé mirando cómo saltaban en la pista de baile al ritmo de la música y ahora ya los veía de manera distinta, sabiendo que era un grupo de amigos en los que prácticamente todos follaban con todos.

Álvaro era un poco el cabecilla entre los chicos, un niño de papá, se notaba su liderazgo, por así decirlo, era un tío guapete, sobre 1,80, moreno, con el pelo liso peinado a raya y siempre estaba rodeado de chicas. Un auténtico ligoncete con pasta.

Al verme solo, Sara se acercó a mí sin dejar de bailar.

―No te quedes aquí…, ven con nosotros.
―No, tranquila, estoy bien.
―Te he visto antes hablando muy entretenido con Lucía…
―Sí, me ha contado algunas cosas interesantes…
―¿Ah, sí?, ¿por ejemplo?
―No sé, pues, por ejemplo, que sois un grupo de amigos muy especial, unos millennials al más puro estilo Melrose place…
―¿Melrose place?, ¿qué es eso?
―Nada, una serie que daban en la tele cuando no habíais nacido ninguno de vosotros… También me ha contado lo tuyo con Álvaro…
―¿Lo mío con Álvaro?, ja, ja, ja, ya hace años que no salimos juntos…
―Y que tuviste un rollo con su novio…
―¿Con Héctor?
―Sí…
―También fue hace siglos, mira, somos amigos desde el instituto, algunos nos conocimos con trece años; así que imagínate, es normal que hayamos tenido líos entre nosotros…
―Y los seguís teniendo…
―Cuando estamos solteros y no tenemos compromiso, ¿por qué no?
―Me ha dicho que el finde pasado Laura y Álvaro follaron, por ejemplo…
―Pues sí que te ha contado cosas…, pero ya te digo que es normal…
―Me ha dicho que Álvaro y Abel se pelearon.
―Sí, se llevaban mal, aunque no es lo que te estás pensando, no se soportaban, pero no tuvo nada que ver conmigo…
―¿Y puedo saber con cuántos más del grupo has estado?
―Ja, ja, ja, ¿en serio quieres saberlo?, no estarás celoso…
―No, solo es que…
―Anda, no pienses en eso, ya te he dicho que nos conocemos desde que éramos unos críos, prácticamente todos hemos estado con todos, si es lo que quieres saber… Y ahora deja esa copa y ven a bailar conmigo…

Sara tenía un gran poder de persuasión y casi me arrastró hasta la pista de baile para agarrarse a mi cuello y comenzar a contonearse al ritmo de una bachata que estaba sonando. Puse las manos en su cintura y dejé que me llevara, mientras ella se acercaba peligrosamente a mi cuerpo. Se giró y me pasó el culo por el paquete con mucha sensualidad, en un roce casi imperceptible, pero que hizo que me empalmara de inmediato.

Cuando volvió a darse la vuelta y metió las piernas entre las mías, ya me tenía en sus manos y varios de sus amigos comenzaron a jalearnos viéndonos bailar. A mí me daba igual que unos jovencitos nos animaran, yo solo estaba pendiente del contacto contra su cuerpazo y al mirar hacia abajo me encontré con las tetazas de Sara pegadas a mi pecho.

Sentí el peso de sus tetas rozando mi torso, me envalentoné y me acerqué más a ella, hasta que mi paquete se pegó a su vestido y Sara comprobó mi dureza, restregándose un par de veces y poniendo cara de calientapollas.

En ese momento me apeteció bajar la mano y ponerla en su culazo, pero quizás era un poco violento hacerlo delante de todos sus amigos y acerqué despacio mi cara a la suya hasta que nuestros labios se quedaron casi pegados. Sara no dejaba de bailar y nos miramos fijamente, ella me provocaba con sus ojos y sus perfectos labios me llamaban a gritos.

Al intentar besarla Sara me retiró la boca, haciéndome una cobra que provocó la algarabía entre sus amigos. Me quedé unos segundos descolocado, sin saber qué hacer, pero Sara seguía bailando con sus piernas enganchadas a las mías y dando golpecitos con su cuerpo contra mi polla, haciendo que tuviera una empalmada brutal.

Avergonzado y excitado a partes iguales insistí otra vez y al segundo rechazo de Sara las risas entre sus colegas se hicieron más evidentes. Sara me estaba humillando delante de aquellos niñatos y enfurecido y queriendo demostrar que conmigo no se jugaba, le solté un pequeño azote en el culo mientras bailábamos, lo que provocó que sus colegas me vitorearan, y luego dejé la mano allí, sobando su trasero por encima del vestido, y aunque Sara me dejó hacer cuatro o cinco segundos con una sonrisa de diablilla, enseguida me retiró la mano para que la volviera a colocar en su cintura.

No dejó de frotarse contra mí e incluso se dio varias veces la vuelta para acariciarme con los glúteos por encima del paquete. Cuando terminó la canción y por fin nos soltamos, tenía una erección de campeonato.

Después sonó otra canción que yo no conocía y se pusieron todos a saltar como locos mientras gritaban con los brazos en alto. Me sentí un poco fuera de lugar cuando me cogieron entre varios para que bailara con ellos, yo no me sabía la letra, pero, aun así, los acompañé lo que pude.

Desde luego que los cabrones sabían cómo pasárselo bien. Cantaban todas las canciones, no dejaban de bailar entre ellos, incluso tenían alguna coreografía en conjunto, pero yo a las seis y media de la mañana ya no podía ni con mi alma.

No veía el momento de irme con Sara y follármela a lo bestia. Aquel vestidito verde me estaba poniendo muy cachondo y desde la barra me quedé mirando cómo bailaba y cada poco tenía que tirar de la falda hacia abajo porque al más mínimo movimiento se le veía parte de sus glúteos.

No aguantaba ni un minuto más, la música no me gustaba y por esa noche ya había escuchado suficiente reggaeton. Me acerqué a Sara y le dije que me quería ir a casa. Yo sinceramente pensé que ella se vendría conmigo, pero frunció el ceño y puso cara de tristeza como una niña pequeña y consentida.

―¿Ya?, pero si estamos en lo mejor…, no te vayas, Pablo…
―Es un poco tarde, sigue de fiesta con tus amigos y pásalo bien… ―dije intentando quedar bien.
―¿No te importa? ―me preguntó Sara, aunque por mi cara era más que evidente que me fastidiaba que no viniera conmigo.
―No, claro que no…
―Mañana te llamo y hablamos…
―Eh, vale…

Y me soltó un pequeño pico en los labios antes de volver con sus amigos y ponerse a bailar entre dos chicos mientras yo me iba despidiendo del resto del grupo.

No sabía calificar cómo había ido la noche, Sara me tenía muy confundido, me calentó bailando, luego me apartó la cara al intentar besarla, dejó que tocara su culo y me dio un pico delante de sus amigos…, pero, al final, nada. Se quedó con ellos y yo me fui de la fiesta de vacío.

Solo.

Con la imagen de Sara restregándose entre Álvaro y el que celebraba su cumpleaños, salí del local sin saber muy bien qué es lo que había pasado dentro. Caminé unos minutos cabizbajo, confundido, triste y derrotado, pero con una erección terrible bajo los pantalones. Me tocó esperar casi una hora para coger un taxi que me llevara a casa y al llegar no podía sacarme de la cabeza la última imagen de Sara bailando entre sus dos amigos.

Me hubiera gustado tenerla en mi cama, levantar su vestido de zorra y empalarla desde atrás para correrme en veinte segundos; pero allí estaba, medio borracho, de pie frente a la taza con la polla en la mano y un molesto pitido en los oídos que hacía que me retumbara la cabeza.

Con unas pocas sacudidas eyaculé pensando en Sara, que seguramente se lo estaría pasando de puta madre con sus amigos mientras yo tenía que hacerme una triste paja fantaseando con su cuerpazo.

La noche no terminó como me habría gustado, Sara me había presentado a sus amigos y me había permitido entrar en su círculo más cercano; pero aquel día la diferencia de edad se hizo muy palpable entre los dos y me acosté con la sensación de estar fuera de lugar.


Miré el reloj y eran las cuatro de la tarde cuando abrí los ojos. Había dormido nueve horas seguidas y me levanté como si me hubiera pasado un camión por encima. Resacoso, cansado y con mucha hambre.

Rápido me puse las pilas y, después de pegarme una ducha, comí lo primero que pillé en el frigo. Tenía que espabilarme, no me quedaba otra…, en un par de horas pasaría a recoger a las niñas por casa de mi ex y me tocaba desconectar de Sara y comenzar mi vida de padre ejemplar durante una semana…
 
Daniel le ha dado un buen consejo. Cómo follamiga más o menos, pero más allá mejor que no.
Es una calientapollas como ha demostrado está noche y seguro que ha tenido sexo con alguno de los amigos.
Tiene que verlo claro y poner distancia con Ella.
 
Pues si, es evidente que él busca otra cosa y tiene que tomar una decisión. O sigue con ella como follamigo cada 2 semanas (y eso), o corta toda relación que no va a ningún lado.

Al menos me gustaría que su ex esposa los vea juntos, para que de alguna manera se le quede en la cabeza que su ex consiguió a una mucho más guapa y tenga su pequeña venganza.
 
Pues si, es evidente que él busca otra cosa y tiene que tomar una decisión. O sigue con ella como follamigo cada 2 semanas (y eso), o corta toda relación que no va a ningún lado.

Al menos me gustaría que su ex esposa los vea juntos, para que de alguna manera se le quede en la cabeza que su ex consiguió a una mucho más guapa y tenga su pequeña venganza.
Pero el tipo por él que lo dejo era diez años mas joven que su ex... Seguro su ex al verlos juntos piensa que Pablo se la esta devolviendo😃
 
"Con la imagen de Sara restregándose entre Álvaro y el que celebraba su cumpleaños, salí del local sin saber muy bien qué es lo que había pasado dentro. Caminé unos minutos cabizbajo, confundido, triste y derrotado, pero con una erección terrible bajo los pantalones. Me tocó esperar casi una hora para coger un taxi que me llevara a casa y al llegar no podía sacarme de la cabeza la última imagen de Sara bailando entre sus dos amigos.
Me hubiera gustado tenerla en mi cama, levantar su vestido de zorra y empalarla desde atrás para correrme en veinte segundos; pero allí estaba, medio borracho, de pie frente a la taza con la polla en la mano y un molesto pitido en los oídos que hacía que me retumbara la cabeza.

Con unas pocas sacudidas eyaculé pensando en Sara, que seguramente se lo estaría pasando de puta madre con sus amigos mientras yo tenía que hacerme una triste paja fantaseando con su cuerpazo."


Sería muy injusto que toda su relación con Sara se resumiera a esto. :rolleyes:

En lo que a mujeres se refiere, la vida lo ha maltratado demasiado, y de seguir Sara actuando como hasta ahora, podría significar un verdadero "golpe de gracia" para Pablo.
 
Esta historía me recuerda a la película española "Las ovejas no pierden el tren" donde Alberto San Juan, tras su divorcio, se lía con una chica mucho más joven que él. Aunque intenta seguirle el ritmo, al final se da cuenta que son se mundos diferentes.

Sara vive su vida como ella cree. El problema es que Pablo vive la vida de manera muy diferente a como lo hace ella.
La diferencia de edad, aunque en algunos casos no sea determinante, es un obstáculo para una relación.
Y no por la edad numérica, sino por lo que implica socialmente.
Pablo tiene un concepto de vida "diferente" al de Sara ya que el creció con unas normas morales y sociales que ahora están obsoletas pero que siguen en nosotros.
Sara tiene 25 años, ¡por Dios!, está en una etapa de descubrir y hacer locuras. Hace 20 años, a su edad, la mayoría ya tenían uno o dos crios.

Gracias por compartir.
 
Esta historía me recuerda a la película española "Las ovejas no pierden el tren" donde Alberto San Juan, tras su divorcio, se lía con una chica mucho más joven que él. Aunque intenta seguirle el ritmo, al final se da cuenta que son se mundos diferentes.

Sara vive su vida como ella cree. El problema es que Pablo vive la vida de manera muy diferente a como lo hace ella.
La diferencia de edad, aunque en algunos casos no sea determinante, es un obstáculo para una relación.
Y no por la edad numérica, sino por lo que implica socialmente.
Pablo tiene un concepto de vida "diferente" al de Sara ya que el creció con unas normas morales y sociales que ahora están obsoletas pero que siguen en nosotros.
Sara tiene 25 años, ¡por Dios!, está en una etapa de descubrir y hacer locuras. Hace 20 años, a su edad, la mayoría ya tenían uno o dos crios.

Gracias por compartir.
Esa película todavía no la he visto aunque la tengo prevista de ver.
Pablo lo que debe hacer es darse cuenta que es o debe ser solo una follamiga.
Sara no sabe ni lo que es la fidelidad ni sabe mantener una relación amorosa.
 
Esa película todavía no la he visto aunque la tengo prevista de ver.
Pablo lo que debe hacer es darse cuenta que es o debe ser solo una follamiga.
Sara no sabe ni lo que es la fidelidad ni sabe mantener una relación amorosa.

Según creo, Pablo tiene la "injusta" necesidad de estar conectado emocionalmente para follar, digamos bien, a su pareja de turno.

Injusta, porque su pareja no necesariamente debe estarlo, y sabemos lo que suele suceder cuando más conectado estás en una relación. :oops:
 
Capítulo 23



Debería haberlo dejado correr, pero no podía dejar de pensar en ella, estaba demasiado encoñado con Sara; así que, mientras cenaban las niñas, le mandé un whatsapp para ver qué tal habían terminado la noche de fiesta el día anterior. Y enseguida me contestó.

Sara 20:56
Te tenías que haber quedado, luego fuimos todos a casa de Álvaro y desayunamos allí, hemos estado hasta las doce de la mañana…
Pablo 20:57
Madre mía, vaya aguante tenéis…, si me quedo hasta tan tarde ahora no sería persona… ya bastante lo voy a pagar toda la semana​
Sara 20:58
Estuviste muy bien, me sorprendiste bastante y a mis amigos les caíste genial
Yo también estoy cansada no te creas, me voy a acostar en breve…
Pablo 20:59
Me alegro que le cayera bien a tus amigos
Por cierto, este finde no, pero para el siguiente me gustaría presentarte a Daniel y su novia…, si te parece bien podemos cenar en casa, el viernes o el sábado, como mejor te venga​
Sara 21:00
Perfecto, me has hablado tanto de él que tengo muchas ganas de conocer a tu mejor amigo.
Si quieres quedamos el sábado, así me tomo el finde de relax…
Pablo 21:01
Vale, pues en eso quedamos
Te dejo que me reclaman las enanas…
Un beso​
Sara 21:02
Un besazo


El resto de la semana no volví a tener noticias de Sara, era muy normal que pasara eso cuando me tocaba quedarme con mis hijas. Solo hablamos por mensajes el domingo siguiente, en los que me contó qué tal le había ido en el trabajo y el finde con sus amigos y yo le recordé que el sábado siguiente teníamos cena «de parejitas» con Daniel e Isabel.

Me sorprendió que Sara se ofreciera a ayudarme con los preparativos y el sábado por la tarde quedamos una hora antes de lo previsto. Llevaba sin verla dos semanas, desde el día en que salimos de fiesta y la dejé bailando con sus colegas. Sara se presentó en casa como un huracán, con una tarta en la mano y me plantó un beso en los morros antes de pasar dentro.

Dejó la tarta en la encimera de la cocina y se arremangó la americana dispuesta a colaborar conmigo.

―Bueno, ¿qué hay que hacer? ―me preguntó.

Saqué dos copas de vino y descorché una botella.

―Nada, solo esperar a que lleguen Daniel e Isa…
―¿En serio?, ¿ya está todo listo?
―Por supuesto, pero me encanta que hayas venido, así podemos estar un rato a solas, que hace mucho que no nos vemos… Por cierto, estás increíble…

Me acerqué a ella después de llenar las copas y le pasé una. Lo que había dicho no era ningún cumplido. Era la realidad. No estaba acostumbrado a ver a Sara con su pelazo recogido en una coleta y me gustó que debajo de la americana llevara una camiseta blanca de tirantes anchos, que combinaba a la perfección con sus vaqueros ajustados y los zapatos de tacón.

―Muchas gracias… ―me dijo antes de que posara mis labios en los suyos.

Sara me correspondió el beso e iniciamos un morreo lento y sensual en medio de la cocina. Tuve que dejar la copa para poder colar una mano bajo su americana y acariciarle un pecho por encima de la camiseta. Ella hizo lo propio, me palpó el paquete y comprobó que ya la tenía dura.

―Mmmmm, no deberíamos empezar algo que no vamos a poder terminar… ―ronroneó Sara.
―Todavía falta una hora…, nos da tiempo de sobra…
―Shhh, prefiero hacerlo después, aunque no será por falta de ganas.
―No sé si me voy a poder aguantar…
―Tienes que hacerlo…, mmmmm, tenemos que hacerlo… ―suspiró agarrándome la polla por encima del pantalón y pegándome unas cuantas sacudidas.
―Joder, Sara. ―Y metí una mano por debajo de su camiseta―, uffff, no llevas sujetador, me encanta cuando vas así…
―¿Quieres que me quite la americana o me la dejo puesta en la cena?
―Casi prefiero que te la dejes puesta, o me vas a tener cachondo todo el rato…
―Mmmmm, eso es lo que quiero…
―Serás cabrona…
―Bueno, vamos a parar ―me pidió Sara apartándose de mí y volviendo a coger la copa de vino.
―¿Vamos al salón y mientras esperamos a estos me cuentas qué tal tu semana?
―Claro…

Se me hizo muy duro tenerla a mi lado y no poder hacer nada más con Sara. Esa forma suya de recostarse en el sofá me ponía muy caliente, y se tocaba el pelo sin dejar de hablar, insinuándose constantemente.

Después preparamos la mesa y por suerte no tardaron mucho en llegar mi amigo e Isabel. Daniel le plantó dos efusivos besos a Sara y se la quedó mirando de arriba abajo.

―Por fin, qué ganas teníamos de conocerte ―anunció mi colega―. Y, además, veo que tenía razón, y hasta se quedaba corto, eres más guapa de lo que nos había contado…
―Anda, deja de hacer el tonto ―le pidió Isabel, que me saludó con una botella de vino blanco en la mano y luego le dio otros dos besos a Sara―. Encantada de conocerte.
―Yo también tenía muchas ganas. Pablo me ha hablado mucho de vosotros ―afirmó Sara de manera muy educada.

La cena discurrió con normalidad. Isabel al principio estaba un poco cortada, pero en cuanto cogió confianza con Sara y vio que tenían buen feeling entre ellas se fue soltando. Era difícil llevarse mal con Isabel, y enseguida establecieron una conexión especial entre las dos.

Recogieron el primer plato y Sara también se puso de pie para ayudar a la novia de mi amigo.

―¿Me ayudas a traer el resto?
―Claro…
―Uy, estas ya van a la cocina a hablar de nosotros ―dijo Daniel.
―Por supuesto, no lo dudes… ―le confirmó Isabel y las dos desaparecieron del salón con una sonrisa maliciosa en la boca.

Me acababa de quedar a solas con mi colega y afirmando con la cabeza le pregunté sin abrir los labios. Y Daniel me entendió perfectamente que le estaba pidiendo su opinión sobre Sara. Se inclinó sobre la mesa y susurró:

―¡Qué cabrón eres!, no me extraña que estés tan encoñado, ¡es guapísima la condenada y menudo cuerpazo!
―¿Qué tal te ha caído?
―Bien, vamos, normal, es muy educadita y tal…, está un poco cortada, pero se nota que esta es de las que tienen un peligro…

Y al momento aparecieron por la puerta Isabel y Sara. Tan distintas, pero a la vez tan atractivas. Sara un poco más alta era la perfección hecha mujer, no podía ser más guapa, vientre firme, tetas bien puestas y un culo redondo y firme que daban ganas de azotar cada vez que pasabas a su lado, e Isabel, veinte años mayor, más rellenita, pero con una cara de esas morbosas que me ponía mucho, desprendía una energía sexual muy intensa que se podía percibir con claridad, y también lucía unas enormes tetas, con un escote que dejaba poco a la imaginación.

―¿Qué estabais cuchicheando vosotros? ―preguntó la novia de mi amigo.
―Nada, cosas nuestras, nosotros no os hemos preguntado por lo que habéis estado hablando en la cocina ―salió del paso Daniel.
―¿Nosotras?, si no hemos hablado de nada, ¿verdad, Sara? ―bromeó Isabel.
―No, no, de nada ―le siguió la corriente Sara mirándose como si fueran amigas de toda la vida.

La cena fue un exitazo, los cuatro nos fuimos soltando y ya en el postre el ambiente era muy distendido e, incluso, empezaron a hacerse bromas y lanzarse dardos entre Daniel y Sara, que no se cortaba en contestar a las ocurrencias infantiles de mi colega, mientras Isabel negaba resignada con la cabeza.

Después pasamos a los sofás y Daniel y Sara se ofrecieron a servirnos unas copas.

―Ya sabes dónde está todo ―le dije a mi amigo, que abrió el mueble bar y sacaron tres botellas antes de perderse en la cocina.

Me quedé a solas con Isabel, que se me quedó mirando con una sonrisa agradable.

―Se nota que Sara te gusta de verdad, me alegro por ti, te mereces ser feliz, Pablo, eres muy buena gente…
―Muchas gracias, pero bueno, de momento…, nos estamos conociendo.
―Claro…, espero que os vaya muy bien, Sara me ha caído genial, creo que te va a venir bien una chica así… Hoy pareces otro, se te ve distinto, más contento, más…, no sé…
―¿Tanto se me nota?
―Esas cosas no se pueden ocultar…, y no te preocupes…, que nos tomamos la copa y enseguida me llevo a tu amigo y os dejamos solos…
―No pasa nada…
―Claro que pasa, no tendréis muchas oportunidades de…
―La verdad es que no, gracias, Isabel, tú sí que eres muy buena tía, espero que Daniel sepa valorarte como te mereces…
―Eso espero yo también…

Al momento aparecieron por la puerta Daniel y Sara con las cuatro copas. Antes de sentarse ella se quitó la americana, que había mantenido puesta durante toda la velada, y se hizo un incómodo silencio que enseguida se encargó de romper Isabel. Me di cuenta de la mirada que mi colega le echó a Sara, se la comía con los ojos y me sentí orgulloso de poder estar con una chica con ese cuerpazo.

Era evidente que Sara no llevaba sujetador bajo esa camiseta blanca de tirantes y sus tetazas se movían libres bajo la tela, que tampoco ocultaba sus oscuros pezones tratando de traspasarla. Todo era erotismo y sensualidad en Sara, en su manera de hablar, de moverse, de sentarse, de beber de la copa, con esas piernas cruzadas y clavando firme el tacón en el suelo.

Tenía que reconocer que estaba un poco nervioso antes de la cena por si Sara no congeniaba con mis amigos, pero todo fluía entre los cuatro, Dani y Sara se hacían bromas como si se conocieran de toda la vida, Isabel le regañaba a su novio y apoyaba a mi chica en plan protector y después de la copa, Isabel intentó llevarse a mi colega rápido, pero este se puso muy pesado y terminamos con un juego de mesa y otra copa, lo cual alargó la velada hasta casi las tres de la mañana. Lo pasamos tan bien que supe que esa iba a ser la primera cena de muchas entre los cuatro.

Al despedirnos Isabel me pidió perdón en bajito por no haber conseguido su objetivo y saludó con efusividad a Sara.

―Me ha encantado conocerte, cuando quieras, repetimos…, esta vez en nuestra casa, eh…
―Lo estoy deseando… ―dijo Sara.
―Yo también, pero ni se te ocurra volver a hacer trampas al embustero, tengo muy mal perder y nos has ganado la mayoría de las veces ―bromeó mi colega―; pero bueno, haremos el esfuerzo por Pablo y puede que otro día repitamos…
―Gracias, gracias por el esfuerzo, te lo agradezco mucho ―le siguió el juego Sara poniendo cara de pena y la mano en el pecho.
―Venga, vámonos ya, pesado, que estos chicos tendrán que «recoger» ―lo apremió Isabel tirando de él.
―Pero si ya está todo recog…
―Cállate anda. ―Y lo metió en el ascensor casi a empujones.

Cerré la puerta y respiré aliviado.

―Buf, por fin solos…
―Me han caído superbién tus amigos, Daniel es un cachondo y ella es un amor…
―Ya te lo había dicho…
―Anda, ven aquí ―me pidió Sara estirando la mano.

De camino al salón se fue soltando el pelo y caímos en el sofá mientras nos comíamos la boca. Sin tiempo que perder Sara se quitó la camiseta, quedándose desnuda de cintura para arriba y se lanzó directa a desabrocharme el pantalón.

―Quítatelos ―me apremió mientras ella intentaba también desembarazarse de los suyos.

Se me sentó encima ya tan solo con un tanguita blanco y agarró mi polla a la vez que yo sobaba sus glúteos con las dos manos. Me quedé tumbado en el sofá y Sara apoyó uno de sus pies en el suelo. Me gustaba que solo llevara el tanguita y los zapatos de tacón, lo que le hacía parecer más elegante… y más zorra.

Otra vez estaba pasando todo demasiado deprisa y le pedí un poco de calma cuando me enfundó la polla en el condón y se apartó la prenda íntima para sujetármela con la mano y metérsela por el coño. Apenas habían pasado dos minutos desde que se habían ido Daniel e Isabel y ya tenía la polla dentro de ella sin poder hacer nada.

―Mmmmm, Sara, más despacio, déjame a mí…
―¿Es que no te gusta?
―Claro, cómo no me va a gustar…, pero es que…, uffff…, me matas…
―¿Qué te apetece…? ―me preguntó meciéndose despacio y rozándome los labios con los pezones.

Abrí la boca y atrapé uno de sus pechos mientras Sara me follaba a un ritmo muy lento. Ni yo mismo sabía lo que me apetecía hacer, lo único que tenía claro es que no quería dejarme manejar, esta vez necesitaba llevar el control y tiré del hilo del tanga que se le metía entre los glúteos e hice fuerza para luego soltarlo y que impactara contra su piel.

―Mmmmmm ―ronroneó Sara moviendo las caderas
―¿Te ha gustado eso?
―Sí, házmelo otra vez…

Volví a coger su tanguita y tiré un poco más fuerte. La tela estalló contra su culazo y eso pareció enloquecer a Sara, que comenzó a cabalgarme más deprisa.

―Para, tranquila…, déjame a mí… ―le pedí antes de que se volviera loca y ya no hubiera marcha atrás.
―¿Quieres mandar tú?
―Sí… ―amenacé tensando la cuerda de su minúsculo tanga todo lo que daba de sí.
―Mmmmm, aaaah, aaaah, suéltalo, vamos, dameeee, aaaah…

El tercer azote fue el más agresivo y, por el ruido que hizo la tela contra su cuerpo, le debió zurcir bastante, incluso puso cara de dolor, pero Sara estaba dispuesta a dejarse castigar. Había conseguido que se pusiera muy cachonda con ese pequeño juego y me encantó esa sensación de dominio sobre ella.

Pero Sara quería más.

―¡Arráncamelo! ―me pidió meneando sus caderas sobre mi polla.
―¿Qué?
―Que tires del tanguita y lo destroces…, vamos…

Yo hice lo que me pedía y clavé las tiras en su piel, pero era casi imposible romperlo de esa manera y Sara siguió aplastándome los huevos con su carnoso culo, que cada vez se movía más rápido.

―Así no, dale un tirón seco, aaaah… ―me ordenó.
―Pero ¿y si te hago daño?
―¿No querías mandar?, no te preocupes por eso… y haz lo que tengas que hacer…
―Joder, Sara ―exclamé tensando su tanga todo lo que pude.
―¡¡Tira, vamos, arráncamelo!!

Rodeé la cuerdita que rodeaba su cadera en mi muñeca y con un golpe seco, ¡¡¡RASSSSS!!!, la tela cedió y me quedé con su tanguita entre los dedos. Se le escapó un grito de dolor a Sara, y cuando me vio con la prenda en la mano, soltó un gemidito de satisfacción.

―¡Aaaah, muy bien! ―jadeó cogiendo el tanga y pasándomelo por la cara―, mmmmm, ¡qué malo eres!

Aspiré el olor que emanaba su prenda más íntima y eso hizo que todavía se me pusiera más dura. Luego me pidió que abriera la boca y la muy zorra me metió su húmedo tanguita. Yo dejé que lo hiciera y cuando me quise dar cuenta, Sara ya me estaba dominando de nuevo.

Pero no quería correrme así. De esa manera tan patética, dejando que me follara con su ropa interior en la boca y sin apenas poder respirar.

Intenté hablar, pero no podía, y subí la mano para sacarme el tanga, aunque Sara no me dejó.

―Ni se te ocurra…, quiero que te corras así… ―me advirtió.

Me lo había metido tan profundo que tampoco podía escupirlo y sentí una sensación de ahogo que me puso muy cerdo. Al menos saqué fuerzas de flaqueza y pude quitarme a Sara de encima con un empujón, y se vio sorprendida cuando me puse de pie sujetándome la polla con su tanga metido en la boca.

¡Menuda estampa debía tener!

Pero me daba morbo esa sumisión, aunque también me apetecía ser yo el que se la follara por una vez y le di unas palmaditas en la cintura para que se volteara. Sara entendió a la primera lo que pretendía y apoyó la cabeza en el respaldo del sofá, quedándose a cuatro patas y ofreciéndome su culo.

Me detuve unos instantes admirando su cuerpo, esa cintura estrecha, su culazo prominente por el que asomaba su minúsculo ano, que parecía más abierto que nunca.

―¿Quieres follarme así? ―preguntó tirando de su glúteo hacia fuera en un gesto muy obsceno, y yo, que ni tan siquiera podía hablar, me acerqué con la polla en la mano.
―Mmmmm, mmmmm, mmmmm ―bramé como pude.
―No entiendo lo que dices… ―me vaciló la muy puta.

Y viendo la sonrisa que ponía se la clavé de un solo golpe hasta los cojones. Sara estampó la cara contra el sofá y yo agarré sus caderas para embestirla tres veces más. Me incliné sobre su espalda y me la seguí follando así, agarrando sus tetas para sopesarlas con la mano.

Sara se giró y al verme con el tanguita, que asomaba por la comisura de los labios, se acercó para darme un beso y, durante unos segundos, compartimos su prenda, lo que me pareció superexcitante. Estuve a punto de pasárselo y terminar de follármela con su propio tanga ocupando su boca, eso hubiera sido muy morboso, pero Sara se anticipó separándose unos centímetros y con el dedo se encargó de meterme toda la tela en el interior para que me lo tragara entero.

¡¡Ahora tenía su tanga inundándome la boca y apenas podía respirar!!

―Mmmmm, me encanta que seas tan obediente… ―gimió flexionando su codo y buscando mis labios para meterme otros dos dedos y asegurarse de que me corría así.
―¡¡¡Buufffff, buuufffff!!!
―¿Ya vas a correrte!
―Mmmmfff, mmmmmffff…
―Vamos, fóllame, fóllame, mmmmm, qué malote eres…

La muy puta no dejaba de vacilarme y de lanzar su culazo contra mí. Yo me incorporé y la sujeté por la cadera para embestirla todo lo fuerte que pude, pero me fue imposible aguantar, ver cómo mi cuerpo rebotaba contra su majestuoso culo fue demasiado para mí, y con su tanga metido por completo en la boca, saqué la polla deprisa y me quité el condón mientras ella seguía lanzando sus caderas contra mí.

Me la meneé deprisa y mi semen salió disparado hacia el culo y la espalda de Sara, que al notar mi caliente corrida bañándola me animó a que siguiera.

―¡Mmmmm, eso es, córrete, córrete, dámela toda…, mmmmm…, córrete encima de mí!

Apenas podía respirar y el tanga de Sara se fue metiendo tan dentro que incluso me llegó a rozar la campanilla, haciendo que tuviera una pequeña arcada. Me lo saqué deprisa, tosiendo, mientras mis últimas gotas cayeron sobre los glúteos de ella, que seguía dándome golpecitos hacia atrás, en un vaivén continuo.

―Tranquilo, mmmmm, eso es, respira…
―¡Aaaaah, joder! ―exclamé cuando al fin me liberé de su prenda más íntima, restregando mi polla por su piel.

Cuando terminé de correrme, la limpié con su propio tanga, que apenas pudo recoger todo el semen que había esparcido por su cuerpo, y luego lo lancé al suelo y me incliné sobre Sara para besuquearla por la espalda y el hombro.

Caímos rendidos en el sofá y Sara se apartó el sudado pelo de la frente. Me miró con cara de vicio, con la respiración acelerada y me buscó la boca dándome un morreo húmedo, metiéndome toda la lengua.

―Vamos a la cama ―suspiró―, quiero que me folles otra vez…

Sacó otro condón del bolso y fuimos desnudos y agarrados de la mano hasta mi habitación. Estuvimos unos minutos dándonos besitos y Sara dejó que manoseara su cuerpo para que se me volviera a poner dura lo antes posible.

―Me ha gustado mucho que conozcas a mis amigos… ―le dije―. Para mí era muy importante.
―Lo sé…, además, lo he pasado muy bien, me han caído genial…, y a mí también me gustó que conocieras a los míos…, ¿qué te parecieron?
―Bien, en general, se nota que os conocéis desde hace muchos años, y bueno…, eso de que seáis tan… «abiertos» ya no me gustó tanto, pero…
―¿Abiertos?
―Sí, que os enrolléis entre todos…
―No nos enrollamos entre todos, sí, reconozco que a lo largo de los años nos hemos liado entre nosotros, es normal, éramos muy jóvenes…, empezamos a salir juntos desde el instituto…, pero ahora ya no…
―Y también está lo tuyo con Álvaro…
―¿Qué pasa con Álvaro?
―Pues que parece que tenéis una relación especial.
―Álvaro es mi amigo y ya está…, igual que el resto, lo que tuvimos fue hace mucho, ahora ya no hay sentimientos de por medio…
―¿Te sigues acostando con él?

A Sara se le escapó una sonrisa, estaba claro que no se esperaba mi pregunta.

―Sí, de vez en cuando follamos…, lo pasamos bien…

Aquella respuesta me dolió, pero Sara parecía que estaba siendo sincera; así que quise seguir investigando un poco.

―¿Y ahora te sigues acostando con él?
―La última vez fue hace meses…, si eso es lo que te preocupa…
―¿Por eso se pelearon Abel y Álvaro?
―Noooo, ya te lo dije, se pelearon porque se llevaban mal, no fue por mí…, ¿quieres saber algo más?
―¿Te molesta que Álvaro se folle a otras?, por ejemplo, el otro día, según Lucía, se acostó con Laura…
―Nooo, claro que no, ya te he dicho que no hay sentimientos, es solo… sexo, y si estamos solteros, no veo qué hay de malo…
―¿Con cuántos chicos de tu grupo has estado?
―Ja, ja, ja, ¿y eso a qué viene ahora?
―Nada, solo era por curiosidad…
―¿Es importante eso para ti?
―No…
―Qué más da, con la mayoría me he liado hace muchos años…, antes de la universidad me enrollé con todos, con algunos solo he estado una vez, solo por el morbo de probar con ellos, luego empecé a salir con Álvaro a los veinte, estuvimos dos años juntos y después he tenido otros novios fuera del grupo, o sea que lo que pasó entre nosotros, la mayoría, fue en el instituto…, cosas de la adolescencia…, ahora de vez en cuando algunos se enrollan, sí, pero somos un grupo normal, no te creas que cada fin de semana unos follan con otros y nos montamos orgías o algo por el estilo, ja, ja, ja…, ¿ya te quedas más tranquilo?
―Sí…
―Por resumir, hace años que no estoy con ninguno de mis amigos, salvo con Álvaro, y eso cuando no tengo a nadie… ―me dijo con un pequeño toquecito en la nariz.

En ese momento me lo dejó fácil para preguntarle si para ella estábamos saliendo y ya me consideraba su pareja, era mi gran oportunidad, pero el morbo de indagar en lo que hacía con otros fue superior y seguí insistiendo con lo mismo, metiéndome en un jardín muy peligroso.

―¿No te parece extraño follar con un ex?, podría surgir algo entre vosotros…
―Los dos tenemos muy claro que no, nuestro momento ya quedó atrás y no va a volver, pero nos gusta follar juntos…, ya te he dicho que lo pasamos muy bien…, si algún día necesito sexo y tengo a Álvaro a mano…, paso de andar buscando a otro…
―Eso es muy feo, parece que lo estás utilizando…
―Anda, y él a mí…, nos utilizamos mutuamente…, pero vale ya de hablar de Álvaro, ¿o es que te gusta hablar de estas cosas?
―Eh, no, solo…

Los dedos de Sara ya hacía unos minutos que estaban jugueteando con mi polla y yo casi ni me había dado cuenta, pero al mirar hacia abajo me encontré que estaba empalmado y ella me pajeaba despacio.

―No pienso contarte cómo follo con Álvaro, si es que lo estás pensando… ―bromeó Sara.
―¡Vete a la mierda!, serás capulla…
―Ya bastante te he contado… ―Y sacó el condón y me lo fue poniendo, desenrollándolo sobre mi tronco―. Mmmmmm, se te ha puesto muy muy dura…, a ver si con la broma va a ser verdad que te pone cachondo saber que follo con otros…
―Sara, vale…
―¿Te recuerdo cómo te pusiste el día que te conté lo de Javier en mi cena de despedida?, mmmmm… ―gimoteó en mi oído y poniéndose sobre mí a la vez que me sujetaba la polla y se la iba introduciendo poco a poco.

La muy hija de puta no se callaba y comenzó a follarme muy lentamente, restregándome las tetazas por la cara y con una sonrisa burlona que me ponía muy burro.

―Aaaah, Sara, cállate, mmmm, mmmmm, vale ya…
―¿Tú también quieres llamarme niñata como Javier?, ¿te pone eso?
―Saraaaa, noooo…
―Dejé que me sobara, que metiera la mano bajo mi falda…
―Cállate, vale ya, por favor… ―le supliqué, le rogué, pero ella seguía martilleándome la cabeza y, aunque mi boca decía una cosa, mi polla le llevaba la contraria.

Si no la detenía, tenía pinta de que me iba a restregar lo de Javier por la cara, y yo notaba que eso le ponía a Sara, que cada vez estaba más cachonda.

―No hables de Javier…, por favor…
―Mmmmmm, está bien, voy a ser buena contigo, aunque pensé que me ibas a pedir que te contara otra vez cómo me folló…
―Noooo…, para, aaaaah, aaaaah, para…, dime cómo te folla… Álvaro…
―¿Quééééé…? ―preguntó sorprendida.
―Dime cómo te folla Álvaro…
―Aaaaaah, ¿qué quieres saber?
―¿Dónde lo hacéis?, ¿cómo?, ¿dónde se corre?, todo…
―Vaya, vaya, ¿te pone saber eso?
―No, solo es para que no sigas hablando de Javier… ―dije avergonzado.
―Ya, ja, ja, ja. ―Y subió la mano para meterme un dedito en la boca―. ¡Chúpamelo!
―Sara, glup, glup…
―Aunque no te guste, te lo voy a contar, mmmmm, follamos en casa de sus padres, suele estar vacía todo el año, allí lo hacemos casi siempre, nos gusta estar desnudos, terminar abrazados, sudando uno encima del otro, nos mordemos en el hombro, follamos en plan… salvaje…
―¿Con él usas preservativo?
―Depende, algunas veces sí y otras…, si me pilla muy caliente, puedo dejar que me lo haga sin…, me gusta que se corra dentro…, me pone mucho…
―Joder, Sara, mmmmmm…
―Ya sé que estás pensando que a ti nunca te he dejado, ¿verdad?
―¿Me vas a dejar?
―Puede que algún día…
―Mmmmmm, ¿y Álvaro te lo ha hecho por el culo alguna vez? ―pregunté apretando con fuerza sus glúteos mientras ella no dejaba de cabalgarme.
―¿Qué clase de pregunta de pervertido es esa?, mmmmmm…
―Lo siento, no quería…
―¿Te pone cachondo saber si Álvaro me ha dado por el culo?
―Oooooh, sí…
―Pues sí, me ha follado por detrás también…, muchas veces, aunque solo lo he hecho con él, es el único al que he dejado hacer eso…
―¡Diossss, Sara!
―No es algo que me guste mucho, pero con él, no sé…, me da morbo…, mmmmm, ese dolor es taaaan… rico, aaaah, aaaah…
―¿A cuántos de tus amigos se la has chupado?
―Joder, ¿en serio? ―preguntó metiéndome el dedo en la boca hasta el fondo―, te estás pasando…, ya hace tanto que ni me acuerdo…
―Claro que te acuerdas, Sara, vamos, dímelo…
―A Héctor y a Fer…, solo a esos… y a Álvaro, por supuesto…
―¿Se te corrieron en la boca?
―Sííííí… ―susurró arrastrando la vocal―, los tres…
―A mí tampoco me la has…
―Ja, ja, ja, sabía que ibas por ahí…, ¿qué pasa?, ¿quieres que te la coma?
―Sí…, llevamos ya meses y no…
―Te jode que se lo haga a otros y a ti no…, aunque ¿no te da morbo eso?
―¡Qué cabrona!
―Mmmmm, incluso a Javier se la he chupado y se me corrió… en la boca, mmmmmm, ¡me puso tan cachonda!
―Joder, Saraaaa, glup, glup, glup…
―No te corras, eh… ―me advirtió.

Pero yo estaba demasiado al límite, dejando que me clavara los dedos en la boca y cabalgándome a buen ritmo. Entonces cambió los movimientos circulares por un sube y baja que me volvió loco. Me ponía cachondísimo cuando caía a plomo su culo contra mis piernas y me aplastaba las pelotas, y también la cara de vicio que ponía.

No podía creerme que estuviéramos hablando de sus ex mientras follábamos y mucho menos de Javier, pero lo peor es que eso nos ponía muy calientes. Y yo ya no podía más.

―Sííííí, aaaaah, ze te corrió en la boca, mmmmmz, ze llama niñata y dejaz que ze te corra en la boca… ―quise provocar a Sara, hablando como podía con sus dedos en la boca.
―¡Aaaaah, aaaaah, sííííí!, soy su niñata…, mmmm, hizo conmigo lo que quiso…
―¡Aaaaah, Sara, voy a correzme!…, aaaaah, aaaaah…
―¡Sí, córrete, córrete, aaaaah, aaaaaah, dime que soy su niñata!, dímelo…, yo también estoy a punto, aaaaah…
―¡¡AAAAH, AAAAAH, AAAAAH!!, ¡ERES UNA NIÑATA, AAAAAAH, ERES… LA NIÑATA DE JAVIER, AAAAAAH! ―solté liberándome de sus dedos justo cuando empezaba a vaciarme dentro de ella.

Aquello pareció encender a Sara, que cerró los ojos, se apretó las tetas con la mano y echando su cuerpo hacia atrás, y restregándose contra mí, llegó a su propio clímax.

―¡¡Síííííí, sííííííí, AAAAAH, AAAAAH, AAAAAAH!!, ¡qué rico, Pablo!, aaaaaah, ¡qué bueno!

Luego se dejó caer hacia delante y se quedó unos segundos ronroneando con mi polla todavía dentro de ella. Había sido un polvo demasiado… intenso, pero una vez pasada la euforia y el calentón después de correrme, me dio una vergüenza terrible lo que acababa de pasar.

Sara se quedó sobre mí y yo me giré hacia un lado, cabizbajo, sin atreverme ni a mirarla a los ojos, y ella se dio cuenta de lo que estaba sucediendo.

―Ey, no pasa nada…, solo ha sido un juego, ha estado genial, ¿no crees?, me gusta que seas así en la cama…
―Perdona, yo no quería…
―Me ha encantado, mmmmmm, no veas cómo me he corrido ―susurró pegando su cuerpo contra el mío y buscando mi oreja para soltarme un pequeño mordisquito.
―¿En serio?, ¿te ha gustado?
―Sí, mucho…
―Joder, Sara, vas a volverme loco, estoy perdiendo la puta cabeza contigo ―dije sobando su culazo y contemplando maravillado sus tetas cuando se quedó sobre mí―. Podría volver a follarte ahora mismo…

Pero ella levantó la pierna, pasó su cuerpo sobre el mío y se recostó a mi lado apoyando la cabeza en mi pecho.

―Ha estado perfecto… ¿Te ayudo a recoger un poco y luego me acercas a casa?
―No te preocupes, mañana tengo todo el día…, nos quedamos unos minutos más así y ahora te llevo…

Y media hora más tarde ya la estaba dejando en casa de sus padres. Sabía que iba a volver a estar dos semanas sin verla y en ese momento no me gustó la idea; así que antes de que se bajara del coche me lancé.

―La semana que viene voy a llevar a las niñas a la Warner…, vamos a pasar allí el sábado, ya sé que este finde no has visto a tus amigos y supongo que te apetecerá quedar con ellos, pero me gustaría, eh…, joder, qué difícil se me hace esto…
―¿Me estás pidiendo que conozca a tus hijas y pasemos el día juntos en el parque de atracciones?
―Eeeeh, sí…
―Sí, me encantaría…
―¿En serio?
―Claro, hace muchos años que no voy y seguro que lo pasamos genial con las niñas, y así las conozco, me encanta el plan…
―Vale, perfecto, pues el sábado que viene te pasamos a buscar…
―¡Genial!, pues ya me dices. ―Me dio un beso en la boca, salió del coche y yo me quedé esperando hasta que entró en el portal.

En el viaje de vuelta hasta casa no podía ir más feliz, Sara había conocido a mis mejores amigos y había congeniado muy bien con ellos y ahora también estaba dispuesta a que le presentara a mis hijas y pasar el día con nosotros en el parque de atracciones, además, en la cama cada vez nos entendíamos mejor y en el último polvo hasta había conseguido que se corriera.

Mi relación con Sara iba avanzando lentamente, pero con pasos seguros…, y ella cada vez parecía más dispuesta a poner de su parte para que lo nuestro empezara a funcionar.

Lo que estaba claro es que para Sara ya era algo más que un simple follamigo.
 
Al menos espero que esa salida sirva para qiue las niñas le vayan con el chisme a su ex esposa.

Si Sara no le come la polla es porque simplemente no le pone, y eso debe de joder mucho, pero claro, este tipo es medio masoquista, así que también le pone eso.
 
Al menos espero que esa salida sirva para qiue las niñas le vayan con el chisme a su ex esposa.

Si Sara no le come la polla es porque simplemente no le pone, y eso debe de joder mucho, pero claro, este tipo es medio masoquista, así que también le pone eso.
Se la chupo hasta a Javier y en la primera, con Pablito lleva meses y nada de nada
 
Al menos espero que esa salida sirva para qiue las niñas le vayan con el chisme a su ex esposa.

Si Sara no le come la polla es porque simplemente no le pone, y eso debe de joder mucho, pero claro, este tipo es medio masoquista, así que también le pone eso.

Es lo que hace que a estos tipos se los llame Pablito, no dan para Pablo, y eso una mujer como Sara lo intuye de inmediato.

El le pone una fuerte carga de sentimientos a todo lo relacionado con ella, y es claro que a ella le incomoda.

Por la personalidad que ella ha mostrado, se ve que necesita ser domada por su hombre, y ahí un Pablito nada tiene que hacer. :oops:
 
Pablo, es un personaje penoso pero posible, solo ve lo físico de Sara y se valora tan poco, que acepta la manipulación y humillación por parte de Sara, presentarla a Daniel es dar a dos cachondos la oportunidad de follar. Sara no vale la pena, solo es un bonito pedazo de carne cachonda qué ama el sexo sin amor. ¿Dejara su ceguera Pablo?
 

📢 Webcam con más espectadores ahora 🔥

Atrás
Top Abajo