Mensaje en una botella

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“Quien quiere estar, está. No me vengas con la distancia, el tiempo, tu madre, la vecina, el trabajo, el fútbol y su pᴜta madre.”
 

Donde estés.

Me regalaste una historia, pero como en todas, siempre hay un final

A veces las cosas terminan, y piensas en lo que te faltó, en lo que no dijiste, en lo que pudiste hacer.

Donde estés, quiero que sepas, que nuestra historia se queda, que vive conmigo.

Tú y yo no estamos juntos hoy, pero una parte de mi alma siempre extrañará a la tuya, aunque no te vuelva a ver...
 
Última edición por un moderador:
Duele de a poquitos de ah ratitos, era tan suya y el un poco mío, él tenía todo para ganar y yo todo por perder, el ciclo se cumple, las decisiones se toman y no siempre es felicidad para ambas partes. Quedan los recuerdos, los momentos esos que fueron solo nuestros. Te dejo ir con el mismo cariño que te permití entrar. Realmente quise arriesgarme a enamorarme contigo solo contigo pero todavía le debía una al karma. Anda ve y ama, disfruta de cada etapa no mires atrás por más que duela y cuando me recuerdes espero que sea con el mismo cariño de siempre. No, no es un hasta luego es un adiós de mi parte;entendiendo que te entregue lo más hermoso que había en mí pero la vida te tenía un regalo aún más grande. Cuídate que yo desde aquí siempre querré verte feliz.
 
A medida que pasan los años
sigo descubriendo muchas cosas.

Descubrí que la vida
no es color de rosa,
pero la puedo decorar
del color que yo quiera.

Descubrí que puedo
entregar lo que tengo
y hasta lo que no tengo
y a veces no es suficiente.

Descubrí que puedo llorar
hasta quedarme dormida
y aún así nunca, se me acabarán las lágrimas.

Descubrí que sigo
teniendo corazón,
no importa cuantas
veces me lo rompan.

Descubrí que el sufrimiento
me hace más fuerte y que si no me arriesgo en la vida soy una cobarde.

A medida que pasan los años,
Amo, olvido, perdono, y descubro, que mientras
tenga vida puedo soportarlo todo.

Autora: Glory Miranda
 
Cuenta la historia...
Que eran dos almas
que se encontraron un día,
sin buscarse,
sin siquiera imaginarse
que serían parte un capricho de la vida,
un complot, un desatino
o una simple casualidad del destino.

El amor no estaba en sus planes,
tampoco querían complicarse.
No eran amigos, ni novios,
tampoco amantes,
solo dos personas que se gustaban,
para dar rienda suelta
al placer unos instantes.

Se buscaban en las noches solitarias,
se encontraban en los momentos de soledad,
pero nunca se atrevían esa línea cruzar;
a dar el siguiente paso
por miedo a perder lo que ya tenían,
por miedo tal vez
a lo que después pueda pasar.

Se hacían el amor incontables veces,
lo hacían tan suave
que cuando se besaban
dejaban este mundo,
y cuando lo hacían fuerte y rudo;
sus gemidos hacían temblar
de la habitación los muros.
Lo hacían con tanta pasión y entrega
que el tiempo se detenía a observar.

Ellos se comían a ratos,
a escondidas, a eternidades,
entre fuego y sombra...

Solo bastaba una llamada,
ella solo esperaba una invitación y él,
él la buscaba para suavemente devorarla,
para escribir a besos sobre su vientre
y en su estrecho caliente
las más perversas poesías.

Ella fingía no amarlo,
sólo desearlo, pero sin darse cuenta
poco a poco de él se fue enamorando.
Era inevitable no ceder
a sus más oscuras fantasías,
pues mientras más
sus piernas se resistían,
más fiero era el deseo
de con sus lengua poseerla.

Ella había probado otra bocas,
pero solo con la suya de entregaba,
solo con la suya volaba.

Y así pasaron noches y días,
entre risas y miradas cómplices,
entre sábanas cálidas
y despedidas frías.
Hasta que un día, sin saber cómo;
se dieron cuenta de que algo
igual no se sentía,
de que algo había cambiado.

Se percibía en el aire,
en la piel erizada,
al tacto húmedo de su cavidad
con el hierro al rojo vivo de su virilidad
cuando ambos se fundían,
esa chispa que
el alma les estremecía...

Ya no eran sólo amigos,
pero tampoco amantes,
eran algo más, aunque no sabían definirlo.
Se querían con locura, pero temían perderse,
por eso seguían siendo ese ”casi algo”,
que era mejor a no tenerse, a no sentirse.

Pero fue más grande la cobardía,
el miedo a la suerte de caer en el amor,
que un día se separaron sin razón,
que decidieron echarle la culpa
al posible fracaso
sin antes haberlo intentado,
sin antes haber apostado el corazón.

O quizá fue una de las ironías del destino;
algo que queremos tener
y no podemos
ni con todas nuestras fuerzas retener,
esa cobardía que nos paraliza
y nos impide entregarnos
plenamente por miedo a perder...

Cuando esto pasó,
ella tomó sus alas y echó a volar.
Él se convirtió en poeta y le escribió incansablemente letras
que la pudieran alcanzar.
No para que vuelvan,
sino para poder olvidar;
que fueron ese ”casi algo”
que nunca pudieron concretar,
ese intento fallido de un amor de verdad... ❤️
 
No importaba el lugar ni el momento.
Sólo el deseo que nos llevó a perder el control sin miedo a las consecuencias.
Nos habíamos tentado tanto.
Las miradas intensas,
las palabras con intenciones ocultas,
el roce imprudente de algunos momentos.
Era mucho fuego por contener,
mucha lujuria corriendo por las venas.
Éramos almas sedientas de un éxtasis que sólo nuestros cuerpos devorándose podrían entregarnos.
No importa el momento,
Ni el lugar.
Perdimos control de nuestros actos y la pasión de la noche nos llevó a sucumbir.
Se escuchaba choque incesante de nuestras cuerpos sudados, temblando entre cada embate.
Se sentía el calor de nuestras almas estremeciendo nuestros cuerpos mientras los gemidos se adueñaban de la habitación.
Éramos piel y deseo en un total arrebato ardiente sin temor a que nos vieran.
Éramos la causa y efecto de un juegos que no pudimos controlar.
Y ganó el fuego,
Termino por quemarnos divinamente.
 
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