(de otras cosas no me atrevo,
no es que no quiera, no puedo),
y aquí les dejo un "tributo",
de ...turbaciones postrero,
a pesar de lo ridículo
que les guste, yo lo espero.
Si he logrado hacer reír,
o tan sólo sonreír,
con estos, mis ajetreos,
me voy dando por contento.
De la (con)turbación y otras cosas insignificantes.
O
De la (mas)turbación (apócrifo)III -y último-
Como se sabe de sobra,
no es correcta bi(o)logía,
en cuanto a literatura,
siempre suena "más mejor",
profesional y de autor,
hablar de una trilogía,
no me guarden pues rencor,
no me doy de literato,
soy tan sólo un pasador,
escribo y se pasa el rato.
La tercera expedición,
en busca de mi El Dorado,
respecto a masturbación,
se dio, de forma jocosa,
accidental y tramposa,
visto desde la distancia,
y la perspectiva clara,
que da el paso de los años;
en su momento, lo admito,
las últimas dos que cito,
se cumplieron ciertamente,
pero ¡ay! la primera fue,
francamente vergonzosa.
Sábese que es un varón,
quien les cuenta acá estas jodas,
lo dejo claro, palmario,
por si llegan a este tercio,
sin haberse leído el resto.
Pues bien, en siendo varón,
con los años en desgaste,
el cuerpo se va cambiando,
(no siempre para peor,
en mi caso no hay de donde),
y ciertas partes de abajo,
pierden fuelle o se rebosan,
se impone pues la visita,
a un doctor,o doctoresa,
alguien que sepa el latín,
que pone nombre al asunto,
y que lo revise, en fin,
por ver de que van las cosas.
Y allá me tienen ustedes,
vestido para ocasión,
de punta en blanco por fuera,
y blancura de "Colón",
en todo aquello interior,
sentado cual colegial,
(en una sala de espera,
de una clínica cualquiera,
poco importa ubicación),
que espera la reprimenda,
de la augusta dirección.
Se persona una enfermera,
nombrando mis nombres dos,
- Pase usted a la consulta,
que ya le aguarda el doctor.
Me levanto, yo elegante,
(hay que conservar las formas),
haciendo una inclinación,
de cabeza hacia la dama,
que me precede a consultas,
como perfecta edecán,
y, yéndole yo a la zaga,
no pude sino mirarla,
(lo saben, soy un mirón).
Vestida en blanco pijama,
dijérase de algodón,
algo ajado de lavados;
la tela que lo formaba,
tal vez fuere por tensión,
transparentaba una braga,
que por su forma y color,
poderosa recordaba,
aquella que en el pretérito,
le servía a mi distracción.
La consecuencia inmediata,
no puede calificarse,
ni de lejos de erección,
antes bien de cosquilleo,
o sutil animación,
(que los quince años pasaron,
de eso hace ya, un buen montón).
Me pongo pues en consultas,
en las manos del doctor,
una parte preocupado,
y otra tanto tontorrón;
le explico mis varias cuitas,
apelando comprensión,
y el muchacho, que es muy joven,
en edad, no en formación,
me regala amablemente,
una linda puñalada,
en el ego que me queda,
con toda buen intención:
- Eso es cosa de los años,
(me dice el niño cabrón).
+ Gracias doctor, por su tiempo,
iba a despedirme yo,
a lo que el mozo contesta:
- No se apure, haga favor,
tenemos que descartar,
otras posibles dolencias,
someterle a exploración,
pásese tras el biombo,
agáchese el pantalón,
y también tire calzones,
apóyese en la camilla,
adopte tal posición.
Ya cuando oí la palabra,
"someterse" me picó,
imaginen pues el resto,
un caballero honorable,
correcto, incluso agradable,
(si me esfuerzo, claro está)
sometido a humillación.
¡De perdidos, venga al rio!,
pensé para mis adentros,
y tras el biombo escondido,
me desvestí en juramentos.
Culo en pompa y codos tensos,
así me vi, por mi vida,
consolándome tan sólo,
el que nadie me veía,
pero hete aquí que la cosa,
toma un vergonzoso cariz,
la enfermera se coloca,
tablilla en mano y crayola,
enfrente de mi nariz,
dispuesta a tomar las notas,
que el dilecto doctorcito,
va soltando por su boca
(no sé si lo he dicho ya,
pero mientras a ella hablaba,
se iba poniendo detrás).
Me ajusta y me recoloca,
mejorando posición,
mientras tanto a mi me dice:
- Tranquilo, no se preocupe,
molesta solo un poquito,
y es de corta duración.
Yo, la miro, (a la enfermera,
que el de atrás no da visión),
que muy linda me sonríe,
con gesto de comprensión,
y entre que ya había admirado,
sus braguitas entrevistas,
y que la joven es linda,
y más linda su sonrisa,
mi amigo de por los bajos,
mantiene su animación.
De repente, sin aviso,
¡ Ah canalla, ah que traidor !
invade mis interiores,
un ataque de improviso,
con un dedo acusador,
mis ojos son como platos,
abiertos como una flor,
y sin saber como vino,
en un ¡AHHHHHH! se me escapó,
una tremenda venida,
que no me esperaba yo.
La enfermera que veía,
en primicia mi sesión,
del todo se ruboriza,
más la vista no apartó.
No sé lo que tocaría,
el bueno del buen doctor,
el caso es que (con)turbado,
de la sala salí yo.
Y aquí remata la historia,
de aqueste viejo histrión,
que en asuntos de onanismo,
da más pena que un dolor,
ridículos los comienzos,
grata la continuación.
Cómo fue el descubrimiento,
a mi ver, importa menos,
que el gozo en lo posterior.
a todos
(especialmente a la maravillosa propietaria de este hilo)