Capítulo 694
Acompañé a Sofía a la puerta, donde ella se puso su abrigo y nos dimos un abrazo largo para despedirnos. Mientras lo hacíamos me dijo que confiara más en ellos y que no nos apartara tanto de sus vidas, sobre todo en los asuntos importantes. También me dijo, ya despegada de mí, que tratara de alejar a Noelia de mi vida si es que así lo quería y si eso significaba tener una conversación seria con Andrea proponiéndole incluso un ultimátum, pues así debería ser, porque no podía ser que ambas hicieran lo que les daba la gana cuando el que pagaba el alquiler de manera íntegra era yo. Le dije que pensaba que llevaba razón, pero también me daba pena por ella, porque eso podía truncar su futuro en el ámbito académico por mucha beca que tuviera, porque no veía fácil encontrar piso a esas alturas y una mudanza podía perturbar su rutina y demás, pero sí, tenía que pensar en ello seriamente. Sin más, nos despedimos, dándole yo las gracias por haber venido por casa para dejarme explicarle lo que pasaba, pidiéndole de vernos próximamente para comer juntos como me hubiera gustado hacer ese día.
Cuando se fue me quedé un poco chafado, porque no tenía ningún plan para ese día. No es que buscara uno muy activo, prefiriendo estar tranquilo en casa, pero sí que me hubiera venido genial tener algo de compañía para comer en casa o hacerlo fuera, quizá un pequeño paseo y un café, o quedarnos en casa charlando de otras cosas resguardándonos del frío. Con eso me conformaba, pero se ve que era mucho pedir, porque no solo Sofía me puso pegas, sino que también me las puso Hugo. Le sugerí juntarnos para comer, pero él también tenía planes, así que tampoco pudo ser por ahí. Con Daniela también se descartó quedar ese día por estar ella liada al tener un cumpleaños en la cafetería esa tarde. Me preste a echarle una mano y todo para los preparativos, pues tenía que transportar algunas cosas desde un almacén cercano, pero me dijo que no le parecía bien y que ya tenía una compañera para ello. De hecho, iban a comer ambas en la cafetería para no perder tiempo yendo y viniendo de casa.
Como ya veía venir la noche anterior, ese día comí lo mismo que cené. Me lo recalenté y también hice el esfuerzo de comer las sobras de la cena de mi cumpleaños, porque me daba pena tirarlo. No estaba para echarme a llorar, pero desde luego era consciente de lo triste que se había vuelto todo. No podía sentirme más solo. Por eso estuve dándole alguna vuelta para ver si podía pasar la tarde con alguien, pero no llegué a encontrar nada. No me apetecía ir a la tienda, aunque se seguían montando los torneos de cada fin de semana, pero no tenía ganas de ir y estar jugando durante horas. Quizá me hubiera venido muy bien para hacer pasar el tiempo más rápido, pero es que me daba mucha pereza. Todo me parecía aburrido, o más bien estaba todo el tiempo sin ganas de nada. Por lo menos pude descansar por la tarde en el sofá, solo y sin nada que hacer del trabajo ni nada. No dormí, pero el cuerpo agradecía ese reposo igualmente.
Recibí algunos mensajes de Noelia en los que me pedía disculpas por lo que había pasado el día de mi cumpleaños, explicándome que no era su intención y que no tenía ni idea de que ellos pudieran aparecer, ya que Andrea le había contado que andaban muy liados por el trabajo y que también me lo había oído decir a mí. Me sugería vernos para poder disculparse en persona y contarme lo que ella sintió cuando pasó todo aquello, pero le dije que no, que mejor así, sin vernos. Le puse que estaba muy enfadado con ella y que lo único que quería era que me dejara en paz. Le volví a recordar que ya me había jodido la vida hacia justo un año y que lo había vuelto a hacer, en el día de mi cumpleaños. Hasta le pregunté si lo hacía a propósito. Ella me dijo que no, pero igualmente, después de ese rapapolvo que le di al decirle eso y más cosas, empezando a ponerme nervioso hasta tal punto de temblar un poco, me dijo que se alegró, porque al menos le había respondido, cosa que era rara. También me puso que entendía que necesitara tiempo y que me lo iba a dar, pero que necesitaba verme para poder hablar conmigo, llegando a invitarme a su casa a cenar cuando quisiera, pasándome incluso su dirección, con ubicación y demás.
Esa vez ya no le llegué a responder y me quedé tumbado en el sofá sin hacer nada más que ver la televisión, aunque no me gustaba nada de lo que había, por eso me puse a jugar un poco. A media tarde se me ocurrió hablarle a Valentina, aunque dudaba que me respondiera con eso de que estaba muy ocupada. Le puse que esa noche nos podíamos ver para cenar y hablar más tranquilamente, como acordamos que podíamos hacer. Para mi sorpresa, no tardó mucho en responderme, aunque me puso como excusa que estaba muy ocupada, como ya sabía antes de hablar con ella, pero le insistí, porque era sábado y seguro que no acababa saliendo tan tarde. Ella decía que seguramente sí que acabaría tarde y yo le propuse que se pasara por casa para cenar allí, aprovechando que le pillaba cerca y así no tenía que esperar para ir hasta su casa y prepararse algo. Con gracia me dijo que tal vez sería mejor esperar, por aquello de que yo no era muy habilidoso en la cocina. No me lo tomé como un ataque, porque ella me empezó a hablar de manera amigable, poniendo excusas muy educadamente. Y también porque era verdad. Pero le dije que algo podía hacer, aunque fuera simple. O a las muy malas, podía pedir algo de comida sana a un restaurante, como ya habíamos hecho alguna vez cuando fuimos pareja.
Me dejó ese mensaje en visto y tras unos minutos me dijo que estaba bien, pero que no me hiciera ilusiones con nada. Extrañado le comenté que no sabía a qué se refería y que yo solo quería vernos para charlar y cenar tranquilamente, teniendo la idea de que acabáramos bien, como me hubiera gustado en su día, aunque entendía que le había hecho mucho daño. Eso pareció ablandarla, porque al final acabó aceptado sin poner más pegas, diciéndome que para las 10 de la noche aproximadamente estaría por casa, pidiéndome que no le escribiera más, porque estaba ocupada con el trabajo y también porque iba a entrar en una reunión importante. Le dije que la dejaba tranquila y le deseé suerte con esa reunión. Tras eso me puse a pensar dónde pedir comida para la noche, aunque como aquella vez que se me vino a la cabeza le gustó, pues no tuve que buscar alternativas, pensando en pedir de hecho lo mismo para ir sobre seguro.
Aunque también salí de casa para hacer unas compras, porque no teníamos casi nada en la nevera y pensaba preparar una ensalada, que eso sí que se me daba bien, además de que estaba pensando en comprar un postre que le gustara. Al llegar a casa puse todo en su sitio y me volví a sentar en el sofá, porque aún quedaba mucho para el encuentro. Se me ocurrió mandarle un mensaje a Irene, tal y como me recomendó Sofía que hiciera. Lo hice de manera breve, para no molestarle mucho, pidiéndole disculpas, siguiendo con que me gustaría vernos para hablar cuando pudiera. Ni siquiera me abrió el mensaje en lo que restó de tarde, como iría consultando para ver si tenía respuesta suya o algo. Ángela me mandó un mensaje no mucho después de que le mandara yo aquello a Irene, preguntándome si me pillaba bien para hablar. Le dije que sí, que sin problema, a lo que ella no llegó ni a responder, haciéndome una videollamada. Hubiera preferido que fuera por voz, porque mis pintas no debían ser las mejores, y eso fue justo lo primero que me dijo nada más descolgar yo la llamada.
-Vaya carilla tienes...
-Ya.
-¿Cómo estás?
-Tirando.
-Bueno... No me gusta verte así. Tienes que venirte arriba, ¿vale? No quiero que tengas esas ojeras y esa expresión. Tienes que activarte, salir, relacionarte.
-Es que no me apetece.
-Entiendo que no tengas ganas después de lo que ha pasado, pero tampoco puedes estar encerrado todo el tiempo. El finde que viene quiero que salgas, ¿vale?
-Ya veremos.
-No, ya veremos, no. Quiero que lo hagas. Necesitas animarte.
-Mira quién me lo dice, la monja de clausura...
-Oye, que tampoco es así, jajajaja.
-Tú tampoco sales mucho ni te relacionas. Con lo que tú eres...
-Pero yo es que echo de menos muchas cosas. Me siento un poco sola. Eso es todo.
-Pues ya somos dos.
-Ay... Y mira que habíamos bastante...
-Ya. Y está muy bien, pero no es lo mismo que en persona.
-Eso es verdad. ¿Me cuentas lo de la chica esa?
Le empecé a contar todo lo relacionado con Noelia, hasta le mencioné la vez que nos vio a los dos juntos tomando algo cuando yo estaba con mi ex, lo cual me trajo problemas. También le conté que esa misma tarde se había disculpado conmigo por mensaje. De hecho, se los enseñé. Ella no opinaba mucho, no sé por qué. Tan solo me dijo que me entendía y que no veía raro que le tuviera ese rencor con todo lo que me había hecho, pero que también la entendía a ella y le daba hasta un poco de pena. Pero sí me propuso soluciones, como poner tierra de por medio con ella, pero de verdad, porque también me sonsacó si me había acostado con ella, tal y como hizo Sofía. Parecía que lo habían hablado y que se habían puesto de acuerdo, porque la conversación fue un calco, al igual que me recomendó que le diera un ultimátum a Andrea, explicándole que entendía que fuera su amiga, pero que tenía que respetar unos límites que yo le ponía como compañero de piso, pensando que ella haría lo mismo conmigo en ese aspecto.
-He hablado un poco con Irene -siguió ella tras llegar a esa conclusión.
-¿Sí? ¿Y cómo ha ido?
-Bueno... No ha sido gran cosa. De hecho, hemos hablado cuatro palabras. Me ha dicho que estaba muy enfadada contigo, que la tienes harta y poco más.
-¿Poco más? Algo habrá si dices eso, ¿no?
-Nada con importancia.
-¿Segura?
-Sí. ¿Por?
-Porque te conozco.
-Bah...
-Va, dímelo.
-Me ha colgado un poco de mala manera. Eso es todo.
-¿Mala manera?
-Nada. Creía que la llamaba para bajarle el cabreo que tiene contigo y darle excusas de tu parte.
-¿En serio?
-Sí. Pero que no me importa. Sé que está muy enfada y es normal que piense eso ahora que volvemos a hablar mucho tú y yo. No se lo tengo en cuenta. No te preocupes.
-Me molesta que también se enfade contigo cuando no tienes nada que ver. Vale que lo haga conmigo, ¿pero contigo? Me parece que ahí se ha colado.
-Da igual. Es a mí a quien debería molestarle y no lo ha hecho, así que dejémoslo estar, que bastante tenemos con lo que hay.
-Bueno...
-También he hablado con Mario y él está molesto también. Es muy evidente. Aunque lo que más le molesta es que Irene se haya puesto así. Me ha dicho que está bastante insoportable.
-Ya. Me dijo lo mismo cuando hablé con él.
-Imagino.
-¿Y qué plan tienes para hoy? -pregunté para cambiar de tema.
-Pues he quedado con una compañera de trabajo. Vamos a cenar juntas y a lo mejor vamos al cine o algo.
-Bueno, no está mal.
-¿Y tú?
-Pues hay una sorpresa. Dentro de todo lo malo hay algo que no está mal.
-¿El qué?
-¿Te acuerdas que te dije que después de que se fueran todos vino mi ex, Valentina?
-Ajá.
-Pues hemos quedado hoy para hablar más tranquilamente. Vamos a cenar, aquí en mi casa.
-¡Anda! -celebraba mi amiga muy contenta.
-Pero me ha dicho que no me haga ilusiones de nada.
-Bueno, pero es un inicio, ¿no?
-Ahora mismo no estoy para nada, Ángela -dije quedándome mirándola fijamente, pensando en cómo de diferente podría haber sido todo si me hubiera atrevido a contarle lo que sentía por ella antes de que se marchara.
Ella empezó a hablar, diciendo que no tenía que cerrarme a nada tampoco y que si surgía podía ver qué pasaba, aunque yo me perdí en mis pensamientos, en donde lo que más me rondaba era justo eso, cómo habría sido todo si me hubiera lanzado a la piscina. Echaba mucho de menos a mi amiga y seguía sintiendo cosas por ella, pero digamos que con todo lo que había en mi vida últimamente, como que aquello había pasado a un segundo plano. O quizá fue que lo asimilé muy rápido, pero la verdad es que me hubiera gustado ver cómo nos podría haber ido, aunque ella no estaba en esa sintonía por aquello que me contó de que aún tenía heridas de su anterior relación, en la cual la usaron y que prefería un período de tranquilidad.
-¿Entonces no ves que pueda pasar algo de nuevo entre vosotros? -me repitió al estar yo en otras cosas.
-Lo dudo mucho. Sé lo cabezona que es y no veo que dé su brazo a torcer con eso. También sé que es orgullosa y no se va a comer unos cuernos con tal de volver.
-Pues... Bueno, a ver si tienes suerte y al menos echas un polvete, que tienes cara de que te hace falta.
-Tampoco tengo muchas ganas.
-¿Cuándo fue el último que echaste?
-El día anterior al de mi cumpleaños.
-No hace tanto entonces.
-¿Y tú? ¿Cuándo vas a hacer algo? Tienes que tener telarañas...
-Serás capullo... Jajajajaja.