Keranos
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Capítulo 688
Aquello era algo que me gustaba, porque me proporcionaba una tranquilidad que venía necesitando, sobre todo por parte de Noelia y sus apariciones por casa tan repentinas como molestas. Pero también me preocupaba. Cada vez se estaban haciendo más amigas, porque dentro del grupillo de amigas que se montó, ellas eran las que más tiempo pasaban juntas y sabía que eso me podría traer problemas. Andrea ya me había demostrado de parte de quién estaba cuando había una situación problemática entre Noelia y yo. Y también me había dado la impresión de que estaba metiendo mano sutilmente para que la cosa entre ella y yo fuera mejor, aunque eso lo tenía muy difícil. Anda que no tenía que emplearse a fondo para que tratara a Noelia de la misma manera que la trataba a ella... La posibilidad de que aquello tuviera lugar era ínfima. Pero eso no era lo que me preocupaba en ese momento, era justo lo dicho antes. Veía a Andrea capaz de traerse más a Noelia por casa para que yo "normalizara" su presencia y que le tuviera más tolerancia por así decirlo. Desde luego, eso me pondría las cosas muy cuesta arriba.
El martes fue un día festivo, 1 de noviembre, en el cual empleé gran parte de la mañana en el gimnasio para recuperar bastante tiempo que tenía acumulado al saltarme algunas sesiones entre una cosa y otra. Allí coincidí con Hugo, con el que estuve hablando, haciéndome el rato más llevadero, aunque no tardó mucho en irse, porque ese día también curraba. Entró después de mí y se fue mucho antes de que lo hiciera yo, pero aun así me hizo mucha compañía y el rato que estuvo conmigo se me pasó más rápido de lo que ya lo hacía por lo que me concentraba en hacer ejercicio, porque como he dicho me gustaba mucho por eso mismo, porque me concentraba en ello y me ayuda a evadirme. Fue una sesión de las intensas, de las que más, porque acabé bastante agotado y tan hambriento que casi ni me tenía en pie. De hecho, de camino a casa, cosa que me gustaba hacer andando, me tuve que parar un par de veces, sentándome en un banco, porque me costaba. Me temblaban las piernas y notaba cómo los músculos me daban espasmos.
En casa, lo primero que hice fue darme un atracón, haciéndome unas tostadas, comiendo varias piezas de fruta e incluso algo de bollería con chocolate. Aquello me dejó genial y me ayudó a reponer fuerzas, aunque me faltaba algo. Por eso me di una buena ducha, quedándome debajo del agua caliente varios minutos para que me ayudara a rebajar la tensión muscular que tenía después de haber forzado tanto. Me quedé como nuevo y me fui a mi habitación para ordenar alguna que otra cosa, aunque no tardé mucho en almorzar, cosa que, esta vez sí, hice con Andrea. Aunque fue algo rápido por su parte, porque ella me contó que había quedado con sus amigas para tomarse un café y se nos había echado la hora encima preparando la comida. Estaba tan tranquilo y a gusto tumbado en el sofá después de comer que hasta me entró sueño y fui capaz de echarme una pequeña siesta de media hora, algo inconcebible en mí normalmente. Aunque no me desperté desorientado como solía hacerlo al dormir a deshoras, una de las principales razones por las que no me gusta hacerlo. Pero ese día sí que tenía motivos, porque además del mal sueño, que se volvía a acentuar en esas semanas, aquel día había hecho un esfuerzo demasiado grande y el cuerpo pedía tregua.
Pero no quería tampoco estar tan parado el resto del día, porque entre otras cosas, cuando lo hacía me daba por recordar que el día siguiente era mi cumpleaños y aquello me transportaba un año atrás y no quería volver a vivir el peor día de mi vida, aunque fuera en forma de recuerdo. Por eso estuve un rato jugando con la consola, aunque no tardé mucho en irme a tocar la batería, porque la tenía muy abandonada. De hecho, me costó de primeras ponerme y me notaba muy oxidado, pero al final conseguí arrancar y tuve una buena sesión allí también. Además, me servía para mantener el cuerpo activo, que aunque no lo necesitara después de la mañana que me había pegado en el gimnasio, tampoco me parecía que estuviera de más. Hasta me quité la sudadera, quedándome con el pecho descubierto, porque me entró calor, tanto por el esfuerzo y tocar con intensidad, como por tener la habitación cerrada para no molestar a los vecinos y que no retumbara toda la casa, porque tenía hasta ciertos materiales que insonorizaban, así me ahorraba llamadas de atención que no quería.
Sudé. Sudé bastante de nuevo por la manera tan agresiva que tenía de moverme y por tocar esa música con ritmos tan altos como intensos, obligándome a tocar de manera frenética por momentos, los cuales repetía varias veces al gustarme tanto esas canciones. Irónicamente, lo que casi acaba conmigo ese día en lugar del sobreesfuerzo físico que estaba haciendo, fue el susto que me dio Noelia cuando me levanté y me quité los cascos. Estaba a un metro de mí, agarrando sus manos por delante y con una enorme sonrisa en su cara. Tenía pinta de que llevaba ahí un buen rato, porque yo no podía ver si entraba alguien o no al estar de espaldas a la puerta. Me miró de arriba a abajo y me dijo que le gustaba mucho como lo hacía y que le traía recuerdos. No me hacía falta pensar mucho para entender que se refería a ese momento en el que estuvimos su hermana, ella, Irene, Mario y yo de vacaciones y tocamos algo en un hotel por el que pasamos. Después de decir aquello me miró con deseo y me dijo que estaba para comerme, intentando darme un abrazo y apartándola yo diciendo precisamente eso, que estaba sudado, aunque ella decía que no le importaba que lo estuviera.
La dejé atrás y me volví a dar una ducha para ponerme ropa limpia después, llamándome las dos para avisarme de que la cena estaba lista. Se me había pasado el tiempo volando y no me había dado cuenta de que ya era tan tarde. La cena fue mejor de lo que pensaba, aunque puse de mi parte para que fuera así, porque no me apetecía nada ninguna tontería. Yo solo quería estar tranquilo, y por suerte Noelia colaboró al no abrir mucho la boca. Solo se limitaba a mirarme con una sonrisa, bajando la mirada a su plato de manera tímida. Me tenía algo despistado esa manera de comportarse, por lo que busqué una respuesta en Andrea al mirarla, pero no la encontré. Tras cenar, ambas se quedaron en el salón jugando un poco con la consola. Andrea se había aficionado con los juegos de Super Mario y le ofrecía a Noelia jugar con ella con cierta regularidad siempre que iba. Yo me acabé retirando a mi habitación sin decir nada y sin que se enteraran por lo pendientes que estaban de la pantalla.
Aunque no tardó en aparecer Noelia por mí habitación. Y fue más inoportuna de lo habitual, porque me puse a mirar cosas en el móvil y vi algún mensaje que tenía de Ángela y eso acabó desembocando en recordar la sesión de cibersexo que tuvimos hacía un par de días, por lo que me empecé a tocar ayudándome de las imágenes que recordaba de ese momento, de las veces que nos habíamos acostado y de alguna foto que tenía de ella en mi móvil. Noelia me pilló en plena faena, aunque lo estaba haciendo de forma calmada, pero no pude evitar que no me viera pese a guardármela rápidamente bajo la sudadera. Noelia se rio y me preguntó qué hacía, pidiéndole yo que no pasara y que me dejara tranquilo, pero ella entró de todas formas y se sentó en mi cama para quedarse mirándome. Me sugirió hacer algo ya que estaba así, comentando que a ella le apetecía mucho también, poniendo su mano en mi pierna.
Noelia hizo uso de su don para persuadir y embaucar, poniéndose a hablar con tono meloso y poniendo caras sugerentes. La verdad es que mi cuerpo me lo pedía y llevaba ya unos días sin hacer nada más que masturbarme, por lo que me lo empecé a pensar, pero antes de que me dejara responderle, ella ya estaba agarrando mi polla para empezar a mover su mano lentamente hacia arriba y abajo, mirándola y haciéndolo también con mis ojos, intercambiando objetivos, aunque siempre que me miraba fijamente ponía una sonrisa en su boca. Cuando lo hacía con mi polla, se relamía sin embargo. Me quitó los pantalones y los calzoncillos para acomodarse entre mis piernas y regalarme una buena mamada en la que controlaba muy bien los ritmos. Era muy buena haciéndolo, eso no se podía negar por mucho que me jodiera reconocerlo y me conocía bastante bien como para saber qué me gustaba y qué no.
Por lo general me la comía como yo quería en ese momento, aunque de últimas me empezó a dar algún que otro beso por ella, por las caderas o por el pubis. Buscaba complicidad con su mirada, aunque solo encontraba indiferencia por mi parte, que no era poco teniendo en cuenta el rencor que le tenía. Me quitó la sudadera también, empezando a besar mi pecho, subiendo hasta mi cara hasta que llegó a mi oído para decirme que estaba muy mojada y que se moría de ganas por sentirme, acabando en mis labios para darme un beso en el que participé con desgana. Alargué la mano hasta la mesita para coger un condón, desnudándose ella mientras tanto. Lo hizo en nada y me quitó el condón con ansia para ponérmelo con la boca, siendo algo bastante morboso y que me gustó, aunque se ayudó con la mano para ponerlo por completo. Una vez lo tenía puesto, ella se puso sobre mí para acariciarse su propia rajita con mi polla, empezando a meterla muy lentamente hasta que quedó dentro de ella por completo.
Lanzó un suspiro largo y lento y se quedó quieta unos segundos. Aquello me permitía sentir lo caliente que estaba ella, literalmente, porque casi quemaba. También podía sentir cómo su cuerpo temblaba ligeramente como si estuviera muy nerviosa o tuviera mucho frío, pero dudo mucho que fuera eso último por el calor que irradiaba su cuerpo en general. Ya se le empezaba a enrojecer la piel, cosa en la que me había fijado últimamente. Siempre que se excitaba mucho o que estábamos en pleno acto, su piel reaccionaba como si un sarpullido estuviera invadiendo su cuerpo. Puso sus manos con delicadeza sobre mi pecho y se empezó a mover muy lentamente. Tanto que casi no podía notar ningún estímulo. Aunque a ella le parecía estar gustando mucho, pero yo necesitaba más. Por eso le dije que lo hiciera más rápido, abriendo ella sus ojos y saliendo de una especie de trance en que parecía estar, haciéndome caso y empezando a follarme de verdad.
No quería que la cosa durara más de lo que debía para que no se acostumbrara a ello y también caí en la cuenta de que en esa postura ella llevaba las riendas, cosa que no quería que fuera así para nada, porque consideraba que eran pequeños detalles que para ella tendría mucha importancia y que le daría pie a ganar una confianza que yo no quería que tomara. Ni conmigo ni con ella misma para saber por dónde tirar para que yo estuviera receptivo. No podría hacerlo esa noche de la manera que más me gustaba a mí, pero era algo necesario, por eso la puse bocarriba sobre la cama, con una rudeza que ella no se tomó para nada mal y que de hecho le gustó por las pequeñas risas que lanzaba. Se abrió bien de piernas y se dejó hacer, alabándome en mi trabajo y pidiéndome que no parara. Casi lo suplicaba. Yo le decía que se callara para que no nos escuchara Andrea, tapándole la boca además, pero llegó un punto en el que la cambié de postura, porque nuestras miradas se cruzaban mucho y me causaba cierta incomodidad, sobre todo porque siempre que aquello pasaba, ella sonreía.
La puse de lado y se la metí desde atrás para follarla haciendo la cucharita, aunque de manera muy rápida, nada que ver con el cariño que se suele tener en esa postura. Aunque por mi cabeza pasó que ella sí que podía estar sintiendo eso, por lo que la acabé poniendo bien a cuatro para empotrarla bien sin importarme esta vez que nos pudieran oír, porque lo que buscaba era acabar rápido para desahogarme y punto. Noelia gemía y le pedí que se callara, pasando a ordenárselo al ver que no me hacía caso. Hasta le agarré de la nuca para empujar su cabeza contra la almohada, apurando todo lo que pude para acabar, consiguiéndolo al empezar a correrme dentro del condón. Mi orgasmo provocó el suyo, el cual manifestaba con fuertes espasmos y gemidos lastimeros que ahogaba contra la almohada. La solté y me tumbé bocarriba, quitándome el condón y dejándolo anudado sobre la mesita. Ella tardaba en recuperarse, pero terminó haciéndolo, poniéndose de lado para mirarme y pasar su brazo por mi pecho.
-Javi, si quieres podemos hacerlo sin condón. Tomo pastillas. Ya te lo dije.
-No voy a follarte así. Olvídate.
-Bueno, como quieras. Yo te lo recuerdo por si te apetece. A mí me gustaría mucho sentirte así.
-De eso nada.
-Ha sido increíble. Me encanta irme a la cama contigo.
-Ya...
-¿Me puedo quedar a dormir?
-No.
-¿Y hasta las 12? Quiero ser la primera en felicitarte por tu cumple.
-Tampoco. Quiero que te largues ya.
-¿No quieres que nos veamos mañana?
-Pues no. Quiero estar tranquilo. Y contigo es imposible.
-¿Tanto te pongo? -decía con una risa socarrona.
-Malo es lo que me pones. Vete ya.
-Me da pena que estés solito el día de tu cumple.
-Sabes de sobra que no es uno de mis días favoritos. Y es por tu culpa.
-Pues por eso mismo. Quiero que eso cambie y que sea tu día favorito. Podríamos hacer tantas cosas juntos...
-No sé qué te metes, pero déjalo, porque te está derritiendo el cerebro.
-Tú eres mi droga.
-Pues haz lo que te he dicho y déjame.
-No puedo. Te quiero demasiado. ¿Cómo lo pasaste en la fiesta de Halloween? -dijo cambiando de tema.
-¿Y a ti qué más te da?
-Es que no podía dormir y me acordé de ti y de que estabas de fiesta. Te escribí porque te echaba de menos. ¿Por qué no me respondes los mensajes?
-Porque te pondrías más pesada aún. Y porque no quiero absolutamente nada contigo.
-No quieres nada y, sin embargo, mira cómo estamos -dijo acariciando mi pecho.
-Para desahogarme pues no me ha viendo mal. Pero no te hagas ilusiones -respondí apartando su mano.
-Te voy a esperar lo que haga falta. No me voy a rendir.
-Pues espera, que te vas a hinchar.
-Javi... -dijo alargando su cuello para darme un beso, aunque me aparté.
-Vete.
-Mírame -dijo agarrando mi cara del mentón con firmeza, mirándome a los ojos fijamente y con unos ojos muy vivos para lo negros que eran-. Te quiero. Eso no va a cambiar nunca. Y quiero felicitarte en persona, así que mañana me pasaré por aquí.
-Vete. Ya.
-Te quiero -repitió una vez más para despedirse de mí con un pico.
Aquello era algo que me gustaba, porque me proporcionaba una tranquilidad que venía necesitando, sobre todo por parte de Noelia y sus apariciones por casa tan repentinas como molestas. Pero también me preocupaba. Cada vez se estaban haciendo más amigas, porque dentro del grupillo de amigas que se montó, ellas eran las que más tiempo pasaban juntas y sabía que eso me podría traer problemas. Andrea ya me había demostrado de parte de quién estaba cuando había una situación problemática entre Noelia y yo. Y también me había dado la impresión de que estaba metiendo mano sutilmente para que la cosa entre ella y yo fuera mejor, aunque eso lo tenía muy difícil. Anda que no tenía que emplearse a fondo para que tratara a Noelia de la misma manera que la trataba a ella... La posibilidad de que aquello tuviera lugar era ínfima. Pero eso no era lo que me preocupaba en ese momento, era justo lo dicho antes. Veía a Andrea capaz de traerse más a Noelia por casa para que yo "normalizara" su presencia y que le tuviera más tolerancia por así decirlo. Desde luego, eso me pondría las cosas muy cuesta arriba.
El martes fue un día festivo, 1 de noviembre, en el cual empleé gran parte de la mañana en el gimnasio para recuperar bastante tiempo que tenía acumulado al saltarme algunas sesiones entre una cosa y otra. Allí coincidí con Hugo, con el que estuve hablando, haciéndome el rato más llevadero, aunque no tardó mucho en irse, porque ese día también curraba. Entró después de mí y se fue mucho antes de que lo hiciera yo, pero aun así me hizo mucha compañía y el rato que estuvo conmigo se me pasó más rápido de lo que ya lo hacía por lo que me concentraba en hacer ejercicio, porque como he dicho me gustaba mucho por eso mismo, porque me concentraba en ello y me ayuda a evadirme. Fue una sesión de las intensas, de las que más, porque acabé bastante agotado y tan hambriento que casi ni me tenía en pie. De hecho, de camino a casa, cosa que me gustaba hacer andando, me tuve que parar un par de veces, sentándome en un banco, porque me costaba. Me temblaban las piernas y notaba cómo los músculos me daban espasmos.
En casa, lo primero que hice fue darme un atracón, haciéndome unas tostadas, comiendo varias piezas de fruta e incluso algo de bollería con chocolate. Aquello me dejó genial y me ayudó a reponer fuerzas, aunque me faltaba algo. Por eso me di una buena ducha, quedándome debajo del agua caliente varios minutos para que me ayudara a rebajar la tensión muscular que tenía después de haber forzado tanto. Me quedé como nuevo y me fui a mi habitación para ordenar alguna que otra cosa, aunque no tardé mucho en almorzar, cosa que, esta vez sí, hice con Andrea. Aunque fue algo rápido por su parte, porque ella me contó que había quedado con sus amigas para tomarse un café y se nos había echado la hora encima preparando la comida. Estaba tan tranquilo y a gusto tumbado en el sofá después de comer que hasta me entró sueño y fui capaz de echarme una pequeña siesta de media hora, algo inconcebible en mí normalmente. Aunque no me desperté desorientado como solía hacerlo al dormir a deshoras, una de las principales razones por las que no me gusta hacerlo. Pero ese día sí que tenía motivos, porque además del mal sueño, que se volvía a acentuar en esas semanas, aquel día había hecho un esfuerzo demasiado grande y el cuerpo pedía tregua.
Pero no quería tampoco estar tan parado el resto del día, porque entre otras cosas, cuando lo hacía me daba por recordar que el día siguiente era mi cumpleaños y aquello me transportaba un año atrás y no quería volver a vivir el peor día de mi vida, aunque fuera en forma de recuerdo. Por eso estuve un rato jugando con la consola, aunque no tardé mucho en irme a tocar la batería, porque la tenía muy abandonada. De hecho, me costó de primeras ponerme y me notaba muy oxidado, pero al final conseguí arrancar y tuve una buena sesión allí también. Además, me servía para mantener el cuerpo activo, que aunque no lo necesitara después de la mañana que me había pegado en el gimnasio, tampoco me parecía que estuviera de más. Hasta me quité la sudadera, quedándome con el pecho descubierto, porque me entró calor, tanto por el esfuerzo y tocar con intensidad, como por tener la habitación cerrada para no molestar a los vecinos y que no retumbara toda la casa, porque tenía hasta ciertos materiales que insonorizaban, así me ahorraba llamadas de atención que no quería.
Sudé. Sudé bastante de nuevo por la manera tan agresiva que tenía de moverme y por tocar esa música con ritmos tan altos como intensos, obligándome a tocar de manera frenética por momentos, los cuales repetía varias veces al gustarme tanto esas canciones. Irónicamente, lo que casi acaba conmigo ese día en lugar del sobreesfuerzo físico que estaba haciendo, fue el susto que me dio Noelia cuando me levanté y me quité los cascos. Estaba a un metro de mí, agarrando sus manos por delante y con una enorme sonrisa en su cara. Tenía pinta de que llevaba ahí un buen rato, porque yo no podía ver si entraba alguien o no al estar de espaldas a la puerta. Me miró de arriba a abajo y me dijo que le gustaba mucho como lo hacía y que le traía recuerdos. No me hacía falta pensar mucho para entender que se refería a ese momento en el que estuvimos su hermana, ella, Irene, Mario y yo de vacaciones y tocamos algo en un hotel por el que pasamos. Después de decir aquello me miró con deseo y me dijo que estaba para comerme, intentando darme un abrazo y apartándola yo diciendo precisamente eso, que estaba sudado, aunque ella decía que no le importaba que lo estuviera.
La dejé atrás y me volví a dar una ducha para ponerme ropa limpia después, llamándome las dos para avisarme de que la cena estaba lista. Se me había pasado el tiempo volando y no me había dado cuenta de que ya era tan tarde. La cena fue mejor de lo que pensaba, aunque puse de mi parte para que fuera así, porque no me apetecía nada ninguna tontería. Yo solo quería estar tranquilo, y por suerte Noelia colaboró al no abrir mucho la boca. Solo se limitaba a mirarme con una sonrisa, bajando la mirada a su plato de manera tímida. Me tenía algo despistado esa manera de comportarse, por lo que busqué una respuesta en Andrea al mirarla, pero no la encontré. Tras cenar, ambas se quedaron en el salón jugando un poco con la consola. Andrea se había aficionado con los juegos de Super Mario y le ofrecía a Noelia jugar con ella con cierta regularidad siempre que iba. Yo me acabé retirando a mi habitación sin decir nada y sin que se enteraran por lo pendientes que estaban de la pantalla.
Aunque no tardó en aparecer Noelia por mí habitación. Y fue más inoportuna de lo habitual, porque me puse a mirar cosas en el móvil y vi algún mensaje que tenía de Ángela y eso acabó desembocando en recordar la sesión de cibersexo que tuvimos hacía un par de días, por lo que me empecé a tocar ayudándome de las imágenes que recordaba de ese momento, de las veces que nos habíamos acostado y de alguna foto que tenía de ella en mi móvil. Noelia me pilló en plena faena, aunque lo estaba haciendo de forma calmada, pero no pude evitar que no me viera pese a guardármela rápidamente bajo la sudadera. Noelia se rio y me preguntó qué hacía, pidiéndole yo que no pasara y que me dejara tranquilo, pero ella entró de todas formas y se sentó en mi cama para quedarse mirándome. Me sugirió hacer algo ya que estaba así, comentando que a ella le apetecía mucho también, poniendo su mano en mi pierna.
Noelia hizo uso de su don para persuadir y embaucar, poniéndose a hablar con tono meloso y poniendo caras sugerentes. La verdad es que mi cuerpo me lo pedía y llevaba ya unos días sin hacer nada más que masturbarme, por lo que me lo empecé a pensar, pero antes de que me dejara responderle, ella ya estaba agarrando mi polla para empezar a mover su mano lentamente hacia arriba y abajo, mirándola y haciéndolo también con mis ojos, intercambiando objetivos, aunque siempre que me miraba fijamente ponía una sonrisa en su boca. Cuando lo hacía con mi polla, se relamía sin embargo. Me quitó los pantalones y los calzoncillos para acomodarse entre mis piernas y regalarme una buena mamada en la que controlaba muy bien los ritmos. Era muy buena haciéndolo, eso no se podía negar por mucho que me jodiera reconocerlo y me conocía bastante bien como para saber qué me gustaba y qué no.
Por lo general me la comía como yo quería en ese momento, aunque de últimas me empezó a dar algún que otro beso por ella, por las caderas o por el pubis. Buscaba complicidad con su mirada, aunque solo encontraba indiferencia por mi parte, que no era poco teniendo en cuenta el rencor que le tenía. Me quitó la sudadera también, empezando a besar mi pecho, subiendo hasta mi cara hasta que llegó a mi oído para decirme que estaba muy mojada y que se moría de ganas por sentirme, acabando en mis labios para darme un beso en el que participé con desgana. Alargué la mano hasta la mesita para coger un condón, desnudándose ella mientras tanto. Lo hizo en nada y me quitó el condón con ansia para ponérmelo con la boca, siendo algo bastante morboso y que me gustó, aunque se ayudó con la mano para ponerlo por completo. Una vez lo tenía puesto, ella se puso sobre mí para acariciarse su propia rajita con mi polla, empezando a meterla muy lentamente hasta que quedó dentro de ella por completo.
Lanzó un suspiro largo y lento y se quedó quieta unos segundos. Aquello me permitía sentir lo caliente que estaba ella, literalmente, porque casi quemaba. También podía sentir cómo su cuerpo temblaba ligeramente como si estuviera muy nerviosa o tuviera mucho frío, pero dudo mucho que fuera eso último por el calor que irradiaba su cuerpo en general. Ya se le empezaba a enrojecer la piel, cosa en la que me había fijado últimamente. Siempre que se excitaba mucho o que estábamos en pleno acto, su piel reaccionaba como si un sarpullido estuviera invadiendo su cuerpo. Puso sus manos con delicadeza sobre mi pecho y se empezó a mover muy lentamente. Tanto que casi no podía notar ningún estímulo. Aunque a ella le parecía estar gustando mucho, pero yo necesitaba más. Por eso le dije que lo hiciera más rápido, abriendo ella sus ojos y saliendo de una especie de trance en que parecía estar, haciéndome caso y empezando a follarme de verdad.
No quería que la cosa durara más de lo que debía para que no se acostumbrara a ello y también caí en la cuenta de que en esa postura ella llevaba las riendas, cosa que no quería que fuera así para nada, porque consideraba que eran pequeños detalles que para ella tendría mucha importancia y que le daría pie a ganar una confianza que yo no quería que tomara. Ni conmigo ni con ella misma para saber por dónde tirar para que yo estuviera receptivo. No podría hacerlo esa noche de la manera que más me gustaba a mí, pero era algo necesario, por eso la puse bocarriba sobre la cama, con una rudeza que ella no se tomó para nada mal y que de hecho le gustó por las pequeñas risas que lanzaba. Se abrió bien de piernas y se dejó hacer, alabándome en mi trabajo y pidiéndome que no parara. Casi lo suplicaba. Yo le decía que se callara para que no nos escuchara Andrea, tapándole la boca además, pero llegó un punto en el que la cambié de postura, porque nuestras miradas se cruzaban mucho y me causaba cierta incomodidad, sobre todo porque siempre que aquello pasaba, ella sonreía.
La puse de lado y se la metí desde atrás para follarla haciendo la cucharita, aunque de manera muy rápida, nada que ver con el cariño que se suele tener en esa postura. Aunque por mi cabeza pasó que ella sí que podía estar sintiendo eso, por lo que la acabé poniendo bien a cuatro para empotrarla bien sin importarme esta vez que nos pudieran oír, porque lo que buscaba era acabar rápido para desahogarme y punto. Noelia gemía y le pedí que se callara, pasando a ordenárselo al ver que no me hacía caso. Hasta le agarré de la nuca para empujar su cabeza contra la almohada, apurando todo lo que pude para acabar, consiguiéndolo al empezar a correrme dentro del condón. Mi orgasmo provocó el suyo, el cual manifestaba con fuertes espasmos y gemidos lastimeros que ahogaba contra la almohada. La solté y me tumbé bocarriba, quitándome el condón y dejándolo anudado sobre la mesita. Ella tardaba en recuperarse, pero terminó haciéndolo, poniéndose de lado para mirarme y pasar su brazo por mi pecho.
-Javi, si quieres podemos hacerlo sin condón. Tomo pastillas. Ya te lo dije.
-No voy a follarte así. Olvídate.
-Bueno, como quieras. Yo te lo recuerdo por si te apetece. A mí me gustaría mucho sentirte así.
-De eso nada.
-Ha sido increíble. Me encanta irme a la cama contigo.
-Ya...
-¿Me puedo quedar a dormir?
-No.
-¿Y hasta las 12? Quiero ser la primera en felicitarte por tu cumple.
-Tampoco. Quiero que te largues ya.
-¿No quieres que nos veamos mañana?
-Pues no. Quiero estar tranquilo. Y contigo es imposible.
-¿Tanto te pongo? -decía con una risa socarrona.
-Malo es lo que me pones. Vete ya.
-Me da pena que estés solito el día de tu cumple.
-Sabes de sobra que no es uno de mis días favoritos. Y es por tu culpa.
-Pues por eso mismo. Quiero que eso cambie y que sea tu día favorito. Podríamos hacer tantas cosas juntos...
-No sé qué te metes, pero déjalo, porque te está derritiendo el cerebro.
-Tú eres mi droga.
-Pues haz lo que te he dicho y déjame.
-No puedo. Te quiero demasiado. ¿Cómo lo pasaste en la fiesta de Halloween? -dijo cambiando de tema.
-¿Y a ti qué más te da?
-Es que no podía dormir y me acordé de ti y de que estabas de fiesta. Te escribí porque te echaba de menos. ¿Por qué no me respondes los mensajes?
-Porque te pondrías más pesada aún. Y porque no quiero absolutamente nada contigo.
-No quieres nada y, sin embargo, mira cómo estamos -dijo acariciando mi pecho.
-Para desahogarme pues no me ha viendo mal. Pero no te hagas ilusiones -respondí apartando su mano.
-Te voy a esperar lo que haga falta. No me voy a rendir.
-Pues espera, que te vas a hinchar.
-Javi... -dijo alargando su cuello para darme un beso, aunque me aparté.
-Vete.
-Mírame -dijo agarrando mi cara del mentón con firmeza, mirándome a los ojos fijamente y con unos ojos muy vivos para lo negros que eran-. Te quiero. Eso no va a cambiar nunca. Y quiero felicitarte en persona, así que mañana me pasaré por aquí.
-Vete. Ya.
-Te quiero -repitió una vez más para despedirse de mí con un pico.