Capítulo 837
Me quedé en el banco bastante desconcertado con lo que acababa de pasar. Era como que no podía reaccionar del todo, pero cuando lo hice me enfadé bastante. No iba a ir detrás de ella, esta vez no. No quería hablar con ella estando tan en caliente, porque seguía con sus celos y viendo las cosas como no las eran pese a haberle contado ya que Ángela era solo una amiga y que no hacía nada más que hablar. Ni con ella ni con nadie.
No le entraba en la cabeza que yo solo tenía ojos para ella, que solo pensaba en ella y en nadie más. Pero a Elena le seguía carcomiendo el pasado, siendo en esta ocasión referente a Ángela. Llevaba razón en eso de que se metió entre nosotros en su día.
Eso estaba claro y ninguno teníamos duda acerca de ese suceso, pero ya no era así, porque lo único que hacía era ayudarme en todo lo que podía. Tampoco tenía en cuenta eso que le dije de que de no ser por mi amiga, lo más probable es que yo no me hubiera puesto nunca en contacto con ella.
No tenía ni idea de a dónde había ido, imaginando yo que se había ido a su casa. Tenía pinta de aquello, porque cuando volví a casa y pasé por donde había aparcado su coche, ya no estaba allí. No hice absolutamente nada en el resto del día, tan solo me quedé sentado en el sofá, sin hacer nada.
Tenía la televisión puesta, pero no le prestaba nada de atención. Ni apetitito tenía, así que no comí nada, y por la noche casi nada tampoco. Ángela me envió un mensaje para preguntarme cómo había ido todo con Elena, aunque no le respondí. Ella insistió, acabando por llamarme cuando vio que le leía los mensajes, pero no le respondía.
Al final se lo acabé cogiendo, preguntándome por qué no le contestaba, pasando a preguntar si todo iba bien, diciéndole yo que no. Se preocupó bastante por lo que le dije de primeras, pidiéndome más explicaciones y empezando a contarle yo lo que había pasado por la mañana.
Le conté el plan que tenía para hablar sobre lo ocurrido el sábado y cómo de rápido se fue al traste con lo que ella me empezó a decir una vez llegamos al parque. Ángela me decía que lo sentía mucho, pasando a disculparse muchas veces conmigo diciendo que se sentía muy culpable, aunque yo le dije que no lo hiciera, teniendo que ponerme serio con ella de hecho, porque me molestaba que lo hiciera, en especial después de decirle que no lo hiciera.
Paró de hacerlo, preguntándome cómo estaba al respecto y qué había hecho durante el día. Le dije que estaba enfado y algo triste, no sabiendo muy bien explicar cómo me sentía, pero desde luego, no bien. Respecto a lo que hice en el día, pues le dije la verdad, que no hice nada, que tan solo me quedé en el sofá durante todo el día sin hacer nada, solo pensar en lo que había pasado, tratando de idear algo para que saliéramos de esa situación tan mala en la que nos encontrábamos, pero que no se me ocurría nada.
Ángela me preguntó cómo se podía haber enterado Elena de que había estado por casa hacía un par de días, contándole yo que tampoco lo sabía y que se lo pregunté, pero que no me lo acabó contando. También me preguntó si había hablado con alguien más acerca de lo que había pasado, respondiéndole yo de manera negativa.
Sin pensárselo mucho, me dijo que al día siguiente iba a venir por casa para hacerme compañía y hablarlo más detenidamente si quería, pareciéndome a mí bien. No tardamos mucho más en despedirnos para que ella se pudiera marchar a dormir, porque quería levantarse temprano para venir lo antes posible a casa.
Yo me quedé despierto bastante más tiempo, testando de buscar alguna solución para lo que pasaba entre Elena y yo. Era una situación que estaba bastante ida de las manos y no me veía con la capacidad de saber sobrellevarlo, sobre todo con esos cambios de humor tan repentinos que mostraba y que tenían como base sus celos.
Pensaba que no era suficiente con que ambos pusiéramos de nuestra parte, porque ya acordamos hacerlo en su día y es bastante obvio que no estaba funcionando, como tampoco veía suficientes los consejos de nuestros amigos, por lo que creía oportuno ponernos en manos de profesionales para poder buscar una buena solución a lo que estaba pasando.
Me mantuve más o menos tranquilo una vez pasaron las horas hasta que me llegó un mensaje, tratándose del jefe de Elena en el que me decía que parecía no saber muy bien cómo hacer feliz a Elena pese a haberle asegurado que podía hacerlo perfectamente. Ya sabía quién le había contado que Ángela había estado por casa, aunque no tenía ni idea de cómo lo había hecho, pero estaba clarísimo que había sido él quien se lo había contado.
Mi enfado volvió a aparecer, aunque ahora era hacia él, poniéndolo a parir en un mensaje que le puse de vuelta y diciéndole que no se metiera más entre Elena y yo, aunque su respuesta en esta ocasión fue mandarme una foto en la que salía Elena tumbada en una cama, dándole la espalda.
Me puse como loco viendo esa foto, diciéndole por mensaje que le iba a arrancar la cabeza, aunque él ya no me respondió más. Ahora las tornas habían cambiado, porque Elena estaba pasando la noche con su jefe, en su cama. No estaba desnuda y tampoco llevaba la ropa que tenía puesta cuando fue a verme, pero ver esa foto era algo que me destrozó por dentro.
Tenía mucha rabia en ese momento dentro de mí, tanta que en varias ocasiones cogía un cojín para taparme la cara con él y gritar con todas mis fuerzas, para tapar el grito, o para morderlo también. Por suerte, el desgraciado del jefe de Elena no hizo nada más, no me mandó ningún mensaje ni nada más, y mejor así, porque bastante calentito estaba ya.
No me terminaba de creer que Elena me hubiera hecho eso, sobre todo después de ser ella la que me acusaba de hacerlo, pero todo parecía indicar que lo había hecho, pero trataba de mantener la calma dentro de lo que había, porque ya me había montado películas con anterioridad, las cuales no llegaron a ser ciertas.
Ángela se preocupó bastante en cuanto le abrí la puerta de casa. Su cara lo expresaba perfectamente, pasando a preguntarme cómo estaba, aunque asumía que mal al ver la cara que tenía, diciendo que tenía pinta de que no había pegado ojo en toda la noche, como efectivamente era.
Nos sentamos en el sofá y ella me dio un abrazo, diciendo que le contara con detenimiento, por lo que le volví a narrar lo que ocurrió desde que Elena llegó a casa hasta que se fue, dejándome en aquel parque al que habíamos ido para intentar yo empezar el día con buen pie, pensando que le podría gustar el lugar al ser así de bonito.
Ángela se lamentaba mucho de lo ocurrido y ponía una cara que no necesitaba expresar con palabras lo que pensaba, porque se podía leer muy bien. Le volví a decir que ella no tenía la culpa de nada, aunque mi amiga no podía evitar pensar que sí. Para que dejara de pensar en aquello, le enseñé la foto que me envió el jefe de Elena, para ver qué pensaba de ello.
-Qué hijo de puta...
-Tengo unas ganas de partirle la cabeza... No lo he hecho aún porque no sé dónde vive y la oficina no abre los domingos.
-Espera, espera. No puedes hacer eso.
-Ya, ya lo sé. Pero es que... Me está buscando y a este paso me va a encontrar.
-Joder, pensaba que se habría quedado a gusto con lo de la otra vez -decía haciendo scroll para leer los primeros mensajes que me envió-, pero se ve que no.
-No sé qué hacer con esto.
-A lo mejor estoy hablando en caliente, pero yo le enviaría pantallazos a Elena si fuera tú.
-Lo he pensado, pero conforme se fue ayer, a saber qué responde.
-Es imposible que se ponga de parte del impresentable este.
-No sé yo qué decirte...
-Dices eso por lo que pasó ayer.
-Pues sí, seguramente...
-Ay... -dijo dándome un abrazo.
-Estoy en un punto en el que no sé qué hacer.
-¿Qué quieres decir? -preguntó separándose de mí.
-Pues que todo esto se nos está yendo de las manos. Chocamos demasiado, no para de haber malos rollos, discutimos bastante, hay desplantes, reproches, celos, enfados... Y parece que mentiras también -dije mirando la foto que me envió el jefe de Elena.
-¿Piensas que se han acostado?
-A ver, viéndola en la cama del gilipollas ese, pues... Tiene pinta, ¿no? Pero también es verdad que muchas veces han pasado cosas que luego han acabado siendo bastante más diferentes de lo que realmente pasó.
-Eso es verdad.
-¿Tú qué piensas?
-Pues... No lo sé.
-Mójate.
-No creo que lo haya hecho, pero sí que es un poco extraño que haya acabado en su cama.
-¿Un poco solo?
-Un poco bastante. Pero no creo que lo haya hecho.
-Espero que no, la verdad.
-Y respecto a lo de que se os ha ido de las manos...
-Pues eso, que estamos en un punto en el que, no sé... Creo que deberíamos dejarnos de promesas y de consejos y ponernos en manos de profesionales.
-Pues me parece muy bien que hayas llegado a esa conclusión. Me parece lo más sensato. La verdad es que lleváis unas semanitas que... Lo mismo estáis arriba, que abajo. Y eso a la larga quema, y mucho. Creo que es buena idea poneros en manos de alguien que os pueda ayudar como es debido.
-Es que ya hemos quedado varias veces en hablar las cosas, en decirnos qué nos molesta y tal y yo también le he dejado claro que solo quiero estar con ella y que no me veo con nadie más, pero nada, siempre tiene que explotar la cosa por algún sitio.
-¿Qué es lo que te dijo exactamente?
-Que si te había llevado a ti a ese sitio también, o que si habían sido varias en realidad. También dijo que no se creía que vinieras a verme solo para hablar pudiéndolo hacer por teléfono y sin comerte dos horas de viaje.
-Pero es que no es solo para hablar, es para vernos y pasar tiempo juntos.
-Ya, pero se ve que ella no lo entiende.
-Pues me extraña, porque tiene amigos.
-Se ve que no puede ver que tú y yo también lo somos.
-¿Y cuándo le vas a proponer lo de poneros en manos de profesionales?
-No lo sé. Ahora mismo estoy enfadado y necesito calmarme. Se lo diré en unos días.
-¿Y lo de su jefe?
-También se lo diré. Le pasaré pantallazos para que vea de quién se rodea.
-A ver si sale bien todo. Espero que sí.
-Yo también, pero ya van siendo demasiadas cosas. Estaría bien que me hablara ella para pedirme perdón.
-Es que ella piensa que lleva razón, al igual que tú piensas que la llevas tú. Yo sé que tú y yo no nos hemos acostado desde que te has vuelto a ver con ella, pero Elena no lo sabe a ciencia cierta. Entiendo que piense así viendo lo celosa que es y habiendo pasado lo que pasó entre vosotros, aunque tal vez reflexione y recapacite y en unos días lo haga.
-Ya veremos.
-¿Le has contado esto que ha pasado a alguien más? ¿A Irene, Sofía, Mario...?
-No. A nadie.
-¿Por qué?
-Porque no tenía ganas, la verdad. Estaba muy enfadado y sin ganas de nada. Te lo he dicho a ti porque eres en quien más confío.
-Gracias por las palabras -decía cogiendo mi mano-. ¿Y se lo vas a contar a alguien más, o tampoco?
-Sí, luego llamaré a todos para comentarles lo que ha pasado, para que se ahorren montar algún plan por el momento. Imagino que Elena llamará a Irene por lo menos para contarle en estos días.
-Pienso que tú deberías hacer lo mismo, apoyarte en cuantos necesites para sobrellevar todo esto mejor.
-Ahora mismo no me apetece, quizá en un par de días.
-Vale. Bueno, vamos a dejar de hablar de esto, que bastante has aguantado el chaparrón como para seguir haciéndolo. ¿Te apetece que demos un paseo?
-Pues la verdad es que ahora mismo, no.
-Vale. Vamos a hacer una cosa. Vamos a vernos una peli o algo y luego comemos fuera, así te da un poco el aire. Y cuando acabemos de comer pues damos un pequeño paseo y así te despejas del todo. Luego ya veremos lo que hacemos después.
-Vale -dije haciendo un esfuerzo por sonreír.