Capítulo 746
Me puse sobre ella para volver a besarla, alargándose un poco, aunque ahora era ella la que buscaba mi cuerpo con sus manos al ponerlas sobre mis costados y pasar después a mi espalda, terminando en mis brazos. Yo afirmaba con pequeños sonidos que hacía por estar besándonos, aunque me despegué de ella, viendo que no se le iba ese tono rojo de su cara.
Me iba a costar ir lento, pero también lo quería disfrutar, así que empecé por quitarle los botines que llevaba puestos, haciéndolo también con los calcetines para luego pasar a su jersey. Aquí sí que se puso muy nerviosa y más roja aún, aunque le dije que se tranquilizara y que se dejara llevar, preguntándole si prefería que me desnudara yo antes, diciendo ella que le daba igual. Así que, ya que estábamos así, seguí un poco más hasta que se lo quité, cerrando ella sus ojos y mirándola yo bien, gustándome lo que veía.
Tras eso le empecé a desabrochar el cinturón y luego sus vaqueros, volviendo ella a estremecerse y llegando a poner sus manos sobre las mías para pararme un poco. Le miré a los ojos y ella estaba que le iba a dar algo de la vergüenza que tenía encima, por lo que paré de desnudarla por volver a ponerse sobre ella y besarla de nuevo, pasando a su cuello y bajando un poco por su pecho, continuando por su esternón hasta llegar a su estómago, ya que su barriga estaba bajo sus pantalones.
Luego subí de nuevo hasta acabar en sus labios, preguntándole después si se había calmado un poco. Ella asintió, acompañando con un ligero sonido de afirmación, por lo que continué, logrando desabrochar sus pantalones para quitárselos y dejarla con un conjunto negro de ropa interior muy básico. Tenía unos muslos bastante carnosos y la verdad es que me gustaba, aunque ella cerraba sus piernas.
Me tumbé a su lado para besarla mientras acariciaba su cuerpo piel con piel, pareciendo gustarle, haciendo lo propio con el mío. Ayudé un poco al quitarme el resto de ropa hasta quedarme en boxers para estar en igualdad de condiciones. Parecía menos nerviosa, aunque seguía estándolo, sugiriéndole yo que hiciera lo que quisiera para que llevara ella las riendas de la situación y se sintiera más cómoda así.
Pareció gustarle que le dijera aquello y me empujó ligeramente para que quedara bocarriba, besándome ella en los labios, aunque de la misma manera que hice yo antes, empezó a bajar por mi cuerpo. Hasta me besó un poco el cuello, no importándome mucho y riendo ella un poco por cómo me ponía. Pero siguió por mi pecho y también me dio algunos en los brazos, así hasta que llegó a mis caderas, donde se detuvo más, empezando a sobarme el paquete por encima de la tela. Le sugerí que me quitara los boxers, sonriendo ella, aunque terminó haciéndolo.
Mi polla saltó como un resorte, sorprendiéndole a ella, soltando una pequeña risa, reacción que esperaba al ser la más normal en esos momentos. Se quedó con sus ojos clavados en ella hasta que alargó su mano tímidamente para agarrarla, haciéndolo con mucho cuidado. Parecía que tenía miedo a hacerme daño, por eso le dije que la agarrara con fuerza, que no pasaba nada, sonriendo ella y haciéndome caso, empezando a mover su mano hacia arriba y abajo.
Estaba que no me lo creía y me estaba entrando un morbo bestial, aunque cuando empezó a acercar su cara a mi polla ya era otra historia. Pero de momento solo la acercaba, no entraba en contacto con ella más allá de con su mano. Me tenía en vilo con tanto acercarse a ella y no podía esperar a que se la metiera en la boca, como acabó haciendo directamente en lugar de lamer, como esperaba yo que hiciera.
-Joder, no sabes cuántas veces te he imaginado así... -dije muy excitado.
Aunque me rozó con los dientes, por lo que la paré. Andrea se asustó, pero le dije que se tranquilizara, que no había problema y que debía llevar cuidado con aquello. Le dije que empezara a lamer un poco, prestando yo mucha atención a cómo lo hacía y a las caras que ponía. Sabía de sobra que le estaba gustando, pero le pregunté igualmente. Ella me asintió para responderme siguiendo con esas pequeñas y tímidas lamidas que me daba, aunque dijo que se la quería volver a meter para chupármela bien.
Andrea iba a por todas nada más empezar, literalmente, pero no me pareció ningún problema, por lo que le dije que lo hiciera si quería, pero que llevara cuidado con los dientes. Me pidió que le indicara cómo hacerlo y que le enseñara, asintiendo yo esta vez. Le estuve explicando cómo hacerlo y cómo me gustaba a mí más, y si bien es verdad que lo hacía de manera bastante torpe de primeras, poco a poco fue haciéndolo mejor.
Diría que la clave era las ganas que le ponía y cómo deseaba hacer algo así, porque la notaba muy excitada y sus ojos no paraban de buscarme como si buscara mi aprobación. Eran miradas parecidas a las que me imaginaba yo en mis fantasías mientras estábamos precisamente de esa manera. Le dije que me encantaba cómo me miraba, achinando ella sus ojos al sonreír mientras me la seguía chupando, siguiendo con lo suyo y notándome yo cerca de acabar, siendo en gran medida por el morbo que me daba tenerla así, porque siendo la primera vez que lo hacía no es que lo hiciera para llevarme hasta tal punto rápidamente.
Andrea se vio sorprendida por pararla yo, preguntándome si iba todo bien, respondiéndole yo que demasiado bien, porque no quería acabar tan pronto, cosa que le extrañó mucho por la cara que puso, aunque le dije que iba en serio, porque me daba mucho morbo tenerla así, contándole la verdad.
-Además, yo también estoy deseando probarte a ti y terminar de verte desnuda...
Andrea se volvió a poner roja a rabiar, agarrando mis manos para evitar que la terminara de desnudar, aunque era una tontería, pues podía ver su cuerpo con claridad, bastante blanquito por cierto, así que esas prendas solo tapaban sus zonas más íntimas. Estaba seguro de que lo que más le avergonzaba era que la tuviera así a mi vista más que verle esas zonas, por lo que me puse sobre ella para acercarme a su cara y decirle que me gustaba lo que veía. Ella dijo con tono de incredulidad que seguro que sí con la de chicas que habían pasado por allí sin que ninguna se le pareciera físicamente.
Le expliqué que eso no significaba que no me gustara lo que estaba viendo en ese momento, porque me gustaba bastante. Si no, no tendría tal erección y no habría dado pie a seguir, con la intención de llegar hasta el final. Le besé en los labios sin dejar que me diera réplica, empezando a bajar por su cuerpo, llegando a su pecho y besando un poco la piel de sus tetas, lo que su sujetador me dejaba, poniéndose ella más nerviosa.
Hasta notaba cómo le latía el corazón de deprisa, viendo cómo sus manos les temblaban un poco también. Sin quitarle el ojo a sus expresiones, continué bajando hasta que lo empecé a hacer por su esternón, lanzando ella un gemido. Me paré en su estómago y no lo hice por su barriga, porque sus braguitas le tapaban la zona, llegándole casi hasta su ombligo. Por eso puse un dedo en el elástico de las mismas, para bajarlo un poco y dejar esa zona al descubierto, volviendo a revolverse ella, aunque me permitió hacerlo para continuar con esos besos.
Le pregunté si le gustaba lo que le hacía, asintiendo ella, pasando después a decirle que podía ver cómo me gustaba a mí también al seguir así de empalmado, aunque ella no parecía muy convencida. Me desesperó un poco que no entrara en razón y que no asumiera que me ponía, preguntándole si de verdad quería seguir. Ella me dijo que sí, pero que prefería hacerlo sin luz, apartándome yo para tratar de buscar un punto medio.
Para ello, me levanté de la cama, preguntándome ella si todo iba bien. Tan solo le dije que iba a hacer una cosa, dando la luz de toda la habitación, tapándose ella. Pero eso no era lo que tenía en mente, pues lo que hice fue desenchufar la lamparita que tenía encendida en la mesita para ponerla en un rincón alejado de la habitación y tratar así de dar más penumbra, para ver si así se calmaba. Además de hacer aquello, puse algo por encima para que no diera tanta luz, volviendo con ella y apagando la luz principal, quedando bastante bien.
Se veía muy poco, casi que lo justo para intuir la silueta. Le pregunté si así le parecía bien y al parecer sí que lo estaba por un gesto que hizo. Así que me volví a poner sobre ella y la empecé a besar de nuevo, metiéndome debajo de las sábanas y abrazándome ella, apretándose mi polla contra ella. Le pregunté si podía desnudarla ya del todo, afirmando ella con pequeño gemido, cosa que me puso bastante.
Empecé por quitarle su sujetador al colar mis manos por debajo de su espalda, tirándolo al suelo para ponerme yo de rodillas sobre la cama y tratar de verla así, aunque me costaba muchísimo. De hecho, no lograba verlas con claridad, haciéndolo solamente con sus formas. Lo que sí hice, fue agarrarlas con mis manos, encontrando que eran más grandes de lo que me imaginaba o de lo que pudieran aparentar a simple vista, aunque con esa ropa tan ancha que solía vestir era difícil de adivinar cómo podían ser.
A ella le gustó bastante que se las agarrara de esa manera, abarcando cada una al completo con las palmas de mis manos y apretándolas un poco, aunque no duró mucho, porque me volví a poner sobre ella para comérselas. Su reacción fue divertida al hacerlo con un gemido que indicaba sorpresa, pero yo no estaba para pararme y ni le hice caso, pues me lancé a comérselas. Andrea no tardó en empezar a gemir mientras yo degustaba sus tetas, las cuales me encantaban, atrapando esos pezones duros y gorditos.
Pero me entró mucha ansia y necesitaba más, por eso puse mis dedos sobre su coño, aunque aún llevaba puestas las braguitas, pero le estuve acariciando la raja durante un rato, encontrando la tela húmeda, mojándose cada vez más conforme más le tocaba. Pero me tuvo que parar, diciéndome que se iba a correr si seguía así, haciéndolo entre risas. Le pregunté que cuál era el problema, diciendo ella que ninguno, pero no la hice sufrir más y volví a bajar por su cuerpo hasta llegar a su entrepierna, aunque tuve que abrirle esos grandes muslos que tenía para tener libre acceso a la zona.
Besé su pubis por encima de la tela, cerrando ella sus muslos como acto reflejo, aunque los volvió a abrir rápidamente, pidiéndome disculpas por haber apretado mi cabeza con ellos. Le dije que no hacía falta disculparse y que estaba muy lejos de hacerme daño y que era bastante normal que hiciera eso, porque me solía pasar. Podía percibir lo roja que estaba, y ahora más, pues lo que había puesto sobre la lámpara se había caído y se podía ver un poco más.
A estas alturas, a Andrea parecía no importarle mucho, estando más centrada en lo que estaba por venir que en ese detalle, por lo que puse mis manos sobre el elástico de su ropa interior para quitársela, cosa que hice del tirón. Ella juntó sus muslos de nuevo, no dejándome ver con detalle cómo tenía el coño de primeras, llevándome una decepción al verlo totalmente depilado.
Con eso de que era virgen pensé que tendría algo de vello, pero al parecer este momento era algo que tenía en mente a juzgar por lo preparada que estaba. Tampoco es que se me cortara el rollo, ni mucho menos, pero era un detalle con el que contaba y que me habría encantado encontrarme. Tampoco podía ver nada de su raja al tener un pubis prominente, y no hacía por donde para dejarme descubrir su parte más íntima, por lo que le empecé a acariciar los muslos preguntándole si no me iba a dejar seguir.
Poco a poco las fue abriendo, encontrándome yo una rajita inusualmente pequeña, desde luego no era parecida a cómo la imaginaba. Se la toqué con un dedo, encontrándola muy mojada, llevándome el dedo a la boca para saborear esa humedad y asegurándome de que ella lo veía. Otra vez se le subieron los colores, como debió pasar conmigo al gustarme tanto ese sabor suyo. Luego me fui escurriendo por la cama con la intención de comérselo, abriéndole la rajita por el camino, siendo otro momento divertido al encontrar que uno de sus labios internos era un poco más grande que el otro, aunque ambos de un color rosa bastante bonito.
No me llegué a reír ni nada, aunque tampoco es que ese detalle robara la atención que quizá debería haber robado, ya que conforme me acerqué a su coño, encontré que en realidad sí que tenía vello sobre su pubis. Me entró un calor por la cara que hasta la hundí en él para que ella no me viera así. También resoplé, haciéndole cosquillas al parecer, porque se estremeció y rio a la vez.