Sé sincero, ¿cuántas pollas te has comido?

Yo todavía ninguna
No se cuando llegará la hora
Pero tened a buen seguro que cuando llegue le voy a dejar sus huevos secos
 
Yo todavía ninguna
No se cuando llegará la hora
Pero tened a buen seguro que cuando llegue le voy a dejar sus huevos secos
A ver, todos somos diferentes y a algunos les gusta más de una manera o de otra. Así que atento a todas las señales que emita él según le haces una cosa u otro.

No vayas a saco, juega antes arriba y abajo, a un lado y a otro, besa, déjale tocarte a ti, haz que él lo desee de verdad.

Algunos tardan una barbaridad en correrse y te va a doler la mandíbula. Así que ayúdate de la mano, aprieta bien la base del pene y mastúrbalo lentamente por la base mientras con los labios viajas hacia arriba y hacia abajo por el tronco de la polla con algo de presión.

Mucha saliva. Es el lubricante perfecto para hacer de la fricción un paraíso al borde del clímax.

La lengua es la clave. Son las texturas de tu lengua las que le van a llevar al orgasmo. Juega con ella rodeando su capullo una y otra vez, con ritmo.

Mantén constante el baile y siembre con saliva

A Algunos nos encanta que cuando nos hacen una mamada nos metan un dedo por el culo, pero a lo mejor al chico con el que estés no. Eso lo verás por sus movimientos, sus gemidos. En cualquier caso acariciar los huevos, el perineo, el vientre, o la parte interior y final de los muslos gusta a todo el mundo. Trabájalo también.

Esa es la manera de dejarnos los huevos secos, amigo.
 

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