Está anécdota es de hace dos o tres veranos.
Después de un paseo por el monte. Llegó a una pequeña cala en donde la gente o está desnuda o en bañador, depende del día.
Ese día no había nadie cuando llegué, así que me quito el bañador y me tiro en la toalla boca arriba. A la media hora me levanto a darme un baño, y cuando estaba en el agua veo que llega una chica morena, alta, delgada con un perrito. Ella se coloca relativamente cerca mia, se quita el vestido, coloca su toalla, queda con el bikini puesto y se va al agua también.
El perrito se acerca a mí y lo acaricio en la orilla, la chica me dice que disculpe si me molesta y le digo que en absoluto. Y quedamos hablando un rato en la orilla, yo totalmente en bolas y ella con el bikini puesto. A lo largo de la tarde acaricio un par de veces al perrito y la chica en ningún momento se quitó el bikini, no hizo ni topless. Al cabo de una hora me marcho y le digo hasta luego y encantado.
La anécdota viene unas semanas después, estando en la terraza de una cafetería cerca de mi casa, en la mesa de al lado veo que hay dos chicas, una gordita no muy guapa y una morena que me sonaba mucho y al rato me doy cuenta es la chica con la que coincidi en esa cala. Ella no me debió reconocer de primeras vestido, aunque al rato si e incluso me dijo hola. Mientras estaban en la terraza en un momento estaban hablando las dos con una sonrisita, seguro que le estaba contando a la amiga que me vio totalmente en bolas.
La cuestión es que está chica vive en la misma calle que yo y bastante cerca (yo no lo supe hasta después del encuentro playero), y raro es que no nos crucemos una o dos veces por semana con su correspondiente saludo. La verdad es que me da morbo que en nuestro primer encuentro me hubiera visto totalmente en bolas en la playa aquel día.