Hans
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Hay momentos en la vida en que nos sale el instinto animal que llevamos dentro. La llamada de lo salvaje hace que te arrastre por encima de la razón.
Hace una semana fui a visitar a unos primos segundos, a Rota. Allí pasé algunos de los mejores veranos que recuerdo y mi relación con mi prima es casi de hermanas. Hace 20 años salíamos de fiesta y lo arrasabamos todo. Infinidad de ligues, amores de verano y polvos furtivos.
Recuerdo como Dani, mi primo, era un mocoso 10 años menor que nosotras pero ya apuntaba a ser un "macho Alfa". Más de una vez le pillé espiándome mientras me cambiaba en el dormitorio.
Hoy, dos décadas después, ambas estamos casadas y con hijos pero Dani es el típico tipo popular con un atractivo sexual salvaje. Un líder nato, malote y follador.
Yo, que había dejado a mi marido en Valencia, tenía ganas de pasarlo muy bien y desconectar de las tensiones laborales, familiares, matrimoniales... En fin, lo que es una desconexión total. Pero mi prima, mi "hermana", ha evolucionado de distinta manera y llegado el sábado noche fue incapaz de seguirme.
La cosa es que con mis ganas de juerga acabé acompañando a mi primo Dani y sus colegas. Es muy morboso sentir como puedes seguir atrayendo a tíos 10 años más jóvenes. Entre ellos a mi primo, un tipo guapo, alto, fuerte y con fama de muy bien dotado.
A lo largo de la noche me entraron más de 10 tíos. Invitaciones, bailes, piropos. Algunos estaban bastante bien pero mi primo Dani hacia de guardaespaldas y hasta se lo agradecía. Sobre todo porque empecé a sentir una extraña atracción por él. Algo que nacía en mis entrañas y hacia que solo quisiese estar a su lado. Desprendía un extraño magnetismo que fue generando una peligrosa tensión sexual.
No sé cómo sucedió pero todas mis resistencias morales cayeron al mismo tiempo y al salir del último bar acabamos besándonos apasionadamente. No había marcha atrás. Nos metimos en su coche y me avalancé sobre él. Le pedí que se sacará la polla que quiera comérsela.
Comprobé que la leyenda sobre su dotación era cierta. Dani tenía una polla enorme. Larga, de grosor considerable y unas venas marcadas impresionantes. Me incliné sobre su regazo y comencé a mamar como lo hacía, con 20 años, con algún ligue de verano. El pollón de mi primo hacia tope en mi campanilla provocándome arcadas y todavía no me entraba entera.
Llegados a ese punto no había vuelta atrás. Mi primo me llevó a una de las muchas playas del litoral, puso una toalla y me echó el mejor polvo en muchos años. En mi vida me habían metido una polla igual. No podía dejar de gritar sintiendo como aquel Acho de carne duro y caliente se abría paso en mi coño. Y eso que dilato bastante y es muy grande. Pero Dani me llenaba entera mientras me comía las tetas.
La situación era tan morbosa, tan salvaje que ni le pedí que usara goma. Solo quería que me rellenara el coño con una abundante corrida. No tomo anticonceptivas pese a que sigo teniendo la regla. Sentí como me estaba preñando.
Me dejó en casa de su hermana sobre las 9 de la mañana. Mi estado era indisimulable. Despeinada, con el vestido arrugado y el coño totalmente abierto. Sentía como seguía saliendo semen manchando mi tanguita.
El domingo por la tarde volví a Valencia. A Dani no le volví a ver y a Xisco, mi marido, le llevé un regalito.
Hace una semana fui a visitar a unos primos segundos, a Rota. Allí pasé algunos de los mejores veranos que recuerdo y mi relación con mi prima es casi de hermanas. Hace 20 años salíamos de fiesta y lo arrasabamos todo. Infinidad de ligues, amores de verano y polvos furtivos.
Recuerdo como Dani, mi primo, era un mocoso 10 años menor que nosotras pero ya apuntaba a ser un "macho Alfa". Más de una vez le pillé espiándome mientras me cambiaba en el dormitorio.
Hoy, dos décadas después, ambas estamos casadas y con hijos pero Dani es el típico tipo popular con un atractivo sexual salvaje. Un líder nato, malote y follador.
Yo, que había dejado a mi marido en Valencia, tenía ganas de pasarlo muy bien y desconectar de las tensiones laborales, familiares, matrimoniales... En fin, lo que es una desconexión total. Pero mi prima, mi "hermana", ha evolucionado de distinta manera y llegado el sábado noche fue incapaz de seguirme.
La cosa es que con mis ganas de juerga acabé acompañando a mi primo Dani y sus colegas. Es muy morboso sentir como puedes seguir atrayendo a tíos 10 años más jóvenes. Entre ellos a mi primo, un tipo guapo, alto, fuerte y con fama de muy bien dotado.
A lo largo de la noche me entraron más de 10 tíos. Invitaciones, bailes, piropos. Algunos estaban bastante bien pero mi primo Dani hacia de guardaespaldas y hasta se lo agradecía. Sobre todo porque empecé a sentir una extraña atracción por él. Algo que nacía en mis entrañas y hacia que solo quisiese estar a su lado. Desprendía un extraño magnetismo que fue generando una peligrosa tensión sexual.
No sé cómo sucedió pero todas mis resistencias morales cayeron al mismo tiempo y al salir del último bar acabamos besándonos apasionadamente. No había marcha atrás. Nos metimos en su coche y me avalancé sobre él. Le pedí que se sacará la polla que quiera comérsela.
Comprobé que la leyenda sobre su dotación era cierta. Dani tenía una polla enorme. Larga, de grosor considerable y unas venas marcadas impresionantes. Me incliné sobre su regazo y comencé a mamar como lo hacía, con 20 años, con algún ligue de verano. El pollón de mi primo hacia tope en mi campanilla provocándome arcadas y todavía no me entraba entera.
Llegados a ese punto no había vuelta atrás. Mi primo me llevó a una de las muchas playas del litoral, puso una toalla y me echó el mejor polvo en muchos años. En mi vida me habían metido una polla igual. No podía dejar de gritar sintiendo como aquel Acho de carne duro y caliente se abría paso en mi coño. Y eso que dilato bastante y es muy grande. Pero Dani me llenaba entera mientras me comía las tetas.
La situación era tan morbosa, tan salvaje que ni le pedí que usara goma. Solo quería que me rellenara el coño con una abundante corrida. No tomo anticonceptivas pese a que sigo teniendo la regla. Sentí como me estaba preñando.
Me dejó en casa de su hermana sobre las 9 de la mañana. Mi estado era indisimulable. Despeinada, con el vestido arrugado y el coño totalmente abierto. Sentía como seguía saliendo semen manchando mi tanguita.
El domingo por la tarde volví a Valencia. A Dani no le volví a ver y a Xisco, mi marido, le llevé un regalito.