Parece que me espias.
Estaba repasando textos míos de hace años y veo tu post.
Este tiene 15 años cuando estaba en la órbita del BDSM.
Ritual.
Cuando tu sombra erecta
cruza el umbral
todo en mí baja la alteza.
Mi pecho se quiebra
como si un sueño recordara
lo qué es, a quién pertenece.
Tu voz de cuero no ordena:
tatua, quema, marca.
Tus silencios medidos deciden.
Mi cuerpo tembloroso
aprende el lenguaje
de quedarme en la quietud.
cuando así lo pides,
cuando así me lo grabas.
No temo tu nombre,
tu corona y látigo,
temo lo que despierta en mí,
deseo de clímax y llanto.
Di que me quede.
Di que me arrodille.
Di que me calle.
Di que me ciegue.
Haz de mi latido sudoroso
un reino de placer tuyo.
Mi voluntad entregada
es una llama larga y dócil:
enciéndela,
apágala,
hazla temblar,
hazla morir,
hazla nacer.
Haz que sea tu cera
derretida en mis aureolas.
Tu presencia de botas de hierro
me quiebra sin piedad
la columna, mi resistencia
como una verdad que invade
y mi carne trémula acepta.
Eres ley,
eres rito,
eres el flagelo
que me ordena,
que me toma,
que me eleva.
Cuando te acercas,
tu aliento me envenena,
mi piel sudorosa se abre sola,
buscando tu sombra,
tu mano, tu fuerza,
como si tu control celestial
fuera la única brújula posible,
una tierra sin frontera.
Me tienes antes de tocarme,
antes que tu carne me posea,
y eso es lo que más
me incendia,
lo que más mi alma anhela,
la única fe, la verdarera certeza.
Háblame bajo.
Habiame con hierro.
Hablame con eco seco.
No hace falta hagas más.
Tu mirada dicta,
mi espíritu obedece,
lo que mi voz callada
no debe decir.
Mi temblor es tu código.
Mi espasmo tu alegría.
Mi calma, tu mandato.
Y cuando me nombras,
se quiebra todo,
se hunde el suelo,
se rompen mis miedos,
se enciende mi corazón,
y hasta lo que quiero olvidar,
ocultar y sangrar.
Soy tu posesión, tu capricho,
en las grietas donde nadie mira.
Di que no me mueva.
Di que espere tu señal.
Mi vientre pertenece a tus manos,
mi noche eterna se inclina
ante tu lujuria y tu ley.
Dime quién soy en tu sombra,
que seré quien duerma
a tus pies, y obedeceré.
Cuando vuelvas,
si quieres volver,
no traerás caricias,
traerás destino.
Seré la marca a fuego
que te sigue,
que te adora,
el territorio que reclamas,
la oscuridad que te sirve
sin romperse,
el ser que usurpas y calmas.
No somos dos,
somos un pacto antiguo
entre quien da dolor y cuero
y quién arde al sumirse
a tu deseo.
.....
En esa época era menos barroco que ahora.
Espero te guste este regalo venido del pasado.
J. Recordando.

