Hans
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Este verano me sucedió una situación muy morbosa. Como cada año aprovechamos un fin de semana para ir a Portugal y disfrutar de una playa nudista.
Pasamos todo el día disfrutando de nuestra desnudez entre el agua y el sol. Es muy tranquila y nadie incomoda a nadie. Cada vez que salía del agua, mis pezones se endurecían al sentir la brisa, mi cuerpo se cubría de gotitas de agua. Yo echaba la cabeza hacia atrás y escurría mi melena. Todo esto lo hacía frente a un joven de unos veinti pocos años (la mitad que yo) y sentía como mi coñito se mojaba. Me gustaba sentirme observada por él.
Tanto que una de las veces estaba tan cachonda que le propuse a mi marido ir hacia unos árboles que estaban a nuestra espalda para comerle la polla. Él, tan caliente como yo, no lo dudó, además que se empalmó de inmediato.
Nos fuimos hacia un árbol a camuflarnos. Me arrodillé y me la metí entera en la boca. Una de las veces pude comprobar que, a unos diez metros, el chaval que me miraba al salir del agua se encontraba escondido mirándonos.
Aquello me excitó muchísimo. Así que me empleé a fondo en darle la mejor mamada a mi marido y demostrarle a aquel chaval lo puta que podía llegar a ser. Mi marido se corrió abundantemente echándomelo todo en la cara y en las tetas. De reojo pude ver cómo el chaval se terminaba su paja y se corría. Mi marido no se enteró de nada.
Pasamos todo el día disfrutando de nuestra desnudez entre el agua y el sol. Es muy tranquila y nadie incomoda a nadie. Cada vez que salía del agua, mis pezones se endurecían al sentir la brisa, mi cuerpo se cubría de gotitas de agua. Yo echaba la cabeza hacia atrás y escurría mi melena. Todo esto lo hacía frente a un joven de unos veinti pocos años (la mitad que yo) y sentía como mi coñito se mojaba. Me gustaba sentirme observada por él.
Tanto que una de las veces estaba tan cachonda que le propuse a mi marido ir hacia unos árboles que estaban a nuestra espalda para comerle la polla. Él, tan caliente como yo, no lo dudó, además que se empalmó de inmediato.
Nos fuimos hacia un árbol a camuflarnos. Me arrodillé y me la metí entera en la boca. Una de las veces pude comprobar que, a unos diez metros, el chaval que me miraba al salir del agua se encontraba escondido mirándonos.
Aquello me excitó muchísimo. Así que me empleé a fondo en darle la mejor mamada a mi marido y demostrarle a aquel chaval lo puta que podía llegar a ser. Mi marido se corrió abundantemente echándomelo todo en la cara y en las tetas. De reojo pude ver cómo el chaval se terminaba su paja y se corría. Mi marido no se enteró de nada.