Keranos
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Capítulo 722
Volví paseando a casa de mis abuelos para estar allí tranquilo y resguardarme del frío que hacía, aunque fuera algo que disfrutara. Tenía un cuerpo bastante malo con lo que había pasado en casa de Sofía, pero al menos ya habíamos hablado y habíamos llegado a una resolución. Bueno, más bien, yo. Necesitaba un tiempo alejado de todos ellos para despejarme. Sí, suena muy contradictorio tomar esa decisión cuando pensaba que me sentía solo y no quería estarlo, pero teníamos tan mal rollo entre nosotros, que no veía positivo seguir en contacto con ellos. Era algo bastante tóxico. Muchos reproches, muchas mentiras, malentendidos, desencuentros... Necesitaba un respiro bastante grande de todo eso. Pero el tiempo se pasaba muy lento a veces y sabía que me iba a martirizar pensando en eso, así que tendría que tratar de no pensar en ello. Me apetecía concentrarme más en el trabajo. Últimamente no sentía que estuviera a la altura de lo que yo podía ofrecer y quería recuperar eso. Quizá si me centraba en preparar más cosas y buscar alternativas para que les costara menos a mis alumnos podría encontrar una vía de escape que me pudiera distraer.
En casa, mi madre me volvió a preguntar si me encontraba bien, escudándome yo en que pensaba que estaba resfriado, por eso mi falta de apetito y mi bajón anímico. Lo dije para salir del paso y ella estaba a medias de creerme, pero por suerte, una llamada salió en mi ayuda para evitar esa conversación que tenía pinta de ser inminente. Aunque ya me veía el marrón venir, porque era Ángela la que me estaba llamando, teniendo pinta de que acababa de hablar con Sofía y que ahora quería hacerlo conmigo. Le dije a mi madre que tenía que coger esa llamada, por lo que me salí a la calle para hablar de manera más privada. Me fui a la plaza de enfrente de casa de mis abuelos, para no irme muy lejos a petición de mi madre, porque no quería que cogiera frío por eso del resfriado. Me senté en un banco que estaba resguardado por un árbol y descolgué la llamada, esperando que no fuera otra conversación difícil, porque no estaba la cosa para eso.
-Dime, Ángela.
-Javi... ¿Qué ha pasado?
-Pues lo que tenía que pasar.
-No me jodas, tío...
-Teníamos que hablar y lo hemos hecho. Poco más. ¿Qué has hecho este finde?
-No es el momento de hablar de esas tonterías, Javi.
-Es que acabo de salir de una conversación difícil. No quiero tener otra, la verdad...
-¿Pero por qué eres así? ¿Por qué te aíslas tanto?
-Porque son ya muchas cosas las que están pasando. Quiero despejarme.
-¿Y te sigues viendo con esa chica?
-¿Pero qué más dará eso?
-No sé, como has rajado tanto de ella... Me extraña mucho que te veas tanto con ella ahora.
-Me veo con ella para distraerme. Ya está.
-¿Nada más?
-¿A qué te refieres?
-Por si te gusta o algo.
-Joder, qué va.
-No sé, porque si es así, pues para que la cuides y eso.
-Quita, quita. Nos vemos de vez en cuando para distraernos. Nada más. En absoluto. No pienses que me gusta o quiero algo con ella.
-Sofía me ha comentado que te trata muy bien.
-Sí, porque está colada por mí.
-No juegues con ella.
-Sabe de sobra lo que hay.
-¿Y yo?
-¿Tú? ¿Qué pasa contigo?
-¿También quieres dejar de ser mi amigo?
-De ti, no. No me has dado ningún motivo. Y bastante me has aguantado últimamente.
-Me duele mucho ver cómo te estás autodestruyendo.
-No exageres.
-No lo hago. Es lo que veo.
-Bueno, pues por eso necesito un tiempo, para reconstruirme.
-No estoy para coñas.
-No sé qué decirte, Ángela.
-No quiero que me digas nada. Quiero que seas el de siempre. El Javi que conocí en la universidad, el Javi con el que me reencontré. ¿Estoy pidiendo mucho?
-No. Pero la vida a veces no es como queremos. ¿Qué le hago yo?
-No separarte de tus amigos.
-No es tan fácil, Ángela.
-Bueno, pues ya estaré yo pendiente de ti. Te llamaré todos los días.
-Claro.
-Ay, Javi, se me olvidaba...
-Dime.
-Necesito que me hagas un favorcito.
-Bueno... ¿Para esto toda la conversación y el sermón? Es broma.
-Ay, qué graciosillo es el nene... No, en serio, necesito que hagas una cosa por mí. Pero es una tontería.
-Dime.
-Es que una amiga de mi hermana ha tenido un problema en el piso donde estaba viviendo y se va a mudar con ella. Me lo dijo ayer, pero le he pedido que no toque nada, porque hay allí una cosa tuya.
-¿Mía? ¿El qué?
-En realidad no hay nada tuyo. El problema es que tengo un juguetito que me dejé allí olvidado y... Joder, que me da corte que lo vea mi hermana o mi madre cuando vaya a por mis cosas, ¿sabes?
-Ah, vale.
-Es por si te puedes pasar a por él cuanto antes.
-Vale. Me paso mañana mismo si quieres. Tengo que trabajar, pero me puedo pasar, no tengo problema.
-Ella entra y sale mucho. Por la mañana tiene clases y alguna también por la tarde creo. ¿Le digo que esté en casa para cuando salgas por la noche?
-Vale. No tengo problema. De hecho, mejor así, porque llevo la maleta y lo puedo guardar ahí para que no lo vea.
-Muchas gracias. Está en el tercer cajón de mi escritorio. Está bien escondido ahí, así que ya sabes dónde buscar.
-Vale.
-Y de verdad, no te aísles. Cálmate e intenta arreglar las cosas con todos. Pero arreglarlas de verdad, no como lo que ha pasado hoy.
-Necesito mi tiempo.
-Te doy hasta que vaya para allá. Cuando lo haga voy a poner orden, avisado estás.
Nos despedimos y volví a casa para quedarme allí, porque hacía frío. Mis abuelos estaban entretenidos y me entré con mi madre para ayudarle a preparar la comida. Como le dije aquello del resfriado, hicimos sopa y algo más para que me sentara bien para el cuerpo. La comida fue bastante tranquila, haciendo yo el esfuerzo de comer bien para no llevarme otra bronca por lo mismo. Luego nos quedamos reposando y mis abuelos descansando. Estuvimos charlando de varios temas, cosa que me vino muy bien para despejarme un poco, volviendo yo a hacer el esfuerzo para que no me notara mal. Parecía ser convincente, porque no me sacó el tema, pero de repente la llamaron a ella. Estuvo hablando unos minutos por teléfono y se me hacía bastante evidente que lo hacía con mi hermano, aunque ella trataba de que no lo notara. Tampoco es que me importara hasta ese punto, pero ella sabía que me incomodaba. Cuando terminó de hablar con él se me quedó mirando.
-¿Qué pasa?
-Nada. Era tu hermano.
-Ya me he dado cuenta.
-Me ha preguntado cómo estamos y... Dice que está de camino. Tiene toda la semana que viene libre y quería venir a vernos, que hace mucho que no viene.
-Ah, pues estupendo. Yo me voy ya.
-No, no te vayas.
-Sí, mejor me voy.
-Javier, quiero que arregléis las cosas.
-Joder, soy el arreglador.
-¿Qué?
-Nada. Que me voy y así no hay historias.
-¿Por qué no quieres hablar con él? Sois hermanos.
-Mamá, dejémoslo estar, ¿vale?
-Es que no quiero. Ese es el problema. Sois hermanos y os tenéis que llevar bien.
-No me lo pone nada fácil después de lo que hizo.
-No están juntos -soltó de sopetón-. No sé qué te piensas, pero no está con ella.
-Ya me da igual.
-Pues si te da igual, habla con él para arreglar las cosas.
-No. Me voy. Es que no me apetece, mamá. De verdad que no estoy para esto ahora mismo.
-¿Por qué no? Si ya sabes que no están juntos. ¿Cuál es el problema ahora?
-El problema está en lo que hizo. También te digo, él es de ir muy a su bola. Lo mismo te ha dicho eso para que te quedes tú más tranquila. No me extrañaría nada.
-¿Me estás diciendo que me ha mentido?
-Te digo que no me extrañaría. Él jamás ha traído a casa a ninguna chica. Y a ella la trajo, ¿no? Sobran las palabras.
-Ay, de verdad...
-Me voy. Te quiero, mamá -dije dándole un beso en la mejilla para irme de allí.
Volví paseando a casa de mis abuelos para estar allí tranquilo y resguardarme del frío que hacía, aunque fuera algo que disfrutara. Tenía un cuerpo bastante malo con lo que había pasado en casa de Sofía, pero al menos ya habíamos hablado y habíamos llegado a una resolución. Bueno, más bien, yo. Necesitaba un tiempo alejado de todos ellos para despejarme. Sí, suena muy contradictorio tomar esa decisión cuando pensaba que me sentía solo y no quería estarlo, pero teníamos tan mal rollo entre nosotros, que no veía positivo seguir en contacto con ellos. Era algo bastante tóxico. Muchos reproches, muchas mentiras, malentendidos, desencuentros... Necesitaba un respiro bastante grande de todo eso. Pero el tiempo se pasaba muy lento a veces y sabía que me iba a martirizar pensando en eso, así que tendría que tratar de no pensar en ello. Me apetecía concentrarme más en el trabajo. Últimamente no sentía que estuviera a la altura de lo que yo podía ofrecer y quería recuperar eso. Quizá si me centraba en preparar más cosas y buscar alternativas para que les costara menos a mis alumnos podría encontrar una vía de escape que me pudiera distraer.
En casa, mi madre me volvió a preguntar si me encontraba bien, escudándome yo en que pensaba que estaba resfriado, por eso mi falta de apetito y mi bajón anímico. Lo dije para salir del paso y ella estaba a medias de creerme, pero por suerte, una llamada salió en mi ayuda para evitar esa conversación que tenía pinta de ser inminente. Aunque ya me veía el marrón venir, porque era Ángela la que me estaba llamando, teniendo pinta de que acababa de hablar con Sofía y que ahora quería hacerlo conmigo. Le dije a mi madre que tenía que coger esa llamada, por lo que me salí a la calle para hablar de manera más privada. Me fui a la plaza de enfrente de casa de mis abuelos, para no irme muy lejos a petición de mi madre, porque no quería que cogiera frío por eso del resfriado. Me senté en un banco que estaba resguardado por un árbol y descolgué la llamada, esperando que no fuera otra conversación difícil, porque no estaba la cosa para eso.
-Dime, Ángela.
-Javi... ¿Qué ha pasado?
-Pues lo que tenía que pasar.
-No me jodas, tío...
-Teníamos que hablar y lo hemos hecho. Poco más. ¿Qué has hecho este finde?
-No es el momento de hablar de esas tonterías, Javi.
-Es que acabo de salir de una conversación difícil. No quiero tener otra, la verdad...
-¿Pero por qué eres así? ¿Por qué te aíslas tanto?
-Porque son ya muchas cosas las que están pasando. Quiero despejarme.
-¿Y te sigues viendo con esa chica?
-¿Pero qué más dará eso?
-No sé, como has rajado tanto de ella... Me extraña mucho que te veas tanto con ella ahora.
-Me veo con ella para distraerme. Ya está.
-¿Nada más?
-¿A qué te refieres?
-Por si te gusta o algo.
-Joder, qué va.
-No sé, porque si es así, pues para que la cuides y eso.
-Quita, quita. Nos vemos de vez en cuando para distraernos. Nada más. En absoluto. No pienses que me gusta o quiero algo con ella.
-Sofía me ha comentado que te trata muy bien.
-Sí, porque está colada por mí.
-No juegues con ella.
-Sabe de sobra lo que hay.
-¿Y yo?
-¿Tú? ¿Qué pasa contigo?
-¿También quieres dejar de ser mi amigo?
-De ti, no. No me has dado ningún motivo. Y bastante me has aguantado últimamente.
-Me duele mucho ver cómo te estás autodestruyendo.
-No exageres.
-No lo hago. Es lo que veo.
-Bueno, pues por eso necesito un tiempo, para reconstruirme.
-No estoy para coñas.
-No sé qué decirte, Ángela.
-No quiero que me digas nada. Quiero que seas el de siempre. El Javi que conocí en la universidad, el Javi con el que me reencontré. ¿Estoy pidiendo mucho?
-No. Pero la vida a veces no es como queremos. ¿Qué le hago yo?
-No separarte de tus amigos.
-No es tan fácil, Ángela.
-Bueno, pues ya estaré yo pendiente de ti. Te llamaré todos los días.
-Claro.
-Ay, Javi, se me olvidaba...
-Dime.
-Necesito que me hagas un favorcito.
-Bueno... ¿Para esto toda la conversación y el sermón? Es broma.
-Ay, qué graciosillo es el nene... No, en serio, necesito que hagas una cosa por mí. Pero es una tontería.
-Dime.
-Es que una amiga de mi hermana ha tenido un problema en el piso donde estaba viviendo y se va a mudar con ella. Me lo dijo ayer, pero le he pedido que no toque nada, porque hay allí una cosa tuya.
-¿Mía? ¿El qué?
-En realidad no hay nada tuyo. El problema es que tengo un juguetito que me dejé allí olvidado y... Joder, que me da corte que lo vea mi hermana o mi madre cuando vaya a por mis cosas, ¿sabes?
-Ah, vale.
-Es por si te puedes pasar a por él cuanto antes.
-Vale. Me paso mañana mismo si quieres. Tengo que trabajar, pero me puedo pasar, no tengo problema.
-Ella entra y sale mucho. Por la mañana tiene clases y alguna también por la tarde creo. ¿Le digo que esté en casa para cuando salgas por la noche?
-Vale. No tengo problema. De hecho, mejor así, porque llevo la maleta y lo puedo guardar ahí para que no lo vea.
-Muchas gracias. Está en el tercer cajón de mi escritorio. Está bien escondido ahí, así que ya sabes dónde buscar.
-Vale.
-Y de verdad, no te aísles. Cálmate e intenta arreglar las cosas con todos. Pero arreglarlas de verdad, no como lo que ha pasado hoy.
-Necesito mi tiempo.
-Te doy hasta que vaya para allá. Cuando lo haga voy a poner orden, avisado estás.
Nos despedimos y volví a casa para quedarme allí, porque hacía frío. Mis abuelos estaban entretenidos y me entré con mi madre para ayudarle a preparar la comida. Como le dije aquello del resfriado, hicimos sopa y algo más para que me sentara bien para el cuerpo. La comida fue bastante tranquila, haciendo yo el esfuerzo de comer bien para no llevarme otra bronca por lo mismo. Luego nos quedamos reposando y mis abuelos descansando. Estuvimos charlando de varios temas, cosa que me vino muy bien para despejarme un poco, volviendo yo a hacer el esfuerzo para que no me notara mal. Parecía ser convincente, porque no me sacó el tema, pero de repente la llamaron a ella. Estuvo hablando unos minutos por teléfono y se me hacía bastante evidente que lo hacía con mi hermano, aunque ella trataba de que no lo notara. Tampoco es que me importara hasta ese punto, pero ella sabía que me incomodaba. Cuando terminó de hablar con él se me quedó mirando.
-¿Qué pasa?
-Nada. Era tu hermano.
-Ya me he dado cuenta.
-Me ha preguntado cómo estamos y... Dice que está de camino. Tiene toda la semana que viene libre y quería venir a vernos, que hace mucho que no viene.
-Ah, pues estupendo. Yo me voy ya.
-No, no te vayas.
-Sí, mejor me voy.
-Javier, quiero que arregléis las cosas.
-Joder, soy el arreglador.
-¿Qué?
-Nada. Que me voy y así no hay historias.
-¿Por qué no quieres hablar con él? Sois hermanos.
-Mamá, dejémoslo estar, ¿vale?
-Es que no quiero. Ese es el problema. Sois hermanos y os tenéis que llevar bien.
-No me lo pone nada fácil después de lo que hizo.
-No están juntos -soltó de sopetón-. No sé qué te piensas, pero no está con ella.
-Ya me da igual.
-Pues si te da igual, habla con él para arreglar las cosas.
-No. Me voy. Es que no me apetece, mamá. De verdad que no estoy para esto ahora mismo.
-¿Por qué no? Si ya sabes que no están juntos. ¿Cuál es el problema ahora?
-El problema está en lo que hizo. También te digo, él es de ir muy a su bola. Lo mismo te ha dicho eso para que te quedes tú más tranquila. No me extrañaría nada.
-¿Me estás diciendo que me ha mentido?
-Te digo que no me extrañaría. Él jamás ha traído a casa a ninguna chica. Y a ella la trajo, ¿no? Sobran las palabras.
-Ay, de verdad...
-Me voy. Te quiero, mamá -dije dándole un beso en la mejilla para irme de allí.