La noche que dejó de ser fantasía - 3ª parte
Ella cambió de posición, girando su cuerpo hacia el marido mientras el chaval, sentado, seguía follándola con fuerza. Sus caderas se movían con un ritmo frenético, la polla aparecía y desaparecía de su coño húmedo, y en su mente estallaba la revelación: “¡Al final va a tener razón… esto de abrir la pareja es lo que necesitaba mi coño!”.
Con la mirada fija en su esposo, jadeando y a punto de perder el control, le soltó entre gemidos: “¡Cariño, si sigue me va a hacer correr!”. El marido, con la polla en la mano y los ojos brillando de excitación, le respondió sin dudar: “Hazlo… córrete para él”. Esa frase la empujó aún más al límite, entregándose por completo al placer y a la fantasía compartida.
El chaval, excitado por lo que escuchaba, se levantó del sofá con decisión y la tomó por la cintura. La obligó a inclinarse hacia adelante, de cara a su marido, mientras él la follaba de pie por detrás con embestidas brutales. Cada golpe hacía que sus grandes tetas se bambolearan con violencia, balanceándose frente al esposo que no podía apartar la mirada, hipnotizado por el espectáculo. La polla entraba y salía de su coño empapado con un ritmo frenético, húmeda y brillante, marcando cada embestida con un chasquido obsceno.
Ella, con los ojos completamente idos, perdidos en el placer, miraba fijamente a su marido mientras gemía: “¡Cariño… me corro!”. En su cabeza ardía la confesión: “¡Por fin me voy a correr con una polla y no con el vibrador!”. Su cuerpo se arqueaba, las tetas golpeaban el aire con cada sacudida, y sus ojos abiertos, desbordando lujuria, mostraban que estaba entregada por completo al orgasmo.. El marido no apartaba la mirada, seguía con la paja, sintiendo que la excitación lo consumía: estaba presenciando lo que siempre había deseado, su mujer corriéndose con otra polla dentro de ella, cumpliendo el clímax de su fantasía más morbosa.