La noche que dejó de ser fantasía - 1ª parte
Su marido llevaba años publicando fotografías de ella en un foro para adultos. Para él no era solo un juego: era una fantasía que lo consumía, una idea que volvía una y otra vez, cada vez más intensa, más imposible de ignorar. Después de mucho insistir, ella aceptó que buscara a alguien para hacer realidad aquello que él llevaba tanto tiempo imaginando, aunque ninguno de los dos sabía realmente qué parte de sí mismos estaban poniendo en riesgo.
Ella puso condiciones claras: el encuentro debía ser en un hotel y con un hombre joven. Él se volcó en la búsqueda, casi obsesionado, como si cada perfil que revisaba fuera un recordatorio de que estaba empujando su propio límite, hasta que encontró al candidato perfecto.
El día de la cita, ella decidió vestirse tal como él la había mostrado en las fotos que publicaba: el body ajustado, las medias que marcaban cada paso y los tacones que él adoraba. Mientras se preparaba, él la observaba con una mezcla de orgullo, vértigo y un deseo que casi le temblaba en las manos. Había algo más ahí: una punzada de miedo, de anticipación, de saber que una vez cruzaran esa puerta ya no habría vuelta atrás.
En la habitación del hotel, el chico la aguardaba sentado desnudo, listo para ella. Ella avanzó hacia él despacio, sintiendo la mirada de su marido en su espalda, una mirada que la seguía, que la empujaba, que la ofrecía. Se detuvo frente al chaval, y su mirada descendió un instante, lo suficiente para que su marido comprendiera la comparación sin que ella pronunciara una sola palabra. Ese silencio fue un golpe seco, un recordatorio de lo que él había provocado.
El chico se levantó y en cuanto ella lo tuvo delante, algo en su expresión cambió. No hizo falta que nadie dijera una palabra: la diferencia entre la polla de su esposo y la del chico estaba ahí, evidente, brutal, y era imposible de ignorar. Sus dedos se cerraron alrededor de la polla del chico con una naturalidad que la sorprendió a ella misma, y el temblor que recorrió su mano fue tan claro que su marido lo sintió como un golpe directo al pecho. Era algo que él siempre había querido ver… y que ahora no podía dejar de mirar.
Ella dejó escapar un suspiro que mezclaba sorpresa, hambre y una especie de descubrimiento íntimo. Luego giró la cabeza hacia su marido, despacio, con una mirada que lo atravesó sin piedad, que lo dejó expuesto, desnudo, pequeño.—Dime… ¿sigues queriendo esto?
Su marido sintió un golpe de celos, deseo y rendición total. Y aun así, respondió sin dudar:—Sí.
En ese instante, la fantasía que había vivido solo en su mente empezó a volverse real, tan real que casi dolía, tan real que lo obligaba a enfrentarse a lo que había deseado…