Capitulo 72
Coque se levantó por fin para encender las luces, acercarse al frigorífico y coger una botella grande de agua. Echó un trago, le ofreció otro a Sonia y luego nos pasó la botella a los que estábamos en el otro sofá.
-Bueno, habrá que empezar a levantarse, vestirse y marcharnos. Menudo día el de hoy, yo estoy reventado – dijo.
-Habrá que ir tirando, sí – apostillé yo.
Nos fuimos levantando, y mientras nos vestíamos Sonia se acercó a abrazar a Isa. Fue un abrazo largo y cariñoso entre ambas.
Isa se puso especialmente parlanchina, y muy graciosa, pareciera que esa fuera la enésima vez que estaba con nosotros en esa situación. Se había puesto el sujetador y estaba buscando por todas partes.
-Qué vergüenza – dijo – no encuentro mis bragas.
-Jajajajajaja – todos nos reímos con ella.
Coque las vio asomando un poco debajo del sofá y se agachó a buscarlas.
-¿Son estas? – le preguntó mostrándolas con la mano alzada - ¡Qué chulas!
-¡Trae aquí! – se las quitó de un manotazo – Que vergüenza más grande…por favor...
Luego le miró fijamente, con cara de pilla, se acercó a él, le agarró de la cabeza y le plantó un beso de tornillo en los morros por sorpresa.
Los demás aplaudimos al verlo.
-Toma, a ti era al único al que no había besado hoy – añadió riendo.
-Jajajajaja.
Acabamos de vestirnos y salimos paseando de vuelta a casa.
Sonia e Isa iban cogidas del brazo un poco por detrás de los demás, hablando.
Me giré un par de veces y las vi muy relajadas. No quise interrumpir su conversación.
Lore y Coque no paraban de repetir que estaban deseando llegar a casa y meterse en la bañera de lo cansados que estaban.
Llegó la hora de separarse e Isa marchó en la misma dirección que Coque y Lore.
Sonia y yo continuamos como siempre hasta su casa.
-¿Qué tal con Isa, te ha contado algo más? – le pregunté curioso.
Se sonrió, y me pasó la mano por la cintura.
-¡Que maja es! – dijo – Pues nada, que se lo ha pasado muy bien en la excursión, que no quiere perderse otra…
-Otra excursion…, ¿no?
-Jajajaja – se rió – me ha hecho alguna confesión, sí. Que sabía lo que podía pasar esta noche, dice que tenía algo de miedo y que al principio tenía sentimientos contradictorios, quería pero no quería, le daba cierto pudor, pero que al ver como nos comportábamos de una forma tan natural y cariñosa entre nosotros y con ella, se le fueron quitando los miedos.
-Bueno, eso lo estaba viendo yo – le respondí – me refiero a algo más sabroso y suculento jejeje...
-Jajaja, ya lo sé bobo, que te conozco – respondió – Pues, claramente me ha confesado en una sola frase que nunca se había reído y se había corrido tanto en un día, como hoy.
-¡Vaaaya! – exclamé – me alegro por una parte y por la otra…¡¿pero con qué zoquete de tío salía?! Es increíble.
-Manu muy majo, muy guapo y todo eso, pero por lo visto un manta en la cama…
-Y eso que llevaban saliendo bastante. Joder, que nosotros no teníamos apenas experiencia pero creo que nos hemos ido apañando bien, ¿no? – le pregunté con picardía.
-Jejeje – levantó la cara sonriente – muy bien, diría yo. Yo no tengo quejas. – añadió apretándose contra mí - El problema de Isa es que es muy tímida y no se debía atrever a hablarlo o a sugerir cosas.
-Bueno, parece que va dejando la timidez a un lado – dije yo.
Llegamos a la puerta de su casa y nos besamos de nuevo, sin ganas de despedirnos pero ya era muy tarde.
Al día siguiente quedamos para tomar algo por la tarde en uno de nuestros sitios preferidos, Isa también vino. Parecía relajada aunque estuvo bastante callada comparado con el día anterior. Más bien observaba, escuchaba y a veces intervenía, y se reía, mucho. Como siempre una tarde agradable y divertida con los amigos,
Cuando volvía a casa con Sonia, me comentó que Isa le había sorprendido para bien el que no habláramos sobre lo ocurrido la noche anterior y que ella le explicó que nunca lo hacíamos más allá de algún chascarrillo para reírnos, y que esa actitud nuestra le había encantado.
Pasaron los días y nos metimos en el invierno y en plena vorágine de clases y estudio. Durante ese tiempo no volvimos a quedar en el local por diversas razones que no vienen al caso. Sólo Sonia y yo nos escapábamos en cuanto teníamos una oportunidad. Pero por supuesto quedábamos y nos veíamos los cuatro y a veces también Isa y otros amigos. Isa seguía “soltera” pero no se la veía especialmente ansiosa o preocupada por eso, según le comentaba a Sonia y Lore entre clase y clase.
Por fin llegaron las vacaciones. Y, como el año anterior, mi hermano y el grupo no ensayaban esos días, y teníamos el local para nosotros. El día de Navidad por la tarde, quedamos para vernos en el local. Las chicas, que habían salido por la mañana a caminar con Isa, se lo dijeron, y esta se apuntó sin dudarlo.
Coque se levantó por fin para encender las luces, acercarse al frigorífico y coger una botella grande de agua. Echó un trago, le ofreció otro a Sonia y luego nos pasó la botella a los que estábamos en el otro sofá.
-Bueno, habrá que empezar a levantarse, vestirse y marcharnos. Menudo día el de hoy, yo estoy reventado – dijo.
-Habrá que ir tirando, sí – apostillé yo.
Nos fuimos levantando, y mientras nos vestíamos Sonia se acercó a abrazar a Isa. Fue un abrazo largo y cariñoso entre ambas.
Isa se puso especialmente parlanchina, y muy graciosa, pareciera que esa fuera la enésima vez que estaba con nosotros en esa situación. Se había puesto el sujetador y estaba buscando por todas partes.
-Qué vergüenza – dijo – no encuentro mis bragas.
-Jajajajajaja – todos nos reímos con ella.
Coque las vio asomando un poco debajo del sofá y se agachó a buscarlas.
-¿Son estas? – le preguntó mostrándolas con la mano alzada - ¡Qué chulas!
-¡Trae aquí! – se las quitó de un manotazo – Que vergüenza más grande…por favor...
Luego le miró fijamente, con cara de pilla, se acercó a él, le agarró de la cabeza y le plantó un beso de tornillo en los morros por sorpresa.
Los demás aplaudimos al verlo.
-Toma, a ti era al único al que no había besado hoy – añadió riendo.
-Jajajajaja.
Acabamos de vestirnos y salimos paseando de vuelta a casa.
Sonia e Isa iban cogidas del brazo un poco por detrás de los demás, hablando.
Me giré un par de veces y las vi muy relajadas. No quise interrumpir su conversación.
Lore y Coque no paraban de repetir que estaban deseando llegar a casa y meterse en la bañera de lo cansados que estaban.
Llegó la hora de separarse e Isa marchó en la misma dirección que Coque y Lore.
Sonia y yo continuamos como siempre hasta su casa.
-¿Qué tal con Isa, te ha contado algo más? – le pregunté curioso.
Se sonrió, y me pasó la mano por la cintura.
-¡Que maja es! – dijo – Pues nada, que se lo ha pasado muy bien en la excursión, que no quiere perderse otra…
-Otra excursion…, ¿no?
-Jajajaja – se rió – me ha hecho alguna confesión, sí. Que sabía lo que podía pasar esta noche, dice que tenía algo de miedo y que al principio tenía sentimientos contradictorios, quería pero no quería, le daba cierto pudor, pero que al ver como nos comportábamos de una forma tan natural y cariñosa entre nosotros y con ella, se le fueron quitando los miedos.
-Bueno, eso lo estaba viendo yo – le respondí – me refiero a algo más sabroso y suculento jejeje...
-Jajaja, ya lo sé bobo, que te conozco – respondió – Pues, claramente me ha confesado en una sola frase que nunca se había reído y se había corrido tanto en un día, como hoy.
-¡Vaaaya! – exclamé – me alegro por una parte y por la otra…¡¿pero con qué zoquete de tío salía?! Es increíble.
-Manu muy majo, muy guapo y todo eso, pero por lo visto un manta en la cama…
-Y eso que llevaban saliendo bastante. Joder, que nosotros no teníamos apenas experiencia pero creo que nos hemos ido apañando bien, ¿no? – le pregunté con picardía.
-Jejeje – levantó la cara sonriente – muy bien, diría yo. Yo no tengo quejas. – añadió apretándose contra mí - El problema de Isa es que es muy tímida y no se debía atrever a hablarlo o a sugerir cosas.
-Bueno, parece que va dejando la timidez a un lado – dije yo.
Llegamos a la puerta de su casa y nos besamos de nuevo, sin ganas de despedirnos pero ya era muy tarde.
Al día siguiente quedamos para tomar algo por la tarde en uno de nuestros sitios preferidos, Isa también vino. Parecía relajada aunque estuvo bastante callada comparado con el día anterior. Más bien observaba, escuchaba y a veces intervenía, y se reía, mucho. Como siempre una tarde agradable y divertida con los amigos,
Cuando volvía a casa con Sonia, me comentó que Isa le había sorprendido para bien el que no habláramos sobre lo ocurrido la noche anterior y que ella le explicó que nunca lo hacíamos más allá de algún chascarrillo para reírnos, y que esa actitud nuestra le había encantado.
Pasaron los días y nos metimos en el invierno y en plena vorágine de clases y estudio. Durante ese tiempo no volvimos a quedar en el local por diversas razones que no vienen al caso. Sólo Sonia y yo nos escapábamos en cuanto teníamos una oportunidad. Pero por supuesto quedábamos y nos veíamos los cuatro y a veces también Isa y otros amigos. Isa seguía “soltera” pero no se la veía especialmente ansiosa o preocupada por eso, según le comentaba a Sonia y Lore entre clase y clase.
Por fin llegaron las vacaciones. Y, como el año anterior, mi hermano y el grupo no ensayaban esos días, y teníamos el local para nosotros. El día de Navidad por la tarde, quedamos para vernos en el local. Las chicas, que habían salido por la mañana a caminar con Isa, se lo dijeron, y esta se apuntó sin dudarlo.