El Fruto Prohibido. ( Continuación 281 )
Así fue que llegamos al coche y entramos en el mismo, pero no lo pusimos en marcha ya que nos quedamos charlando en el interior mientras esperábamos esa nueva llamada de Carmen.
Llevaríamos dentro algo más de cinco minutos cuando sonó de nuevo mi móvil. Al agarrarlo para responder vi que nuevamente era Carmen.
----- Si dime. ¿ Que hay de nuevo ?
----- A ver que te cuento. Me ha propuesto que vayamos al Honky.
----- ¿ El de Covarruvias ?
----- Si ese... Que cenemos en el restaurante que hay arriba, y después nos bajamos a la sala porque hay actuaciones que quiere ver. Por lo visto van a tocar unos conocidos suyos.
----- Bueno, bien.
----- ¿ Que hago ? ¿ Le digo que si, que cuente con nosotros ?
----- Claro, adelante con ello.
----- Bien joder... Bieeeeeennn...!!!! ----- exclamó.
----- Ehhhh... ¿ Que pasa ? ¿ A que viene esa euforia ?
----- Pues porque pensé que lo mismo me decía que no.
----- ¿ Y por que iba a decirlo ?
----- No se; lo mismo tenías otros planes con tu amigo del alma.
----- A ver, déjate de gilipolleces, por favor.
----- Vale, vale... no discutamos.
----- Si, mejor... ----- le respondí.
A continuación me comentó que iba a llamar nuevamente a Inma para comunicarle que contase con nosotros y que reservase mesa para cinco. Tamnbién me dijo que no pasase a recogerla, que mejor se iba con Inma y con Konrad, ya que éste debía pasar cerca de su casa cuando fuese a buscar a Inma; y que mejor ya nos veíamos en el restaurante.
----- Como mejor veas. ----- le dije.
----- ¿ Que vais hacer vosotros ? ----- me preguntó.
----- Pues no se, ahora decidiremos... Seguramente que nos iremos para casa a descansar y relajarnos hasta que llegue la hora.
Ernesto me daba su aprobación con gestos...
Sin más, puse en marcha el coche en cuanto corté la conversación con Carmen y nos pusimos en marcha con rumbo a mi apartamento. Una vez que llegamos y dejamos el coche en el garaje, Ernesto me dijo que si no me importaba se iba a echar una siesta, lo cual le aprobé con gestos positivos...
----- Tu mismo; ya sabes que estás en tu casa. ----- le dije.
Sonrió y me dijo:
----- Gracias hermano. ¿ Que vas hacer vos ?
----- Pues aprovecharé para revisar unos asuntos del trabajo.
Poco después agarré el portátil y en el mismo salón me puse a revisar unos temas que íbamos a tratar la próxima semana David y yo junto con Celia para luego mostrárselos a nuestros otros dos socios.
Me sumergí tanto en aquella tarea que no me di cuenta que habían pasado como dos hora. Y fue una mano que se posó en mi hombro la que me hizo bajar a la realidad.
Al volver la mirada fue que vi todo sonriente a Ernesto.
----- Hey hermano... ----- me dijo.
----- Que hay... Ya veo que aterrizaste.
Y riendo
me respondió.
----- Siiiii... Y he quedado de maravilla.
----- Pues me alegro.
----- Este sueñecito me ha dejado como nuevo.
Miré el reloj de la pared y le dije:
----- Sueñecito, dices... Pero si has dormido como dos horas.
----- ¿ Tanto ?
Y haciendo un gesto de evidencia
le respondí:
----- Mira el reloj.
----- Buuuffffff...!!!!! No creí que hubiera dormido tanto.
Yo sonreí y le dije:
----- El lirón Ernesto, te voy a llamar.
El se rió...
Y poniendo nuevamente su mano sobre mi hombro me preguntó:
----- ¿ Y vos que hacés ?
----- Aquí sigo mirando estos asuntos del trabajo.
----- Ahhhh... es que no parás hermano.
----- ¿ Y que le voy hacer ? Es lo que hay... Tenemos que cuidar al cliente. ----- le dije
----- Así no vas a tardar en hacerte millonario con tanto trabajar.
Me reí...
y le respondí:
----- Será en sueños, porque en otra cosa no se ve perspectivas.
Entonces me preguntó:
----- ¿ Como andamos de tiempo ?
----- Bien; pasa un poco de las siete y tenemos poco menos de una hora, porque con que salgamos a las ocho tenemos margen suficiente.
----- Que bueno pues... Me voy a sentar ahí en el sillón y aprovecho para leer un poco.
----- Como quieras. Yo cierro esto en quince minutos y lo dejo hasta mañana.
Y así nos quedamos cada uno con lo suyo; de manera que cuando llegó la hora nos preparamos y bajamos al garaje donde nuevamente tomamos el coche y salimos a la calle; y casualidad de casualidades que según iba a subir por la rampa entraba Marisa con su coche. Tras unos segundos de inmovilidad, di marcha atrás y le cedí el paso.
Entró sin mirarnos y sin hacer gesto alguno; por suerte Ernesto no se percató de que era ella y así evité esas incómodas preguntas que seguramente me habría hecho...
Cuando por fin salimos a la calle puse rumbo a la zona de Alonso Martínez, y una vez allí nos metimos por Santa Engracia; y un poco más adelante nos pusimos a callejear entre Fernández de la Hoz y Almagro. Tras dar un par de vueltas, la suerte nos sonrió porque había un coche maniobrando para marcharse y allí esperamos hasta que por fin salió y estacionamos en esa plaza que dejó libre.
Tras salir del coche, Ernesto me preguntó:
----- ¿ Vamos bien de tiempo ?
----- Si, estamos en hora.
----- ¿ Queda lejos el sitio ?
----- No, no está lejos; tenemos que tomar esta primera calle, cruzamos la avenida, torcemos a la izquierda y como a unos doscientos metros está el restaurante.
----- Ah, que bueno; creo que aguantaré.
----- Más te vale.
----- Ya pensaba que me ibas a tener que llevar a caballo, igual que un cowboy.
Ambos nos reímos en mitad de la calle...
A todo le sacaba un punto de humor y siempre encontraba la respuesta adecuada a la situación. Nunca conocí a nadie con su sentido del humor; estar a su lado era un reír sin parar, hasta que te quedase la mandíbula dolorida.
Cuando estábamos en la avenida esperando a que el semáforo nos franqueara el paso, se nos acercaron dos chicas negras preguntando si hablábamos inglés. Amablemente les dijimos que si, y con una expresión de alivio nos preguntaron como podían llegar a la Plaza de Colón; me mostraron una pequeña guía de Madrid con mapa, y sobre el mismo les expliqué donde estábamos exactamente y que ruta debían seguir.
Amablemente nos dieron las gracias y me preguntaron como es que hablaba tan bien inglés; así les expliqué que era escocés y español, y Ernesto venezolano. Ellas nos contaron que eran de Arkansas y estaban haciendo unos estudios en Londres, pero se habían venido este fin de semana a ver Madrid en un viaje relámpago... Eran más jóvenes que nosotros, no más de veinticinco años les calculé; ambas eran menuditas y con buen tipo. Llevaban el pelo recogido en coletas de rastas y vestían ropa vaquera; una de ellas era bastante guapa y la otra tampoco estaba mal...
Y así estuvimos unos minutos de cordial conversación con ambas.
Cuando ya las despedimos y tomamos nuestros respectivos caminos, Ernesto me comentó:
----- Ay hermano, podíamos haberlas invitado a que se vinieran con nosotros.
Le miré sorprendido e incrédulo a la vez.
----- ¿ Al restaurante ?
----- Claro.
Yo me reí
y le dije:
----- Eres la leche; es que no tienes remedio.
----- Pero hombre, vos vas andar con Carmencita, y su amiga con el alemán ese. ¿ Y que hago yo ?
Yo me seguía riendo
mientras él me argumentaba:
----- Así se podían venir y me encargaba yo de las dos.
Le di un pequeño empujón y le dije:
----- Anda, anda... tira para delante que menudo peligro tienes.
El se rió con su risa contagiosa...
mientras que yo le decía:
----- Que te encargas de las dos.
----- Pues claro, no voy hacer feliz solo a una.
----- Ya no estás tu para esos trotes.
----- ¡ Como que no ! ----- exclamó
Y luego añadió:
----- En Córdoba si que troté bien y me demostré que aún estoy en forma.
Le di otro empujón y le indiqué que siguiera el camino, mientras que hacía gestos con los que le daba a entender que no tenía remedio.
Poco después llegamos por fin al restaurante, y en la misma entrada cedí el paso a Ernesto, quien me lo agradeció con un gesto. Y según entramos, enseguida distinguimos a Carmen que se encontraba allí en la barra acompañada de Inma y Konrad. Carmen vestía un vaquero tipo peto más un jersey fino en color morado, con una cazadora negra por encima; nunca la había visto con ese atuendo ni en ese estilo. Inma a su vez vestía una minifalda negra, luciendo sus hermosas piernas, un jersey fino en color crema, y por encima se había puesto una chaqueta en color blanco, y en sus pies calzaba unos botines de medio tacón. y a su lado konrad vestía un atuendo sport, más de mi estilo.
Al llegar a su altura saludé a ambos, mientras que Inma me respondía con su hermosa sonrisa. Ernesto se fue directo a por Carmen; y según la vio alzó los brazos y exclamó:
----- Carmencita....!!!
Esta sonrió y ambos se abrazaron mientras intercambiaban un par de besos.
----- Que hay, mangarrian... ----- le dijo.
La tomó por la cintura y le respondió:
----- Es un placer volver a verte.
Carmen hizo un gesto y le dijo:
----- Ni que hiciera una eternidad que no me veías. Si ya me viste esta mañana.
----- Si, es cierto... Pero te vi muy brevemente y me supo a poco.
Carmen le apretó una mejilla y le dijo:
----- Ayyyyy... que insaciable que es Ernestito.
Inma y Konrad les observaban riendo...
Y en ese momento Ernesto soltó a Carmen y les saludó.
----- Un placer volver a verte... ----- le dijo a Konrad.
Y mientras estrechaban la mano éste le respondió:
----- Gracias... igualmente.
Después se dirigió a Inma, que la agarró de los hombros y tras intercambiar un par de besos le dijo:
----- A vos ya te vi esta mañana, y también es un placer volver a verte.
Sonriendo le dio la gracias.
A continuación se dirigió de nuevo a Carmen.
----- A ver Carmencita, dejáme que te vea bien.
La agarró de la mano y le dio una vuelta como si estuviesen bailando.
----- Estás estupenda... ----- le dijo.
Y luego mirando a Inma añadió:
----- Estupendas las dos.
Esta sonrió y le volvió a dar las gracias.
----- Ahhh... no se merecen; es la verdad. ----- respondió Ernesto
Miró de nuevo a carmen y le dijo:
----- Te queda de maravilla este atuendo.
Carmen hizo una pose y le preguntó:
----- ¿ Te gusta ?
----- Me encanta.
Y luego añadió:
----- Si hasta pareces una embarazada.
Carmen se quedó toda sorprendida...
Se ve que la había pillado descolocada.
----- Uhhhhhhh....!!!!! Lo que me faltaba. ----- exclamó.
Inma se partió de risa...
mientras que Ernesto seguía a lo suyo.
Entonces me miró a mí también y agarrando mi brazo, agarró también el de Carmen y nos dijo:
----- No me estarán ustedes haciendo tío.
Todos nos reímos
y Carmen le siguió la broma respondiéndole:
----- Si hombre, si. Tu di que si, que en cuanto llegue te lo damos a ti y te decimos: Hala toma, nos lo devuelves dentro de veinticinco años ya situado y con la carrera terminada.
Ernesto puso cara de circunstancias...
mientras que el resto nos partíamos de risa
Y yo daba palmas
aplaudiendo esa salida de Carmen.
Y tras ello respondió:
----- Ah no... a mi no me cargan con responsabilidades ajenas...
Acto seguido y tras nuestras indicaciones, pidieron una caña para mi y un mosto para Ernesto, que ahí continuó con sus bromas yu comentarios jocosos con los que consiguió que no parasemos de reírnos...
Continuará.................................................................................