Por muy fetichista del semen que me considere, es innegable que ese momento siempre es especial porque implica que estás con una persona con la que tienes confianza plena.
Yo aún recuerdo la primera vez que lo hice, con una ex, tras meses de sexo profiláctico, ella decidió que la cosa iba lo suficientemente en serio como para comenzar a tomar la píldora y una noche me dio la sorpresa y, cuando vio que cogía el preservativo, me dijo que ya no hacía falta. Y por si aún me quedaban dudas, cuando ella notó que ya estaba a punto, me susurró entre gemidos “córrete dentro”, y creo que ha sido una de las cosas más bonitas que me han dicho (junto la primera vez que esa misma ex me pidió “córrete en mi cara”).
Pero esa intimidad que se consigue al “llenar” y “ser llenada” es preciosa.