Los Olvidados (Por _juguete_)

Suceso Terrero

Nació en Hormilla, en abril de 1896. Su padre era por entonces secretario del Ayuntamiento de Hormilla. Su firma está estampada en la documentación de la época y en los actos municipales posteriores ni Juicio de la Torre.

Suceso Terrero se enroló en la Legión Española en los años de su fundación. Según se indica en el libro sobre Hormilla, escrito por el cronista oficial de Najera, Fortún Garcés, "llegó a disfrutar permisos en su pueblo natal y paseó con orgullo el uniforme legionario por las calles de Hormilla. Los más ancianos, entonces niños, le recuerdan exhibiendo la capa e incluso cuentan que, a veces, jugaban con la borla de su gorro legionario", Cada año, en su honor, se celebra en Hormilla un solemne acto castrense, "que da la medida de un sentido recuerdo al uniforme y a la impronta de milicia de una institución militar hermanada con las gentes de un lugar, que les dio su héroe más claro.

Según la historia de la Legión Española, el hecho se presenta como Suceso Terrero y el blocar el Malo. La reconquista hasta Seganga. Los legionarios llamaban el Malo al blocar de Dar-Hamed, instalado en la falda del Gurugú. Por su situación avanzada, por las características desiguales del terreno, apto para disimular los avances de los tacantes que contaban, además, con artillería para batir la fortificación reducida a sacos terreros, con cubierta de tablas y alambrada, el blocao de Dar-Hamed era presa codiciada por la harkas".

La información acusa que el enemigo, en grandes contingentes, se atrinchera en Nador y las lomas que lo dominan. Para batir al enemigo, se releva a los blocaos que guarnecen legionarios para que estos se reintegren a la unidades corporativas. "Así sucede el 14 de septiembre de 1921 en el blocar de Dar-Hamed que, como consecuencia del relevo, queda guarnecido por tropas del Batallón Disciplinario, al mando de un oficial". El día 15, por la larde, el blocao es atacado duramente y registra varias bajas, entre ellas la del oficial al mando. "Entonces, la harka rodea el blocao, pero los defensores no se dejan intimidar y los que quedan responden con su fuego sin dejar acercarse a los moros. La defensa se debilita".
Entonces entra en escena el cabo Suceso Terrero, llamado por el teniente Agulla que, al mando de catorce legionarios va en socorro del blocar el Malo. "Todos conocen su destino y las pocas o ninguna posibilidades de salir con vida, por lo que hacen las últimas recomen a sus amigos para que hereden sus propiedades, escriban a las familias o a las novias en caso de los de que sea necesario".

En la primera noche, el cabo Terrero y sus 14 legionarios rompen el cerco de los enemigos y entran en el blocao. "El combate que se entabla es épico. El crepitar de los disparos de fusil, el estallido de las granadas de mano y el fragor de los cañonazos componen una terrible sinfonía. Hacia la media noche, el enemigo ha acercado una pieza de artillería y la dispara. Los moros entran y luchan con los heridos, que se defienden con uñas y dientes
".El enemigo arrebata una posición a los legionarios, pero cuando todos han muerto"
"Suceso Terrero y sus legionarios han cumplido así con el Credo Legionario en su articulo El espíritu de la muerte".

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longinos
14 Febrero 2010
 
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Diego Marín Aguilera
Aporte Editor

Diego Marín Aguilera (Coruña del Conde, Burgos, 1757 - ibídem, 1799) inventor español, uno de los precursores de la ciencia aeronáutica.
Hijo de Narciso y Catalina, medianos agricultores y ganaderos, la muerte del padre dejó al primogénito, Diego, al cargo de siete hermanos acentuado su sentido de responsabilidad y el carácter emprendedor del que dio sobradas muestras. Ingenioso en extremo y dotado de una gran inteligencia natural, Diego fue ideando pequeños inventos con los que facilitaría el trabajo de sus vecinos: un artilugio para mejorar el funcionamiento del molino que aún se conserva sobre el Arandilla, otro para los batanes o molinos de agua y otro para aserrar los mármoles de las canteras de Espejón.
A causa de sus preocupaciones sobre la mecánica del viento en los molinos, Diego Marín concibió la idea de poder llegar a volar como las aves, y en las horas que en el campo se dedicaba al pastoreo y a la agricultura estudió el vuelo firme y sereno de las águilas que remontaban por encima de la torre almenada del castillo. Así maduró la idea de construir un aparato más pesado que el aire para transportar a una persona. Hizo trampas para cazar águilas y buitres y poder estudiar sus alas y conseguir sus plumas, con las cuales construyó un aparato volador. Estudió detenidamente el movimiento de las alas y cola de las aves y proporcionó el peso del cuerpo a la longitud de éstas. Con ayuda del herrero del pueblo preparó el armazón y unas articulaciones de hierro de forja para las alas que les daban cierto movimiento de abanico, y unos casquillos o estribos donde habían de ir embutidos los pies, construyendo así una enorme máquina-pájaro después de seis años de intensos trabajos.
La noche de 15 de mayo de 1793, acompañado de su confidente Joaquín Barbero y una hermana de éste, pusieron el gran avión de plumas en la peña más alta del castillo, y desde allí emprendió su vuelo, diciendo: "Voy a Burgo de Osma, de allí a Soria y volveré pasados unos días". Alcanzó de "cinco a seis varas" de altura sobre el punto de partida tomando, efectivamente, el rumbo de Burgo de Osma, hasta tomar tierra al otro lado del río después de haber hecho un recorrido de "431 varas castellanas" (unos 360 metros). El motivo del rápido aterrizaje fue la rotura de uno de los pernos que movían las alas. A la mañana siguiente al despertar los vecinos de Coruña y enterarse de lo acontecido en aquella noche emotiva de mayo, se mofaron de su convecino Marín, creyéndole loco, e incendiaron el plumífero aparato.
Seis años más tarde murió en su pueblo natal el inventor, que contaba a la sazón 44 años.

Pero gracias a la tradición oral y el trabajo de los historiadores hoy sabemos de su existencia. Su hazaña quedó en el olvido porque su pueblo, Coruña del Conde, tenía entonces tan poca importancia como hoy día, pero se sabe que fue, si no el primero, de los primeros en volar en la historia, superando a personajes como André Jacques Garnerin, George Cavley y Henry Giffard.

Su figura ha transcendido en los últimos años como ejemplifica la película que habría esta entrada o como el monumento (foto de arriba) que el Ejército del Aire construyó en Coruña del Conde, en el sitio donde empezó su vuelo, en honor a la hazaña de su ilustre vecino, en su base se puede leer; El Ejército del Aire al primer hombre que voló.
El Ministerio de Educación y Ciencia le dió el nombre de Diego Marín Aguilera a un instituto de la ciudad de Burgos.
Además un grupo de investigación de la Universidad Politécnica de Madrid lleva las siglas DIEMAG en honor a Diego Marín Aguilera.

La fabulosa historia de Diego Marín, es una película española de 1996 dirigida por Fidel Cordero y protagonizada por Martxelo Rubio y Alicia Borrachero.

Por último el equipo de TVE Al filo de lo imposible realizó el vuelo de Diego con Laureano Casado a los mandos de un aparato sin motor similar al de nuestro inventor, la ruta fue hasta Soria y volver.

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ekaiza
9 Abril 2010
 
Última edición:
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Aporte Editor
Galerna del Sábado de Gloria

En los puertos vascos y cántabros se guarda aún en la memoria la galerna primaveral conocida como la Galerna del Sábado de Gloria. Fue un 20 de abril de 1.878, último día de la Semana Santa de aquel año, y por la que perdieron la vida de 322 pescadores, de ellos, 52 de Santander, 28 de Colindres, 36 de Laredo, 2 de Algorta (padre e hijo), 85 de Bermeo, 49 de Elantxobe y 15 de Mundaka, que dejaron desamparados a un millar de huérfanos. DEPRE

«Hay una palabra seria, con regusto de sal y de lágrimas, un galicismo hondo y temible, sonoro y lúgubre, que va siempre enlazado a las gentes pescadoras del Cantábrico: la galerna...», escribía poco después el mercante e historiador Rafael González Echegaray.

El Boletín de Comercio fue el periódico santanderino que primero dio la noticia. Informaba de que habían salido del puerto de Santander, hacía las cinco de la madrugada 23 lanchas mayores, 7 barquías y una trainera, además de otras embarcaciones cuyo número se desconoce. Reinaba una ligera brisa del nordeste, que continuó hasta las diez, hora en que todas las embarcaciones estaban ya cogiendo sardina. Había viento sur en tierra y a lo lejos unos oscuros nubarrones presagiaban temporal. Serían las doce cuando éste se desarrolló de una manera horrible, con viento del noroeste. Entonces se dispuso el regreso a puerto o a las ensenadas inmediatas. La mayor parte de las embarcaciones estaban a unas cuatro leguas al oeste-noroeste de Cabo Mayor, hacia el frente de Suances, colocadas en los lugares que conocen los pescadores con las denominaciones de Punta de Santoña, Miguelillo y La Garma. Se dispersaron y muchas intentaron refugiarse en las ensenadas de la Virgen del Mar y de San Pedro. La mar estaba mediana, pero arqueando bastante. El viento, huracanado, hizo que en algunos momentos hubiese necesidad de arriar la unción, que alguna lancha trajo hecha pedazos. El temporal, que apenas había durado tres cuartos de hora, se había cobrado la vida de más de trescientos pescadores.

Durante muchos días la prensa publicó noticias y reportajes sobre la galerna del Sábado de Gloria. En la prensa nacional, fue noticia de primera página hasta la inauguración de la Exposición Universal de París el primero de mayo. Un gran número de periódicos abrió suscripciones en favor de las familias de náufragos y fueron muchas las anécdotas divulgadas en diarios y revistas, muy sensibilizados frente a aquel temporal que había dejado a su paso más de mil huérfanos. Uno de los sucesos más divulgados fue el de la presencia en los acantilados de San Pedro del Mar de un sacerdote que daba la absolución y bendecía a los pescadores que intentaban mantenerse a flote, asiéndose a lo que quedaba de las embarcaciones, que se destrozaban contra las rocas mientras la mar los iba sepultando, sin que se pudiera hacer nada desde tierra firme por salvarlos.

Días después el poeta cántabro Amós de Escalante escribía:


() Desde el salobre risco
de San Pedro del Mar, un sacerdote
les dio la bendición. Nada más grande
ojos humanos contemplar pudieron.​

Conmueve la lectura de los emotivos reportajes, escritos tan al estilo de finales del siglo XIX, con conmovedoras descripciones de la agonía de los pescadores extenuados, profiriendo gritos estremecedores de petición de socorro.


En San Pedro del Mar

Súbito estalla el fiero galernazo,
las antes quietas aguas se embravecen,
y el mar y el viento y las tinieblas crecen,
y mengua el día, el corazón y el brazo.

Rota su lancha, del postrer pedazo
los náufragos en vano se guarecen,
cuando ya salvos de morir perecen,
sórbelos uno y otro maretazo.

Quédales Dios no más: su fe le implora;
y haciendo sacro altar de Peña Calva,
un sacerdote, al funeral testigo

las manos tiende al mar, y dice y llora:
del Dios en nombre, que perdona y salva,
¡Mártires del trabajo, yo os bendigo!

Núm. 5. Soneto del poeta Amós de Escalante.​

Entonces como ahora cuando ocurría una tragedia de la clase que fuera, quienes ostentaban el poder se apresuraban a eludir sus responsabilidades y a justificar sus propias actuaciones y omisiones relacionadas con el suceso.

Tres días después de la galerna del Sábado de Gloria, el martes 23 de abril, el pueblo santanderino, excitado y dolido, acompañó a los familiares de los náufragos hasta la Capitanía del Puerto, destrozó el barómetro e increpó duramente a las autoridades marítimas, siendo todos ellos desalojados por las fuerzas armadas de Carabineros y de la Guardia Civil. La oportuna mediación del obispo de la diócesis zanjó el incidente sin más consecuencias.

En las sesiones del Congreso de los Diputados de la semana de Pascua el tema del temporal fue muy debatido. Un diputado preguntó si se había comunicado a tiempo a los puertos de nuestras costas el telegrama recibido del Servicio Meteorológico Internacional de París el día de la tragedia, el cual anunciaba grandes borrascas en los mares del norte de Europa. El Ministro de Fomento contestó que el telegrama sí se había recibido y comunicado a los puertos del Cantábrico ¡a las dos de la tarde!, cuando ya no se podía remediar la catástrofe. La falta de coordinación de los Ministerios de Fomento y Marina y las deficiencias y lentitud del sistema hacían imposible que cualquier pronóstico meteorológico de temporal pudiera ser conocido por los pescadores del Cantábrico antes de salir a la mar. En el Ministerio de Marina se decidió modificar el sistema vigente con carácter de urgencia y en la Gaceta del 5 de mayo se publicaron 6 nuevas ordenanzas, en el sentido de responsabilizar al Observatorio Astronómico de Madrid de la remisión de los partes diarios del Servicio Meteorológico Internacional de París a los capitanes de los puertos marítimos.

Otras iniciativas públicas aportaron ideas para mejorar la estructura de las embarcaciones de pesca, promoviendo concursos para premiar a quienes diseñaran barcos más seguros en los temporales. Se concedieron becas para realizar estudios en San Fernando (Cádiz) a varios huérfanos de pescadores víctimas de la galerna del Sábado de Gloria. Se suprimió el pago de aranceles durante varios años a las gentes afectadas y se gestionó liberar del servicio militar a los hijos de familias con víctimas. Y también se mejoró el Servicio de Salvamento de Náufragos, estableciéndose premios e incentivos para los salvadores: el primer tripulante del Servicio de Salvamento que llegase a su puesto recibiría un premio de cinco pesetas, y por cada vida salvada, otras veinticinco más, aparte del jornal.

Hoy se cumple el 132 aniversario de la Galerna del Sábado de Gloria, sin duda la más famosa y trágica del siglo XIX y también la más literaria, que inspiró muchas páginas a importantes escritores y poetas (Pereda, Menéndez Pelayo, Amós de Escalante, el Premio Nóbel Echegaray, ) y que también fue cantada en coplas populares en plazas y mercados para recaudar fondos de auxilio a las familias afectadas por la tragedia.

Con la llegada del siglo XX, el vapor se impuso como propulsión en las embarcaciones de pesca y, aunque siguieron produciéndose naufragios, nunca más tuvieron resultados tan estremecedores como los de aquella galerna primaveral del 20 de abril de 1878.

Es inevitable que sigan originándose galernas súbitas en nuestro Mar Cantábrico, pozo inmenso y revuelto, con cinco mil metros de calo, dos veces la altura de nuestros Picos y que sus huracanados vientos penetren treinta o cuarenta kilómetros tierra adentro, arrancando árboles, derribando andamios, destrozando tendidos eléctricos y telefónicos, causando un sin fin de daños a su paso y ocasionando víctimas y heridos entre la población de las zonas afectadas. Recordamos, a propósito y como referencia, que en la Galerna del 7 de junio de 1.987 en un sólo Hospital, el de Cruces (Barakaldo), según informaba la prensa vasca, de las 4 de la tarde al final del día, se registraron más de cien atenciones en el Servicio de Urgencias de Traumatología.


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20 Abril 2010
 
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Pelayo Quintero Atauri
Aporte Editor

D. Pelayo Quintero Atauri nació en Uclés (Cuenca), a las cuatro menos cuarto de la tarde, del día 26 de junio de 1867. Fue bautizado, a los dos días de nacer, en la Iglesia de Santa María y San Andrés, y le pusieron por nombre: Pelayo, Silvestre, Agustín, Policarpo y Gregorio. Sus padres fueron: Agustín Quintero Molina, natural de Uclés, y Joaquina de Atauri Cabezón, natural de Logroño.

Su padre fue Gobernador de la provincia de Cuenca, y había realizado estudios de Derecho y Filosofía y Letras. Por el apellido Quintero, procede del cercano pueblo de Rozalén del Monte, donde aún hoy encontramos personas con ese apellido; en Uclés, sin embargo, prácticamente ha desaparecido. Por otro lado, el apellido Molina se remonta en Uclés varios siglos hacia atrás. Entre sus ascendientes encontramos a D. Santos González de Salcedo, abogado del Tribunal Eclesiástico de la Real Casa de Santiago de Uclés, que representó a la provincia en el Senado (1842), al cual se le recuerda como uno de los mejores alcaldes de la Villa.

Cursó la carrera de Derecho en Madrid, simultaneando estos estudios con los de Dibujo, en las Escuelas de Bellas Artes y de Artes y Oficios. Posteriormente, estudiaría la carrera de Archivero Anticuario Bibliotecario (hoy Historia).

El interés de Pelayo Quintero por la arqueología surge de la mano de su tío, D. Román García Soria, y lo facilita el ambiente cultural generado en Uclés con la llegada de la Compañía de Jesús de Toulouse (Francia), quienes al ser perseguidos en su país, fueron acogidos en el Convento de los Caballeros de Santiago de Uclés, en el año 1880.

Román García Soria, investigador de antigüedades (así denominado en documentos de la época), recupera (costeándose el mismo las excavaciones) y guarda cuantas piezas arqueológicas encuentra en su casa de la calle Baldosería, y propone al Rector del Colegio de los Jesuitas, R. P. Arturo Calvet, la creación de un gran museo en el Convento de los Caballeros de Santiago. Allí traslada una lápida encontrada en el sitio que llaman Fuente Redonda, que las monjas dominicas tenían desde comienzos de siglo, empotrada en la tapia de la huerta, que daba a la calle de Trinidad, y que hoy sabemos que es el ara dedicada al dios Airón, junto con diversos objetos, como urnas cinerarias, encontradas a corta distancia de dicha Fuente donde se extiende un vasta necrópolis, en el paraje denominado Haza del Arca.

El jesuita francés Edouard Capelle, considerado hoy en día como uno de los pioneros de la prehistoria conquense y, uno de los primeros en introducir y aplicar en estas tierras, una metodología arqueológica entendida como tal; el ya citado rector, R. P. Arturo Calvet, el P. Francisco Sáenz España (también jesuita), y el alcalde y médico de Uclés, Álvaro Yastzembiec Yendrzeyowski (hijo de un noble polaco desterrado tras el alzamiento de 1830 contra Rusia), son los singulares personajes, que formaban un grupo de trabajo, que comienza a realizar estudios sobre arqueología, en Uclés y en el cerro de Cabeza de Griego.

Todos ellos promueven la visita de Juan de Dios de la Rada y Delgado y Fidel Fita y Colomer, miembros de la Academia de la Historia (1888). Esto le valdrá a Román García Soria, para que ese mismo año sea reconocido como Académico en Uclés, anteriormente había sido nombrado encargado y custodio del nuevo Museo de Uclés, por la Comisión de Monumentos de Cuenca. Pelayo Quintero, se inició en la arqueología porque desde muy joven, acompañaba a su tío Román García Soria, y se encargaba de dibujar las piezas y los hallazgos encontrados. En el relato de la Excursión arqueológica a las ruinas de Cabeza del Griego de Juan de Dios de la Rada y Delgado, el 21 Septiembre 1.883, se dice: Sirviónos de mucho para la copia de estas inscripciones y monumentos la pericia artística del distinguido joven D. Pelayo Quintero..

La primera publicación que se conoce de Pelayo Quintero está fechada en 1889. Fue en la Revista de España bajo el título Uclés arqueológico y artístico. Allí describe las excavaciones de Román García Soria en el Haza del Arca, en 1875, y en las ruinas del cerro de Cabeza de Griego, dando cuenta del descubrimiento de diversas lápidas.

A este grupo se une posteriormente Mr. Thomson, súbdito inglés, y mecenas que sufragó las excavaciones de Pelayo Quintero Atauri cuando éste, ya en solitario, se hizo cargo de las excavaciones en Cabeza de Griego, el verano de 1892. Habían comenzado en Julio, pararon durante el periodo de siega y se reanudaron el 23 de agosto, hasta que se acabó el dinero.

Más tarde, Pelayo Quintero descubre y explora la cueva prehistórica de Segóbriga, en septiembre de 1892. Las excavaciones comenzaron posteriormente, en octubre, bajo la dirección del Padre Capelle, con Pelayo Quintero como ayudante, y sus fieles colaboradores: el jesuita P. Francisco Sáenz España y el médico de Uclés D. Alvaro Yastzembiec de Yendrzeyowski. Capelle publica los trabajos y estudios a raíz de la intervención en la cueva. Los dibujos que ilustran las publicaciones los realiza Pelayo Quintero. Se asesora de un ingeniero de minas, arqueólogos, geólogos, un profesor de cristalografía, un paleontólogo, investigadores eminentes de la época, de tal forma que los datos aportados, permiten conocer la historia de la zona, la climatología, la configuración física y geológica del terreno, la flora y la fauna y otras cuestiones que hacen de estos trabajos, unos de los más completos e interesantes del momento.

Con los hallazgos encontrados, Capelle montó un Museo Prehistórico en el Convento de Uclés, donde ya existía el creado por García Soria, y allí permanecerán hasta que el colegio jesuita vuelve de nuevo a Toulouse, momento a partir del cual se pierde el rastro de las piezas.

Tras la marcha de los jesuitas, rigieron el Colegio de Uclés los Padres Agustinos, con quienes Pelayo Quintero volvió a explorar la cueva en 1904, produciéndose nuevos hallazgos, que son narrados en el segundo volumen de su obra, editado en 1913, donde amplía y rectifica todo cuanto aconteció en la historia de la investigación de la cueva de Segóbriga. Hoy en día, algunas de las piezas encontradas en la cueva, pueden verse en el Museo de Cuenca y en el Parque Arqueológico de Segóbriga. Los trabajos fueron punteros para la época y su repercusión alcanzó difusión fuera de nuestras fronteras.

También Pelayo Quintero notificó el hallazgo de un miliario de Máximo en el Boletín de la Real Academia de la Historia, correspondiente a julio-septiembre de 1892 y, más tarde, da cuenta del hallazgo de otro en 1905.

Su última excavación en Uclés fue en 1907 en el lugar que él describe de la siguiente forma: en el cerro que comienza en la Mora Encantada y termina en las viñas de La Dehesa, hay una meseta formada por tierras de labor, situada sobre el atajo llamado Senda de la Palomas, donde encuentra material que él cree que procede del neolítico.

Al mismo tiempo su labor fuera de Uclés también era importante. Formó parte de una comisión encargada de realizar una bibliografía colombina, con motivo del III Centenario del Descubrimiento de América (1892); ejerció como profesor de dibujo en las Escuelas de Artes y Oficios de Granada, Cádiz y Sevilla; y en 1904 se asentó en Cádiz, donde desempeñó los cargos de delegado de la Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades, director de excavaciones en Cádiz, director del Museo Provincial de Bellas Artes, académico de número de la Academia de Bellas Artes, vocal de la Comisión de Monumentos y cónsul de Colombia.

Además fue fundador y presidente de la Real Academia Hispano-Americana de Ciencias y Artes (1915-1939), principal organizador de las fiestas del Centenario de las Cortes, y participó en el diseño del pabellón de la provincia de Cádiz, con motivo de la Exposición Iberoamericana de Sevilla en 1929.

Ya en Cádiz, Pelayo Quintero centró sus excavaciones en la necrópolis gaditana, tanto de la época fenicia como la púnica y la romana; recuperó gran número de joyas de oro de los ajuares funerarios de los hipogeos, además de abundantes restos de urnas, ánforas, ungüentarios y lucernas, llegando a establecer una tipología de enterramientos gaditanos.

En 1939, al finalizar la guerra civil y con 72 años, se traslada al Protectorado de Marruecos, donde residirá hasta su muerte. Allí fue uno de los impulsores de la arqueología norteafricana, cuyo resultado fue la fundación en 1940 de un Museo Español en Tetuán (Marruecos), del que Pelayo Quintero fue director.

Hay quienes hablan de un exilio intencionado en Marruecos. Sí se conoce la rivalidad que mantuvo con Martínez Santa Olalla, también investigador en el norte de África, por motivos no sólo profesionales sino también políticos. Al parecer, Pelayo Quintero era monárquico, y Martínez Santa Olalla, no compartía las mismas ideas políticas.

A lo largo de su vida publicó gran número de artículos de arte e historia, que solía acompañar con sus ilustraciones, pues era un hombre preocupado por la divulgación de los conocimientos. En la Biblioteca Nacional se pueden encontrar medio centenar de títulos, entre libros, artículos de prensa y colaboraciones suyas. Sus trabajos siguieron publicándose después de su muerte, así en El Mundo Ilustrado se publicó un texto póstumo, en 1947.

A partir de 1916, comienza la publicación de las memorias de las excavaciones en Cádiz sin interrupción hasta 1935. También publicó volúmenes divulgativos para escolares, además de figurar en la lista de redactores y colaboradores de la Enciclopedia Espasa, publicada en 1923. En el Diario de Cádiz, publicó la historia de la ciudad en distintas entregas (un volumen que posteriormente fue reeditado en 1977), que abarcan desde los orígenes de la ciudad hasta las Cortes de 1812.

En el Museo de Tetuán se custodian sus papeles personales, documentos relativos a sus intervenciones en Tamuda (Marruecos), los originales de las memorias de excavación en Cádiz, desde 1917 hasta 1938, (muchas de ellas no publicadas ni conocidas en la actualidad), y fotografías originales de las intervenciones realizadas en Cádiz y San Fernando. El último artículo publicado por Pelayo Quintero, también se encuentra entre los documentos depositados en Tetuán. A través de su legado se ha podido descubrir, la costumbre del arqueólogo de reciclar para sus manuscritos, las cartas provenientes de las distintas instituciones y entidades, que a él se dirigían, que a su vez son fuente de información sobre él.

Su memoria y su labor perduran en Cádiz, pese al paso de tiempo; prueba de ello, es que en los últimos años, siguen apareciendo artículos, en la prensa escrita local y en los diarios digitales, que recuerdan a este ilustre ucleseño. En la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Cádiz, y concretamente en el departamento de Historia, Geografía y Filosofía, hay un grupo de investigación que lleva el nombre de Pelayo Quintero.

Probablemente gracias a su influencia, el poeta gaditano Rafael Soto Verges (Cádiz 1936-Madrid 2004, premio Adonais en 1958), escribió la farsa poética titulada El recovero de Uclés (Madrid, Escelicer, 1963). Se estrenó esta obra en Madrid, en el Teatro de Bellas Artes, el 5 de febrero de 1962, por el grupo titular de cámara de teatro, denominado Teatro del Candil dirigido por José Tamayo. La obra la sitúa en Uclés, en la época de la Guerra de la Independencia, en la plaza del mercado donde hay un muro almenado de tres metros de altura. La obra de teatro recupera un viejo tema español: el antihéroe aborrecible, avaro, antisocial, castigado por un pueblo sano, brioso y épico, en un conflicto burlesco del que es parte, testigo y luego juez, tal y como se describe en el libreto de la obra.

Un hecho anecdótico hace que se le recuerde con especial cariño.
Pelayo Quintero descubrió en los primeros años del siglo XX un sarcófago fenicio que se exhibe en la sala del Museo de Bellas Artes de Cádiz que lleva su nombre. El sarcófago era claramente masculino durante el resto de su vida anduvo buscando su homonimo femenino y murió sin encontrarlo. Hasta que el 26 de septiembre de 1980, se realizaron unas obras en un solar donde se encontraba la vivienda de Pelayo Quintero en Cádiz, y tras las pertinentes catas del terreno apareció un sarcófago femenino del siglo V a. Cristo. Este erudito, infatigable investigador y excavador de la necrópolis gaditana, sin saberlo había vivido encima de una de las piezas más buscadas por él.

En la novela Mercado de espejismos, del autor gaditano Felipe Benítez Reyes, premiada con el último premio Nadal 2007, se cita esta anécdota que finaliza de esta manera: Quintero y Atauri tuvo, en fin, un sueño, pero nunca supo que dormía sobre ese sueño. jamás se nos ocurre mirar la tierra que pisamos cada día de nuestra existencia, aunque la mayoría de las veces esa tierra pisoteada es el único tesoro accesible: un lugar insignificante en el universo.

Sus restos descansan desde 1946 en un nicho sencillo, una tumba digna pero modesta, que curiosamente se conserva limpia (y con alguna rosa furtiva) en la ciudad de Tetuán.

Fuentes: Rescatemos a Don Pelayo (Diario de Cádiz)
Museos de Andalucia: censo histórico de profesionales.
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Pajillero Mítico
 
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Florentino Goicoechea

Mugalari es una expresión en euskera que designa a una persona que ayuda a cruzar la frontera entre España y Francía. "Muga" es "frontera" en Euskara.

Mugalari de la Red Comète y además asegura esta función igualmente a otras redes. Nacido en Hernani (España), en 1898, refugiado en Ciboure desde la invasión franquista del Pais Vasco español (1936) los pequeños trabajos y el contrabando son su quehacer cotidiano. Hijo de un campesino, tiene un aspecto físico imponente, de una resistencia excepcional acompaña a grupos (menos de 10 personas) desde la granja de Bidegain Berri en Urrugne hasta Oiartzun, en las cercanías de San Sebastián. Les conduce a pie,de noche y regresa al alba con correos destinados a la Resistencia. Pasó 227 aviadores aliados, principalmente ingleses, canadienses y americanos.
Herido por una patrulla de montaña, es arrestado el 6 de julio de 1944.
Veinte días más tarde fue trasladado al Hospital de Bayona por un grupo de la Resistencia local. Las más altas distinciones británicas, belgas y francesas le son concedidas. En 1965 le es concedida la nacionalidad francesa.. Fallecido en 1980, es inhumado en el cementerio de Ciboure.

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21 Mayo 2010
 
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Juan Manuel Julián Antonio Van Halen

Pocas personas, por no decir ninguna, habran sido general en tres ejercitos distintos. Algunos lo llamaran vida aventurera, otros un simple chaquetero, pero no digais que no hay para hacer una pelicula con la vida de este simpatico militar.

Juan Manuel Julián Antonio Van Halen y Sarti Morphy y Castañeda, mas conocido por Don Juan Halen Graf von Peracampos (Isla de León (Cádiz), 16 de febrero de 1788 - El Puerto de Santa María, 8 de noviembre de 1864) fue un marino y militar español con antepasados de origen flamenco, teniente general de los ejércitos belga, español y ruso.

Guardiamarina de la Armada Española, embarcó en 1803, con 15 años, en la fragata Anfitrite a La Habana (Cuba) y Veracruz (México).

Aun cuando parece que tuvo una intervención destacada en el Levantamiento del 2 de mayo de 1808, que marca el comienzo de la llamada Guerra de la Independencia española por los españoles y Guerra Peninsular por los británicos, hasta la rendición de Madrid al Mariscal Jean de Dieu Soult, (9 de marzo de 1769 - 26 de noviembre de 1851, quien llegaría a ser varias veces Ministro de la Guerra en Francia con la restauración de la Monarquía borbónica y luego la orleanista después de la caída de Napoleón Bonaparte), lo cierto es que, Van Halen, como otros de los llamados afrancesados se puso del lado de José I Bonaparte (llamado el "Rey Intruso") y que lo acompañó cuando éste huyó de España.

Vuelto a España en 1815 y siendo capitán fue encarcelado mientras se investigaban sus actividades en ambos lados de la contienda y saliendo de prisión según parece. Sin embargo, entró en una sociedad secreta de filiación masónica en Granada, con conexiones en Cartagena y Murcia (en esta última ciudad era el Jefe de los Correos Estatales), y tuvo relación con el liberal Torrijos, por lo que fue arrestado por el brigadier Iriberri y volvió a la cárcel el 21 de septiembre de 1817 (retenido en los calabozos de la Inquisición de Murcia y luego trasladado a los de Madrid). Tras escapar de prisión, se exilió en Rusia.

En 1818 visitó en San Petersburgo (Rusia) al famoso ingeniero canario Agustín de Bethancourt y Molina (Puerto de la Cruz, Tenerife, España, 1758 - San Petersburgo, Rusia, 1824, tumba todavía visitable), Director a la sazón de la Academia de Ingenieros de San Petersburgo, Primera Academia Rusa de Ingeniería de la que fue uno de los fundadores.

Como consecuencia de ello, el gaditano Juan Van Halen fue nombrado teniente general por el Zar Alejandro I de Rusia Mayor de un Regimiento de Dragones del Cáucaso a las órdenes del General Yermolov, recibiendo sus despachos en Tiflis, en lo que es la actual Georgia. Combatió al mando del General Principe Armenio Valerian Madatov en la toma de Joserek y recibió un nombramiento para la Orden de San Jorge.

Sus posiciones liberales, como la de muchos otros militares, generalmente segundones de familias aristocráticas españolas con herencia por el primogénito (mayorazgo), que habían sido contratados por Rusia hizo que a los 18 meses Juan Van Halen fuera puesto en la frontera con Austria al ser informado el zar por su policía militar secreta. Tras un penoso viaje, a veces como ilegal, reapareció en España en 1821. Entre 1823 y 1826 residió en Matanzas (Cuba) y en los Estados Unidos de América.

En 1830 estuvo en la Guerra de Independización de Bélgica de los holandeses, y en 1831 formó un batallón de belgas con ayuda del también gaditano muy conocido como Juan Álvarez Mendizábal, Juan de Dios Álvarez Mendizábal, nacido Álvarez Méndez. Fue tan importante su intervención que se le ascendió a teniente general y tiene su propia plaza y busto recordatorio en Bruselas.

Vuelto a España en febrero de 1833 por la muerte de Fernando VII, pasaría algunas estancias breves en 1835, 1837 y 1838 en Bélgica e Inglaterra. Muy próximo al General Baldomero Espartero, a su caída en 1843 le acompañó a su exilio inglés.

Regresó a Madrid en 1854, siendo condecorado con la Gran Cruz de la Orden de Carlos III (30 de noviembre) y desde esta fecha hasta 1856 (Bienio Progresista) asumió la presidencia del Tribunal Supremo de Guerra y Marina.
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Los colores de selección española

En el próximo mundial que se avecina (Escrito 6 junio 2010) "La Roja" volverá a su segundo uniforme de color azul, que era el tradicional, despues de muchos años luciendo el blanco, amarillo, o incluso el mostaza de los últimos tiempos. El color azul ha sido siempre el predominante en los uniformes de nuestra selección. Pero la pregunta es ¿como un color que no existe en nuestra bandera, pues las selecciones suelen usar los colores de estas, fue tan usado por nuestro equipo?.

La historia tiene la respuesta. En los locos años 20 el color del pantalón no era fundamental, ni obligatorio, en las equipaciones. Algunos equipos al albur de participar en las Olimpiadas de Amberes de 1920, decidieron uniformarse con toda la equipación completa. España eligió el color azul marino, que a lo largo de la decada se asentaría como oficial ya que siendo el color de la Casa Real Borbónica, se tomaba como una muestra de lealtad a la Corona. Curiosamente durante la República este uniforme azul y rojo permaneció inalterable.

Con la llegada del franquismo, todo lo que era rojo olía a azufre... o no era politicamente correcto, así que la camiseta se volvió blanca o azul y el pantalón se volvió de un color azul mahón en honor a cierto partido político Hasta 1947 no volvió la camiseta con los colores de la bandera, pero aún así, la mayor parte de los partidos del mundial de Brasil de 1950, tan famoso él, se jugaron con el uniforme de color azul completo. Incluso la famosa final de la Eurocopa que se ganó en el 64 en Madrid se jugó con la equipación entera de ese color.

Por fin, con la democracia, el rojo fue de nuevo el color predominante y el pantalón volvió a su color azul marino original. Poco a poco, la marca oficial de la Roja fue añadiendo los detalles del uniforme tal y como lo conocemos hoy, con sus singuralidades y sus detalles.

https://es.wikipedia.org/wiki/Uniforme_de_la_selección_de_fútbol_de_España

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Martín Álvarez en Montemolín

Nació Martín Álvarez en Montemolín (Badajoz) en 1766. Era hijo único del matrimonio de Pedro Álvarez y Benita Galán. El señor Pedro Álvarez carretero por herencia iba de ordinario de Montemolín a Olivenza y Badajoz. Su mujer, Benita Galán, era hija de un antiguo soldado que en muchas batallas había derramado su sangre defendiendo la causa de Felipe V.

En las largas noches de invierno, sentados a la lumbre, la madre de Martín, durante las largas ausencias de su marido, contaba al niño hechos ocurridos a su padre, que llegó hasta el grado de Sargento en las tropas de Felipe V, habiendo de retirarse del Ejército al perder un brazo en la toma de Badajoz, ocupada por los ingleses, portugueses y austríacos.

Desde los 16 años Martín acompañaba a su padre en algunos viajes a Olivenza y Badajoz. En uno de estos tuvieron un encuentro con la banda que dirigía el capitán Bruno.

Muy temprano salieron Martín y su padre, al que los conocidos llamaban tío Pedro en uno de los viajes y hallándose el padre dormido sobre el carro mientras Martín cantaba montado en una de las mulas que tiraban del carro al internarse el camino por entre un pinar, un hombre a caballo le salió al paso diciendo la bolsa o la vida-.
Salta Martín de la mula y coge dos piedras mientras el de a caballo le apuntaba con una pistola y le dice: - Procura hacer buena puntería pues como falles el tiro eres hombre muerto -.
En esto se despierta el padre a la vez que por el pinar llega el Sr. Bruno con dos hombres más a caballo y conociendo que se trataba del tío Pedro, le dice al primer bandolero: - Guarda la pistola Zurdo, que ahora no es menester -. Y acercándose al tío Pedro le dice: - ¡saque la bota tío Pedro!. ¿Qué novedades hay por el pueblo?. Perdona el susto pero es que el Zurdo es nuevo en la partida -. Y mirando a Martín le dice: -¿Y a todo esto que pensaba hacer el jovencito para defenderse? -. A lo que Martín contesta: - Lo que hiciera cualquier hombre honrado a quien intentan quitarle lo único que tiene, defenderme y si es preciso hasta perder la vida -. A lo que contesta el capitán Bruno: - ¡Bravo!, Tío Pedro. Qué lastima que su hijo en vez de carretero no se dedicar a la milicia, le pronostico que había de ser un buen soldado -. Y contesta el tío Pedro: - Eso es lo que hace falta Sr. Bruno, que a los cuentos que su madre le tiene metidos en la cabeza le venga usted diciendo eso -. Marcharon los bandoleros sin molestarles y continuó el viaje sin dejar de pensar Martín en la conveniencia de hacerse soldado.

Muerto el padre siguió Martín con el oficio de carretero, comenzó a enamorarse de María, hija del mesonero Antonio Gil, del mesón nuevo de Montemolín y de Nicolasa Benklar, hija de un alemán, la cual no estaba de acuerdo con los amores de Martín y en cambio quería casar a su hija con Jaime, hijo del molinero,y más rico que Martín.

A la vuelta de uno de los viajes se encuentra Martín con la doble triste noticia del fallecimiento de su madre y del casamiento casi forzado de María con Jaime. Entonces decide hacerse soldado.

Va a Sevilla donde muestra sus deseos de alistarse en un regimiento de caballería, pero topa con los de la Armada. ¿Qué hacían alistadores de la Armada en Sevilla?. Por aquel entonces los batallones de Infantería de Marina tenían en Sevilla, Granada y otras capitales destacadas partidas de hombres que eran bien pagados, tenían buena presencia y lucían sus lustrosos uniformes para intentar captar voluntarios para la Armada; en Sevilla había un pequeño destacamento de reclutación compuesto por un Capitán, un sargento, dos cabos y doce granaderos escogidos, uno de los cuales era Lucas García, granadero de marina, el cual vestía con arrogancia una buena casaca azul turquí, con solapa encarnada vuelta hacia fuera, calzón azul, charreteras encarnadas, gorra de pelo con manga grana terminada en borla amarilla, cuyo uniforme lucía adoptando un aire marcial que impresionaba.

Quedó encantado Martín con su nuevo amigo Lucas García, pero este viendo la preferencia de Martín por servir en caballería, para no decepcionar e impresionar al aspirante, llamaba a su Regimiento "Los Dragones del Viento" y a sus barcos, caballos con nombres de Santos.

Así pasó a ser soldado de la Tercera Compañía del Noveno Batallón de la Infantería de Marina, un 26 de abril de 1790, dando su talla cinco pies y siete pulgadas.

De Sevilla marchó a Cádiz. Tras la instrucción y una temporada de vigilancia en los Asenales, el 16 de septiembre de 1792 embarca como soldado en el navío Gallardo, de 74 cañones, pasando de Cádiz a Cartagena.

El año 1793 España e Inglaterra estaban aliadas en guerra con Francia donde Robespierre y sus secuaces artífices de la Revolución Francesa habían dado muerte a Luis XVI, con quién los soberanos de España e Inglaterra tenían tratados de amistad. El Teniente General de la Marina D. Francisco de Borja fue encargado de mandar la Escuadra que debía salir de Cartagena. Desde allí se dirigió a Barcelona como centro de operaciones para el bloqueo de las costas de Francia. En un mensaje del Almirante inglés Hood que bloqueaba Marsella y Tolón pedía seis buques españoles para que le auxiliasen y uno de los enviados fue el "Gallardo" donde servía Martín Álvarez. Cuando llegó este refuerzo ya los españoles e ingleses habían tomado Tolóny puesto por gobernador de aquella plaza al heroico militar D. Federico Gravina. Entusiasmó de tal modo esta victoria de los españoles que D. Francisco de Borja decidió desalojar a los franceses de las islas de San Pedro y San Antíoco al Sur de Cerdeña tomadas por los franceses. Allí se encaminó el Gallardo y conseguido esto se volvió de nuevo a Cartagena.

El año 1794 figura Martín Álvarez en la lista de la tropa nombrada para transbordar al San Carlos en un viaje a las Antillas para convoyar a los buques y transportes que conducían gentes y pertrechos para la defensa de las Antillas.

En 1796 figura en la guarnición del navío Santa Ana, de 112 cañones. Pasa después a la guarnición del Príncipe de Asturias, también de tres puentes y 112 cañones, y el 1 de febrero de 1797 pasó al San Nicolás de Bari, de 74 cañones, al mando del Capitán de Navío D. Tomás Geraldino, que se hizo a la mar con la Escuadra que desde Cartagena hizo rumbo a Málaga y al Atlántico donde debía recibir un gran convoy.

Cuenta el General Bermúdez de Castro en su publicación de Combate naval del Cabo de San Vicente y el granadero Martín Álvarez que encontrándose en Gibraltar a donde había ido con motivo de la Exposición de la Marina del año 1885, vio entre los cañones tomados por los ingleses en Aboukir, Trafalgar y San Vicente, uno que era una verdadera joya, de bronce, con un precioso cascabel con dos delfines en sus asas, y esculpido el escudo de España con el Carolus III. Un oficial inglés que le acompañaba le dijo: Del San Nicolás, en la batalla del Cabo de San Vicente.

Vio asimismo en la casamata donde se encontraba el cañón una plancha de hierro donde figuraba escrito un texto en Inglés que traducido por el oficial al Castellano decía: 14 de febrero de 1797.-Batalla Naval del Cabo de San Vicente. ¡Hip Capitán! ¡Hip San Nicolás! ¡Hip Martín Álvarez!".

Dice el General Bermúdez de Castro que en su ignorancia creyó que el San Nicolás sería el Santo del día, y el Martín Álvarez algún español que se había distinguido como capitán al servicio de Inglaterra.

Ante la expresión dubitativa del general Bermúdez de Castro, entonces con el grado de Teniente de Marina, el oficial que le acompañaba, prometió mandarle una crónica de la batalla con quién tenía relación aquel cañón. El oficial se llamaba Sir John Butler.

En esta época de fines del siglo XVIII, año 1797, España tenía concertada una alianza ofensiva y defensiva con el Directorio francés por el tratado de San Ildefonso.

La crónica del oficial inglés relataba la batalla, y al llegar a la parte que nos interesa decía:

../..Pero en el barco español San Nicolás de Bari queda algo por conquistar. Sobre la toldilla arbola la bandera española que flota al viento cual si todavía el barco no se hubiese rendido. Un oficial inglés que lo observa va a ella para arriar la bandera. Antes de llegar un soldado español, de centinela en aquel lugar, sin apartarse de su puesto, le da el alto, el oficial no le hace caso y se acerca, el sable del centinela lo atraviesa con tal fuerza que lo queda clavado en la madera de un mamparo. Un nuevo oficial y soldados se acercan y el centinela no logrando desasir su sable de donde se hallaba pinchado, coge el fusil a modo de maza y con él da muerte a otro oficial y hiere a dos soldados. Da después un salto desde la toldilla para caer sobre el alcázar de popa donde lo acribillan a tiros los ingleses.
Nelson que ha presenciado la escena se aproxima al cadáver silencioso.

Urge desembarazar los barcos de muertos y ruina y se comienza a dar sepultura a los muertos. Todos tienen el mismo trato. Una bala atada a los pies. Un responso del capellán y por una tabla deslizanse hundiéndose en el mar. Al llegar al turno al centinela español, Nelson ordena que se le envuelva en la bandera que había defendido con tanto ardor.

A Nelson se debe que el nombre de este granadero Martín Álvarez no quedase en el anonimato y figure en la casamata que se encuentra en Gibraltar, un cañón de su barco.

Los ingleses comprueban que el centinela Martín Álvarez no estaba muerto, sino mal herido. Lo curan, lo llevan a Lagos, en el Algarve al sur de Portugal y le dan pasaporte para volver a España, aunque desde otras fuentes se indica que escapó de dicho internamiento.

Desde Lagos, dice Arnao viajó a Montemolín y luego a Sevilla y posteriormente a Cádiz para testificar en la causa instruida para la averiguación de la conducta del comandante y los oficiales del San Nicolás de Bari lo mismo que de los demás buques en el desastre del Cabo de San Vicente.

Su Majestad el Rey confió el papel de Fiscal de la causa al Mayor General de la Armada D. Manuel Nuñez Gaona.

En el interrogatorio de Martín Álvarez se dijo lo siguiente

El General Núñez: - ¿Se encontraba en el navío San Nicolás de Bari con ocasión de rendirse este barco a los ingleses?-.
Martín: - Yo no he estado nunca en el San Nicolás de Bari en ocasión de rendirse a los ingleses.

El Fiscal: - ¿No te encontrabas en el San Nicolás de Bari el 14 de febrero?-.
Martín:-Sí señor*-.

El Fiscal: *-¿Y no fuiste después a poder de los ingleses?-.
Martín:- Si señor-.

El Fiscal: - Entonces, ¿por qué niegas haber estado en el San Nicolás de Bari con ocasión de redirse a los ingleses?.
Martín: - Porque el San Nicolás de Bari no se rindió, sino que fue abordado y tomado a sangre y fuego-.

El Fiscal: - ¿Y a qué llamáis entonces rendirse?-.
Martín: - Yo creo, que no habiendo ningún español cuando se arrió su bandera, mal pudieron haber capitulado.

El Fiscal: -¿Pues donde estaba la tripulación?-.
Martín: - Toda se hallaba muerta o malherida-.

Tras la investigación sumaria que se instruyó por el combate el Fiscal se expresa:

"No puedo pasar en silencio la gallardía del granadero de Marina Martín Álvarez, perteneciente a la tercera compañía del noveno batallón, pues hallándose en la toldilla del navío San Nicolás cuando fue abordado, atravesó con tal impetu al primer Oficial inglés que entró por aquel sitio que al salirle la punta del sable por la espalda la clavó tan fuertemente contra el mamparo de un camarote, que no pudiendo librarla con prontitud, y por desasir su sable, que no quería abandonar, dió tiempo a que cayera sobre el el grueso de enemigos con espada en mano y a que lo hirieran en la cabeza, en cuya situación se arrojó al alcazar librándose, con un veloz salto, de sus perseguidores".

Por los méritos recogidos en la batalla, se le quiso como premio ascender a cabo, impidiéndolo su analfabetismo, aprendió a leer y escribir en pocos meses y fue nombrado cabo el 17 de febrero de 1798 y en agosto de ese mismo año cabo primero, al poco embarca en el navío "Purísima Concepción" de 112 cañones de la escuadra de Mazarredo y parte hacia Brest (Francia), al unirse en Cádiz con la escuadra española y la francesa de Bruix.

El 12 de noviembre llegó una urca destinada a la correspondencia, y una de las cartas era un escrito oficial que se refería a Martín, entoncés se izó una bandera encarnada como señal infalible de algo extraordinario, e inmediatamente fue comunicada la orden para que toda la guarnición y tripulación del navío formase sobre cubierta, se adelantó el comandante del "Concepción" y mandó salir de la formación al Cabo Primero de granaderos Martín Álvarez, se leyó un Decreto Real por el cual se le concedía cuatro escudos mensuales como pensión vitalicia. A su vez ostentó en el brazo izquierdo el escudo de premio que llevaban los indivíduos de la clase de tropa por acciones distinguidas de guerra.

"El Rey nuestro señor, ha visto con satisfacción el denodado arrojo y valentía con que se portó a bordo del navío San Nicolás de Bari, el granadero de la 3ª Compañía del 9º Btallón de Marina MArtín Álvarez, cuando el 14 de febrero de 1797 fue dicho buque abordado por tres navíos ingleses;pues habiendo Alvarez iimpedido por algún tiempo la entrada a un trozo de abordaje, supo también defender la bandera que el Brigadier D. Tomás Geraldino le había confiado antes de su muerte, y con su valor hizo de modo que aquella se mantuviese arbolada aun después de todo el grueso de los enemigos tenían coronado su navío. Teniendo también S.M. en consideración de la honrada conducta que en el servicio observa Martín, se ha servido concederle 4 escudos mensuales por vía de pensión vitalicia, en premio de su bizarro comportamiento; y es su real voluntad que se les haga saber esta benébola y soberana disposición, al frente de toda la tripulación y guarnición del navío donde se halle embarcado".

Estando la escuadra del General Mazarredo en Brest (Francia) en cumplimiento de los planes de Napoleón, una mañana en que Martín Álvarez estaba de guardia en el navío Concepción, sufrió una accidental caída, dándose un fuerte golpe en el pecho por lo que hubieron de desembarcarlo e ingresarlo en el Hospital de Brest, donde falleció el 23 de febrero de 1801.

Como recuerdo a este héroe, la Armada, en una Real Orden de 12 de diciembre de 1848, dispuso que permanentemente un buque llevase el nombre de este glorioso marino.

En 1936 se inauguró un paseo en Montemolín, su pueblo natal, con una estatua del heroico marino a cuyo acto asistieron el Gobernador Civil, el Obispo de la Diócesis, el Almirante Bastarrechey una compañía de Guardias Marinas de San Fernando, con banda , que desfiló por la población.


Real Orden de 12 de diciembre de 1848.
R. O.de 12 de diciembre de 1848. Resolviendo que haya perpetuamente en la Armada un buque que se denomine Martín Álvarez.

Excmo. Sr.la Reina Nuestra Señora, de conformidad con el parecer emitido por V.E en su comunicación 1354 de fecha 5 del corriente mes, referente a la propuesta del Mayor General, se ha dignado resolver que en lo sucesivo haya perpetuamente en la Armada un buque del porte de 10 cañones para abajo que se denomine Martín Álvarez, para constante memoria del granadero de Marina del mismo nombre perteneciente a la 3ª Compañía del 9º Batallón, que hallándose embarcado en el navío San Nicolás se distinguió por su bizarría sobre la toldilla del mismo el 14 de febrero de 1797, al rechazar el abordaje de un buque inglés de igual clase, el Capitán, donde arbolaba su insignia el Comodoro Nelson; siendo en consecuencia la Real voluntad que desde luego lleve el referido nombre la goleta Dolorcitas.

Quiere al mimo tiempo S.M. que esta soberana resolución se lea al frente de banderas a los batallones de Marina, como premio debido al mérito que contrajo aquel valiente soldado cuya memoria debe ser eterna en los anales del Cuerpo al que perteneció.

De Real Orden le digo a V.E. a los fines consiguientes y en contestación.

Dios Guarde a V.E. muchos años.

Madrid 12 de Diciembre de 1848. El Marqués de Molins.

Sr. Subdirector General de la Armada.

Buques de la Armada española que han llevado el nombre de "Martín Álvarez".

La goleta Dolorcitas, de 7 cañones, fue llamada Martín Álvarez (1849-1850), naufragó en la costa de Burdeos (Francia).
Falucho Guardacostas de 1ª clase Martín Álvarez.

Cañonero de hélice de 207 toneladas Martín Álvarez. (1871-1876). Construido en La Habana. Disponía de un cañón y máquina de 30 CVn. Utilizado por el Servicio en Cuba. Pereció en el Río Canto.

Cañonero de hélice de 173 toneladas Martín Álvarez. (1878-1882). Prestó servicio en Filipinas.

Buque de desembarco (L-12) Martín Álvarez. (1971-1995). Construido en los Astilleros de Cristy Corporation de EE.UU. El 15 de junio de 1954 con el nombre de Wexford Contry (LST-1168). Fue entregado a la Armada Española por los Estados Unidos, el 29 de Octubre de 1971 en la base naval de San Diego (California).
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ekaiza
19 Septiembre 2010
 
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Aporte Editor
Sobre el Tenorio

Cuán gritan esos malditos!!!
Pero, mal rayo me parta
si en concluyendo esta carta
no pongo fin a sus gritos!!!

(en otras versiones este último verso se sustituye por: )
no pongo fin a tal desatino....

Si. Son los primeros versos del conquistador por excelencia: Don Juan Tenorio. En esta noche, en la que hemos tomado costumbres foraneas que nada tienen que ver con nuestras tradiciones, y encima de un pais que no tiene ni siquiera tradiciones propias (hasta para eso somos catetos , arranca en la posada la acción del primer acto del Tenorio, que concluirá diez años despues en la noche de difuntos con don Juan invitando a su suegro muerto a cenar.... Era propio de este puente de Noviembre la representación, hoy olvidada, por todos lugares de la inmortal obra de Zorrilla: teatros, cafés, calles.... y repartir las viandas entre los asistentes a la obra propias de la época en la que se desarrolla la obra. Primero los frutos secos de la posada, despues los platos típicos de la cena del último acto. Pero hasta eso hemos olvidado.... DEPREDEPREDEPRE

No obstante el Tenorio no es una idea original. Ya estaba presente en el libreto de Don Giovanni de Mozart, casi 50 años antes, y un par de siglos aún anteriores, en el Burlador de Sevilla, siempre atribuida a Tirso de Molina, pero realmente de un origen incierto.

Pero lo realmente curioso es que siempre se ha dicho que el origen aventurero y folletinesco del personaje estaba basado en una persona real y de cierta importancia en Sevilla: don Miguel de Mañara. No olvidemos que hasta el Maestro Machado hace gala de esta distinción en su maravilloso verso:

Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido,
más recibí la flecha que me asigno Cupido..

Pues es esta la historia olvidada que os presento hoy. Según todos los indicios don Miguel de Mañara y su supuesto compinche de ligoteos Don Mateo de Soto (que inspirará la figura del amigo y rival don Luis Mejia) eran cualquier cosa, menos los alegres compadres casquivanos en que la leyenda parece haberlos convertido.

Según esta se cuenta que siendo Don Miguel un joven y apuesto hacendado sevillano, dilapidaba la fortuna de sus padres en juergas y apuestas en todo tipo de tabernas, en las que seducía a cuanta fulana se le ponía a tiro. Y que una madrugada volviendo a su casa despues de cuantiosas perdidas de dinero a los naipes vió pasar un entierro que resultó ser el suyo. A partir de aquí, abandonaría su vida licenciosa dedicandose en cuerpo y alma al engrandecimiento de la cofradía de la Santa Caridad.

Si se consulta la entrada de la wiki sobre el aristócrata sevillano:http://es.wikipedia.org/wiki/Miguel_Mañara

No tarda en descubrirse la primera dificultad: don Miguel nació años despues de la primera edición del Burlador por Tirso, fechada alrededor de 1620. Así que tardaría unos 20 años más en convertirse en el joven tarambana y juerguista que describe la obra. En realidad, lo que le hizo volcarse en la vida religiosa fue la muerte de su mujer, de la que parece ser, estaba verdaderamente enamorado. Y despues de un tiempo de honda reflexión en la que estuvo a punto de abrazar la vida monástica, centró sus esfuerzos en convertir a la Santa Caridad en una organización fuerte y con sede y recursos propios. De la suerte y los motivos de Mateo de Soto es más dificil saber pues no está tan documentada su vida, aunque si se sabe que ayudo a la Santa Caridad en Cádiz y que a su muerte testó a Mañara 16.000 ducados para ayudar al engrandecimiento del Hospital de la Santa Caridad en Sevilla.

Lo único verdaderemente cierto que tienen en común Miguel de Mañara y el Tenorio es el hecho por el cual cambia sus vidas: la muerte de su amada que les convertirá en otra persona completamente distinta y con otras prioridades. De hecho será a través del amor, y es la lección que realmente debemos extraer del Tenorio, como don Juan será perdonado y redimido de todos sus crimenes. Y este, junto con el tema de la muerte, es el motivo porque el una y otra vez se representaba la obra en todos los ambitos: siempre se puede cambiar, y el otoño es una época de cambios.

Hoy en día hemos olvidado hasta esto. Nuestras costumbres ancestrales, nuestras tradiciones de siglos y la enseñanza y la historia profunda que se esconde en ellos. Las hemos sustituido por muñecajos y calabazas de plástico importadas de otras culturas.

Descanse en paz el Tenorio y nuestro rico legado cultural.

Le den por culo a jalogüin y a los imbeciles que se lo inventaron para vender más.

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Pajillero Mítico
 
Muchas gracias por todo lo que estás haciendo, en este hilo.
Trataré de buscar personajes olvidados o perdidos.

😊

💋 💋
 
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Aporte Editor
Florence Nightingale

Florence Nightingale nació en 1820 en una familia acomodada que podía permitirse el lujo de recorrer Europa acompañada de criados. Su infancia y juventud fue un continuo de fiestas, recepciones y vida por todo lo alto. Tenía criados que hacían las tareas domésticas. Vamos, una niña rica.

A Florence, sin embargo, aparte de aburrirle todos estos trajines, le desagradaban las diferencias entre ricos y pobres. Se daba cuenta que mientras unos vivían en la opulencia, también estaba la otra cara de la sociedad, con niños trabajando doce horas, mujeres viéndose obligadas a prostituirse para comer, enfermedades, miseria, etc. Decidió ser enfermera renunciando a la vida acomodada que llevaba y rechazando ofertas de matrimonio para poder ejercer su profesión (dicen que incluso tuvo que gritar un fuerte ¡no! a uno de sus pretendientes ante su insistencia). Su familia, obviamente, se opuso y debido a ello tuvo que aprender de forma autodidacta enfermería y procedimientos de los hospitales.

A los 33 años fue nombrada superintendente de una institución que se ocupaba de ancianas enfermas y pasó por diversos hospitales reuniendo información para saber tomar decisiones en un futuro. Exigió al tesorero que le proporcionara una detallada contabilidad semanal. Quería tener todos los números delante para saber en qué se gastaba el dinero y en qué cantidad. El tesorero estaba perplejo. También asumió la responsabilidad de formar otras enfermeras. Cuidaba de víctimas del cólera en el hospital Middlesex de Londres cuando leyó que no había enfermeras británicas en la guerra de Crimea.

Resulta que en ese conflicto bélico los rusos estaban utilizando una nueva arma desarrollada por una de las compañías de Alfred Nobel. Se trataba de las famosas minas submarinas que podían quedar a unos cuantos metros por debajo de la superficie. Dichas minas llevaban un mecanismo que se activaba cuando el plomo que contenía se veía inclinado porque un barco la tocaba. Los rusos pidieron a Alfred Nobel que fabricara cientos esas minas submarinas que ya habían probado para proteger con éxito los puentes del Báltico. Sembraron las aguas de Sebastopol con muchas de esas minas, lo que obligó a los aliados a hacer un difícil ataque por tierra contra Sebastopol respaldados por una flota que, por las susodichas minas, tenía que estar anclada en el puerto cercano a Balaklava.

Dicha flota de los aliados estaba formada principalmente por barcos de suministros como el Henri IV, el orgullo de la marina francesa. El 14 de noviembre de 1854 se abatió sobre ellos un gran huracán que destruyó toda la flota, incluido el Prince que se llevó siete mil toneladas de suministros médicos, botas y 40.000 abrigos al fondo del mar. Esto obligó a los aliados a una campaña de invierno para la que iban terriblemente mal equipados.

Dio la casualidad, además, que era la primera vez en la historia que un reportero cubría los detalles de una guerra para The Times y gracias a ello, la información había llegado a Florence, quien reclutó 38 enfermeras y utilizó sus influencias para marchar a Crimea. Al llegar vio que las informaciones no tenían nada que ver con el horror que encontró. No había nada en el hospital: ni medicamentos, ni desinfectantes, ni instrumental médico. Las camas estaban amontonadas y había ratas y moscas por todas partes. La relación cirujanos-heridos era de dos a quinientos y había cientos de hombres aquejados de diarrea pero sólo veinte orinales

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Aporte Editor

Dada su experiencia en registrar todos los datos, aprovechó para recogerlos y dárselos al reportero. The Times dio treinta mil libras esterlinas a Florence quien las gastó rápidamente comprando camisas, paños, teteras, sartenes, calcetines, mesas de operación, toallas, jabón, tijeras y alimentos para una dieta adecuada. Presionó sin tregua a las autoridades militares para que montaran una comisión sanitaria que se encargara de limpiar y blanquear las paredes del hospital y retirar la alcantarilla sobre la que estaban situadas las salas.

Pasó muchas noches en vela cuidando soldados enfermos. Tantas que le pusieron el apodo la dama de la lámpara. La tasa de mortalidad descendió del 40% al 2%.

Terminada la guerra hizo un informe de 1000 páginas. En su afán por recoger datos se había dado cuenta que morían más soldados en el hospital que no en el frente de batalla. O sea que era más probable morir en el hospital que en la propia guerra. Y es que de los 18.058 soldados muertos en Crimea, sólo 1.771 lo fueron por causa del enemigo mientras que el resto fue a causa de la hospitalización. Se puso en contacto con el alto mando para explicarlo y enviaron una comisión (donde se aprovechó para ascender a unos cuantos ineptos... y es que hay cosas que se repiten en la historia continuamente) que confirmó los informes de Florence.

Claro, difundir esa información en la población civil era algo delicado, así que intentaron confundir y dar interpretaciones subjetivas a sus datos. Pero Florence, para contraatacar, inventó los histogramas y diferentes gráficos para mostrar sus resultados. Todavía utilizamos hoy los clásicos quesitos. Sus rivales no pudieron con ella.

Cuando se hicieron públicas esas estadísticas se levantó una oleada de protestas que derribaron al gobierno. La sociedad inglesa tomó conciencia de la importancia de tener enfermeras cualificadas. Por primera vez se recaudaron fondos para la formación de un grupo de enfermeras.

Florence dedicó el resto de su vida a promover su profesión. Fundó una escuela de enfermeras que lleva su nombre. Durante la Guerra de Secesión en 1861 fue llamada por el Gobierno de la Unión para que organizara sus hospitales de campaña. Animó, además, al gobierno inglés para abrir una Cátedra de Estadística Aplicada en la Universidad de Oxford. Sus trabajos y apuntes todavía existen.

Aparte de ser una experta en estadística, pionera en la profesión de la enfermería y de la epidemiología fue la primera mujer miembro de la Statistical Society en 1858, que obtuvo la Royal Red Cross en 1883 de la reina Victoria y fue también la primera mujer condecorada con la Order of Merit en 1907.

Publicó un libro llamado Apuntes de Enfermería que fue la biblia de los trabajadores de la salud. Mas tarde añadió una sección sobre el cuidado de los bebés. El dinero ganado con las ventas de este libro fue el único salario que recibió en toda su vida. El 13 de agosto de 1910, Florence se durmió después de almorzar muy poco y no volvió a despertar. La corona inglesa ofreció enterrarla junto a los reyes y genios en la Abadía de Westminster, pero la familia declinó el honor enterrándola en la cripta familiar de East Wellow. Su féretro fue llevado por 6 sargentos ingleses.

Sin embargo, las labores de Florence no habían caído en saco roto. Mucho antes de su muerte, todas sus acciones habían influido profundamente en un hombre llamado Jean-Henri Dunant, un filántropo suizo que vivió algo similar. Había ido a exponer sus negocios en Argelia para Napoleón III y allí contempló el campo de batalla de Solferino después del enfrentamiento de los ejércitos austríaco y franco-piamontés que combatían en la guerra italiana. Impresionado por aquel espectáculo de horror en el que yacían 40.000 hombres abandonados a la fortuna por la ineficacia de los servicios sanitarios de la época reunió a voluntarios de los pueblos cercanos, especialmente las mujeres y las muchachas, para proporcionar ayuda a los soldados malheridos y enfermos. Convenció a la población para asistir a los hombres de ambos bandos manteniéndose al margen del conflicto según el lema fratelli de Tutti (todos son hermanos).

De sus vivencias escribió el libro Recuerdos de Solferino. Junto a ese libro, los ánimos de Florence y cuatro miembros de la Sociedad Ginebrina de Utilidad Pública constituyeron formalmente en 1863 el Comité Internacional de la Cruz Roja. Se estableció, además, la primera Convención de Ginebra para la mejora del estado de salud de los soldados heridos en el campo de batalla en 1864 junto con representantes de 17 países.

La dedicación a esta causa humanitaria llevó a Dunant a descuidar sus negocios y quedar totalmente arruinado en 1867. Tuvo que dimitir como presidente de la Cruz Roja y abandonar temporalmente Suiza perseguido por sus acreedores. Aun así, durante la guerra franco-prusiana tuvo tiempo de presionar para crear una corte internacional para mediar conflictos internacionales. Abogó también por la creación de un estado judío en el área de Palestina.

Halló refugio en la Francia del Segundo Imperio donde Napoleón III le prestó apoyo incluso después de ser derrocado y exiliado a Inglaterra. En 1887 regresó a Suiza para ser tratado de múltiples enfermedades viviendo recluido en un sanatorio hasta su muerte en 1910. Olvidado prácticamente por todos, en la última década del siglo varios amigos reivindicaron su figura que vio por fin reconocida públicamente su labor con la concesión del primer Premio Nobel de la Paz de la Historia, en 1901, junto a Frédéric Passy.

De esta manera, el apellido de Alfred Nobel se puede asociar tanto a la invención de las minas submarinas como al Premio Nobel de la Paz de Dunant. Ironías de la Historia.

Y curiosa sociedad la nuestra, que relega al olvido personas ejemplares como estas.

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lleunes
9 Diciembre 2010
 
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Nikola Tesla
Aporte Editor

No basta con ser un genio científico. También hay que ser un genio comercial. La vida del croata Nikola Tesla (1856-1943) es el perfecto ejemplo. El pionero de la corriente alterna, el radar, la telegrafía, la televisión, la aviación, los rayos X, los motores de inducción, el mando a distancia, el rayo láser... murió como un pordiosero en una habitación del piso 33 del hotel New Yorker, viendo como sus geniales ideas eran aprovechadas y usurpadas por los hoy inmortales Edison y Marconi. Sus pecados, un caracter altruísta y un amor por la ciencia, superiores al interés comercial y al vil metal. Su nombre permaneció durante décadas en el olvido, pero la Historia siempre vuelve a la luz para quien se tome la molestia de investigar. Nikola Tesla comienza hoy a ser reconocido, convirtiéndose -curioso- en un símbolo de unión para serbios y croatas. Su vida merece ser leída.

No fue Marconi quien inventó la radio; ni Edison o Westinghouse quienes inauguraron la era de los electrodomésticos. Fue el serbocroata Nikola Tesla, pero visionario, cándido y utópico murió pobre a los 86 años en el hotel New Yorker después de haber sembrado el mundo de inventos que, desde la robótica a las comunicaciones inalámbricas en red, han configurado nuestro tiempo. Hay mentes de un piso, de dos y de tres con tragaluz. Por ahí las ilumina el rayo de la singularidad que convierte a un hombre en genio. Tesla nació con ese don y aunque fue el inventor del cambio del siglo XIX al XX, de la corriente alterna y sus aplicaciones múltiples, otros menos dotados (pero más cucos) le robaron la notoriedad. Fue el padre del futuro y cada vez que alguien, en cualquier lugar, maneja un mando a distancia debería acordarse de su sagrado nombre, aunque acabó enterrado en un olvido interesado. Ahora, como en un desquite global, recorre el mundo una corriente alterna de devoción hacia la figura de este perdedor excéntrico que patentó más de 700 inventos.

Cuando me alojé en el New Yorker, en la Calle 44 con la Octava Avenida, pleno corazón de Nueva York, ya había escuchado Teslass Hotel Room, la canción de Handsome Family que lo evoca desolado en su último refugio. Luego comprobé que hay tres tipos de inquisitivos visitantes que regularmente peregrinan a ese hotel art déco que se construyó en ı930 y ha pertenecido al reverendo Sun Myung, el líder de la secta Moon: ingenieros electrónicos y entusiastas de la tecnología; ufólogos y otros fanáticos de la antigravedad, los rayos de la muerte y las palomas telepáticas; serbios y croatas. Lo que tienen en común es la admiración por Tesla, que vivió en las habitaciones 3327 y 3328 en los últimos ı0 años de su vida. Y allí murió en ı943. Su vida ha inspirado una ópera, varios dramas, novelas múltiples, decenas de biografías y de películas. A Joseph Kinney, archivero oficioso del hotel, lo contactó una mujer llamada Natasa Drakula (de los Drakula de toda la vida) que estaba interesada en rodar una película sobre los artistas que se han inspirado en Tesla. Si llega a hacerla será un largometraje muy largo porque en los últimos años una legión de artistas se ha mostrado fascinada por su excepcionalidad.

En la película Café y cigarrillos (2003) de Jim Jarmusch, uno de sus protagonistas, habitualmente taciturno, mira fijamente una bobina Tesla, transformador de alto voltaje que parece un objeto de la ciencia ficción de los años 50. Se entusiasma explicando que sin aquel profeta nuestro mundo "ni sería el mismo ni sonaría igual: no tendríamos radio, ni televisión, ni corriente alterna, ni motores de inducción, ni rayos X, ni luces fluorescentes". Paul Auster lo descubrió en El palacio de la Luna en ı989, y Douglas Rushkoff, que ha convertido a Tesla en personaje de su novela Ecstasy Club, dice: "Si eres de esa clase de artistas atentos a la tecnología post-psicodélica, tienes que venerar a Tesla". Y en pantalla grande el polifacético David Bowie lo encarnó en El truco final (2006), la penúltima película de Christopher Nolan, basada en una novela de Christopher Priest.

Hasta en videojuegos. En los años 90 el grupo musical Tesla no ocultaba su pasión por el inventor como prueban, además de su nombre, los títulos de sus dos primeros álbumes: Resonancias mecánicas y La gran controversia de la radio. Referencias en videojuegos como Tomb Raider: Legend o Return to Castle, icono recurrente en cómics e historias de ciencia ficción de H.G. Wells y H.P. Lovecraft...

Aunque serbio, nació en Smiljan, un remoto pueblo de la Krajina croata. Su padre, Milutin, era un clérigo ortodoxo bibliómano. Su madre, Djuka, no sabía leer ni escribir, pero construía todo tipo de aparatos para ayudarse en las tareas domésticas: batidoras, aspiradoras, planchas y por ahí seguido. De casta le vino al galgo, porque el niño Niko Tesla a los 8 años construyó un motor impulsado por insectos y un molino de viento de palas lisas. A los ı2, vio un grabado de las cataratas del Niágara y pensó que era un despilfarro no sacar provecho de tanta energía: a una de sus tías le dijo que iría a América a poner remedio a tanto derroche.

En el Gimnasio Real de Gospic, en la región croata de Lika, calculaba de memoria logaritmos neperianos y sus teorías matemáticas causaron estupefacción entre sus maestros. Al terminar su carrera de ingeniero en Graz (Austria) estaba envenenado por los ocultos demonios de la electricidad, que ya había sustituido al vapor. Edison había construido la primera central eléctrica en Nueva York, pero su corriente continua, de ıı0 voltios, era muy costosa por las enormes pérdidas por disipación en forma de calor. Tesla sabía ya que la solución era la corriente alterna, cuyo voltaje se podría elevar con un transformador antes de transportarse a largas distancias. Una vez en destino, se reduciría la tensión para proveer energía a niveles seguros y económicos.

Inspiración. En un parque de Budapest le llegó la inspiración como un rayo fáustico. Presa de la excitación, cogió una rama y dibujó sobre la arena el diagrama del primer motor polifásico de corriente alterna. Sudoroso, emitía sonidos inarticulados mientras las fórmulas aparecían sobre el suelo. Aquel éxtasis duró lo bastante para que un coro de curiosos lo tomara por loco. Pero no encontró a nadie en la vieja Europa que financiara su vislumbre. Seis años después emigró a Nueva York. Llevaba en el bolsillo unos cuantos centavos y una carta de recomendación para Edison. La firmaba su socio en Europa, Charles Batchelor, y decía: "Mi estimado Edison: Conozco dos grandes hombres y usted es uno de ellos. El otro es el portador de la presente".

No fue fácil trabajar con él, pues seguía defendiendo su corriente continua. Propuso a Tesla una gratificación de 50.000 dólares si era capaz de mejorar sus dinamos. Tesla triunfó en ese desafío, pero Edison se negó a saldar la deuda so pretexto de que había sido una broma. Humillado y ofendido, se marchó y tuvo que trabajar de peón caminero, cavando zanjas para poder sobrevivir hasta que consiguió vender sus derechos de la corriente alterna al magnate George Westinghouse.

El primero de mayo de ı893, Tesla vivió el momento estelar de su vida cuando el presidente Cleveland pulsó un botón y ı00.000 bombillas incandescentes iluminaron el recinto de la Exposición Internacional de Chicago. Para los 27 millones de personas que visitaron la feria, quedó claro que Tesla había ganado su guerra de la corriente alterna frente a un Edison enrocado en la continua. Tres años después, Buffalo fue la primera ciudad en quedar iluminada por la corriente de Tesla. Los generadores se instalaron en las cataratas del Niágara y así consumó su sueño de crear con aquellas aguas turbulentas la primera central hidroeléctrica, que todavía hoy sigue en funcionamiento. En lo que se llamó "la guerra de las corrientes", la Westinghouse Electric había vencido en toda regla a la General Electric de Edison; pero en el camino la Westinghouse quedó al borde la bancarrota. Tesla, para ayudar a su benefactor, rompió el contrato y con ese gesto renunciaba a percibir ı2 millones de dólares, pero elevaba aún más la peana de su mitología.

Se adelantó a Guglielmo Marconi y consiguió transmitir energía electromagnética sin cables con el primer radiotransmisor. Cuando en ı900 el italiano envió señales de una orilla a otra del Canal de la Mancha utilizó un oscilador Tesla; Marconi sólo contemplaba la transmisión de sonidos; Tesla sostenía que era posible transportar además datos e imágenes. Estaba prefigurando la televisión. Cuando Marconi obtuvo el Nobel en ı9ıı, Tesla se enfureció. Perdió los pleitos porque escaseaban sus recursos ante la opulencia de Marconi, que era socio de Edison. En ı943 la Corte Suprema de Justicia de EEUU reconoció la patente de radio de Tesla, de manera que a título póstumo se convirtió en el inventor de la radio.

Pionero del radar. Cuando, durante la Gran Guerra, el Gobierno estadounidense buscaba la manera de detectar los submarinos alemanes que hundían sus convoyes mercantes, Tesla diseñó un sistema precursor de los actuales radares, que Edison saboteó. Por causa de su rosario de fracasos empezó a desarrollar trastornos obsesivo-compulsivos. Como quería vivir ı00 años se entregó a una dieta de leche y verduras y se protegía de los relentes tapando las rendijas de las puertas con cinta adhesiva. Amaba a los animales y con los años su única compañía fueron las palomas, a las que alimentaba a diario desde la ventana de su piso 33 en el New Yorker. Había cruzado la línea roja que separa la excentricidad del delirio. Su cabeza bullía como un hervidero. Estaba convencido de la posibilidad de transportar electricidad a través de ondas, sin conducción de cables y logró diseñar una bobina de inducción magnética y un sistema de comunicación sin hilos. Investigó en fluorescencia, automática, robótica, energía solar, alteraciones climáticas, termodinámica y fotografía.

A su genio exuberante se debe el primer motor de energía solar y un robot sumergible dirigido a distancia. Antes del primer vuelo de los hermanos Wright, registró en la oficina de patentes un «Aparato para el Transporte Aéreo». Era un híbrido de helicóptero y aeroplano y su precio de venta se estimaba en ı.000 dólares. Fue también el pionero de la radioastronomía: en su laboratorio de Colorado Springs captó ondas de radio procedentes del espacio y creyó que venían de Marte. Eso lo convirtió en objeto de mofa, sin embargo, ahora sabemos que muchas estrellas los púlsares emiten señales de radio. Le faltó una sola cualidad: ser tan hábil negociante como Edison, Marconi o Westinghouse. Los llamaba despectivamente «inventores», él se tenía por científico. El científico enuncia principios, establece leyes; el inventor sólo saca conclusiones prácticas. El 7 de enero de ı943, mientras pernoctaba en el New Yorker, murió de una trombosis coronaria. Era relativamente pobre. Nada más conocerse su muerte, su habitación fue allanada por agentes del FBI a las órdenes de J. Edgar Hoover y sus papeles quedaron confiscados. Era sospechoso para las autoridades americanas porque a su genio innegable se unía la condición de pacifista. Todavía hoy gran parte de sus notas de laboratorio son secretos de Estado. Cuando murió, a los 86 años, estaba investigando la tecnología precursora de los rayos láser. "Resulta posible transmitir millares de caballos de fuerza por medio de un haz más delgado que un cabello", escribió. A ese invento lo llamaron el "rayo de la muerte" porque sería capaz de destruir un objetivo en un radio de 320 km. Hoy, un haz de rayos láser enfocado hacia un espejo flexible constituye la base de la Iniciativa de Defensa Estratégica, anunciada por Reagan en ı983.

Visionario. En sus notas se revela el fulgor de una mentalidad utópica o visionaria, pero también quedaba prefigurado el mundo de hoy: de corriente alterna en todos los hogares, de comunicación instantánea, sin distancias y con ordenadores operados por la voz humana. Los poderes fácticos del país que lo adoptó aprovecharon sus inventos y anatematizaron al utopista que quería suministrar energía eléctrica gratuita desde la Wardenclyffe Tower, una torre-antena de telecomunicaciones inalámbricas en Long Island, a unos ı00 km de Manhattan. Nunca llegó a funcionar del todo porque su financiero, J.P. Morgan, retiró el capital cuando conoció las intenciones filantrópicas del serbio.

Nikola Tesla fue cayendo en el olvido, pero crecía su misterio. El aeropuerto de Belgrado lleva su nombre y su efigie aparece en billetes serbios y croatas. El resto del mundo asiste a un revival de su obra. A Tesla le robaron sus patentes; pero no pudieron quitarle la inmortalidad.

.-Fuente: http://www.elmundo.es/suplementos/magazine/2008/452/1211381795.ht
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ekaiza
11 Diciembre 2010
 
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Aporte Editor
Krystyna Skarbek

Christine Granville
, nombre de guerra de la condesa polaca Krystyna Skarbek, fue para muchos la mejor agente de los servicios secretos británicos durante la Segunda Guerra Mundial y uno de los personajes más arrebatadoramente románticos de la época. Reclutada por el célebre Special Operations Executive (SOE), la agencia creada en 1940 por Churchill para organizar acciones de subversión y sabotaje contra los nazis, Christine saltó sin temor en paracaídas en numerosas ocasiones, atravesó los montes Tatra esquiando para infiltrarse en Polonia, organizó grupos de resistencia por toda Francia y combatió codo con codo con los maquis; no dudó en sobornar a militares, lideró equipos de sabotaje y de fugas, y burló varias veces a la temida Gestapo, arrebatando de las mismísimas fauces de la muerte a algunos de sus camaradas.

Una de sus mayores proezas tuvo lugar en agosto de 1944. Un día de dicho mes, el comandante alemán Fritz Harlan, jefe de prisiones, se sentía satisfecho porque habían dado caza a tres destacados espías: el coronel Cammaerts de Scotland Yard; el capitán Sorensen del servicio secreto estadounidense y el comandante Zane Fielding, detenidos en un control cuando viajaban camuflados en un vehículo de la Cruz Roja. Iban a ser fusilados a las 6.30 del día siguiente y la Resistencia no tenía tiempo de montar un operativo de rescate. Harlan estaba sumido en sus pensamientos cuando sonó el teléfono y le comunicaron que una extranjera insistía en verle. Se trataba de una guapa muchacha morena que, en un perfecto alemán, dijo venir de Londres y ser sobrina nada menos que del mariscal Bernard Montgomey, que había derrotado a Rommel en El Alamein (Egipto).

Ante la estupefacción de Harlan, a quien aquella situación había provocado la risa, la joven, muy seria, le exigió la inmediata entrega de los tres prisioneros británicos citando sus respectivos nombres. Si aceptaba, su vida sería respetada cuando las tropas aliadas llegasen, afirmando que no tardarían demasiado en hacerlo. ¡Aquello era demasiado! Como única respuesta, el comandante le dijo que estaba loca, pero ella, fría como el hielo, siguió insistiendo y se atrevió incluso a amenazarle: "Si los tres mencionados prisioneros o yo sufrimos el menor daño, todos los alemanes de esta prisión, con usted al frente, serán irremisiblemente ahorcados tan pronto sea ocupado este país".

Su interlocutor no aguantó más la incertidumbre y le preguntó quién era: "Soy una espía inglesa", fue la escueta contestación. Él entonces empezó a encolerizarse pero ella continuaba hablando en el mismo tono severo, con una seguridad pasmosa. Para convencerle de que no mentía, le dio detalles sobre la situación en que se hallaba la guerra en los distintos frentes y que Montgomery estaba ya muy cerca de donde ellos se encontraban. Para acabar, repitió una vez más su ultimátum. Harlan empezó a mostrarse preocupado, incluso algo asustado. Alemania no estaba en aquellos momentos en una situación fácil y Hitler ya no hablaba de triunfo, sino, simplemente, de resistir. Finalmente, tras once horas reunidos, decidió acompañar a la muchacha a la celda donde se hallaban los tres prisioneros que fueron liberados enseguida. Aquella muchacha tan decidida era Christine, cuya probada sangre fría y sus conocimientos de diez idiomas la convirtieron en una de las piezas más valiosas de los Servicios Especiales.

El padre de Christine era un conde dedicado a criar caballos de carreras y pertenecía a una de las más nobles estirpes polacas. Su madre, que fue asesinada por los nazis, era miembro de una familia de banqueros judíos. Su abuelo fue el padrino de Chopin. Impulsiva en el amor y encantada de ser objeto de la pasión de los hombres, que desataba por doquier con su espíritu libre y su sonrisa traviesa (un colega agente trató de suicidarse por ella lanzándose al Danubio, que por suerte estaba helado), Christine tuvo una vida sentimental agitadísima. A los dieciocho años, la chica se casó con un empresario y a los veintitrés volvió a hacerlo con el escritor, aventurero y ex cowboy Jerzy Gizycki, al que consideraba su Svengali y con el que marchó a vivir a África, con el tiempo acabaron divorciados.

Al invadir Polonia los nazis, Christine se puso al servicio del SOE en Gran Bretaña. De misión en Budapest conoció al héroe polaco Andrew Kowerski, al que le faltaba una pierna y que fue el gran amor de su vida, aunque lo alternó con otros romances como el torrencial con el joven conde Ledochowski. Con Koweski, alias Kennedy, se dedicó a organizar vías de escape de Polonia y pasando de un lado a otro de las fronteras, en una ocasión consiguió traerse de su país, caminando, un prototipo de fusil antitanque. Capturada en 1941 por la Gestapo, la resuelta Christine logró que la dejaran libre tras provocarse una hemorragia mordiéndose la lengua para hacer creer a sus captores que padecía tuberculosis. Después de viajar en un desvencijado Opel hasta El Cairo vía Turquia y Siria, Christine fue destinada a Francia.

Con los maquis luchó en la feroz batalla de Vercors contra regimientos alpinos y de las SS, estableció contactos entre la Resistencia y los partisanos italianos de Marcellini y se le atribuye la rendición de la guarnición alemana de Col de Larche. Además de actuar en Francia, Christine también estuvo destinada en Italia, donde un buen día se topó con una patrulla alemana. Cuando le ordenaron levantar las manos, obedeció, pero lo hizo sosteniendo en una de ellas una granada: "¡No se muevan o saltamos todos hechos pedazos!". Gracias a su capacidad de improvisación, ella y su compañero pudieron escapar.
Tras la guerra, Gran Bretaña fue ingrata con su agente que, sin empleo, se vio impelida a sobrevivir como camarera ocasional en bares, hoteles e incluso en un barco. Allí conoció a su asesino. Dennis George Muldowney, camarero y marinero, no aceptó que Christine quisiera alejarse de él, empezó por acosarla y la asesinó brutalmente a cuchilladas en la escalera del hotelito en el que vivía en Kensington.

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https://es.wikipedia.org/wiki/Krystyna_Skarbek Aporte Editor

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8 Enero 2011
 
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Mariano Gómez Ulla

Casi todas las ciudades de este pais tienen una calle o plaza o incluso un hospital con el nombre de Gomez Ulla, pero ¿quien era este gallego de buena ley?

Un santiagués ilustre: el doctor Mariano Gómez Ulla quien, formado en la Escuela Médica Compostelana, llegó a ser el más admirado cirujano militar español de su tiempo, con proyección internacional.

Don Mariano nació en Santiago de Compostela el 6 de noviembre de 1878, hijo de Ramón Gómez Fernández, médico-cirujano y de Dolores Ulla Fociños, a la sazón domiciliados en la Calzada de San Pedro nº 12. En el curso 1892-93 inició la licenciatura de Medicina en la Facultad compostelana, que culminará en el 1898-99, obteniendo "sobresaliente" en el "grado" de licenciado. Más tarde se hace doctor por la Universidad Central (Madrid) única en España que concedía ese "grado", para el que presentó la tesis doctoral titulada La desinfección en el Ejército, calificada de "sobresaliente".

El año 1899 Gómez Ulla ingresó, por oposición y con el nº 1, en la Academia de Sanidad Militar de la que salió en junio de 1900 con el empleo de médico 2º (teniente). A partir de entonces y a través de los correspondientes ascensos, desempeñó todos los empleos posibles en la carrera, hasta el supremo de inspector médico de 1ª clase" (general de División), que alcanzó en 1943 año en el que, además, fue nombrado jefe de los Servicios de Sanidad del Ejército. En 1945 pasó a la reserva con el nombramiento, excepcional, de inspector jefe honorario de los Servicios de Sanidad del Ejército".

Don Mariano tuvo una experiencia médico-militar excepcional ya que, por circunstancias históricas pocas veces coincidentes, le correspondió participar en los conflictos bélicos entre España y Marruecos durante el tiempo que la primera tuvo responsabilidades, como potencia colonizadora, sobre la zona Noroeste de aquel territorio. Asimismo, intervino en la Guerra Civil española asistiendo las necesidades del Madrid sitiado desde su puesto en el hospital de Carabanchel y luego en el provisional instalado en el hotel Palace; finalmente recordaremos que tomó parte activa en la primera y segunda Guerras Mundiales, en una y por indicación expresa del Rey Alfonso XIII para atender a las necesidades de los prisioneros alemanes en el frente Occidental y en la otra reorganizando los servicios médico quirúrgicos de la División Azul, desplegada en el frente de Rusia.

Hospitales transportables

La mayor gloria de Gómez Ulla fue su decisiva intervención en los episodios marroquíes de 1909, de 1921-23 y de 1924-25, principalmente en el segundo de ellos, donde inauguró sus desde entonces famosísimos hospitales transportables a lomo de mulos, luego llamados hospitales Gómez Ulla, que le permitieron la asistencia inmediata en primera línea, con la cual redujo drásticamente la morbi-mortalidad de los heridos. Luego, en la acción de 1924-25, cuyo punto álgido fue el desembarco de Alhucemas, coordinó la evacuación de los heridos desde los hospitalillos de campaña a los barcos-hospitales y su ulterior traslado a la Península.

En 1935 recogió los frutos de tan eficaces actuaciones sanitarias: a petición del ministro de la guerra, José Mª Gil Robles, las Cortes decretaron la concesión al teniente coronel médico, doctor Gómez Ulla, de la Gran Cruz del Mérito Militar, como gratitud de España por tan relevantes servicios.

De forma paralela a todo lo que antecede, don Mariano ejerció entre 1909-1944, siempre que sus actividades médico-militares se lo permitieron, los cargos de inspector provincial de Sanidad, en Madrid y Palencia, y el de médico de la Beneficencia Municipal de Madrid. Tuvo también consulta médico-quirúrgica privada, en aquella capital, operando a miles de pacientes, la mayoría gente de la alta sociedad, en diversos sanatorios de aquella capital.

Entre 1941 y hasta su fallecimiento Gómez Ulla fue, también, presidente del Consejo General de Colegios Médicos de España, cargo para cuya aceptación lo instó el por entonces ministro de la Gobernación don Blas Pérez. Entre las muchas iniciativas emprendidas al servicio de esta institución, dos fueron particularmente queridas por don Mariano: mejorar la situación de los médicos titulares y dar el mayor apoyo al Patronato de Huérfanos de Médicos.

El 24 de noviembre de 1945, recién pasado a la reserva, el doctor Gómez Ulla falleció de un infarto de miocardio, cuando solo tenía 67 años pero, eso sí, una vida esforzada al servicio de la medicina, en general, y a su aplicación bélica en particular. Fue paradigma de los cirujanos militares, reconocido así por ellos mismos, el más prestigioso que dio España en siglo XX; un gran patriota y un fiel cumplidor, de sus deberes profesionales que ejerció, por "obediencia debida", con la misma dedicación y eficacia al servicio de los tres regímenes que le tocó vivir y se sucedieron en el tiempo: la Monarquía, la República y el franquismo.

Pocas personas en este pais merecen mayor reconocimiento que el buen doctor.

https://es.wikipedia.org/wiki/Mariano_Gómez_Ulla Aporte Editor

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Pajillero Mítico
 

Extraido del Diario De Cádiz del 20 de Febrero de 2011.

A veces la historia de las revoluciones se escribe con renglones curiosos. Y luego solo queda el poso de la verdad en forma de leyenda urbana. Ya lo dijo el gran Cela en un ejemplar ejercicio de humildad: "los gaditanos son todos unos maricones"

Análisis histórico Homosexualidad
Historia de 'Los invisibles'​

Un estudio de un profesor de la UCA relata, entre otras cosas, la polémica que suscitó en 1898 la organización en Cádiz de un servicio de higiene de prostitución masculina

El estudio histórico Los invisibles (ED. Comares) sobre el homosexual masculino en la cultura española entre mediados del siglo XIX y el comienzo de la Guerra Civil demuestra cómo las distintas disciplinas científicas lo calificaron como "enfermo" o "vicioso" durante ese periodo.

Con el subtítulo Una historia de la homosexualidad masculina en España, 1850-1939 los profesores Francisco Vázquez García, catedrático de Filosofía de la Universidad de Cádiz, y Richard Cleminson, hispanista de la Universidad de Leeds, han rastreado cómo disciplinas científicas como la psiquiatría, la criminología, el derecho o la pedagogía españolas conceptualizaron al homosexual.

El estudio explora la formación "en grandes ciudades españolas como Madrid y Barcelona y desde el periodo de Alfonso XII de unas sociedades clandestinas de homosexuales que poseían sus propios enclaves de encuentro, código de señales para reconocerse mutuamente, rituales de iniciación y formas de celebración colectiva", según ha dicho Vázquez García.

También se indaga en cómo "la homosexualidad entendida como pérdida de masculinidad funcionó como un símbolo político, en el momento de decadencia de la crisis del 98; o moral, con la aparición de la figura del sacerdote ********* en la novela o la psiquiatría de la época; o social, como un atributo asociado a unas clases aristocráticas consideradas perversas y libertinas".

Como ejemplo del "valor simbólico del homosexual", Vázquez García ha recordado que "en octubre de 1898, después del Desastre de Cuba, se produjo una crisis de Gobierno al descubrirse que el gobernador civil de Cádiz, Pascual Ribot, cuñado de Antonio Maura y pariente del ministro de Fomento del partido Liberal, había organizado bajo cuerda un servicio de higiene de la prostitución masculina, con cobro de impuesto e inspección médica incluidos".

"En esa época estaba tolerada bajo reglamentación la prostitución femenina, pero no la masculina; y todo se debió a una denuncia de Adolfo Suárez de Figueroa, diputado conservador por Málaga, que publicó en el periódico de su propiedad el artículo El reino de Sarasa, donde denunciaba el hecho y aportaba como prueba las cartillas sanitarias de los 'invertidos'", según Vázquez.

"El escándalo fue mayúsculo y la noticia salió en toda la prensa nacional, condujo a la dimisión del gobernador y a la del mismo ministro, y en la prensa se comentaba el hecho paradójico de que lo que la derrota militar en Cuba no había logrado provocar, o sea, una crisis de gobierno, fuera propiciado por un asunto tan turbio".

"También se dijo que 'lo de Cádiz'-es posible que la conocida fama de esta ciudad provenga de ese escándalo- mostraba la falta de masculinidad y hombría de la raza española y explicaba la debacle militar", ha concluido Vázquez.

La obra también aborda la primera ley penal que en la España contemporánea castigaba la homosexualidad consentida entre varones adultos y que fue aprobada por la Dictadura de Primo de Rivera, en 1928, y provocó que "algunos intelectuales como Gregorio Marañón o el jurista Jiménez de Asúa se pronunciaran contra la norma, señalando que los homosexuales, en tanto que enfermos no especialmente dañinos, no debían ser objeto de castigo".

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Extraido del Diario De Cádiz del 20 de Febrero de 2011.

A veces la historia de las revoluciones se escribe con renglones curiosos. Y luego solo queda el poso de la verdad en forma de leyenda urbana. Ya lo dijo el gran Cela en un ejemplar ejercicio de humildad: "los gaditanos son todos unos maricones"

Análisis histórico Homosexualidad
Historia de 'Los invisibles'​

Un estudio de un profesor de la UCA relata, entre otras cosas, la polémica que suscitó en 1898 la organización en Cádiz de un servicio de higiene de prostitución masculina

El estudio histórico Los invisibles (ED. Comares) sobre el homosexual masculino en la cultura española entre mediados del siglo XIX y el comienzo de la Guerra Civil demuestra cómo las distintas disciplinas científicas lo calificaron como "enfermo" o "vicioso" durante ese periodo.

Con el subtítulo Una historia de la homosexualidad masculina en España, 1850-1939 los profesores Francisco Vázquez García, catedrático de Filosofía de la Universidad de Cádiz, y Richard Cleminson, hispanista de la Universidad de Leeds, han rastreado cómo disciplinas científicas como la psiquiatría, la criminología, el derecho o la pedagogía españolas conceptualizaron al homosexual.

El estudio explora la formación "en grandes ciudades españolas como Madrid y Barcelona y desde el periodo de Alfonso XII de unas sociedades clandestinas de homosexuales que poseían sus propios enclaves de encuentro, código de señales para reconocerse mutuamente, rituales de iniciación y formas de celebración colectiva", según ha dicho Vázquez García.

También se indaga en cómo "la homosexualidad entendida como pérdida de masculinidad funcionó como un símbolo político, en el momento de decadencia de la crisis del 98; o moral, con la aparición de la figura del sacerdote ********* en la novela o la psiquiatría de la época; o social, como un atributo asociado a unas clases aristocráticas consideradas perversas y libertinas".

Como ejemplo del "valor simbólico del homosexual", Vázquez García ha recordado que "en octubre de 1898, después del Desastre de Cuba, se produjo una crisis de Gobierno al descubrirse que el gobernador civil de Cádiz, Pascual Ribot, cuñado de Antonio Maura y pariente del ministro de Fomento del partido Liberal, había organizado bajo cuerda un servicio de higiene de la prostitución masculina, con cobro de impuesto e inspección médica incluidos".

"En esa época estaba tolerada bajo reglamentación la prostitución femenina, pero no la masculina; y todo se debió a una denuncia de Adolfo Suárez de Figueroa, diputado conservador por Málaga, que publicó en el periódico de su propiedad el artículo El reino de Sarasa, donde denunciaba el hecho y aportaba como prueba las cartillas sanitarias de los 'invertidos'", según Vázquez.

"El escándalo fue mayúsculo y la noticia salió en toda la prensa nacional, condujo a la dimisión del gobernador y a la del mismo ministro, y en la prensa se comentaba el hecho paradójico de que lo que la derrota militar en Cuba no había logrado provocar, o sea, una crisis de gobierno, fuera propiciado por un asunto tan turbio".

"También se dijo que 'lo de Cádiz'-es posible que la conocida fama de esta ciudad provenga de ese escándalo- mostraba la falta de masculinidad y hombría de la raza española y explicaba la debacle militar", ha concluido Vázquez.

La obra también aborda la primera ley penal que en la España contemporánea castigaba la homosexualidad consentida entre varones adultos y que fue aprobada por la Dictadura de Primo de Rivera, en 1928, y provocó que "algunos intelectuales como Gregorio Marañón o el jurista Jiménez de Asúa se pronunciaran contra la norma, señalando que los homosexuales, en tanto que enfermos no especialmente dañinos, no debían ser objeto de castigo".

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_juguete_
Pajillero Mítico
Muy bueno el apunte Juguete.
Pero a estos tipos que citas muy acertadamente
ridiculizando esas ideas cavernícolas, les diría que
prefiero ser "enfermo no dañino"
que pertenecer a su grupo de "aceptados"
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DanDefensor
27 Febrero 2011
 
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Eduardo Benot Rodríguez
Aporte Editor

Este es un extracto de la wiki de la vida de tan excelente investigador en todos los campos. Un perfecto renacentista en pleno siglo XIX. Y alguien largamente olvidado incluso en su ciudad natal. Según la wiki todas sus obras (y son muchas) estan hoy por hoy disponibles en la web y son susceptibles de comprobarlas y bajarlas sin nigún tipo de problema en aras de esa idea de pedagogía y lleva la enseñanza a todos los niveles que defendía el maestro Benot. Descanse en paz.

Eduardo Benot Rodríguez nació el 26 de noviembre de 1822 en Cádiz en la calle de la Virreina en el seno de una familia culta y políglota: su padre, Julián Bernardo Benot, originario de Cuneo (Piamonte), fue un oficial del ejército de Napoleón Bonaparte que se afincó en Cádiz tras la Guerra de la Independencia, y su madre, María de los Dolores Rodríguez de Vicherón, una poetisa de noble cuna nacida en Chiclana de la Frontera; fue bautizado en Cádiz el 29 de noviembre de 1822.

Benot padeció una infancia estragada por la enfermedad. Él mismo lo cuenta a León y Domínguez en una de sus cartas:

Yo vine al mundo muy falto de salud, decíame en una carta. Me dieron a los dos años las viruelas y desde entonces fue el rigor de las desdichas. Me entraron frecuentemente alferecías, padecía de los ojos y raro era el mes en que yo no hacía cama.

La familia encarga su curación a un tal Joaquín Cordero, médico sin ejercer, hombre rico, caritativo y brusco, poco amigo de los farmacéuticos y de la excesiva medicación. Recomienda paseos y carreras matutinas para la recuperación del niño y una rigurosa dieta. La más enegética recomendación médica es la de no coger ningún libro: sólo le permite dibujar para no aburrirse (sin duda debía demostrar el enfermo un excesivo interés por la lectura, para provocar una prohibición tan extrema). Y es que desde muy joven Eduardo Benot mostró una inteligencia precoz, que cultivó con ahínco y esmero: así, a los catorce años ya escribía artículos periodísticos de carácter político en su Cádiz natal, en concreto en El Defensor del Pueblo.

Entre las facetas que sobresalen en la intensa vida del personaje destaca su pasión por la enseñanza. A los veintidós años Eduardo Benot fue nombrado Profesor de Filosofía (y posteriormente también de Lógica) del prestigioso Colegio de San Felipe Neri de Cádiz, cuyo Oratorio fue sede de las Cortes que promulgaron la Constitución de 1812 y que fue fundado por Alberto Lista, su preceptor de Literatura. Más tarde habrá de ser rector del mismo (1852-1868) e incluso su propietario. En aquella época cofundó junto con el Marqués de Casa La Iglesia Manuel Guilloto y con Guillermo Macpherson una sociedad llamada "La Amistad" dedicada al estudio de la Filosofía y de la Literatura, de la cual fue inspirador y director honorario el ilustre sevillano don Juan José Arbolí, Obispo de Cádiz. Esta devoción por las artes y la cultura lo auparían andando el tiempo a la Academia de Bellas Artes de Cádiz. En 1851 fundó en Cádiz una humorísticamente llamada Sociedad de la Juventud Perpetua, a causa de quienes la formaban habían traspuesto los treinta y cinco años salvo acaso Benot, que contaba entonces veintinueve, fue entonces cuando empezó a componer versos, única faceta en la que no destacó sino como el interesante teorizador métrico de su libro Versificación por pies métricos.

Como estudioso realizó con éxito incursiones en el mundo de las ciencias experimentales: los gabinetes de Física y de Química de los que dotó al Colegio de San Felipe Neri fueron los más completos del Cádiz de su época, y célebres fueron sus estudios sobre Astronomía, Aritmética y Geodesia, o el curioso ensayo Movilización de la fuerza del mar: aprovechamiento de los motores irregulares como las mareas y las olas, que presentará en la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la que fue numerario. En el Observatorio de Marina de San Fernando ejerció asimismo como titular de las Cátedras de Astronomía y de Geodesia durante muchos años, impartiendo sus enseñanzas en el Curso de Estudios Superiores de la Marina. Asimismo, y según ha explicado Juan Antonio Fierro Cubiella en su monografía La electricidad en la ciudad de Cádiz: apuntes para su historia (1862-2008), siendo Director del Colegio San Felipe Neri trabajó con el entonces Alcalde de Cádiz, don Juan Valverde, para traer por primera vez la luz eléctrica a Cádiz, lo que aconteció en 1862.

Eduardo Benot fue asimismo un lingüista extraordinario, adelantándose en la Europa de su tiempo a las tesis del suizo Ferdinand de Saussure: su obra Arquitectura de las lenguas, reimpresa en multitud de ocasiones aun en nuestros días, ha devenido un clásico entre los estudiosos. En este mismo ámbito son de reseñar, entre otras muchas, su Gramática general, los monumentales Diccionario de asonantes y consonantes y Diccionario de ideas afines y elementos de tecnología (en el que colaboraron como auxiliares Antonio y Manuel Machado dedicándose a la parte relativa a los verbos), Los duendes del lenguaje (obra póstuma), la Prosodia castellana y diversificación, o el Examen crítico de la acentuación castellana. Su amor por la lengua como instrumento de formación y de comunicación lo proyectó asimismo a los idiomas extranjeros, que dominaba en buen número desde la infancia: además de publicar Cuestiones filológicas y Métodos para la enseñanza de los idiomas, ha pasado también a la historia por haber introducido el método Ollendorff en España en sendas gramáticas francesa, inglesa, italiana y alemana (1851 a 1854).

Eduardo Benot entendió que los dones de intelectualidad y pedagogía de que gozaba debía proyectarlos al máximo: en los diarios de la época se le retrata como un altruista maestro de todo tipo de personas a las que enseñaba Idiomas, Matemáticas, Literatura, Filología, etc. En este sentido colaboró con la Institución Libre de Enseñanza que fundaran en 1876 Francisco Giner de los Ríos, Gumersindo de Azcárate y Nicolás Salmerón, donde tuvo ocasión de poner en práctica sus renovadoras ideas sobre pedagogía trabajando con personalidades de la talla de Joaquín Costa o Federico Rubio; en este centro fue asimismo preceptor de los hermanos Machado (Manuel y Antonio), que asistían con asiduidad a la tertulia de su casa madrileña, y el segundo de los cuales le dedicaría un bello poema de madurez con la dedicatoria Al venerable maestro don Eduardo Benot. Fue autor de dramas, comedias, poesías y artículos de prensa. También elaboró estudios de Física y Matemáticas. Fue un gran pedagogo de las lenguas y publicó obras para la enseñanza de los idiomas inglés, francés, italiano y alemán. Se distinguió especialmente por sus obras filológicas y fue un gran estudioso de la métrica castellana. Figuran entre sus obras más importantes Prosodia castellana y versificación, Gramática filosófica de la lengua castellana, Arquitectura de las lenguas y Diccionario de ideas afines (1899).

Aporte Editor

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Pajillero Mítico
 
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Aporte Editor
Juan Benet
Aunque olvidados, hay biografías que merecen ser tenidas muy en cuenta...

Nace en Madrid, el 7 de octubre de 1927. Al comienzo de la Guerra Civil Española muere su padre, el abogado Tomás Benet, fusilado en la zona republicana, y su familia busca refugio en San Sebastián, hasta que en 1939 regresa de nuevo a la capital. En 1944 termina sus estudios de bachillerato y en 1948, tras superar las entonces arduas pruebas de ingreso, entra en la Escuela Superior de Caminos, Canales y Puertos. Frecuenta la tertulia del Café Gijón donde conocerá a quien será gran amigo, Luis Martín Santos, entre otros autores de la época, y asiste alguna vez a la tertulia de Pío Baroja, uno de los pocos escritores españoles de que gustaba, y al que dedicó unas páginas memorables en Otoño en Madrid hacia 1950. Por esa época cae en sus manos un libro de William Faulkner, a quien comienza a leer en inglés, y que, según reconoció más tarde, es quien le determinó a escribir. También entonces actúa de banderillero, y por una sola vez, en la Plaza de Toros de Calanda (Teruel) en la cuadrilla del matador de toros Rafael Ortega.

En 1953 realiza prácticas de ingeniería en Finlandia y publica su primera obra de teatro, Max, en donde se comienza a ver un estilo literario singular alejado de las corrientes más activas de la literatura española de la época. De la obra dirá el Director teatral Carlos Nuevo que es "un sueño, una pesadilla. Es la proyección de todos los miedos, temores, condicionamientos, contradicciones, mezquindades, grandezas de todos los que de alguna forma aspiramos a realizar un trabajo artístico".

En 1954 termina la carrera y al año siguiente se casa. Tras realizar algunos trabajos en Suecia se traslada a Ponferrada (León) y después a Oviedo por motivos de trabajo. Según relatará más tarde, para entretener las largas noches de soledad en los parajes en los que dirige las obras de construcción de pantanos y otras se pone a escribir. En 1961 publica Nunca llegarás a nada, su primer libro de relatos, en una edición costeada por el propio autor.

En 1966 regresa definitivamente a Madrid, integrándose en la plantilla del entonces M.O.P.U., Ministerio en el que también trabajaban, su entrañable amigo Juan García Hortelano y el poeta Ángel González, y publica su ensayo La inspiración y el estilo, auténtica declaración de lo que considera alta literatura y guía del estilo inconfundible que marca su obra toda. Su firma empieza a aparecer en Revista de Occidente, Cuadernos para el Diálogo, Cuadernos Hispanoamericanos y Triunfo, revistas señeras de la época, y entabla amistad que fraguará en empresas comunes con Dionisio Ridruejo, que le acerca a los círculos antifranquistas del momento, José Ortega Spottorno y Javier Pradera, que entonces pusieron en marcha la colección de bolsillo de la editorial Alianza y años después participarían en la fundación del diario El País, y Jaime Salinas Bonmatí, que luego sería director literario de la refundada editorial Alfaguara. En 1966 muere en accidente de tráfico, en Oriente Medio, su hermano Francisco Benet, al que estaba muy unido, pero que se había exiliado tras su participación en la fuga de Cuelgamuros de intelectuales como Nicolás Sánchez Albornoz.

A finales de 1967 publica su novela Volverás a Región, a través de un leonino contrato con la editorial Destino, de la que nunca pudo rescatar los derechos de edición, novela que crea un territorio mítico, Región, en el que se desarrollarán buena parte de sus narraciones, al estilo de su maestro Faulkner y al igual que otros grandes escritores del momento, como García Márquez, Onetti o Juan Rulfo. También por entonces construye el embalse de Porma (denominado desde 1994 embalse "Juan Benet"), que supone la desaparición de varios pueblos, entre ellos el de Vegamián, del que es natural el escritor Julio Llamazares, que en alguna ocasión ha recordado la anécdota (y con el que Benet bromeaba, «culpándose» del destino de escritor del leonés). Por su profesión de ingeniero viaja constantemente por toda España, y tiene un conocimiento de sus tierras y sus gentes que aun oculto se manifiesta veladamente en sus escritos, pese a que se le haya tildado en infinidad de veces de «extranjerizante».

Ya entonces su estilo alambicado, críptico, de largo aliento, no pasa inadvertido y, frente a los que califican su obra de «literatura incorrecta» hay otros autores, como Dionisio Ridruejo, Carmen Martín Gaite o Rafael Sánchez Ferlosio, que considerarán que estaba naciendo uno de los grandes autores de la narrativa española. Esta novela es considerada por muchos escritores de la generación siguiente a la de Benet como «fundacional» de una nueva manera de contar en español, y así lo han expresado autores como Eduardo Mendoza, Javier Marías, Fernando Savater, Félix de Azúa, Álvaro Pombo, Pere Gimferrer, entre otros, en cuya actitud ante la literatura y la realidad, más que en sus obras, es bien perceptible la influencia de Benet (el escritor de su generación, junto al poeta Jaime Gil de Biedma, que más ha fecundado las generaciones siguientes). En 1969 obtiene el Premio Biblioteca Breve con Una meditación, una novela que escribió creando un artilugio, mediante un rollo de papel continuo, que le impedía volver sobre lo escrito para seguir escribiendo. Es, además, una de las primeras novelas españolas, si no la primera, en la que no hay un solo punto aparte, algo que después han generalizado algunos escritores menos dotados, y aun algunos de los que siempre desbarraron sobre su obra (y curiosamente en esto coincide con otro autor de su generación, Thomas Bernhard, al que probablemente no conocía por entonces, y con el que podría establecerse más de una similitud, no sólo en cuanto a su obra sino en cuanto a su modo de «actuar» en sociedad y de entender el carácter público de su faceta de escritor).

Está en contra de la estética y retórica inherentes al realismo social o al realismo y naturalismo decimonónicos, que personifica en Benito Pérez Galdós y en tantos novelistas del medio siglo hoy olvidados, y del mantenimiento de dicho realismo, bajo otras denominaciones, en pleno siglo XX. De ahí que arremeta contra el tremendismo y los literatos de la España «negra», que defienda en cambio el grand style frente a la retórica hueca y de mesa camilla de los Cela o Umbral. La obra de Benet junto a las de autores como García Márquez, Vargas Llosa u Onetti, el conocido como «boom» hispanoamericano que estalla también en los años sesenta, suponen la renovación de la literatura escrita en español hasta entonces. Por esa época publica su única traducción conocida, la de la novela A este lado del paraíso de F. Scott Fitzgerald.

Su actividad literaria se acelera entre 1970 y 1973, al publicar, además de la novela premiada Una meditación, los ensayos recogidos en Puerta de tierra, un volumen que recoge todas sus obras, menos una, de Teatro, las novelas Un viaje de invierno y La otra casa de Mazón y los libros de relatos Sub rosa y 5 Narraciones y 2 fábulas, estos cuatro últimos en la editorial La Gaya Ciencia, fundada por Rosa Regàs.

En 1974 muere su mujer, Nuria Jordana, con la que había tenido cuatro hijos, y se produce una pausa involuntaria en su obra y en sus relaciones personales. Más introvertido que nunca, será en 1976 cuando vea la luz Qué fue la guerra civil, uno de los ensayos más citados por los historiadores, paradójicamente extranjeros, que han estudiado este conflicto. Viaja a China y da conferencias en Estados Unidos, a la vez que publica dos libros que participan del ensayo y la narración entendida al modo benetiano: El ángel del señor abandona a Tobías y Del pozo y del Numa.

En 1980 publica una de sus grandes obras, Saúl ante Samuel, obra compleja y genial, de reminiscencias bíblicas y clásicas, y queda finalista en el Premio Planeta con El aire de un crimen, novela superada por Volavérunt, de Antonio Larreta, tras hacerse la apuesta con un amigo de que ese año se presentaría, y ganaría, dicho Premio. Tres años después, aparece el primer volumen de Herrumbrosas lanzas, que continuará en 1985 y 1986, obra inacabada en la que levanta un mapa geográfico, personal y social de su territorio narrativo, Región, sin parangón. Desde 1976 colabora en el periódico El País, con artículos que nunca dejan indiferentes, levantando polémicas, como también las levantarán algunas de sus escasas pero enjundiosas participaciones en programas de la entonces única Televisión Española. Algunos de estos artículos los recoge en el volumen Artículos I, en 1983, dejando sus ensayos más extensos y sesudos para libros como En ciernes, Sobre la incertidumbre y La moviola de Eurípides. En la década de los años ochenta recorre España con su buen amigo Juan García Hortelano dando charlas que, según los asistentes, son ejemplos de humor, y se convierte en una de las voces más escuchadas de entre los intelectuales españoles. Tanto que muchos políticos y gente de la vida social lo cita, aunque en verdad no lo lean o en la intimidad digan que sus libros aburren, y su nombre empieza a sonar en todas las «quinielas» de los premios literarios más relevantes.

En 1985 contrae matrimonio con la poetisa Blanca Andreu. En esos años se le reconoce su peculiar y original forma de narrar, en la que, lejos del realismo de buena parte del resto de autores españoles de la segunda década del siglo XX, el estilo es parte sustancial, a la vez que sus detractores, cada vez en mayor número, atacan sus obras porque en ellas nunca suceda nada (y aún hoy, tantos años después de su fallecimiento, los escritores de la cuerda aventurera, aquellos para los que una novela solo lo es si cuenta una aventura, en la estela de Pérez-Reverte y sus seguidores, siguen arremetiendo contra esa forma de entender y practicar la literatura). La influencia de William Faulkner se hace evidente en todos sus textos, además de las de Euclides da Cunha, Sir James George Frazer, Henry James, Herman Melville, Franz Kafka, Samuel Beckett, Flavio Josefo, José de Sigüenza, algunos otros autores de la antigüedad clásica (como los historiadores romanos), la bibliografía de la Guerra civil española, y en general la bibliografía bélica, y los textos bíblicos.

Mientras crea su propia empresa de ingeniería, publica la novela En la penumbra en 1989. En 1990 y 1991 entregará sus dos últimas obras, el ensayo La construcción de la torre de Babel y El caballero de Sajonia. A principios de octubre de 1992 se le detecta un tumor cerebral, por cuya causa muere el 5 de enero de 1993 dejando inacabado el cuarto volumen de Herrumbrosas lanzas. Como tantos grandes escritores, Benet muere sin recibir ninguno de los grandes Premios de las letras españolas del momento. Resulta sorprendente comprobar que uno de los escritores más relevantes y fértiles de la literatura española solo ganó, aparte de Biblioteca Breve de 1969, el Premio de la Crítica de 1984 por el primer volumen de Herrumbrosas lanzas. Tampoco consiguió una plaza en la Real Academia Española, a la que fue presentado solo una vez, en 1983, perdiendo la votación frente a Elena Quiroga.

Reconocido en la actualidad como uno de los más grandes escritores del siglo XX, el Times del 18 de enero de 1993 lo comparará con Marcel Proust en Francia, James Joyce en Irlanda y William Faulkner en Estados Unidos.

Su magisterio literario es reconocible en numerosos autores contemporáneos y posteriores a él, entre ellos Eduardo Chamorro, Antonio Martínez Sarrión, Javier Pradera y Rafael Sánchez Ferlosio.

Aportes Editor

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lleunes
3 Junio 2011
 
Si algo bueno tiene la Armada de su Graciosa Majestad es, aparte de su eficacia en combate es la costumbre de bautizar a sus buques de combate con el nombre de las batallas en que salieron victoriosos.

De tal forma que para conmemorar la invasión de Cádiz en el año 1596 botaron un buque de guerra con tal nombre. Teniendo en cuenta que fue la única vez que lo consiguieron y que en los restantes intentos los gaditanos (y tinerfeños por dos veces) les dieron para ir pasando me pregunto si la Armada española tiene algún tipo de complejo en llamar a sus buques con el nombre de una gran victoria naval. Es cierto que en la marina civil existen, al menos que yo sepa, dos buques con el nombre de Cádiz, LA BELLE DE CADIX y EL CIUDAD DE CADIZ, pero ese no es el tema de este post.

Como decía, los britanicos no tienen ese complejo de inferioridad y en 1688 botaron el primer HMS CADIZ bajo la consideración de Fireship o buque incendiario. Un barco destinado a introducirse en las formaciones enemigas y hacerlas arder o explotar debido a que se cargaba hasta los topes con materiales inflamables. Fue hundido en la Batalla de Barfleur en 1692, que como no, ganaron los ingleses.

El segundo HMS CADIZ tuvo más suerte. Encargado por la Royal Navy en 1943 para los planes de invasión del continente fue bautizado con el nombre de combate D79. Era un destructor de clase ataque destinado a proteger a los grandes contingentes de barcos mercantes que llegaban a Gran Bretaña. Botado en Septiembre de 1944 cumplió con su misión sin recibir un solo impacto. Despues de varias misiones fue vendido a la recien formada Armada pasquitaní en 1957 donde fue rebautizado como Khaibar en memoria de otra famosa batalla.

Durante la guerra Indo-paquistani, concretamente en Diciembre de 1971 fue alcanzado y hundido por un misil indio en un ataque lanzado a gran escala contra Karachi.

Los britanicos preparan una nueva hornada de sus famosas fragatas de combate. ¿Se atreveran a entregar el honroso nombre a alguna de ella
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