Capítulo 765
Pensé en comprar una botella de vino, pero rápidamente caí en que Ángela no bebía alcohol. Y ahora sabía que su madre tampoco lo hacía por lo que me contó en nuestro viaje a Manchester. Su hermana sí que bebía alcohol, y los demás que iban a ir también, pero no me parecía algo de buen gusto teniendo en cuenta lo problemático que era para ellas.
Sabía de sobra que se bebería alcohol durante la cena, el brindis con las campanadas y después también cuando nos tomáramos algo allí mismo, pero eso era una cosa y otra muy diferente llevar alcohol como gesto de agradecimiento.
Así que opté por algo diferente al comprar un surtido de chocolate y de pastelitos, como solía hacer con Valentina en su día. Pensaba que eso sí que les gustaría a todos y no causaría incomodidad a nadie. El problema era que la incomodidad la tenía yo por ese encuentro que iba a tener con Irene y Mario.
No sabía qué iba a pasar esa noche, pensando yo que no iban a estar muy por la labor de reconducir la amistad que teníamos, porque sin contar esos mensajes de Irene cuando me echó la bronca cuando fueron a mi casa estando Noelia dentro, no hubo más contacto por ningún sitio.
La cosa era diferente con Sofía y con Hugo, porque tenía ganas de verlos, ya que llevaba varios días sin hacerlo entre la distancia que decidí dejar y por nuestros trabajos, además de que se habían ido en Nochebuena a casa de Sofía pare cenar con su familia y se quedaron allí un par de días más.
Sabía que ellos también tenían ganas con ese mensaje que me mandó Sofía y demás, pero también había qué ver cómo se comportaban delante de Irene y Mario. Quería ver si había confianza entre los cuatro como me pareció percibir al sentirme desplazado cuando vi aquella foto que Irene colgó en redes.
Estuve hablando un rato con Ángela después de comer, preguntándome ella qué plan tenía para el día siguiente, comentándole yo que lo más seguro era que fuera con mi familia para tener una comida familiar, teniendo ella el mismo plan como yo ya sabía desde hacía varios días.
Básicamente, me lo preguntó para cerciorarse de si iba a pasar la noche en su casa, dando por hecho que sí. Le dije que si no le parecía mal a su madre, pues que sí, no habiendo absolutamente ningún problema por lo que me contó. Nuestro plan era dormir allí y levantarnos a una hora decente para arreglarnos e irnos con nuestras familias donde habíamos quedado, pareciéndome a mí muy bien.
Tras eso, comentó brevemente que estaba un poco nerviosa, pasando a preguntarme sobre qué hora iba a ir, sin saber yo todavía cuando. Ella me dijo que cuando yo quisiera, ofreciéndome yo a ir para ayudar en lo que hiciera falta, aunque me dijo que no era necesario.
Me di una nueva ducha a media tarde para ir preparando la ropa del día siguiente, aunque no sabía con certeza si mi hermano iba a estar por allí todavía, pensando yo en preguntarle a mi madre por la mañana para ver qué me decía. A las malas me podía volver a casa y ya está, pero la verdad es que me apetecía volver a comer con ellos para no pasar ese día tan solo.
Ángela me dijo la última vez que vino por casa lo que quería que me pusiera para la cena, aunque no le gustaba que todo fuera tan negro, pidiéndome que me comprara una camisa blanca, aunque yo le dije que así iba a parecer un camarero, pero ella lo quería así, por lo que la compré y me vestí de esa manera.
Eché el resto de ropa al coche y me monté en él para llegar sobre las 8 de la tarde a su casa y ayudar a ultimar lo que faltara para la cena. Estuve muy cerca de pasarme por casa de mis abuelos para saludar y desearles a todos una buena Nochevieja, pero no lo hice.
En casa de Ángela me recibió ella, dándome un fuerte abrazo y diciéndome que estaba muy guapo, aunque ella no se quedaba atrás con ese vestido rojo que llevaba. Era muy bonito y brillante, con unos finos tirantes del mismo color y unas sandalias altas sin plataforma de color plateado.
Estaba muy guapa, con su pelo alisado y con un maquillaje más cargado de lo que solía llevar cuando salía, pero estaba guapísima igual. Eso sí, perdía toda la inocencia de su cara infantil de esa manera, siendo ahora pura sensualidad. Me miró bastante bien de arriba a abajo, sonriendo mucho y agarrándose a mi brazo para llevarme hacia el salón, donde estaban su hermana y su madre, ambas también arregladas ya para la ocasión.
La madre de Ángela iba muy elegante, con un recogido y un vestido largo, al igual que se su hija. Lucía, sin embargo, iba más provocativa al llevar un vestido negro corto y con escote, sin tirantes y unos buenos tacones también, además de ir maquillada de manera parecida a su hermana, con el pelo también del mismo estilo.
Ambas me recibieron dándome un par de besos y diciéndome que estaba muy guapo, haciendo yo lo mismo con ellas. Estuvimos hablando un rato hasta que llamaron a la puerta. Me puse un poco nervioso, pero al final resultó que eran Sofía y Hugo.
Ambos entraron sonrientes, viniendo rápidamente ella hacía a mí para darme un buen abrazo, bueno lo que sus tacones le permitían. Iba muy guapa con un vestido azul metalizado, a medio muslo y de mangas largas, aunque tenía un poco de escote por un hueco que tenía en esa parte.
Hugo iba también muy elegante, aunque el estilo que de su traje no era mucho del mío, ya que era gris metalizado, llevando además una pajarita. Nos saludamos con un abrazo y palmadas en la espalda. De repente caí en la cuenta de que él trabajaba en un hotel y pensaba que estaría trabajando, pero dijo que no, que lo había dejado.
Fue algo de lo que nos enteramos todos en ese mismo momento. Ángela le preguntó el motivo, diciendo él que era demasiado estresante, además de que no se quería perder estas fechas con su pareja. Mientras dijo lo del estrés me miró, haciéndome un gesto que yo entendí.
Estaba claro que lo había dejado porque tenía que ver con su adicción. Ya sabía de sobra el ritmo que llevaba en la cocina y tuvo que ser una parte importante para dar un paso hacia la superación de ese problema y dejarlo por completo. No sé si Ángela se enteraría, pero su madre y su hermana desde luego que no lo harían, porque no sabían ese problema que tenía Hugo.
Sofía me confirmó ese pensamiento por esa cara tan tierna que puso mientras él lo decía y por luego mirarme a mí. Empezamos a charlar un poco después de sentarnos para ver qué tenía en mente una vez dejado el trabajo mientras esperábamos a que llegaran Irene y Mario.
Pero no lo hacían, cosa que empezó a impacientar a Ángela. Se puso igual que se ponía cuando entrábamos a hacer algún examen importante o difícil, rascándose la nuca y mirando a varias partes, agarrando además sus manos. Le susurré al oído que se tranquilizara, que así no iba a conseguir nada.
Al final nos sentamos para empezar a cenar, porque se estaba haciendo demasiado tarde, pasando Ángela de estar nerviosa a estar mosqueada. Pero al final acabaron llegando, disculpándose ellos como si tal cosa y empezando a saludar a todos. A todos excepto a mí, ya que pasaron bastante y eso que nos levantamos todos.
Ángela se percató de ello e hizo un comentario, saludando Irene con un escueto hola, haciéndose un momento incómodo, pero nos volvimos a sentar para cenar mientras ellos decían que se habían entretenido en casa de Mario con su familia más de la cuenta.
A mí se me hizo muy incómodo el momento, porque se hizo un silencio y ni me miraban, aunque Ángela hizo por donde para sacar conversación, al igual que su madre y Sofía, quienes se ocupaban de mantener el momento más llevadero con varias preguntas mientras disfrutábamos de la cena, que estaba espectacular.
Irene y Mario no hablaron casi nada, tan solo cuando la madre de Ángela les preguntaba algo para conocerlos, aunque era algo que hacía con casi todos, ya que solo me conocía a mí prácticamente de todos los que habíamos ido a su casa. Ángela empezó sacando conversación como he dicho, pero fue algo que se fue apagando.
No la notaba triste ni preocupada, sino más bien mosqueada. Miraba a Irene y a Mario mucho, cambiando su expresión, llegando hasta tal punto que puse mi mano sobre la suya para que me mirara, haciéndole yo un gesto para que no se preocupara y lo dejara estar. Aunque no parecía muy conforme con aquello, pero guardó silencio.
La cena siguió, porque empezamos por los entrantes y lo hicimos lentamente para no llenarnos rápidamente. Entre lo tarde que empezamos a comer y lo calmado que nos lo tomamos, acabamos a buena hora antes de las uvas, sacando Ángela lo que llevé para que pudiéramos probarlo, diciendo ella que lo había traído yo.
Después llegó el momento de las uvas y, aunque era una tradición que yo no seguía desde hacía muchos años, ese año sí que la seguí para no hacer el feo. Irene y Mario se mantuvieron callados durante todo el rato y casi que alejados, porque no participaron mucho en desearnos un buen año nuevo una vez acabamos con las uvas.
Hubo un poco de barullo momentos después al empezar a llamar la madre de Ángela a su familia para ir felicitando el año nuevo, tal y como hizo también Sofía y yo a mi madre por WhatsApp, diciéndole que lo hiciera con todos de mi parte. Encontré mensajes de Noelia que de normal no habría abierto de no ser porque vi que me envió una foto.
Me volvía a pedir perdón una vez más al mismo tiempo que me deseaba una buena Nochevieja, mandándome un selfie donde salía muy sonriente y se veía a su familia de fondo, pudiendo identificar yo a su padre solamente. Esto no lo vio nadie más que yo, así que no hubo problema por esa parte.
Sí que la hubo sin embargo por parte de Irene y Mario, quienes se levantaron como 10 minutos después de dar las 12 de la noche, agradeciendo la cena y demás, comentando que tenían que irse. Ángela dijo que no podía ser, que esa noche teníamos que pasarla juntos como habían acordado, sobre todo ahora que estábamos todos y podíamos hablar las cosas.
Me percaté de que Lucía puso atención, no pareciendo estar enterada de lo que pasaba, pero lo que nos dejó a todos más impactados fue la respuesta de Irene al decir que no tenía nada que hablar, que ya era demasiado tarde para ello y que tenían prisa, porque habían quedado con alguien. Ángela insistió en que se quedaran, pidiendo que no fueran así y que estuvieran abiertos a que nos pudiéramos reconciliar, pero ella soltó la bomba al decir que lo sentía, pero que no podía, porque Elena les estaba esperando.