Capítulo 790
-¿Qué te parece si nos vemos hoy? Estoy bastante libre este fin de semana y estaría bien para despejarme.
-¿Entonces te parece bien que nos volvamos a ver? -le puse en cuanto leí aquel mensaje.
-Como tienes tanto interés en que sea así, pues...
-Ya sé lo que quiero yo. Ahora quiero saber qué es lo que quieres tú.
-He estado pensando.
-¿Qué has pensado?
-Muchas cosas.
-¿Y se puede saber qué cosas? -pregunté al ver lo misteriosa que estaba.
-Uff... Nos darían las uvas. Y eso que hace unos días que las últimas.
-¿Y así en resumen?
-No lo sé. Te lo digo de verdad.
-Bueno, ¿qué te parece si lo hablamos más tranquilamente mientras nos vemos para cenar?
-Mmm... ¿Y si te pasas por aquí mañana y comemos juntos?
-Como quieras.
-Yo me encargo de preparar la comida.
-Uff, entonces vamos a comer muy bien. ¿Quieres que lleve algo?
-No es necesario.
-Bueno, algo llevaré. No quiero ir con las manos vacías.
-No hace falta, pero si así te quedas más tranquilo...
Se me aceleró el pulso en cuanto vi que tenía un mensaje de ella, al igual que lo mantuve así mientras hablábamos. Y lo mejor de todo es que ahora sí que me parecía más receptiva. Quizá se le había pasado el calentón, o tal vez se había quedado a gusto con esas puyitas que me lanzó, pero el caso es que ya veía la puerta un poco más abierta y era tan solo la segunda vez que hablábamos desde que nos habíamos vuelto a ver.
Me puse muy contento y salí a la calle para comprar una botella de vino del bueno para que tuviéramos algo que beber al día siguiente cuando nos juntásemos. Después de comer y reposar un poco, me puse en contacto con Ángela para contarle lo que había pasado, alegrándose ella mucho por mí y por ver que la cosa avanzaba por el buen camino. Le sorprendió bastante que me invitara de nuevo a su casa, y esa vez para comer juntos. Eso le decía mucho a ella, más de lo que yo intenté sacar en claro al preguntarle, cosa que también le mencioné.
En su opinión, Elena no quería correr en lo que a nosotros se refería, por eso me daba tantas largas a la hora de explicarse, pero Ángela me dijo que podía estar tranquilo, porque si no le hubiera interesado, no me habría invitado a su casa. Sí que pensaba que se iba a poner en contacto conmigo, porque y sabía que no era de las que te dejan en visto. Pensaba que si no quería verme más, me lo habría dicho claro.
Que mi amiga me dijera aquello, no hacía más que ponerme más contento, porque veía que tenía sentido y eso significaba que Elena estaba bastante receptiva. El problema fue que a media tarde se volvería a poner en contacto conmigo para decirme que teníamos que aplazar esa quedada que habíamos programado hacía unas pocas horas. La razón fue que el bebé de su tía se había puesto malo y sus padres estaban en el hospital, teniendo que quedarse Elena al cargo de la pequeña Paula para que no se preocupara tanto.
Rápidamente le pregunté si era algo serio y si estaba bien. Al parecer tenía fiebre y poco más, pero lo querían mantener en observación durante unas horas para asegurarse de que no era nada más. Le dije que esperaba que se solucionara muy rápido, comentando después que podíamos vernos igualmente si ella quería, porque a mí no me importaba que Paula estuviera allí con nosotros.
De hecho, me apetecía mucho verla, porque hacía bastante que no lo hacía. Elena me leyó, pero tardó unos minutos en responderme, empezando al decir que no sabía si era buena idea, a lo que yo le pregunté por qué. De nuevo, no llegó a decirme nada en claro, pero me dijo que si tanto me apetecía, pues que podía ir y de paso veía a la niña, pero que no quería que habláramos nada serio delante de ella, cosa en lo que estaba de acuerdo, sobre todo teniendo en cuenta lo que estaba pasando con su hermano.
Así que mantuvimos el plan, aunque cambiándolo ligeramente al tener a Paula por allí. Estaba deseando verla después de más de un año sin hacerlo. Le cogí mucho cariño en los días que estuvo con nosotros en casa, en donde yo tuve que cuidar de ella durante gran parte del tiempo al estar Elena trabajando.
Tenía tantas ganas de verla y de que su reacción hacía mí fuera positiva, que salí para comprarle algo y hacerle ver que los Reyes también habían pasado por mi casa para ella. Le compré un par de cosas y pedí que me lo envolvieran en papel de regalo, regresando a casa bastante contento.
Qué diferencia de estado de ánimo tenía en esos momentos en comparación a los últimos meses en los que no paraba de haber subidas y bajadas, aunque más de eso último. Al llegar a casa no se me iba de la cabeza Elena y tampoco Paula, poniéndome a recordar esos días en los que estuvo con nosotros hacía dos veranos.
Tanto la noche como el día se me hicieron algo largas, pero las horas de sueño y el gimnasio hicieron aquello más llevadero. Tenía pensado ir bien vestido para la comida, pero al ver que Paula iba a estar por allí, opté por ir de día a día, porque por muy especial que fuera a ser esa quedada, no lo iba a ser en el sentido de ir bien arreglado.
No quedamos en realidad en ninguna hora en específico Elena y yo, por lo que me presenté allí un poco pasadas las 12 del mediodía. Al igual que hacía una semana, me puse bastante nervioso una vez me planté en la puerta para llamar al timbre. Me abrió enseguida, subiendo yo y llamando al timbre de la puerta real de su casa.
De la misma manera, me abrió en cuanto llamé, teniendo una ligera sonrisa en su rostro mientras que yo no podía esconder una mucha más grande en el mío. Me hizo pasar, poniéndome la mano en la espalda como lo hizo la última vez que nos vimos y llegué al salón, donde estaba Paula, sentada en ese rinconcito que Elena había montado para ella.
Paula se me quedó mirando un poco sorprendida, quedándose sin habla. Le pregunté si sabía quién era, pues no tenía ni idea de si Elena le había comentado que iba a ir. Ella asintió sin decir nada, acercándome yo, pareciendo ponerse ella algo tímida. Le pregunté si no me daba un abrazo y ella se levantó y vino hacia mí, estirando sus bracitos para cogerla yo en brazos y que me pudiera dar uno.
Poco a poco se relajó y hasta se animó a darme un beso en la mejilla, preguntándome si la barba era de verdad mientras tiraba un poco de ella. Le dije que sí, que era de verdad mientras ambos reíamos y me senté en el sofá con ella sobre mi regazo para hablar un poco con ella.
Elena se retiró para seguir preparando la comida para los tres, preguntándole yo si necesitaba ayuda, aunque me dijo que no, que me quedara ahí con la niña. No pude evitar mirarle el culo cuando se marchó al llevar sus típicos leggings negros, los cuales se ajustaban bien, marcando ese culo que tanto me gustaba de ella.
Le dije a Paula que los Reyes habían pasado por mi casa y que habían dejado algo para ella, sorprendiéndose ella mucho y preguntándome qué era, por lo que saqué los regalos de una de las bolsas que llevé, empezando ella a abrirlos mientras reía y chillaba. Lo hacía tan alto que llamó la atención de Elena, quien vino para ver qué estaba pasando.
Me miró con una expresión que me decía que no debía haberle comprado tantas cosas, pero no le di mucha importancia, comentándole yo que en la otra bolsa había una botella de vino que había traído para la comida, aunque la compré antes de saber que Paula estaría allí.
Elena dijo que ella no bebía alcohol y que me la podía llevar de vuelta a casa al menos que yo sí que quisiera beber, pero le dije que no hacía falta y que la podía dejar ahí para cuando tuviera otra visita o para celebrar algo. Paula robó el protagonismo de nuevo al decir chillando que le encantaba lo que le habían traído los Reyes, pidiéndonos que jugáramos con ella con aquello.
Lo hicimos durante un rato hasta que Elena volvió a echarle un ojo a la comida, quedándome yo con ella. También me percaté de que estaba por allí el peluche que le regalé en su día y que tanto le gustó al ser de su animal favorito, un oso panda. Estuvimos jugando durante un buen rato, con ella riendo a más no poder por las cosquillas que le hacía hasta que se dio cuenta de que tenía los brazos tatuados por subírseme las mangas un poco.
Le parecieron impresionantes, riendo bastante por no poderse creer que no se podían borrar. Llamó a su prima a voz limpia para enseñarle lo que tenía en los brazos, aunque Elena no se vio sorprendida por ello. Paula dijo que ella también quería tener esos dibujos en sus brazos, haciéndole entender Elena que no podía ser y que dolían mucho. Yo le eché una mano para que a la niña se le fuera esa idea de la cabeza y entre todos fuimos poniendo la mesa para comer los tres juntos mientras teníamos puestos dibujos animados para la pequeña.
No paraba de mirar a Elena, aunque ella miraba mucho la tele. Tenía tantas ganas de seguir hablando con ella y de otras tantas cosas... No podía dejar de mirar tampoco sus labios. Me moría por besarlos, de acariciarle la cara, de abrazarla durante lo que quedaba de día... Pero no podía ser, al menos por el momento y menos con Paula allí delante.
Fue un poco incómodo cuando Paula perdió el interés en los dibujos y se giró hacia mí para preguntarme dónde había estado durante tanto tiempo. Elena fue la que respondió a aquello, diciéndole que me había salido un trabajo muy lejos y que ya había vuelto, siendo algo que al parecer ya le había contado, porque Paula hizo un sonido de recordarlo.
Me estuvo preguntando de qué era el trabajo y al final le comenté que estaba dando clase, optando por decir la verdad, porque tampoco se me ocurría nada. Paula se sorprendió otra vez, llegando a preguntarme si sería su profe algún día, diciéndole yo que eso iba a estar complicado.
Seguimos jugando un poco más después de comer, pero Elena le dijo que tenía que dormir un poco, por lo que la llevó a una habitación para que descansara. Pensaba que aquel podía ser un buen momento para que nosotros pudiéramos hablar, pero Elena no parecía estar dispuesta a aquello, porque parecía cansada.
Al parecer lo del hermano de Paula había traído follón y no habían podido descansar mucho. Tampoco es que durara mucho la siesta de la niña, porque se levantó no mucho tiempo después con ganas de seguir jugando. Me ocupé yo de ella en lo que Elena descansaba un poco. Estuvimos jugando, coloreando, viendo alguna película... Hasta que llegó la hora de la cena, haciéndolo los tres tranquilamente, tal y como fue al mediodía.
Surgió un problema cuando dije de irme, porque nos dimos cuenta de que había nevado muchísimo. Paula se puso como loca pidiéndonos salir a la calle para jugar con la nieve, pero Elena le hizo entrar en razón, señalándole que ya era muy de noche y que además, hacía mucho frío.
Paula estaba un poco triste por no poder salir a la calle, pero al final lo acabó entendiendo, yéndose a dormir después de despedirse de mí con un fuerte abrazo y un beso en la mejilla, diciendo que le había gustado mucho volver a verme. Se acostó en la cama de Elena, porque le pidió dormir con ella esa noche, cediendo Elena por haberle regañado un poco con el tema de salir a jugar con la nieve.
Ya en el salón, Elena me dijo que no le parecía bien que saliera a la carretera con toda esa nieve, sobre todo de noche. La vedad es que sí que era preocupante cómo lucía la calle, dándome cuenta de que estaba empezando a nevar conforme iba llegando, pero no teniendo ni idea de que iba a acabar así. Me sugirió pasar la noche allí con ellas para ver si al día siguiente había menos nieve, o para irme con buena luz al menos.
Le di las gracias por aquello, aceptando de paso, pero no tenía contemplado que pasara absolutamente nada entre nosotros. La veía bastante cansada, por lo que dije de irnos a dormir, acabando yo en la habitación en donde Paula había dormido un poco por la tarde mientras que ella durmió con su primita.