Capítulo 798
Sin embargo, el viernes por la noche me avisaría Elena por mensaje para quedar al día siguiente en su casa, no viniéndome tan bien como me hubiera gustado. Hasta le pregunté por qué no me lo había dicho antes, dejándolo hasta el último momento. Su respuesta fue que no lo hizo queriendo y que estaba esperando la confirmación por parte de otros, pensando yo que se trataba de su trabajo, pues me contó que había veces que se tenía que acercar a la oficina en fin de semana, pero resultó que lo que esperaba era la confirmación por parte de Irene y Mario.
La idea de Elena era invitarnos a todos a su casa para que pudiéramos comer y hablar un poco, buscando ese acercamiento del que me habló la última vez que nos vimos. Me dijo que no pasaba nada si había hecho ya planes, que lo podíamos dejar para otra ocasión si tan ocupado estaba. Se notó bastante que le molestó mi salida, aunque yo le dije que se trataba por un asunto familiar, pero que pensaba que llegaría a buena hora para que pudiéramos comer todos juntos después de hacer un cálculo rápido pensando en lo que tardaría en recoger a Ángela, llevarla a casa y volver en función de la hora de llegada que me dijo ella.
No pude ni llamar a Ángela para comentarle esto, porque en realidad, Elena me avisó algo tarde y mi amiga ya dormía, porque su vuelo salía demasiado temprano. Esa noche me costó un poco más de la cuenta dormir, tanto por las ganas que tenía de ver a Ángela, como por lo que pasaría al día siguiente.
En realidad, no debería tener mucho problema en llegar a una buena hora para que pudiéramos comer todos juntos, siempre y cuando el vuelo de Ángela no se retrasara. Por lo pronto, a la mañana siguiente, o casi que más bien madrugada, me levanté para darme una buena ducha de agua caliente y entrar en calor, pasando a desayunar algo dentro de lo que podía al estar recién levantado.
No quería hacer ejercicio ese día, porque me esperaba unas cuantas horas de carretera con el coche e iba a llegar a la comida a medio gas. Pero sí que me esmeré en ponerme guapo al arreglarme bien la barba y al vestirme bien, como Ángela me había recomendado alguna vez, diciéndome que me pusiera camisa y jersey.
Por suerte, su vuelo no se retrasó mucho más del tiempo que se suele tardar en recoger el equipaje y demás. Le encantó verme tan arreglado, preguntándome que a qué venía ese recibimiento. Me dio un abrazo fortísimo y un beso en la mejilla, encontrándola yo también muy guapa con uno de sus vestidos de lana ajustados, llevando su pelo suelto.
Le dije que ya le explicaría por el camino, aunque ella me pidió parar a desayunar, porque estaba que se caía al haber salido de allí sin tomar nada. No le metí prisa, por lo que fuimos a una cafetería antes de salir de allí hacia nuestra ciudad para dejarla en su casa. Ya sentados y desayunando ella mientras yo me tomaba un café le expliqué que ese día tenía un plan, comentándole de qué trataba.
Ángela se mostró sorprendida por aquello, aunque le dijo que estaba muy bien y se alegró por mí. No tardó en darse cuenta de que iba justo de tiempo si pretendía llevarla a su casa y volver, diciendo que mejor me quedaba allí y que ella se volvía en taxi, aunque yo me negué, empezando a recoger ella, aunque la paré para que desayunara tranquilamente, porque no quería que le sentara mal.
Le dije que no importaban 10 minutos más o 10 minutos menos, por lo que podía hacerlo con calma. Ella me dijo que debería haberla avisado, aunque yo le dije que me enteré la noche anterior y que pensé que era demasiado tarde para avisarla, pero que no había problema. Ángela dijo que la podía haber avisado igualmente, porque el vuelo se podría haber retrasado y tal, pero zanjé la conversación al decirle que eso no había pasado y que la iba a llevar a casa.
No me replicó, terminando de desayunar, aunque me miraba con una sonrisa, diciendo que a Elena le iba a encantar verme así de guapo. Ya habiendo ella desayunado y de camino a casa le pregunté si iba a hablar ella con Irene y con Mario viendo que yo lo iba a hacer con ellos con vistas a una reconciliación. Me fue franca al decirme que no lo sabía todavía y que esperaría a ver qué pasaba entre ellos y yo, haciendo ya según viera.
Quería asegurarse de que todo entre nosotros iba bien y en serio para dar ella ese paso, porque aún le dolía algunas de las cosas que había hecho Irene. En mi cabeza nos veía a todos juntos tratándonos bien y demás, pero sabía que era algo complicado.
Ángela me preguntó si ellos sabían que yo estaba llevándola a casa después de haberla recogido, negando yo y diciéndole que le había dado una excusa a Elena relacionada con la familia. No quería faltar a mi palabra con Ángela de recogerla y llevarla a casa, porque también me apetecía mucho verla, pero tampoco quería que Elena estuviera medio enfadada al ver que Ángela interfería en sus planes.
No pensaba que fuera el mejor momento para hablarle de ella y demás, prefiriendo contarle eso a sabiendas de que no debía mentirle si quería que la cosa marchara bien. Ángela no le dio demasiada importancia a esa excusa que le puse a Elena, pensando que llevaba razón y que no era una mentira como para preocuparse. Tampoco hablamos más del tema, comentando otras cosas por el camino, con ella contándome cómo había solucionado todo el papeleo y cómo lo iba a hacer para trabajar desde su casa.
Al llegar, me dijo que tenía pensado proponerme pasar el día juntos al creer que no tenía ningún plan, pero dijo que no pasaba nada, que ahora estábamos más cerca que antes y que podríamos vernos con mucha más facilidad. Nos despedimos con un buen abrazo y con un beso en la mejilla, dándome ella suerte para el plan que tenía, pidiéndome que disfrutara al mismo tiempo.
Antes de volver, me pasé a ver a la familia, porque me parecía feo no hacerlo estando allí. Les gustó verme, aunque a la que más fue a mi madre, quien me preguntó a dónde iba tan guapo. Le comenté el plan y se puso bastante contenta, y eufórica también. Me dio un fuerte abrazo y me dijo que fuera cuanto antes con ellos para no hacerles esperar, así que me despedí de todos y me puse en camino para ir a casa de Elena, pisándole un poco más de lo que debería haberlo hecho, pero quería llegar lo antes posible dentro de lo que había. Estaba muy nervioso de camino, aunque más me puse cuando llegué a su casa y llamé a su puerta.
Me abrió ella, como ya esperaba, encontrándola guapísima al ir con una blusa blanca, unos pantalones ejecutivos negros y unos tacones rojos, yendo además maquillada y con su pelo muy liso. Es complicado expresar lo que me hacía sentir al verla así, además de su olor cuando me acerqué a ella para darle dos besos. Toda esa combinación hacía que me deshiciera, porque no podía gustarme más.
Me salió decirle que estaba muy guapa sin poder evitarlo, aunque no es que quisiera, pero tampoco quería que pensara que iba con intenciones de acabar como el fin de semana pasado en mi casa, porque lo que iba a pasar a continuación no es que acompañara mucho un momento así, aunque ahora que la veía tan guapa, sí que quería. Ella me dijo que yo también estaba muy guapo y que olía muy bien, poniendo su mano en mi espalda para acompañarme al salón y poder así reunirnos con Irene y Mario.
A ella fue a la primera que vi, encontrándola sentada en un sillón, con una cara que ya le había visto antes. No estaba enfadada ni sería, sino que su rostro expresaba una mezcla de vulnerabilidad y preocupación, cara que ya le había visto con anterioridad, ya fuera como en cualquier ocasión en la que habíamos tenido una pequeña pelea, aunque al momento que más me recordaba era aquel en el que tuvo ese problema con Mario al aparecer Sofía de primeras, en donde solían irse con ella a la cama y su novio le prestaba más atención a nuestra amiga que a ella.
Mario por su parte, parecía más en su mundo, como ensimismado, pensando quizá en qué decir en el momento en el que dijéramos de hablar. Me sorprendí mucho cuando, sin que nadie dijera nada, Irene fue la que dio el primer paso al levantarse y venir hacia mí para darme un abrazo muy fuerte, quedándome yo tan impresionado que me quedé bastante parado de primeras, pero a los pocos segundos le acabé devolviendo ese abrazo que ella apretaba cada vez más y que más me gustaba.
Empezó a llorar no muchos más segundos después, consolándola yo al frotar su espalda y sus hombros. Mario se nos unió a ese abrazo, haciéndolo con los dos por igual, aunque en ningún momento nadie dijo nada. Me percaté de que Elena también estaba emocionada y que trataba de quitarse las lágrimas que estaban a nada de caer desde sus ojos, haciéndolo con cuidado de no estropear su maquillaje.
Tras varios minutos en estar todos en silencio, fue Irene quien lo rompió al pedirme perdón y al decirme que me había echado mucho de menos. Mario me preguntó simplemente cómo estaba, porque llevábamos ya varias semanas sin hablar absolutamente nada. Fue muy breve ese momento en realidad, porque Elena dijo de sentarnos a comer tranquilamente, pensando que podríamos hablar lo más serio después de hacerlo. A todos nos pareció buena idea, por lo que nos sentamos, ya que estaba todo bastante listo. No quiso que ninguno le ayudásemos, pero al final lo hice yo para que no llevara ella todos los platos.
Mientras llevábamos los platos le dije a Elena que todo tenía una pinta increíble y que olía de maravilla. Ella sonrió de esa manera suya que me fundía el corazón y que colaboró en que me enamorara de ella en su día. Cuando nos sentamos, tanto Irene como Mario, comentaron lo mismo que yo, que lo que había preparado tenía una pinta increíble y que se les hacía la boca agua.
Sin embargo, una vez empezamos a comer, hubo un silencio que se me hizo incómodo. No tenía ni idea de cómo arreglarlo, pero tras unos minutos, cuando habíamos comido parte de lo que Elena había preparado, paré de comer, sonriendo de manera automática. De primeras no entendía por qué lo hacía, pero luego me di cuenta y no sabía cómo transmitirlo, sobre todo, teniendo en cuenta que llevaba semanas sin hablar con Irene y Mario y que con Elena la cosa estaba bajo tanteo.
-¿Sabéis? Me siento muy raro ahora mismo después de todo lo que ha pasado, pero a la vez estoy muy contento. No sabía que echara tanto de menos un momento como este entre nosotros...
Todos pararon de comer para mirarme, aunque sonrieron, lo que me indicaba que opinaban como yo al respecto, volviendo todos a comer después. Al menos, aquello sirvió para que no estuviéramos en silencio durante el resto de la comida, aunque Elena se levantó rápidamente para traer la botella de vino que le llevé, pensando que esta era una buena ocasión para abrirla, aunque ella no fuera a beber. Irene y Mario sí que lo hicieron, al igual que yo, encontrándolo bastante bueno.
Estuvimos poniéndonos un poco al día al contarnos cómo nos iba en el trabajo, charlando de manera extensa sobre ello, aunque también nos interesamos por la familia. Fue una comida bastante agradable y distendida para lo que había, yendo mucho mejor de lo que yo tenía en mente, pues esperaba muchos reproches y malas caras, no habiendo ninguna de hecho por el momento. Pensé que el vino que nos tomamos también nos vendría bien para relajarnos y poder hablar luego más tranquilamente sin estar tan nerviosos, como terminó siendo una vez acabamos de comer y nos tomamos el postre.
Después de recogerlo todo y habiendo preparado un café, nos pusimos a hablar. Elena quedó bastante al margen, porque a Irene y a Mario lo que les urgía en ese momento era hablar conmigo para arreglar todo ese mal rollo que teníamos. La verdad es que fue una de las reconciliaciones más suaves que he tenido en mi vida. Al igual que durante la comida y desde que llegué, ni una mala cara, ni un reproche.
Obviamente se mencionaron hechos y momentos que no fueron agradables y que ocasionaron esos desgastes y enfados como para acabar sin hablarnos, pero en ningún momento me echaron la bronca por nada, cuando quizá sí que lo merecía, aunque también es cierto que ya me habían caído varias.
Cada uno expuso lo que no le había gustado de lo que había pasado más recientemente, donde lo principal era que ninguno de los dos entendía por qué me había vuelto a ver con Noelia y por qué seguía haciéndolo, como tampoco lo terminaba de entender Elena pese a habérselo explicado.
Les conté la verdad a todos, que nuestro reencuentro fue repentino al encontrarla en casa después de volver del trabajo, resultando ser amiga de Andrea. Después conté que acabamos en la cama y que ella se puso insistente, intentando en varias ocasiones iniciar una relación conmigo, diciéndome que estaba enamorada y cuándo se dio cuenta de que lo estaba.
Comenté que en ningún momento permití que diera dicha relación, viéndonos solo para irnos a la cama de vez en cuando, acabando al decir que me gustaba irme a la cama con ella porque me encontraba muy solo en esos meses y porque se parecía a Elena, porque por momentos era como estar con ella por mucho que me negara seguir sintiendo cosas por ella. Pero me acabé dando cuenta de que seguía enamorado de ella después de todo ese tiempo que pasó y después de todo lo que había pasado.
No di más detalles ni hice ningún comentario más, pareciendo entenderlo tanto Irene como Mario, al igual que Elena por la cara que ponía, aunque ella parecía más conmovida sin entender yo muy bien por qué, ya que se lo había contado de la misma manera días atrás.
Yo en realidad no comenté mucho lo que me molestó, porque en comparación con lo que a ellos no les había gustado, era más una tontería que otra cosa. Simplemente dije que no me gustó que se subiera esa foto a redes sociales en la que aparecían ellos dos junto a Sofía y a Hugo, al igual que el comportamiento que tuvieron ambos en Nochevieja, estando muy distantes y sobre todo por ese comentario final de Irene.
No les reproché nada, pero Irene me acabó dando una explicación, al igual que hice yo con lo que les molestó a ellos. Me dijo que estaba tan dolida conmigo que quería hacerme un poco de daño, habiéndolo conseguido, como ella misma admitió al ver que me había molestado aquello, pidiéndome perdón por lo mismo. Ese mal trago no duró mucho más, porque tras eso, me empezaron a contar el momento en el que nos presentamos en su casa Elena y yo.
Me contaron entre los tres que Irene estaba muy en shock, al igual que Mario, pero él lo asimiló mucho más rápido que ella. Ya me había contado Elena algo, pero en este momento me narraron aquello con mucho más detalle. Irene confesó que las dudas que tenía respecto a buscarla se disiparon y que no podía estar más contenta por tenerla allí en ese momento. Riendo, dijo que se llegó a asustar cuando la vio, pero luego se emocionó al recordar lo que sintió una vez se le pasó el susto.
Mario dijo que estaba flipando por tenerla en casa y que de hecho, lo seguía haciendo mientras estábamos los cuatro en ese momento, que se le hacía raro, como si no lo estuviera viviendo él. Se mencionó algo de esas dudas que Irene tenía respecto a Elena, seguramente por aquello de desaparecer sin dejar rastro y sin darle la oportunidad de verse con ella para hablar algo. Eso fue algo que le dolió mucho a Irene y que hizo que no insistiera tanto en su búsqueda como reconoció que debió haber hecho.