Keranos
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Capítulo 794
Nos fundimos de nuevo en otro beso, pero esta vez nos lo dábamos de manera más guarra, acariciando cada uno el cuerpo del otro con más intensidad. Finalmente, ella me terminó de desnudar al quitarme lo que me quedaba de ropa, como hice yo con ella al quitarle sus braguitas. Me dio un escalofrío al verla así, porque vi que tenía ese detalle que tanto me gustaba en las chicas cuando me iba a la cama con una.
Sin embargo, ella lo tenía bastante descuidado, viendo que también tenía algo de vello por los lados de su rajita, algo que no recordaba haberle visto nunca, pero que me encendió mucho igualmente. Aquello me indicaba que no tenía entre sus planes acabar como lo estábamos haciendo, pero es que me daba igual en ese momento. Me calenté tanto que la puse bocarriba para comerle el coño, empezando quizá de manera demasiado intensa, pero es que no me podía controlar.
Notar y saborear su humedad fue otra cosa más que hizo que me costara mucho más controlarme. Así, Elena no tardó en correrse en mi boca en pocos minutos, engarrotándose su cuerpo mientras se le escapaba algún gemido extraño. Luego le temblaron las piernas bastante, tratando de apartarme al poner su mano en mi cabeza y empujarme.
La dejé tranquila durante unos instantes, aunque la miraba masturbándome mientras me relamía sus fluidos. Me sentía como si estuviera borracho entre el subidón que tenía y algo de mareo de respirar tan fuerte. Me estaba costando mucho esperar a que se recuperara, por eso me puse sobre ella para besarle por la cara, repartiéndome por su cuerpo conforme bajaba, llegando a sus tetas, las cuales degusté durante unos momentos.
Estaban deliciosas, como ya sabía, pero es que llevaba tanto tiempo sin probarlas que me parecía mentira. A ella le gustaba lo que le hacía a juzgar por los sonidos que emitía, haciéndolo de la misma manera cuando seguí bajando por su cuerpo con esos besos, aunque pasé de su coño, pues aún estaba con temblores y espasmos. Subí hasta su cara de nuevo, dándole varios besos de manera inversa a como se los di al bajar, empezando a dárselos por el cuello para decirle que necesitaba metérsela.
Elena me abrazó, buscando mi polla para mover su mano al agarrarla y masturbarme así un poco, pero no tardó en dirigirla hasta su coñito, acariciándose con ella mientras mantenía sus ojos cerrados y se relamía también. Tras unos segundos, apuntó con ella a su pequeño agujerito, soltándola, lo que me dio a entender que a partir de ahí me tenía que ocupar yo, como hice al empezar a empujar de manera suave.
Pese a lo pequeño y apretado que estaba, no costó demasiado que entrara al estar ella recién corrida y por lo tanto muy lubricada. Lanzó un gemido que fue tan largo como lo que yo tardé en entrar en ella por completo. Una vez lo hice, me quedé quieto, notando como me resbalaban sus fluidos por el cuerpo y apretando ella de manera involuntaria aún por los espasmos que su cuerpo terminaba de dar. Por fin abrió los ojos para mirarme, estando bastante seria, aunque estiró sus brazos para apretar nuestros cuerpos, no pudiendo verla yo más.
Fue ella la que arrancó el roce al moverse muy ligeramente, entendiendo yo que ya estaba lista y que era lo que quería, por lo que me empecé a mover. Ahora lanzaba tímidos gemidos, que también eran muy bajitos, pero progresivamente empecé a empujar con más fuerza, ganando esos gemidos intensidad en la misma proporción.
Llegó un punto en el que se lo hacía bastante rápido, aunque seguíamos con nuestros cuerpos bien pegados en ese misionero que no abandonamos en ningún momento, manteniendo ella sus piernas bien abiertas y sus brazos bien apretados contra mi espalda para que no me despegara de ella.
No llegaríamos ni a los 5 minutos cuando ella se volvió a correr, teniendo que sacarla yo a prisa al acercase mi orgasmo de manera súbita al sentir el suyo. Descargué sobre su vientre, aunque le llegó un poco hasta el cuello, no dándole en la cara por poco, pero ella estaba muy abandonada a sus sensaciones como para prestarle atención a ese detalle.
Fue algo muy breve, pero muy intenso. Tanto, que me dejó muy mareado y sin energía. Fue como una explosión y liberación que mi cuerpo pedía desde hacía mucho tiempo y ahora estaba reventado. Elena se fue relajando poco a poco, porque también tuvo un orgasmo intensísimo, quedando tan relajada que se acabó durmiendo.
Y a mí poco me quedaba al haberme quedado a su lado para recuperar el aliento, pero me incorporé para limpiar mi semen de su cuerpo y para recoger todo lo que saqué de la caja antes de que viniera, guardándolo todo en ella para dejarla sobre el escritorio, volviendo después a la cama para taparnos y poder descansar, abrazándome a ella.
No pude dedicarle nada de tiempo a lo que acababa de pasar porque, como he dicho, Elena absorbió mi energía con aquello, pero desde luego, yo tenía una buena sonrisa en mi rostro y la sensación era muy buena y me daba cuenta de que no la sentía desde que estaba con ella. ¿Sería felicidad?
Aquella noche dormí del tirón, estando bastante pegado a ella, aunque me dio la espalda en todo momento, porque me desperté igual que me dormí, estando justo detrás de ella y pasando un brazo por encima de su cuerpo. Al despertar me fue imposible no abrazarla bien mientras me desperezaba. Ella parecía estar también despierta, aunque no se lo pregunté.
Tan solo levanté la cabeza para ver qué hora era en el reloj que tenía en la mesita, dándome cuenta de que habían pasado unas horas de la hora a la que solía despertarme. Le empecé a acariciar el vientre mientras pegaba mi cara a su nuca para olerla bien y darle algún beso por la zona. Ella no se movía, aunque yo intuía que estaba despierta, como al final lo acabé comprobando cuando me preguntó si se podía dar una ducha.
Por supuesto, no le puse ninguna pega, diciéndole que en el baño tenía de todo para poder darse una bien caliente, porque hacía frío. De hecho, le dije que se podía dar un baño también si le apetecía, pero ella dijo que con la ducha era suficiente.
Así que se levantó y se fue de la habitación para darse una ducha, como bien podía oírse unos pocos minutos después. Yo me quedé en la cama un poco más, aunque sin dormir, estando bocarriba con las manos detrás de mi nuca. Me cortó un poco el rollo que aquello fuera lo primero que dijera. No sé, quizá esperaba un comentario que hiciera alusión a lo pasado hacía unas horas, o incluso poder continuarlo, ¿por qué no?
Desde luego, yo tenía ganas por cómo había reaccionado mi cuerpo al endurecerse cierta zona, pero no pudo ser. Aunque tampoco es que me importara mucho, porque me quedé más pensativo en cómo estaba evolucionando la cosa con ella. En la vida habría dicho que podríamos estar así si me lo preguntaban un par de semanas atrás.
Veía muy difícil que pudiéramos tener un acercamiento fructífero, y ya pues acabar en la cama tan rápido ni qué hablar. De pensar que no querría hablar conmigo o que sería algo muy puntal al creer que tenía pareja y un bebé al estar viéndonos regularmente los fines de semana para charlar, comer o cenar juntos y ahora acabar en la misma cama.
No podía evitar tener una buena sonrisa en todo momento, pasándose muy rápida su ducha, porque para cuando quise darme cuenta la oía secarse el pelo. No mucho más tiempo después se pasó por la habitación preguntándome si quería que fuera preparando el desayuno mientras yo me duchaba, aunque le dije que podíamos desayunar fuera si quería y así no teníamos que preparar nada.
Le pareció bien, aunque me pidió que no tardara mucho, porque estaba algo hambrienta. Así que me levanté y me fui a la ducha para darme una rápida y vestirme, yéndonos a una cafetería no muy lejana. Pensaba que hablaríamos algo relacionado a lo que pasó la noche anterior, pero ella estaba muy callada, quedando pensativa y luego consultando su móvil. Tan solo hablamos de cómo lo íbamos a hacer para ir a ver a Sofía, cogiendo yo el móvil para llamarla después de que a Elena le pareciera bien, aunque la notaba nerviosa por aquello.
Sofía me cogió la llamada sin hacerme esperar apenas, dándome los buenos días y preguntándome por qué la llamaba tan temprano, aunque no lo era tanto. Le pregunté si tenía algo que hacer ese día, suponiendo ella que quería que nos viéramos para pasar el día juntos, y así era, dándome ella luz verde diciendo que estaba en su casa, con Hugo y que tenían pensando ir a la de él al acabar el día, sugiriendo que podíamos volver juntos, aunque fuera en distintos coches.
Me pareció bien aquello, aunque le comenté que no iba a ir solo, pillándole a ella un poco por sorpresa, no sé si al estar recién despierta o qué, pero no pilló que se trataba de Elena de primeras. Cuando me preguntó y se lo dije reaccionó dando un grito que lo escuchó hasta Elena por la cara que puso. Hugo también se enteró, despertándose sobresaltado y preguntando qué pasaba. Sofía se puso contenta y nerviosa, porque se le notaba mucho en la voz. Hasta se llegó a emocionar.
Me dijo que podíamos ir cuando quisiéramos, así que quedamos en que nos pondríamos en marcha después de un rato, dándole tiempo a los dos a que se levantaran y demás. Elena me miró con unos ojillos que expresaban ganas de volver a verla y miedo a la vez, aunque le dije que no tenía que pensar nada malo, porque todo iba a ir bien, sobre todo tratándose de Sofía.
Estaba muy tierna. Pero se volvió a quedar pensativa mientras terminamos de desayunar, sugiriendo dar un paseo después al haber mejorado un poco el tiempo y no estar lloviendo, aunque frío hacía igual. Dimos un paseo por zonas que yo solía frecuentar en esos meses y que ella no había tenido mucha ocasión de explorar.
Así que le enseñé alguna que otra calle, parándonos en los sitios que estaban abiertos, pasándose bastante rato hasta que nos dimos cuenta de la hora que era y nos fuimos de vuelta a casa para poder ir a ver a Sofía. Aunque en realidad no fuimos a mi casa, sino que Elena dijo de ir en su coche al pillarnos más cerca por no saber dónde podía aparcar cerca de mi casa. Me dio las llaves para que lo llevara yo, aunque le dije que si quería conducir ella, que no tenía problema.
Elena insistió, diciendo que debía estar acostumbrado a hacer ese trayecto y que me sería mucho más fácil que a ella, por lo que nos montamos en su coche para irnos. Me gustó su coche para lo pequeño que era. Era bastante cómodo y se iba muy bien en él, además de que era bonito a la vista.
Me comentó cómo lo compró y demás, aunque no tardamos en quedarnos en silencio, encendiendo ella la radio para quedarse mirando por la ventana durante gran parte del trayecto. Obviamente, me dijo que le gustaría pasarse por su casa para ver a su madre y a su abuela, no poniendo yo objeción ninguna, aunque le dije que prefería esperar fuera, no teniendo ella ningún problema tampoco con aquello.
Conforme nos acercamos, la lluvia empezaba a caer, por lo que quedamos en que la dejaría en la puerta y que yo me quedaba en el coche, aunque tendría que alejarme un poco al no encontrar aparcamiento en la misma puerta.
En lo que ella estaba en su casa, yo le mandé un mensaje a Sofía para explicarle dónde estábamos y que en principio no tardaríamos mucho en llegar. Al quedarme solo en el coche durante un rato, tuve más tiempo para pensar en cómo estaba yendo todo. Me resultaba un tanto raro haber acabado teniendo sexo con ella la noche pasada y que no comentáramos nada. Tampoco la veía especialmente contenta al haber tenido aquello lugar, cosa que me extrañaba, porque yo sí que lo estaba.
No sabía qué pensar de aquello, pero Elena tampoco es que tardada en volver, reanudando nuestro camino para ir a casa de Sofía. Por el camino, me preguntó si yo iba a acercarme a ver a mi familia, respondiéndole que sería algo que me gustaría hacer, por lo que invertimos papeles cuando llevamos, quedándose ella en el coche, aparcada algo retirada, pero porque aparcar cerca de la casa de mis abuelos era casi imposible, mientras que yo me pasé a saludar.
Nos fundimos de nuevo en otro beso, pero esta vez nos lo dábamos de manera más guarra, acariciando cada uno el cuerpo del otro con más intensidad. Finalmente, ella me terminó de desnudar al quitarme lo que me quedaba de ropa, como hice yo con ella al quitarle sus braguitas. Me dio un escalofrío al verla así, porque vi que tenía ese detalle que tanto me gustaba en las chicas cuando me iba a la cama con una.
Sin embargo, ella lo tenía bastante descuidado, viendo que también tenía algo de vello por los lados de su rajita, algo que no recordaba haberle visto nunca, pero que me encendió mucho igualmente. Aquello me indicaba que no tenía entre sus planes acabar como lo estábamos haciendo, pero es que me daba igual en ese momento. Me calenté tanto que la puse bocarriba para comerle el coño, empezando quizá de manera demasiado intensa, pero es que no me podía controlar.
Notar y saborear su humedad fue otra cosa más que hizo que me costara mucho más controlarme. Así, Elena no tardó en correrse en mi boca en pocos minutos, engarrotándose su cuerpo mientras se le escapaba algún gemido extraño. Luego le temblaron las piernas bastante, tratando de apartarme al poner su mano en mi cabeza y empujarme.
La dejé tranquila durante unos instantes, aunque la miraba masturbándome mientras me relamía sus fluidos. Me sentía como si estuviera borracho entre el subidón que tenía y algo de mareo de respirar tan fuerte. Me estaba costando mucho esperar a que se recuperara, por eso me puse sobre ella para besarle por la cara, repartiéndome por su cuerpo conforme bajaba, llegando a sus tetas, las cuales degusté durante unos momentos.
Estaban deliciosas, como ya sabía, pero es que llevaba tanto tiempo sin probarlas que me parecía mentira. A ella le gustaba lo que le hacía a juzgar por los sonidos que emitía, haciéndolo de la misma manera cuando seguí bajando por su cuerpo con esos besos, aunque pasé de su coño, pues aún estaba con temblores y espasmos. Subí hasta su cara de nuevo, dándole varios besos de manera inversa a como se los di al bajar, empezando a dárselos por el cuello para decirle que necesitaba metérsela.
Elena me abrazó, buscando mi polla para mover su mano al agarrarla y masturbarme así un poco, pero no tardó en dirigirla hasta su coñito, acariciándose con ella mientras mantenía sus ojos cerrados y se relamía también. Tras unos segundos, apuntó con ella a su pequeño agujerito, soltándola, lo que me dio a entender que a partir de ahí me tenía que ocupar yo, como hice al empezar a empujar de manera suave.
Pese a lo pequeño y apretado que estaba, no costó demasiado que entrara al estar ella recién corrida y por lo tanto muy lubricada. Lanzó un gemido que fue tan largo como lo que yo tardé en entrar en ella por completo. Una vez lo hice, me quedé quieto, notando como me resbalaban sus fluidos por el cuerpo y apretando ella de manera involuntaria aún por los espasmos que su cuerpo terminaba de dar. Por fin abrió los ojos para mirarme, estando bastante seria, aunque estiró sus brazos para apretar nuestros cuerpos, no pudiendo verla yo más.
Fue ella la que arrancó el roce al moverse muy ligeramente, entendiendo yo que ya estaba lista y que era lo que quería, por lo que me empecé a mover. Ahora lanzaba tímidos gemidos, que también eran muy bajitos, pero progresivamente empecé a empujar con más fuerza, ganando esos gemidos intensidad en la misma proporción.
Llegó un punto en el que se lo hacía bastante rápido, aunque seguíamos con nuestros cuerpos bien pegados en ese misionero que no abandonamos en ningún momento, manteniendo ella sus piernas bien abiertas y sus brazos bien apretados contra mi espalda para que no me despegara de ella.
No llegaríamos ni a los 5 minutos cuando ella se volvió a correr, teniendo que sacarla yo a prisa al acercase mi orgasmo de manera súbita al sentir el suyo. Descargué sobre su vientre, aunque le llegó un poco hasta el cuello, no dándole en la cara por poco, pero ella estaba muy abandonada a sus sensaciones como para prestarle atención a ese detalle.
Fue algo muy breve, pero muy intenso. Tanto, que me dejó muy mareado y sin energía. Fue como una explosión y liberación que mi cuerpo pedía desde hacía mucho tiempo y ahora estaba reventado. Elena se fue relajando poco a poco, porque también tuvo un orgasmo intensísimo, quedando tan relajada que se acabó durmiendo.
Y a mí poco me quedaba al haberme quedado a su lado para recuperar el aliento, pero me incorporé para limpiar mi semen de su cuerpo y para recoger todo lo que saqué de la caja antes de que viniera, guardándolo todo en ella para dejarla sobre el escritorio, volviendo después a la cama para taparnos y poder descansar, abrazándome a ella.
No pude dedicarle nada de tiempo a lo que acababa de pasar porque, como he dicho, Elena absorbió mi energía con aquello, pero desde luego, yo tenía una buena sonrisa en mi rostro y la sensación era muy buena y me daba cuenta de que no la sentía desde que estaba con ella. ¿Sería felicidad?
Aquella noche dormí del tirón, estando bastante pegado a ella, aunque me dio la espalda en todo momento, porque me desperté igual que me dormí, estando justo detrás de ella y pasando un brazo por encima de su cuerpo. Al despertar me fue imposible no abrazarla bien mientras me desperezaba. Ella parecía estar también despierta, aunque no se lo pregunté.
Tan solo levanté la cabeza para ver qué hora era en el reloj que tenía en la mesita, dándome cuenta de que habían pasado unas horas de la hora a la que solía despertarme. Le empecé a acariciar el vientre mientras pegaba mi cara a su nuca para olerla bien y darle algún beso por la zona. Ella no se movía, aunque yo intuía que estaba despierta, como al final lo acabé comprobando cuando me preguntó si se podía dar una ducha.
Por supuesto, no le puse ninguna pega, diciéndole que en el baño tenía de todo para poder darse una bien caliente, porque hacía frío. De hecho, le dije que se podía dar un baño también si le apetecía, pero ella dijo que con la ducha era suficiente.
Así que se levantó y se fue de la habitación para darse una ducha, como bien podía oírse unos pocos minutos después. Yo me quedé en la cama un poco más, aunque sin dormir, estando bocarriba con las manos detrás de mi nuca. Me cortó un poco el rollo que aquello fuera lo primero que dijera. No sé, quizá esperaba un comentario que hiciera alusión a lo pasado hacía unas horas, o incluso poder continuarlo, ¿por qué no?
Desde luego, yo tenía ganas por cómo había reaccionado mi cuerpo al endurecerse cierta zona, pero no pudo ser. Aunque tampoco es que me importara mucho, porque me quedé más pensativo en cómo estaba evolucionando la cosa con ella. En la vida habría dicho que podríamos estar así si me lo preguntaban un par de semanas atrás.
Veía muy difícil que pudiéramos tener un acercamiento fructífero, y ya pues acabar en la cama tan rápido ni qué hablar. De pensar que no querría hablar conmigo o que sería algo muy puntal al creer que tenía pareja y un bebé al estar viéndonos regularmente los fines de semana para charlar, comer o cenar juntos y ahora acabar en la misma cama.
No podía evitar tener una buena sonrisa en todo momento, pasándose muy rápida su ducha, porque para cuando quise darme cuenta la oía secarse el pelo. No mucho más tiempo después se pasó por la habitación preguntándome si quería que fuera preparando el desayuno mientras yo me duchaba, aunque le dije que podíamos desayunar fuera si quería y así no teníamos que preparar nada.
Le pareció bien, aunque me pidió que no tardara mucho, porque estaba algo hambrienta. Así que me levanté y me fui a la ducha para darme una rápida y vestirme, yéndonos a una cafetería no muy lejana. Pensaba que hablaríamos algo relacionado a lo que pasó la noche anterior, pero ella estaba muy callada, quedando pensativa y luego consultando su móvil. Tan solo hablamos de cómo lo íbamos a hacer para ir a ver a Sofía, cogiendo yo el móvil para llamarla después de que a Elena le pareciera bien, aunque la notaba nerviosa por aquello.
Sofía me cogió la llamada sin hacerme esperar apenas, dándome los buenos días y preguntándome por qué la llamaba tan temprano, aunque no lo era tanto. Le pregunté si tenía algo que hacer ese día, suponiendo ella que quería que nos viéramos para pasar el día juntos, y así era, dándome ella luz verde diciendo que estaba en su casa, con Hugo y que tenían pensando ir a la de él al acabar el día, sugiriendo que podíamos volver juntos, aunque fuera en distintos coches.
Me pareció bien aquello, aunque le comenté que no iba a ir solo, pillándole a ella un poco por sorpresa, no sé si al estar recién despierta o qué, pero no pilló que se trataba de Elena de primeras. Cuando me preguntó y se lo dije reaccionó dando un grito que lo escuchó hasta Elena por la cara que puso. Hugo también se enteró, despertándose sobresaltado y preguntando qué pasaba. Sofía se puso contenta y nerviosa, porque se le notaba mucho en la voz. Hasta se llegó a emocionar.
Me dijo que podíamos ir cuando quisiéramos, así que quedamos en que nos pondríamos en marcha después de un rato, dándole tiempo a los dos a que se levantaran y demás. Elena me miró con unos ojillos que expresaban ganas de volver a verla y miedo a la vez, aunque le dije que no tenía que pensar nada malo, porque todo iba a ir bien, sobre todo tratándose de Sofía.
Estaba muy tierna. Pero se volvió a quedar pensativa mientras terminamos de desayunar, sugiriendo dar un paseo después al haber mejorado un poco el tiempo y no estar lloviendo, aunque frío hacía igual. Dimos un paseo por zonas que yo solía frecuentar en esos meses y que ella no había tenido mucha ocasión de explorar.
Así que le enseñé alguna que otra calle, parándonos en los sitios que estaban abiertos, pasándose bastante rato hasta que nos dimos cuenta de la hora que era y nos fuimos de vuelta a casa para poder ir a ver a Sofía. Aunque en realidad no fuimos a mi casa, sino que Elena dijo de ir en su coche al pillarnos más cerca por no saber dónde podía aparcar cerca de mi casa. Me dio las llaves para que lo llevara yo, aunque le dije que si quería conducir ella, que no tenía problema.
Elena insistió, diciendo que debía estar acostumbrado a hacer ese trayecto y que me sería mucho más fácil que a ella, por lo que nos montamos en su coche para irnos. Me gustó su coche para lo pequeño que era. Era bastante cómodo y se iba muy bien en él, además de que era bonito a la vista.
Me comentó cómo lo compró y demás, aunque no tardamos en quedarnos en silencio, encendiendo ella la radio para quedarse mirando por la ventana durante gran parte del trayecto. Obviamente, me dijo que le gustaría pasarse por su casa para ver a su madre y a su abuela, no poniendo yo objeción ninguna, aunque le dije que prefería esperar fuera, no teniendo ella ningún problema tampoco con aquello.
Conforme nos acercamos, la lluvia empezaba a caer, por lo que quedamos en que la dejaría en la puerta y que yo me quedaba en el coche, aunque tendría que alejarme un poco al no encontrar aparcamiento en la misma puerta.
En lo que ella estaba en su casa, yo le mandé un mensaje a Sofía para explicarle dónde estábamos y que en principio no tardaríamos mucho en llegar. Al quedarme solo en el coche durante un rato, tuve más tiempo para pensar en cómo estaba yendo todo. Me resultaba un tanto raro haber acabado teniendo sexo con ella la noche pasada y que no comentáramos nada. Tampoco la veía especialmente contenta al haber tenido aquello lugar, cosa que me extrañaba, porque yo sí que lo estaba.
No sabía qué pensar de aquello, pero Elena tampoco es que tardada en volver, reanudando nuestro camino para ir a casa de Sofía. Por el camino, me preguntó si yo iba a acercarme a ver a mi familia, respondiéndole que sería algo que me gustaría hacer, por lo que invertimos papeles cuando llevamos, quedándose ella en el coche, aparcada algo retirada, pero porque aparcar cerca de la casa de mis abuelos era casi imposible, mientras que yo me pasé a saludar.