Capítulo 860
Le dije que no hacía falta haber quedado conmigo para ahorrarse la molestia de prepararse de nuevo para salir, pensando yo que ya se habría puesto cómoda, pero ella me dijo que no era una molestia y que no pasaba nada. Le pregunté entonces por qué se había recogido ella temprano también. Al parecer, sus amigas tenían cosas que hacer al día siguiente, por lo que no querían irse a dormir tan tarde.
Pero preguntarle yo aquello no desvío su interés en lo que había pasado conmigo, por lo que le estuve contando mientras nos tomábamos un refresco los dos en un pub, sentándonos en una mesa un poco apartada y estando cómodos. Le conté que todo había ido bastante bien dentro de lo que había, pero que Elena seguía un poco como venía estado conmigo últimamente.
No se sorprendió en realidad de aquello, ni de que me ignorara en el saludo ni de que también lo hiciera durante toda la cena y el momento en que nos fuimos de fiesta. Sin embargo, sí que le llamó la atención eso de que me llamara la atención cuando salí de allí para irme. Ángela me preguntó antes de nada si sabía que estaba fuera, diciéndole yo que no, que pensaba que estaba en el baño.
También me preguntó por qué decidí irme, siendo entonces cuando le conté lo ocurrido, preguntándonos un amigo en común cómo nos iba a ella y a mí, porque más o menos sabían que estábamos intentándolo de nuevo. Y al ver que Elena respondió de la manera en la que lo hizo, de esa forma tan seca y borde, además de lo que le dijo, pues pensé que lo mejor sería irme de allí al ver lo incómodo que había sido eso, pudiendo evitarse.
Ángela pensaba que me podría haber quedado un poco más, porque habiendo pasado eso, no es que volviera a suceder, pero le expliqué que me incomodaba también que mis amigos se turnaran para estar con los dos a la vez y que uno de los dos no estuviéramos solos, porque se notó bastante cuando Irene y Mario tomaron el relevo de Sofía y Hugo conmigo.
Me entendía cuando le conté aquello, aunque me pidió más detalle de lo que Elena le llamara la atención una vez me fui de allí, por lo que le conté lo que pasó. Ángela me preguntó cómo se podía haber enterado de que habíamos ido juntos a la playa, ya que no había subido nada a redes, como sí pasó con el viaje a Manchester, diciéndolo ella misma, comentándole yo que no tenía ni idea, pero que suponía que se lo había imaginado por sus celos.
Ella le veía sentido a que fuera por eso, no perdiendo más el tiempo en pensar cómo había podido ser, porque pasó a darme su opinión de que me parara. Ella pensaba que seguía sintiendo cosas por mí, como apostaba a que yo seguía sintiendo cosas también por ella. Me dijo que era imposible dejar de querer de la noche a la mañana a una persona que ha sido tan importante para ti. Por eso mostraba esos celos, porque aún seguía sintiendo algo pese a todos esos desplantes que me hacía.
Yo asentía, porque poco tenía que decir al respecto. Ángela era muy lista para ver que eso me tenía regular y lo entendía, diciéndome que era cuestión de tiempo, que sabía que estaba triste y que lo estaba pasando mal, pero que también era inevitable. Me decía que ojalá pudiera chasquear los dedos para que se me pasara o para hacer pasar el tiempo más deprisa, o incluso que Elena cambiara de opinión.
Le di las gracias por todas esas palabras, además de volver a hacerlo por lo de plantear pasar unos días en su casa de la playa para despejarme, cosa que me vino increíblemente bien, porque había funcionado bastante, aunque ahora estuviera un poco de aquella manera otra vez, pero la verdad es que había pasado unos días geniales con ella. Ángela bromeó diciendo que podíamos irnos a vivir una temporada allí, que seguro que me vendría bien.
Tampoco comentamos mucho más aquello, porque para que me distrajera un poco de eso, me contó un cotilleo de sus amistades, mostrándome incluso alguna imagen. No tardamos en irnos de allí, acompañándola yo a casa, aunque ella me dijo que no hacía falta y que luego tendría que andar durante un rato para volver, aunque ella me dijo que me llevaría con el coche, pero le dije que no era necesario y que me apetecía caminar, que me ayudaba a despejarme.
Así que nos despedimos en la puerta de su casa, dándonos otro abrazo y otro beso en la mejilla, quedando en que al día siguiente nos veríamos junto a Irene y a Mario para tomar un café. De vuelta a casa, pensé de nuevo en lo sucedido, pero ese momento con Ángela me había sosegado bastante. La verdad es que no podía estar más encantado con tenerla tan cerca de mí, pensando que Elena no podía estar más equivocada al pensar todo lo que me dijo acerca de ella.
Me costó bastante dormir aquella noche, más de lo usual, pero es que no paraba de pensar en Elena y en lo mal que había acabado lo que teníamos, dándome ya más pena que otra cosa. Fue torturante pensar durante bastante rato en momentos pasados con ella, solo en los buenos, como aquellos en los que nos empezamos a conocer de manera más íntima después de que le dijera de quedar al enterarme de que había roto con su novio.
También me venían mucho a la cabeza todos esos momentos en los que estábamos con nuestros amigos, de cuando las cosas se animaban bastante y de cuando teníamos algún plan para irnos a algún sitio, ya fuera con ellos o solos. Pero los momentos en los que más me paraba era en aquellos en los que hacíamos vida de pareja cuando vivíamos juntos. Algo tan simple como dormir, comer, ver la tele, o simplemente pasar tiempo con ella se me hacía de lo mejor.
Como venía haciendo casi siempre que me quedaba a dormir en casa de mis abuelos, volviéndose casi costumbre, me levanté temprano viendo que no me iba a poder dormir, con la intención de ir a comprar el desayuno. Para ello, pasé antes por el baño, arreglándome con ropa que llevé de más y me puse en camino para comprarlo, dando un pequeño paseo en lo que empezaba a amanecer.
Ya se notaba que iba haciendo menos frío, pero la verdad es que a esas horas lo seguía haciendo igual, por eso me abrigué bien. Y bien que hice en ello, pues estaba todo cerrado todavía, extrañándome un poco, ya que ese lugar donde solía comprar el desayuno siempre estaba abierto cuando iba, pero esta vez no. Me fijé que en la puerta ponía el horario y en principio iban a abrir, por lo que esperé en un banco que había justamente en la acera de enfrente.
No había nadie en la calle y pasó un coche, estando yo a lo mío mirando el móvil, aunque cuando alcé la vista juraría que era el coche de Elena. No pude ver si era ella, o si realmente era su coche, porque para cuando lo miré, estaba girando de tal manera que no pude ver quién lo conducía ni la matrícula, aunque tanto el modelo como el color eran exactamente el mismo.
Aunque me extrañaba que fuera ella, porque no es que fuera muy normal que estuviera por allí, porque la casa de Mario e Irene estaba lejos, suponiendo yo que habría dormido allí, y si decía de volver a su casa, por ahí no se salía de la ciudad en su dirección precisamente, como tampoco conducía a su pueblo.
Me llegué a preguntar si estaba yendo en mi búsqueda, si es que realmente era ella, porque sí sabía por dónde me movía para ir a ver a mi familia. De hecho, en una ocasión no muy lejana, les visité brevemente mientras ella me esperaba en el coche, sabiendo dónde vivían. Rápidamente me metí en su chat para ver si tenía algo de ella, pero no era así. Y la última hora de estar en línea era de las primeras horas de la madrugada, en donde aún estábamos ambos en la fiesta, por lo que se reducían las posibilidades de que realmente fuera ella.
Finalmente pude comprar el desayuno, aunque tuve que esperar a que abrieran y a que estuvieran disponibles para servirlos, volviendo a casa para darme cuenta de que todo se encontraba tal cual estaba cuando me fui no hacía mucho. Como siempre, desperté a mi madre con cuidado para decirle que había comprado el desayuno, estando ella ya despierta en realidad al haberme oído salir y volver, por lo que todos se fueron levantando, esperando yo mientras en la cocina.