Keranos
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Capítulo 878
Por suerte, llegó la cena, cortando esa conversación tan seria que estamos teniendo. Todo lo que echaba en falta hablar con ella, lo había tenido de manera muy sobrada, porque pensaba que no se pudo abrir más conmigo. Durante la cena estaba bastante perplejo por todo lo que me había contado, no sabiendo por dónde tirar para que no fuera todo tan serio.
Ella miraba bastante la tele mientras cenábamos, comentando alguna cosa, aunque la seguía notando tímida después de lo que habíamos hablado ya a esas alturas, pero la cosa marchó bastante bien, porque nos pusimos a hablar de cosas muy diferentes, cosa que era de agradecer, porque bastante seriedad habíamos tenido por ese día.
Tras la cena, estuvimos jugando un poco con la consola, empezando por el juego que tenía puesto, aunque como a la hora o así recibí una invitación de Ángela para que me uniera a ella y pudiéramos jugar juntos como solíamos hacer, aunque la rechacé al estar con Abby, de la misma manera que le envié un mensaje diciéndole que esa noche no podía jugar con ella y que ya le contaría. Mi amiga me preguntó si todo iba bien, diciéndole yo que sí, por lo que no se preocupó.
Estuvimos muy entretenidos jugando a ese juego y alguno más, gustándole a ella todo lo que probó, pero se nos hizo muy tarde. No nos dimos cuenta al estar tan pendientes de ello, alarmándose ella un poco al ver la hora que era y al vivir tan retirada. Le dije que no había problema, que le podía acercar en moto si le parecía bien. Ella me dijo que no quería ser una molestia, a lo que yo le dije que no lo era, agradeciéndome el gesto.
Así que la llevé a su casa después de que me dijera dónde vivía para saber por dónde tenía que ir. Al llegar, ella me volvió a dar las gracias, diciendo que se había alegrado mucho de dar el paso que dio y que le gustaría repetir, diciéndole yo que estaría encantado de que así fuera. Me terminó de agradecer todo lo ocurrido ese día con un abrazo que me gustó bastante, devolviéndoselo yo.
Al final, después de que le insistiera un poco, pues ella no quería ser molestia, quedamos en que la recogería para que no tuviera que madrugar tanto, pues solía ir andando a la universidad. Así tendría tiempo de desayunar tranquilamente.
Ya en casa me eché en la cama, estando muy contento por cómo había avanzado la cosa con ella, pero a la vez tenía un sentimiento de pena muy grande al ver lo sola que estaba y por lo que había pasado. Ángela me mandó un mensaje para ver si le podía contar, pero le dije que lo haría al día siguiente, porque ya era tarde y debía madrugar.
Al día siguiente, como quedamos, fui a por ella para recogerla con la moto y poder llevarla a la universidad para que se ahorrara tanto el tramo que tenía que hacer andando como el madrugón para poder llegar a tiempo de esa manera. Por el camino pensé bastante en lo ocurrido la noche anterior y que se abriera así conmigo, como que me dio más ganas de seguir charlando con ella.
Cuando llegué, ella ya estaba esperándome en la puerta de su casa, dándome los buenos días, aunque lo seguía haciendo de manera tímida. Le saludé, le di un casco y le dije que se montara para que nos pudiéramos ir. Como íbamos bien de tiempo le pregunté si quería que nos tomáramos un café juntos, a lo que ella tardó un poco en responder, pero dijo que sí.
Por si le daba vergüenza, le propuse ir a una cafetería cercana a la universidad para tomárnoslo, la cual no estaba muy concurrida. Nos fuimos a una mesa un poco apartada y nos tomamos un café, aunque tampoco es que habláramos mucho. La veía un poco cortada y no quería incomodarla más, porque sabía que un poco lo estaba y cuánto trabajo le llevaba estar en una situación así por simple que pareciera.
Lo único que hice fue preguntarle si le parecía bien que desayunáramos juntos, a lo que ella asintió, con una sonrisa. Nos acabamos el café y quedamos en vernos en la puerta de la universidad a una hora a la que a ambos nos viniera bien. Ese día entré de otra manera a las clases, aunque anduve un poco distraído, porque pensaba en ella en varias ocasiones. Aún no me podía creer cómo era su vida, pensando que debía ser bastante duro estar así de sola.
A su lado, la soledad que yo sentía no tenía nada que ver, como tampoco podía comparar mis problemas. Pensar en ella y comparar me hacía ver la vida de otra manera, pensando que todo por lo que había pasado no era para tanto y que si una persona que había experimentado todo lo que ella había sentido siempre estaba con una sonrisa en su cara, pues no había motivo para no pasar página y estar como ella.
En esta ocasión fui yo quien la esperó en la entrada, aunque cuando la vi, me di cuenta de que venía a paso ligero, como si estuviera apurada. De primeras pensé que le había pasado algo, pero simplemente era que no me quería hacer esperar, disculpándose por eso mismo, aunque yo le dije que no había necesidad de hacerlo, restándole la importancia que ella le dio.
Volvimos a la cafetería a la que fuimos antes de empezar las clases, pero en esta ocasión sí que había mucha gente y eso era algo que no le gustaba a ella por la cara que ponía. Por eso le dije que me esperara en la puerta, que compraba el desayuno y nos íbamos a otro sitio. Al final acabamos en un parque, sentados en un banco, donde nos daba el sol, cosa que era de agradecer, porque allí ya hacía un poco de frío, al menos más del que yo estaba acostumbrado a esas alturas del año.
Allí pudimos charlar un poco, pareciendo que se le había ido un poco la vergüenza que tenía por la mañana. Seguía siendo de pocas palabras, pero poco a poco se iba haciendo a relacionarse. Cuando acabamos de desayunar y hablar un poco, volvimos a la universidad, preguntándole yo si quería que le acercara a casa cuando acabaran las clases, aunque ella me dijo que no quería resultarle un problema, pero a mí no me suponía ninguno.
Al final aceptó, encontrándonos en la puerta pese a salir yo un poco antes que ella, pero no me suponía ningún problema esperar unos minutos. De hecho, me venía hasta bien para ir a por la moto, la cual solía dejar aparcada cerca de casa. Cuando salió vino rápidamente hacia mí y nos pusimos en camino. Yo no me bajé de la moto, pues tenía pensado volver a casa, pero ella me preguntó si quería que comiéramos juntos como agradecimiento por haberla llevado por la mañana y haberla traído a casa al salir.
No lo hice con esa intención y se lo quise dejar claro, pero la verdad es que me daba curiosidad y me apetecía seguir charlando con ella, por lo que acepté. Su casa era bonita desde afuera, siendo parecida a las que salen en las películas americanas, estando un poco distanciada de las colindantes, teniendo también un par de plantas. Y por dentro también era similar a una de esas casas.
Podía ver una escalera que subía a la segunda planta nada más entrar, aunque no subimos, indicándome ella por dónde íbamos a estar. Unos pocos pasos hacia delante, a mano derecha, había un enorme salón, con una televisión grande y tres sofás, con algún sillón individual. Me resultaba preciosa la casa con lo poco que había visto de ella, porque me recordaba a las de las películas y la verdad es que me gustaban mucho.
Luego me mostró el comedor, el cual estaba a continuación del salón, pudiendo entrar directamente desde él, o siguiendo el pasillo que daba a más instancias, desde el cuál habíamos entrado al salón. También era amplio, aunque no tanto como el salón, pero sí que era más luminoso pese a no tener el ventanal que tenía el salón. Era muy bonito, con una mesa tremenda y varias sillas. Me comentó que hacía mucho que no comía allí, porque era donde solía hacerlo con sus padres.
Pero no dijo nada más al respecto, porque seguimos, entrando a la cocina. Cada vez era más parecida a las de una película americana esa casa, porque es que tenía aspectos clavados, como en este caso, una puerta de esas que no tienen pomo y que las abres empujándola, cerrándose sola. También me enseñó un baño que tenía en la planta de abajo y la entrada a un sótano que no usaba mucho al ser la casa tan grande y al vivir sola.
Me dijo que me enseñaría el resto de la casa en otra ocasión, porque no quería malgastar mucho tiempo al tener los dos que trabajar no mucho tiempo después, por lo que nos pusimos a preparar la comida entre los dos. Yo le ayudé en lo que pude, dándome cuenta de que tenía mucha mano por la soltura con la que preparaba algunas cosas, especialmente cortando verdura. Bromeando le dije que ya se me podía pegar algo, preguntándome ella sonriendo por qué.
Le expliqué que no era muy hábil cocinando pese a las veces que me habían intentado enseñar, pero que por lo menos me apañaba con lo poco que sabía hacer. Ella me dijo con cierto tono cercano que solo era cuestión de práctica, cosa que se vuelve más difícil si no me gustaba mucho ponerme a ello. También me di cuenta de lo impoluta que estaba la casa, cosa que me recordó a la excusa que me puso de primeras al decirle yo de quedar en persona.
Por no hablar del olor. Todo olía a limpio y a una buena fragancia, como lo hacía ella siempre. No nos habíamos dado dos besos y casi ningún abrazo, siendo el primero la noche previa a ese día cuando ella me lo dio al dejarla yo en casa por la noche. Pero no me hacía falta ese abrazo para darme cuenta de lo bien que olía. La verdad es que su casa me encantó desde el primer momento.
Por suerte, llegó la cena, cortando esa conversación tan seria que estamos teniendo. Todo lo que echaba en falta hablar con ella, lo había tenido de manera muy sobrada, porque pensaba que no se pudo abrir más conmigo. Durante la cena estaba bastante perplejo por todo lo que me había contado, no sabiendo por dónde tirar para que no fuera todo tan serio.
Ella miraba bastante la tele mientras cenábamos, comentando alguna cosa, aunque la seguía notando tímida después de lo que habíamos hablado ya a esas alturas, pero la cosa marchó bastante bien, porque nos pusimos a hablar de cosas muy diferentes, cosa que era de agradecer, porque bastante seriedad habíamos tenido por ese día.
Tras la cena, estuvimos jugando un poco con la consola, empezando por el juego que tenía puesto, aunque como a la hora o así recibí una invitación de Ángela para que me uniera a ella y pudiéramos jugar juntos como solíamos hacer, aunque la rechacé al estar con Abby, de la misma manera que le envié un mensaje diciéndole que esa noche no podía jugar con ella y que ya le contaría. Mi amiga me preguntó si todo iba bien, diciéndole yo que sí, por lo que no se preocupó.
Estuvimos muy entretenidos jugando a ese juego y alguno más, gustándole a ella todo lo que probó, pero se nos hizo muy tarde. No nos dimos cuenta al estar tan pendientes de ello, alarmándose ella un poco al ver la hora que era y al vivir tan retirada. Le dije que no había problema, que le podía acercar en moto si le parecía bien. Ella me dijo que no quería ser una molestia, a lo que yo le dije que no lo era, agradeciéndome el gesto.
Así que la llevé a su casa después de que me dijera dónde vivía para saber por dónde tenía que ir. Al llegar, ella me volvió a dar las gracias, diciendo que se había alegrado mucho de dar el paso que dio y que le gustaría repetir, diciéndole yo que estaría encantado de que así fuera. Me terminó de agradecer todo lo ocurrido ese día con un abrazo que me gustó bastante, devolviéndoselo yo.
Al final, después de que le insistiera un poco, pues ella no quería ser molestia, quedamos en que la recogería para que no tuviera que madrugar tanto, pues solía ir andando a la universidad. Así tendría tiempo de desayunar tranquilamente.
Ya en casa me eché en la cama, estando muy contento por cómo había avanzado la cosa con ella, pero a la vez tenía un sentimiento de pena muy grande al ver lo sola que estaba y por lo que había pasado. Ángela me mandó un mensaje para ver si le podía contar, pero le dije que lo haría al día siguiente, porque ya era tarde y debía madrugar.
Al día siguiente, como quedamos, fui a por ella para recogerla con la moto y poder llevarla a la universidad para que se ahorrara tanto el tramo que tenía que hacer andando como el madrugón para poder llegar a tiempo de esa manera. Por el camino pensé bastante en lo ocurrido la noche anterior y que se abriera así conmigo, como que me dio más ganas de seguir charlando con ella.
Cuando llegué, ella ya estaba esperándome en la puerta de su casa, dándome los buenos días, aunque lo seguía haciendo de manera tímida. Le saludé, le di un casco y le dije que se montara para que nos pudiéramos ir. Como íbamos bien de tiempo le pregunté si quería que nos tomáramos un café juntos, a lo que ella tardó un poco en responder, pero dijo que sí.
Por si le daba vergüenza, le propuse ir a una cafetería cercana a la universidad para tomárnoslo, la cual no estaba muy concurrida. Nos fuimos a una mesa un poco apartada y nos tomamos un café, aunque tampoco es que habláramos mucho. La veía un poco cortada y no quería incomodarla más, porque sabía que un poco lo estaba y cuánto trabajo le llevaba estar en una situación así por simple que pareciera.
Lo único que hice fue preguntarle si le parecía bien que desayunáramos juntos, a lo que ella asintió, con una sonrisa. Nos acabamos el café y quedamos en vernos en la puerta de la universidad a una hora a la que a ambos nos viniera bien. Ese día entré de otra manera a las clases, aunque anduve un poco distraído, porque pensaba en ella en varias ocasiones. Aún no me podía creer cómo era su vida, pensando que debía ser bastante duro estar así de sola.
A su lado, la soledad que yo sentía no tenía nada que ver, como tampoco podía comparar mis problemas. Pensar en ella y comparar me hacía ver la vida de otra manera, pensando que todo por lo que había pasado no era para tanto y que si una persona que había experimentado todo lo que ella había sentido siempre estaba con una sonrisa en su cara, pues no había motivo para no pasar página y estar como ella.
En esta ocasión fui yo quien la esperó en la entrada, aunque cuando la vi, me di cuenta de que venía a paso ligero, como si estuviera apurada. De primeras pensé que le había pasado algo, pero simplemente era que no me quería hacer esperar, disculpándose por eso mismo, aunque yo le dije que no había necesidad de hacerlo, restándole la importancia que ella le dio.
Volvimos a la cafetería a la que fuimos antes de empezar las clases, pero en esta ocasión sí que había mucha gente y eso era algo que no le gustaba a ella por la cara que ponía. Por eso le dije que me esperara en la puerta, que compraba el desayuno y nos íbamos a otro sitio. Al final acabamos en un parque, sentados en un banco, donde nos daba el sol, cosa que era de agradecer, porque allí ya hacía un poco de frío, al menos más del que yo estaba acostumbrado a esas alturas del año.
Allí pudimos charlar un poco, pareciendo que se le había ido un poco la vergüenza que tenía por la mañana. Seguía siendo de pocas palabras, pero poco a poco se iba haciendo a relacionarse. Cuando acabamos de desayunar y hablar un poco, volvimos a la universidad, preguntándole yo si quería que le acercara a casa cuando acabaran las clases, aunque ella me dijo que no quería resultarle un problema, pero a mí no me suponía ninguno.
Al final aceptó, encontrándonos en la puerta pese a salir yo un poco antes que ella, pero no me suponía ningún problema esperar unos minutos. De hecho, me venía hasta bien para ir a por la moto, la cual solía dejar aparcada cerca de casa. Cuando salió vino rápidamente hacia mí y nos pusimos en camino. Yo no me bajé de la moto, pues tenía pensado volver a casa, pero ella me preguntó si quería que comiéramos juntos como agradecimiento por haberla llevado por la mañana y haberla traído a casa al salir.
No lo hice con esa intención y se lo quise dejar claro, pero la verdad es que me daba curiosidad y me apetecía seguir charlando con ella, por lo que acepté. Su casa era bonita desde afuera, siendo parecida a las que salen en las películas americanas, estando un poco distanciada de las colindantes, teniendo también un par de plantas. Y por dentro también era similar a una de esas casas.
Podía ver una escalera que subía a la segunda planta nada más entrar, aunque no subimos, indicándome ella por dónde íbamos a estar. Unos pocos pasos hacia delante, a mano derecha, había un enorme salón, con una televisión grande y tres sofás, con algún sillón individual. Me resultaba preciosa la casa con lo poco que había visto de ella, porque me recordaba a las de las películas y la verdad es que me gustaban mucho.
Luego me mostró el comedor, el cual estaba a continuación del salón, pudiendo entrar directamente desde él, o siguiendo el pasillo que daba a más instancias, desde el cuál habíamos entrado al salón. También era amplio, aunque no tanto como el salón, pero sí que era más luminoso pese a no tener el ventanal que tenía el salón. Era muy bonito, con una mesa tremenda y varias sillas. Me comentó que hacía mucho que no comía allí, porque era donde solía hacerlo con sus padres.
Pero no dijo nada más al respecto, porque seguimos, entrando a la cocina. Cada vez era más parecida a las de una película americana esa casa, porque es que tenía aspectos clavados, como en este caso, una puerta de esas que no tienen pomo y que las abres empujándola, cerrándose sola. También me enseñó un baño que tenía en la planta de abajo y la entrada a un sótano que no usaba mucho al ser la casa tan grande y al vivir sola.
Me dijo que me enseñaría el resto de la casa en otra ocasión, porque no quería malgastar mucho tiempo al tener los dos que trabajar no mucho tiempo después, por lo que nos pusimos a preparar la comida entre los dos. Yo le ayudé en lo que pude, dándome cuenta de que tenía mucha mano por la soltura con la que preparaba algunas cosas, especialmente cortando verdura. Bromeando le dije que ya se me podía pegar algo, preguntándome ella sonriendo por qué.
Le expliqué que no era muy hábil cocinando pese a las veces que me habían intentado enseñar, pero que por lo menos me apañaba con lo poco que sabía hacer. Ella me dijo con cierto tono cercano que solo era cuestión de práctica, cosa que se vuelve más difícil si no me gustaba mucho ponerme a ello. También me di cuenta de lo impoluta que estaba la casa, cosa que me recordó a la excusa que me puso de primeras al decirle yo de quedar en persona.
Por no hablar del olor. Todo olía a limpio y a una buena fragancia, como lo hacía ella siempre. No nos habíamos dado dos besos y casi ningún abrazo, siendo el primero la noche previa a ese día cuando ella me lo dio al dejarla yo en casa por la noche. Pero no me hacía falta ese abrazo para darme cuenta de lo bien que olía. La verdad es que su casa me encantó desde el primer momento.