Reencuentro con Elena

Capítulo 882

Los días siguieron pasando con la misma tónica que hasta ese momento, en donde Abby y yo manteníamos un contacto diario, ya fuera para llevarla a la universidad por la mañana, en el desayuno, o cuando acabáramos, como también lo hacía por la tarde al ir a la cafetería en la que trabajaba y luego por la noche en forma de mensajes.

También seguía manteniendo el contacto con mi familia y mis amigos, aunque solo Ángela sabía de la existencia de Abby. Los demás me preguntaban bastante si no conseguía dar con nadie con quien charlar y pasar tiempo, les conté por encima que alguna amistad tenía, por lo que no tenían que preocuparse, pero no les conté con detalle.

Y eso que algunas veces insistían mucho en ese tema, pero no quería compartir tanto hasta que pasara un poco de tiempo, porque no quería gafar la cosa. Cuando Ángela me preguntaba qué tal iba todo con ella, le respondía siempre lo mismo, que todo iba igual. Ella me preguntaba si estaba seguro de ello o solo era que prefería no hablar de aquello, pero la verdad es que no observaba ningún cambio.

No hasta que un fin de semana recibí una visita por su parte, saliendo yo de la ducha a toda prisa, empapado y cubriéndome solo con una toalla al andarla a mi cintura. Ya me había pasado que había tenido que ir a las oficinas de correo a recoger paquetes y era algo por lo que no me gustaba pasar, porque lo tenían muy mal organizado y tardaba mucho.

Y como estaba esperando un envío, pues salí de esa manera para poder recogerlo y no tener que ir después a por él y perder el tiempo. Tampoco es que esperara una visita suya, pues no era muy normal que nos viéramos los fines de semana, porque ya lo hacíamos mucho durante la semana, pero dio la casualidad de que era ella quien estaba tras la puerta cuando la abrí.

Su cara me hizo mucha gracia, porque se puso bastante roja de manera instantánea. Se quedó muy pillada, sin saber qué decir, reaccionado yo al pedirle que pasara, que si no, me iba a poner malo con el frío que empezaba a hacer ya. Le pedí que se sentara en el sofá, y que me esperara durante unos momentos para que me pudiera vestir.

Todo lo que habíamos avanzado, por decirlo de alguna manera, había vuelto al punto de partida, porque a medida que pasaban los días, ella ganaba más confianza en mí, abriéndose más para hablar de manera más fluida conmigo. Ahora estaba en un plan en el que no soltaba palabra, cosa que entendía al ser ella tímida ya de por sí y con lo que acababa de pasar.

Lo primero que hice fue disculparme con ella, contándole lo que pensaba que ocurría y por lo que había salido con tanta prisa y de esa manera. Ella le restó importancia, diciendo que no pasaba nada, que lo entendía y que no tenía por qué disculparme. Le ofrecí un café para intentar cambiar de tema, pareciéndole a ella bien.

Le pregunté la razón de la visita, aunque al parecer no era por nada en especial. Comentó por encima que había salido a hacer unas compras, como podía ver con las bolsas que había traído, comentándome también que se le había ocurrido pasar a saludar ya que estaba por allí, pudiendo jugar un poco con la consola si me parecía bien.

Me costó lo suyo sacarle toda esa información, porque seguía muy cortada. Se quedaba un poco callada mientras sostenía su café para calentarse las manos y cuando no, bebía. Para romper un poco el hielo, le propuse jugar un poco con la consola, aceptando ella, aunque sin decir nada. Lo normal cuando jugábamos era que comentáramos algo de lo que pasaba, pero en esta ocasión, ella no decía absolutamente nada.

Tampoco tenía el mismo gesto, porque ahora estaba más seria que otra cosa, cuando de normal se podía ver que se divertía mientras jugaba. Me estaba temiendo lo peor viendo sus reacciones y lo callada que estaba, pero pensé que sería peor si insistía. Tan solo lo hice cuando ella dijo que se le estaba haciendo tarde y que tenía que marcharse a casa.

Le pregunté si se encontraba bien y si quería que le acercara. Me dijo que se encontraba perfectamente y que no hacía falta, porque tenía que recoger una cosa que había dejado encargada y que le pillaba de camino. Yo respondí con que no me suponía ningún problema acercarla y esperarla para llevarla a casa, pero ella me dijo que no hacía falta. Nos despedimos hasta la próxima semana, cuando fuera a recogerla para ir a la universidad.

Ángela me pidió información nueva, si es que la había, contándole yo lo que había pasado. Ella se partía de risa, aunque a mí no me la hacía, porque era muy visible que la confianza que había entre Abby y yo se había roto. Mi amiga pensaba que no era para tanto y que era cuestión de días que volviera a estar como antes, esperando yo que llevara razón, porque me encontraba bastante a gusto con ella y no quería que la cosa cambiara.

Aunque los días siguientes fueron muy parecidos a ese último encuentro que tuvimos, porque se mantenía bastante callada y me evitaba la mirada. No sé si se pensaba que lo había hecho queriendo, y eso que le dije que no, pero lo parecía, por lo que a media semana le pedí que me contara qué le pasaba, diciéndome ella que nada, pero no podía ser así, porque no hablábamos ni la mitad de lo que solíamos cuando nos veíamos.

Me confesó que se encontraba un poco cortada, que solo era eso, nada más. Le dije que no tenía por qué, que era algo natural y que no había que darle importancia. También me comentó que no esperaba que estuviera tan tatuado, sorprendiéndole mucho que tuviera así los brazos. Fue entonces cuando caí en que tal vez no le gustaban o le daban miedo, preguntándole yo si era así.

Por suerte, no tenía nada que ver con aquello, diciéndome ella que no se lo esperaba para nada, pensando que no tenía. El detalle de ir siempre en manga larga para ir más formal en el trabajo y también por el frío que empezó a hacer de manera más prematura a lo que yo estaba acostumbrado hacía que no me los hubiera visto antes, no dándole importancia yo tampoco como para enseñárselos.

Si en realidad le gustaron, comentando ella que me quedaban muy bien al tener la piel tan clara, que los colores se apreciaban muy bien y que se veían muy vivos. Le dije que cuando quisiera se los enseñaba mejor, diciéndole eso mientras me remangaba. Me di cuenta de que tal vez se lo podía tomar mal, viendo quizá segundas intenciones pese a no querer yo que lo viera así.

Por suerte, no se lo tomó así, pues se centró en observarlos, comentando que eran muy bonitos, aunque de manera tímida, como venía siendo lo habitual desde ese incidente. Le pregunté si le parecía bien que comiéramos juntos el próximo fin de semana, pudiendo jugar a la consola y demás si le apetecía. Ella me miró algo sería durante unos momentos, dándome el visto bueno para ese plan.

Dicho día, lo pasamos con una normalidad más cercana a la que teníamos antes de lo ocurrido al recibirla yo prácticamente desnudo. Le enseñé los tatuajes con más detalle al ponerme una camiseta de manga corta, para que fuera más cómodo que los viera sin tener que desnudarte de cintura para arriba. Me dijo lo mismo que la otra vez, aunque en esta ocasión me preguntó si me habían dolido.

Estuvimos hablando durante un rato de aquello, comentándole yo que tenía mucha tolerancia a ese dolor y que nunca me habían dolido prácticamente nada, que tan solo encontraba un poco de molestia cuando tocaba repasarlos si había que corregir algo, dependiendo también de la zona, poniendo como ejemplo las muñecas, y las partes interiores del codo y el bíceps.

También le daba curiosidad por el tema de lo que había podio costar. Se sorprendió bastante de la cantidad que me dejé en hacerme ambos brazos, pero pensaba que era un trabajo muy bueno el que habían hecho y que al final dependía de mí, de si me podía permitir algo así. Le expliqué que de siempre me habían llamado la atención y que una vez hecho el primero, fue un no parar, porque es adictivo.

Jugamos con la consola y en esta ocasión nos pedimos algo para comer. Y para ver que podía confiar en mí, aunque creo que era algo que estaba más en mi cabeza que otra cosa, le empezar a contar todo lo que me estuvo pasando desde que me eché novia. La verdad es que me costaba y me daba vergüenza hacerlo, especialmente cuando llegaba a algunos temas que me dejaban como un patán, pero ella se mostraba muy empática.​
 
Javier va a tener que ser muy delicado, tiene experiencia en desvirgar chicas con ciertos traumas, pero esta parece que es más frágil y está más traumatizada que Andrea.

En fin, resumen del capítulo, Javier abrió la puerta envuelto en una toalla que le cubría solo la cintura y Abby, al verlo, notó un calor que le subía desde el "sótano" hasta la azotea y que le produjo una turbación que le duró varios días.
 
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Capítulo 883

También me contó que ella había tenido solo un novio y que fue algo bastante breve, que fue antes de que el accidente de sus padres tuviera lugar. Pero se centró más en escucharme que en otra cosa, haciéndome varias preguntas. Al final le conté prácticamente todo lo ocurrido desde que me empecé a ver con Elena hasta que llegué allí. Abby me dijo que era un poco desastre, siendo bastante comedida y educada.

Al menos conseguí que se relajara en cierto modo, volviendo todo un poco a la normalidad, porque ya la notaba más habladora para lo que ella era, como también me proponía más hacer alguna cosa, o simplemente cambiar de juego para poder probar otros. Me alegraba de haber podido conseguir reconducir la confianza que teníamos, como también me sentó bien hablar con ella de todo lo que había pasado en mi vida.

Afortunadamente, la cosa volvió a la normalidad conforme pasaban los días. Y, de hecho, notaba que sus visitas eran más frecuentes los fines de semana. Llegamos incluso a hacerlo rutina, porque comíamos juntos y también jugábamos mucho con la consola y el ordenador.

La verdad es que compartir hobbies con ella era algo que me encantaba, pues podíamos pasarnos horas jugando juntos, comentando sobre juegos y demás, cosa que no había podido hacer mucho con las chicas con las que me había visto, sin contar las que conocí en la tienda, Andrea y Ángela, que se aficionó mucho a ello.

El problema, por decirlo de algún modo, era que conforme más tiempo pasaba con ella, más me apetecía verla, y eso que lo hacíamos prácticamente todos los días, pero ya pensaba de otra manera. La veía muy guapa y atractiva, pasándoseme por la cabeza Elena en alguna ocasión, pero no por nada en especial, sino porque sus cuerpos eran muy parecidos.

Era lo único, porque sus caras no lo eran, aun siendo preciosas las dos, como tampoco en el pelo, teniéndolo Abby más corto que ella, aunque su peinado fuera un poco parecido al ir ambas con la raya al medio, pero no pensaba en ella cuando la miraba a la cara.

Sus cuerpos, sin embargo, sí que tenían muchas similitudes: pechos pequeños, blanquitas de piel, aunque lo de Abby era ya casi extremo, sus culitos redondos y respingones y sus muslos carnosos. Aunque tampoco la había visto con poca ropa. De hecho, solo le había visto los brazos desnudos con el uniforme de verano.

No recuerdo hacerlo nada más conocerla, pero a raíz del incidente en el que la recibí en casa casi desnudo, sí que me había despertado más curiosidad en el aspecto sexual, porque me preguntaba qué podría pensar de mí al haberme visto así.

Que se hubiera puesto así de roja me decía que le había gustado lo que había visto y mi imaginación se desatada al proyectarla en mi mente tocándose mientras pensaba en mí, estando tan roja como en ese momento que me vio de aquella manera.

Y tenerla tan cerca hacía que me entraran ganas. Llevaba ya varios meses sin hacer nada con ninguna chica y el cuerpo me estaba empezando a llamar la atención de que requería un cambio en ese aspecto, pero estaba muy cómodo con ella y me daba miedo dar el paso y que la amistad tan bonita que teníamos se pudiera romper, como pensé que podría pasar con ese incidente.

Se me iban mucho los ojos a su culo cuando ella se levantaba para ir al baño, ya fuera en su casa o en la mía, y también me quedaba embelesado con su cara, especialmente con sus ojos tan bonitos, aunque su sonrisa no quedaba atrás. Pese a llevar brackets, lucía preciosa, como que se le iluminaba la cara cada vez que lo hacía.

No me costó mucho trabajo en esta ocasión darme cuenta de que me estaba pillando por esta chica. Y la cosa iba en serio, porque, pese a todo el tiempo que pasábamos juntos, continuaba pensando en ella en los ratos en los que no nos veíamos o no hablábamos por mensaje, principal vía para comunicarnos cuando no era en persona.

El fin de semana previo a mi cumpleaños, mientras charlábamos, le comenté que se estaba aproximando y que quería celebrarlo un poco, pero caía entre semana, por lo que tenía en mente dejarlo para el fin de semana. Ella se sorprendió mucho, no porque le contara que mi cumpleaños se acercaba o porque la invitara, sino porque el suyo era unos pocos días después del mío.

Ella me dijo que no estaba acostumbrada a celebrarlo, que para ella era como un día más. Me dio una pena cuando me dijo eso, que no pude evitar decirle que eso iba a cambiar, porque podíamos aprovechar para celebrar los dos al mismo tiempo, apeteciéndome tanto por ella, como por mí, ya que los dos cumpleaños previos a ese que estaba a nada de tener lugar habían sido bastante malos por las circunstancias que se dieron.

Ella se mostraba muy alegre, diciéndome que le parecía bien, preguntándome si tenía algo en mente, cosa que en realidad no era así, pero le dije que podíamos pensarlo. Ella no tenía nada en mente tampoco, aunque después de pensar un poco dijo que podríamos pasar el día juntos. Me pareció perfecto, aunque le pregunté qué podíamos hacer.

Ella estaba un poco despistada, sin saber qué decir. Parecía estar un poco descolocada, imagino que por no estar acostumbrada a celebrarlo. Me dijo que podíamos jugar un poco a algunos juegos, dar un paseo y comer por ahí fuera. Me parecía todo muy bien, aunque le propuse que cenáramos también fuera y que luego nos tomáramos algo por ahí.

Abby aceptó sonriente, diciendo que llevaba mucho sin salir a tomar algo, pareciendo que le estaban entrando ganas de que llegara ese plan. Luego me preguntó cuándo quería que me diera mi regalo, si el día de mi cumpleaños, o el día que dijéramos de celebrarlo. Al final pensé que lo suyo sería ese día en el que celebráramos los dos, dándole yo de paso el suyo.

Quedó todo más o menos planeado en ese rato que estuvimos hablando, aunque tenía que pensar qué le iba a regalar, pero ya me ocuparía de ello más tarde. Por lo pronto, seguimos jugando con la consola, estando ella muy concentrada y compartiendo su experiencia conmigo. Yo me quedé más pensativo con aquello de que no solía celebrar su cumpleaños. Me daba mucha pena, no llegándome a creer aún cómo podía estar así de sola con lo increíble que era.

Era tan cariñosa, amable, atenta, inteligente... Si hasta se traía a su gata a casa cuando venía a verme los fines de semana para no dejarla sola, aunque siempre me preguntaba si me importaba, no poniendo yo ningún problema por lo tranquila y cariñosa que era también su mascota. Ese día, una vez volví de dejarla en su casa, me quedé pensando en lo mal que lo tenía que haber pasado, aunque no quise hacerme más daño del que me hacía, poniéndome a pensar qué podía regalarle por su cumpleaños.

Mis amigos me preguntaron si iba a hacer algo por mi cumpleaños, comentándoles yo que sí, que algo tenía en mente. Se interesaron por el plan, siendo yo transparente, contando lo que tenía planeado junto a Abby. Todos se alegraron mucho de ver que estaba haciendo migas con ella, aunque luego Ángela me llamó corriendo una vez dejamos de hablar en esa llamada grupal.

Se puso un poco cotilla, preguntándome si había alguna novedad respecto a Abby, haciéndome yo un poco el loco, pero ella no era tonta, pidiéndome que me mojara. Le dije la verdad, que estaba notando que me estaba empezando a gustar de verdad esta chica y que incluso había empezado a fantasear con ella. Ángela se partía por eso último, preguntándome cuándo tenía pensado lanzarme, aunque aquí le paré los pies.

Ella se extrañó de ello, preguntándome qué pasaba. Le dije que tenía dudas de decirle algo por varias razones. La primera era que no quería estropear lo que había, por si le causaba incomodidad. Ya venía escarmentado de lo que pasó en el incidente de la toalla y la verdad es que no quería volver a pasar por ello. Y segundo, porque no sabía si estaba preparado para empezar algo con alguien.

Ángela me preguntó si tenía ganas de ello, confesándole yo que sí, que me parecía una chica fantástica y que me gustaba mucho pasar tiempo con ella. Después me preguntó si me había fijado en alguna chica más, respondiendo yo negativamente. Ella ya lo tenía bastante claro a esas alturas entre ese detalle y todo lo que le había contado sobre ella. Yo seguía un poco en duda, pero me quedé con su consejo al decirme que me dejara llevar y que si me apetecía dar el paso, que lo diera.​
 
Siempre da referencia a Elena en cada nuevo interés romántico, una espina tan incrustada, que en la distancia aún siente, pero ya no parece doler, veremos como actuarán si hay un próximo reencuentro. :rolleyes:

Lo de Abby se ve complejo, en el buen sentido, con Javier son dos seres emocionalmente muy dañados, arrastrados a unirse por miedos y traumas, que lograda la suficiente confianza de compartirlos, les pueden generar lazos tan poderosos que llenarán sus mundos de emociones y sentimientos totalmente inéditos. ;)
 
Capítulo 884

El día de mi cumpleaños, Abby me recibió con un fuerte abrazo cuando fui a por ella para llevarla a la universidad. No me esperaba tal muestra de afecto pese a la confianza que fuimos ganando, y la verdad es que me encantó. Y siguió bastante más cercana que de costumbre durante todo el día. Por la mañana nos solíamos ver poco, solo unos 10 minutos para llevarla y en el momento del desayuno, pero lo notaba bastante.

Y continuaría así una vez saliéramos, porque me invitó a comer a su casa. Yo no quería causar molestia, pero ella me lo propuso con bastante alegría y con ganas por la expectación que podía ver en su cara. Así era imposible negarme a ello, por lo que fuimos, preparando ella un plato sensacional, como era de costumbre, aunque me dijo que lo había empezado a preparar el día anterior para que no le llevara tanto tiempo.

Durante la comida, me empezaron a llegar varias llamadas y mensajes. Con el cambio de hora, mis familiares y amigos debían estar a media tarde y no se olvidaron de mí, conociendo que por la mañana tenía clases. La primera que me llamó fue mi madre, aunque ya me había felicitado por mensaje mucho antes, con quien hablé durante unos minutos, explicándole que estaba comiendo con alguien, quedando en que hablaría con ella después.

Luego lo empezaron a hacer mis amigos. Primero me llamaron Irene y Mario, deseándome un feliz cumpleaños, aunque la llamada no fue tampoco muy extensa, porque ellos estaban en el trabajo. Después me llamó Ángela, quien estaba bastante exaltada, dándome las felicidades y enviándome muchos besos, los cuales se podían oír. De entre los más cercanos, Sofía y Hugo fueron los últimos, aunque seguía comiendo con Abby, haciendo lo propio al felicitarme, aunque quedamos en que habláramos con más calma después.

Me disculpé con Abby por tanta interrupción, pero a ella no le importaba en absoluto. De hecho, se mostraba muy risueña, como encantada de que me llamara tanta gente, comentando también que era la primera vez que me escuchaba hablar en español, pareciéndole interesante y gracioso. Le pedí entre risas que me explicara eso de por qué le parecía gracioso, sin tener ella idea de por qué, suponiendo que por no entender nada y por cómo sonaba.

Empezamos a hablar un poco de los idiomas, sugiriéndole que se apuntara a los cursos que yo impartía de inglés, aunque ella me dijo que pensaba que no lo necesitaba. Le pedí una demostración de eso y francamente, me sorprendió mucho cómo hablaba inglés. Lo hablaba con soltura y con un buen acento, no siendo lo más común por allí.

Se puso un poco roja cuando le hice un buen cumplido por su nivel de inglés, pidiéndole que habláramos así durante un rato, pero a ella le daba vergüenza. Le dije que no tenía por qué, empezando a hablar un poco en inglés durante el resto de la comida, aunque cuando acabamos y recogimos todo entre los dos me pidió que la esperara en el comedor.

Y así lo hice, mirando el móvil para responder mensajes de la gente que me iba felicitando, habiendo entre ellos familiares y amigos no tan cercanos. De pronto, Abby salió con una pequeña tarta que había hecho, con unas velas y cantando el cumpleaños feliz en inglés. Me sorprendió mucho ese detalle por su parte, porque al ser tan tímida no terminaba de verla así.

Bastante sonrojada me preguntó si podía ver cómo dominaba el inglés al haberme cantado cumpleaños feliz, haciendo que me entrara la risa y dándole las gracias, aunque le sugerí que también me lo podía cantar en francés. Ella miró al techo meneando la cabeza, pero también me lo cantó de esa manera. Le di una vez más las gracias, además de un abrazo que ella me devolvió de buena gana.

Le pregunté cómo sabía que la tarta de queso era mi favorita, diciéndome ella que no era muy difícil de adivinar cuando era de lo que más me pedía en la cafetería, aunque tampoco tenía esa certeza, pero suponía que me gustaba mucho. Me contó que la preparó también el día anterior, a la vez que dejó a medio preparar la comida que acabábamos de terminar.

Le pregunté si no habíamos quedado en que todo eso lo haríamos el fin de semana, diciéndome ella que no lo pudo evitar y que tampoco era para tanto. Bajo mi punto de vista sí que lo era, porque no me esperaba tantos detalles, gustándome todo mucho. Terminamos de reposar la comida tranquilamente, llevándola después a la cafetería y marchándome yo rápidamente a casa para coger lo necesario para trabajar.

Por la noche, la cosa fue más tranquila una vez salí de trabajar, respondiendo todos los mensajes que tenía y que no pude responder por la tarde. Me sorprendió un poco encontrar uno de Valentina, quien me deseaban feliz cumpleaños, aunque también me puso que le dijera cuándo podía hablar para ver si podíamos coincidir y hacerlo.

Fue una llamada muy agradable la que tuve con ella al día siguiente, encontrando un hueco mientras trabajaba para hablar conmigo. Me felicitó por voz, preguntándome qué tal estaba yendo el día. Y le dije cómo estaba marchando, yendo todo de maravilla pese a estar empezando el día para mí, contándole que había dejado la celebración para el fin de semana.

Valentina se alegró de oír todo aquello, preguntándome qué tenía en mente para el fin de semana. Le conté que tenía previsto celebrarlo con otra persona que cumplía también años pocos días después, aunque no pidió más detalle, deseándome que continuara así de bien lo que me quedaba de día.

Aunque yo quise preguntarle algo, diciéndole ella que lo que fuera. Me interesé por cómo le iba a Elena en el trabajo, pudiéndome ella dar esa información mejor que nadie. Me explicó sin problema que todo iba de maravilla con ella por allí y que estaban muy contentas con su trabajo. También me comentó que la notaba bien de ánimo por lo que podía ver en su cara, viéndola con mucha regularidad.

No necesitaba saber más, por lo que ahí acabó la conversación, dándole las gracias por el interés en felicitarme y en hablar conmigo, diciendo ella que yo había hecho lo mismo cuando ella cumplió años meses atrás. Pero no colgó la llamada, porque se puso Daniela para felicitarme también pese a haberlo hecho el día anterior por mensaje, hablando prácticamente lo mismo que con Valentina, pero sin entrar en detalles tan personales.

Tras eso, mi madre me preguntó por mensaje si podíamos hablar, llamándola yo, porque iba bien de tiempo. Estuvimos hablando un poco más detenidamente que cuando lo hicimos el día anterior. Me dijo que me echaba mucho de menos y que no podía esperar a que llegara Navidad para que nos pudiéramos volver a ver, diciéndole yo lo mismo.

Luego me preguntó con quién andaba comiendo el día de mi cumpleaños, explicándole que estaba con la chica de la que le había hablado alguna que otra vez. Le entró mucha curiosidad y me pidió detalles de ella, contándole yo un poco, pero no demasiado para que no se pusiera pesada. Al final se quedó tranquila con lo que le dije y me dijo que se alegraba de que tuviera a alguien con quien pasar tiempo y que no estuviera solo.

Con mis amigos tuve una conversación parecida, bueno, con los que pude hablar, porque con Irene y Mario era más difícil por el trabajo que tenían. Ángela, Sofía y Hugo tenían más fácil sacar un momento para hablar conmigo de vez en cuando, aunque hablé más detenidamente con Ángela, pidiéndome algo de detalle de la comida que había tenido con Abby.

Le expliqué lo que ocurrió, encantándole a ella lo cercana que se estaba volviendo conmigo, no pudiendo esperar a que le diera la alegría de decirle que había dado el paso para ser algo más con ella, aunque yo veía eso complicado y lejos. Pero mi amiga no se desanimaba, dándome incluso fuerzas para ello.

También me preguntó quién me había felicitado por mi cumpleaños, contándole yo. No hizo ningún comentario, pareciéndole todo bien, y ahí dejamos la conversación, porque ella tenía que seguir trabajando. Era evidente que quería ver si Elena se había puesto en contacto conmigo, cosa que no había tenido lugar.

Tampoco me sorprendía, pues yo no la había felicitado en su cumpleaños tampoco. De hecho, llevábamos sin hablar desde la última vez que lo hicimos en persona, habiendo pasado ya muchos meses. Aun así, yo seguía mostrando algo de interés en ella, como al preguntarle a Valentina cómo le estaba yendo en el trabajo, pero con Abby tan cerca, no pensaba tanto en ella.​
 
Me da que el sexo entre estos no se va a dar hasta dentro de unos cuantos capitulos. Es de suponer que Abby es virgen y para el sexo, con lo timida que es aun queda, y si a eso le sumamos lo "bonachon" que es Javi y la paciencia que tiene, pues paciencia nosotros tambien.
Keranos sabe que estamos esperando a ver si se la cepilla, por eso nos tiene asi con capitulos tranquilos.
 
¡Qué maja es Abby! Y buena cocinera ... un gran partido ... la madre de Javier estará contenta.

Seguro que para el encuentro del fin de semana, en el que celebrarán con los regalos sus dos cumpleaños, Abby le tiene preparado un bollito calentito y jugosito.
Desconozco si en la repostería tradicional canadiense, el bollito es un elemento primordial 🤭
 
Me da que el sexo entre estos no se va a dar hasta dentro de unos cuantos capitulos. Es de suponer que Abby es virgen y para el sexo, con lo timida que es aun queda, y si a eso le sumamos lo "bonachon" que es Javi y la paciencia que tiene, pues paciencia nosotros tambien.
Keranos sabe que estamos esperando a ver si se la cepilla, por eso nos tiene asi con capitulos tranquilos.
Ya sabes lo que dicen: El sexo mientras menos se práctica, más se puede prescindir de él.
Javi está llevando la abstinencia a niveles que nadie hubiera imaginado.
Ni a la tentación onanista, sucumbe 😱
 
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Capítulo 885

Durante el viernes por la noche, Abby y yo estuvimos hablando de cómo lo haríamos para pasar el día juntos para celebrar nuestros cumpleaños. Quedamos en que nos reuniríamos por la mañana para vernos y luego comer juntos, queriendo improvisar, aunque le sugerí ir a algún restaurante para comer y no tener que preparar nada, cosa que ya habíamos comentado y que le pareció bien.

Ese sábado me levanté como siempre, porque tenía tiempo más que de sobra para hacer todo lo que tenía en mente. Me dio tiempo a ir al gimnasio y luego a correr un poco por las cercanías de mi casa, yendo luego a darme una ducha para pasarme por una tienda de ropa y comprarme algo que estrenar, por lo que me puse en marcha, pidiendo opinión en la tienda que más me gustó de las que encontré, consiguiendo una camisa y un jersey para aquel día.

Luego me pasé a comprar el regalo de Abby. Se me vino a la mente que a ella le gustaba mucho jugar, pero que lo tenía consola para hacerlo, teniendo solo un ordenador, el cual tampoco iba sobrado. La única duda que tenía era de si comprarle una consola o un portátil que tuviera buenos componentes para jugar. Pero no me resultó difícil decidirme, pues ella me había dicho en alguna ocasión que prefería las consolas y de hecho, estaba acostumbrada a jugar con la mía.

Así que le compré la misma consola que tenía yo, bueno, un modelo mejor y más avanzado, pero con el que ambos podíamos jugar en línea. También me hice con dos juegos para que no la tuviera de pisapapeles y se pudiera entretener, siendo uno de ellos el que más jugaba cuando iba a casa y con el que pudiéramos jugar los dos juntos. El otro que le compré era uno más reciente, el cual llevaba poco en el mercado.

Pedí que me lo envolvieran todo para regalo y me lo llevé a casa para dárnoslo luego, pues antes íbamos a dar un paseo, por lo que fui a su casa en moto y ella me recibió con una sonrisa muy bonita, dándome un abrazo. Estuvimos un rato en su casa, charlando mientras su gata estaba con nosotros. A Abby le hacía gracia el cariño que me había cogido su gata habiéndome visto pocas veces, pero era algo que le gustaba.

Al final estuvimos más rato de la cuenta en su casa charlando, pero la verdad es que daba igual, porque estábamos muy entretenidos. Se nos pasó el tiempo muy rápido y al final improvisamos un poco para ir a comer a algún sitio, acabando en uno al que solía ir ella años atrás, el cual me gustó bastante por su sencillez, además de que todo lo demás estaba bastante bien. Fue una comida que nos tomamos con calma y muy agradable, aunque lo que más me gustó fue la compañía.

En lo que comíamos acordamos dar un paseo después para luego ir a su casa y comernos allí otra tarta que preparó, pero esta vez para los dos. Que la que preparó para el día de mi cumpleaños también lo fue, pero todo lo que sobró me la llevé a casa y me la terminé yo solo y luego lo que haríamos, después de entregarnos los regalos también, sería arreglarnos bien para ir a otro restaurante a cenar y luego poder irnos a tomar algo por ahí.

Me parecía un plan excelente, por lo que pagamos la comida y nos fuimos de allí, empezando a dar el paseo. Ya lo había hecho bastante por la ciudad, pero ella me llevó por algunos rincones que no conocía, yendo todo de maravilla, aunque luego cambiaría un poco la cosa, porque llegamos a lo que yo creía que era un parque al tener tanto césped y verdor, como había reconocido en las veces que había pasado por ahí en varias ocasiones, aunque no lo era.

Nunca había entrado y ahora que lo había hecho por fin me daba cuenta de aquello era un cementerio, lo cual me impactaba un poco, ya que no estaba acostumbrado a ver un cementerio de esa manera, como tampoco esperaba encontrarlo en una zona tan céntrica y sin mucha privacidad al poder verse todo desde fuera. Tan céntrico estaba situado, que la cafetería donde trabajaba Abby se encontraba tan solo a unos 500 metros de allí.

Me llevó hasta donde se encontraban enterrados sus padres, estando uno al lado del otro. Vi que se emocionó, porque se le pusieron los ojos vidriosos y de hecho se le derramó alguna lágrima. No dijimos nada, dándole yo un abrazo para consolarla, porque era muy evidente que se le hacía muy duro estar allí.

Cuando salimos y continuamos dando ese paseo que empezamos previamente, me contó que le costaba mucho ir a ese lugar en el que estaban enterrados sus padres, porque le traía malos recuerdos. De hecho, me dijo que podía contar con los dedos de una mano las veces que había ido a verlos, pero que siempre pagaba un servicio que mantuviera el lugar limpio y para que le pusieran flores regularmente, como pude observar, ya que había unos lirios morados.

Abby me contó que pidió que pusieran de vez en cuando ese tipo de flor en específico, como también deseaba que fueran de ese color. La razón era más simple de la que imaginaba, ya que su madre se llamaba Lily y el morado era su color favorito. También me contó que no solía mirar cuando pasaba por el lugar, confesándome que siempre apartaba la mirada cuando yo la llevaba desde su casa al trabajo, ya que solíamos pasar por ahí.

El paseo se volvió muy silencioso, aunque no pude evitar preguntarle por qué habíamos ido hasta allí si no le gustaba hacerlo. Abby me contó que llevaba mucho sin hacerlo, que en lo que llevábamos de año no lo había hecho aún y eso que estábamos por acabarlo en pocas semanas, pensando que tendría la fuerza suficiente estando yo a su lado. No le dije nada al respecto, pasándole solo el brazo por encima de los hombros.

Aunque sí pensé que ese gesto de llevarme hasta allí y decirme lo que me acababa de decir era el mejor regalo que me podía haber hecho, aunque sospechaba que ella no se daba cuenta de ello. Y yo tampoco le dije nada, continuando con el paseo hasta que volvimos a su casa, pero le pedí un momento para que pudiera ir a por su regalo, cambiándole el ánimo, pidiéndome que no tardara mucho, que ella también me quería dar el mío.

De camino a casa me quedé muy pensativo con lo que había pasado cuando fuimos al cementerio, dándome cuenta del mal cuerpo que se me había puesto al verla así de mal, con algunas lágrimas en su cara. No quería volver a verla así más, eso lo tenía muy claro. Fui hasta casa y eché en la moto el regalo que le compré por la mañana, no tardando en volver a su casa para poder intercambiárnoslos.

Cuando llegué, Abby me esperaba al parecer con impaciencia, porque me abrió la puerta enseguida. Me contó que estaba pendiente, mirando por la ventana y que en cuanto me vio fue a abrir. Mi regalo estaba sobre la mesa del salón, indicándome ella que dejara mi regalo al lado, porque antes teníamos que hacer una cosa.

Para ello, me llevó al comedor, en donde me pidió que esperara, sacando otra tarta que hizo el día anterior, aunque esta vez era de limón, comentándome ella que era de sus favoritas y que lo mejor era que no empachaba mucho. Volvió a poner las velas que usó el verdadero día de mi cumpleaños, aunque ahora también puso las suyas.

24 años hacía ella, mientras que yo ya llegaba a los 28, aunque en realidad ese día no era el verdadero cumpleaños de ninguno de los dos, pero acordamos celebrarlos ese día. Nos cantamos cumpleaños feliz mutuamente y soplamos las velas después de pedir un deseo, dándonos un abrazo cuando terminamos. La tarta estaba tremendamente buena, gustándome mucho, porque como me contó, era suave y ligera, cosa que te permitía comer sin miedo a empacharte.​
 
... dándome cuenta del mal cuerpo que se me había puesto al verla así de mal, con algunas lágrimas en su cara. No quería volver a verla así más, eso lo tenía muy claro.
Pues nada, para Navidad que se la lleve a casa para que no la pase sola. Así también le evita alguna lagrima en la despedida.
Ya está, hecho, en Noche Buena cena familiar en casa de la madre de Javier, este acompañado de Abby y David acompañado de ...
 
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Hay que reconocer que Javi no escatima en gastos. Una consola a Angela, otra a Abby, depende del modelo, aunque tengo entendido que cuando sale uno nuevo, los antiguos los quitan de circulación, asi qué quizás son las últimas, más los juegos, no bajan de 500 o 600 euros cada una.
 
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