Capítulo 850
Ella no me dijo nada, asintiendo con su cabeza mientras permanecía de brazos cruzados, apartando la mirada. Tras eso, me fui de su casa, bajando por las escaleras para salir de su bloque y meterme en el coche, en donde permanecí quieto durante varios minutos pensando en que se había acabado.
Tuve varios impulsos de volver a subir para hablar con ella una vez más y reconsiderar lo que nos habíamos dicho para tratar de solucionarlo y quizá volver a intentarlo, dejar pasar un poco de tiempo o tal vez alguna otra opción que se le pudiera ocurrir a ella, pero pude controlarlos, viendo que estaba claro que ella seguía desconfiando extremadamente de mí, siendo imposible tratar de resolver todos los problemas que teníamos.
Así que me puse en marcha para volver a casa, en donde me quedé tumbado sobre el sofá sin hacer nada durante el resto de la mañana. Oí que me llegaron un par de mensajes al móvil, pero es que no tenía ganas de nada en ese momento, ni siquiera de ir a por Ángela como le dije que haría si la conversación salía mal.
No me apetecía meterme en la cocina y la verdad es que tampoco tenía mucha hambre, por lo que me pedí una pizza para tratar de comer algo. Después de hacerlo, vi que los mensajes que me habían llegado era de Ángela, quien me preguntaba cómo había ido la cosa con Elena, a lo que me demoré un poco en contestar, porque no me apetecía mucho hablar del tema y sabía que si le decía que había ido mal, como había pasado, me llamaría al instante para hablar.
No me apetecía nada contarle lo que había pasado, pero es verdad que le dije que iría a por ella si la cosa salía mal. No pienso que fuera algo que dijera en un calentón, porque ya tenía medio asumido el destino que iba a enfrentar, pero una cosa es imaginarlo y otra vivirlo, porque me sentía peor de lo que pensaba que iba a ser.
La indiferencia de Elena y sus respuestas secas y cortantes me resultaban hirientes, sobre todo cuando estábamos acabando la conversación, plasmando sus sentimientos crudos mientras que yo en realidad le decía que le deseaba lo mejor y que esperaba que le fuera bien. Pero al final sí que le puse a Ángela cómo había ido la cosa, llamándome como respuesta, como ya sabía yo que iba a hacer.
-¿Cómo estás? -me preguntó en cuanto le cogí la llamada.
-Pues no muy allá, la verdad.
-Imagino...
-Te dije que iría a por ti en cuanto saliera de su casa si la cosa salía mal, pero...
-No hace falta que vengas. Ni que me digas nada. Solo quería ver cómo estás.
-A ver, no estoy como cuando me dejó la otra vez, pero pensaba que no me iba a doler tanto. Creía que lo tenía asumido y tal, pero ahora que me he enfrentado a ello y ha salido mal...
-Vale, ya está. No hace falta que me digas nada si no quieres. Creo que no quieres hablar de ello, es lo más normal, porque imagino que ha tenido que ser duro.
-Sí.
-Bueno, tú tranquilo, ¿vale? ¿Quieres que vaya a tu casa a hacerte compañía?
-No quiero joderte el día, Ángela. Yo voy a estar muy chafado y no quiero hacerte perder todo el día sin hacer nada.
-No me importa. Tampoco es que tuviera nada que hacer, vaya.
-No sé... ¿Qué te parece si lo dejamos para mañana?
-Como quieras, Javi, pero yo creo que te vendría bien tener a alguien para no estar solo.
-Mira, voy a comer algo, a ver si puedo y cuando lo haga te digo, ¿vale? Así te dejo comer a ti también tranquila.
-Vale. Pero si necesitas hablarlo antes de que pueda ir o algo me avisas, ¿vale?
-Sí, tranquila.
Agradecía mucho su preocupación por mí y cómo le importaba, pero es que en ese momento no estaba para eso, porque casi que quería estar solo. La verdad es que no quería que mi amiga se perdiera todo un sábado por mi culpa. Aproveché que acabé rápido de hablar con ella y que aún no había llegado la comida para hablar con mi madre, explicándole que la decisión había sido tomada al no haber salido bien la cosa con Elena, contándole que había llegado no hacía mucho de su casa.
Mi madre se lamentó de oír aquello, preguntándome cómo estaba, diciéndole que pensaba que no iba a sentarme tan mal. Me dijo que fuera para pasar el fin de semana con ellos allí y no estar solo, pero es que no me apetecía meterme dos horas de carretera, así que le dije que al día siguiente me acercaría si veía que lo necesitaba.
Se preocupó mucho por mí, diciéndome que comiera, contándole que había pedido una pizza y que estaba de camino, cosa que la dejó más tranquila, aunque seguía preocupada. Me insistió en que fuera hasta allí para estar con ella, pero le volví a decir que no me apetecía, terminando ella al decirme que me iría llamando para ver cómo estaba.
Al poco llegó la comida, pero es que seguía con el estómago cerrado, tal y como lo tenía antes de ir a casa de Elena, pero aun así me forcé a comer algo para que no se preocuparan más por mí. No pude comerme ni la mitad de la pizza, pero al menos comí algo, dejando el resto para la noche, por si me entraba ahí más hambre, teniéndola ahí para entonces.
Me sorprendió encontrar a Ángela tras la puerta cuando llamaron, preguntándole qué hacía ahí, aunque ella no dijo nada de primeras, dándome un fuerte abrazo, haciéndole pasar yo para que no cogiera frío, sentándonos en el sofá. Allí me explicó que seguía pensando que no estaba bien que me quedara solo todo el día, por lo que tomó la iniciativa y vino a casa en cuanto dejamos de hablar.
Caí en la cuenta de que entonces no había comido, como efectivamente pasaba por lo que le ofrecí yo comida, diciendo ella que no hacía falta, aunque yo pensaba que sí, que no podía estar sin comer, por lo que fuimos a la cocina, diciéndole que podía hacerse lo que quisiera, aunque al ver los restos de la pizza que me sobró, dijo que se apañaba con eso, dando ella el visto bueno a lo que había comido yo, diciendo que era mejor que nada.
Al regresar al salón después de haber calentado la pizza me dijo que no teníamos que hablar del tema si no quería, que ella había venido para hacerme compañía y que no me comiera tanto la cabeza con el tema, porque sabía de sobra que lo iba a hacer. Quería estar solo antes de que ella viniera, pero es verdad que su presencia me hizo mucho bien.
Me puso mucho más fácil empezar a pasar por aquello, porque mi amiga se esforzaba en darme tema de conversación, en enseñarme algunas cosas de su trabajo o en animarme a jugar con ella a la consola para enseñarle. Luego ya me animé a hablar de lo que había pasado en casa de Elena, comentando ella que se imaginaba que pasaría algo así.
Pensaba que Elena estaba muy dolida con todo en general como para encerrarse en su idea de buscar un culpable y sin dejar que alguien más le ayudara con sus problemas. Decía que esperaba que con el tiempo viera que necesitaba un poco de ayuda y que la buscara, porque así le iría mucho mejor en general.
Seguimos charlando, diciéndole yo que no sabía muy bien cómo decirle a los demás lo que había pasado y la decisión final, aunque creía que ya se debían de haber enterado por Elena, pensando Ángela que no era así, porque entonces ya me habrían llamado, sobre todo Irene, pero no tenía ninguna llamada de ninguno.
Quien sí me llamó fue mi madre para preguntarme cómo seguía, explicándole que una amiga había venido a verme al enterarse también de lo ocurrido. No tuve ni que decirle el nombre para saber ella de quién se trataba, diciendo que así se quedaba más tranquila, pero que quería que fuera al día siguiente hasta allí para que me pudiera ver y para que pasara un poco de tiempo allí.
Ángela dijo que tenía que hacerle caso a mi madre e ir a verla para que se quedara más tranquila. No tenía que convencerme mucho en realidad, por lo que le dije que sí en cuanto ella me dijo eso.
Luego le pregunté si seguía en pie lo de venirse unos días a vivir conmigo, diciendo ella que sí, siempre y cuando yo quisiera. Le dije que estaba viendo lo bien que me estaba sentando tenerla allí para sobrellevarlo mejor, así que si no tenía problema, pues podíamos verlo.
Dijo que vendría encantada y que de hecho, al día siguiente podíamos volver a la ciudad y mientras yo pasaba el día con la familia, ella iría preparando la maleta y demás para venirse, aunque se puso firme en que compartíamos gastos.
Le dije que no hacía falta, pero ella me dijo que o lo hacíamos o no se venía, por lo que acepté, aunque en realidad no le iba a suponer mucho gasto por parte del alquiler, porque, aunque ya no pagaba lo mismo que cuando fui de primeras, sí que lo seguía teniendo muy bien de precio.
Ella quedó encantada al ceder yo y al ver lo barato que era, diciendo que iba a estar bien vivir juntos y poder hablar en persona en vez de por teléfono, comentando también que le estaba gustando mucho jugar con la consola y que ahora lo podría hacer más a menudo.