Capítulo 862
Las semanas empezaron a pasar, en donde mi estado de ánimo iba a mejor, aunque de manera algo lenta. Seguía pensando en Elena bastante, pero me mantuve firme en la decisión que tomé sin ponerme en contacto con ella para nada, en especial al no hacerlo ella tampoco conmigo. Ya no me podía resultar más claro que había perdido el interés en mí y en que lo nuestro no iba a volver a lo que un día fue.
Y fue algo que me costó aceptar en realidad, sobre todo de primeras, que siempre que hablaba con Irene o Sofía le preguntaba mucho por ella, pidiendo detalles de cómo se encontraba y de qué era de ella. Pero con el pasar de las semanas, cada vez empecé a pedir menos detalles, llegando a un punto en el que con saber que se encontraba bien me resultaba más que suficiente.
Ángela se animó también a hacer un poco más de vida que de quedarse en casa o ir a ver a su hermana o a su madre, porque volvía a quedar con sus amistades de la ciudad, como hacía cuando me reencontré con ella, sobre todo al ver que me iba encontrando mejor.
Salir con sus amigos llegó a formar parte de su rutina, en donde solía quedar un par de veces por semana con ellos para cenar y tomarse algo después, animándose también algunos fines de semana para ir de fiesta con ellos, aunque también se iba conmigo y con los demás, siempre y cuando Elena no aparecía por mi ciudad para verse con ellos.
En esas semanas también tuvo lugar el cumpleaños de Hugo, quien seguía luchando por superar su adicción. En esta ocasión nos resultó mucho más fácil poder asistir a la reunión que tuvimos, ya que Elena se encontraba fuera por algo relacionado al trabajo, aunque me contaron que le había llamado para felicitarle y hablar un poco con él, queriendo hacerlo en persona cuando volviera. Pudimos estar los más íntimos, con su pareja Sofía, Ángela, Irene, Mario y yo.
Fue un día fantástico el que pasamos los seis, pues estuvimos comiendo, luego en una cafetería, permaneciendo juntos toda la tarde y siguiendo para cenar, terminando en casa de Sofía para estar un rato más hasta que dijimos de irnos no muy tarde en realidad. Lo único malo que tuvo lugar ese día fue una noticia que nos dieron tanto él como Sofía acerca de su futuro, en donde nos contaron que se iban a ir a vivir a la ciudad de Sofía.
Nos pilló bastante por sorpresa a todos, entrándonos un poco el bajón, aunque entendíamos los motivos, ya que Sofía dijo que sus abuelos estaban muy mayores y que quería aprovechar y pasar más tiempo con ellos, además de que habían podido encontrar un buen trabajo para Hugo, de lo suyo, porque al parecer necesitaban un cocinero en un restaurante que era de un amigo de Sofía, donde no iba a tener problema, en especial con la experiencia que tenía ya encima al trabajar en varios lugares de renombre.
Nos alegramos en realidad de que hubiera podido encontrar un trabajo con tan buena pinta, porque el amigo de Sofía era muy cercano y estaba segura de que en esta ocasión no habría problema. Hugo se mostraba muy positivo al respecto, pensando que trabajar en un restaurante tan cerca de la playa sería genial, porque para desconectar una vez acabaran podían ir a la playa. Pero Sofía nos dijo que no pasaba nada, que ella se quería que la relación de amistad que teníamos siguiera igual, diciendo que se esforzaría en que así fuera, llamándonos bastante y haciéndonos visitas.
Todo lo demás se mantuvo de la misma manera, al menos de primeras. Porque Cintia se empezó a dejar ver por casa para ver a Ángela. Empezó a tener lugar en ese periodo de adaptación en el que me encontraba desintoxicándome de Elena. Me resultaba muy obvio que se veían con sus intenciones, dándome cuenta de que se habían hecho follamigas, aunque ninguna de las dos es que lo escondiera ni nada parecido, pero tampoco decían que lo eran. Simplemente surgían esas quedadas en donde pasaban tiempo, generalmente en donde vivíamos Ángela y yo, por lo que yo estaba también presente, empezando a tener algo más de relación con Cintia.
Jamás las oí hacer nada, porque yo siempre me retiraba a una hora prudente para dejarles intimidad, aunque en realidad Cintia no tardaba en irse después de que yo me retirara, viendo yo que no era posible que pudieran tener un encuentro sexual en un lapso tan corto de tiempo.
Pero un día, estando yo bastante mejor de mi desánimo, la cosa fue diferente, porque en esa ocasión salimos los tres a tomarnos algo al ser sábado por la noche. No nos recogimos muy tarde, pensando yo que ellas se irían a casa de Cintia para tener más intimidad, pero resultó que acabamos en la nuestra para seguir allí un poco más.
Me percaté de que tenían lugar algunas caricias que no había visto previamente en esos encuentros en los que estábamos presentes los tres. Ángela no había tomado gota de alcohol, como siempre, mientras que Cintia llevaba solo un par de copas encima, pero se veía que ambas estaban con ganas.
Yo opté por hacer lo de siempre en esos casos, retirarme para dejarles intimidad, en especial ahora que veía que la cosa podía ir a más. Y vaya que si fue, porque empecé a escuchar muchas risas provenientes del salón de primeras, aunque luego se fueron a la habitación de Ángela, donde continuaron, parando después, pero volviendo.
Me las empecé a imaginar en el tema y la verdad es que me empecé a excitar bastante. Llevaba sin echar un polvo desde la última vez que lo hice con Elena el día del cumpleaños de Sofía, y de eso hacía ya lo suyo, aunque sí que había empezado a masturbarme en las últimas semanas.
Al haber visto a Ángela follar con Irene y al haber visto tanto a ella como a Cintia desnudas en varias ocasiones, me resultaba fácil imaginarlas juntas, por lo que me empecé a tocar con aquello, acelerando cuando todo se quedó en silencio, resultándome un indicio de que habían empezado de verdad, tratando de mantener silencio para que no las pudiera escuchar.
Aunque me sobresaltó cuando llamaron a la puerta, asomando Cintia la cabeza al abrir la puerta y preguntándome si estaba dormido. Cuando le respondí que no, abrió más la puerta, entrando mientras reía, dándome cuenta de que estaba totalmente desnuda.
Pero no estaba sola, ya que arrastraba a Ángela al tirar de su mano, quien también se encontraba sin nada de ropa encima, viniendo las rápidamente hacía la cama, poniéndose Cintia de rodillas sobre ella, con una buena sonrisa en su cara, mientras que Ángela permanecía de pie algo cortada.