Capítulo 625
No tardamos mucho más en despedirnos para marcharnos a la cama, porque todos debíamos madrugar para ir a trabajar, aunque yo no había ni cenado aún, así que me puse a ello, pero le pregunté a mi madre si estaba disponible para hablar, porque también quería informarle a ella. Se llevó un chasco bastante grande cuando se enteró de la noticia, dándole lástima por no haberle dado tiempo a conocerla ni siquiera, aunque al menos la había visto, que no era poco. Y de ese chasco pasó a la decepción cuando le conté el motivo de la ruptura. A nadie le gusta enterarse de que alguien cercano ha sido infiel en su relación, pero para una madre debe ser peor aún. Aun así, no me echó la bronca ni nada, pero sí dejó constancia de que aquello no le había gustado nada. Hasta me llegó a preguntar con quién había sido. Se lo conté, porque ya le había hablado de Ángela a mi madre en alguna ocasión, sobre todo cuando estaba estudiando con ella.
Fue una información que no varió nada su estado de ánimo, ni para bien ni para mal, pero me dijo que tenía que tener cabeza y no meterme en una relación en la que viera que no iba a estar cómodo. Yo le dije que lo estaba con Valentina y que me hubiera gustado seguir con ella, pero fue un reencuentro muy especial que me hizo mucha ilusión. También le conté que andábamos un poco así antes de que acabáramos la carrera, aunque no llegamos nunca a ser pareja, pero a ella le daba igual, porque en el momento en el que me reencontré con ella sí que la tenía y me veía contento cuando le hablaba de ella. Por ahí dejamos la conversación, porque no quería recibir más de lo que ya lo había hecho por mucho que lo mereciera, así que nos despedimos dándonos las buenas noches. Aunque antes de irme a dormir le mandé un mensaje a Ángela diciéndole que le tomaba la palabra en eso de pasar el fin de semana junto a ella. Y mi amiga me respondió encantada con varios emoticonos con caras sonrientes.
Ya al día siguiente recibiría mensajes de Daniela para ver cómo estaba después de la decisión que había tomado Valentina, porque estaba enterada al estar mucho encima de ella para que no estuviera sola y pasara aquello mejor. Le comenté que era algo que prefería hablar con tranquilidad, aunque lo quería hacer así más por otro motivo, por el que me exigió Valentina, pidiéndome que me alejara de ella. A Daniela le pareció bien, aunque pensaba que ella no estaba enterada de esto último por cómo fue ella la que tuvo la iniciativa de hablarme para ver cómo me encontraba. También aproveché para preguntarle cómo estaba mi expareja, porque asumía que se le tenía que estar haciendo duro por lo ilusionada que la veía cuando estábamos juntos. Efectivamente, Daniela me contó que no estaba siendo algo agradable para ella precisamente, aunque al menos ya no lloraba, pero sí que notaba de bajón. Pero ella hacía lo que podía al ir a su casa para hacerle compañía y también me contaba que se refugiaba mucho en el trabajo, quedándose allí a comer incluso.
Quedamos en vernos pronto, pero lo cierto es que no pudimos llevar esa reunión a cabo, porque yo no iba a ir a la cafetería pudiendo estar Valentina por ahí y porque tenía que trabajar. Y para cuando ella salía por la tarde-noche y yo ya estaba disponible también al acabar en la academia, se iba con Valentina para cenar juntas, ya que me contó que no tenía mucho apetito y tenía que estar encima de ella para vigilarla en ese aspecto. Así que hasta mi vuelta de Ibiza no podríamos hacerlo. Me moría de ganas por ver a Valentina y poder hablar con ella, abrazarla, olerla e incluso besarla, pero me resultaba muy difícil por horarios y demás. Ella permanecía en la oficina desde bien temprano hasta la noche y no veía nada viable ir, porque seríamos el centro de atención de toda la empresa y sabía que eso la reventaba hasta tal punto que empeoraría la cosa más aún, porque nadie de allí conocía que Valentina estaba conmigo y dudo mucho que también supieran que se había divorciado.
Solo veía bien la posibilidad ir a su casa por la noche, aunque en esas horas ya estaba con Daniela. Era algo que contemplaba bastantes veces con seriedad, llegando al punto de que me acerqué en un par de ocasiones hasta la misma puerta de su edificio, aunque no llegué a llamar. Ella tenía claro desde el minuto 1 que no quería verme más, recordándomelo el miércoles por la noche con ese mensaje y bloqueándome a los pocos minutos. No estaba tan desesperado como la otra vez en la que seguramente podría haber hecho más de lo que hice, pero eso tampoco quitaba que no estuviera triste por todo lo que había pasado. Esos días me pasé bastante tiempo pensando y recordando momentos con ella teniendo hasta la televisión apagada, pero cuando reaccionaba y veía que era algo que me hacía daño, me ponía a jugar para distraerme y sobrellevarlo mejor. Eso y hacer la maleta para pasar el fin de semana con Ángela.
El jueves estuve mirando vuelos que estuvieran bien de precio para que no me saliera muy caro y tuve la suerte de encontrar uno relativamente bien de precio para el próximo día, que era justo cuando quería salir, el viernes por la noche una vez saliera de trabajar. El vuelo fue bastante tranquilo, aunque no estaba pendiente de eso, además de que era corto de por sí. Bastante diferente al último que hice en el que estaba bastante nervioso, pero ahora no tenía ningún motivo para estarlo, porque ya había pasado todo. Estaba muy a mis cosas pensando y escuchando música en el móvil, llegando antes de lo que esperaba. Se me hizo más corto de lo que pensaba que sería en realidad. Al llegar, me dirigí a la terminal en un pequeño bus, porque quedaba algo retirado y me dirigí a la salida, encontrándome a Ángela allí pese a que no quedamos en nada en concreto.
Sabía que el vuelo tenía lugar a esa hora, pero no quedamos en que iría a por mí. Me encantó verla agitar su mano mientras me llamaba con su voz algo aniñada. Me pareció un gesto tierno, que se volvió así más aún cuando puso esa cara conforme me acercaba a ella. Me miraba con cara de sentirse muy culpable, con sus cejas caídas. La misma que cara que puso en la videollamada que hicimos un par de días antes. Me dio un abrazo grandísimo que me llegó hasta a impresionar, porque debía pensar que estaba muy mal para recibirme así. Me gusto también ese gesto, pasando después a darme un beso en la mejilla y saliendo juntos del aeropuerto para ir hacia el pequeño coche que se encontraba el parking de dicho lugar y que tenía por costumbre alquilar siempre que iba allí para poder moverse mejor. Me preguntó si quería conducir yo, pero se recordó a sí misma que no me conocía el camino para ir a su casa mientras reía, aunque le sugerí de ir a cenar algo, porque yo no lo había hecho.
La cosa es que eran algo más de las 12 de la noche y a esa hora no habría gran cosa abierto, prefiriendo ella dejarlo para la noche siguiente e ir a buen sitio de paso. Por eso nos montamos en el coche, para regresar a su casa y ya cenaría algo allí. Por el camino, Ángela me preguntó cómo me encontraba, diciéndole yo que no era para tanto, porque la veía afectada de verdad, mirándome a cada rato con esa expresión de pena. Y es verdad que al verla me animé más, porque durante toda la semana no había visto a nadie realmente cercano a mí, alguien con quien pudiera contar y lo cierto es que con ella a mi lado, esa tristeza que venía teniendo se iba disipando. Hasta le pedí que no estuviera ella así para poder disfrutar de ese fin de semana juntos. Por suerte, Ángela pareció cambiar el chip y puso una de sus preciosas sonrisas en su cara para continuar hablando, aunque ya de otras cosas.
No esperaba que su casa estuviera tan alejada del aeropuerto, pues se encontraba a más de media hora y conforme más nos acercábamos, más sinuosas eran las carreteras. Un motivo por el que prefiero conducir yo en un viaje es que me mareo mucho, y más con ese estilo de caminos, pero la verdad es que Ángela conducía muy bien y no iba muy rápido. Eso, más la charla que teníamos bastante distendida hizo que se me pasara rápido el momento y que no me pusiera mal. En lo que íbamos, me contó que era una casa que estaba en las proximidades a una cala que ella decía que siempre estaba muy tranquila, tanto que parecía que era exclusiva para ella y su familia, porque nunca había nadie, especialmente bien entrada la noche. En algún momento me había hablado de ella, sobre todo cuando se acercaba el final del curso en el que nos encontrábamos, aunque nunca me enseñó ninguna foto ni me dio detalles de ella, pero sí me decía que le encantaba ir y que antes solía pasar mucho más tiempo allí en verano, pero los últimos años ya no era tan así, porque tenía que trabajar y otras cosas más.
Me quedé muy impresionado una vez llegamos, porque la casa tenía una pinta increíble. Una vez la vi por dentro a fondo y nos fuimos a la cocina para preparar algo para que pudiera cenar le acabé diciendo que me gustó mucho. No era una casa exageradamente grande como las que todo el mundo imagina al estar en una ubicación como esa, pero tampoco quedaba lejos de aquello. Lo que más la diferenciaba de una de esas era que no era tan grande y que no tenía piscina. Aunque no le hacía falta eso último cuando tenías una pequeña porción de playa para ti solo prácticamente, además de que tenían un jacuzzi en el pequeño porche que había en la planta de abajo, el cual tenía una pequeña valla que daba a un pequeño sendero que bajaba a esa miniplaya. Todo estaba muy acorde al lugar al predominar el color blanco y al estar todo bien abierto, aunque las habitaciones y los baños sí que tenían puertas, pero ninguna estancia más las tenía.
Tenía tres habitaciones grandes, aunque una predominaba. Ella me contó que esa era la de sus padres, cosa que ya deduje yo al ver una foto de ambos colgada sobre el cabecero de la cama. Fue la primera vez que los vi, encontrándome que su madre era rubia, como ella y su padre moreno. Podía ver cómo Ángela se parecía más a su madre que a su padre, pero tampoco me dio tiempo a ver bien la imagen, porque tiró de mí para enseñarme el resto de la casa. Siguió con la habitación de su hermana, la cual iba a venir al día siguiente, o eso pensaba ella, porque estaba saliendo con los amigos, pero se iba a quedar la semana siguiente por completo también. Era más pequeña que la de sus padres, pero bastante amplia y bonita igualmente. Luego pasamos a la suya, que era clavada a la de su hermana, aunque cambiaba en la decoración un poco, pero tampoco mucho, porque seguía manteniendo el estilo de la casa. Lo que más llamaba la atención era la cama, que era diferente, porque era más grande, como una de matrimonio y la diferencia más grande era que tenía un baño propio, como el de la habitación más grande, aunque este era bastante pequeño y no llegaba a tener ducha.
Después de enseñarme el baño de arriba me enseñó la planta de abajo, porque ahí es donde hacían vida por así decirlo, teniendo un gran salón con una cocina casi americana, por tener como una ventana que conectaba con él, mostrándome por último el baño de esa planta. Ya nos fuimos a la cocina a preparar algo, recurriendo a hacer algo de pasta, ya que se prepara rápido, aunque tampoco es que hubiera gran cosa para hacer, porque siempre que iban solían comer en un pequeño local que hacía de pensión, pero es que conocían al personal de muchos años y servían buena comida, por eso iban siempre allí. Nos salimos al pequeño porche para poder cenar yo con vistas al mar, aunque la vegetación del lugar al estar algo altos tapaba un poco, pero eran unas vistas muy bonitas igualmente. Fue un momento que me encantó, con ambos charlando de momentos vividos en la universidad, recordando tantos ratos buenos y divertidos.
Ella me miraba bebiendo su refresco con pajita, con una sonrisa permanente en su rostro, aunque a veces los cerraba cuando recordábamos alguna anécdota graciosa. El único problema que vi fue el calor que hacía. Más que eso, humedad. Demasiada, que unida al calor típico del mes de agosto, hacia transpirar de por más. Ángela estaba como si tal cosa, supongo que al estar acostumbrada, aunque también ayudaba bastante cómo iba vestida al llevar una camiseta blanca de pijama con algunos dibujos de flores. Era de tirantes y no le llegaba al ombligo, permitiéndole lucirlo. En la parte de abajo llevaba unos pantaloncitos muy bonitos, a juego con la camiseta, aunque eran tan cortos que sus nalgas asomaban un poco. También podía apreciar que llevaba tanga por cómo se movía su culazo, además de cómo se transparentaba el color. No me dejó verla cambiarse, como si le diera vergüenza, aunque su cuerpo no escondía ya nada para mí.
El caso es que yo sí que sudaba al ir aún con la camiseta y las bermudas. Ella se dio cuenta y me preguntó si me quería dar una ducha. Por supuesto, acepté el ofrecimiento, marchándome de inmediato para estar más cómodo, aunque una vez me la di, empecé a sudar de nuevo un poco conforme me secaba el cuerpo. Tuve que abrir la puerta en mitad de la operación para no meterme otra vez en la ducha y darme otra. Total, Ángela me había visto ya muchísimas veces desnudo y no tenía por qué estar cerrando puertas en ese sentido. De hecho, me llegó a ver, riendo ella de manera encantadora como si le diera otra vez vergüenza. Le pregunté que a qué venían esas reacciones, diciendo ella que a nada. Cuando acabé, fui hasta su habitación en boxers, porque eché la otra ropa a lavar para hacerlo al día siguiente, pasando a preguntarle dónde me tocaba dormir a mí. Ella me contestó que allí mismo, con ella, si yo no tenía ningún problema, claro.
Por mi parte ninguno. Si más veces que lo habíamos hecho ya habiendo jugado o sin hacerlo... Así que nos tumbamos, ella con su pijama y deshaciendo la coleta que se hizo al llegar a la casa para dormir con el pelo suelto, quedándome yo en calzoncillos. Nos dimos las buenas noches y nos pusimos cómodos para dormir, haciéndolo ella de momento, poniéndose de lado para darme la espalda, pero yo no conseguía conciliarlo. De primeras me quedé mirando su cuerpo, porque entraba algo de luz desde fuera y se podía adivinar bien su silueta y algunos detalles más. Qué cuerpo tan bonito tenía con esa espalda estrecha y ese culazo. Me entraron muchas ganas de acariciar su cuerpo e incluso me llegué a acercar a ella para poder olerla, consiguiéndolo, lo que ocasionó que me excitara entre eso y lo que veía.
Pero no acabé de hacerlo, porque aún tenía a Valentina rondando mi cabeza. Hasta llegué a coger el móvil para distraerme y dejar de pensar en ir más allá con Ángela. Miré a ver si tenía algún mensaje destacable, pero nada interesante más allá de los que encontraba siempre en los grupos de amigos. Como no encontré nada del otro mundo me puse a revisar el chat que tenía con Valentina. Ponía una sonrisa en mi cara al ver cómo empezábamos a hablar y cómo la cosa iba cada vez a más, pero pasé a poner gesto triste por obvias razones. Al final me levanté con cuidado de no despertar a mi amiga para abrir el ventanal que tenía y salirme al pequeño balcón que tenía, también con vistas al mar, ya que se encontraba justo encima del porche en el que habíamos estado un rato antes. Allí me puse a mirar fotos de Valentina. Todas las que tenía, parándome más en las que salíamos los dos juntos sonrientes y dándonos algún beso.
Me notaba muy raro, porque me venía todo como en oleadas. Lo mismo estaba bien, que me empezaba poner triste. Pensaba que con la presencia de alguien muy cercano a mí, como era Ángela, la cosa iría a mejor y me olvidaría bastante del tema al estar más distraído, pero lo cierto es que en esos momentos de "soledad" como en el que me encontraba al no poder dormir y al hacerlo ya mi amiga, me daba por pensar y acababa así. Hasta traté de llamarla, pero no estaba disponible. Efectivamente me había bloqueado, porque no me daba tono ni siquiera. Con lo bien que había empezado la cosa al llegar y ahora me encontraba así de decaído. Me puse de nuevo a mirar las imágenes que tenía de ella, parándome esta vez en una que foto que le eché en esa cena que hicimos en su casa en la que ambos nos pusimos guapos. En la primera, llevando ella el vestido que se puso para la boda a la que asistió.