Capítulo 630
Había un ambiente increíble, donde podías encontrar de todo: a gente vestida como nosotros, gente de blanco por completo y también como si estuvieran de carnaval. Mucha música y mucha fiesta, donde nos hinchamos a bailar, aunque procurábamos no separarnos. Ángela agarraba a su hermana del brazo, entrelazándolo con el suyo para no perderla de vista. Aunque cuando nos apartamos un poco para no estar tan rodeados y agobiados sí que la soltó, pudiendo bailar más cómodamente conmigo. Algún roce hubo y la verdad es que tenía muchas ganas de hacer algo con ella. Me hubiera encantado llevarla a los baños y echar un polvo allí, pero eso implicaría muchas cosas: dejar a su hermana sola con el peligro que tenía, que nos pudieran pillar y que nos echaran, que los baños estuvieran abarrotados con gente haciendo otras cosas...
No acabamos haciendo otra cosa que bailar, lo que hizo que nos diera sed. Eso y el calor que hacía por la cantidad de gente tan grande que había y por el que ya hacía de por sí en la isla. Así que fuimos a la barra para pedirnos algo de beber. Otro sablazo que nos llevamos al encontrar lo que valían las copas en ese sitio. Ni Ángela que se pidió algo sin alcohol como siempre que hacía al salir se libró. Tratamos de que diera de sí la bebida, porque a esos precios no íbamos a pillar más. Estuvimos allí alrededor de un par de horas hasta que dijimos de irnos, porque teníamos bastante calor y era todo muy caro. Así que salimos y dimos un paseo para ir de nuevo al puerto, haciendo ya algo de brisa, aunque con la humedad que había en el ambiente, el calor no se terminaba de ir. No tardamos mucho más en montarnos en el coche para volver a casa, conduciendo Ángela al no haber bebido nada mientras comentábamos que había sido algo decepcionante la experiencia. No estuvimos mal, aunque es verdad que la música electrónica que ponían allí no iba mucho con nosotros, pero el precio, el calor y también algún que otro pesado que se les acercó a las chicas, empañó un poco el momento. Aun así, nos quedamos contentos por haber ido, siendo algo que ni Lucía ni yo habíamos hecho y que ahora podíamos decir que sí.
Al llegar a casa nos dimos otra ducha por la sudada que teníamos encima entre el clima de la zona y tanto bailoteo. Luego nos fuimos al salón, como hicimos por la tarde para estar un rato comentando cómo había ido la noche, con algún cotilleo por parte de las chicas al haber visto a alguien famoso, aunque nosotros dijimos de irnos a la cama para dormir no mucho más tarde, cosa que era mentira, porque lo que teníamos en mente era ponernos los bañadores y bajarnos a la playa. Lucía se quedó un rato más, estando entretenida con el móvil. Ángela y yo hicimos hora en su habitación para ver si se iba a dormir, empezando a calentarnos con algún beso y toqueteo, saliendo en cuanto se entró a su habitación, tratando nosotros de hacer el menor ruido posible. Pero antes de ir a la playa, le propuse a Ángela darnos un baño en el jacuzzi, porque no había tenido oportunidad de probarlo. Como la habitación de Lucía daba a la otra parte de la casa, no hubo problema. Así que lo pusimos y nos metimos, llevando cuidado de no hacer mucho ruido igualmente por si acaso.
Allí nos volvimos a calentar después de reposar un poco a remojo. Ella lo encendió, aunque no lo puso muy alto, lo bastante para que el agua burbujeara y lo sintiéramos por el cuerpo, aunque yo quería sentir otra cosa a esas alturas. Por eso empecé a comentar lo guapa que se había puesto para salir aquella noche con ese vestido blanco ajustado que tan bien marcaban sus caderas y su culo, lo cual me tenía malo todo el tiempo. De hecho, bromeando le conté que debía ser por eso por lo que me entró calor más que por bailar, riéndose ella. Y la verdad es que su hermana no se quedaba atrás. Ella llevaba uno rojo, ajustado de la misma manera para permitirle lucir la figura tan impresionante que tenía, aunque a mi amiga no le dije que me fijé en esto también. Me había fijado bien, sí, y pensaba que su hermana también tenía un polvazo, pero Ángela llamaba más mi atención. Ella también me decía que le encantaba verme con camisa, sobre todo al estar musculado, confesándome también que le encantaban mis tatuajes, los cuales mostraba al ir con la camisa remangada.
Me lo decía de una manera que ya me indicaba lo excitada que estaba. Demasiadas situaciones parecidas para no darme cuenta de aquello ya a esas alturas. Pero estaba juguetona, porque, al igual que en la playa, ponía su pie para parar mi cuerpo e impedir así que pegara mi cuerpo al suyo. Había muchas risas por ambas partes, pero no podía dejar la cosa así, por eso agarré su pie para echarme hacia atrás y empezar a masajeárselo así. Ella puso una sonrisa preciosa con ese gesto y así seguimos hablando, aunque mientras le daba ese masaje, aprovechaba para hacer presión con su talón sobre mi polla para empezar así a estimularla. Ángela se daba cuenta de esto, obviamente y también colaboraba en ello, moviendo su pie un poco o incluso sumando el otro a dicha estimulación. Estaba encantado sintiendo eso, porque me encantaban sus pies. Ya venía disfrutando de esa parte del cuerpo de una chica desde hacía más de un año y la verdad es que los suyos eran de los más bonitos que había visto. Como con los que empecé jugando con esa parte del cuerpo...
Pero ahora ella ya parecía que evitaba ese masaje. O más bien, parecía estar más interesada en otra cosa, porque me la intentaba agarrar con sus pies. A tal punto llegamos que me la saqué una vez la tenía dura y sí que empezó a hacerme una paja con ellos. La cara que tenía mientras me hacía eso me tenía cardíaco. Me animé a sacar uno del agua para llevármelo a la boca y chuparle los dedos, metiéndomelos todos en la boca. Las chapetas que ya tenía entre lo que se calentó el agua, el calor que hacía y la excitación que iba creciendo exponencialmente, se volvieron muy intensas y no paraba de morderse el labio. No tuve más remedio que decirle lo preciosa que estaba en ese momento, regalándome ella otra de sus preciosas sonrisas como premio. Aunque lo solté rápido para que siguiera con lo que me estaba haciendo, en lo cual se esforzaba y ponía empeño. Me estaba gustando mucho y estuvimos así unos minutos, con ella haciéndolo de manera lenta durante todo el tiempo, aunque de vez en cuando sí que aceleraba la acción.
Pero de repente paró, abriendo yo los ojos para encontrarla justo a mi lado. Nos empezamos a besar otra vez y ella volvió a estimular mi polla, aunque ahora lo hacía con la mano. Yo pasé un brazo por sus hombros para pegar su cuerpo al mío y continuar así con los besos mientras ella seguía con su manualidad. Pero también quería participar y que ella disfrutara, por eso metí la mano por debajo de la braga negra de su bikini para tocar su raja. Lanzó un gemido pequeño y muy mono, notando yo la zona muy caliente. Colé mi dedo índice por la zona para rozarlo con sus labios interiores unas cuantas veces, lo que provocaba unos jadeos en ella que cada vez me ponían más caliente. Cada vez estaba más ansioso por metérsela, por eso metí un dedo en su orificio, el mismo con el que le estimulaba sus labios, con la intención de acelerar el proceso. En esta ocasión, Ángela echó su cabeza hacia atrás, ahogando un gemido, aunque rápidamente abrió los ojos y se incorporó.
-No, Javi. Para.
-¿Qué pasa? -pregunté acojonado temiendo que no hiciéramos nada aquella noche.
-No quiero hacer nada más aquí. Me da cosa, que se bañan mi madre y mi hermana aquí también.
-Ah... -dije aliviado.
-Vamos a la playa, que ya es algo tarde.
-Venga.
Salimos del jacuzzi, con ella apagándolo y tapándolo para poder bajarnos a la playa, aunque le entró la risa cuando vio el empalme que llevaba. Luego resopló y se acercó a mí para poner su mano sobre ella y acariciarla, aunque por encima de la tela, que la tapaba con dificultad. Me gustaba que estuviera así de participativa, como siempre lo había sido conmigo, pero la verdad es que no esperaba para nada que me bajara el bañador para ponerse de rodillas ahí mismo para empezar a comérmela. Y me encantó. Lo tenía muy fácil al haberse recogido el pelo con una pinza, por lo que no le estorbaba nada, empezando a chupar la punta mientras me pajeaba el resto con la mano, pasando a tragar más al poco. Le empujé un poco la cabeza, pero de nunca había sido de tragársela mucho, por lo que me daba pequeñas palmadas en el pecho para que la dejara respirar, mirándome ella con una sonrisa y cogiendo aire para seguir un poco más.
Pero se apartó de nuevo enseguida, subiéndomelo para coger mi mano y llevarme con ella hacia el camino que teníamos al lado de la casa para bajar. En todo momento la tenía delante de mí y no podía quitar la mirada de su culo, sobre todo cuando la parte de abajo de su bikini lo llevaba como un tanga. Me tenía embelesado con ese culazo. Y efectivamente, no veía a nadie más por la zona ni por ningún lado. Estaba hasta nervioso por empezar a follarla en cuanto llegáramos. Ya habiendo llegado a la arena, más nervioso me puse al saber que en cualquier momento iba a pasar, pero ella seguía en el plan en el que estuvo todo el día. Ahora iba tarareando algo, aunque no me soltaba la mano, llegando hasta la orilla. Allí la agarré por no poder esperar más, lanzando ella un gritito y riendo. La subí a mi cuerpo al poner mis manos en su culo para elevar su cuerpo. Ella colaboró abrazándose con sus piernas a mis caderas y con sus brazos a mi cuello.
Otra vez nos empezamos a comer lo boca, aunque ahora con más ansia. La erección no se me terminó de ir en ningún momento y ahora se había puesto dura por completo de nuevo, tratando yo de quitarme el bañador como podía, pero no había manera. Esto le hacía gracia a ella, diciéndome que me tranquilizara, pero no podía. Así que la solté y me lo quité, preguntándole si había echado condones en el pequeño bolso que llevaba. Me contestó afirmativamente y lo cogí, tratando de buscar uno.
-Aunque...
-¿Qué pasa? -le pregunté mientras seguía buscando.
-Me ha gustado mucho sentirte sin nada... -dijo acariciando mi pecho.
-Pfff... Ángela...
-¿No quieres?
-Joder que si quiero... Me muero por metértela a pelo y reventarte. Pero no es seguro.
-Podemos llevar cuidado. No es tan difícil.
-¿Estás acostumbrada a hacerlo?
-Para nada. Sí que lo he hecho con parejas que he tenido en momentos de calentón total en el que no teníamos condones. Y ya lo hemos hecho así y ha ido bien... -decía con tono de niña buena.
-Yo también tengo que reconocer que lo he hecho de esa manera. Y con alguna que otra chica que no era mi pareja...
-Y no pasó nada, ¿verdad?
-No, no pasó nada.
-Pues podemos hacerlo y así y cuando te notes cerca, pues me la sacas -dijo empezando a pajearme.
-Pfff... Pero una cosa.
-Ya. Te dejo el cuello tranquilo, jejejeje.
-Jajajajajaja.
-Aunque tú te aprovechas mucho de mi zona sensible, pero seré buena -decía con una sonrisa.
-Si es que eres la mejor -dije abrazándola y dándole un beso en la cabeza.
En cuanto le di ese beso, ella se volvió a poner de rodillas para empezar a chupármela de nuevo. Esta vez le solté el pelo, porque me gustaba más vérselo así y se lo agarré para hacerle una coleta con las manos y volver a como estábamos antes en el porche interior de su casa. Ángela ahora no se cortaba nada en mamar haciendo ruido, precisamente el de atragantarse por tratar de tragar todo lo que pudiera una vez más. Pero no llegamos ni a los 5 minutos así, porque tiró de mí para que me pusiera en cuclillas y tumbarme así cuando me empujó al poner sus manos en mi pecho. Estaba muy excitado por cómo de guapa y sexy la veía, además de por cómo llevaba bastante la iniciativa. De esa manera se corrió un poco a un lado la tela de su bikini que estaba en contacto con su raja. Se chupó los dedos y se los llevó ahí para humedecerse, luego gateó con sus rodillas para ponerse bien pegada a mí y me la agarró para dirigirla a su sexo y frotarse un poco con ella, terminando empalada cuando se la metió y bajó su cuerpo hasta tenerla por completo en sus entrañas.
La notaba tan caliente que hasta quemaba y más que parecía amplificarse esa sensación por el gemido tan sensual que lanzó en el proceso. También notaba sus contracciones internas y cómo empezaba a mojarse la zona. Una vez más, le dije que estaba preciosa, respondiendo ella con una sonrisa y volviendo esas chapetas a encenderse mucho. Me susurró que le encantaba sentirme de esa manera y se movió mínimamente, lanzando de nuevo otro pequeño gemido. Yo le retiré la parte de arriba del bikini un poco, pero sin llegar a quitársela. Lo hice lo justo para sacarle las tetas. Esos pechitos que tan bonitos eran y tanto me gustaban. Ya me apuntaban sus pezones antes de que los descubriera, pero ahora lo hacían más todavía. La luz no era la mejor, obviamente, pero aun así, la luz de la luna alcanzaba para dejar que nos viéramos con cierta claridad, apreciando bien las expresiones y ese tipo de detalles. Ángela no tardó en empezar a moverse para follarme, dejándome yo hacer para disfrutar bien del momento, poniendo enseguida mis manos en ese culazo que me tenía loco desde que nos fuimos de la casa esa noche.
Empezó botando sobre mí, poniéndose en cuclillas, aunque rápidamente hincó sus rodillas en la arena para seguir haciéndomelo de la misma manera. Yo tiré de la tela de su bikini para retirar más la tela y que no nos rozara demasiado en ese mete y saca que cada vez era más frenético y que ocasionaba un ruido cada vez más alto al humedecerse nuestras pieles. También me folló como a mí más me gustaba, con ese movimiento de cadera hacia delante y atrás, jadeando ella fuertemente, al igual que lo hacía yo, pero sí que se le escapaba a ella algún que otro gemido. Aunque seguía juguetona, parando en seco para besarme en los labios de manera muy húmeda al meter su lengua en mi boca mientras me agarraba la cara con suavidad. Era imposible estar mejor en ese momento. Me estaba encantado absolutamente todo lo que estaba haciendo. Y siguió con ese juego al levantarse e ir hacia el agua, con una risita traviesa. Me levanté como si tuviera un muelle en la espalda y fui con ella con la polla tiesísima. Ni con el cambio de temperatura que había al meterse en el agua cambió la cosa.
Dentro del mar estuvimos jugando un poco al pilla-pilla. Ella reía como si estuviera borracha, aunque no había bebido ni una gota de alcohol. Hasta que la pillé y la subí a mi cuerpo para besarnos de nuevo. Con el jugueteo y el forcejeo que teníamos, acabamos cayendo al agua, con ella partiéndose de risa otra vez. Yo también reía, pero necesitaba seguir, por eso la puse a cuatro y se la metí al correr de nuevo la parte de abajo de su bikini. Ángela lanzó un gemido mezclado con risa, aunque pronto se le fue cuando la empecé a follar a buen ritmo. Ahora gemía de placer mientras yo la agarraba de las caderas. Pero poco duró, porque se volvió a levantar para seguir con el juego. Aquella playa apenas tenía profundidad, porque nos adentramos como 20 metros y no llegaba al metro de profundidad. Por ahí fue cuando ella me agarró para empujarme y tirarme, poniéndose sobre mí para decirme que me quería follar ella a mí.
Otra vez la tenía montándome, empezando lento, pero subiendo el ritmo conforme pasaban los minutos. Estaba muy cachondo y me estaba encantado hacerlo en la playa. Ella me decía que le encantaba también, comentando que la tenía muy grande y que le daba mucho gusto. Todo eso lo decía susurrando en mi oreja, pasando a lamerla. Me tenía loco con todo lo que estaba haciendo en general. Y me encendí mucho, no para correrme sin control dentro, pero quería que le fuera más intenso a ella, por lo que le empecé a chupar las tetas y los pezones. No me podía importar menos que la zona estuviera muy salada por el agua del mar. De hecho, como que el sabor pasó a un plano muy lejano, porque lo que quería era estimularla, centrándome solo en eso y en lo que me hacía sentir ella a mí con la follada que me estaba pegando. Pero en una de estas que ella se revolvía por lo sensible que tenía los pezones, pude distinguir un par de siluetas en la orilla.