Capítulo 3.
A la semana siguiente, el lunes quise preguntar que tal estaba, si se encontraba mejor después de la última sesión recibida, a lo que contesto que bastante mejor sobre todo después de haber sacado aquello a lo que me suplico que no dijese nada por favor ya que era algo delicado y no quería que llegase a oídos de su marido (aquí hay que hacer un pequeño inciso y contaros que su marido también era cliente mío desde hace tiempo, de ahí la delicada situación).
La tranquilice diciéndola que lo que se dijese en la sesión era un secreto, ética profesional.
El miércoles vino como habíamos acordado, yo ya no me salía de la consulta y la veía desnudarse trayendo como siempre sus conjuntos de infarto de tanga y sujetador de encaje semitransparentes debajo de sus vestidos veraniegos.
Empezó la sesión orientada de otra manera, iba a ser un masaje relajante con un aceite preparado por mi con esencias de lavanda, mandarina y ylang ylang, esta combinación estimula la relajación.
La sesión empezó por la espalda esta vez con pases suaves y profundos, dejando que su cuerpo y su mente entrasen en un estado de relax ayudado por las velas aromáticas y la música jazz.
Cada pase que daba por los costados bajaba hasta la camilla pudiendo saborear parte de sus pechos que sobresalían por cada lado y bajando hasta la cintura y pasando a sus glúteos, pero ahí una y otra vez las tiras de su precioso tanga me estorbaba. Al darse ella cuenta de ello, y pensando que el aceite podría mancharlo, me pidió que parase y me quedé quieto pensando que algo malo había hecho, sin embargo me dijo que la iba a manchar el tanga y que prefería quitárselo si no me importaba, a lo que la dije que por mí no había problemas, yo ahí creo que mi polla pego un respingo que tuve que apartarme para que no se notase.
Seguí el masaje ya sin problemas al llegar al gluteo haciendo bastantes pases ahí para "liberar tensiones" pero no las mías ya que podía apreciar sus labios ya que las piernas estaban ligeramente separadas.
Al terminar la espalda la dije que se diese la vuelta poniéndola una toalla desde la cintura para abajo sin poder admirar en todo su esplendor su precioso monte de venus, totalmente depilado por láser menos un poco en la parte de arriba. Pero lo que me pude percatar después es de lo pezones que se la habían puesto, duros como una piedra, con la aureola totalmente arrugada cosa que indicaba que la había gustado disfrutando al máximo.
Me puse detrás de ella, a su cabeza, y desde ahí hacia pases desde el cuello pasando por hombros y bajando por el pecho y al rededor de ellos pero sin llegar a tocar los y eso se veía que la excitaba porque se la ponían los pezones durísimos y llegaba a emitir respiraciones profundas sin llegar a ser suspiros o gemidos leves, pero notándose su respiración profunda.
La solicite al terminar esos pases que se sentará en la camilla y me puse detrás de ella apoyándola en mi pecho y diciendo que dejase caer su cabeza en mi hombro y desde ahí estire sus músculos del cuello y laterales de la espalda volviendo a ver cómo se erizaban sus pezones al máximo inducidos por el leve aire que maliciosamente realizaba yo con mi respiración, ayudado del aire acondicionado cosa que me produjo de nuevo una erección demasiado abultada como para disimular, a lo que me volví a separar un poco pero sin duda ella se había dado cuenta por la leve sonrisa que salía de su cara acompañado de un comentario jocoso......
A partir de aquí la llamaremos bajo el seudónimo "María ".
M: estas bien? Te pasa algo?
Yo: si estoy bien, porque?
M: "Creo que noto..... Que el corazón lo tienes algo acelerado?
El silencio se apoderó de la sala dejando escuchar a lo lejos de nuevo la música. Y queriendo salir al paso de la situación la comenté que ya habíamos terminado la sesión. Ella se puso de pie ayudada por mi por si se mareaba y quedándonos uno frente a otro, en silencio. La indique que se podía vestir y que si quería un vaso de agua a lo que me contesto que si por favor. Salí de la sala tragando saliva y con otra erección brutal que difícilmente se podía disimular, me tranquilice como pude y volví a entrar a la sala. Ella ya se había vestido cosa que me alegré, la mente no me volvería a jugar una mala pasada con otra erección descomunal.
Después de hablar un momento con ella sobre que tal había ido la sesión y recomendaciones a seguir, quedamos que para la siguiente semana nos mandaríamos algún mensaje para ver disponibilidad de ambos.
Se despidió de mi junto a la puerta sin antes darme dos besos, pero está vez esos dos besos fueron más sensuales sin llegar a darse en la boca, suaves, cerca del labio pero guardando la distancia.
A los 5 min recibí un mensaje de ella, con una pequeña frase.
El masaje a sido delicioso, habrá que repetir.