CapÃtulo 583
El despertar al dÃa siguiente fue uno de los más dulces que recuerdo de la época. Abrazaba a Valentina desde atrás y ella tenÃa uno de mis brazos atrapado con los suyos, entrelazando los dedos de una de sus manos con los de la mÃa. Era un conjunto de cosas: lo cómoda que era la cama, lo ocurrido la noche anterior, lo bien que olÃa, lo que me atraÃa y me gustaba aquella mujer... Era fantástico haber descubierto a Valentina de esa forma, con esa manera de ser tan dulce cuando estábamos en el momento cariñoso la noche anterior y sobre todo por abrirse a mà de la manera que lo hizo. Miré su despertador y marcaba una hora muy temprana aún, cosa que nos venÃa perfecto para no ir con prisas y la verdad es que me apetecÃa mucho en ese momento, sobre todo teniendo la tÃpica erección matutina. Por eso me empecé a frotar con ella, en especial por la zona baja, aprovechando también para meter la otra mano por dentro de su camiseta para tocarle las tetas, aunque me resultaba imposible por tener que pasarla también por debajo de su cuerpo.
Pero ella ayudó a que pudiera llegar a esa zona al despertar y soltar mi mano para desperezarse. Ahà aproveché para llegar a donde querÃa, agarrando uno de sus pechos con toda mi mano para apretarlo un poco a la vez que me seguÃa frotando en la zona más baja. Valentina reÃa de manera encantadora, dándome los buenos dÃas sin llegar a cambiar de postura, respondiéndole yo de la misma manera, aunque susurrando en su oÃdo y pasando a besar su cuello. Y se empezó a calentar con todo lo que le estaba haciendo, pasando a murmurar de manera sensual. No perdà mucho tiempo más para ir más allá, quitándole tanto la camiseta que llevaba como sus braguitas, aunque sin cambiarla de postura. También me quité mis calzoncillos, aprovechando ella para agarrármela con la mano para moverla ligeramente. Yo jugaba con sus tetas, aunque me humedecà los dedos para llevarlos hasta su raja y empezar a masturbarla.
Fue un polvo rápido, pero muy intenso y satisfactorio. Ni siquiera nos llegamos a mirar a los ojos por mantener la postura que tenÃamos. Tan solo ella se agarró una nalga para abrir su sexo, metiéndosela yo del tirón. De primeras me quedé quieto para notarla bien, con ella apretando, empezando a estimularnos mutuamente, pero no tardé en empezar a moverme. Primero lento, pero cogiendo ritmo rápidamente. Tan solo se oÃan nuestros jadeos y Valentina volvió a agarrar una de mis manos para entrelazar nuestros dedos de nuevo. En menos de 5 minutos ya me estaba corriendo dentro de ella entre jadeos entrecortados, provocando también su orgasmo, con ella lanzando tÃmidos y pequeños gemidos mientras se encogÃa y le temblaban las piernas. Pese a ser algo rapidito y poco movido, nos quedamos quietos y sofocados, aunque bien abrazados para recuperar el aliento.
Tras eso y algún que otro mimito en forma de besos y caricias, nos levantamos para darnos una ducha en el baño. Fue un momento en el que estuvimos en silencio, aunque su sonrisa no desaparecÃa en ningún momento y yo estaba encantado. Una vez acabamos, me vestà e hicimos la cama, empezando a vestirse ella mientras yo me quedaba sentado en un sillón que tenÃa allÃ, mirándola. Qué espectáculo era ver a estar mujer vestirse con lo buena que estaba y con la manera tan sexy que tenÃa de hacerlo todo. Hasta se me llegó a poner dura de nuevo, con ella riendo al darse cuenta, pero no llegamos a hacer nada más. Lo único que hicimos fue ir hasta la cocina para desayunar algo, porque me comentó que tenÃa que ir temprano al trabajo como consecuencia del trato alcanzado la semana anterior. Aún quedaban cosas por hacer y flecos que cerrar, asà que debÃa ir más temprano para ponerse cuanto antes. Pero seguÃa en pie aquello de comer juntos en mi casa, asà que no habÃa problema.
Cuando acabamos, nos despedimos con un buen abrazo, con ella supercariñosa y dándome las gracias por cómo me habÃa tomado todo. Luego nos dimos un beso en los labios, húmedo, pero sin lengua y me marché, porque yo también tenÃa que ir a casa para cambiarme de ropa y coger algunas cosas que necesitaba. No pude pararme mucho a pensar en el momento todo lo pasado las últimas horas en realidad, cosa que empecé a hacer en la academia, sobre todo en los momentos en los que les ponÃa a mis alumnos los listening. Me asaltaban muchas preguntas en esos momentos en los que me evadÃa en mis pensamientos. VeÃa que lo que tenÃamos Valentina y yo habÃa dado un paso muy grande y eso me hacÃa preguntarme si éramos algo más. También se me venÃa a la cabeza qué harÃa ella con su marido y con la situación que tenÃa en general, aunque creÃa que era muy obvio lo que tenÃa que hacer, pero era ella la que tenÃa que pasar por eso y no yo y siempre es más fácil ver cómo hay que hacer las cosas desde fuera que estando en esa situación.
En cuanto acabé de trabajar fui a casa con muchas ganas de verme con ella de nuevo, porque una cosa no quitaba la otra, aunque tenÃa en mente aclarar alguna de esas dudas. Y justo cuando encaré mi calle, la veÃa bajando con un par de bolsas, por lo que le silbé pese a que no habÃa nadie en la calle y podrÃa hacerla llamado. Ella se giró y puso una sonrisa enorme en su cara, esperándome hasta que llegué a su altura y animándose a darme un beso, algo que me dejó bastante perplejo por seguir en plena calle, en nuestra ciudad. Que sÃ, que mi calle era muy tranquila y era raro ver a alguien pasar, sobre todo a esa hora, pero ese cambio era tan notable como llamativo. Entramos en casa y ahà sà que se me lanzó para darme un buen beso, poniendo sus manos en mi cuello, pasando a darme un abrazo después. Eran momentos en los que se me olvidaban esas dudas, pero tenÃa que resolverlas, por eso intenté hacerlo cuando nos fuimos a la cocina para empezar a preparar la comida entre los dos.
-Oye, Valentina...
-Dime -dijo mientras no quitaba ojo de lo que estaba preparando.
-Mmm... El tema de tu marido...
-¿Qué pasa?
-Es que tengo alguna duda.
-CreÃa que todo estaba bien.
-Y lo está. ¿No ves lo contento que estoy de que estés aquà conmigo? -dije abrazándola, pasando mis brazos por sus caderas para darle un beso.
-Jejeje. SÃ, lo veo.
-Es solo que... ¿Cómo es que no has hecho nada? Quiero decir... Con lo firme y estricta que eres, ¿por qué no lo has hablado con él y no le has plantado el divorcio aún?
-Ah, eso...
Valentina pasó a quedarse en silencio, volviendo a lo que estaba antes sin terminar de responderme.
-Em... A ver, entiendo que aún sientes cosas por él. Imagino que es difÃcil dejar de hacerlo después de tantos años. Supongo que es por eso por lo que no has hecho nada aún.
-¿Eso crees?
-Es lo que me imagino.
-¿Y no te molesta que siga sintiendo cosas por él?
-Mmm, no sé. Supongo.
-¿Supones?
-Esto es bastante nuevo para mÃ. Nunca me habÃa metido en una relación y...
-Una relación muerta -dijo interrumpiéndome.
-Ya, bueno. Pero me he metido. Si no estuviera rota no hubieras dejado que nos hubiéramos conocido. Ni siquiera te hubiera visto en el pub aquella noche.
-Pero nos hubiéramos seguido viendo en la cafeterÃa.
-Imagino.
-¿No hubieras intentado nada?
-No lo sé. A ver, los primeros dÃas me fijé bien en ti y nunca vi ninguna alianza, por lo que supuse que estabas soltera, aunque me extrañaba que alguien como tú no estuviera con alguien.
-Nunca he llevado anillos. No me gusta. Me molesta demasiado y se me llega a irritar la zona mucho.
-Am. Pues estuve pensando cómo hacer para entrarte durante unos dÃas, pero al final todo vino solo.
-Contéstame. Si no me hubieras visto en el pub, ¿hubieras intentado conocerme?
-SÃ. Está claro que sÃ. Algo se me habrÃa ocurrido.
-Bien. Y no, no es por eso por lo que no he hecho nada aún.
-Ah, ¿no?
-Bueno... Donde hubo fuego, quedan rescoldos, ¿no? Pero lo que más me echaba para atrás era la idea de quedarme sola. Aunque ya lo estaba. Qué tonterÃa, ¿no?
-Bueno...
-No querÃa quedarme sola, porque ya tengo una edad y creo que es más complicado conocer a alguien. Alguien decente, claro. Y no me apetecÃa ser tampoco la comidilla de la gente de mi alrededor. Una vez hecho, seguro que me habrÃa encerrado en mà misma. Más aún de lo que lo estaba y me hubiera costado mucho dar el paso de conocer a alguien más. Contigo ha sido todo muy natural.
-Ya veo.
-Es un poco difÃcil de explicar -dijo tras unos segundos-. De primeras pensé que mi marido estaba en una fase. Pensaba que se verÃa unas cuantas veces con su amante y que se cansarÃa rápido y volverÃa conmigo. Pero me equivoqué una vez más.
-¿Eso pensabas?
-Ajá.
-Entiendo que si pensabas eso era porque tenÃas en mente perdonarle, ¿no?
-Bueno... -decÃa algo pensativa.
-No te veo muy convencida ahora.
-Depende de varias cosas.
-¿Me explicas? -pregunté volviendo a lo mÃo.
-Para perdonarlo tendrÃa que haberlo visto arrepentido de verdad, que se alejara de ella para siempre y que valorara lo que tiene en casa. Y me lo tendrÃa que haber contado él, obviamente. AsÃ, sà lo habrÃa perdonado, pero como ves, nada de eso ha pasado. Ni pasará.
-No lo entiendo.
-¿Qué no entiendes?
-No, no le entiendo a él.
-Ah... La verdad es que la chica era una monada.
-Dudo muchÃsimo que sea más guapa y que esté más buena que tú.
-Pues él opina asÃ. Está claro.
-Ya. Por eso no lo entiendo.
Nos quedamos unos momentos en silencio, siguiendo cada uno con lo que hacÃamos hasta que Valentina rompió el silencio.
-No te preocupes por...
-¿Por...?
-No pienso volver a acostarme con él. Fue un momento de debilidad que...
-No pasa nada. Ya sabes lo que pienso del tema. Además, no éramos nada. ¿No?
-¿Y ahora?
Me quedé mirándola fijamente y ella hizo lo mismo conmigo. Fue algo tenso, porque ambos sabÃamos lo que habÃa en este tema, aunque era obvio lo que ella querÃa oÃr.
-¿Qué piensas tú? -le pregunté pese a saber de sobra la respuesta.
-Javi, te has convertido en una persona muy importante para mÃ. Es gracioso, porque en muchos momentos nos hemos llevado como el perro y el gato, pero si después de lo que hemos discutido seguimos asÃ, es buena señal. Quiero decir... Bueno, que eso, que te has convertido en alguien con quien puedo hablar tranquilamente de lo que sea, aunque me ha costado mucho hacerlo de manera más profunda, pero lo he acabado haciendo. Nadie más sabe lo de mi marido. Al menos por mi parte. Me lo paso muy bien contigo. Puedo... Puedo ser yo. Me gustas mucho.
-Joder...
-No piensas igual -dijo con disgusto.
-¿Qué?
-Que solo quieres sexo conmigo, ¿no? Si ya me hice a la idea cuando te conocÃ, pero te he ido cogiendo cariño. Y sinceramente, has tenido unos detalles varias veces que me han traÃdo muy buenos recuerdos, aunque también tienes tus momentos con tus bromitas, pero me gustan también, como la de la cajita que me diste el sábado y que resultó ser aquello... He empezado a sentir cosas por ti. Cosas fuertes. Hala, ya lo he dicho. Pero se ve que tú no piensas igual, asà que creo que mejor paramos esto mientras estemos a tiempo.
-No, no. No corras tanto.
-¿Entonces? ¿Qué es lo que pasa?
-Pasa que yo tenÃa las cosas muy claras y has llegado tú y... Joder, me has roto todos los esquemas. No te voy a engañar. Lo que querÃa al verte todos esos dÃas era acabar contigo en la cama. Jamás imaginaba que podrÃas dar lugar a esto en mÃ.
-¿A qué he dado lugar? -dijo cambiando su cara, pasando a una que empezaba a irradiar alegrÃa.
-Yo también... Joder, no recordaba que esto diera tanto corte... Me gusta mucho estar contigo. Se me pasa el tiempo volando y disfruto mucho de tu compañÃa tanto dentro como fuera de la cama, sobre todo ahora que te has abierto tanto, pero no de manera...
-Ya, ya, jejeje.
-Pues eso, que no te dije el sábado que te quiero por decir.
-Yo lo hice porque lo sentÃa de verdad.
-Ya. Y yo.
-Entonces... -dijo acercándose a mÃ.
-¿Qué pasa?
-¿Crees que podrÃamos... Intentarlo?
-Em... Claro.
-Jejejeje. Qué mono te pones cuando estás nervioso -dijo pasando sus brazos por mi cuello para abrazarse a mÃ, pasando a besarme.
-Pero... -dije al despegarnos.
-¿Qué ocurre?
-Tú sigues casada.
-Ya. Eh... SÃ. Tengo que solucionar eso. Pero es que no quiero pasar por eso ahora. No quiero que nuestros primeros dÃas se vean empañados por ese hecho, porque va a ser algo que me venga a la cabeza y ya no quiero verlo más. Ahora quiero esto -decÃa agarrando mi cara para mirarme fijamente y darme un pequeño beso.
-¿Y cómo lo vas a hacer?
-No quiero hablar con él más. Y mucho menos de todo lo que ha pasado. No necesito que me cuente que se ha aburrido de mà y que ha conocido mejor a esa persona y que empezó a sentir cosas. Por eso he estado pensando en que mi abogado le haga llegar el divorcio. También he pensado escribirle una carta diciéndole que lo sé todo y con ella mandarle el divorcio.
-Tal vez deberÃas hablar con él cara a cara.
-Ni hablar. Bastante daño me ha hecho ya.
-Bueno, es algo que tienes que decidir tú. Pero, ¿y si se entera de lo nuestro?
-Ya me da igual que se entere.
-¿Y si nos ve juntos en tu casa? También es la suya.
-Javi, ha estado meses sin aparecer por casa. ¿Por qué iba a hacerlo ahora?
-A lo mejor le da un pronto y viene al enterarse de lo que pasa.
-¿Tienes dudas?
-No. Pero tampoco podemos dejar pasar por alto estos detalles. Son cosas que...
-Ya. Te entiendo, pero no te preocupes. Todo se solucionará.
Comimos tranquilamente pasando a hablar de otros temas, aunque yo estaba todo el tiempo pensando en toda esa conversación y en lo que habÃa desembocado. VolvÃa a estar en una relación después varios meses y después de pensar que yo no estaba hecho para eso, que debÃa mantenerme alejado de cualquier chica que se acercara a mà de por más para evitar hacer y sufrir el daño tan horrible que tuvo lugar en su dÃa cuando todo terminó. Pero no podÃa evitar dejar de verme con ella. La atracción que ejercÃa sobre mà era tan grande que cada vez tenÃa más ganas de irme a la cama con ella y asÃ, muy poco a poco, se fueron estableciendo esos vÃnculos que tanto evitaba para no acabar precisamente asÃ. Pero ya no habÃa marcha atrás. VolvÃa a tener novia y su nombre era Valentina.