Reencuentro con Elena

Capítulo 587

Los siguientes días fueron en consonancia con esa alegría. Queríamos estar todo el día juntos, pero ambos teníamos nuestros trabajos, aunque nos apañábamos bien al vernos cada día a la hora del almuerzo y de la cena. Yo lo tenía más fácil que ella al tener un horario estricto en el que entraba y salía siempre a horas fijas salvo algún problema que no se acabó dando esos días. Ella, sin embargo, sí que tenía más problema al ser la jefa y tener que estar pendiente de tantas cosas, teniendo que quedarse algún día algo más de tiempo mientras que otros días tenía ratos muertos y aprovechaba para mandarme algún mensaje o para comprar algo para luego prepararlo para comer en su casa. Aunque normalmente siempre acabábamos en la mía por el tema de la distancia. A ambos nos pillaba al lado de nuestros trabajos mientras que la suya estaba bastante retirada. Le dije que cogiera una copia de las llaves de casa para cuando quisiera ir si salía más temprano, pero por el momento me dijo que no hacía falta.

Fue curioso que me acordara de Andrea en ese momento, aunque no tanto en realidad por ser las suyas las que estaban colgadas en el cajetín de la entrada. De pronto me veía en una situación un tanto problemática al decirle que todo seguiría igual y que podría venir el curso siguiente para seguir viviendo juntos. Ahora no lo veía tan así al tener una relación de nuevo, llegando a pensar qué pasaría cuando dijéramos de ir a vivir juntos pasado un tiempo. No tenía ni idea de qué iba a pasar, pues yo estaba de alquiler, en una zona muy buena, casa muy buena y amplia y pagando muy poco dinero, pero de alquiler. Y la casa de Valentina era también de su marido. Prefería evitar una posible situación en la que nos pudiera ver juntos en ese lugar, como ya le dije, pero para evitar eso, Valentina tenía que tener la conversación que esquivaba. Quizá podíamos irnos a una casa nueva, pero aún era muy pronto para pensar en esas cosas.

Algo reseñable de la semana fue lo que pasó el jueves. Como se empezó a hacer habitual, me encontré a Valentina en lo alto de mi calle esperándome, así que bajamos juntos y entramos en casa. Ese día pensamos pedir algo para comer, aunque era bastante temprano, por lo que sacamos algo ligero para picar y hacer hora mientras nos tomábamos una cerveza bien fresca. Todo iba muy bien, conmigo ya habiéndome puesto más cómodo, sentados en el sofá del salón y dejando tanto las bebidas como el plato sobre la mesa que estaba al lado. Tan solo nos dimos un beso breve en ese momento y menos mal, porque llamaron a la puerta. Valentina no reaccionó como en otras ocasiones en las que su cara pasaba a irradiar terror. En esta ocasión puso una cara de ligera sorpresa, porque era muy raro que alguien viniera por casa a esas horas de por sí, pero más con ella, quien no había tenido más problema que algún encuentro con Andrea y con Amaya cuando me pilló con el resto de mis amigos.

Naturalmente, fui a ver quién era, estando ella algo intranquila. Entendía que todo eso era muy nuevo para ella y no sabía cómo comportarse, pero cuando mi familia apareció por casa, pues sí que su cara fue de incomodidad. Era el cumpleaños de mi abuelo, como yo ya sabía. Hasta le había llamado en un pequeño descanso que había hecho entre clase y clase, pero decidieron darme una sorpresa viniendo a casa para comer todos juntos. Estaba mi madre, mi abuelo, mi abuela y mi tío, quien se pidió el día libre para poder traerlos y luego llevarlos de vuelta. La cara de Valentina era un poema y a mí en realidad me hacía gracia verla así, pero no quería que pasara un mal rato. Por eso pensé en decirle a mi familia que se trataba de mi jefa, que su casa estaba de paso y que quería comentarme una cosa, por eso se encontraba ahí. La saludaron sin más y Valentina se marchó enseguida, acompañándola yo hasta la puerta, con ella lanzándome una mirada que no sabía cómo interpretar, porque la veía nerviosa. Ni siquiera nos dimos un beso, aunque le susurré que luego hablaríamos.

Al final no hizo falta pedir nada para comer, porque ellos trajeron muchas cosas. Incluso una tarta, así que estuvimos servidos. Me gustó mucho la sorpresa que me dieron pese a chafarme el momento con Valentina, pero también sabía disfrutar de mi familia y en esa ocasión no fue menos. Eso sí, no me libré cuando estábamos mi madre y yo a solas en la cocina recogiendo los platos y los tuppers que trajeron, preparando también la tarta para sacarla cuando ella me preguntó acerca de "mi jefa". Evidentemente ella sabía quién era la dueña de la academia a la que fui en mis tiempos de estudiante y en la que ahora trabajaba, porque cuando empecé a hacerlo, le comenté ese detalle a mi madre. Y ella no era nada tonta, por eso me preguntó. Intenté irme por las ramas diciendo que se trataba de una compañera, pero no coló en absoluto.

Ella me conocía demasiado bien para que una mentirijilla así fuera efectiva, así que le tuve que decir quién era, aunque no llegué a comentar que ya éramos pareja. No quería que se pusiera pesada, porque la conocía muy bien como ya he descrito cuando conté cómo se empezó a fraguar mi anterior relación y tal. Mejor dejarlo así por el momento, sobre todo hasta que Valentina zanjara lo suyo y estuviera cómoda con esos temas, porque desde luego no lo estaba en absoluto al juzgar por la cara que tenía cuando ellos entraron. Mi madre trató de refrescar su memoria preguntando si era la mujer que le dije que estaba esperando fuera una vez que fui a visitarlos, aquella en la que la llevé a mi ciudad para enseñársela en un plan que pintaba diferente a lo que terminó siendo por el enfado de ella. Tras decirle que sí, mi madre dijo que sí que era una mujer muy guapa y atractiva, pasando a comentar que se alegraba mucho de que me siguiera viendo con ella.

Una vez le pedí una discreción que ella no entendía por las cosas que le dije yo en su día, salimos para comernos la tarta y demás. Reposando la comida, aunque mi madre me miraba con una sonrisilla. Me hizo el gesto de retirarnos para hablar, así que recogimos los platos y cubiertos de la tarta y los empezamos a lavar. Allí me pidió explicaciones de lo de la discreción. Le tuve que comentar que era una mujer seria, que no quería que hubiera habladurías por su lugar de trabajo y que ella quería llevarlo casi en secreto para estar más cómoda. Mi madre lo veía una tontería, diciendo que no tenía sentido no comentar nada cuando no la conocían y estaban viviendo bastante lejos de allí y, por lo tanto, de ella. No es que fuera una discusión, aceptando ella a no comentar nada al pedírselo yo y comentándole que ya habría presentaciones cuando ella estuviera cómoda en ese aspecto. Ella quedó conforme, diciendo que lo que de verdad le importaba era verme contento, y se notaba que lo estaba con Valentina de por medio.

Les dije que se podían quedar hasta la hora que quisieran, diciendo mi madre que se iban en cuando yo lo hiciera. Volví a insistir por haber tenido una comida copiosa, por ser mis abuelos algo mayores ya y porque estábamos en pleno verano y hacía un calor infernal. Al final accedió diciendo que se irían sobre las 6 de la tarde, una vez se fuera el calor más duro. Así que cuando tocó, me despedí de ellos y me marché a la academia, recibiendo un mensaje sobre la hora que me dijeron para decirme que se habían marchado. Ya cuando estaba por regresar a casa, Valentina me preguntó por mensaje si iba a estar solo para poder vernos. Así que al poco de llegar yo, acudió ella, tan preciosa como siempre y con otra ropa distinta de la que traía al mediodía. Ahora sí tuvimos ocasión de darnos ese buen beso que nos faltó cuando se fue, pasando al salón, habiendo preparado yo la cena con parte de lo que había sobrado del almuerzo, encantándole a ella cómo estaba todo.

-No sé cómo agradecer lo bueno que está todo después de lo que ha pasado cuando me he ido...
-Jajajajaja. Te ha dado vergüenza, ¿no?
-Mmm, vergüenza, incomodidad... No sabía cómo reaccionar. Me ha pillado muy desprevenida y la verdad es que no estoy para nada acostumbrada a lidiar con situaciones así. Yo nunca tengo vergüenza. Estoy más que acostumbrada a tratar con situaciones difíciles por el trabajo, pero lo de hoy ha sido muy diferente.
-Ya. Lo imaginaba. Bueno, y por tu cara también. Por eso he salido así.
-Muchas gracias. Yo me había quedado paralizada y no podía reaccionar. Pero tú sí lo has hecho. Y de manera para que no me pusiera más incómoda aún.
-No hay de qué.
-Que no es que me de vergüenza que me vean contigo. No vayas a pensar cosas que no son, por favor. Es solo que...
-Ya, Valentina -dije interrumpiéndola-. Sé lo que me quieres decir.
-Ay... -decía con alivio y poniendo su mano sobre la mía para acariciarla-. Gracias, de verdad. Por ser tan comprensivo y por evitarme momentos incómodos, como esta conversación. Ya sabes cómo soy con estas cosas.
-Ya.
-Por estas cosas es por las que me gustas tanto.
-¿Solo por estas cosas?
-Sabes que no -decía riendo.

Seguimos hablando un poco de cómo nos había ido nuestro día mientras continuábamos con la cena, aunque Valentina me sorprendió sacando un tema peliagudo.

-¿Sabes? Como al final he comido sola en casa, he tenido tiempo para pensar.
-¿Pensar? ¿El qué?
-El tema de mi marido. Y llevas razón. Tengo que cerrarlo ya.
-Vale. ¿Qué has pensado?
-Le he estado dando vueltas a cómo hacerlo. Si por carta, por medio de mi abogado, en persona...
-¿Y...?
-He acabado mareada.
-Jajajajaja.
-No, ya en serio. Creo que lo mejor es hacerlo en persona.
-Ah -dije algo impresionado.
-No quiero hacerlo, pero es algo necesario. No quiero hacerlo porque no quiero verlo, porque sé que me van a inundar muchos recuerdos y por miedo a que en realidad sienta algo más fuerte de lo que yo creo una vez lo vea. Pero tengo que hacerlo para pasar página definitivamente. Necesito verlos juntos en persona para darme cuenta del todo de que lo nuestro se ha acabado y que lo que hay entre tú y yo va en serio, porque eres la persona que más cerca de mí tengo ahora mismo. Te aseguro que no muchas personas me han visto llorar y tú eres una de ellas. Me has visto de muchas maneras que nadie más ha hecho: excitada, enfadada de verdad y triste hasta tal punto de llegar a llorar. Eres muy especial para mí.
-Joder... No sé qué decir.
-No tienes que decir nada, jejeje.
-Pero es que...
-Bueno, sí me tienes que decir una cosa.
-¿El qué?
-Si estás libre el sábado. Bueno, el fin de semana en general.
-No tengo nada planeado, pero había pensado pasarlo juntos aquí o en tu casa. ¿Por? ¿Tienes algo en mente?
-Sí. Volar a Londres para acabar con esto cuanto antes. Como dijiste que me acompañarías...
-Claro -dije con una seguridad que hizo que se le iluminara un poco la cara.
-Pues había pensado en salir de aquí bien temprano el mismo sábado. Lo hablo con él y llevo todo el papeleo que he ido preparando y nos volvemos.
-Podemos echar el fin de semana allí si quieres.
-Ni hablar. No voy a estar en la misma ciudad que mi exmarido pudiendo encontrarme con él y con su pareja otra vez.
-Es verdad. Vaya tontería he dicho.
-Además, tengo pensado algo.
-Ah, ¿sí? ¿El qué?
-Es una pequeña sorpresa. Pero vamos a estar todo el fin de semana juntos. Eso seguro. Estoy segura de que te va a gustar.
-¿Vamos a ir a algún sitio?
-Mmm, puede.
-¿A dónde me vas a llevar?
-Es una sorpresa. Pero seguro que no nos van a molestar ni vamos a tener que reprimir nada -decía con una gran sonrisa en su cara.
-Joder, qué ganas.
 
Bien, finalmente Valentina hace lo que tenía que hacer, hablar frente a frente con su marido, sólo espero que tenga el suficiente carácter como para seguir adelante con su convicción. Y debería ser una charla a solas, sin que estén presentes Javi ni la "novia" del tío.
 
Un gran avance la esperada decisión de Valentina, da a Javier mayor seguridad de su grado de compromiso en lo que nace entre ambos.

Difícil será ese encuentro con su infiel marido, quién conociéndola demasiado bien, para su infortunio, podría manipularla a su antojo.

Ya vimos como salió todo esa noche de la boda, en que se acostó con su marido a pesar de todo lo que ha dicho de él.

Vital será la presencia y apoyo de Javier, y espero que todo salga bien. Por él más que por ella.

Otro detalle, que se puede volver una pesada carga en la relación, es la incapacidad de ambos de asumir ante los demás la diferencia de 14 años que le lleva por delante Valentina, realidad que al ser expuesta en ocasiones, infantilmente suelen esconder, dando patéticas actuaciones presentándola como tía, jefa, etc.
 
Capítulo 588

Tras la cena, tuvimos nuestro momento de reposo, tomándonos un helado de chocolate de los que a Valentina más le gustaban, aunque se seguía quejando de que desde que nos veíamos, no paraba de llevarle chocolate. Yo me escudaba en que sabía lo que le gustaba y quería darle ese capricho, dándome ella las gracias igualmente porque reconocía que era lo que más le gustaba. La conversación acabó cuando le dije que no se preocupara, que en un rato íbamos a quemar bien esos helados y la cena que acabábamos tomar. Ella reía, aunque pasó a morderse el labio, dándome un beso. Efectivamente, cuando nos acabamos el helado, la llevé en brazos hasta la habitación, donde tuvimos una buena sesión de sexo en el que quizá estuvimos más tiempo del que deberíamos haber estado por tener que madrugar al día siguiente, pero echamos unos buenos polvos, siendo el último más lento, yendo después a la ducha, por turnos a su petición para no empezar allí de nuevo, volviendo luego a la cama para dormir juntos como empezamos a hacer desde principios de semana.

Ella cayó dormida enseguida, pero yo tardé un poco más al quedarme pensando en la conversación que habíamos tenido en la cena. Tenía unos evidentes nervios por lo que se iba a venir en pocas horas. Era una situación en la que jamás imaginaba que alguna vez pudiera estar, pero iba a pasar: iba a ir a Londres con mi pareja, que estaba casada para que ella hablara con él y plantarle el divorcio para poder estar más tranquilos. En realidad, mezclaba nerviosismo con alegría, porque veía que todo iba sobre ruedas y que la cosa iba dando firmes pasos para tener cada vez menos barreras entre nosotros. Pensaba que una vez hecho aquello, Valentina se abriría más a soltarse el pelo por así decirlo para hacer otras cosas, como las que en su día le dije que quería hacer, como dar un paseo, o simplemente tomarnos algo en la terraza de un bar. Aunque la cosa había avanzado más de lo que pensaba al conocer ella a mis amigos y también a mi familia, aunque no fuera tan normal el momento con esa última parte.

Pero lo que más me marcó de la conversación fueron las palabras que me dedicó diciéndome que me consideraba alguien muy especial para ella, exponiéndome detalles que nadie más había visto en ella. O no mucha gente, más bien dicho, porque imaginaba que su marido había tenido que ver todo eso también. Y además de esas palabras, fue la forma que tuvo de decirlas. La veía contenta a rabiar. Valentina era una mujer que expresaba bastante sus emociones. Podías notar perfectamente su estado de ánimo al mirarla por muy sería y firme que fuera. Y esta vez estaba radiante con una sonrisa enorme en su cara. Y la veía ilusionada de nuevo. Parecía que tenía muchas ganas de seguir conociéndonos, aunque ya lo hacíamos bastante, pero a raíz de todo lo pasado, especialmente en esas últimas semanas, ella se abría mucho más, pasando a contar cosas profundas de sí misma.

El viernes despertamos como cada día que dormíamos juntos. Siempre estábamos en contacto, ya fuera con ella dejada echar sobre mi hombro y su mano sobre mi pecho o abrazados, de frente o haciendo la cucharita. Aquella mañana no fue menos en comparación con las demás al levantarnos cariñosos, con ella dándome varios besos pequeños sobre la cara en cuanto notaba mi erección. Ese era otro detalle con el que estaba encantado, lo cariñosa que se había puesto desde que la cosa se empezó a estrechar más entre nosotros. Era todo un descubrimiento para mí al contrastar tanto con esa mujer que veía en la cafetería con sus compañeras de trabajo. Parecían dos personas diferentes. Íbamos bien de tiempo, por lo que empezamos muy tranquilamente con varios tocamientos, algo fácil al estar yo en calzoncillos y ella en braguitas y con una de mis camisetas de manga corta solamente.

Aunque no tardamos en desnudarnos para ir más allá con ella poniéndose sobre mí con una pierna a cada lado. Yo manoseaba su cuerpo, en especial su culo, aunque me encantaba agarrar sus pechos colgantes desde su cuerpo por la postura. Valentina lanzaba pequeñas risas, sobre todo cuando le pellizcaba sus pezones. Aquello me animaba a jugar más, dándole algún que otro azote que ella recibía con grititos y murmullos sensuales. Pero nos teníamos muchas ganas, por eso Valentina se introdujo mi polla dentro de ella, aunque no de manera tan tosca como solía hacer. Estábamos en esa etapa de ir más despacio, aunque también teníamos nuestros momentos de darnos marcha más dura. Valentina sabía cómo calentarme con algunas palabras para provocar, sus susurros, sus caricias, su lengua pasando por mis labios con suavidad, sus besos, sus miradas...

Todo eso me tenía muy revolucionado, por eso después de unos 5 minutos estando ella cabalgándome de manera lenta, como a mí más me gustaba, agarré su cuerpo para tumbarla y follarla en un misionero en el que el ritmo no era lento precisamente, aunque tampoco era el mayor que podía alcanzar. Valentina estaba encantada aun así de cómo se lo hacía, por lo que no había problema. Gemía bajito, cosa que no entendía, porque ya había desfogado bastante en esa misma cama las primeras veces que nos vimos, pero ahora se había vuelto más modosita. Estaba deseando que llegara el fin de semana para que sacara la fiera que tenía dentro y gritara como hacía en esos días, o puede que más. Traté de hacer que se pusiera tan caliente que llegara a ponerse de aquella manera al ponerla a cuatro para reventarla como a ella más le gustaba para que se corriera en condiciones, pero ni con esas.

Ella era lista y parecía saber lo que yo buscaba, por eso hundía su cara en la almohada, gritando algo más fuerte, pero siendo amortiguado. Aun así, se entregó por completo al no poner resistencia alguna a la follada que le estaba dando, colaborando incluso al empujar con su culo. Así fue cuestión de segundos que ambos llegáramos a nuestros orgasmos, alcanzándolo primero ella, derrumbándose sobre la cama con sus temblores, levantando la cara de la almohada para ponerla de lado y respirar muy aceleradamente. Hasta llegaba a retorcerse. Yo estaba muy cerca, por lo que probé a seguir un poco más, intentando metérsela, pero ella se retorcía y hacía sonidos extraños, así que no lo terminé de hacer, entendiendo que necesitaba descanso. Por eso acabé sobre su culo después de unas cuantas sacudidas con la mano. Bueno, aquello salió con mucha presión y le llegó a la espalda e incluso al pelo.

Ahora era yo el que se quedó sobre la cama, boca arriba, a su lado y respirando entrecortadamente para recuperarme. Pero rápidamente me incorporé para limpiar a Valentina con papel, aunque luego se marchara a la ducha. Yo no la acompañé esa vez al tener pensado ir al gimnasio y demás. También le dije entre risas que quería tener su olor pegado un buen rato, marchándose ella al baño y cambiando yo las sábanas, volviendo esos nervios que me entraron antes de dormir. No todos los días se viaja a otro país y se pasaba por una situación tan... En fin, tras hacer la cama y pasar por el otro baño, fue a preparar algo de desayuno, haciéndolo los dos, con Valentina diciéndome que nos veríamos para la hora de comer, haciéndolo allí mismo. Nos marchamos a la vez, aunque nos despedimos en casa con un buen beso, yendo ella calle abajo para desembocar en una de las más concurridas de la ciudad y pillar un taxi que la llevara a su casa. Yo por mi parte fui hacia arriba, empezando a trotar para coger ritmo e ir corriendo al gimnasio y pasar allí un rato.

Nos juntamos para el almuerzo habiendo echado ya nuestras horas de trabajo, con todo bien como nos contamos el uno al otro, sin llegar a comentar nada de lo que tendría lugar al día siguiente. Sería algo que haríamos por la noche, cuando fui a su casa después de trabajar, aunque tuve que pasar por casa para coger la ropa que dejé preparada en una pequeña maleta para el día siguiente, pues iba a dormir con Valentina en su casa y desde allí saldríamos hasta el aeropuerto para irnos bien temprano. Hasta me ayudó a escoger ropa para el momento una vez estuviéramos en Londres. La maleta en realidad no era para llevarla, pues según me contó, íbamos a ir, iban a hablar y nos volvíamos enseguida. No íbamos a llevar absolutamente nada. La maleta era para el plan que ella mencionó que tenía en mente, porque íbamos a estar fuera de casa ambos días y necesitaríamos ropa. De hecho, una vez terminamos de elegir lo que me iba a poner para el viaje, me pidió que saliera para ser ella la que preparara mi maleta, pidiéndome que no hiciera trampa al mirar lo que había dentro.

Una vez ella llenó mi maleta le pregunté cuánto costaba el viaje, a lo que ella dijo que nada. Dudaba bastante que fuera así, especialmente cuando la vuelta iba a ser una transacción hecha al momento, siendo bastante más caro por el poco tiempo con el que se adquieren los billetes de última hora. Valentina insistió en que no había problema por eso, importándole más el detalle que iba a tener yo al acompañarla que algo tan insignificante como el dinero que pudiera costar el viaje. Yo no quedé muy conforme, porque no quería ir de gorra, aunque ella me tranquilizó con buenas palabras, caricias y besos, diciendo que no íbamos a quedarnos allí mucho rato. Y llevaba razón, porque se me había pasado ese detalle. La verdad es que me hubiera gustado pasear por allí con ella, pero no me hacía mucha gracia la posibilidad de encontrarme con su marido. Además, ya había visto la ciudad y en unas semanas iríamos a Manchester, cosa que le recordé y que le apetecía.

Por la noche me recibió con la cena preparada. Aquella semana no terminó de tener mucho lío en el trabajo y aquello le permitió preparar varias cosas, como los papeles del divorcio, su equipaje, la sorpresa que me iba a dar, diciendo que le llevó algo más de lo que pensaba, pero que al final estaba todo perfecto para el momento. La veía muy activa, exteriorizando un nerviosismo que, seguro que tenía, con ella estando para arriba y para abajo, hablando y gesticulando mucho e incluso con un pequeño tic nervioso que consistía en agarrar el lóbulo de una de sus orejas con sus dedos para jugar con él y con el pendiente que llevaba puesto. Pero estaba tan mona y tan guapa con un vestido de verano propio de estar cómoda por casa que no podía evitar besarla en cuanto tenía ocasión. Disfrutamos de una cena fantástica en la que se notaba que se había esmerado, pasando después al postre y una vez lo acabamos, al sofá para reposar un poco y seguir charlando.

-Te noto un poco nerviosa, cariño -dije poniendo mi mano sobre su muslo, subiendo por él.
-¿Se me nota?
-Estás muy activa y no paras de hablar.
-Ah...
-Pero que no me importa para nada. Estás muy mona.
-Jejejeje.
-Pero creo que te vendría bien relajarte un poco.
-Uff... Así poco me voy a relajar.
-¿Cómo que no? Si muchas veces cuando acabamos te quedas dormida.
-Ya, pero de mientras... Jejejeje.
-¿No te apetece?
-Sí, bueno...
-¿No?
-Sí. Es que...
-¿Qué pasa?
-Es que estoy muy nerviosa.
-Ya. Es lo que te he dicho, jajaja.
-Pero me gustas mucho y me apetece también -dijo empezado a besarme lentamente.

Pero ese beso cogió más intensidad y sus manos volaban por debajo de mi camiseta. Llegó a un punto en el que Valentina estaba de rodillas en el suelo, sobre un cojín para mamarme la polla a buen ritmo. Estaba francamente impresionado por aquello que dijo que no quería hacer nada en el sofá, pero ahí estaba, comiéndomela de una manera excepcional. Ver su escote no hacía más que acelerar mi éxtasis. Valentina me vació en su propia boca pese a decirle en varias ocasiones que iba a acabar como siguiera así. Pero a ella parecía no importarle, por lo que terminé haciendo lo que le proponía evitar. Fue un orgasmo intenso por el morbo que me daba acabar en su boca, porque era algo que ella no hacía con regularidad. Salió corriendo sin embargo en dirección al baño para enjuagarse la boca, subiéndome yo los calzoncillos y los pantalones para ir a donde estaba ella y abrazarla por detrás.

Así, nos fuimos a la cama para descansar, viendo que había dejado mi maleta junto a la suya, aunque ambos de nuestros atuendos para el día siguiente estaban colgados de unas perchas para que no se arrugaran. Ya en la cama, nos empezamos a dar bastantes besos, notándola tan nerviosa como lo estaba antes de que empezáramos a hacer nada. Valentina me dijo que teníamos que madrugar mucho al día siguiente para darnos una ducha, facturar y hacer el viaje, pero tampoco era tan tarde. De hecho, eran un poco pasadas las 11. Le pregunté si no tenía ganas después de medio cambiar de tema en ambas ocasiones, pero ella me decía que sí. Ahora fue ella la que tomó la iniciativa al ponerse sobre mí para besarme y tocarme, volviendo mi erección en cuestión de segundos. Tan solo me pidió que no tardáramos mucho para no irnos a dormir tan tarde, prometiéndole yo que así sería.

No llegamos ni a los 10 minutos en un polvo más lento que el que echamos por la mañana. Le comí un poco el coño, porque me quedé con las ganas, encontrándolo bastante húmedo, cosa que me afirmaba que tenía ganas, pero poco duró eso cuando la empecé a penetrar lentamente y cogiendo algo más de ritmo conforme pasaban los segundos para hacerlo bien, aunque no tan fuerte como para hacer sonar el cabecero de la cama. Todo el tiempo nos mantuvimos en ese misionero en el que ambos llegamos a nuestros orgasmos. Ella lo hizo primero, costándome algo más a mí por haber tenido uno hacía nada. Valentina me abrazó con fuerza, tanto con sus brazos, como con sus piernas, estrujándome internamente, apretando yo un poco más para terminar también dentro de ella.

Nos quedamos unos momentos quietos, con ella teniendo su cuerpo engarrotado, aunque nos despegamos, yendo ella al baño tapándose con la mano para no derramar nada y poder lavarse bien. Yo también lo hice en otro baño, volviendo a la cama enseguida, esperándola para dormir. En unos minutos apareció, con uno de sus típicos camiones cortitos, llevando solamente unas braguitas bajo él. Se abrazó a mí con mucha fuerza, acariciando yo su cuerpo para que se calmara, porque la veía nerviosa todavía.
 
Puede ser curioso el reencuentro entre Valentina y su marido, con ella cogida del brazo de Javier. Como reaccionará el marido?

No creo sea así el encuentro, sería muy provocador de parte de ella, y cualquier reacción podría esperarse siendo él aún su marido.
En el aspecto legal sería muy contraproducente, no sería aconsejable que su marido sepa de la existencia de Javier.
Acá no sólo se juegan amores y egos, también una empresa, legalmente tiene derechos sobre las acciones de ella.
 
Ufff. comparto los nervios de Valentina, no sé como Javi está tan tranquilo....será que el sentimiento por ella aún no es tan fuerte? :unsure:

Javier tiene un techo emocional que nadie ha alcanzado ni creo que lo harán. Elena.
La única mujer que ha amado, Elena sigue latente, y si la viera nuevamente, lo más seguro que todo resurgiría en él.
 
Capítulo 589

-Si sigues así no vas a poder dormir.
-Ya. Es que...
-No va a pasar nada. Yo voy a estar todo el tiempo a tu lado.
-Gracias.
-Estamos juntos en esto, ¿no?
-Sí.
-¿Tienes algo para los nervios? Quizá te venga bien para poder dormir bien. Tenemos que madrugar mucho y tienes que descansar bien. Tiene pinta de que mañana va a ser un día largo.
-¿Y si me duermo?
-No te preocupes. Yo te llamo.
-Voy a tomarme algo.

Hubiera ido encantado yo a traerle lo que necesitaba, pero no sabía dónde guardaba esas cosas. Pero no hubo problema, porque ella llegó de momento y se volvió a poner como estábamos antes de que se fuera. De nuevo, mis caricias empezaban a aparecer y ella parecía estar más tranquila, aunque me preguntaba si siempre iba a estar con ganas de tema, porque le seguía sorprendiendo lo rápido que me ponía a tono y lo rápido que mi cuerpo estaba listo para ello. Entre susurros empecé a bromear con ella diciendo que me quedaba mucho trecho para llegar a necesitar tomar algo para que se me levantara, aunque dudaba que lo necesitara con ella. Valentina reía, aunque ya adormecida, pasando a quedarse dormida en nada. La abracé y le di un beso en la frente, acomodándome para descansar, aunque me costaba, especialmente cuando mi cabeza empezó a divagar por un escenario que surgió en mi cabeza.

Una duda empezó a surgir en mí. No respecto a Valentina o a mí. Nos veía muy bien y estaba muy a gusto, notándola a ella de la misma manera. Pero me dio por imaginarme que en el reencuentro con su marido quizá se podía echar atrás en todo y de alguna manera podía volver con él. Hasta llegué a pensar que era por eso por lo que de primeras no quería hacer nada aquella noche. Teniendo una relación tan larga con alguien, podían volver esos sentimientos que ella creía muertos y enterrados. Llevaban casados 15 años y se conocían desde hacía más aún. Desde que tenían 18 años para ser más concretos. ¿Cómo se hace para olvidar a alguien que conoces desde hace 22 años? Si a mí me costó con una relación de tan solo 8 meses y de hecho seguía con algunos recuerdos que rondaban mi cabeza en ocasiones... ¿Tendría dudas Valentina?

Efectivamente, Valentina estaba muy adormilada cuando la alarma que puse empezó a sonar. Yo al final había conseguido dormir unas horas pese a los nervios que fueron en aumento desde esa duda que empezó a surgir en mí, pero nuestro trato era el mismo. También la veía nerviosa a ella después de salir de una ducha bien fría para espabilarse, pero es que era lo más normal. Yo también me di una ducha y nos empezamos a arreglar, poniéndonos la ropa que había colgada en las perchas. Valentina me pidió el favor de que fuera bajando para pedir un taxi, diciéndome que ella bajaba rápidamente. Parecía seguir un poco paranoica con eso de que nos vieran juntos, aunque al ser en su edificio tenía más sentido, pero ese día en principio iba a acabarse aquello. La esperé abajo, montado en el taxi, volviendo esa duda a mi mente pensando que ni siquiera iba a bajar, pero apareció en unos minutos, radiante y preciosa con una fina blusa negra con lunares blancos, unos pantalones finos y anchos y unas sandalias negras con tacón. El taxista le dio un buen repaso conforme se acercaba al coche. Ella saludó de manera muy educada y pidió que nos llevara al aeropuerto.

Allí, esperamos nuestro vuelo, que tenía lugar en breve. No podía parar de decirle a Valentina lo guapa que estaba, gustándole a ella tanto que se animó a darme un beso con toda la gente que había delante. Ella también me decía que estaba muy guapo y no era para menos cuando fue ella la que eligió en gran parte mi ropa. Esta vez fui con una camisa blanca y ajustada, remangada y por fuera, aunque ella me comentó en un par de ocasiones que estaría mejor con ella por dentro. También llevé unas bermudas vaqueras y unas zapatillas blancas de sport. En algún momento salió el tema de ir incluso más elegantes, pero es que hacía mucho calor para ponerme el traje otra vez. Una cosa era para una cena en una casa con aire todo el tiempo, pero otra era para llevarlo por varias horas y estando de viaje. De haber sido otra época del año tal vez hubiéramos ido de esa manera, pero no con ese calor.

Ya en el avión, Valentina estaba inquieta, más que en las últimas horas en las que había estado con ella. No para de abrir su bolso para ver que llevaba todos los papeles y demás. Yo también estaba nervioso y más que me ponía al verla a ella así, haciendo eso y por lo que me dio por pensar de noche. Hasta que me cansé y le agarré la mano para entrelazar nuestros dedos y decir en voz alta que todo iba a salir bien. Lo dije tanto para ella como para mí mismo, para relajar el ambiente, porque estaba tenso, demasiado. Valentina me sonrió y me dio un beso en los labios, pasando a echar su cabeza hacia atrás, cerrando sus ojos y apretando mi mano, aunque luego echó su cabeza sobre mi hombro durante un rato. Las 2 horas y media que duró el vuelo aproximadamente se me hicieron eternas. No podía dejar de pensar en lo que iba a pasar en breve, siendo incapaz de evadirme tratando de pensar en otras cosas. Solo deseaba que todo fuera bien, no viendo la hora de estar disfrutando Valentina y yo, los dos solos en ese plan que se traía entre manos.

Cogimos un taxi al salir del aeropuerto, pidiéndome Valentina que hablara yo, porque ella estaba muy nerviosa como para hacerlo de manera clara pese a manejarse bastante bien con el inglés como me había comentado e incluso demostrado. Así que le dije al taxista el barrio por donde quedaba la casa, porque Valentina no recordaba el número de ésta, pero sí sabía cómo era desde fuera por las fotos que le dieron en ese proceso de investigación. Nos bajamos en lo que parecía ser una zona residencial, bastante alejada del centro y comenzamos a andar, con ella agarrando mi mano, entrelazando nuestros dedos de nuevo, recorriendo la zona, la cual era realmente bonita con la calle teniendo un aspecto impecable, como si llevara poco tiempo construido todo aquello. Hasta que Valentina se paró frente a una casa, quedándose mirándola y apretando mi mano sin llegar a decir nada de primeras.

-Es aquí -dijo al fin.
-¿Segura?
-Sí. Es clavada a la de las fotos. El buzón es el mismo. Estoy completamente segura.
-Muy bien. Venga, vamos a llamar, que tiene que estar esperando -dije pensando en acabar con eso cuanto antes.
-No, si él no sabe que estoy aquí.
-¿Cómo?
-No le he dicho nada.
-¿Pero por qué, Valentina?
-Porque... No sé. No quería avisarle. Pensaba que si lo hacía, iba a preparar todo para empezar a desmentir cosas.
-¿Y qué más da? Si tienes pruebas.
-Ya. Si me he traído todo.
-Da igual. Aunque a lo mejor no están y hemos venido para nada.

Valentina se quedó mirando a un punto fijo, quedando bastante pensativa hasta que reaccioné para darle un abrazo que ella recibió correspondiéndolo. Luego me separé para quitarme las gafas de sol y decirle que todo iba a salir bien y que tenía que ser la mujer que conocí en la cafetería y que sacaba ese carácter fuerte con el que ya había lidiado yo. Valentina pasó a sonreír después de oír esas palabras, pasando a darme un beso después de poner una de sus manos sobre mi cara para acariciarla. Pocos segundos después de separarnos de aquel beso y quedarnos mirándonos, oímos cómo la puerta de la casa se abría, saliendo de ella un hombre que aparentaba unos 40 años, bien vestido y con porte y una chica rubia que aparentaba unos 30 y que tenía un look de pija bastante clásico. No había duda de que eran ellos, sobre todo por la cara que puso él al vernos allí.

Él se quedó como petrificado durante unos segundos. Y la chica que estaba con él también tenía una expresión similar. Valentina se quedó mirándolos sería, bastante, siendo yo el único que hacía algún movimiento al mover la cabeza para mirarlos a los dos y a mi pareja. Yo por mi parte, estaba tenso, pero no tanto como ellos desde luego. Valentina permaneció impasible, sin mover un musculo de su cuerpo, siendo su marido el que rompió el hielo en aquel aspecto al empezar a andar hacia nosotros, planteándose frente a Valentina para preguntarle qué hacía ahí como si tal cosa. Su todavía esposa se quedó mirándolo muy seria, pasando a hacerlo de arriba a abajo. Él me miró a mí un poco de la misma manera y la chica, bastante nerviosa, preguntó si todo iba bien. Lo hizo de manera inocente también por el tono de voz que empleó, pero yo me olía que ella sabía todo. Tenía que hacerlo. Era imposible que no supiera de la existencia de Valentina.

Mi chica respondió con un: "Ezequiel, tenemos que hablar". El tono era de los que daban miedo en ella. Yo ya lo había comprobado en alguna discusión o incluso pelea que habíamos tenido ya, antes de ser pareja siquiera, aunque no habíamos tenido una desde que llegamos a ese punto. Pero el caso es que al tal Ezequiel le iba a caer una buena. Conocía ya bastante bien a Valentina a esas alturas y lo cierto es que me alegré mucho de cómo reaccionó. No por la situación en general, sino porque me entraba alivio que no lo hubiera hecho de manera conciliadora o amistosa. Pensaba que si reaccionaba así, iba a ir la cosa por donde imaginé y era lo último que quería. Él se quedó de nuevo algo paralizado, aunque terminó de reaccionar diciendo que por supuesto, diciéndole que pasara dentro de la casa. Valentina respondió diciendo que no iba a entrar en esa casa, diciéndole de ir a un lugar tranquilo para poder hablar sin interrupciones.

Su aún marido le dijo que estaba bien, saliendo de la entrada de la casa diciéndole que la acompañara, echando a andar después de lanzarle una mirada a la chica, quien permanecía quieta sin decir nada. Ya estando él algo alejado, Valentina me dijo que esperaba que no me importara que estuvieran los dos solos para resolver aquello. Yo le dije que en absoluto y le di fuerzas para sobrellevar el momento, diciéndole que seguro que había estado en alguna peor por el trabajo, como me había empezado a contar últimamente en esas conversaciones que manteníamos mientras comíamos o cenábamos, o simplemente estando sentados en el sofá reposando. Así que se fueron a algún lugar cercano, quedando Valentina y yo en un parque que había al lado para cuando terminaran de hablar, donde esperé todo el tiempo, solo y pensativo. La chica, una vez se fueron, tan solo dijo: "Bueno, hasta luego", haciéndolo mirándome a mí, aunque no me dio la oportunidad de responderle, porque entró en la casa cerrando la puerta.

La espera en el parque en el que quedamos sí que se me hizo eterna. Más que los ratos muertos que había desde que Valentina me dijo que la acompañara, accediendo yo o lo que duró el viaje. Cada minuto se sentía casi como una hora, lo que me permitió pensar. De primeras lo hice al ver cómo se notaba el cambio de edad entre aquel hombre y la chica. No era viejo, pero si aparentaba la edad que tenía, teniendo la misma que Valentina. Pero él tenía el típico cambio que da el pelo cuando llegas a cierta edad al empezar a ponerse blanquecino, en esta ocasión por los laterales de su cabeza, de abajo a arriba. Pero el tío se conservaba bien. Se notaba que se cuidaba. No sabía a ciencia cierta qué hacía, pero por lo fino que tenía el cuerpo tenía pinta de que salía a correr todas las mañanas. Y vestía elegante, eso también, aunque algo pijo en mi opinión, como la chica que estaba con él.

Y hablando de ella, pues la verdad es que era una chica bastante mona y atractiva. De cara se notaba que había tenido algún retoque. No tenía mucha idea de eso, pero esos pómulos y esos labios no parecían muy naturales, estando algo inflados. Pero eso no quitaba que fuera guapa. También se notaba que llevaba los pechos operados, tal y como Valentina me comentó. Eran demasiado redondos para lo grandes que eran y que estuvieran como suspendidos, pues era sospechoso. Por todo lo demás, era una chica delgada, con largas piernas, siendo también alta, aunque no tanto como Valentina. Parecía rubia natural, aunque viendo todos los arreglos que llevaba encima no podía poner la mano en el fuego por eso. Pero todo lo que tenía de físico le faltaba en personalidad por la reacción que tuvo, estando como asustada y bastante incómoda. No era para menos después de todo lo que había pasado, eso seguro.

No entendía cómo aquel hombre había podido cambiar a Valentina por una chica tan artificial. En realidad, es cuestión de gustos, pero teniendo a una mujer así de impresionante me costaba mucho creer cómo había podido pasar de ella. Quizá era porque con la chica nueva tenía más vidilla en otras cosas, aunque no terminaba de ver que fuera eso. Sí, Valentina no era la mejor amante cuando la conocí, aunque no estaba nada mal, pero en comparación con otras chicas con las que había estado, era más normal de lo que aparentaba. Pero eso fue algo que se remedió a medida que nos seguíamos viendo, porque poco a poco se abría más a otras cosas. En esos últimos días ya habíamos dado grandes pasos en ese tema, como dejar de usar preservativos, haber acabado en su boca alguna vez o jugar con su culo, algo que veía imposible por cómo se puso la primera vez que nos acostamos.

O simplemente le había cogido cariño a la chica al trabajar juntos y al estar tanto tiempo solo allí, aunque supuestamente regresaba a casa con bastante asiduidad. No tenía ni idea de qué podría ser en realidad y esperaba que Valentina me pudiera aclarar el tema una vez regresara, pero tardaba en hacerlo. Aunque eso lo pensé habiendo pasado tan solo media hora desde que nos separamos, siendo algo que debía llevar bastante tiempo. Aquello no podía ser un mero trámite burocrático. Era evidente que tenían que hablar muchas cosas y que aquello les iba a llevar su tiempo, pero es que los minutos pasaban tan lentos que se me hacía como si fuera el triple de tiempo que realmente había pasado. Tan nervioso me empecé a poner que no paraba de moverme, levantándome para ir a sentarme a otro banco, tratando de buscar la sombra, yendo a alguna fuente a beber agua, mirando el móvil, pero nada tenía efecto. Así hasta que Irene me llamó.
 
De a poco Javi se fue dando cuenta que la cosa podría no ser tan fácil, seguro el esposo le preguntará a Victoria sobre el hombre que la acompañó y ella le contará....y ahí creo que se va a complicar, el tío no se va a quedar de brazos cruzados y firmar así como así. Ojalá me equivoque.
 
Me sorprende la forma que Valentina eligió para abordar esta situación.

De Javier se pueden esperar acciones de este tipo, irreflexivas e inmaduras. Sólo constato hechos, no hay ánimo de ofender.

Pero de Valentina, era esperable un mínimo asesoramiento de abogados, de familia y corporativos, que le prepararan todo un protocolo a seguir. Lo que sí o no, debe o puede hacer.

Que sin alertar a su esposo manejase información que le asegurara hora, día y lugar en que lo encontraría. Eso al menos salió bien.

Ningún especialista en esos temas le habría permitido acudir con su novio-amante, presentárselo revelando su existencia fue una acción suicida.

Esto no era un encuentro de exnovios que conocerían a sus parejas actuales. Era el de una matrimonio de veinte o más años a punto de colapsar, enfrentándose a la realidad de reconocer amantes por ambos lados...puede algo salir mal?

Lo único que queda es confiar en una buena disposición del marido, y que esté deseando tanto como ella definir de una vez por todas un nuevo estatus para lo que tenían. Si él está realmente enamorado de su nueva pareja, estamos al otro lado.

Cómo en tantas otras ocasiones ya hemos visto a Keranos allanarle el camino a Javier, lo más seguro que resultará en que cada uno irá por su lado, sin conflictos y felices, y a seguir disfrutando el resto del fin de semana programado por Valentina.

Nada como ser amigo del autor, hasta envidio a Javier.:dancer1:





Mientras, en un bar del mismo barrio donde Javier vive, tras su primera semana en ese trabajo, abstraída en su copa una pensativa E...
 
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Capítulo 590

-Buenos días, Javi.
-Hola. ¿Qué pasa?
-Pues nada, que nos acabamos de levantar Mario y yo.
-Es temprano aún.
-Ya, es que estamos acostumbrados del trabajo y tenemos esa alarma biológica.
-Ya.
-¿Estás bien? Te noto serio.
-No, no. Estoy bien.
-¿Qué haces? ¿En el gimnasio?
-No. No estoy en el gimnasio.
-Bueno, pues si tienes pensado ir, pásate ya.
-¿Por?
-Mario y yo habíamos pensado ir a tu casa. Tenemos ganas de salir y pensamos que estaría bien hacerlo contigo y con Valentina. No hay problema, ¿no?
-Pues a lo mejor sí que hay alguno.
-¿Por? ¿Estáis bien?
-Sí, sí. Es que estamos en Londres.
-¿En Londres?
-Sí.
-¿Y cómo no me has dicho nada?
-Ha sido muy repentino. Si me enteré el jueves.
-¿Y qué hacéis allí? ¿Es un plan de pareja?
-Qué va.
-¿Entonces?
-Hemos venido para resolver el tema de su marido.
-Ah... ¿Y qué tal?
-Pues estoy esperando. Es algo que tienen que hablar los dos solos. Pero bueno, ha sido un cuadro la escena cuando nos hemos visto todos.
-¿Cómo?
-Pues estábamos en la puerta de la casa de su marido y resulta que ella no había avisado. Antes de que llamáramos, estaban saliendo los dos de la casa.
-Jajajajaja.
-Lo más incómodo que he vivido en bastante tiempo. Pero Valentina estaba seria, mucho.
-Pues claro. ¿Cómo iba a estar?
-Si te digo la verdad, estaba un poco...
-¿Cagado?
-Exactamente.
-Imagino por qué.
-¿Sí?
-¿Tenías miedo de que cuando lo viera cambiara de opinión respecto a divorciarse o algo así?
-Es eso precisamente.
-Bueno, es normal que pienses eso. Llevaban mucho tiempo según nos contaste y puede pasar. Pero por cómo has dicho que ella ha reaccionado, no tiene pinta de que vaya a pasar eso.
-Se me está haciendo eterno. ¿Y si conforme hablan la cosa se relaja y…?
-Tranquilo. No va a pasar eso. Es imposible que pase después de haberlo visto con la otra. Si reacciona así es que no ha aprendido nada de lo que le ha pasado.
-Joder, qué ganas tengo de que vuelva...
-Míralo, el que no está enamorado... Jajajajaja.
-Buah, no empieces.
-Pero si es que mírate.
-Ya hemos hablado esto. Me encanta estar con Valentina y estoy todo el día deseando salir del trabajo para verla, pero no es lo mismo, Irene. Te aseguro que no siento lo mismo que cuando estaba con...
-Dale tiempo, Javi. Quieres correr mucho. Relájate y disfruta del camino.
-Ya, pero es que...
-Javi, estoy segura de que de primeras no sentías algo tan intenso por Elena.
-Bueno... Puede...
-La cosa fue a más poco a poco hasta que llegó un punto en el que por varias cosas que iban pasando, pues cada vez estabais más unidos y terminasteis así.
-Ya he tenido unas cuantas con Valentina.
-Y esta es otra más. Ya verás como cuando se acabe esto por lo que está pasando ahora mismo, la cosa se estrecha más entre vosotros. Son cosas que unen.
-La verdad es que estaba impresionada cuando le dije de venir con ella si lo necesitaba.
-Claro. Cualquiera lo estaría. No todo el mundo hace eso. Sobre todo, cuando no se está tan unidos. Lo más normal hubiera sido quitarte un poco del miedo hasta que hubiera pasado el chaparrón. Y mírate, ahí junto a ella para apoyarla. Yo lo veo algo muy bueno.
-Si yo también.
-Pues ya está. No le des más vueltas a eso de que no estás enamorado de ella. Todo vendrá cuando tenga que pasar.
-Gracias por las palabras.
-De nada. Pero que sepas que sigo enfadada contigo.
-Joder...
-Jajajajaja. Es broma, pero ya sabes lo que quiero.
-Irene, eso es imposible. Ya lo sabes.
-Ya... -decía con pena- ¿Y vais a estar todo el finde allí en Londres?
-No, no. De hecho, se lo pregunté y me dijo que no quería estar mucho más tiempo de lo que le llevara resolver el asunto. No quería poder encontrarse con él otra vez.
-Claro.
-Pero me ha preparado un plan.
-¿Sí? ¿Cuál?
-No tengo ni idea. Me ha dicho que es un sitio en el que vamos a estar solos.
-Qué buena pinta, ¿no?
-Ya ves. Deseando estoy de estar ya en ese momento.
-Jajajaja. Entonces no va a poder ser lo de vernos, ¿no?
-Pues no. Pero se lo comentaré. Si todo sale bien, seguro que le apetece.
-Qué síiiiiiiiiii. Ya verás.
-¿Y ahora que vais a hacer?
-Pues no sé. La verdad es que teníamos ganas de estar por allí contigo y también teníamos ganas de ver a Valentina. Pero algo especial vamos a hacer igualmente.
-¿Sí?
-Ajá. Me había hecho ya a la idea de pasar un fin de semana fuera de casa. Así que iremos a comer por ahí, iremos al cine y luego a un hotel para hacer alguna fantasía.
-Eso está bien.
-Bueno, pues solo era eso. Tú tranquilo, ¿vale?
-Vale.
-Todo va a ir bien. Ya verás el besazo que os vais a dar en cuanto os veáis.
-Eso espero.
-Luego me dices algo cuando todo acabe, ¿vale? Así me quedo más tranquila.
-Claro. Luego te mando un mensaje.
-Perfecto.
-Oye, Irene, gracias por la charla, de verdad. Necesitaba distraerme y has hecho que este rato que hemos estado hablando se me haya pasado rápido.
-De nada, jejeje.
-Te debo un plan estando los cuatro juntos.
-No me debes nada. Somos amigos, ¿no? Pues ya está.
-Gracias.

Fue genial que me llamara para despejarme un poco pese a haber hablado del tema que estaba pensando todo el rato, pero su positivismo me vino muy bien para no estar tan nervioso y tenía sentido lo que decía, pero no podía evitar pensar todas esas tonterías de que ella iba a volver con su marido. Por los comentarios que hacía y por cómo de mal estaba cuando me empezó a contar no era lógico que volviera con él después de todo lo que le había hecho a sus espaldas, pero la verdad es que ese nerviosismo volvió a agudizarse cuando pasada algo más de una hora desde que se fueron, ambos volvieron, andando el uno junto al otro. Y más me tensé cuando vi que él venía con ella hasta donde estaba yo en lugar de entrar a su casa directamente como imaginé que haría. No sabía qué esperarme de aquello, pero me levanté de inmediato en cuanto los vi, quedándome allí sin ser del todo capaz de acercarme hasta ellos, planteándose ambos a mi lado una vez llegaron a donde estaba yo.

No ayudó que él fuera el primero en hablar para pedirle a Valentina que nos dejara un momento a solas. Ella asintió con la cabeza y se alejó un poco para dejarnos la intimidad que él nos pidió.
 
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