Keranos
Miembro muy activo
- Desde
- 22 Jun 2023
- Mensajes
- 980
- Reputación
- 6,389
Capítulo 584
Tampoco pude quitármelo de la cabeza después de la intensa sesión de sexo que tuvimos después de comer, dejando a medias el postre y empezando a comernos la boca en el salón. Así, acabamos en la habitación, desnudándonos por el camino, dejando ropa por toda la casa. Hubo de todo, con un sexo más sosegado como el que habíamos tenido la noche anterior, pero también hubo del que nos gustaba a los dos, con movimientos bruscos y rápidos que hacían gritar a Valentina, quien ya no se reprimía nada en el tema. Tuvo algunos orgasmos muy intensos, en especial el último, que la dejó con su cuerpo vibrando bastante, pasando a abrazarse a mí y encogiendo su cuerpo. Yo jadeaba pesadamente después de haber acabado dentro de ella, aunque la era la segunda, habiéndolo hecho antes sobre su culo al tenerla a cuatro. Me quedé mirando su cara de placer que se iba relajando muy poco a poco. Qué guapa la veía, más de lo que la veía los primeros días que la vi en la cafetería.
No podía dejar de darle vueltas al tema. Ahora ella y yo éramos pareja. Era algo que me resultaba muy difícil de asumir por toda la situación. Éramos bastante opuestos en varios temas, ella estaba casada, la diferencia de edad que no me importaba de primeras, pero que ahora era un detalle que sumaba y además, todo lo que rondaba por mi cabeza antes de conocerla. Sentía que tenía una pelota saltarina dentro de la cabeza que no paraba de rebotar, pero lo cierto es que mezclaba desasosiego por todo lo que volver a tener pareja implicaba con una alegría propia de dar ese paso con una mujer tan impresionante como ella. Me levanté para llevar la bañera de agua, viendo que teníamos tiempo, aunque tampoco nos podíamos dormir y luego la cogí en brazos para meternos los dos, estando todo el tiempo en silencio y con ella abrazada a mí para relajarnos, cosa que conseguimos, aunque no pudimos estar todo lo que nos hubiera gustado, por lo que nos lavamos bien y nos vestimos para volver al trabajo, aunque nos despedimos con un buen beso después de recogerlo todo por iniciativa suya.
La tarde se me pasó muy lenta pese a no haber quedado por la noche con Valentina, porque me contó que había quedado con su hermana para cenar, aunque no llegó a mencionar a Julia para nada. La tarde fue bien a pesar de sentirla lenta, con todo yendo en orden pese a haber algún que otro alumno algo problemático, pero nada preocupante. La razón de que se me hiciera eterna fue que necesitaba hablarlo con mis amigos. Les mandé un mensaje diciéndoles que necesitaba hablar con ellos algo importante y quedamos en hacerlo sobre las 10 por videollamada después de que se interesaran por si me había pasado algo, dejándolos tranquilos al comentar que estaba bien. Y así lo hicimos, aunque antes, me pasé a recoger la cena en una hamburguesería de la zona, encontrándome con Cintia de manera fortuita por la calle al salir. No quedamos mirándonos y tuve que informarla del nuevo cambio que había tenido en mi vida ese mismo día. Ella se mostraba impasible en sus expresiones, aunque en su manera de hablar se notaba que le molestaba. Y no llegó a decir gran cosa, despidiéndose con un "ya nos veremos", esperando yo que no fuera así, en especial después de decirle que no se volviera a pasar por casa.
S: ¿Qué pasa, Javi? Nos has dejado un poco preocupados... -decía mi amiga ya estando los cuatro en videollamada mientras yo cenaba.
J: Tengo algo que contaros.
M: Suéltalo ya, coño.
J: Valentina y yo estamos juntos.
I: ¿Y para eso tanto misterio?
J: Joder, es un paso importante para mí.
I: Pero Javi, si ya os comportabais como si fuerais pareja. Estaba cantadísimo que ibais a acabar así.
J: Yo no lo tenía tan claro. Somos muy diferentes.
I: Pero os gustáis mucho.
S: Lleva razón. Las miraditas y los gestos. Y eso que Valentina se reprimía bastante. Se le notaba.
M: ¿Cómo ha sido el momento? Porque si dices esto es que lo habéis hablado y ya os consideráis pareja.
J: Sí. Lo hemos hablado. Y ha sido porque... Uff...
I: Buah, ya huele a movida.
J: No, en realidad no. Simplemente me ha contado cosas muy personales suyas y pues pasaron cosas.
I: ¿Qué te ha contado?
J: Es muy personal y me ha dicho que nadie sabe todo esto, pero es que vosotros sois muy importantes para mí y quiero que me deis vuestro punto de vista.
M: Pues sí que huele un poco raro esto.
J: A ver. Es que...
I: ¿Era verdad todo lo que pensabas?
J: Más o menos. Ya os dije que la chica que conocí no era su hija. Eso pensaba yo por su parecido y tal, pero al final resulta que es su sobrina.
S: Sí, nos lo contaste.
J: Aunque en su día me dijo que era hija única. Ahora resulta que tiene una hermana.
I: ¿Algo más?
J: Sí, ahora viene lo gordo.
M: ¿Qué es?
J: Resulta que está casada.
S: ¿En serio? -decía sorprendida.
J: Pues sí. Desde hace unos 15 años.
S: Vaya...
M: Joder, ¿y cómo te ha ocultado algo así cuando lleváis varias semanas en contacto?
J: Pues... Irene, no te veo muy sorprendida -dije al ver la cara de mi amiga.
I: ¿Cómo me va a sorprender que esté casada con lo increíble que es? Lo raro sería que no lo estuviera con su edad.
J: Eso pensé yo también cuando empecé a sospechar y eso.
I: Lo que sí me impresiona es que te haya ocultado eso.
J: Resulta que su marido es un cabrón. A finales de año del año pasado se fue a trabajar a Londres. Le asignaron una secretaria y pues se acabó liando con ella.
I: Qué típico.
M: Ya ves. Anda que no pasa eso... Donde nosotros y trabajamos ha pasado un par de veces por los rumores que se oyen.
S: Yo también he oído cosas así. Es muy común.
J: ¿Soy el único al que le extraña que haya pasado de una mujer así?
I: Es gilipollas. No hay otra explicación.
J: Eso pensaba yo.
S: ¿Y qué pasó al final?
J: Pues que tienen una relación. Valentina contrató a alguien para que los siguiera y esas cosas y sí, eran prácticamente una pareja con paseitos, cenas en restaurantes, viviendo juntos...
I: ¿Y qué hizo Valentina?
J: Nada.
M: ¿Nada?
J: Sí. Nada. Dejó el tiempo pasar sin hablar con él ni nada.
I: Mira, al final sí que os vais a parecer más de lo que piensas.
J: Joder con las puyitas...
I: Jajajaja. Pero sabes que tengo razón.
J: Ya. Me dijo que tenía miedo a quedarse sola. Aunque al final me reconoció que era una tontería, porque ya lo llevaba estando varios meses. Y se cansó del tema. Por eso me la encontré la noche que la conocí. Ella pretendía hacer lo mismo que él. Se veía en ese derecho.
I: Y lo hizo. Ya sabemos cómo acabó esa noche.
S: ¿Y cómo te lo contaba ella todo esto?
J: Llorando. Se puso bastante mal. Pero no porque echara de menos a su marido y le siguiera doliendo. Dijo que aún quedaba algo de ese amor en ella por llevar tantos años juntos, porque se conocían desde la universidad. Se sentía mal por todas las mentiras que me había contado.
M: Uff, pues está claro lo que quiere ahora al decir eso.
J: Me puso muy mal cuerpo verla así. Nunca la había visto llorando y la verdad es que yo no le di mucha importancia a esas mentiras. Al fin y al cabo, me acababa de conocer y era el otro, ¿no? Además, ya sabéis cómo soy.
I: Bueno... ¿Te recuerdo lo del jefe?
J: No. No hace falta.
S: ¿Y cuántas mentiras más te ha contado? -preguntó al ver cómo Irene iba a degüello conmigo.
J: Básicamente son tonterías que giran alrededor de lo de su marido. Toda esa paranoia de que no nos vieran juntos era porque tenía miedo a que algún conocido la viera conmigo y se lo contara a él.
M: Pero no tiene sentido. Si pasa de él ya. ¿Qué más da que se entere? Ni que fuera a pedirle explicaciones con lo que él está haciendo.
J: Algo parecido le dije yo.
M: ¿Y qué contestó?
J: Que era una estúpida por pensar así. El día que quería acompañarla a la boda -seguí al ver que se quedaban en silencio-, él estaba allí. Le entró pánico cuando me vio y pensaba que nos podía pillar. Por eso se puso como se puso y reaccionó de tan mala manera. Se puso muy nerviosa.
I: Bueno, si tanto miedo tenía es normal que reaccionara así.
J: Luego me reconoció que le habría encantado ir conmigo.
S: Ojalá hubiera sido así. Pero bueno, ya está todo solucionado, ¿no?
J: Sí. Ah, bueno, me dijo también que ese mismo día se acostó con su marido después de estar desde Navidad sin hacer nada con él.
I: ¿Pero qué cojones?
J: Me dijo que creía que había venido por ella, pero que al final era para quedar bien y para convencer a un socio para que se fuera con él a trabajar. Otra vez me dijo que se sentía muy estúpida por pensar eso. Y que entre los nervios y tal, pues bebió un poco. Y su marido también y él se puso cariñoso y se dejó llevar. Por cómo me lo contaba se arrepiente de eso.
S: Normal.
J: Pero bueno, al final lo soltó todo y bien.
I: ¿Y pasó algo más?
J: Bueno... Sí.
I: A ver, cuenta.
J: Le dije que no estaba enfadado. Ni siquiera molesto. Ella valoró mucho cómo me lo había tomado todo y mi manera de comportarme apoyándola en lugar de echarle nada en cara. Después me dijo que me quiere.
M: Uy.
J: Y yo le dije que también que le quiero.
S: ¡Ah! -decía emocionada.
M: ¿Y hubo...?
J: Sí, pero no como solemos.
I: Ya veo por donde va la cosa por la cara que estás poniendo. Fue un momento de pareja, muy íntimo, ¿no?
J: Exactamente.
I: ¿Y a qué viene esa cara?
J: Pues a que me ha roto todos los esquemas. Es justo lo que le he dicho hoy. Yo tenía en mente estar tranquilo y tal y va y pasa todo esto con ella. Ha sido tan intenso todo desde primera hora... Mis ganas de seguir viéndola para acabar en la cama han hecho que acabe emparejado con ella.
M: Parece que te jode haber acabado así.
J: No, no es eso tampoco.
M: ¿Y por qué estás tan rayado?
J: Porque no quiero pasar por lo mismo si sale mal la cosa. No quiero volver a esos días. Ni hacerle daño si es por mi culpa que se acabe terminando lo nuestro.
I: Relájate, anda. Piensas demasiado. Simplemente no la cagues y habla todo.
J: Ya. Si en realidad estoy muy contento de que estemos así. Ella me llena mucho, ¿sabéis? Me lo paso muy bien con ella todo el tiempo, aunque me hable de cosas de las que no tengo ni puta idea. Y me encanta chincharla y jugar con ella. Nos lo pasamos muy bien, porque ella ya sabe cómo soy y me sigue el juego.
I: Pues ya está. Quédate con eso.
S: Oye... ¿Y lo del marido?
J: Esa es otra. Es que es algo que...
S: Es que es muy fuerte.
M: Pero tendrá pensado divorciarse, ¿no?
J: Claro.
I: Verás tú cuando tenga la conversación. No va a ser fácil.
J: Ella no quiere pasar por eso.
M: ¿Entonces?
J: Me ha dicho que a lo mejor le dice a su abogado que haga el trámite. O que le va a escribir una carta y con ella le va a mandar el divorcio. Tiene que pensar en ello, pero seguro que no quiere hablar con él.
I: Otra... Si es que de verdad...
M: Es que tiene que ser difícil esa situación, pero sí, debería hablar con él cara a cara.
J: A ver, tranquilidad. También me ha dicho que no quiere empañar nuestros primeros días con esa situación.
S: Eso es bonito, pero debería hablar con él.
J: Yo pienso como vosotros, pero esa decisión es suya. Haga lo que haga yo la voy a apoyar. Como si tengo que acompañarla a Londres si al final se decide a hablar con él.
M: Eso está muy bien. Lo mismo si se lo dices así se anima a hacerlo.
J: Puede que lo haga.
I: Javi, ¿qué es lo que pasa? Se nota que algo más hay. Te conozco muy bien.
J: No se te escapa una.
I: No. Y ahora quiero que lo sueltes.
J: Es que... A ver. Estoy con ella, vale. Pero no noto...
I: ¿Qué no notas?
J: Noto que no estoy enamorado de ella. No noto lo mismo que sentía con...
S: No pasa nada. No te preocupes por eso.
I: ¿Sabes por qué no sientes eso? Porque aún piensas en ella. Tienes que pasar página ya de una puta vez, Javi.
J: ¿Eso pensáis? -pregunté al ver el silencio que se hizo.
M: Sí. No queríamos ser tan bruscos, pero... -dijo mirando a su novia.
S: ¿Y ella? ¿Crees que está enamorada?
J: Mmm, no lo sé. Ilusionada está. Mucho.
I: Tío, de verdad. Deja de pensar tanto y relájate. Déjate llevar. Así fluye todo naturalmente. No te reprimas si quieres hacer algo. Si te apetece, hazlo. Punto. Ella lo hará. Seguro.
J: Me ha dicho algunas cosas que...
M: ¿El qué?
J: Que se siente viva desde que nos vemos... Que parece que ha perdido de nuevo la virginidad... Son cosas que no son tonterías.
I: Se deja llevar. Me gusta. Si hiciera como tú no diría esas cosas.
S: Y se nota que te gusta que te haya dicho eso.
J: Claro que me gusta.
M: Javi, nos alegramos mucho de que esto haya pasado. Te hacía mucha falta dar este paso. Y hazle caso a Irene.
J: Sí. Tengo que dejarme llevar más.
S: Buah, qué contenta estoy por ti, Javi. Te lo prometo.
J: Lo sé. Muchas gracias.
I: Yo también lo estoy, aunque te siga echando la bronca y te suelte puyas -decía riendo de manera socarrona-, pero es que... Me dolió mucho todo eso. Por otra parte... Que le contaras todo eso a Valentina era una señal de lo que ha acabado pasando. No se le cuentan todas esas cosas a cualquiera. Ni a tus mejores amigos -dijo con retintín-. Si te das cuenta, ella ha hecho lo mismo contigo.
J: Es verdad.
I: ¿Y sabes qué es lo mejor? Que podemos hacer planes de pareja. A ver si te echas tú también algo ya, Sofi...
S: A ver si surge primero...
J: No sé si Valentina estará por la labor con eso de hacer planes de pareja.
M: ¿Por qué no iba a estarlo?
J: No sé, por la situación en la que está. Luego le comento algo a ver.
I: Pues a mí me gustaría mucho juntarnos.
J: Sí, estaría bien. Pero olvidaos de que pase nada de... Ya sabéis.
M: Ya, ya lo sabemos.
J: ¿Seguro? -dije mirando a alguien en especial.
I: Síiiiiiii.
M: Pues ya está. A ver si este fin de semana nos podemos juntar.
Tampoco pude quitármelo de la cabeza después de la intensa sesión de sexo que tuvimos después de comer, dejando a medias el postre y empezando a comernos la boca en el salón. Así, acabamos en la habitación, desnudándonos por el camino, dejando ropa por toda la casa. Hubo de todo, con un sexo más sosegado como el que habíamos tenido la noche anterior, pero también hubo del que nos gustaba a los dos, con movimientos bruscos y rápidos que hacían gritar a Valentina, quien ya no se reprimía nada en el tema. Tuvo algunos orgasmos muy intensos, en especial el último, que la dejó con su cuerpo vibrando bastante, pasando a abrazarse a mí y encogiendo su cuerpo. Yo jadeaba pesadamente después de haber acabado dentro de ella, aunque la era la segunda, habiéndolo hecho antes sobre su culo al tenerla a cuatro. Me quedé mirando su cara de placer que se iba relajando muy poco a poco. Qué guapa la veía, más de lo que la veía los primeros días que la vi en la cafetería.
No podía dejar de darle vueltas al tema. Ahora ella y yo éramos pareja. Era algo que me resultaba muy difícil de asumir por toda la situación. Éramos bastante opuestos en varios temas, ella estaba casada, la diferencia de edad que no me importaba de primeras, pero que ahora era un detalle que sumaba y además, todo lo que rondaba por mi cabeza antes de conocerla. Sentía que tenía una pelota saltarina dentro de la cabeza que no paraba de rebotar, pero lo cierto es que mezclaba desasosiego por todo lo que volver a tener pareja implicaba con una alegría propia de dar ese paso con una mujer tan impresionante como ella. Me levanté para llevar la bañera de agua, viendo que teníamos tiempo, aunque tampoco nos podíamos dormir y luego la cogí en brazos para meternos los dos, estando todo el tiempo en silencio y con ella abrazada a mí para relajarnos, cosa que conseguimos, aunque no pudimos estar todo lo que nos hubiera gustado, por lo que nos lavamos bien y nos vestimos para volver al trabajo, aunque nos despedimos con un buen beso después de recogerlo todo por iniciativa suya.
La tarde se me pasó muy lenta pese a no haber quedado por la noche con Valentina, porque me contó que había quedado con su hermana para cenar, aunque no llegó a mencionar a Julia para nada. La tarde fue bien a pesar de sentirla lenta, con todo yendo en orden pese a haber algún que otro alumno algo problemático, pero nada preocupante. La razón de que se me hiciera eterna fue que necesitaba hablarlo con mis amigos. Les mandé un mensaje diciéndoles que necesitaba hablar con ellos algo importante y quedamos en hacerlo sobre las 10 por videollamada después de que se interesaran por si me había pasado algo, dejándolos tranquilos al comentar que estaba bien. Y así lo hicimos, aunque antes, me pasé a recoger la cena en una hamburguesería de la zona, encontrándome con Cintia de manera fortuita por la calle al salir. No quedamos mirándonos y tuve que informarla del nuevo cambio que había tenido en mi vida ese mismo día. Ella se mostraba impasible en sus expresiones, aunque en su manera de hablar se notaba que le molestaba. Y no llegó a decir gran cosa, despidiéndose con un "ya nos veremos", esperando yo que no fuera así, en especial después de decirle que no se volviera a pasar por casa.
S: ¿Qué pasa, Javi? Nos has dejado un poco preocupados... -decía mi amiga ya estando los cuatro en videollamada mientras yo cenaba.
J: Tengo algo que contaros.
M: Suéltalo ya, coño.
J: Valentina y yo estamos juntos.
I: ¿Y para eso tanto misterio?
J: Joder, es un paso importante para mí.
I: Pero Javi, si ya os comportabais como si fuerais pareja. Estaba cantadísimo que ibais a acabar así.
J: Yo no lo tenía tan claro. Somos muy diferentes.
I: Pero os gustáis mucho.
S: Lleva razón. Las miraditas y los gestos. Y eso que Valentina se reprimía bastante. Se le notaba.
M: ¿Cómo ha sido el momento? Porque si dices esto es que lo habéis hablado y ya os consideráis pareja.
J: Sí. Lo hemos hablado. Y ha sido porque... Uff...
I: Buah, ya huele a movida.
J: No, en realidad no. Simplemente me ha contado cosas muy personales suyas y pues pasaron cosas.
I: ¿Qué te ha contado?
J: Es muy personal y me ha dicho que nadie sabe todo esto, pero es que vosotros sois muy importantes para mí y quiero que me deis vuestro punto de vista.
M: Pues sí que huele un poco raro esto.
J: A ver. Es que...
I: ¿Era verdad todo lo que pensabas?
J: Más o menos. Ya os dije que la chica que conocí no era su hija. Eso pensaba yo por su parecido y tal, pero al final resulta que es su sobrina.
S: Sí, nos lo contaste.
J: Aunque en su día me dijo que era hija única. Ahora resulta que tiene una hermana.
I: ¿Algo más?
J: Sí, ahora viene lo gordo.
M: ¿Qué es?
J: Resulta que está casada.
S: ¿En serio? -decía sorprendida.
J: Pues sí. Desde hace unos 15 años.
S: Vaya...
M: Joder, ¿y cómo te ha ocultado algo así cuando lleváis varias semanas en contacto?
J: Pues... Irene, no te veo muy sorprendida -dije al ver la cara de mi amiga.
I: ¿Cómo me va a sorprender que esté casada con lo increíble que es? Lo raro sería que no lo estuviera con su edad.
J: Eso pensé yo también cuando empecé a sospechar y eso.
I: Lo que sí me impresiona es que te haya ocultado eso.
J: Resulta que su marido es un cabrón. A finales de año del año pasado se fue a trabajar a Londres. Le asignaron una secretaria y pues se acabó liando con ella.
I: Qué típico.
M: Ya ves. Anda que no pasa eso... Donde nosotros y trabajamos ha pasado un par de veces por los rumores que se oyen.
S: Yo también he oído cosas así. Es muy común.
J: ¿Soy el único al que le extraña que haya pasado de una mujer así?
I: Es gilipollas. No hay otra explicación.
J: Eso pensaba yo.
S: ¿Y qué pasó al final?
J: Pues que tienen una relación. Valentina contrató a alguien para que los siguiera y esas cosas y sí, eran prácticamente una pareja con paseitos, cenas en restaurantes, viviendo juntos...
I: ¿Y qué hizo Valentina?
J: Nada.
M: ¿Nada?
J: Sí. Nada. Dejó el tiempo pasar sin hablar con él ni nada.
I: Mira, al final sí que os vais a parecer más de lo que piensas.
J: Joder con las puyitas...
I: Jajajaja. Pero sabes que tengo razón.
J: Ya. Me dijo que tenía miedo a quedarse sola. Aunque al final me reconoció que era una tontería, porque ya lo llevaba estando varios meses. Y se cansó del tema. Por eso me la encontré la noche que la conocí. Ella pretendía hacer lo mismo que él. Se veía en ese derecho.
I: Y lo hizo. Ya sabemos cómo acabó esa noche.
S: ¿Y cómo te lo contaba ella todo esto?
J: Llorando. Se puso bastante mal. Pero no porque echara de menos a su marido y le siguiera doliendo. Dijo que aún quedaba algo de ese amor en ella por llevar tantos años juntos, porque se conocían desde la universidad. Se sentía mal por todas las mentiras que me había contado.
M: Uff, pues está claro lo que quiere ahora al decir eso.
J: Me puso muy mal cuerpo verla así. Nunca la había visto llorando y la verdad es que yo no le di mucha importancia a esas mentiras. Al fin y al cabo, me acababa de conocer y era el otro, ¿no? Además, ya sabéis cómo soy.
I: Bueno... ¿Te recuerdo lo del jefe?
J: No. No hace falta.
S: ¿Y cuántas mentiras más te ha contado? -preguntó al ver cómo Irene iba a degüello conmigo.
J: Básicamente son tonterías que giran alrededor de lo de su marido. Toda esa paranoia de que no nos vieran juntos era porque tenía miedo a que algún conocido la viera conmigo y se lo contara a él.
M: Pero no tiene sentido. Si pasa de él ya. ¿Qué más da que se entere? Ni que fuera a pedirle explicaciones con lo que él está haciendo.
J: Algo parecido le dije yo.
M: ¿Y qué contestó?
J: Que era una estúpida por pensar así. El día que quería acompañarla a la boda -seguí al ver que se quedaban en silencio-, él estaba allí. Le entró pánico cuando me vio y pensaba que nos podía pillar. Por eso se puso como se puso y reaccionó de tan mala manera. Se puso muy nerviosa.
I: Bueno, si tanto miedo tenía es normal que reaccionara así.
J: Luego me reconoció que le habría encantado ir conmigo.
S: Ojalá hubiera sido así. Pero bueno, ya está todo solucionado, ¿no?
J: Sí. Ah, bueno, me dijo también que ese mismo día se acostó con su marido después de estar desde Navidad sin hacer nada con él.
I: ¿Pero qué cojones?
J: Me dijo que creía que había venido por ella, pero que al final era para quedar bien y para convencer a un socio para que se fuera con él a trabajar. Otra vez me dijo que se sentía muy estúpida por pensar eso. Y que entre los nervios y tal, pues bebió un poco. Y su marido también y él se puso cariñoso y se dejó llevar. Por cómo me lo contaba se arrepiente de eso.
S: Normal.
J: Pero bueno, al final lo soltó todo y bien.
I: ¿Y pasó algo más?
J: Bueno... Sí.
I: A ver, cuenta.
J: Le dije que no estaba enfadado. Ni siquiera molesto. Ella valoró mucho cómo me lo había tomado todo y mi manera de comportarme apoyándola en lugar de echarle nada en cara. Después me dijo que me quiere.
M: Uy.
J: Y yo le dije que también que le quiero.
S: ¡Ah! -decía emocionada.
M: ¿Y hubo...?
J: Sí, pero no como solemos.
I: Ya veo por donde va la cosa por la cara que estás poniendo. Fue un momento de pareja, muy íntimo, ¿no?
J: Exactamente.
I: ¿Y a qué viene esa cara?
J: Pues a que me ha roto todos los esquemas. Es justo lo que le he dicho hoy. Yo tenía en mente estar tranquilo y tal y va y pasa todo esto con ella. Ha sido tan intenso todo desde primera hora... Mis ganas de seguir viéndola para acabar en la cama han hecho que acabe emparejado con ella.
M: Parece que te jode haber acabado así.
J: No, no es eso tampoco.
M: ¿Y por qué estás tan rayado?
J: Porque no quiero pasar por lo mismo si sale mal la cosa. No quiero volver a esos días. Ni hacerle daño si es por mi culpa que se acabe terminando lo nuestro.
I: Relájate, anda. Piensas demasiado. Simplemente no la cagues y habla todo.
J: Ya. Si en realidad estoy muy contento de que estemos así. Ella me llena mucho, ¿sabéis? Me lo paso muy bien con ella todo el tiempo, aunque me hable de cosas de las que no tengo ni puta idea. Y me encanta chincharla y jugar con ella. Nos lo pasamos muy bien, porque ella ya sabe cómo soy y me sigue el juego.
I: Pues ya está. Quédate con eso.
S: Oye... ¿Y lo del marido?
J: Esa es otra. Es que es algo que...
S: Es que es muy fuerte.
M: Pero tendrá pensado divorciarse, ¿no?
J: Claro.
I: Verás tú cuando tenga la conversación. No va a ser fácil.
J: Ella no quiere pasar por eso.
M: ¿Entonces?
J: Me ha dicho que a lo mejor le dice a su abogado que haga el trámite. O que le va a escribir una carta y con ella le va a mandar el divorcio. Tiene que pensar en ello, pero seguro que no quiere hablar con él.
I: Otra... Si es que de verdad...
M: Es que tiene que ser difícil esa situación, pero sí, debería hablar con él cara a cara.
J: A ver, tranquilidad. También me ha dicho que no quiere empañar nuestros primeros días con esa situación.
S: Eso es bonito, pero debería hablar con él.
J: Yo pienso como vosotros, pero esa decisión es suya. Haga lo que haga yo la voy a apoyar. Como si tengo que acompañarla a Londres si al final se decide a hablar con él.
M: Eso está muy bien. Lo mismo si se lo dices así se anima a hacerlo.
J: Puede que lo haga.
I: Javi, ¿qué es lo que pasa? Se nota que algo más hay. Te conozco muy bien.
J: No se te escapa una.
I: No. Y ahora quiero que lo sueltes.
J: Es que... A ver. Estoy con ella, vale. Pero no noto...
I: ¿Qué no notas?
J: Noto que no estoy enamorado de ella. No noto lo mismo que sentía con...
S: No pasa nada. No te preocupes por eso.
I: ¿Sabes por qué no sientes eso? Porque aún piensas en ella. Tienes que pasar página ya de una puta vez, Javi.
J: ¿Eso pensáis? -pregunté al ver el silencio que se hizo.
M: Sí. No queríamos ser tan bruscos, pero... -dijo mirando a su novia.
S: ¿Y ella? ¿Crees que está enamorada?
J: Mmm, no lo sé. Ilusionada está. Mucho.
I: Tío, de verdad. Deja de pensar tanto y relájate. Déjate llevar. Así fluye todo naturalmente. No te reprimas si quieres hacer algo. Si te apetece, hazlo. Punto. Ella lo hará. Seguro.
J: Me ha dicho algunas cosas que...
M: ¿El qué?
J: Que se siente viva desde que nos vemos... Que parece que ha perdido de nuevo la virginidad... Son cosas que no son tonterías.
I: Se deja llevar. Me gusta. Si hiciera como tú no diría esas cosas.
S: Y se nota que te gusta que te haya dicho eso.
J: Claro que me gusta.
M: Javi, nos alegramos mucho de que esto haya pasado. Te hacía mucha falta dar este paso. Y hazle caso a Irene.
J: Sí. Tengo que dejarme llevar más.
S: Buah, qué contenta estoy por ti, Javi. Te lo prometo.
J: Lo sé. Muchas gracias.
I: Yo también lo estoy, aunque te siga echando la bronca y te suelte puyas -decía riendo de manera socarrona-, pero es que... Me dolió mucho todo eso. Por otra parte... Que le contaras todo eso a Valentina era una señal de lo que ha acabado pasando. No se le cuentan todas esas cosas a cualquiera. Ni a tus mejores amigos -dijo con retintín-. Si te das cuenta, ella ha hecho lo mismo contigo.
J: Es verdad.
I: ¿Y sabes qué es lo mejor? Que podemos hacer planes de pareja. A ver si te echas tú también algo ya, Sofi...
S: A ver si surge primero...
J: No sé si Valentina estará por la labor con eso de hacer planes de pareja.
M: ¿Por qué no iba a estarlo?
J: No sé, por la situación en la que está. Luego le comento algo a ver.
I: Pues a mí me gustaría mucho juntarnos.
J: Sí, estaría bien. Pero olvidaos de que pase nada de... Ya sabéis.
M: Ya, ya lo sabemos.
J: ¿Seguro? -dije mirando a alguien en especial.
I: Síiiiiiii.
M: Pues ya está. A ver si este fin de semana nos podemos juntar.