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EXPECTANTE de seguir leyendo Slibera....Antes de que empiece a llover, Pedro se levanta y se va a la ducha mientras Maribel se queda tumbada, desnuda, abrazada a su marido una vez que su amante la ha dejado.
Cuando Pedro sale de la ducha, Maribel se incorpora, agarra su móvil, lo desbloquea y abriendo la app de contactos se lo ofrece a Pedro “¿me apuntas tu número?”
“Viciosa” contesta él.
Con el terminal en la mano, teclea un instante y luego se lo devuelve acercándose para besarla una vez más.
“Que afortunado soy habiéndote conocido”
“Tu lo que quieres es aprovecharte de mí, descarado”
“¿Acaso no te gusta que te folle?”
“me encanta”
“Adios cornudo, gracias por compartir. Ya nos veremos”
Cuando se quedan solos Maribel se gira hacia Jorge, desnuda, sonriendo
Le besa con ternura acariciándole la cara y el pelo.
“Eres el mejor marido del mundo”
“¿Por qué?”
“Porque has mejorado nuestra vida sexual. Tengo que darte las gracias. Tenías razón”
“¿en que?”
“Merecía la pena probarlo”
“¿y ahora?”
“Pues como los vinos buenos, las comidas ricas… algo que se disfruta de cuando en cuando y se saborea en el recuerdo todo el tiempo”
“¿Quieres seguir follándotelo? A ver si te vas a pillar por Pedro…”
“No hay peligro cielo… a Pedro le quiero para un ratito y solamente para que me haga gozar como me hace gozar. Lo siento cariño, es otra cosa diferente. Tu y yo hacemos el amor y me encanta, pero Pedro me folla y me hace sentir físicamente cosas diferentes”
“¿Solo vas a querer hacerlo con él?”
“¿quieres que lo haga con más?”
“A mí me daría morbo, pero llegados a este punto… haremos lo que tu quieras y a ti más te guste”
“¿te excita que lo haga con muchos?”
“Si”
“Eres un guarro”
“Y a ti te encanta”
“Si”
“Me encanta que te estés convirtiendo en una zorrita”
“y tu eres un cerdo y un cornudo”
“a mucha honra, puta”
Se besan con pasión y ella se sube encima de él mientras se abrazan.
Luego ella se desliza hacia abajo y succiona su pene fláccido dentro de su boca y empieza a jugar con él con su lengua.
La polla de Jorge crece y alcanza una cierta dureza al cabo de un minuto
Luego ella la suelta
“Por hoy se ha acabado, si te vas a quedar con ganas, te haces una pajita tu solito”
“Zorra”
“Cornudo”
Se levanta y se va a la ducha sonriendo y tirándole un beso y haciendo con la mano el movimiento de imitación de una paja....
Esa noche, tras una cena ligera, se acuestan temprano. Maribel está agotada. Ella se acuesta desnuda, en contra de su costumbre de ponerse siempre unas bragas y un camisón, incluso en las noches más calurosas e incluso estando solos. Jorge la imita.
Se despierta ya amanecido y se gira. Maribel está sentada en la cama, con el teléfono en la mano escribiendo.
Se gira al notar que Jorge está despierto.
“buenos días amor. ¿qué tal has dormido?”
Le besa en los labios.
“¿Con quién chateabas?”
“Y a ti que te importa, cotilla” le contesta con una sonrisa
“¿Secretitos entre nosotros a estas alturas?
Maribel se sienta sobre su vientre y le sujeta las manos contra la cama
“¿Quieres el desayuno en la cama?”
“uy no, que lo llenamos todo de migas”
“no has entendido nada, tonto”
Se incorpora, se agarra al cabecero y en cuclillas, con una pierna a cada lado de la cabeza de su marido pone sus labios vaginales exactamente en su boca
“vamos, cómemelo”
Jorge saca la lengua y obedece
La reacción no se hace esperar: Maribel gime, jadea y se excita a toda velocidad mientras se acaricia los pechos ella sola
Luego le agarra las manos a su marido y se las ponen encima de sus pechos
“vamos apriétamelas”
La polla de Jorge se pone a mil
Maribel se excita cada vez más.
Jorge la conoce, está a punto de correrse así que disminuye la intensidad para que se alargue el momento
Está tan concentrado en comerle el coño a Maribel que no oye la puerta.
Ni a su mujer diciendo “hola”
Solo se da cuenta de que algo ha pasado cuando nota que la cama se hunde primero a ambos lados de su cabeza.
Abre los ojos y ve a Pedro, desnudo, con las piernas a ambos lados de su cabeza con la espalda apoyada en el cabecero y con su polla dentro de la boca de su mujer.
Continúa lamiendo, ahora más despacio aún.
Pero la excitación de Maribel ha llegado al máximo y alcanza un orgasmo en unos segundos.
Ella se levanta
Se pone a 4 al lado de Jorge y Pedro se pone en cuclillas detrás agarrándola por los hombros dejando su polla grande y dura rozando su vagina y su ano.
Jorge se la agarra, y rodeándola con sus dedos, empieza a masturbar a Pedro lentamente. Aprecia la dureza y el grosor de su polla y finalmente, la dirige dentro de su mujer.
Pedro inicia su vaivén con calma, pero en cuanto nota la vagina lubricada, empieza una cópula frenética, a una velocidad de vértigo. Maribel responde con un par de orgasmos en apenas dos minutos.
Pedro entonces acompasa el ritmo un poco, pero con unas embestidas implacables que duran 10 minutos de rítmicas cachetadas como un martillo pilón. Maribel se corre dos veces más. Finalmente, Pedro acaba emitiendo un bramido y embiste erráticamente a menor velocidad dos o tres veces hasta vaciarse dentro de ella.
Después la saca y deja la vagina abierta, enrojecida, muy mojada y con un churrete blanco y espeso saliendo de ella, separando las nalgas para que lo pueda ver Jorge.
“¿has visto cornudo?”
Jorge ha conseguido ver el espectáculo completo sin masturbarse y se incorpora rápidamente hasta ponerse de rodillas ocupando el lugar de Pedro.
“¿puedo” pregunta a su mujer
“Claro cariño, ahora tu”
La mete, notando la dilatación dejada por el mayor tamaño del miembro de Pedro y una humedad y lubricación desconocidas. Cuando llega al fondo nota que algo líquido escurre por su escroto, probablemente el semen de Pedro mezclado con el flujo de su mujer. Empieza a bombear con fuerza y suena un chapoteo que nunca ha escuchado mientras nota más humedad escurriendo por sus huevos.
La excitación es máxima y se corre al cabo de 10 o 15 empujones gruñendo y jadeando. Cuando se la saca, un líquido espeso y blanco escurre de la vagina de Maribel en grandes goterones que caen sobre las sábanas.
Pedro, que se había ido al baño a lavarse y vestirse vuelve a la habitación.
Se acerca a Maribel, le da un beso en la boca y se va sin decirle nada.
El matrimonio se derrumba en la cama, agotados.
Intenté seguir esta bien contada historia, pero me superó la sumisión y humillación.A pesar que al mi no me va mucho el tema de humillación, excelente capitulo.
Argumento creible con buena narración.
A la espera del siguiente capítulo.
Grácias y saludos.
Pues no dejes de escribir, de hecho hay libros sobre este tema qué ya quisieran ser tan buenos como tú relato.Gracias por comentar y por aportar vuestros likes.
Uno escribe con la mejor intención, lo cuelga aquí y espera que os guste, pero si no me lo contáis... no me entero de si gusta o no gusta.
Ayer, después de subir el último trozo, me plantee seriamente dejar de escribir la historia, ya que me daba la impresión de que no le gustaba a casi nadie.
Por lo que tengo entendido ( o deseo), aunque @slibera haya espaciado la frecuencia de las publicaciones, no ha abandonado el relato.Pues no dejes de escribir, de hecho hay libros sobre este tema qué ya quisieran ser tan buenos como tú relato.
Muy bien escrito y muy bien planteado.
Creo qué vas a tener bastante éxito.
Ana, Miguel y Pedro subieron en silencio. Estaban nerviosos, excitados ante la expectativa de dar rienda suelta a sus pasiones. Intercambiaban alguna mirada breve, con sonrisa nerviosa y seguían avanzando. Ana iba por delante y los chicos dos pasos por detrás de ella. Abrió la puerta de su habitación y entró la primera. Se acercó a la cama y se desnudó ella sola con decisión y sin mirarlos. Al verla ambos chicos empezaron a desvestirse quitándose la camiseta. Ana, ya completamente desnuda se arrodilló delante de pedro, le abrió el botón de los vaqueros, le bajó la cremallera y le bajó el pantalón y el boxer de un tirón. La polla de Pedro quedó bamboleándose morcillona delante de su cara. Ana la engulló sin tocarla con las manos y tras mantenerla casi entera dentro de su boca durante unos instantes la fue dejando salir, aún sin tocarla con las manos y mientras se iba poniendo dura a ojos vista. De repente la soltó y quedó mirándola ya dura y apuntando al techo en un ángulo de 45º. Entones empezó a darle lametones de abajo a arriba sin dejar de mirarla. A cada contacto con la lengua húmeda y cálida de Ana, la polla de Pedro daba un pequeño respingo, obligando a Ana a buscarla a un lado o al otro. Cansada de no poder mantener el contacto, la agarró con la mano y empezó a pajearle clavando su mirada en la de Pedro. Luego comenzó una mamada profunda y apasionada tratando de engullir toda la longitud de aquel miembro, visiblemente más grande que el de su novio.
Miguel, mientras tanto, terminó de desnudarse. Tenía la polla durísima y se puso de pie al lado de Pedro mirando a su novia mamársela. Ana le vió por el rabillo del ojo y se la agarró y empezó a masturbarlo con su mano sin dejar de chupar la polla de Pedro mientras la sujetaba por la base.
Al cabo de un minuto o dos, cambió de polla y empezó a masturbar a Pedro mientras se la chupaba a su novio. Miguel estaba excitadísimo viendo a su novia de rodillas entre ambas pollas y luego mamándosela mientras se la meneaba a su amigo. Ana iba alternando de una a otra polla mientras los chicos se acercaban entre si más para facilitarle la tarea.
Estaba cada vez más excitada, se notaba muy mojada, y estaba deseando que la penetrase uno de los dos. Soltó la polla que tenía en la boca y pajeando ambas a la vez le dijo a Miguel “trae un condón”.
Miguel obedeció y se fue hacia la mesilla de noche. Cuando se giró hace Ana Pedro tenía le agarrada la cabeza con ambas manos y le follaba literalmente la boca de forma rítmica moviendo sus caderas hacia delante y hacia atrás. Miguel se agachó y en cuclillas detrás de ella, empezó a acariciar sus pechos. Ana sintió un escalofrío en todo su cuerpo al sentir las manos en sus pechos. Estaban duras y con los pezones marcados y sobresaliendo como nunca. Estaba excitadísima. Dejó bajar su mano por el vientre de ella hasta alcanzar su vulva y se maravilló de lo empapada que estaba, ya que incluso goteaba. Cuando Miguel acarició su clítoris con un dedo con máxima suavidad, Ana empezó a gemir como una gata, agradeciendo la caricia de su novio. Pedro le recogió el pelo en una coleta improvisada, dejando descansar a Ana de la follada de boca, algo que ella agradeció para respirar sin dejar de lamer el glande durante unos instantes. Luego se incorporó y besó a Pedro poniéndose de puntillas. Entrecruzaban las leguas por fuera de sus labios con Ana agarrándose a su cuello y Pedro sujetándole fuerte contra su cuerpo con su manos en su culo. La viva imagen de la pasión.
Miguel los miraba, excitado. Tenía la polla durísima y se la acariciaba lentamente. Cuando terminó el beso, Ana le dijo a Miguel “¿y el condón?” Miguel se lo acercó y la respuesta de Ana le produjo una excitación tremenda “dáselo a Pedro el me va a follar primero”. Después Ana se separó de ambos y se puso en la cama a 4 patas mirando hacia el cabecero y ofreciendo su coño brillante y enrojecido hacia ellos. Pedro cogió el condón y se lo puso con cuidado y se colocó detrás de Ana con las piernas ligeramente separadas. La agarró con una mano y la embocó lentamente hacia su coño.
Miguel se quedó de tras de Pedro y se agachó para ver como iba a follar a su novia. Se masturbaba lentamente esperando y disfrutando de como la polla de Pedro empezó a enterrarse dentro de las entrañas de Ana.
Ana reaccionó con un leve gemido, sorprendida por la sensación totalmente diferente de la penetración de aquella polla hasta entonces desconocida. La notaba más grande que la de Miguel, más gruesa, más dura y más larga. Cuando Pedro dejó de empujar y notó sus testículos rozar su vulva, se sentía llena y más mujer que nunca, con su vagina llevada a un nuevo límite de elasticidad que disparaba todas sus sensaciones.
Miguel veía el escroto de Pedro pegado al coño de su chica y empezó a ver como empezaba a bombear follándola con bastante delicadeza.
Ana se sentía en la gloria. Con cada movimiento hacia afuera sentía que su vagina se negaba a abrazar aquel miembro y se iba detrás de él hacia fuera. Al volver a empujar hacia dentro, la sentía dilatada de nuevo y otra vez llena y cada vez más lubricada. La sensación era adictiva y el vaivén se le empezó a antojar lento así que empezó a moverse ella animando a un ritmo más vivo y más fuerte.
Pedro entendió el mensaje y la agarrró por las caderas y tras sacarla casi entera la empjó dentro de golpe. “plas” sonó. “Ah” dijo Ana. Repitió la embestida otra vez. “plas”. “Ah” Y cogió un ritmo constante.
Plas
Plas
Plas
Ana empezó a gemir regularmente. Con cada embestida notaba sus tetas propulsadas hacia su cara bamboleándose de vuelta hacia su pecho una y otra vez. Y sentía un placer enorme con cada una de ellas así que acabó pidiendo más en voz alta “siii, fóllame, siii, dame fuerte”
Pedro apretó más el ritmo y la intensidad de las embestidas
Plas. Plas. Plas. Plas. Plas. Plas.
“¿así?”
Ana empezó a jadear y a gemir más fuerte, “si, que rico, más más”
Pedro embistió más fuerte aún
Plas. Plas. Plas. Plas. Plas. Plas.
“¿Así?”
Ana estaba gozando como nunca, pero quería más. Era toda una nueva forma de follar que nunca había experimentado. Las embestidas de Pedro le sacudían todo el cuerpo y apenas podía mantenerse sobre los brazos mientras sus pechos se bamboleaban sin control.
Plas. Plas. Plas. Plas. Plas. Plas.
No habrían transcurrido ni 3 minutos desde que se la había metido Pedro cuando tuvo el primer orgasmo. Fue tan fuerte, que se derrumbó sobre la cama, incapaz de mantener su peso con sus brazos y acabó tumbada boca abajo emitiendo un gemido agudo y prolongado que Miguel no le había oído emitir nunca. Intentó recuperar el aliento mientras Pedro le daba un instante para recuperarse.
Y Ana enseguida volvió ponerse a 4, a apoyarse en las manos y dijo “sigue, no pares”
Miguel miraba tocándosela con cuidado. Estaba tan excitado que no se atrevía a masturbarse por si se corría.
Ana le buscó con la mirada “que haces ahí tu solo, anda tonto, ponte aquí delante de mi”
Miguel se puso de rodillas en la cama ante su novia y ella buscó su polla con la boca. Al mismo tiempo Pedro se colocó de nuevo detrás de su culo ofrecido. Esta vez la metió de una sola embestida que su vagina totalmente lubricada recibió sin problema. Del primer empujón, a Ana se le escapó la polla de Miguel que tenía en la boca y su novio se la tuvo que recolocar. Pedro empezó a embestir regularmente, con la misma intensidad y al mismo ritmo de antes, implacable. A Ana le faltaba el aíre para mantener una mamada en condiciones, pero se sentía más excitada que nunca follada por la boca y por su coño al mismo tiempo aunque le costaba mucho chupar y respirar a la vez.
Pedro agarró otra vez su pelo formando una coleta y con la mano que se la sujetaba empezó a marcarle el ritmo de la mamada mientras seguía follándola implacable. “Vamos chúpasela” le ordenó y le dio un cachete en el culo con la otra mano. Ana sintió el cachete y le excitó. Se sentía usada por aquel hombre y que él le marcase el ritmo para chupársela a Miguel le produjo una excitación aún mayor que la lanzó rápidamente hasta un nuevo orgasmo casi sin previo aviso. De nuevo emitiendo aquel gemido agudo que Miguel no había oído nunca antes esta vez no se derrumbó gracias a que Pedro le sujetaba la cabeza.
Cuando la vió temblando de pies a cabeza, Pedro la dejó descansar un instante, pero volvió a la carga poco después.
Nada más sentir en la boca de Ana nuevos gemidos y al redoblarse las embestidas de Pedro, Miguel no pudo evitar correrse. Echó la cabeza hacia atrás y gruñó mientras vacíaba sus huevos en la boca de Ana. Ella sintió el sabor del semen de Miguel de inmediato tuvo un nuevo orgasmo, gozando tanto como su novio mientras Pedro la embestía sin piedad. Saboreó todo lo que pudo, pero con el bamboleo de las embestidas de Pedro, mucho fue a parar a las sábanas. Continuó chupando la polla de su novio mientras Pedro seguía embistiendo implacable, y siguió incluso cuando la erección de Miguel desapareció poco a poco dando paso a un estado mucho más laxo y fofo de su miembro que ella seguía succionando incansable.
Un nuevo orgasmo le hizo necesitar todo el aire que su boca fuera capaz de conseguir y entonces soltó la polla de su novio definitivamente derrumbándose otra vez sobre la cama. Jadeaba como si hubiera disputado los 100 metros lisos.
Pedro se quedó de pie al borde de la cama, con su polla apuntando al techo en un ángulo de 45 grados. El preservativo estaba chorreando flujos blanquecinos de ella que le escurría por sus huevos. Parecía que se había corrido él.
Ana se giró y aún jadeando se puso boca arriba y abriendo las piernas le dijo “Follame así.”
Pedro se puso de rodillas en la cama entre sus piernas y con decisión volvió a metérsela hasta el fondo. Ana volvió a sentir su vagina llena y dilatada, y con una penetración aún más profunda que en la otra postura. Pedro empezó a moverse, esta vez de forma lenta y delicada. Sentía ese coño tan apretado y delicioso abrazando su polla aún con más fuerza. La sensación le resultó adictiva y decidió explorarla sin prisas. Sintió las manos de Ana agarrándole las nalgas, atrayéndole hacia ella para que la penetrase bien dentro. Empezó a moverse en círculos y movió sus caderas desde diferentes ángulos, disfrutando cada vez más de la estrechez de ese coño y de como se deslizaba dentro de él y eso le excitó aún más. Comenzó a lamer y a succionar los pezones de Ana y luego la besó. Sus lenguas jugaban dentro y fuera de su boca en un beso apasionado, de amantes. Luego apoyándose en los codos posó sus manos sobre sus tetas y las empezó a amasar durante un tiempo. Después se apoyó en las palmas de las manos, y empezó a follarla con fuerza. Durante varios minutos la embestía como un martillo pilón, provocando que los pechos de ella se movieran como flanes, hasta que empezó gruñir rítmicamente. Ana notó aquella polla palpitar en su interior y supo que se estaba corriendo. Extendió las manos, le agarró la cara con sus dedos y le animó “vamos, vamos, dámelo todo, vamos”. Pedro empezó a moverse más rápido pero con una penetración más profunda y finalmente resopló como un toro mientras Ana notaba las contracciones de su polla inyectándole su semen dentro de la vagina. Siguió moviéndose unos momentos hasta que finalmente se retiró sacando su miembro de Ana se quedó de rodillas. Seguía con la misma erección que cuando empezaron, pero el ángulo era ahora más bajo, ya que en la punta del condón había una bola blanca de semen enorme, como un huevo de gallina de grande. Miguel lo miraba sin dar crédito a lo que estaba viendo… que cantidad de semen… era como lo que él eyaculaba de muchas veces. Ana lo vio y levantó las cejas, incrédula. Se sentó y agarró la polla de Pedro y la movió con una mano mientras con la otra pellizcaba con el pulgar y el índice la punta del preservativo, comprobando si todo eso era semen. Luego empezó a retirárselo con cuidado y cuando se lo quitó del todo se quedó mirando al trasluz el condón y la bolsa de líquido blanco en su extremo mientras se reía. Luego hizo un nudo en el condón, se dio la vuelta y reptó hasta el cabecero de la cama, donde lo colocó colgando de la barra de arriba.
Después puso a 4 patas otra vez y se acercó poco a poco a Pedro, que seguía de rodillas en el otro extremo de la cama y con la misma erección que al principio.
“¿qué podemos hacer para que se te baje esto?”
Dijo mientras se la agarraba con una mano.
Sigo pensando qué te podías dedicar a escribir un libro entero con este relato. Algunos de los qué escriben libros eróticos y llevan tiempo en ello no te llegan literariamente a los tobillos y si hablamos de la manera de encadenar las situaciones más de lo mismo. Mis felicitaciones.Ufff que ganas de que se consume está cornada
Ya era hora!!!! Ha vuelto por sus fueros !!! Que alegría volver a seguir leyendo esta historia !!!!! No tardes tanto en escribir más capítulos !!!!Jorge llega a la casita desde el supermercado y encuentra que su sitio para aparcar está ocupado. Hay un SUV de marca premium de color negro y cristales tintados que conoce muy bien. No le queda más remedio que aparcar más lejos y al sol. Baja las bolsas de la compra, que ya es poca cosa, puesto que es su penúltimo día en la isla. Lleva todo el día dándole vueltas a la sensación. Se le han pasado las dos semanas como en un parpadeo, a pesar del vuelco que ha dado su vida en ese mismo tiempo. Hace dos semanas era un marido morboso sin más, siempre fantaseando con ver a su mujer con otro. Desde hace dos semanas es un cornudo consentido hecho y derecho. Ya le parece lo más normal del mundo ver a su mujer con su amante en cualquier momento y de hecho en esas dos semanas se ha corrido muchísimas veces más masturbándose que de ninguna otra manera. ¿Han tenido sexo sin Pedro? Pues el primer día y otro más…. Lo demás ha sido a diario con Pedro una o más veces. Recordarle le produce cierta excitación agradable.
Con ambas manos cargadas con el peso de las bolsas se acerca a la puerta y tras dejar una bolsa en el suelo, busca la llave y la abre lentamente. Antes de hacerlo ya está escuchando los jadeos de Maribel tenuemente.
Entra, coloca las bolsas en la cocina y las vacía sin prisa. Coloca en la nevera las cervezas y el vino blanco además de otros alimentos perecederos. Los gemidos desde el dormitorio siguen llegando con regularidad, ahora más claros, pero sin estridencias. Cuando ha colocado todo y ha guardado la bolsa de plástico en un cajón, comprueba que todo está recogido y por fin se dirige al dormitorio, donde encuentra lo que se esperaba: su mujer está follando con Pedro.
“Hola cornudo, hemos empezado sin ti”. Pedro está tumbado boca arriba, Maribel, totalmente desnuda, está a horcajadas sobre él con una rodilla a cada lado, le cabalga lentamente. Mira a Jorge, le sonríe y cierra los ojos continuando con su lenta cabalgada. Apenas levanta su cadera, provocando que la polla de Pedro entre y salga a base de moverse hacia delante y hacia atrás alternativamente. Está bellísima, el pelo rubio recogido en una coleta, la piel morena, apenas sin marcas de sol. Sus pezones están durísimos y tiene piel de gallina en los brazos y los muslos. A su aire, sin prisas y disfrutando de cada movimiento, es ella la que se está follando a Pedro.
Jorge entra, se desnuda y se sienta en el sillón que hay junto a la ventana, abierta de par en par para contemplar la escena. Es más erótica que pornográfica. Es sexo tranquilo, de amantes, sin prisas, intenso, buscando sensaciones individualmente. Los movimientos de Maribel siguen lentos pero inexorables. Se mueve despacio, probando pequeños cambios de dirección o desplazamiento de su cadera. Se muerde los labios inferiores a veces y alguna vez se acaricia el pecho ella sola resoplando un poco fuerte durante unos instantes. Desde la lejanía llega el sonido de las campanas de la iglesia del pueblo. Las doce de la mañana.
Pedro la mira embelesado, sonriendo. Le gusta que sus parejas se recreen en esa postura, que se den placer solas con su miembro, como si fuera un consolador. Sabe que si espera pacientemente, acaban pidiendo que sea él el que les embista con fuerza. Espera su momento, sabe que lo que a él le excita más acabará por llegar.
La erección de Jorge se produce de forma rápida invitándole a tocarse suavemente. Le llama la atención la naturalidad con la que se ha adaptado su cuerpo a la nueva situación. Al principio, cada vez que veía a Maribel con Pedro necesitaba contenerse para evitar una eyaculación precipitada y anticipada. Pero con la práctica y la costumbre, la prisa por conseguir su propio placer se ha ido perdiendo. Ahora puede contemplarlos hasta el final y elegir cuando quiere tener su orgasmo.
Maribel de pronto se inclina hacia delante. Besa a Pedro en la boca. Sus lenguas juegan entre si, en parte dentro de los labios, pero a veces por fuera. El juego parece excitar a Maribel, que resopla más fuerte mientras Pedro le acaricia las nalgas. De repente, se las agarra y empieza él un fuerte movimiento de cadera de arriba hacia abajo que produce dos resultados inmediatos. El primero un ruido de choques rítmicos de sus muslos con los de Maribel. El segundo un incremento de la frecuencia y volumen de los gemidos de ella.
“Ohh Dios siiiiii, fóllame tu así, Dios que rico….” El vaivén rítmico se mantiene durante casi un minuto. “Siii, no pares, no pares, me voy a correr” dice Maribel casi masticando las palabras entre jadeos. En ese momento Pedro para en seco.
“pero…. ¿por qué?”
“¿que quieres?”
“fóllame”
“¿quien eres?”
“soy tu puta”
“dilo”
“soy tu puta, fóllame”
“¡pídemelo!”
“soy tu puta, fóllame, por favor, fóllame”
Pedro retoma el vaivén y Maribel lo agradece con un si agudo mientras se agarra los pechos y se los estruja ella sola “siiiiiii”. Pedro mantiene el ritmo otra vez hasta que ella casi ha llegado al orgasmo y lo para en seco
“noooo cabrón, no me dejes así”
“que quieres”
“que me folles”
“¿Por qué?”
“porque me das mucho placer”
“¿que estas dispuesta a darme a cambio?”
“lo que tu quieras”
“¿quien eres?”
“soy tu puta”
“así me gusta….. ¡ponte a 4 patas putita!”
Maribel se desacopla y se pone a 4 patas mirando al cabecero de la cama
“así no, mira al cornudo de tu marido”
Maribel corrige la postura y se coloca ofreciéndole su culo y mirando hacia la ventana, con sus grandes pechos colgando. Sonríe a su marido un instante y luego mira hacia abajo y hacia atrás, entre sus pechos y sus piernas, esperando a Pedro
Pedro se coloca detrás y le agarra el pelo por la coleta y le levanta la cabeza hacia arriba “mira al cornudo, quiero que vea tu cara de puta disfrutando”. Sin más miramientos se la mete de un empujón. La cara de Maribel refleja primero sorpresa, luego un placer intenso, cuando Pedro la deja bien dentro y se queda quieto.
Maribel duda, pero entiende enseguida el juego que quiere hacer Pedro
“Pedro, por favor, fóllame”
Pedro empieza a bombear rítmicamente, pero sin la convicción con la que suele hacerlo.
“Dame fuerte”
Pedro sube un punto la intensidad
“¿así puta?”
“más fuerte”
Pedro sube otro punto la intensidad
“más, más”
Pedro empieza a embestir sin piedad, como sabe que le gusta a Maribel y como a él más le gusta
“así, así fóllame, fuerte, fuerte, no pares”
Pedro tira de la coleta y la barbilla de Maribel sube irremediablemente apuntando a su marido. Nota sus pechos bailar a un ritmo frenético y siente un calor inmenso dentro de su vientre, un placer creciente que sabe que va a explotar en un orgasmo inminente y decide contenerse, no revelarlo, no quiere que su amante la vuelva a dejar a las puertas de tanto placer.
Jorge mira fascinado la escena. Las tetas de su mujer botan con las embestidas, las cachetadas contra el trasero de su mujer son bien sonoras, y la cara de Maribel refleja el inmeso placer que está experimentando. Eso, en realidad, es lo que más le excita, el placer de ella provocado por otro. Afloja el ritmo al que se está masturbando, observando, esperando… sabe que esto no ha hecho más que empezar.
No han pasado ni dos minutos cuando Maribel tiene su primer orgasmo. Le recorre el cuerpo como una explosión que se inicia entre sus piernas pero que alcanza hasta la punta de los dedos, en los que nota incluso un hormigueo, mientras todo su cuerpo tiembla. Abre los ojos y la boca buscando el aire, gimiendo, mirando a su marido al que a duras penas consigue sonreir al final. A duras penas consigue mantenerse apoyada sobre las manos.
La tensión da lugar a una sensación de laxitud total. Pedro lo nota y le suelta la coleta mientras ella se derrumba boca abajo sobre la cama.
Pedro la deja descansar un minuto mientras la observa. Le encanta su cuerpo con curvas, sus grandes pechos naturales y su pasión en la cama. Como mujer, le resulta de lo más atractivo. Pero el hecho de ser una mujer casada y que el cornudo del marido se la haya ofrecido y esté presente cuando la usa para su placer la sitúa en el plano de lo perfecto. Es su juguete nuevo y quiere disfrutarlo a base de bien, como ha hecho tantas veces antes.
Con delicadeza gira a ahora a Maribel y Jorge pasa de ver su cabeza apoyada en la cama a ver sus piernas abiertas y su sexo enrojecido y dilatado. Pedro toma el lubricante, del que desde hace una semana hay siempre un envase en cada mesilla de noche y se lo echa en su polla dura masturbándose lentamente con la mano mientras observa a Maribel desnuda, abierta de piernas, mirándole, deseosa. Luego se coloca entre las pierna de ella, y colocándosela con la mano derecha la penetra de un solo empujón.
Primero le levanta las piernas, colocándolas contra su pecho. Luego empieza a follarla con un ritmo lento y sostenido con el que se reinicia el ciclo. Maribel empieza con sus pequeños jadeos, pasa a gemidos poco después y finalmente, cuando se ve acercar el momento del orgasmo, Pedro para en seco, para que ella vuelva a pedirle, rogarle y hasta suplicarle que la folle con fuerza.
Entonces Pedro la agarra por las caderas y empieza un ritmo frenético de embestidas que parece que van a descoyuntar el cuerpo de Maribel hasta que finalmente ella estalla en un orgasmo intenso, largo y que la deja totalmente inerme sobre la cama.
Maribel se queda jadeante en la cama, mirando al techo, aún con un poco de temblor en sus piernas. Nota su sexo irritado, caliente y casi dolorido, pero esos orgasmos con Pedro son algo que no había vivido hasta ahora nunca y no quiere dejar de tenerlos.
“¿tienes sed?”
“Si”
“Cornudo, tráenos algo de beber”
Jorge se levanta y va a la nevera y con dos copas trae un vino blanco fresquito, el que sobró anoche en una situación parecida.
Ambos se incorporan y brindan sentados en la cama, beben las copas de un trago y luego se besan.
Maribel se pone de rodillas y tras comerle la boca a Pedro un instante baja lamiéndole la barbilla, el pecho, el vientre y finalmente la polla de arriba abajo. Quiere darle placer, devolverle algo del placer que a ella le produce. La lame a conciencia, sin prisas, con calma, descendiendo cada vez más hacia sus testículos y lamiéndolos con dedicación. Pedro se inclina hacia atrás, dejándose hacer
“joder que lengua tienes, no pares”
Ella se enciende con el halago e intensifica la sesión de lametones. Intenta succionar uno de sus testículos con suavidad dentro de su boca, pero es demasiado grande, mucho más grandes que los de su marido, al que sabe que le gusta que le haga eso. A medida que lame, Pedro va levantando sus caderas invitándola a lamer más abajo.
Maribel continúa entendiendo el mensaje y lame ya con suavidad la zona perineal. Pedro va dando algún resoplido de aprobación mientras continúa levantando poco a poco sus caderas hasta que la lengua de Maribel da con su ano.
Nunca le ha lamido el ano a ningún hombre, ni siquiera se lo ha planteado, pero de repente, lo encuentra muy erótico y se aplica a ello. Agarra la polla de Pedro con una mano mientras que explora el ano de él con su lengua en círculos alrededor, lamiendo con suavidad, empujando la lengua contra él. Pedro resopla y gime “joder que bueno…. ¡mira cornudo ¡ ¿a qué a ti no te hace esto? Maribel siente en su mano la dureza que tiene el miembro mientras lame y le excita la sensación. Una práctica nueva y que parece agradar tanto a su amante… “no será la última vez” se promete. Jorge observa fascinado. Nunca le ha hecho algo así a él y cuando ha intentado que lo hiciera, ella lo ha rechazado. Le da mucho morbo que ahora si se lo haga a otro.
A medida que la excitación de Pedro crece le entran otra vez ganas de penetrar a Maribel con fuerza, así que se incorpora, y le indica “a cuatro patas, mirando al cornudo”
Maribel obedece, y vuelve a colocarse otra vez mirando a Jorge, sonriendo. Pedro se pone detrás, de rodillas y la penetra de un solo golpe. “Dame tu mano derecha”
Maribel se la ofrece, quedando apoyada sobre la mano izquierda. Pedro la agarra por el codo derecho y ordena “la otra” ella obedece.
Ahora Pedro la sujeta por los codos y entonces empieza a embestirla frenéticamente. Es él quien la maneja como un muñeco, embistiendo sin piedad y manejando su cuerpo con fuerza. Maribel siente un vértigo de sensaciones desconocido. No es dueña de sus movimientos en absoluto y eso la excita mientras nota la carne de Pedro implacablemente penetrándola y golpenado contra su clítoris repetitivamente. La sensación de falta de control acaba por precipitar el círculo de su placer acelerándolo, haciendo que tenga tres orgasmos en dos minutos. A Pedro le arde el pecho por el esfuerzo y el vaivén, pero disfruta cada instante. Esa sensación de dominio sobre el cuerpo de ella, esa sensación de fuerza en cada músculo de su cuerpo, esa exhibición de poderío delante del cornudo y el placer que a ella le produce, le producen más placer que ninguna otra práctica sexual.
Jorge mira atónito mientras ella con los ojos en blanco chilla de placer “siii, asíiii, no pares” …. “joder… otra vez, mierda mierda mierda… ahhhh”
Pedro afloja el ritmo finalmente, dejándola caer sobre la cama con delicadeza sobre la cama. Luego le da la vuelta para ponerla boca arriba y le echa un buen chorro de lubricante en el pecho.
“junta las tetas que te las voy a follar”
Ella obedece solícita y él mete su polla durísima entre sus tetas y empieza el bamboleo.
Desde donde está Jorge, puede ver el culo de Pedro oscilando hacia delante y hacia atrás, la cabeza de Maribel entre sus piernas con la lengua fuera, intentando lamer sus huevos. El lubricante provoca un cierto ruido de chapoteo mientras Pedro mueve sus caderas rítmicamente y gimiendo cada vez más fuerte hasta que al cabo de unos minutos Pedro empieza a gruñir y finalmente grita “me corro joder, me corro”, antes de un largo gruñido final.
Luego se aparta, dejando ver a Jorge el pecho de su mujer enrojecido y el semen de Pedro entre sus pechos y sobre el vientre.
Pedro sonríe a ambos y se va hacia la ducha, brillando de sudor.
Las campanas del reloj de la iglesia del pueblo, dan la una del mediodía.
No hay nadie qué escriba cómo tú, da igual los actores del relato, a todos les sacas su punto morboso, no nos dejes está historia a medias, eres el mejor relatando situaciones de infidelidad sin caer en lo soez, ánimo y continúa así...Jorge llega a la casita desde el supermercado y encuentra que su sitio para aparcar está ocupado. Hay un SUV de marca premium de color negro y cristales tintados que conoce muy bien. No le queda más remedio que aparcar más lejos y al sol. Baja las bolsas de la compra, que ya es poca cosa, puesto que es su penúltimo día en la isla. Lleva todo el día dándole vueltas a la sensación. Se le han pasado las dos semanas como en un parpadeo, a pesar del vuelco que ha dado su vida en ese mismo tiempo. Hace dos semanas era un marido morboso sin más, siempre fantaseando con ver a su mujer con otro. Desde hace dos semanas es un cornudo consentido hecho y derecho. Ya le parece lo más normal del mundo ver a su mujer con su amante en cualquier momento y de hecho en esas dos semanas se ha corrido muchísimas veces más masturbándose que de ninguna otra manera. ¿Han tenido sexo sin Pedro? Pues el primer día y otro más…. Lo demás ha sido a diario con Pedro una o más veces. Recordarle le produce cierta excitación agradable.
Con ambas manos cargadas con el peso de las bolsas se acerca a la puerta y tras dejar una bolsa en el suelo, busca la llave y la abre lentamente. Antes de hacerlo ya está escuchando los jadeos de Maribel tenuemente.
Entra, coloca las bolsas en la cocina y las vacía sin prisa. Coloca en la nevera las cervezas y el vino blanco además de otros alimentos perecederos. Los gemidos desde el dormitorio siguen llegando con regularidad, ahora más claros, pero sin estridencias. Cuando ha colocado todo y ha guardado la bolsa de plástico en un cajón, comprueba que todo está recogido y por fin se dirige al dormitorio, donde encuentra lo que se esperaba: su mujer está follando con Pedro.
“Hola cornudo, hemos empezado sin ti”. Pedro está tumbado boca arriba, Maribel, totalmente desnuda, está a horcajadas sobre él con una rodilla a cada lado, le cabalga lentamente. Mira a Jorge, le sonríe y cierra los ojos continuando con su lenta cabalgada. Apenas levanta su cadera, provocando que la polla de Pedro entre y salga a base de moverse hacia delante y hacia atrás alternativamente. Está bellísima, el pelo rubio recogido en una coleta, la piel morena, apenas sin marcas de sol. Sus pezones están durísimos y tiene piel de gallina en los brazos y los muslos. A su aire, sin prisas y disfrutando de cada movimiento, es ella la que se está follando a Pedro.
Jorge entra, se desnuda y se sienta en el sillón que hay junto a la ventana, abierta de par en par para contemplar la escena. Es más erótica que pornográfica. Es sexo tranquilo, de amantes, sin prisas, intenso, buscando sensaciones individualmente. Los movimientos de Maribel siguen lentos pero inexorables. Se mueve despacio, probando pequeños cambios de dirección o desplazamiento de su cadera. Se muerde los labios inferiores a veces y alguna vez se acaricia el pecho ella sola resoplando un poco fuerte durante unos instantes. Desde la lejanía llega el sonido de las campanas de la iglesia del pueblo. Las doce de la mañana.
Pedro la mira embelesado, sonriendo. Le gusta que sus parejas se recreen en esa postura, que se den placer solas con su miembro, como si fuera un consolador. Sabe que si espera pacientemente, acaban pidiendo que sea él el que les embista con fuerza. Espera su momento, sabe que lo que a él le excita más acabará por llegar.
La erección de Jorge se produce de forma rápida invitándole a tocarse suavemente. Le llama la atención la naturalidad con la que se ha adaptado su cuerpo a la nueva situación. Al principio, cada vez que veía a Maribel con Pedro necesitaba contenerse para evitar una eyaculación precipitada y anticipada. Pero con la práctica y la costumbre, la prisa por conseguir su propio placer se ha ido perdiendo. Ahora puede contemplarlos hasta el final y elegir cuando quiere tener su orgasmo.
Maribel de pronto se inclina hacia delante. Besa a Pedro en la boca. Sus lenguas juegan entre si, en parte dentro de los labios, pero a veces por fuera. El juego parece excitar a Maribel, que resopla más fuerte mientras Pedro le acaricia las nalgas. De repente, se las agarra y empieza él un fuerte movimiento de cadera de arriba hacia abajo que produce dos resultados inmediatos. El primero un ruido de choques rítmicos de sus muslos con los de Maribel. El segundo un incremento de la frecuencia y volumen de los gemidos de ella.
“Ohh Dios siiiiii, fóllame tu así, Dios que rico….” El vaivén rítmico se mantiene durante casi un minuto. “Siii, no pares, no pares, me voy a correr” dice Maribel casi masticando las palabras entre jadeos. En ese momento Pedro para en seco.
“pero…. ¿por qué?”
“¿que quieres?”
“fóllame”
“¿quien eres?”
“soy tu puta”
“dilo”
“soy tu puta, fóllame”
“¡pídemelo!”
“soy tu puta, fóllame, por favor, fóllame”
Pedro retoma el vaivén y Maribel lo agradece con un si agudo mientras se agarra los pechos y se los estruja ella sola “siiiiiii”. Pedro mantiene el ritmo otra vez hasta que ella casi ha llegado al orgasmo y lo para en seco
“noooo cabrón, no me dejes así”
“que quieres”
“que me folles”
“¿Por qué?”
“porque me das mucho placer”
“¿que estas dispuesta a darme a cambio?”
“lo que tu quieras”
“¿quien eres?”
“soy tu puta”
“así me gusta….. ¡ponte a 4 patas putita!”
Maribel se desacopla y se pone a 4 patas mirando al cabecero de la cama
“así no, mira al cornudo de tu marido”
Maribel corrige la postura y se coloca ofreciéndole su culo y mirando hacia la ventana, con sus grandes pechos colgando. Sonríe a su marido un instante y luego mira hacia abajo y hacia atrás, entre sus pechos y sus piernas, esperando a Pedro
Pedro se coloca detrás y le agarra el pelo por la coleta y le levanta la cabeza hacia arriba “mira al cornudo, quiero que vea tu cara de puta disfrutando”. Sin más miramientos se la mete de un empujón. La cara de Maribel refleja primero sorpresa, luego un placer intenso, cuando Pedro la deja bien dentro y se queda quieto.
Maribel duda, pero entiende enseguida el juego que quiere hacer Pedro
“Pedro, por favor, fóllame”
Pedro empieza a bombear rítmicamente, pero sin la convicción con la que suele hacerlo.
“Dame fuerte”
Pedro sube un punto la intensidad
“¿así puta?”
“más fuerte”
Pedro sube otro punto la intensidad
“más, más”
Pedro empieza a embestir sin piedad, como sabe que le gusta a Maribel y como a él más le gusta
“así, así fóllame, fuerte, fuerte, no pares”
Pedro tira de la coleta y la barbilla de Maribel sube irremediablemente apuntando a su marido. Nota sus pechos bailar a un ritmo frenético y siente un calor inmenso dentro de su vientre, un placer creciente que sabe que va a explotar en un orgasmo inminente y decide contenerse, no revelarlo, no quiere que su amante la vuelva a dejar a las puertas de tanto placer.
Jorge mira fascinado la escena. Las tetas de su mujer botan con las embestidas, las cachetadas contra el trasero de su mujer son bien sonoras, y la cara de Maribel refleja el inmeso placer que está experimentando. Eso, en realidad, es lo que más le excita, el placer de ella provocado por otro. Afloja el ritmo al que se está masturbando, observando, esperando… sabe que esto no ha hecho más que empezar.
No han pasado ni dos minutos cuando Maribel tiene su primer orgasmo. Le recorre el cuerpo como una explosión que se inicia entre sus piernas pero que alcanza hasta la punta de los dedos, en los que nota incluso un hormigueo, mientras todo su cuerpo tiembla. Abre los ojos y la boca buscando el aire, gimiendo, mirando a su marido al que a duras penas consigue sonreir al final. A duras penas consigue mantenerse apoyada sobre las manos.
La tensión da lugar a una sensación de laxitud total. Pedro lo nota y le suelta la coleta mientras ella se derrumba boca abajo sobre la cama.
Pedro la deja descansar un minuto mientras la observa. Le encanta su cuerpo con curvas, sus grandes pechos naturales y su pasión en la cama. Como mujer, le resulta de lo más atractivo. Pero el hecho de ser una mujer casada y que el cornudo del marido se la haya ofrecido y esté presente cuando la usa para su placer la sitúa en el plano de lo perfecto. Es su juguete nuevo y quiere disfrutarlo a base de bien, como ha hecho tantas veces antes.
Con delicadeza gira a ahora a Maribel y Jorge pasa de ver su cabeza apoyada en la cama a ver sus piernas abiertas y su sexo enrojecido y dilatado. Pedro toma el lubricante, del que desde hace una semana hay siempre un envase en cada mesilla de noche y se lo echa en su polla dura masturbándose lentamente con la mano mientras observa a Maribel desnuda, abierta de piernas, mirándole, deseosa. Luego se coloca entre las pierna de ella, y colocándosela con la mano derecha la penetra de un solo empujón.
Primero le levanta las piernas, colocándolas contra su pecho. Luego empieza a follarla con un ritmo lento y sostenido con el que se reinicia el ciclo. Maribel empieza con sus pequeños jadeos, pasa a gemidos poco después y finalmente, cuando se ve acercar el momento del orgasmo, Pedro para en seco, para que ella vuelva a pedirle, rogarle y hasta suplicarle que la folle con fuerza.
Entonces Pedro la agarra por las caderas y empieza un ritmo frenético de embestidas que parece que van a descoyuntar el cuerpo de Maribel hasta que finalmente ella estalla en un orgasmo intenso, largo y que la deja totalmente inerme sobre la cama.
Maribel se queda jadeante en la cama, mirando al techo, aún con un poco de temblor en sus piernas. Nota su sexo irritado, caliente y casi dolorido, pero esos orgasmos con Pedro son algo que no había vivido hasta ahora nunca y no quiere dejar de tenerlos.
“¿tienes sed?”
“Si”
“Cornudo, tráenos algo de beber”
Jorge se levanta y va a la nevera y con dos copas trae un vino blanco fresquito, el que sobró anoche en una situación parecida.
Ambos se incorporan y brindan sentados en la cama, beben las copas de un trago y luego se besan.
Maribel se pone de rodillas y tras comerle la boca a Pedro un instante baja lamiéndole la barbilla, el pecho, el vientre y finalmente la polla de arriba abajo. Quiere darle placer, devolverle algo del placer que a ella le produce. La lame a conciencia, sin prisas, con calma, descendiendo cada vez más hacia sus testículos y lamiéndolos con dedicación. Pedro se inclina hacia atrás, dejándose hacer
“joder que lengua tienes, no pares”
Ella se enciende con el halago e intensifica la sesión de lametones. Intenta succionar uno de sus testículos con suavidad dentro de su boca, pero es demasiado grande, mucho más grandes que los de su marido, al que sabe que le gusta que le haga eso. A medida que lame, Pedro va levantando sus caderas invitándola a lamer más abajo.
Maribel continúa entendiendo el mensaje y lame ya con suavidad la zona perineal. Pedro va dando algún resoplido de aprobación mientras continúa levantando poco a poco sus caderas hasta que la lengua de Maribel da con su ano.
Nunca le ha lamido el ano a ningún hombre, ni siquiera se lo ha planteado, pero de repente, lo encuentra muy erótico y se aplica a ello. Agarra la polla de Pedro con una mano mientras que explora el ano de él con su lengua en círculos alrededor, lamiendo con suavidad, empujando la lengua contra él. Pedro resopla y gime “joder que bueno…. ¡mira cornudo ¡ ¿a qué a ti no te hace esto? Maribel siente en su mano la dureza que tiene el miembro mientras lame y le excita la sensación. Una práctica nueva y que parece agradar tanto a su amante… “no será la última vez” se promete. Jorge observa fascinado. Nunca le ha hecho algo así a él y cuando ha intentado que lo hiciera, ella lo ha rechazado. Le da mucho morbo que ahora si se lo haga a otro.
A medida que la excitación de Pedro crece le entran otra vez ganas de penetrar a Maribel con fuerza, así que se incorpora, y le indica “a cuatro patas, mirando al cornudo”
Maribel obedece, y vuelve a colocarse otra vez mirando a Jorge, sonriendo. Pedro se pone detrás, de rodillas y la penetra de un solo golpe. “Dame tu mano derecha”
Maribel se la ofrece, quedando apoyada sobre la mano izquierda. Pedro la agarra por el codo derecho y ordena “la otra” ella obedece.
Ahora Pedro la sujeta por los codos y entonces empieza a embestirla frenéticamente. Es él quien la maneja como un muñeco, embistiendo sin piedad y manejando su cuerpo con fuerza. Maribel siente un vértigo de sensaciones desconocido. No es dueña de sus movimientos en absoluto y eso la excita mientras nota la carne de Pedro implacablemente penetrándola y golpenado contra su clítoris repetitivamente. La sensación de falta de control acaba por precipitar el círculo de su placer acelerándolo, haciendo que tenga tres orgasmos en dos minutos. A Pedro le arde el pecho por el esfuerzo y el vaivén, pero disfruta cada instante. Esa sensación de dominio sobre el cuerpo de ella, esa sensación de fuerza en cada músculo de su cuerpo, esa exhibición de poderío delante del cornudo y el placer que a ella le produce, le producen más placer que ninguna otra práctica sexual.
Jorge mira atónito mientras ella con los ojos en blanco chilla de placer “siii, asíiii, no pares” …. “joder… otra vez, mierda mierda mierda… ahhhh”
Pedro afloja el ritmo finalmente, dejándola caer sobre la cama con delicadeza sobre la cama. Luego le da la vuelta para ponerla boca arriba y le echa un buen chorro de lubricante en el pecho.
“junta las tetas que te las voy a follar”
Ella obedece solícita y él mete su polla durísima entre sus tetas y empieza el bamboleo.
Desde donde está Jorge, puede ver el culo de Pedro oscilando hacia delante y hacia atrás, la cabeza de Maribel entre sus piernas con la lengua fuera, intentando lamer sus huevos. El lubricante provoca un cierto ruido de chapoteo mientras Pedro mueve sus caderas rítmicamente y gimiendo cada vez más fuerte hasta que al cabo de unos minutos Pedro empieza a gruñir y finalmente grita “me corro joder, me corro”, antes de un largo gruñido final.
Luego se aparta, dejando ver a Jorge el pecho de su mujer enrojecido y el semen de Pedro entre sus pechos y sobre el vientre. Se corre abundantemente mientras disfruta de la vista del cuerpo de su mujer usado por su amante.
Pedro sonríe a ambos y se va hacia la ducha, brillando de sudor.
Las campanas del reloj de la iglesia del pueblo, dan la una del mediodía. "joder, una hora, la paja más larga de mi vida".
Duro relatoJorge llega a la casita desde el supermercado y encuentra que su sitio para aparcar está ocupado. Hay un SUV de marca premium de color negro y cristales tintados que conoce muy bien. No le queda más remedio que aparcar más lejos y al sol. Baja las bolsas de la compra, que ya es poca cosa, puesto que es su penúltimo día en la isla. Lleva todo el día dándole vueltas a la sensación. Se le han pasado las dos semanas como en un parpadeo, a pesar del vuelco que ha dado su vida en ese mismo tiempo. Hace dos semanas era un marido morboso sin más, siempre fantaseando con ver a su mujer con otro. Desde hace dos semanas es un cornudo consentido hecho y derecho. Ya le parece lo más normal del mundo ver a su mujer con su amante en cualquier momento y de hecho en esas dos semanas se ha corrido muchísimas veces más masturbándose que de ninguna otra manera. ¿Han tenido sexo sin Pedro? Pues el primer día y otro más…. Lo demás ha sido a diario con Pedro una o más veces. Recordarle le produce cierta excitación agradable.
Con ambas manos cargadas con el peso de las bolsas se acerca a la puerta y tras dejar una bolsa en el suelo, busca la llave y la abre lentamente. Antes de hacerlo ya está escuchando los jadeos de Maribel tenuemente.
Entra, coloca las bolsas en la cocina y las vacía sin prisa. Coloca en la nevera las cervezas y el vino blanco además de otros alimentos perecederos. Los gemidos desde el dormitorio siguen llegando con regularidad, ahora más claros, pero sin estridencias. Cuando ha colocado todo y ha guardado la bolsa de plástico en un cajón, comprueba que todo está recogido y por fin se dirige al dormitorio, donde encuentra lo que se esperaba: su mujer está follando con Pedro.
“Hola cornudo, hemos empezado sin ti”. Pedro está tumbado boca arriba, Maribel, totalmente desnuda, está a horcajadas sobre él con una rodilla a cada lado, le cabalga lentamente. Mira a Jorge, le sonríe y cierra los ojos continuando con su lenta cabalgada. Apenas levanta su cadera, provocando que la polla de Pedro entre y salga a base de moverse hacia delante y hacia atrás alternativamente. Está bellísima, el pelo rubio recogido en una coleta, la piel morena, apenas sin marcas de sol. Sus pezones están durísimos y tiene piel de gallina en los brazos y los muslos. A su aire, sin prisas y disfrutando de cada movimiento, es ella la que se está follando a Pedro.
Jorge entra, se desnuda y se sienta en el sillón que hay junto a la ventana, abierta de par en par para contemplar la escena. Es más erótica que pornográfica. Es sexo tranquilo, de amantes, sin prisas, intenso, buscando sensaciones individualmente. Los movimientos de Maribel siguen lentos pero inexorables. Se mueve despacio, probando pequeños cambios de dirección o desplazamiento de su cadera. Se muerde los labios inferiores a veces y alguna vez se acaricia el pecho ella sola resoplando un poco fuerte durante unos instantes. Desde la lejanía llega el sonido de las campanas de la iglesia del pueblo. Las doce de la mañana.
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