La tentación de Sara

Capítulo 27



El lunes, después de dejar a las niñas en el cole, llegué a la oficina dispuesto a centrarme solamente en el trabajo, pero nada más aterrizar me encontré a Sara con unas botas altas por encima de las rodillas y una minifalda blanca hasta medio muslo, junto con una camiseta negra de manga larga muy ajustada con la que transparentaba el sujetador por debajo.

La muy cabrona me lo quería poner difícil y yo sabía que no me iba a poder olvidar de ella de un día para otro y menos teniéndola a mi lado cada mañana, y es que estaba demasiado encoñado con aquella chica que rebosaba morbo y sensualidad con el más mínimo gesto o movimiento que hacía.

―Buenos días ―me saludó tímida.
―Buenos días ―contesté de manera seca.

Aprovechando la ausencia de Javier, que todavía no había llegado, y viendo que yo no decía ya nada más y me puse al trabajo sin tan siquiera mirarla, Sara intentó entablar conversación conmigo.

―¿Es que no me piensas hablar en todo el día?
―Si no es por algo del trabajo, no…
―Pablo, ya sé que la he vuelto a fastidiar, pero no podemos seguir así, necesito hablar contigo, que estemos otra vez como antes, que me perdones…, que me dejes demostrarte que…

No pudo seguir hablando porque enseguida apareció Javier por la puerta. ¡Qué oportuno!, porque, siendo sincero, me estaba gustando lo que salía por boca de Sara. Me estaba diciendo que necesitaba hablar, que la perdonara, que quería que estuviéramos como antes.

―El miércoles tenemos auditoría en Barcelona, genial, ya tenemos los billetes de avión. ―Y me lanzó la documentación en la mesa―. Me bajo a tomar un café, que ni he desayunado, ahora nos ponemos con eso…

Lo que me faltaba, un viaje con Javier, los dos solos, para que me restregara lo que había pasado entre Sara y él en Bilbao. En ese momento no me apetecía y cuando me giré hacia Sara, para seguir hablando con ella, enseguida la reclamaron, pues ella también tenía auditoría con otro compañero.

―¿Bajamos luego a tomar un café y así podemos charlar? ―me preguntó.
―Está bien, a ver si tengo un rato y me puedo escapar.
―Seguro que sí ―afirmó pasándome la mano por el pelo―, tenemos que hablar urgentemente…

Estaba claro que Sara había venido decidida a desplegar todos sus encantos para volver a conquistarme, pero yo tenía que mantenerme firme. No quería que me hiciera daño y pasar por lo mismo que cuando me dejó mi ex, ese dolor en el estómago era la peor sensación del mundo y con Sara lo había sentido todavía con más intensidad.

Me había puesto los cuernos ni más ni menos que con Javier, y no solo eso, casi me había hecho más daño cuando me dijo que no me consideraba su novio, sino uno más de sus amigos con los que acostarse.

Sobre las diez y media apareció por el despacho, estaba trabajando mano a mano con Javier y Sara tocó en la puerta.

―Os veo muy concentrados, Pablo, ¿vamos a tomar un café?
―Eh, uf, tenemos mucho lío…
―Será algo rápido, de verdad…
―Venga, baja con ella, ya me ocupo yo de esto… ―dijo Javier para mi sorpresa.
―Uy, entonces, ahora sí que no tienes excusa ―bromeó Sara tirando de mi brazo―, que te ha dado permiso el jefe…

Me sentí como un pelele dejándome arrastrar por Sara y al final accedí a tomar ese café, pero cuando salimos del portal, ella giró en dirección contraria y me dijo que prefería que fuéramos a otra cafetería donde no hubiera ningún compañero, así podríamos conversar con más tranquilidad. Y yo de nuevo me dejé arrastrar por ella.

Pedimos dos cafés y tomamos asiento en la planta alta del local, alejados de posibles conocidos.

―Ayer pasé un día muy fastidiado, quise llamarte, pero no me atreví ―me confesó Sara.
―Tampoco fue uno de mis mejores días…
―Me imagino y quiero disculparme por todo, por lo que hice, por lo que dije, soy una idiota…
―Agradezco que te disculpes, Sara, es un gesto que te honra, pero vamos a ser sinceros, no sé lo que pretendes con esto…
―Quiero arreglarlo, de verdad. ―Y puso una mano sobre la mía―, deja que te compense por lo que pasó… y, sobre todo, quiero que lo intentemos, y ahora sí que en serio…
―Para mí era algo serio, muy serio, ¿o te crees que le voy presentando a cualquiera a mis hijas? Ya sé que para ti solo era… uno más con el que follar, pero…
―No digas eso, sabes que no es cierto…, estoy muy a gusto contigo, cada vez más… y me importas mucho, por eso estoy tan fastidiada, la he jodido bien…
―Pues sí, pero ya no podemos hacer nada, Sara. Es mejor que cada uno siga su camino, hasta aquí hemos llegado…
―Nooooo…, no me pienso dar por vencida… y ya sabes que soy muy cabezota cuando quiero algo.
―Eso es lo que te pasa, que no estás acostumbrada a que te digan que no…, pero no voy a dejar que me utilices, Sara, quiero que respetes mi opinión.
―La respetaría si viera que es sincera, pero no lo es, ¿o te crees que no lo veo en tu cara?, sigues sintiendo algo…, y yo también.
―Solo ha pasado un día, no me ha dado tiempo a…
―Me gustaría darte una explicación de lo que pasó ―dijo abriendo las manos hacia fuera―, aunque no la tengo… ―Y puso cara de no entender nada.
―¿Y esa es tu disculpa?, ¿que no sabes por qué has follado con Javier?
―Porque soy idiota, pero, aparte de eso, no encuentro ninguna lógica…
―Vale. Muy buena explicación. Entonces, todo olvidado, Sara. Ya me vuelvo mucho más contento al trabajo, estás perdonada.
―No seas tonto. Quiero que lo hablemos, que me perdones, pero de verdad y, sobre todo, que intentemos solucionarlo… para que no vuelva a pasar.
―Que no vuelva a pasar solo está en tu mano, lo tienes bien fácil… Es que, joder, Sara ―dije calentándome de repente―, me repatea que lo hagas con Javier…, es la mayor putada que podrías haberme hecho, si solo te importara un poquito…, jamás te habrías acostado con él…
―Claro que me importas, yo creo que es la primera vez que me estoy disculpando sinceramente con alguien porque quiero… que lo intentemos. Este finde quedamos y lo hablamos; aclaramos todo…
―No puedo, tengo a las niñas conmigo…
―Ah, no me acordaba, pues el domingo por la noche, cuando las lleves con tu ex, quedamos, vamos a cenar donde quieras y nos tomamos una copa…, y luego me llevas a tu casa… ¡y me follas!, ¿me has oído?, ¡¡quiero que me folles!! Vamos a pasar un día genial y el domingo será nuestra fecha, el día que empezamos a salir formalmente…, ¿no querías un aniversario?, pues el puto domingo 28 va a ser nuestra fecha de aniversario… después de que me folles unas cuantas veces…
―No, Sara…, ya no quiero.
―Vamos, Pablo, joder, no me lo pongas más difícil. Salimos a cenar y hablamos lo que tengamos que hablar, si después decides que pasas de mí, lo aceptaré y no te volveré a molestar, yo misma iré el lunes donde tenga que ir y les pediré que me cambien de despacho… y cuando nos crucemos por la oficina, te diré hola y adiós y no volverás a saber de mí…; pero dame ese día… y deja que lo arregle…
―Uf, no debería…
―Por favor, solo te pido este domingo… ―me pidió Sara acariciándome el dorso de la mano con los dedos.

Solo con ese pequeño roce ya se me puso dura, y en ese momento me fijé en cómo se le notaban los pechos bajo la camiseta y la miré detenidamente queriendo negarme, queriendo decirle que era una niñata.

¡Que era una jodida puta!

Agaché la cabeza sin poder mantener tan siquiera su mirada, que me intimidaba por su belleza, y susurré:

―Está bien, pero no me vas a hacer cambiar de opinión…
―Eso ya lo veremos ―afirmó decidida poniéndose de pie y girándose para coger el abrigo y a la vez plantarme su culazo delante de la cara.

Sabía jugar muy bien sus cartas y con ese cuerpazo siempre llevaba las de ganar.

―Te veo ahora en la auditoría, voy saliendo, así no nos ven llegar juntos… ―Y me dejó allí sin poder reaccionar y dándole vueltas a la conversación que acabábamos de tener.

Estuve torpe y distraído el resto de la mañana, e incluso Javier me preguntó un par de veces si me encontraba bien, pues no debía tener muy buena cara. El martes lo dejamos todo preparado para la auditoría de Barcelona, y apenas pude hablar con Sara, que tenía mucho curro, pues ella también salía de viaje el mismo día que nosotros.

El miércoles a primera hora, Javier y yo cogimos un avión rumbo a Barcelona. Aproveché el vuelo para pegarme una cabezadita, pues llevaba una semana muy intensa entre lo de Sara, la auditoría y el cuidado de las niñas, que había tenido que dejar en casa de mis padres la noche anterior.

Del aeropuerto fuimos directamente a la empresa a auditar y nos pusimos manos a la obra. La primera jornada fue maratoniana y salimos de allí con parte del trabajo hecho, pero todavía nos quedaba un segundo día de bastante curro.

En el hotel, después de una ducha rápida, bajamos a cenar y yo tenía que aprovechar ese viaje para conocer de primera mano lo que había pasado entre Javier y Sara. No es que tuviera muchas ganas de escuchar las bravuconadas de mi jefe y de saber con todo detalle cómo se había follado a la chica de la que estaba enamorado, pero era muy importante para mí contrastar su versión con la que me iba a dar Sara en la cena del domingo y saber si estaba siendo sincera conmigo o no.

―Bueno, ¿y qué tal la semana pasada con Sara en Bilbao? ―le pregunté mientras cenábamos.

Javier sonrió y afirmó con la cabeza.

―Bien, bien…, mejor de lo que esperaba. ―Eso fue todo lo que me dijo.

Yo sabía que a él le encantaba recrearse con sus historias, por eso me sorprendió que no dijera nada más y enseguida cambió de tema. Aquel no era el momento adecuado y se lo reservó para mejor ocasión, que yo esperaba que fuera al día siguiente.

Y efectivamente así fue, con el trabajo completado y ya mucho más relajados bajamos a cenar con otra cara y después de llenar el estómago ni tan siquiera tuve que preguntarle, Javier me invitó a un copazo en el bar del hotel y yo, por supuesto, acepté. Tomamos asiento en unos sillones de época y Javier se puso bien cómodo.

―Bueno, pues no se ha dado nada mal ―afirmó Javier saboreando el primer trago de su cóctel―, uf, acabo de cumplir sesenta años y cada vez llevo peor lo de viajar cada semana, aunque sigo sintiendo esa satisfacción personal cuando acabamos el trabajo.
―Te entiendo perfectamente…
―Tú todavía eres joven, Pablo, si me aceptas el consejo, no te acomodes como hice yo, búscate otro puesto, hay muchas auditorías que necesitan directivos y estarían encantados de contar contigo…
―¿Tú crees?, no lo había pensado.
―Pues deberías, esto no es vida, tener que salir casi cada semana a auditar fuera se hace muy pesado.
―Yo de momento llevo bien lo de viajar y tal…, no es algo que me moleste.
―Hazme caso, Pablo.
―Son muchos años en esta compañía, aquí estoy muy a gusto, ya sabes el dicho, más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer…
―Puede ser…, menos mal que ahora tenemos un aliciente nuevo para viajar.
―¿Un aliciente?
―Sí, la de prácticas, ja, ja, ja.
―¿Sara?
―Claro, ¿quién va a ser?, contigo estoy muy a gusto y tal, pero reconozco que me pone salir a auditar con ella…
―No me digas que el otro día… No me lo puedo creer.
―Efectivamente, otra vez volvió a caer, ¿es que acaso lo dudabas? ―se vanaglorió pasándose la mano por el pelo y atusándoselo hasta el final, en un gesto suyo muy característico.

Sabía que lo que venía ahora me iba a doler y el estómago se me encogió en un puño, pero tenía que ser fuerte y aguantar la que se me venía encima. Conocía perfectamente a Javier y en cuanto vi la cara que puso, comprendí que no escatimaría en detalles. Quería contarme su viaje a Bilbao con Sara y revivirlo a través de las palabras.

Y después de otro trago y una pausa dramática, comenzó a hablar…
Pablo, no espabilas, lo tuyo es tozudez y torpeza a partes iguales.... cuanta mas hostia llevas, mas pones la cara....
 
Capítulo 27



El lunes, después de dejar a las niñas en el cole, llegué a la oficina dispuesto a centrarme solamente en el trabajo, pero nada más aterrizar me encontré a Sara con unas botas altas por encima de las rodillas y una minifalda blanca hasta medio muslo, junto con una camiseta negra de manga larga muy ajustada con la que transparentaba el sujetador por debajo.

La muy cabrona me lo quería poner difícil y yo sabía que no me iba a poder olvidar de ella de un día para otro y menos teniéndola a mi lado cada mañana, y es que estaba demasiado encoñado con aquella chica que rebosaba morbo y sensualidad con el más mínimo gesto o movimiento que hacía.

―Buenos días ―me saludó tímida.
―Buenos días ―contesté de manera seca.

Aprovechando la ausencia de Javier, que todavía no había llegado, y viendo que yo no decía ya nada más y me puse al trabajo sin tan siquiera mirarla, Sara intentó entablar conversación conmigo.

―¿Es que no me piensas hablar en todo el día?
―Si no es por algo del trabajo, no…
―Pablo, ya sé que la he vuelto a fastidiar, pero no podemos seguir así, necesito hablar contigo, que estemos otra vez como antes, que me perdones…, que me dejes demostrarte que…

No pudo seguir hablando porque enseguida apareció Javier por la puerta. ¡Qué oportuno!, porque, siendo sincero, me estaba gustando lo que salía por boca de Sara. Me estaba diciendo que necesitaba hablar, que la perdonara, que quería que estuviéramos como antes.

―El miércoles tenemos auditoría en Barcelona, genial, ya tenemos los billetes de avión. ―Y me lanzó la documentación en la mesa―. Me bajo a tomar un café, que ni he desayunado, ahora nos ponemos con eso…

Lo que me faltaba, un viaje con Javier, los dos solos, para que me restregara lo que había pasado entre Sara y él en Bilbao. En ese momento no me apetecía y cuando me giré hacia Sara, para seguir hablando con ella, enseguida la reclamaron, pues ella también tenía auditoría con otro compañero.

―¿Bajamos luego a tomar un café y así podemos charlar? ―me preguntó.
―Está bien, a ver si tengo un rato y me puedo escapar.
―Seguro que sí ―afirmó pasándome la mano por el pelo―, tenemos que hablar urgentemente…

Estaba claro que Sara había venido decidida a desplegar todos sus encantos para volver a conquistarme, pero yo tenía que mantenerme firme. No quería que me hiciera daño y pasar por lo mismo que cuando me dejó mi ex, ese dolor en el estómago era la peor sensación del mundo y con Sara lo había sentido todavía con más intensidad.

Me había puesto los cuernos ni más ni menos que con Javier, y no solo eso, casi me había hecho más daño cuando me dijo que no me consideraba su novio, sino uno más de sus amigos con los que acostarse.

Sobre las diez y media apareció por el despacho, estaba trabajando mano a mano con Javier y Sara tocó en la puerta.

―Os veo muy concentrados, Pablo, ¿vamos a tomar un café?
―Eh, uf, tenemos mucho lío…
―Será algo rápido, de verdad…
―Venga, baja con ella, ya me ocupo yo de esto… ―dijo Javier para mi sorpresa.
―Uy, entonces, ahora sí que no tienes excusa ―bromeó Sara tirando de mi brazo―, que te ha dado permiso el jefe…

Me sentí como un pelele dejándome arrastrar por Sara y al final accedí a tomar ese café, pero cuando salimos del portal, ella giró en dirección contraria y me dijo que prefería que fuéramos a otra cafetería donde no hubiera ningún compañero, así podríamos conversar con más tranquilidad. Y yo de nuevo me dejé arrastrar por ella.

Pedimos dos cafés y tomamos asiento en la planta alta del local, alejados de posibles conocidos.

―Ayer pasé un día muy fastidiado, quise llamarte, pero no me atreví ―me confesó Sara.
―Tampoco fue uno de mis mejores días…
―Me imagino y quiero disculparme por todo, por lo que hice, por lo que dije, soy una idiota…
―Agradezco que te disculpes, Sara, es un gesto que te honra, pero vamos a ser sinceros, no sé lo que pretendes con esto…
―Quiero arreglarlo, de verdad. ―Y puso una mano sobre la mía―, deja que te compense por lo que pasó… y, sobre todo, quiero que lo intentemos, y ahora sí que en serio…
―Para mí era algo serio, muy serio, ¿o te crees que le voy presentando a cualquiera a mis hijas? Ya sé que para ti solo era… uno más con el que follar, pero…
―No digas eso, sabes que no es cierto…, estoy muy a gusto contigo, cada vez más… y me importas mucho, por eso estoy tan fastidiada, la he jodido bien…
―Pues sí, pero ya no podemos hacer nada, Sara. Es mejor que cada uno siga su camino, hasta aquí hemos llegado…
―Nooooo…, no me pienso dar por vencida… y ya sabes que soy muy cabezota cuando quiero algo.
―Eso es lo que te pasa, que no estás acostumbrada a que te digan que no…, pero no voy a dejar que me utilices, Sara, quiero que respetes mi opinión.
―La respetaría si viera que es sincera, pero no lo es, ¿o te crees que no lo veo en tu cara?, sigues sintiendo algo…, y yo también.
―Solo ha pasado un día, no me ha dado tiempo a…
―Me gustaría darte una explicación de lo que pasó ―dijo abriendo las manos hacia fuera―, aunque no la tengo… ―Y puso cara de no entender nada.
―¿Y esa es tu disculpa?, ¿que no sabes por qué has follado con Javier?
―Porque soy idiota, pero, aparte de eso, no encuentro ninguna lógica…
―Vale. Muy buena explicación. Entonces, todo olvidado, Sara. Ya me vuelvo mucho más contento al trabajo, estás perdonada.
―No seas tonto. Quiero que lo hablemos, que me perdones, pero de verdad y, sobre todo, que intentemos solucionarlo… para que no vuelva a pasar.
―Que no vuelva a pasar solo está en tu mano, lo tienes bien fácil… Es que, joder, Sara ―dije calentándome de repente―, me repatea que lo hagas con Javier…, es la mayor putada que podrías haberme hecho, si solo te importara un poquito…, jamás te habrías acostado con él…
―Claro que me importas, yo creo que es la primera vez que me estoy disculpando sinceramente con alguien porque quiero… que lo intentemos. Este finde quedamos y lo hablamos; aclaramos todo…
―No puedo, tengo a las niñas conmigo…
―Ah, no me acordaba, pues el domingo por la noche, cuando las lleves con tu ex, quedamos, vamos a cenar donde quieras y nos tomamos una copa…, y luego me llevas a tu casa… ¡y me follas!, ¿me has oído?, ¡¡quiero que me folles!! Vamos a pasar un día genial y el domingo será nuestra fecha, el día que empezamos a salir formalmente…, ¿no querías un aniversario?, pues el puto domingo 28 va a ser nuestra fecha de aniversario… después de que me folles unas cuantas veces…
―No, Sara…, ya no quiero.
―Vamos, Pablo, joder, no me lo pongas más difícil. Salimos a cenar y hablamos lo que tengamos que hablar, si después decides que pasas de mí, lo aceptaré y no te volveré a molestar, yo misma iré el lunes donde tenga que ir y les pediré que me cambien de despacho… y cuando nos crucemos por la oficina, te diré hola y adiós y no volverás a saber de mí…; pero dame ese día… y deja que lo arregle…
―Uf, no debería…
―Por favor, solo te pido este domingo… ―me pidió Sara acariciándome el dorso de la mano con los dedos.

Solo con ese pequeño roce ya se me puso dura, y en ese momento me fijé en cómo se le notaban los pechos bajo la camiseta y la miré detenidamente queriendo negarme, queriendo decirle que era una niñata.

¡Que era una jodida puta!

Agaché la cabeza sin poder mantener tan siquiera su mirada, que me intimidaba por su belleza, y susurré:

―Está bien, pero no me vas a hacer cambiar de opinión…
―Eso ya lo veremos ―afirmó decidida poniéndose de pie y girándose para coger el abrigo y a la vez plantarme su culazo delante de la cara.

Sabía jugar muy bien sus cartas y con ese cuerpazo siempre llevaba las de ganar.

―Te veo ahora en la auditoría, voy saliendo, así no nos ven llegar juntos… ―Y me dejó allí sin poder reaccionar y dándole vueltas a la conversación que acabábamos de tener.

Estuve torpe y distraído el resto de la mañana, e incluso Javier me preguntó un par de veces si me encontraba bien, pues no debía tener muy buena cara. El martes lo dejamos todo preparado para la auditoría de Barcelona, y apenas pude hablar con Sara, que tenía mucho curro, pues ella también salía de viaje el mismo día que nosotros.

El miércoles a primera hora, Javier y yo cogimos un avión rumbo a Barcelona. Aproveché el vuelo para pegarme una cabezadita, pues llevaba una semana muy intensa entre lo de Sara, la auditoría y el cuidado de las niñas, que había tenido que dejar en casa de mis padres la noche anterior.

Del aeropuerto fuimos directamente a la empresa a auditar y nos pusimos manos a la obra. La primera jornada fue maratoniana y salimos de allí con parte del trabajo hecho, pero todavía nos quedaba un segundo día de bastante curro.

En el hotel, después de una ducha rápida, bajamos a cenar y yo tenía que aprovechar ese viaje para conocer de primera mano lo que había pasado entre Javier y Sara. No es que tuviera muchas ganas de escuchar las bravuconadas de mi jefe y de saber con todo detalle cómo se había follado a la chica de la que estaba enamorado, pero era muy importante para mí contrastar su versión con la que me iba a dar Sara en la cena del domingo y saber si estaba siendo sincera conmigo o no.

―Bueno, ¿y qué tal la semana pasada con Sara en Bilbao? ―le pregunté mientras cenábamos.

Javier sonrió y afirmó con la cabeza.

―Bien, bien…, mejor de lo que esperaba. ―Eso fue todo lo que me dijo.

Yo sabía que a él le encantaba recrearse con sus historias, por eso me sorprendió que no dijera nada más y enseguida cambió de tema. Aquel no era el momento adecuado y se lo reservó para mejor ocasión, que yo esperaba que fuera al día siguiente.

Y efectivamente así fue, con el trabajo completado y ya mucho más relajados bajamos a cenar con otra cara y después de llenar el estómago ni tan siquiera tuve que preguntarle, Javier me invitó a un copazo en el bar del hotel y yo, por supuesto, acepté. Tomamos asiento en unos sillones de época y Javier se puso bien cómodo.

―Bueno, pues no se ha dado nada mal ―afirmó Javier saboreando el primer trago de su cóctel―, uf, acabo de cumplir sesenta años y cada vez llevo peor lo de viajar cada semana, aunque sigo sintiendo esa satisfacción personal cuando acabamos el trabajo.
―Te entiendo perfectamente…
―Tú todavía eres joven, Pablo, si me aceptas el consejo, no te acomodes como hice yo, búscate otro puesto, hay muchas auditorías que necesitan directivos y estarían encantados de contar contigo…
―¿Tú crees?, no lo había pensado.
―Pues deberías, esto no es vida, tener que salir casi cada semana a auditar fuera se hace muy pesado.
―Yo de momento llevo bien lo de viajar y tal…, no es algo que me moleste.
―Hazme caso, Pablo.
―Son muchos años en esta compañía, aquí estoy muy a gusto, ya sabes el dicho, más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer…
―Puede ser…, menos mal que ahora tenemos un aliciente nuevo para viajar.
―¿Un aliciente?
―Sí, la de prácticas, ja, ja, ja.
―¿Sara?
―Claro, ¿quién va a ser?, contigo estoy muy a gusto y tal, pero reconozco que me pone salir a auditar con ella…
―No me digas que el otro día… No me lo puedo creer.
―Efectivamente, otra vez volvió a caer, ¿es que acaso lo dudabas? ―se vanaglorió pasándose la mano por el pelo y atusándoselo hasta el final, en un gesto suyo muy característico.

Sabía que lo que venía ahora me iba a doler y el estómago se me encogió en un puño, pero tenía que ser fuerte y aguantar la que se me venía encima. Conocía perfectamente a Javier y en cuanto vi la cara que puso, comprendí que no escatimaría en detalles. Quería contarme su viaje a Bilbao con Sara y revivirlo a través de las palabras.

Y después de otro trago y una pausa dramática, comenzó a hablar…
Gracias David por una entrega más... A la expectativa de la cena de Pablo y Sara, espero se mantenga firme en su decision de no regresar con ella 😃
 
Sara sabe que botones presionar en Pablo, ni un día ha pasado para sacarle otra cita.

Dudo de su sinceridad, hay años luz de distancia entre su intimidad con Pablo y el sexo que acostumbra con otros, sobre todo Javier.

No es muy comprensible esa "necesidad" que dice tener de que Pablo la folle, sospecho alguna morbosa jugarreta.

A todas luces Pablo caerá nuevamente, volverá a caer entre sus piernas y seguirá comiéndose las corridas de su jefe.
 
Que buen capítulo. Sin quererlo Javier le ha abierto la posibilidad de buscarse otro trabajo con más aspiraciones. Si a edo le añadimos lo que le va a contar del polvo con Sara, más la cena del sábado me da a mi que Pablo va a poner tierra de por medio para alejarse de esos dos cambiando de trabajo.
 
Sara sabe que botones presionar en Pablo, ni un día ha pasado para sacarle otra cita.

Dudo de su sinceridad, hay años luz de distancia entre su intimidad con Pablo y el sexo que acostumbra con otros, sobre todo Javier.

No es muy comprensible esa "necesidad" que dice tener de que Pablo la folle, sospecho alguna morbosa jugarreta.

A todas luces Pablo caerá nuevamente, volverá a caer entre sus piernas y seguirá comiéndose las corridas de su jefe.
Pero eso le hace a Sara una mala persona creo o no? A ver que ella no ha dado señales de estar interesada en lo económico por Pablo ni tampoco ha sido la primera en dar los primeros pasos para iniciar una relacion entre ellos, siempre los ha dado Pablo. Pero entonces que busca Sara en su "reconciliación" con Pablo, hacerle sufrir por puro morbo aunque Pablo se preste a ello de forma inintencional😃
 
No hay que ser un lince para saber lo que va a hacer el masoquista
Después de la cena tendrán sexo que será bueno y le perdonará. Le dirá que no volverá a pasar y cuando menos se lo espere, le volverá a poner los cuernos con el impresentable del Jefe.
Si no fuera un pelele, se iba del trabajo y se alejaría de los dos, pero eso no va a pasar.
 
Pablo y Sara van a volver y es más, estoy casi seguro que el próximo viaje de Sara con Javier no pasará nada y Pablo se va a ilusionar por eso, pero todos sabemos que sólo será una triste ilusión y ahí comenzará la debacle.

Lo que no estoy seguro y con una gran duda, es si ese domingo, Pablo se follará a Sara sin preservativo y esta le hará por fin una mamada, y si Javier le dió por el culo en ese viaje, entonces también debería estar incluido. Se aceptan apuestas...
 
Ser cornudo consentido es más frecuente de lo que os pensáis y no conlleva ni infelicidad, ni sufrimiento, ni se es menos por asumir la condición que casi puede ser vocación.
El cornudo debe marcar unos límites, por lo que su poder es mayor del que suponéis.
No entiendo que nadie contemple la posibilidad de que el protagonista se autoanalice y descubra este camino de realización.
 
Ser cornudo consentido es más frecuente de lo que os pensáis y no conlleva ni infelicidad, ni sufrimiento, ni se es menos por asumir la condición que casi puede ser vocación.
El cornudo debe marcar unos límites, por lo que su poder es mayor del que suponéis.
No entiendo que nadie contemple la posibilidad de que el protagonista se autoanalice y descubra este camino de realización.
Hola, buenas tardes.

No te equivoques, al menos en mi caso, que no comparta ni me interese ese camino, no significa que no lo respete. Soy de la opinión de que entre adultos todo vale si ambas partes están de acuerdo, y no hace daño a nadie, claro. No es la opinión general, pero es la mía.

Saludos
Hotam
 
Hola, buenas tardes.

No te equivoques, al menos en mi caso, que no comparta ni me interese ese camino, no significa que no lo respete. Soy de la opinión de que entre adultos todo vale si ambas partes están de acuerdo, y no hace daño a nadie, claro. No es la opinión general, pero es la mía.

Saludos
Hotam
Ser cornudo consentido es más frecuente de lo que os pensáis y no conlleva ni infelicidad, ni sufrimiento, ni se es menos por asumir la condición que casi puede ser vocación.
El cornudo debe marcar unos límites, por lo que su poder es mayor del que suponéis.
No entiendo que nadie contemple la posibilidad de que el protagonista se autoanalice y descubra este camino de realización.
Yo me inclino más por el lado del vicio.

Conozco gente que controla el consumo de la harina (if you know what I mean) muy bien y no tiene problemas. Pero hay otros que no, y la pasan mal, más aún si tienen familia.

En este caso, yo lo veo así. Son adultos, claro, pero es un vicio peligroso que puede salpicar a otros, en este caso, sus hijas.

Pablo ya tiene antecedentes qué lo llevó a recibir un ultimátum de su ex mujer.

Yo también veo que tiene vocación, pero es un camino peligroso. Primero debe pensar en sus hijas creo yo, aún son pequeñas.
 
Pablo es el personaje de David Lovia con más carácter. Ya sé que parece que tiene poco pero los otros tienen menos, jejeje. Bueno, lo que quiero decir que dentro del universo Lovia este personaje es el que más me gusta. Ha sufrido el revés de un matrimonio fallido donde la mujer lo abandona y sigue creyendo en el amor. Es consciente de que Sara puede ser una mujer fatal que le haga sufrir pero luchó por ella, vió que ella no le correspondía como el quiso y lo dejaron. Ella le pide una nueva oportunidad. Él se la da y ella volverá a fallarle y además Pablo cuenta con Javier para que le cuente sus cuernos en primera persona. Si Sara le engaña o le oculta cosas será su fin.
 
Pablo es el personaje de David Lovia con más carácter. Ya sé que parece que tiene poco pero los otros tienen menos, jejeje. Bueno, lo que quiero decir que dentro del universo Lovia este personaje es el que más me gusta. Ha sufrido el revés de un matrimonio fallido donde la mujer lo abandona y sigue creyendo en el amor. Es consciente de que Sara puede ser una mujer fatal que le haga sufrir pero luchó por ella, vió que ella no le correspondía como el quiso y lo dejaron. Ella le pide una nueva oportunidad. Él se la da y ella volverá a fallarle y además Pablo cuenta con Javier para que le cuente sus cuernos en primera persona. Si Sara le engaña o le oculta cosas será su fin.

Tienes toda la razón respecto a Pablo.
es que tampoco era dificil.
Pablo respecto a los demás es Chuck Norris.


siempre he pensado que me gustaria que tanto Economista como Tanatos crearan personajes más reales, pero entiendo que este es su target y que no querran perder su público.
 
Tienes toda la razón respecto a Pablo.
es que tampoco era dificil.
Pablo respecto a los demás es Chuck Norris.


siempre he pensado que me gustaria que tanto Economista como Tanatos crearan personajes más reales, pero entiendo que este es su target y que no querran perder su público.
No confundas reales con frecuentes.
Claro que existimos personas así.
 
Capítulo 28



―Al final sacamos el trabajo adelante, pero la niñata se equivocó un par de veces y la segunda le tuve que pegar una buena bronca, aunque quizás no debería haberlo hecho, porque se puso muy nerviosa y estuvo un rato descolocada. Ya sabes que no tengo paciencia para estas cosas y es que, además, la auditoría se nos complicó por momentos…, fue uno de esos días que sales de allí con la sensación de que no está yendo bien y que todavía queda mucho trabajo por delante, y detesto esa sensación…
―Te entiendo, pero eso nos pasa a todos, no es culpa de Sara.
―No, no tenía ninguna culpa, pero al final lo pagué con ella, era la que tenía a mano, y durante la cena le dije que quizás deberíamos ir adelantando algo de trabajo para ir más holgados al día siguiente.
―Bueno, eso también es normal.
―Ya sabes cómo me pongo cuando no van las cosas como a mí me gustan. Ese día solo estaba pendiente del trabajo y casi ni me fijé en lo buena que estaba la niñata, pero, joder, Pablo, me bajó a cenar con una camisa blanca de estas de manga larga que no llevan cuello y se notaba que iba con las tetazas sueltas bajo la tela. ¿Tú te crees que puede presentarse así?, la muy zorra ya me estaba provocando, y yo no había hecho nada…
―¿Y qué pasó luego?
―Cenamos rápido, la verdad, yo no estaba de humor para hablar y solo quería ir a dormir y salir rápido para la empresa a la mañana siguiente. Y cuando íbamos por el pasillo del hotel, le dije que pasara a por la documentación o se la acercaba yo. Curiosamente, se quedó en la puerta y no quiso pasar, me dijo: «Te espero aquí», y me sorprendió que no quisiera entrar en mi habitación; así que insistí y esta vez accedió. Llevaba unos taconazos y un pantalón vaquero bien apretado, como a mí me gusta… y el pelo suelto, uffff, tenías que haberla visto, con esas tetazas botando a cada paso que daba…, y yo ya te digo, que solo estaba preocupado por el trabajo, pero en cuanto la tuve allí, me puse muy cerdo…, necesitaba aliviar tensiones, ya sabes, ja, ja, ja…

Hijo de la gran puta. Hice verdaderos esfuerzos para sonreír y oculté mi cara de enfado bajo la copa, aunque Javier ya estaba a lo suyo, y por cómo se relamía a cada trago que le pegaba a su cóctel, supe que no era el único que se iba a tomar.

―No me digas que te la follaste la primera noche… ―le interrumpí en su relato.
―No corras, Pablito, deja que te lo cuente bien… Ella se acercó hasta la mesa y miró las carpetillas que tenía encima, y después se quedó allí, esperando…
―¿Esperando?
―Sí, a mí, ja, ja, ja, fue igual que cuando me la follé la segunda vez, ¿te acuerdas?, ella de pie dejó que me la follara desde atrás, pues lo mismo, solo que esta vez no tenía ningún espejo delante y no podía ver su cara…; así que me acerqué a su espalda y le pregunté: «¿Todo bien?». Ella parecía que estaba en trance o algo por el estilo, pero seguía sin moverse. Tío, joder, se me estaba ofreciendo y yo me aproximé y puse las manos en su cintura. La niñata estaba muy nerviosa e incluso parecía que temblaba…
―¿Y qué pasó luego? ―le apremié para que se diera prisa, pues quería que terminara cuanto antes.

No creo que fuera a poder resistir una segunda copa con el impresentable de Javier, escuchando cómo manoseaba a Sara, de la que, por cierto, todavía no había dicho su nombre ni una sola vez. Para él seguía siendo la niñata o la de prácticas.

Siguió hablando sin dejar de mirar su copa, como si en el fondo pudiera ver las imágenes de aquella noche.

―Fui subiendo las manos por sus costados y… ella no decía nada, solo se dejaba manosear…, mmmmm, ya se me puso muy dura con eso y las pasé hacia delante y le sobé las tetazas por encima de la camisa…
―¿Y ella te dejó?
―Sí, agachó la cabeza y se le escapó un gemido a la muy puta…, y yo no estaba para perder el tiempo, así que le desabroché los botones de la camisa, uno a uno, hasta el final y le restregué el paquete contra el culo mientras lo hacía…, la muy zorra me tenía cachondísimo, después de tantos meses era como si no hubiera pasado el tiempo, allí la tenía, tío, sumisa y excitada, otra vez para mí…

Yo no podía creerme que Sara se comportara así con Javier, como si este anulara su voluntad. Sara era decidida, con las ideas muy claras y no encajaba en nada con lo que me contaba mi jefe, que la describía como una chica dócil y vulgar. Escuchar aquello era asqueroso y, sin embargo, no lo pude evitar. No fue inmediato, pero mi polla comenzó a crecer bajo mis pantalones contra mi voluntad.

No quería que pasara eso y me hacía sentir muy mal conmigo mismo; además, no comprendía cómo podía gustarme y repudiarme a la vez ese morbo tan enfermizo. Estaba muy confundido, pero Javier siguió a lo suyo.

―En cuanto toqué esas tetazas, uffff, creo que casi se me corre encima, la sobaba así a dos manos, apartando la tela de la camisa, pero sin quitársela y solo escuchaba sus gemiditos, aunque me jodía no poder ver la cara de zorra que ponía la niñata…

«O de asco».

―Y cuando bajé las manos hasta su pantalón, ella pareció reaccionar y me dijo: «No, Javier…, no podemos». Fue todo muy deprisa, me quedé a cuadros y comenzó a abrocharse los botones de la camisa. Se giró con la carpetilla cubriendo su cuerpo y me pidió disculpas con la cabeza agachada, «Lo siento». ―Intentó imitar una voz femenina―. ¿Tú te crees?, la muy puta llevaba encima un buen sofocón y se notaba que tenía ganas, pero me dejó empalmado y con un calentón importante…, y luego se piró de la habitación sin decir nada más…

Bueno, al menos la historia no era tan mala como me había imaginado, Sara se había sometido a él, pero muy poco y después había sacado fuerzas de flaqueza para no dejarse follar por Javier. Reconozco que respiré aliviado…, pero también algo decepcionado, pues era como que una parte de mí quería saber cómo se la había follado.

Ese lado oscuro era el que no me gustaba y el que hacía que mi polla siguiera dura, escuchando las fantasmadas de mi jefe, que justo se terminó la primera copa con el final de su historia.

―Así que nada…, la niñata me dejó con todo el calentón y tuve que hacerme una paja para dormir… ―afirmó―, al menos había dejado que le sobara las tetazas, menos es nada…, pero me supo a poco, aunque esas tetas son de categoría, eh, Pablo, y te lo dice uno que ha visto y tocado muchas.

«¿Ah, sí?, ¿no me digas? Anda, no lo sabía».

―¿Entonces, no te la follaste? ―pregunté apurando yo también la copa.
―No, la primera noche no… ―Sonrió―, pero espera, que no he terminado. ¿Nos tomamos otra y sigo con la segunda parte?, ahora viene lo mejor, ja, ja, ja…
―Eh, sí, claro ―afirmé como un idiota.

Llamó al camarero y en menos de cinco minutos ya teníamos otros dos cócteles listos sobre la mesa. Y Javier continuó con su historia después de mojarse los labios con su old fashioned para probar qué tal estaba.

―Mmmmm, cojonudo ―se relamió―. Bueno, pues como te iba diciendo, el primer día me dejó con todas las ganas y encima preocupado, una vez que me corrí con la paja y se me pasó todo el calentón me quedé acojonado por el extraño comportamiento de Sara, ya sabes cómo están ahora las cosas con esto del feminismo y tal, si se le ocurre decir que me he intentado propasar con ella o algo por el estilo, imagínate, les da igual que lleve treinta y cinco años en la empresa y ella cuatro días, ya me puedo dar por jodido, me ponen de patitas en la calle, encima sin indemnización y lo mismo hasta metido en un proceso penal por agresión sexual…
―Sí, puede ser…
―Total, que me dije pues nada, me concentro en el trabajo y ya está, que tarea teníamos al día siguiente y mucha, y la verdad que muy bien, lo sacamos adelante y la de prácticas estuvo fenomenal, trabajó rápido y es muy ordenada, eso me gusta…, nos ahorra un montón de tiempo; así que a las siete y media o así ya habíamos terminado, ¡uf, menudo alivio!…, yo pensé que tal y como iba la primera jornada, todavía nos hubiéramos tenido que quedar todo el viernes también…, pero nada de eso; así que felicité a Sara. ―Por fin la nombró por primera vez―, y luego le invité a tomar algo antes de irnos al hotel…, tenía que disculparme por la bronca del día anterior y, bueno, por lo que pasó en mi habitación…, y ella me dijo que no me preocupara, que no era culpa mía…, ya estábamos mucho más relajados, ya sabes cuando terminas el curro, qué gustazo…
―Sí, como ahora ―dije mostrándole mi cóctel y levantándolo para darle un trago.
―Le estuve preguntando si había quedado con sus amigos de Bilbao y ella me contestó que sí; así que me iba a tocar cenar solo… Yo no tenía ganas de llamar a nadie, ya sabes que allí tengo muchas amistades, solo me apetecía comer algo y quedarme en el hotel para salir pronto al día siguiente; entonces me pegué una ducha y cuando iba a bajar al restaurante, alguien llamó a mi puerta… y al abrir me encontré a Sara.
―¡No fastidies! ¿Fue a buscarte a tu habitación?, ¡increíble!, ¿pero no había quedado con sus amigos?
―Eso pensé yo, pero calla, que eso no es lo mejor, ¡¡la muy puta se había puesto la misma faldita roja que cuando nos enrollamos la primera vez!! Ahora no estamos en veranito. Llevaba unas botas altas por encima de las rodillas y debajo unos pantys, pero sí, ¡ese detalle fue la hostia! ¿Qué hubieras pensado si se te presenta con esa misma falda?
―Joder, pues que quiere guerra…
―Eso mismo me dije yo…, la puta falda roja era como un cinturón y esas botas de fulana me pusieron muy cerdo. Llevaba una camisa negra así arremangada, el pelo suelto y se había pintado los labios de rojo… putón, ja, ja, ja…
―¿Y qué dijo cuando abriste?
―Pues que no iba a dejar que cenara solo, que se quedaba conmigo y luego ya si eso se unía con sus amigos y, oye, eso fue un detalle por su parte, pero yo solo podía pensar en su falda y me preguntaba: «¿La habrá traído para mí?». Joder, eso es que ya venía con la idea de calentarme y acostarse conmigo, ¡era toda una declaración de intenciones!
―Sí, eso parecía…
―Cenamos muy bien en el restaurante… Estuve simpático, eh, ja, ja, ja. Salimos casi a las doce y ella no tenía mucha prisa, así que le dije que ya la dejaba tranquila y que se lo pasara bien con sus amigos… y entonces la niñata me soltó: «¿No me invitas a una copa?, todavía es pronto». Faltaría más, y nos quedamos allí tomando un cacharro y yo empecé a darme cuenta de que ella no tenía ninguna intención de salir de fiesta ni de verse con sus amigos, aunque hizo el paripé un par de veces con el móvil como si se estuviera mandando mensajes con ellos para avisarles de que llegaba más tarde…; así que nos tomamos una copa en el hotel, de pie en la barra, y yo, ufff, estaba ya muy burro con esa falda y las botas, ¡es que esas botas altas son demasiado!, pero no sabía cómo entrarle, sí, ya sé que me la había follado dos veces, pero la noche anterior me había rechazado; así que tenía con ir con mucho tacto. Le dije que estaba muy guapa… y le pregunté que si era la misma falda que se había puesto la otra vez, que me sonaba mucho, y la niñata se ruborizó, ja, ja, ja, como si hubiera descubierto sus intenciones, y me contestó con un tímido «sí» y yo le invité a tomar otra.
―Y accedió…, ya la tenías caliente…
―Joder que si estaba caliente, tenía unas ganas de polla que ni te imaginas, ja, ja, ja… ―Y la mía comenzó a temblar. Ya estaba cachondo perdido escuchando la historia de Javier y con muchas ganas de que llegara la parte final.

Cuando me contara cómo se había follado a… mi Sara.

―Entonces le comenté que se le iba a hacer tarde para salir, que ya eran casi la una y media, y afirmó con la cabeza, «Sí, estoy bien contigo, ahora me está dando un poco de pereza», y yo le seguí el juego, «Al final te quedas aquí, con tu jefe, ya verás». Ella sonrió y yo insistí. «¿Nos tomamos otra aquí?… o donde quieras», y ella me dijo que le daba igual. «¿Quieres ir a otro sitio?…, no sé, si quieres, vamos a tu habitación».
―Fuiste al grano…
―Sí, tendría que haber ido con más tacto, pero ya estaba muy burro y no podía pensar bien y luego, bueno, su lenguaje corporal era muy evidente, o no hubiera sido tan… directo…
―¿Y qué te contestó Sara?
―Pues me dijo: «Sí, claro» y esta vez el que sonreí fui yo.
―¡Dios!, ¡qué facilona!
―Ja, ja, ja, ni que lo digas, demasiado fácil. Llamé al camarero, pagué las dos copas y nos fuimos sin tiempo que perder a su habitación. Yo ya iba con una empalmada del quince y en cuanto entramos ella dejó el abrigo y el bolso en la mesita, luego pensé que cogería un par de vasos y me preguntaría qué quería tomar del minibar, pero… ―E hizo una de sus pausas dramáticas que tanto odiaba para darle un trago a su copa.
―¿Pero?
―Mmmmm, pues vino hacia mí y sin que me lo esperara me comió toda la boca…
―¿Quéééé?
―¿Tú te crees?, o sea, la otra vez no me dejó ni acercarme a sus labios y ahora vino ella a por mí, uffff, tío, ¡qué manera de meterme toda la lengua!, y yo bajé las manos y le sobé el culazo, no tuve ni que tocarle la falda…, lo único que me jodía era la mierda esa de pantys…, pero ya estaba que me subía por las paredes y sin pensármelo tiré de la camisa y le arranqué los putos botones…, salieron despedidos por toda la habitación y la niñata soltó un pequeño gritito, no se lo esperaba…
―¿Le jodiste la camisa?
―Sí, destrozada, no sé si sería buena o una mierda de esas de diez euros, pero no veas qué cara se le quedó, aquello le puso muy cachonda y cuando bajé las manos para apretar su culo, fue ella la que me lo pidió, «Arráncamelos también», ja, ja, ja…, me costó un poco más, pero tampoco mucho y clavé un dedo y parte de la uña, pegué un tirón y las medias esas se rajaron por todas partes. Tenías que haberla visto, ¡qué pintas!, parecía una putita de esas de carretera…, con la camisa abierta, la falda cinturón y los pantys desgarrados…, uf, me empujó contra la cama y yo me quedé sentado…, y sin que se lo pidiera se agachó delante de mí…, de rodillas…
―¡Hostia!, ¿te la chupó?
―Ja, ja, ja, ¿para qué crees que se puso de rodillas, Pablito?

Casi cinco meses teniendo relaciones conmigo y nunca había hecho ni el amago de hacerme una mamada y al puto Javier se le arrodillaba a las primeras de cambio. Esos detalles me volaban la cabeza y mi polla protestó bajo los pantalones.

Todavía hizo una pausa más para darle otro trago a su cóctel y siguió hablando.

―Me quitó ella misma el cinturón y luego me abrió la bragueta, respiraba fuerte, casi jadeando, se le notaba ansiosa y, uffff, tiró del pantalón, de los calzones y plof, salió mi polla despedida, tardó en cogérmela con los dedos cero coma y le pegó un lametón fuerte al capullo y luego se la metió en la boca… hasta el fondo, ¡se la tragó entera!
―¡Dios mío!, ¡qué puta guarra!
―Ni que lo digas, ¡¡qué manera de comérmela, tío!!
―¿La chupa bien? ―pregunté yo de manera patética.
―¡Es una jodida succionadora!, pero luego se la saca de la boca y te lo hace de manera sensual con la lengüita…, mmmmmm…, y esos cambios de ritmo te vuelven loco. Me mataba con la lengua, subió la vista y me miró para ver si estaba disfrutando. Esas son las buenas mamadas, Pablito, ¡cuando te miran a los ojos mientras te pasan la lengua por todo el rabo!, ¿verdad?
―Sí, ya lo creo…
―La agarré por el pelo y le dije algo así como «Qué bueno, niñata, me estás matando». Se me escapó eso con la euforia y ella detuvo la mamada. Pensé que la había cagado con el insulto, pero ella me miró y me preguntó: «¿Qué has dicho?», y yo «Nada, perdona», así en ese plan, pero pensaba «Cállate y sigue comiéndomela», ja, ja, ja…
―¿Y qué pasó luego?
―Le pedí perdón… y ella me sorprendió otra vez, «¿Es que no piensas llamarme nunca por mi nombre?», y yo le dije que no, ¡que se joda, por guarra! Y luego le pregunté: «¿Te molesta?», y ella me soltó que era un «cabronazo», pero luego abrió la boca y siguió chupándomela, pero todavía con más ganas, y yo repetí: «Vamos, niñata, eso es. Y ahora cómeme los huevos».
―Venga ya…
―Te lo prometo, tío, no me estoy inventando ni una coma. Y la zorra me la sujetó con la mano, me la puso así en vertical y dijo con la boca pegada a mis pelotas, «Síííí, llámame niñata», y me pasó la lengua entre los dos cojones antes de metérselos en la boca…
―¡Qué hija de puta! ―exclamé cuando mi polla comenzó a palpitar.

Tuve que cambiar de postura y aproveché para hacerlo con disimulo mientras me inclinaba sobre la mesa y le pegaba un trago a la copa. Javier estaba «sentadorro» en el sofá, a lo suyo, disfrutando de la copa y haciéndome partícipe de su humillación a Sara.

Cada frase que salía de su boca era más repugnante que la anterior.

―La tuve todavía cinco minutos más entre las piernas comiéndome los huevos, me pasó la lengua mil veces por todo el tronco, me la chupaba a lo bestia y todo esto mientras yo la sujetaba con fuerza por el pelo sin dejar de insultarla, «Muy bien, niñata», ¡eso le ponía cachondísima!… y yo ya no podía más, era una jodida experta, tío, ¡¡a saber cuántas pollas se ha comido esta guarra!!
―¿Te corriste en su boca?
―Noooo, quería follármela, le tuve que implorar que se detuviera o me hubiera ido, uffff, y se lo dije. Se limpió la boca con la mano y luego se puso de pie. Imagínatela, Pablito, con la camisa reventada, la falda a medio subir, las medias desgarradas y el maquillaje de la boca corrido…
―¡Parecería una puta!
―¡Exacto! Y sin decir nada más se puso a cuatro patas al borde de la cama…, yo me levanté, me coloqué detrás de ella con calma y… me encontré con todo su culazo allí, me molaba mucho lo de los pantys destrozados, podía metérsela sin tan siquiera quitárselos, ja, ja, ja… y nada, me acerqué y… toda para dentro…, ¡no veas qué gemido soltó!
―¿Se la metiste sin condón?
―Ella no me dijo nada, y yo tampoco le pregunté, aunque debería tener más cuidado con estas tías tan guarras, ¡a saber quién se la estará follando!

¿Se podía ser más necio e hijo de puta?

―En cuanto se la clavé, ya sabía que no iba a durar ni un suspiro, ¡uf, es que en la vida me había pasado nada parecido!, ya te digo que tengo un aguante de la hostia y me corro cuando quiero, controlo mucho, pero con la mamada ya me había dejado muy tocado, y luego con ese culazo que tiene y el calor que desprende su coño, mmmmmm, ¡ni te imaginas!, echa fuego, y lo de follármela a pelo era un plus… Tenías que ver cómo se abría de piernas para que se la metiera duro, ¡qué puta golfa!…, no sé cuántas embestidas le soltaría, pero no más de veinte…, debí durar un minuto… como mucho…
―¿Y te corriste dentro?
―Sí, sin avisar, solo me la follé y vacié los huevos en su coño de niñata…
―Uffff ―exclamé cuando mi polla hizo un espasmo extraño como si estuviera a punto de soltarlo todo sin tan siquiera tocármela.
―Mmmmmm, ¡qué corrida!, apoteósica, y luego ella se dejó caer hacia delante con toda mi lefada dentro, ja, ja, ja…, era todo muy sórdido y guarro, no le pegaba nada a una tía tan pija como la de prácticas… ¿Y sabes lo que pasó luego?
―No…
―Se metió la mano entre las piernas, tumbada bocabajo y se hizo un dedo…
―¿En serio?
―Sí, no me gusta dejar a una tía a medias, pero con esta me daba igual, ¡que se joda si no se había corrido!, yo ya me había quedado de puta madre…
―¿Y llegó al orgasmo?, tendría todo tu semen dentro…
―Calla, que me subí a la cama y le acerqué la polla a la boca…, la tenía abierta y no paraba de gemir y cuando se dio cuenta de que estaba rozando mi rabo con los labios, sacó la lengua y se puso a darme muerdos por el tronco…, joder, ¡menudo dedazo se estaba haciendo!

Otro aviso de mi polla. Esta vez sí que me asusté de verdad. Estaba a punto de…, pero no podía ser.

―Y cuando levantó las caderas, ya supe que se iba a correr, entonces aproveché y ¿sabes lo que hice?
―No…
―¡Le metí un dedo por el culo!, ja, ja, ja…
―¿Y te dejó?
―¿Que si me dejó?, se tragó mi pingajo entero, y cuando le clavé el dedo hasta el fondo, comenzó a correrse a lo bestia…, ¡fue sublime!, qué manera de mover las caderas arriba y abajo…

Ahora sí. Mis glúteos se tensaron, mi cuerpo pegó una sacudida y mi polla palpitó descontrolada. Fue involuntario y no pensé que eso pudiera suceder físicamente. Salté de la silla como un resorte y Javier me miró extrañado.

―¿Qué haces, Pablito?
―Eeeeh, nada, ya nos íbamos, ¿no? ―Y me incliné sobre la mesa para coger la copa y beber mientras mi cuerpo se quedaba al límite. Sí, no, sí, no, sí, no..., pensé que me corría en los pantalones, y me quedé a puntito, aunque por suerte, pude resistir.
―No me has dejado ni que termine la historia… ¡Cómo gritaba la muy puta con mi polla en la boca!, ja, ja, ja…, qué vicio tiene la niñata…
―Ni que lo digas…
―¿Pero estás bien?, siéntate, que ya no queda nada y de paso termino la historia…―me pidió mirando su vaso―. Pues eso, que después me escupió la polla y giró la cabeza hacia el otro lado…, ella misma me retiró la mano de su estrecho culo y me pidió que me fuera…; así que me subí los pantalones y allí la dejé en la cama, bocabajo y con mi semen saliendo de su coñito… Así es como me gustan a mí las tías, a follar y cada uno para su casa… Y la niñata no se corta un pelo, me echó de la habitación sin contemplaciones…
―¡Vaya historia!
―Bueno, Pablito, ahora sí, yo creo que ya es hora de irse a la cama… ―Y se terminó el old fashioned de dos tragos más―. ¡Qué ganas tengo de que me vuelva a tocar viajar con ella!, mmmmm, y la próxima vez no se me escapa ese culo. Eso es gracias a ti, que me diste la idea de hacérselo por detrás, ¡uffff, solo de pensarlo!… Cuando termine con ella, va a estar sin poderse sentar una semana, ja, ja, ja…

El muy cabrón también estaba empalmado cuando se levantó de la silla, igual que yo, y ni se molestó en ocultar su erección. A mí, por suerte, no se me notaba, pero os aseguro que llevaba un calentón considerable.

Era vergonzoso, ¡había estado a punto de correrme mientras Javier me contaba su sucio polvo con Sara!, que con el jefe se mostraba sumisa y le dejaba follársela sin condón, que se corriera dentro, se la chupaba y le permitía que le clavara un dedo por el ojete, y a mí… se me ponía encima y me cabalgaba hasta el final.

Parecían dos mujeres distintas.

Ahora que ya sabía la versión de Javier, mucho iba a tener que adornar Sara su historia o inventarse otra para quedar medianamente bien conmigo en la cena que teníamos el domingo para intentar arreglar lo nuestro.

Llegué a la habitación derrotado y avergonzado de mí mismo. Me quité toda la ropa y terminé en la ducha sin poder sacarme de la cabeza las palabras de Javier. Estaba tan excitado que tuve que masturbarme patéticamente bajo el agua, y con varias sacudidas llegué al orgasmo, que apenas disfruté.

Faltaban tres días para la cita con Sara y ya no tenía claro que quisiera arreglar lo nuestro, y menos después de lo que me había contado Javier.

¿Cómo se puede volver a empezar una relación con alguien que se comporta así con su jefe? Aquello estaba ya muerto antes de tiempo y, sin embargo…, necesitaba escuchar su versión de los hechos, cedí otra vez y le quise dar una nueva oportunidad a Sara.

Esta vez sí, me prometí que sería la última… y tendría que ganársela. Yo no se lo pensaba poner nada fácil.
 
Creo que Pablo no está enamorado de Sara, está impresionado por su físico, su juventud y su descaro.
¡Claro que le molesta que se acueste con su jefe! Pero le da también morbo porque es como si viviera una película porno.

Lo mejor sería seguir las directrices de su amigo y dedicarse a follarla hasta que se cansen.

Gracias por compartir.
 
Sí, yo también creo que lo de Sara no tiene arreglo porque en el fondo el no termina de enamorarse de ella. Está fascinado porque es una mujer joven, erótica, inteligente pero a su vez, no es de su quinta, tiene gustos distintos, le gusta la noche, etc... no podría formar una familia con ella que es lo que Pablo quiere. Y en el sexo, disfruta más cuando le cuentan como se la follan que cuando lo hace con ella porque no hace ni la mitad de cosas juntos.

Está claro que le excita saber de las guarrerías de Sara pero el hecho de no practicarlas con él lo está matando porque se siente doblemente humillado.

Puede que vuelvan a follar y estar una temporada 2 pasitos para adelante 1 pasito para atrás pero esa relación no empezó bien, no continúa bien y tampoco terminará bien.
 
Creo que Pablo no está enamorado de Sara, está impresionado por su físico, su juventud y su descaro.
¡Claro que le molesta que se acueste con su jefe! Pero le da también morbo porque es como si viviera una película porno.

Lo mejor sería seguir las directrices de su amigo y dedicarse a follarla hasta que se cansen.

Gracias por compartir.
Más le vale que sea así, porque Sara no sabe lo que es la fidelidad.
Y también de acuerdo en lo que dices de lo que le dijo el amigo y seguir sus consejos.
Es mejor que se aleje de Ella.
 

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