La tentación de Sara

No hay que ser un lince para saber lo que va a hacer el masoquista
Después de la cena tendrán sexo que será bueno y le perdonará. Le dirá que no volverá a pasar y cuando menos se lo espere, le volverá a poner los cuernos con el impresentable del Jefe.
Si no fuera un pelele, se iba del trabajo y se alejaría de los dos, pero eso no va a pasar.
 
Pablo y Sara van a volver y es más, estoy casi seguro que el próximo viaje de Sara con Javier no pasará nada y Pablo se va a ilusionar por eso, pero todos sabemos que sólo será una triste ilusión y ahí comenzará la debacle.

Lo que no estoy seguro y con una gran duda, es si ese domingo, Pablo se follará a Sara sin preservativo y esta le hará por fin una mamada, y si Javier le dió por el culo en ese viaje, entonces también debería estar incluido. Se aceptan apuestas...
 
Ser cornudo consentido es más frecuente de lo que os pensáis y no conlleva ni infelicidad, ni sufrimiento, ni se es menos por asumir la condición que casi puede ser vocación.
El cornudo debe marcar unos límites, por lo que su poder es mayor del que suponéis.
No entiendo que nadie contemple la posibilidad de que el protagonista se autoanalice y descubra este camino de realización.
 
Ser cornudo consentido es más frecuente de lo que os pensáis y no conlleva ni infelicidad, ni sufrimiento, ni se es menos por asumir la condición que casi puede ser vocación.
El cornudo debe marcar unos límites, por lo que su poder es mayor del que suponéis.
No entiendo que nadie contemple la posibilidad de que el protagonista se autoanalice y descubra este camino de realización.
Hola, buenas tardes.

No te equivoques, al menos en mi caso, que no comparta ni me interese ese camino, no significa que no lo respete. Soy de la opinión de que entre adultos todo vale si ambas partes están de acuerdo, y no hace daño a nadie, claro. No es la opinión general, pero es la mía.

Saludos
Hotam
 
Hola, buenas tardes.

No te equivoques, al menos en mi caso, que no comparta ni me interese ese camino, no significa que no lo respete. Soy de la opinión de que entre adultos todo vale si ambas partes están de acuerdo, y no hace daño a nadie, claro. No es la opinión general, pero es la mía.

Saludos
Hotam
Ser cornudo consentido es más frecuente de lo que os pensáis y no conlleva ni infelicidad, ni sufrimiento, ni se es menos por asumir la condición que casi puede ser vocación.
El cornudo debe marcar unos límites, por lo que su poder es mayor del que suponéis.
No entiendo que nadie contemple la posibilidad de que el protagonista se autoanalice y descubra este camino de realización.
Yo me inclino más por el lado del vicio.

Conozco gente que controla el consumo de la harina (if you know what I mean) muy bien y no tiene problemas. Pero hay otros que no, y la pasan mal, más aún si tienen familia.

En este caso, yo lo veo así. Son adultos, claro, pero es un vicio peligroso que puede salpicar a otros, en este caso, sus hijas.

Pablo ya tiene antecedentes qué lo llevó a recibir un ultimátum de su ex mujer.

Yo también veo que tiene vocación, pero es un camino peligroso. Primero debe pensar en sus hijas creo yo, aún son pequeñas.
 
Pablo es el personaje de David Lovia con más carácter. Ya sé que parece que tiene poco pero los otros tienen menos, jejeje. Bueno, lo que quiero decir que dentro del universo Lovia este personaje es el que más me gusta. Ha sufrido el revés de un matrimonio fallido donde la mujer lo abandona y sigue creyendo en el amor. Es consciente de que Sara puede ser una mujer fatal que le haga sufrir pero luchó por ella, vió que ella no le correspondía como el quiso y lo dejaron. Ella le pide una nueva oportunidad. Él se la da y ella volverá a fallarle y además Pablo cuenta con Javier para que le cuente sus cuernos en primera persona. Si Sara le engaña o le oculta cosas será su fin.
 
Pablo es el personaje de David Lovia con más carácter. Ya sé que parece que tiene poco pero los otros tienen menos, jejeje. Bueno, lo que quiero decir que dentro del universo Lovia este personaje es el que más me gusta. Ha sufrido el revés de un matrimonio fallido donde la mujer lo abandona y sigue creyendo en el amor. Es consciente de que Sara puede ser una mujer fatal que le haga sufrir pero luchó por ella, vió que ella no le correspondía como el quiso y lo dejaron. Ella le pide una nueva oportunidad. Él se la da y ella volverá a fallarle y además Pablo cuenta con Javier para que le cuente sus cuernos en primera persona. Si Sara le engaña o le oculta cosas será su fin.

Tienes toda la razón respecto a Pablo.
es que tampoco era dificil.
Pablo respecto a los demás es Chuck Norris.


siempre he pensado que me gustaria que tanto Economista como Tanatos crearan personajes más reales, pero entiendo que este es su target y que no querran perder su público.
 
Tienes toda la razón respecto a Pablo.
es que tampoco era dificil.
Pablo respecto a los demás es Chuck Norris.


siempre he pensado que me gustaria que tanto Economista como Tanatos crearan personajes más reales, pero entiendo que este es su target y que no querran perder su público.
No confundas reales con frecuentes.
Claro que existimos personas así.
 
Capítulo 28



―Al final sacamos el trabajo adelante, pero la niñata se equivocó un par de veces y la segunda le tuve que pegar una buena bronca, aunque quizás no debería haberlo hecho, porque se puso muy nerviosa y estuvo un rato descolocada. Ya sabes que no tengo paciencia para estas cosas y es que, además, la auditoría se nos complicó por momentos…, fue uno de esos días que sales de allí con la sensación de que no está yendo bien y que todavía queda mucho trabajo por delante, y detesto esa sensación…
―Te entiendo, pero eso nos pasa a todos, no es culpa de Sara.
―No, no tenía ninguna culpa, pero al final lo pagué con ella, era la que tenía a mano, y durante la cena le dije que quizás deberíamos ir adelantando algo de trabajo para ir más holgados al día siguiente.
―Bueno, eso también es normal.
―Ya sabes cómo me pongo cuando no van las cosas como a mí me gustan. Ese día solo estaba pendiente del trabajo y casi ni me fijé en lo buena que estaba la niñata, pero, joder, Pablo, me bajó a cenar con una camisa blanca de estas de manga larga que no llevan cuello y se notaba que iba con las tetazas sueltas bajo la tela. ¿Tú te crees que puede presentarse así?, la muy zorra ya me estaba provocando, y yo no había hecho nada…
―¿Y qué pasó luego?
―Cenamos rápido, la verdad, yo no estaba de humor para hablar y solo quería ir a dormir y salir rápido para la empresa a la mañana siguiente. Y cuando íbamos por el pasillo del hotel, le dije que pasara a por la documentación o se la acercaba yo. Curiosamente, se quedó en la puerta y no quiso pasar, me dijo: «Te espero aquí», y me sorprendió que no quisiera entrar en mi habitación; así que insistí y esta vez accedió. Llevaba unos taconazos y un pantalón vaquero bien apretado, como a mí me gusta… y el pelo suelto, uffff, tenías que haberla visto, con esas tetazas botando a cada paso que daba…, y yo ya te digo, que solo estaba preocupado por el trabajo, pero en cuanto la tuve allí, me puse muy cerdo…, necesitaba aliviar tensiones, ya sabes, ja, ja, ja…

Hijo de la gran puta. Hice verdaderos esfuerzos para sonreír y oculté mi cara de enfado bajo la copa, aunque Javier ya estaba a lo suyo, y por cómo se relamía a cada trago que le pegaba a su cóctel, supe que no era el único que se iba a tomar.

―No me digas que te la follaste la primera noche… ―le interrumpí en su relato.
―No corras, Pablito, deja que te lo cuente bien… Ella se acercó hasta la mesa y miró las carpetillas que tenía encima, y después se quedó allí, esperando…
―¿Esperando?
―Sí, a mí, ja, ja, ja, fue igual que cuando me la follé la segunda vez, ¿te acuerdas?, ella de pie dejó que me la follara desde atrás, pues lo mismo, solo que esta vez no tenía ningún espejo delante y no podía ver su cara…; así que me acerqué a su espalda y le pregunté: «¿Todo bien?». Ella parecía que estaba en trance o algo por el estilo, pero seguía sin moverse. Tío, joder, se me estaba ofreciendo y yo me aproximé y puse las manos en su cintura. La niñata estaba muy nerviosa e incluso parecía que temblaba…
―¿Y qué pasó luego? ―le apremié para que se diera prisa, pues quería que terminara cuanto antes.

No creo que fuera a poder resistir una segunda copa con el impresentable de Javier, escuchando cómo manoseaba a Sara, de la que, por cierto, todavía no había dicho su nombre ni una sola vez. Para él seguía siendo la niñata o la de prácticas.

Siguió hablando sin dejar de mirar su copa, como si en el fondo pudiera ver las imágenes de aquella noche.

―Fui subiendo las manos por sus costados y… ella no decía nada, solo se dejaba manosear…, mmmmm, ya se me puso muy dura con eso y las pasé hacia delante y le sobé las tetazas por encima de la camisa…
―¿Y ella te dejó?
―Sí, agachó la cabeza y se le escapó un gemido a la muy puta…, y yo no estaba para perder el tiempo, así que le desabroché los botones de la camisa, uno a uno, hasta el final y le restregué el paquete contra el culo mientras lo hacía…, la muy zorra me tenía cachondísimo, después de tantos meses era como si no hubiera pasado el tiempo, allí la tenía, tío, sumisa y excitada, otra vez para mí…

Yo no podía creerme que Sara se comportara así con Javier, como si este anulara su voluntad. Sara era decidida, con las ideas muy claras y no encajaba en nada con lo que me contaba mi jefe, que la describía como una chica dócil y vulgar. Escuchar aquello era asqueroso y, sin embargo, no lo pude evitar. No fue inmediato, pero mi polla comenzó a crecer bajo mis pantalones contra mi voluntad.

No quería que pasara eso y me hacía sentir muy mal conmigo mismo; además, no comprendía cómo podía gustarme y repudiarme a la vez ese morbo tan enfermizo. Estaba muy confundido, pero Javier siguió a lo suyo.

―En cuanto toqué esas tetazas, uffff, creo que casi se me corre encima, la sobaba así a dos manos, apartando la tela de la camisa, pero sin quitársela y solo escuchaba sus gemiditos, aunque me jodía no poder ver la cara de zorra que ponía la niñata…

«O de asco».

―Y cuando bajé las manos hasta su pantalón, ella pareció reaccionar y me dijo: «No, Javier…, no podemos». Fue todo muy deprisa, me quedé a cuadros y comenzó a abrocharse los botones de la camisa. Se giró con la carpetilla cubriendo su cuerpo y me pidió disculpas con la cabeza agachada, «Lo siento». ―Intentó imitar una voz femenina―. ¿Tú te crees?, la muy puta llevaba encima un buen sofocón y se notaba que tenía ganas, pero me dejó empalmado y con un calentón importante…, y luego se piró de la habitación sin decir nada más…

Bueno, al menos la historia no era tan mala como me había imaginado, Sara se había sometido a él, pero muy poco y después había sacado fuerzas de flaqueza para no dejarse follar por Javier. Reconozco que respiré aliviado…, pero también algo decepcionado, pues era como que una parte de mí quería saber cómo se la había follado.

Ese lado oscuro era el que no me gustaba y el que hacía que mi polla siguiera dura, escuchando las fantasmadas de mi jefe, que justo se terminó la primera copa con el final de su historia.

―Así que nada…, la niñata me dejó con todo el calentón y tuve que hacerme una paja para dormir… ―afirmó―, al menos había dejado que le sobara las tetazas, menos es nada…, pero me supo a poco, aunque esas tetas son de categoría, eh, Pablo, y te lo dice uno que ha visto y tocado muchas.

«¿Ah, sí?, ¿no me digas? Anda, no lo sabía».

―¿Entonces, no te la follaste? ―pregunté apurando yo también la copa.
―No, la primera noche no… ―Sonrió―, pero espera, que no he terminado. ¿Nos tomamos otra y sigo con la segunda parte?, ahora viene lo mejor, ja, ja, ja…
―Eh, sí, claro ―afirmé como un idiota.

Llamó al camarero y en menos de cinco minutos ya teníamos otros dos cócteles listos sobre la mesa. Y Javier continuó con su historia después de mojarse los labios con su old fashioned para probar qué tal estaba.

―Mmmmm, cojonudo ―se relamió―. Bueno, pues como te iba diciendo, el primer día me dejó con todas las ganas y encima preocupado, una vez que me corrí con la paja y se me pasó todo el calentón me quedé acojonado por el extraño comportamiento de Sara, ya sabes cómo están ahora las cosas con esto del feminismo y tal, si se le ocurre decir que me he intentado propasar con ella o algo por el estilo, imagínate, les da igual que lleve treinta y cinco años en la empresa y ella cuatro días, ya me puedo dar por jodido, me ponen de patitas en la calle, encima sin indemnización y lo mismo hasta metido en un proceso penal por agresión sexual…
―Sí, puede ser…
―Total, que me dije pues nada, me concentro en el trabajo y ya está, que tarea teníamos al día siguiente y mucha, y la verdad que muy bien, lo sacamos adelante y la de prácticas estuvo fenomenal, trabajó rápido y es muy ordenada, eso me gusta…, nos ahorra un montón de tiempo; así que a las siete y media o así ya habíamos terminado, ¡uf, menudo alivio!…, yo pensé que tal y como iba la primera jornada, todavía nos hubiéramos tenido que quedar todo el viernes también…, pero nada de eso; así que felicité a Sara. ―Por fin la nombró por primera vez―, y luego le invité a tomar algo antes de irnos al hotel…, tenía que disculparme por la bronca del día anterior y, bueno, por lo que pasó en mi habitación…, y ella me dijo que no me preocupara, que no era culpa mía…, ya estábamos mucho más relajados, ya sabes cuando terminas el curro, qué gustazo…
―Sí, como ahora ―dije mostrándole mi cóctel y levantándolo para darle un trago.
―Le estuve preguntando si había quedado con sus amigos de Bilbao y ella me contestó que sí; así que me iba a tocar cenar solo… Yo no tenía ganas de llamar a nadie, ya sabes que allí tengo muchas amistades, solo me apetecía comer algo y quedarme en el hotel para salir pronto al día siguiente; entonces me pegué una ducha y cuando iba a bajar al restaurante, alguien llamó a mi puerta… y al abrir me encontré a Sara.
―¡No fastidies! ¿Fue a buscarte a tu habitación?, ¡increíble!, ¿pero no había quedado con sus amigos?
―Eso pensé yo, pero calla, que eso no es lo mejor, ¡¡la muy puta se había puesto la misma faldita roja que cuando nos enrollamos la primera vez!! Ahora no estamos en veranito. Llevaba unas botas altas por encima de las rodillas y debajo unos pantys, pero sí, ¡ese detalle fue la hostia! ¿Qué hubieras pensado si se te presenta con esa misma falda?
―Joder, pues que quiere guerra…
―Eso mismo me dije yo…, la puta falda roja era como un cinturón y esas botas de fulana me pusieron muy cerdo. Llevaba una camisa negra así arremangada, el pelo suelto y se había pintado los labios de rojo… putón, ja, ja, ja…
―¿Y qué dijo cuando abriste?
―Pues que no iba a dejar que cenara solo, que se quedaba conmigo y luego ya si eso se unía con sus amigos y, oye, eso fue un detalle por su parte, pero yo solo podía pensar en su falda y me preguntaba: «¿La habrá traído para mí?». Joder, eso es que ya venía con la idea de calentarme y acostarse conmigo, ¡era toda una declaración de intenciones!
―Sí, eso parecía…
―Cenamos muy bien en el restaurante… Estuve simpático, eh, ja, ja, ja. Salimos casi a las doce y ella no tenía mucha prisa, así que le dije que ya la dejaba tranquila y que se lo pasara bien con sus amigos… y entonces la niñata me soltó: «¿No me invitas a una copa?, todavía es pronto». Faltaría más, y nos quedamos allí tomando un cacharro y yo empecé a darme cuenta de que ella no tenía ninguna intención de salir de fiesta ni de verse con sus amigos, aunque hizo el paripé un par de veces con el móvil como si se estuviera mandando mensajes con ellos para avisarles de que llegaba más tarde…; así que nos tomamos una copa en el hotel, de pie en la barra, y yo, ufff, estaba ya muy burro con esa falda y las botas, ¡es que esas botas altas son demasiado!, pero no sabía cómo entrarle, sí, ya sé que me la había follado dos veces, pero la noche anterior me había rechazado; así que tenía con ir con mucho tacto. Le dije que estaba muy guapa… y le pregunté que si era la misma falda que se había puesto la otra vez, que me sonaba mucho, y la niñata se ruborizó, ja, ja, ja, como si hubiera descubierto sus intenciones, y me contestó con un tímido «sí» y yo le invité a tomar otra.
―Y accedió…, ya la tenías caliente…
―Joder que si estaba caliente, tenía unas ganas de polla que ni te imaginas, ja, ja, ja… ―Y la mía comenzó a temblar. Ya estaba cachondo perdido escuchando la historia de Javier y con muchas ganas de que llegara la parte final.

Cuando me contara cómo se había follado a… mi Sara.

―Entonces le comenté que se le iba a hacer tarde para salir, que ya eran casi la una y media, y afirmó con la cabeza, «Sí, estoy bien contigo, ahora me está dando un poco de pereza», y yo le seguí el juego, «Al final te quedas aquí, con tu jefe, ya verás». Ella sonrió y yo insistí. «¿Nos tomamos otra aquí?… o donde quieras», y ella me dijo que le daba igual. «¿Quieres ir a otro sitio?…, no sé, si quieres, vamos a tu habitación».
―Fuiste al grano…
―Sí, tendría que haber ido con más tacto, pero ya estaba muy burro y no podía pensar bien y luego, bueno, su lenguaje corporal era muy evidente, o no hubiera sido tan… directo…
―¿Y qué te contestó Sara?
―Pues me dijo: «Sí, claro» y esta vez el que sonreí fui yo.
―¡Dios!, ¡qué facilona!
―Ja, ja, ja, ni que lo digas, demasiado fácil. Llamé al camarero, pagué las dos copas y nos fuimos sin tiempo que perder a su habitación. Yo ya iba con una empalmada del quince y en cuanto entramos ella dejó el abrigo y el bolso en la mesita, luego pensé que cogería un par de vasos y me preguntaría qué quería tomar del minibar, pero… ―E hizo una de sus pausas dramáticas que tanto odiaba para darle un trago a su copa.
―¿Pero?
―Mmmmm, pues vino hacia mí y sin que me lo esperara me comió toda la boca…
―¿Quéééé?
―¿Tú te crees?, o sea, la otra vez no me dejó ni acercarme a sus labios y ahora vino ella a por mí, uffff, tío, ¡qué manera de meterme toda la lengua!, y yo bajé las manos y le sobé el culazo, no tuve ni que tocarle la falda…, lo único que me jodía era la mierda esa de pantys…, pero ya estaba que me subía por las paredes y sin pensármelo tiré de la camisa y le arranqué los putos botones…, salieron despedidos por toda la habitación y la niñata soltó un pequeño gritito, no se lo esperaba…
―¿Le jodiste la camisa?
―Sí, destrozada, no sé si sería buena o una mierda de esas de diez euros, pero no veas qué cara se le quedó, aquello le puso muy cachonda y cuando bajé las manos para apretar su culo, fue ella la que me lo pidió, «Arráncamelos también», ja, ja, ja…, me costó un poco más, pero tampoco mucho y clavé un dedo y parte de la uña, pegué un tirón y las medias esas se rajaron por todas partes. Tenías que haberla visto, ¡qué pintas!, parecía una putita de esas de carretera…, con la camisa abierta, la falda cinturón y los pantys desgarrados…, uf, me empujó contra la cama y yo me quedé sentado…, y sin que se lo pidiera se agachó delante de mí…, de rodillas…
―¡Hostia!, ¿te la chupó?
―Ja, ja, ja, ¿para qué crees que se puso de rodillas, Pablito?

Casi cinco meses teniendo relaciones conmigo y nunca había hecho ni el amago de hacerme una mamada y al puto Javier se le arrodillaba a las primeras de cambio. Esos detalles me volaban la cabeza y mi polla protestó bajo los pantalones.

Todavía hizo una pausa más para darle otro trago a su cóctel y siguió hablando.

―Me quitó ella misma el cinturón y luego me abrió la bragueta, respiraba fuerte, casi jadeando, se le notaba ansiosa y, uffff, tiró del pantalón, de los calzones y plof, salió mi polla despedida, tardó en cogérmela con los dedos cero coma y le pegó un lametón fuerte al capullo y luego se la metió en la boca… hasta el fondo, ¡se la tragó entera!
―¡Dios mío!, ¡qué puta guarra!
―Ni que lo digas, ¡¡qué manera de comérmela, tío!!
―¿La chupa bien? ―pregunté yo de manera patética.
―¡Es una jodida succionadora!, pero luego se la saca de la boca y te lo hace de manera sensual con la lengüita…, mmmmmm…, y esos cambios de ritmo te vuelven loco. Me mataba con la lengua, subió la vista y me miró para ver si estaba disfrutando. Esas son las buenas mamadas, Pablito, ¡cuando te miran a los ojos mientras te pasan la lengua por todo el rabo!, ¿verdad?
―Sí, ya lo creo…
―La agarré por el pelo y le dije algo así como «Qué bueno, niñata, me estás matando». Se me escapó eso con la euforia y ella detuvo la mamada. Pensé que la había cagado con el insulto, pero ella me miró y me preguntó: «¿Qué has dicho?», y yo «Nada, perdona», así en ese plan, pero pensaba «Cállate y sigue comiéndomela», ja, ja, ja…
―¿Y qué pasó luego?
―Le pedí perdón… y ella me sorprendió otra vez, «¿Es que no piensas llamarme nunca por mi nombre?», y yo le dije que no, ¡que se joda, por guarra! Y luego le pregunté: «¿Te molesta?», y ella me soltó que era un «cabronazo», pero luego abrió la boca y siguió chupándomela, pero todavía con más ganas, y yo repetí: «Vamos, niñata, eso es. Y ahora cómeme los huevos».
―Venga ya…
―Te lo prometo, tío, no me estoy inventando ni una coma. Y la zorra me la sujetó con la mano, me la puso así en vertical y dijo con la boca pegada a mis pelotas, «Síííí, llámame niñata», y me pasó la lengua entre los dos cojones antes de metérselos en la boca…
―¡Qué hija de puta! ―exclamé cuando mi polla comenzó a palpitar.

Tuve que cambiar de postura y aproveché para hacerlo con disimulo mientras me inclinaba sobre la mesa y le pegaba un trago a la copa. Javier estaba «sentadorro» en el sofá, a lo suyo, disfrutando de la copa y haciéndome partícipe de su humillación a Sara.

Cada frase que salía de su boca era más repugnante que la anterior.

―La tuve todavía cinco minutos más entre las piernas comiéndome los huevos, me pasó la lengua mil veces por todo el tronco, me la chupaba a lo bestia y todo esto mientras yo la sujetaba con fuerza por el pelo sin dejar de insultarla, «Muy bien, niñata», ¡eso le ponía cachondísima!… y yo ya no podía más, era una jodida experta, tío, ¡¡a saber cuántas pollas se ha comido esta guarra!!
―¿Te corriste en su boca?
―Noooo, quería follármela, le tuve que implorar que se detuviera o me hubiera ido, uffff, y se lo dije. Se limpió la boca con la mano y luego se puso de pie. Imagínatela, Pablito, con la camisa reventada, la falda a medio subir, las medias desgarradas y el maquillaje de la boca corrido…
―¡Parecería una puta!
―¡Exacto! Y sin decir nada más se puso a cuatro patas al borde de la cama…, yo me levanté, me coloqué detrás de ella con calma y… me encontré con todo su culazo allí, me molaba mucho lo de los pantys destrozados, podía metérsela sin tan siquiera quitárselos, ja, ja, ja… y nada, me acerqué y… toda para dentro…, ¡no veas qué gemido soltó!
―¿Se la metiste sin condón?
―Ella no me dijo nada, y yo tampoco le pregunté, aunque debería tener más cuidado con estas tías tan guarras, ¡a saber quién se la estará follando!

¿Se podía ser más necio e hijo de puta?

―En cuanto se la clavé, ya sabía que no iba a durar ni un suspiro, ¡uf, es que en la vida me había pasado nada parecido!, ya te digo que tengo un aguante de la hostia y me corro cuando quiero, controlo mucho, pero con la mamada ya me había dejado muy tocado, y luego con ese culazo que tiene y el calor que desprende su coño, mmmmmm, ¡ni te imaginas!, echa fuego, y lo de follármela a pelo era un plus… Tenías que ver cómo se abría de piernas para que se la metiera duro, ¡qué puta golfa!…, no sé cuántas embestidas le soltaría, pero no más de veinte…, debí durar un minuto… como mucho…
―¿Y te corriste dentro?
―Sí, sin avisar, solo me la follé y vacié los huevos en su coño de niñata…
―Uffff ―exclamé cuando mi polla hizo un espasmo extraño como si estuviera a punto de soltarlo todo sin tan siquiera tocármela.
―Mmmmmm, ¡qué corrida!, apoteósica, y luego ella se dejó caer hacia delante con toda mi lefada dentro, ja, ja, ja…, era todo muy sórdido y guarro, no le pegaba nada a una tía tan pija como la de prácticas… ¿Y sabes lo que pasó luego?
―No…
―Se metió la mano entre las piernas, tumbada bocabajo y se hizo un dedo…
―¿En serio?
―Sí, no me gusta dejar a una tía a medias, pero con esta me daba igual, ¡que se joda si no se había corrido!, yo ya me había quedado de puta madre…
―¿Y llegó al orgasmo?, tendría todo tu semen dentro…
―Calla, que me subí a la cama y le acerqué la polla a la boca…, la tenía abierta y no paraba de gemir y cuando se dio cuenta de que estaba rozando mi rabo con los labios, sacó la lengua y se puso a darme muerdos por el tronco…, joder, ¡menudo dedazo se estaba haciendo!

Otro aviso de mi polla. Esta vez sí que me asusté de verdad. Estaba a punto de…, pero no podía ser.

―Y cuando levantó las caderas, ya supe que se iba a correr, entonces aproveché y ¿sabes lo que hice?
―No…
―¡Le metí un dedo por el culo!, ja, ja, ja…
―¿Y te dejó?
―¿Que si me dejó?, se tragó mi pingajo entero, y cuando le clavé el dedo hasta el fondo, comenzó a correrse a lo bestia…, ¡fue sublime!, qué manera de mover las caderas arriba y abajo…

Ahora sí. Mis glúteos se tensaron, mi cuerpo pegó una sacudida y mi polla palpitó descontrolada. Fue involuntario y no pensé que eso pudiera suceder físicamente. Salté de la silla como un resorte y Javier me miró extrañado.

―¿Qué haces, Pablito?
―Eeeeh, nada, ya nos íbamos, ¿no? ―Y me incliné sobre la mesa para coger la copa y beber mientras mi cuerpo se quedaba al límite. Sí, no, sí, no, sí, no..., pensé que me corría en los pantalones, y me quedé a puntito, aunque por suerte, pude resistir.
―No me has dejado ni que termine la historia… ¡Cómo gritaba la muy puta con mi polla en la boca!, ja, ja, ja…, qué vicio tiene la niñata…
―Ni que lo digas…
―¿Pero estás bien?, siéntate, que ya no queda nada y de paso termino la historia…―me pidió mirando su vaso―. Pues eso, que después me escupió la polla y giró la cabeza hacia el otro lado…, ella misma me retiró la mano de su estrecho culo y me pidió que me fuera…; así que me subí los pantalones y allí la dejé en la cama, bocabajo y con mi semen saliendo de su coñito… Así es como me gustan a mí las tías, a follar y cada uno para su casa… Y la niñata no se corta un pelo, me echó de la habitación sin contemplaciones…
―¡Vaya historia!
―Bueno, Pablito, ahora sí, yo creo que ya es hora de irse a la cama… ―Y se terminó el old fashioned de dos tragos más―. ¡Qué ganas tengo de que me vuelva a tocar viajar con ella!, mmmmm, y la próxima vez no se me escapa ese culo. Eso es gracias a ti, que me diste la idea de hacérselo por detrás, ¡uffff, solo de pensarlo!… Cuando termine con ella, va a estar sin poderse sentar una semana, ja, ja, ja…

El muy cabrón también estaba empalmado cuando se levantó de la silla, igual que yo, y ni se molestó en ocultar su erección. A mí, por suerte, no se me notaba, pero os aseguro que llevaba un calentón considerable.

Era vergonzoso, ¡había estado a punto de correrme mientras Javier me contaba su sucio polvo con Sara!, que con el jefe se mostraba sumisa y le dejaba follársela sin condón, que se corriera dentro, se la chupaba y le permitía que le clavara un dedo por el ojete, y a mí… se me ponía encima y me cabalgaba hasta el final.

Parecían dos mujeres distintas.

Ahora que ya sabía la versión de Javier, mucho iba a tener que adornar Sara su historia o inventarse otra para quedar medianamente bien conmigo en la cena que teníamos el domingo para intentar arreglar lo nuestro.

Llegué a la habitación derrotado y avergonzado de mí mismo. Me quité toda la ropa y terminé en la ducha sin poder sacarme de la cabeza las palabras de Javier. Estaba tan excitado que tuve que masturbarme patéticamente bajo el agua, y con varias sacudidas llegué al orgasmo, que apenas disfruté.

Faltaban tres días para la cita con Sara y ya no tenía claro que quisiera arreglar lo nuestro, y menos después de lo que me había contado Javier.

¿Cómo se puede volver a empezar una relación con alguien que se comporta así con su jefe? Aquello estaba ya muerto antes de tiempo y, sin embargo…, necesitaba escuchar su versión de los hechos, cedí otra vez y le quise dar una nueva oportunidad a Sara.

Esta vez sí, me prometí que sería la última… y tendría que ganársela. Yo no se lo pensaba poner nada fácil.
 
Creo que Pablo no está enamorado de Sara, está impresionado por su físico, su juventud y su descaro.
¡Claro que le molesta que se acueste con su jefe! Pero le da también morbo porque es como si viviera una película porno.

Lo mejor sería seguir las directrices de su amigo y dedicarse a follarla hasta que se cansen.

Gracias por compartir.
 
Sí, yo también creo que lo de Sara no tiene arreglo porque en el fondo el no termina de enamorarse de ella. Está fascinado porque es una mujer joven, erótica, inteligente pero a su vez, no es de su quinta, tiene gustos distintos, le gusta la noche, etc... no podría formar una familia con ella que es lo que Pablo quiere. Y en el sexo, disfruta más cuando le cuentan como se la follan que cuando lo hace con ella porque no hace ni la mitad de cosas juntos.

Está claro que le excita saber de las guarrerías de Sara pero el hecho de no practicarlas con él lo está matando porque se siente doblemente humillado.

Puede que vuelvan a follar y estar una temporada 2 pasitos para adelante 1 pasito para atrás pero esa relación no empezó bien, no continúa bien y tampoco terminará bien.
 
Creo que Pablo no está enamorado de Sara, está impresionado por su físico, su juventud y su descaro.
¡Claro que le molesta que se acueste con su jefe! Pero le da también morbo porque es como si viviera una película porno.

Lo mejor sería seguir las directrices de su amigo y dedicarse a follarla hasta que se cansen.

Gracias por compartir.
Más le vale que sea así, porque Sara no sabe lo que es la fidelidad.
Y también de acuerdo en lo que dices de lo que le dijo el amigo y seguir sus consejos.
Es mejor que se aleje de Ella.
 
No sé cómo lo querrá arreglar Sara. Le hará una mamada?, lo dejará follarla sin protección?, le dará el culo?

Porque si ni una de esas cosas pasa y quedan bien, Pablo ya se confirmará como otro consentidor más.

Además, por lo que contó Javier, Sara ya tenía toda la intención de follar con él.
 
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Si Pablo va a seguir con Sara, tiene que ser dominante para poder disfrutar del sexo con ella y aún así tendrá que compartirla con otros. Al menos tendrá mejor sexo, pero para una relación tiene que buscar una mujer menos dañada, moral y emocionalmente, porque Sara no tiene remedio, al menos a corto plazo.
 
Capítulo 29



No pude dejar de darle vueltas a las palabras de Javier, la historia que me había contado era tan increíble que me costaba creérmela. Había dejado por el suelo mis esperanzas de intentarlo con Sara, así era imposible tener una relación seria con ella, sabiendo que a la más mínima se iba a volver a acostar con el jefe.

Ya no podía confiar en ella.

Lo que no entendía era esa sumisión hacia Javier, por qué se comportaba así cuando estaba con él, pues conmigo era bien distinta, le gustaba dominar, llevar la iniciativa y, sin embargo, a Javier le permitía cualquier cosa, se dejaba follar sin preservativo, le comía la polla de manera vulgar y prácticamente la sometía cuando quería, sin ningún esfuerzo.

Y, aun así, estaba dispuesto a volver a quedar con ella, a escuchar sus disculpas y su versión de lo que había pasado en Bilbao. Como dice el proverbio árabe, «La primera vez que me engañes será culpa tuya, la segunda vez será culpa mía», y yo añadiría: «Y la tercera vez es porque soy un gilipollas integral».

Por suerte, el viernes no me encontré con Sara, se les había complicado su trabajo y hasta por la tarde no regresaron de la auditoría; así que me marché sin verla. Casi mejor. Me iba a costar mucho mirarla a los ojos después de que Javier me hubiera contado por la noche cómo le lamía los huevos.

Me pasé por casa de mis padres a recoger a las niñas y organicé muchos planes con ellas para intentar desconectar de mi patética vida amorosa con Sara. Por la noche me mandó un whatsapp preguntándome por mi auditoría y para confirmar la cita del domingo. Por lo menos se le veía con ganas de quedar.

Ella se encargaría de elegir el restaurante y quedamos que al día siguiente me mandaría un mensaje de confirmación con el sitio y la hora. Yo contesté su whatsapp con un seco «OK» y preferí olvidarme de Sara mientras estuvieran mis hijas en casa.

Pero el domingo ya me levanté nervioso. Habíamos quedado a las diez en un local del centro y me esperaba un largo día por delante. No tenía mucho interés en ir a esa cita, y lo único que me intrigaba era escuchar qué excusa me iba a poner Sara a su comportamiento y saber si por fin sería sincera conmigo.

Llevé a las niñas con mi ex un poco antes de lo previsto y regresé a casa para arreglarme con tranquilidad. Me puse una camiseta blanca, pantalón vaquero, americana oscura por encima y zapatillas de vestir, en un look que me sentaba muy bien junto con mi Breitling de 5000 euros.

Dejé el coche en un parking cercano y fui caminando hasta ese restaurante en el que no había estado nunca. La noche invernal era bastante fresquita y me resultó muy agradable el paseo intentando calmar mis nervios.

Cuando faltaban dos minutos, llegué al local. Sara ya me estaba esperando dentro, sonrió al verme y después vino hacia mí para darme un pico en la boca, que yo apenas correspondí, y luego un abrazo. Enseguida nos pasaron al comedor, el sitio era bastante modernito y me gustó que no hubiera mucha gente y, además, nos pusieron en una mesa apartada, así podríamos hablar sin las miradas indiscretas de nadie.

Sara se quitó el abrigo y se quedó unos segundos de pie para que la viera bien. ¡Casi me caigo de culo! La muy zorra se había puesto la misma minifalda roja que había llevado en Bilbao con Javier, junto con las botas altas negras por encima de las rodillas y en la parte de arriba una camiseta negra ajustada de manga larga y cuello alto, ¡sin nada debajo!

¡Se le transparentaban las enormes tetazas por debajo!

Estaba claro que Sara quería poner toda la carne en el asador. Cualquier chica del mundo con ese vestuario parecería vulgar, pero ella lo sabía lucir de una manera espectacular, insinuando cada curva de su imponente cuerpazo.

¡Es que estaba tan buenísima!

Aquellas tetas no eran ni medio normales y se le intuían sus pequeños pezones oscuros bajo la tela, que yo intentaba no mirar, pero cada poco se me iba la vista a sus pechos. El principio de la cita no fue muy alentador, se notaba que había mucha tensión entre los dos, yo estaba más bien frío y apenas hablaba con monosílabos y Sara parecía avergonzada y casi ni se atrevía a hablar, cosa extraña en ella, pues solía ser bastante directa.

Cuando empezamos a cenar, fue Sara la que rompió las hostilidades. Quería sacar cuanto antes todo lo que llevaba dentro y lo primero que hizo fue disculparse.

―¡Lo siento mucho, Pablo! Y siento que estemos así porque no te lo mereces, eres muy buena persona y…
―Ya estamos con lo de buena persona…, a lo mejor debería ser más cabrón…, creo que me iría mejor…
―No digas eso, a mí me gustas así, tal como eres…
―Pues no lo parece.
―Entiendo que estés muy enfadado conmigo y no es para menos, me lo merezco, lo que te he hecho…, ¡es que me da vergüenza!
―No solo es lo que has hecho, casi me jodió más lo que me dijiste, que después de tantos meses no te considerabas mi pareja…, eso ya fue el remate…
―¡Me equivoqué!, no debí haber dicho eso, pero estaba bloqueada, la verdad…, no sabía ni por dónde salir…
―¿Y ahora ya lo sabes?
―Sí, quiero estar contigo, que lo intentemos en serio. Hoy va a ser el primer día, mira, ya tenemos fecha de aniversario, hoy, 28 de febrero, empezamos de cero, pero necesito que me perdones, que me vuelvas a desear como siempre, eso me encanta, y no como ahora…, que me mata que me mires así… con ese desprecio.
―Lo siento, pero es que no me sale otra cosa…
―¿Y qué tengo que hacer para arreglarlo?
―Esto no va así, Sara, lo nuestro creo que ya no tiene arreglo.
―No me digas eso. ―Y estiró la mano para ponerla sobre la mía―. Claro que podemos solucionarlo…
―Es que, aunque pudiéramos hacerlo, ¿quién me dice a mí que no vas a volver a engañarme? ¿Me lo puedes asegurar?… Un día será con Javier, y otro, con alguno de tus amigos…
―Desde mi fiesta de despedida que nos enrollamos por primera vez, no he vuelto a estar con ninguno de ellos…
―¿Y con otros tíos aparte de Javier?
―Sí, pero solo con uno, cuando fui a visitar a mi amiga a San Sebastián, pero bueno, ahí todavía no éramos nada, solo nos habíamos acostado una vez…
―Ah, que cuando fuiste a ver a tu amiga, también te follaste a otro, joder, y me lo dices ahora.
―Tampoco tenía por qué darte explicaciones, fue un rollo y ya está…
―Vamos, que después de hacerlo conmigo, no había pasado ni una semana y otro tío ya tenía su polla dentro de ti…
―No seas vulgar, Pablo, que no te pega nada. Salí con mis amigas y conocimos a unos chicos… y eso es todo, no he vuelto a saber de él, fue un rato de diversión y ya está… Y luego hasta lo de Javier solo he estado contigo.
―Ah, muchas gracias. Te lo agradezco…
―Por favor, dime lo que tengo que hacer para volver a estar como antes.
―Ya no puedo, Sara. Esto ha sido un sinsentido desde el principio y habría que cambiar muchísimas cosas para que lo nuestro funcionara y yo no creo que puedas hacer eso…, ¡lo mejor es que lo dejemos ahora!, cuanto más tiempo pasemos juntos, peor vamos a terminar, y lo sabes tú tan bien como yo, ahora, mira, podemos hablar, quedamos como compañeros de trabajo y ya…
―Ni tan siquiera como amiga…, no podría ni bajar a tomar una caña contigo…
―No, lo prefiero así, y poner distancia, a mí me importas mucho y me jode tomar esta decisión, pero… es lo mejor…, para los dos, dentro de unos meses me lo agradecerás…
―Noooo, joder, Pablo, no me apartes de tu vida, quiero seguir viéndote, quedando con tus amigos, conociendo más a tus hijas…
―No quiero que se encariñen más contigo, me gustas demasiado y, aunque me duela, vamos a terminar aquí y ahora…
―Dame otra oportunidad, ¡la última!, si la vuelvo a cagar, seré yo la que dé un paso a un lado, pero eso no va a pasar, ahora he visto que me importas demasiado y no te quiero perder…, dime lo que tengo que hacer, Pablo…
―Ya no me fio de ti, Sara, no podría estar tranquilo nunca, cada viaje que hagas, cada vez que quedes con tus amigos, cada auditoría externa con Javier…, no podría vivir con esa incertidumbre de si me estarás o no poniendo los cuernos…
―Deja que te lo demuestre.
―¿Y cuánto vas a tardar en volver a caer?, una semana, un mes, dos, tres, un año…, tarde o temprano me vas a volver a hacer lo mismo… y para entonces estaré todavía más pillado contigo…
―Pablo, por favor…, no voy a…
―Los dos sabemos que sucederá de nuevo, y sobre todo con Javier, es mi jefe, mi compañero desde hace muchos años, un auténtico cabronazo que siempre te ha tratado fatal, ¡es que no entiendo lo que te pasa con él!, eso es lo que más me jode, ¡que haya sido con él!, es un puto asqueroso de sesenta años y parece que te somete… ¡y a ti te gusta!, ¡te folla como y cuando le da la gana!
―Eso no es así…
―¿Ah, no?, pues primer viaje que haces con él después de cuatro meses y ya te ha vuelto a follar…
―Dame otra oportunidad, y si quieres, decimos en la empresa que estamos juntos…
―Nooo, ahora no, lo que me faltaba, no podría soportar la cara de Javier mirándome con esa sonrisa burlona de «me he follado a tu novia»…
―Lo haremos a tu manera, como tú quieras, de verdad, Pablo. ―Y estiró la mano para ponerla sobre la mía otra vez.

Toda la cena fue un tira y afloja entre los dos. Yo estaba realmente convencido de que aquello terminara esa noche, pero Sara no cejaba en su empeño y no paró de pedirme una última oportunidad.

Salimos del restaurante sin haber aclarado todavía nuestra situación y Sara me propuso ir a tomar una copa a un sitio tranquilo, yo accedí y terminamos en un bar grande y moderno que había cerca, apenas había gente y me pareció un lugar ideal.

Pedimos un par de copas en la barra y luego nos sentamos en una de las mesas para seguir discutiendo sobre qué hacer. A mí me encantaba que Sara me suplicara que lo intentáramos de nuevo y yo seguí haciéndome de rogar, encantado en mi papel.

―No me puedo creer que hayas traído esta falda, fue la que llevabas en Bilbao la primera vez que Javier y tú…
―Vaya, ni me había dado cuenta…

Otra vez me estaba mintiendo, pues ella lo sabía perfectamente, de hecho, era la que había llevado la semana anterior cuando volvió a caer en las garras de Javier; así que ella era muy consciente de lo que significaba esa falda. Con un elegante cruce de piernas se pegó a mí y me pasó una mano por la espalda.

―Es la más sexy que tengo, solo quería estar guapa para ti…, todavía estamos a tiempo de que la noche termine bien ―susurró poniendo una mano sobre mi muslo por debajo de la mesa.
―No, Sara…, siempre haces lo mismo.

Ella jugaba con la carta ganadora de sus curvas y esos labios perfectos, y yo no me podía resistir a sus encantos. Había sido muy mala idea entrar en aquel oscuro bar con tan poca gente. Sara podía hacerme una paja allí mismo y nadie se daría cuenta. Parecería que solo estábamos hablando el uno pegado al otro.

―Ya te he pedido perdón mil veces…, no sé qué más puedo hacer.
―Creo que esto solo se soluciona con tiempo, vas a tener que ganarte mi confianza otra vez.
―Lo haré… y dentro de un año volveremos a estar aquí, en este mismo sitio…, ¡acuérdate bien de esto que te estoy diciendo!
―Para que funcione tenemos que ser sinceros el uno con el otro, y tú, Sara…, no lo eres. La fidelidad es lo que más valoro en una pareja y nuestra relación va a hacer aguas por todas partes…
―Mira, te voy a ser sincera…, como hoy empezamos de cero, quiero contarte algo que no sabías… y así ya no habrá más secretos entre nosotros…
―¿De qué se trata?
―Cuando estaba en prácticas, bueno…, Javier y yo ―dijo avergonzada―, no solo nos acostamos en Bilbao, nos enrollamos otro día también en una auditoría que hicimos juntos, pero te prometo que solo han sido esas dos veces…, hasta lo del otro día…
―¡Estupendo!, qué buena manera de comenzar una relación…, sabiendo que has follado con Javier más días…
―¡Es para que veas que voy a ser sincera contigo, Pablo!
―¡Es que no lo entiendo!, ¡con Javier!
―Yo tampoco…
―¿Y podrías asegurarme que la próxima vez que salgas con él de auditoría no va a volver a pasar nada entre vosotros?, porque no lo parece…
―Sí, te lo aseguro. No voy a entrar en su habitación ni dejar que él entre en la mía. Se lo dejaré clarito desde el principio, incluso le diré que tengo novio para que…
―Ya se lo dijiste la otra vez y no pareció que eso le detuviera mucho…, yo creo que incluso le incitó más a follarte, sabiendo que le estabas poniendo los cuernos a tu novio… Y solo por curiosidad, ¿cómo fue esta vez la semana pasada?, te invitó a cenar, te emborrachó, ¿cuál es tu excusa?
―No la tengo…, no puedo decir nada porque…
―¿Lo hicisteis en tu habitación? ―pregunté queriendo rebajar a Sara y que al menos se sintiera humillada.
―Sí…
―¿Las dos noches?
―No, solo una…, aunque bueno, la anterior también pasó algo entre nosotros…, aunque yo no quería, de verdad…
―¿Cómo que pasó algo…?
―Sí, fui a su habitación a coger una documentación y Javier me tocó…
―¿A la fuerza?
―No, se puso detrás de mí y pasó las manos hacia delante, me palpó las tetas…, pero yo no hice nada… y me fui…
―¡Qué cabrón!, ¿y después de eso le invitaste a tu habitación a la noche siguiente?, joder, Sara…
―Sí, aquel día no pasó nada más, pero eso me excitó mucho, y yo lo achaqué al trabajo, estábamos muy tensos…, no habíamos tenido un día fácil, en la auditoría había metido la pata y no iba bien y Javier me había echado una buena bronca…
―Y luego tú dejas que te folle para que no se enfade…, muy lógico…
―No, ese día no, pero al día siguiente salió todo mucho mejor y cuando terminamos el trabajo fue como, ¡uf, qué liberación! Después de cenar me invitó a una copa y yo acepté…, y luego una cosa llevó a la otra y al final me propuso ir a mi habitación… a tomar la última… ¡No te enfades, Pablo!, te lo pido por favor ―me pidió pegándose más a mí con la mano peligrosamente cerca de mi paquete.

Enseguida noté sus tetas pegadas a mi hombro y Sara no dejaba de pedirme perdón, dándome besos en la mejilla, pero yo seguía serio, imperturbable, pasando de ella y poniendo cara de odio mientras escuchaba cómo le había invitado a Javier a subir a su habitación; pero Sara sabía muy bien cómo ponerme cachondo utilizando su cuerpo y contándome lo que quería escuchar, susurrando, poniendo voz de guarra, y enseguida hizo que me empalmara.

En cuanto Sara me palpó el paquete, se encontró con que ya la tenía dura.

―Yo no quería follar con él, de verdad que no…, pero dejé que entrara en mi habitación…
―Ya sabías lo que iba a pasar…
―Sí.
―¿Es que no puedes controlarte cuando estás con él?, así es imposible que tú y yo podamos…
―No sé lo que me pasa con Javier, no me atrae nada…
―¿Os tomasteis una copa en la habitación?
―No…, y prefiero no contarte nada más, me da mucha vergüenza ―dijo Sara agachando la cabeza, pero comenzando a jugar con su mano por encima de mi polla. Me la había agarrado sobre el pantalón y la meneaba con suavidad abarcando el contorno de mi falo con su palma―. ¡Ahora quiero que me folles!
―¿Te besaste con él? ―insistí sin hacer caso a lo que me acababa de decir, aunque no pude evitar cerrar los ojos por el placer que me estaba proporcionando el pajote que me hacía.
―Sí.
―Joder, Sara…
―Lo siento, ¿me vas a perdonar?
―No…, dime qué pasó luego…
―Si te lo cuento, ¿no te vas a enfadar?, mmmmm…
―Nooo, aaaaah, nooo…
―Pues me pidió que… se la chupara… ―suspiró en mi oreja.
―Nooo, Saraaaa, noooo…, dime que no lo hiciste, a mí nunca me…
―Lo siento, lo siento mucho…
―Nooooo, joder, nooooo…
―Perdóname. ―Y apretó con más fuerza la mano sobre mi paquete.
―¿Estabas cachonda?
―Sí, mucho, mmmmm, me agarró por el pelo y me insultó, me dijo que era una niñata y eso todavía me gustó más ―gimoteó Sara abriéndome el pantalón.
―No, Sara, aquí no… ―Y la sujeté por el brazo.
―Tranquilo, nadie puede vernos…, deja que te lo compense, por favor…
―Mmmmm, Sara, oooohhhg ―jadeé cuando ella me sacó la polla en medio del bar y comenzó a sacudírmela por debajo de la mesa.
―¿Quieres que siga?, me da mucha vergüenza contarte esto…
―Pues te aguantas, ¡no haberlo hecho!, ahora te jodes…, quiero que me cuentes lo puta que fuiste con Javier…
―Mmmmm, Pablo, vamos al baño y me la metes…
―Nooo, sigue, cuéntame cómo te folló Javier…
―En la cama, ¡lo hicimos en la cama!, me puse a cuatro patas y me lo hizo desde atrás, ¿contento?
―No, si encima voy a tener yo la culpa…
―Te he dicho que no quiero seguir con esto y tú…, no sé, parece que te encanta…, ¡mira qué dura la tienes!, ¿es que no me vas a follar?, yo creo que prefieres correrte mientras escuchas cómo me acostaba con Javier…
―No, solo quiero saber la verdad, quiero que por una vez seas sincera conmigo…
―¿Qué más quieres que te diga?, que me encanta, ¡sííí, me encanta cómo me folla!, ¿eso quieres saber?, me tira del pelo, me azota, me insulta y yo pierdo los papeles e incluso le dejo que me la meta sin condón…
―Jo-der, noooo, Sara…
―Sí, lo hicimos a pelo…, aaaaah, eso incluso me da más morbo, me estoy poniendo cachondísima solo de recordarlo y…, mmmmmm, hasta se me corrió dentro ―afirmó incrementando la velocidad de su paja―, y no era la primera vez, en Pamplona ya me lo había hecho también…, aquel día me usó para vaciarse, me pidió que fuera a su habitación a recoger unos papeles y terminó follándome…, y luego me echó como si nada…
―¡Qué hijo de puta! ¿Y tú no te corriste?
―No, pero… ¿sabes que eso todavía me puso más?, que me utilizara así, de esa manera, mmmmm, imagínatelo, luego me tocó ir a mi habitación con su semen dentro, me escurría por las piernas…
―Nooooo… ¿Y el otro día te corriste con él?
―Noooo, bueno, nooo, al principio, cuando terminó me masturbé, me dio igual que él estuviera delante y entonces sí, ahí llegué al…
―Joder, Sara, a mí nunca me has permitido que te la meta así, sin protección, y con Javier… hasta le dejas que se corra dentro…
―¿Quieres follarme como él?, ¿eso te pone?, ahora estoy, ufff, vamos al baño y me la metes, ¡mira cómo me tienes! ―dijo soltándome la polla, descruzando las piernas y apartándose el tanguita con disimulo para mostrarme el coño.

La falda era tan corta que no había tenido ni que subírsela. Y allí tenía a Sara, con el tanguita entre los dedos, enseñándome su depilado pubis.

―¿Quieres tocarme?… ―Y yo bajé la mano y le acaricié el coño muy despacio, haciéndola gemir―, aaaaah, aaaaaah, si quisieras, me podrías hacer correr aquí mismo de lo cachonda que estoy…

Tenía razón en que estaba demasiado húmeda y Sara se inclinó sobre mí y volvió a agarrarme la polla, quizás era el momento de cortarnos, ya estábamos empezando a llamar mucho la atención, pero ella tenía bien claro lo que quería y cómo conseguirlo.

―Tú y Javier sois muy distintos y por eso hago con él cosas distintas…, si te pone, puedes hacerlo tú también, pero yo prefiero que me folles con condón, ¿no te da morbo eso?, venga, guárdatela en los pantalones y vamos al baño… ―me pidió poniéndose de pie y bajándose la falda.

Yo tardé unos segundos en reaccionar y después hice lo que me pidió y salí detrás de Sara en dirección a los servicios. Cuando llegué allí, ella ya los había inspeccionado y el de las chicas estaba vacío; así que tiró de mi brazo y pasamos a uno de los cuatro reservados que había dentro.

Sara se apoyó en la pared y me miró con cara de viciosa, tenía la respiración acelerada y se subió el fino jersey de cuello alto para mostrarme sus jodidas tetazas. Yo estaba muy nervioso, pues no era algo que me gustara mucho estar en el baño de las chicas manteniendo relaciones sexuales.

Nos podíamos buscar un buen lío si nos pillaban.

Y ella pareció leer mi mente.

―¿Es que nunca has follado en los baños de un bar? ¡A mí me parece la hostia! ―murmuró Sara estirando el brazo para que me acercara.

Me tiré a su boca y comenzamos a morrearnos mientras ella desabrochaba impaciente mi pantalón para volver a empuñarme la polla.

―Mmmmm, ¡qué empalmada llevas!, mmmmm, ven aquí, ¡cómeme las tetas!

Apenas tuve que agacharme para meterme sus pechos en la boca y Sara me agarró por el pelo y me aplastó contra su cuerpo. Me volvía loco devorar sus calientes tetazas, cuyos pezones comenzaron a endurecerse entre mis dientes.

―¡Aaaaaah, no puedo más…, deja eso! ―me pidió una impaciente Sara apenas veinte segundos después apoyándose contra la pared y subiéndose la falda para mostrarme su coñito desnudo.

Rebuscó algo en el bolso y con velocidad sacó un preservativo y lo puso delante de mis narices. La muy puta todavía quería jugar un poquito más conmigo.

―Tú decides si te lo quieres poner…
―¿Qué quieres que haga? ―pregunté mirándola fijamente a los ojos.
―Ya te lo he dicho antes…

Entonces Sara se puso de cuclillas delante de mí y me empuñó la polla con la mano. Por un momento pensé que me la iba a comer en aquel servicio, pero ella la apartó a un lado y me besó el torso de manera sensual. Luego me pasó la lengua por el ombligo e hizo círculos sobre él antes de besuquear mi vello púbico.

Yo miré hacia abajo y ella, con sus ojos clavados en mí, me acarició con su lengua, lamiendo la zona que va desde mi polla hasta el estómago. Después se puso de pie buscando mi boca para darme un morreo y me gimoteó al oído mientras me la cogía con la mano para pegarme un par de sacudidas.

―No te la voy a chupar…
―Sara, mmmmmm…
―Venga, ponte el condón y fóllame…, ¡hoy me pondría muy cachonda si lo utilizaras!
―¡Joder!, ¡qué zorra eres! ―protesté rasgándolo con los dientes.

Y cuando Sara se dio cuenta de que me estaba enfundando la polla con el látex, sonrió, volvió a girarse contra la pared y sacó el culo hacia fuera. Otra vez había vuelto a jugar conmigo y se había salido con la suya. Y yo como un imbécil se la metí en cuanto estuve preparado, haciéndola gritar de placer.

―Mmmmmm, mmmmmm, ¡vamos, dame duro!
―¿Quieres que te folle, niñata?
―Nooooo, no digas eso, no quiero que me recuerde a Javier, dime lo que quieras, insúltame si eso te pone, pero no me llames niñata. Ya te lo dije antes, ¡me gusta que hagáis cosas diferentes! ―Y se abrió de piernas inclinándose hacia delante.

Agarré su cintura y la embestí con fuerza. Las botas altas me ponían muy cerdo, la camiseta a medio subir y el tanguita apartado a un lado hacía que Sara tuviera unas pintas de golfa que tiraba para atrás.

Y eso todavía me encendía más.

La muy cabrona gemía a cada sacudida y me hubiera gustado follármela como un salvaje, pero la situación me había desbordado por completo y poco después ella comenzó a moverse de manera sensual, como una serpiente, acompasando mis embestidas.

―¡Estate quieta, mmmmm, no hagas eso, quiero durar más! ―le supliqué.

Pero no me hizo caso, al contrario, todavía se meneó de manera más sucia, lanzando su cuerpo contra mí y giró el cuello para que viera cómo se mordía los labios. Por mis jadeos ella ya sabía que estaba a punto de eyacular y me pidió que se la sacara.

―¡Aaaaah, aaaaah!, ¡no te corras dentro!, ¡échamelo por el culo!, mmmmmm, ¡córrete encima de mí!

Otra embestida clavándosela hasta los huevos y la saqué deprisa para que me diera tiempo a quitarme el condón. Me pude deshacer de él en el preciso instante en el que el primer chorro salía disparado contra el glúteo de Sara y lo atravesaba hasta su espalda. Ella dio un respingo como si le quemara y me animó a que siguiera empapando su cuerpo.

―¡Sí, eso es, mmmmmm, córrete, córrete! ―Y me pareció ver cómo se metía los dedos entre las piernas y se masturbaba mientras eyaculaba sobre ella.

Siete u ocho lefazos que la cruzaban en distintas trayectorias dejaron el culazo de Sara totalmente cubierto de semen, y enseguida ella también se corrió de manera muy intensa con un gemido grave y con su cuerpo temblando descontrolado.

Ese polvo había sido corto, pero muy intenso. Eso era lo que me esperaba con Sara en los próximos días, semanas o meses hasta que nuestra relación se terminara, follar como animales.

Aquello ya había nacido muerto, como se suele decir, y recordando las palabras de mi amigo Daniel, era lo único que me llevaría por delante hasta que eso sucediera, unos cuantos polvazos con un pibón como Sara que yo no iba a desaprovechar.

Sí, otra vez había vuelto a caer en su juego y, aunque sabía a la perfección lo encoñado que estaba con Sara, al menos era muy consciente de la situación.

Me había desencantado y ya era imposible que me volviera a ilusionar. Algo se había roto en mí y solo tenía que esperar a que todo aquello saltara por los aires definitivamente. Había vuelto a caer en la tentación, pero esta vez sí… sabía que lo mío con Sara ya no iba a ninguna parte.
 
Ha vuelto a caer claro, pero porque es muy difícil resistirse a Sara, y encima con la ropita que se ha puesto. Pero por lo menos ahora, Pablo sabe que esa relación tiene fecha de caducidad, y mientras tanto se aprovechará. Ahora ya no es su novia, ahora es su follamiga. Además, en el fondo, le pone un montón que lo haga con Javier y que le deje hacer cosas que a él no le deja. Cornudo de manual.
 
A ver si esta vez es verdad que la tiene como follamiga y ya está. Es lo mejor para el.
 
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