La tentación de Sara

Bueno, lo de follar con protección y sin mamada es obvio que le encanta a él, incluso más que a Sara, sino no se explica tanta estupidez.

Incluso cuando Javier se la folle por el culo, él seguirá igual.

Y bueno, al menos mantendrá la pija activa con un mujerón, cada dos semanas
 
Bueno, eso de que folle sin protección con todos menos contigo tiene sus ventajas, será el único que no se pille una ETS , puede que Sara lo haga por eso, por qué le aprecia y no quiere que se pille nada que no es suyo :ROFLMAO:
 
Sara ha captado la vocación de cornudo, ve que se excita con el relato humillante de los cuernos y para él va a resultar una dinámica irresistible y adictiva.
Se hace el indignado pero todos sabemos que le encanta ser el pelele de su Diosa.
 
Última edición:
Ha vuelto a caer claro, pero porque es muy difícil resistirse a Sara, y encima con la ropita que se ha puesto. Pero por lo menos ahora, Pablo sabe que esa relación tiene fecha de caducidad, y mientras tanto se aprovechará. Ahora ya no es su novia, ahora es su follamiga. Además, en el fondo, le pone un montón que lo haga con Javier y que le deje hacer cosas que a él no le deja. Cornudo de manual.
Sin comentarios que igual hago spoiler.
Solo decirte que sigues siendo mi escritor favorito.


A ver qué día coincidimos y hablamos un rato que tengo ganas de comentarte algunas cosas.
Un abrazo amigo
 
Capítulo 30



El cambio de Sara fue radical.

Acostumbrada a salirse siempre con la suya, parecía dispuesta a volver a seducirme y, desde el día siguiente, se puso manos a la obra. En el trabajo me hacía carantoñas cuando no había nadie, pero sin preocuparse de que pudieran vernos, como si le diera igual que nos pillaran.

El siguiente finde nos vino a buscar a casa a las niñas y a mí y nos llevó al cine y pasamos la tarde en el centro comercial. Me llamaba por teléfono cada poco y venía por mi piso casi a diario para follar conmigo. Me hizo salir de fiesta con sus amigos y nos presentamos delante de ellos agarrados de la mano; así Sara oficializó nuestra relación. No me gustó nada la mirada que me echó Álvaro, pero yo no le di importancia, y a partir de ese día me fueron integrando más en el grupo.

Sara me decía que no iba a parar hasta que la volviera a mirar como unas semanas atrás. Estaba claro que ella notaba ese desprecio que me brotaba del estómago, era un sentimiento que no podía evitar y que me dolía cada vez que recordaba su traición con Javier. Y a pesar de ello me seguía dejando arrastrar por Sara, preso de una atracción sexual irresistible.

Eso era lo único que me mantenía unido a ella. Lo cachondo que me ponía y las permanentes ganas de follármela cada segundo.

Sabía que ese deseo no iba a desaparecer nunca, ni aunque pasaran mil años. Todo me envolvía en un conjunto más que perfecto; sus labios, su pelo, su cara, esos pechos duros y grandes, su culo redondo y carnoso, sus largas piernas, su voz, su manera de gemir, de follar.

Si se lo propusiera, Sara seduciría a cualquiera en menos de diez minutos y ninguno podría resistirse a sus encantos. Y yo era un simple mortal que ya los había probado y entrado en un laberinto de lujuria del que no sabía salir.

Ni tampoco quería.

Un mes más tarde todo seguía igual con Sara, pero no respecto a Daniel e Isa. Uno de los pocos días en que Sara me dio una tregua y me dejó la tarde libre para hacer un poco de deporte con mi colega, noté que estaba triste y al regresar a casa me dio la mala noticia.

―Isabel y yo lo hemos dejado…
―Anda, ¿y eso?
―Bueno, ya no estábamos muy bien últimamente y para estar así, era mejor que no siguiéramos.
―Pero si yo os veía de maravilla.
―Son cosas que pasan, tranquilo, estoy bien, ahora que vuelvo a estar en el mercado no me van a faltar tías para follar cuando me dé la gana…
―Eso lo vas a tener siempre, pero, no sé, encontrar a una mujer como Isabel…
―Teníamos planes distintos y es mejor así, no le des más vueltas…
―Me hubiera gustado despedirme de ella, me caía de puta madre.
―Sí, lo sé…, y era mutuo, eh…, ella te apreciaba mucho también…
―Anda, que ya te vale, te vas a arrepentir de perderla.
―Ja, ja, ja, no creo, ya te lo diré cuando este sábado me esté empotrando a una a cuatro patas…

No puedo decir que me sorprendiera la ruptura de Daniel e Isa. Mi colega ya hacía tiempo que le ponía los cuernos con la primera que se le cruzaba y supongo que todo tiene un límite; además, Isabel habría terminado hasta las narices de lo infantil que era mi amigo y sus pocas o nulas ganas de compromiso que tenía.

Fue un mes de muchas novedades, pues por esa época Sara también quería independizarse y una tarde la acompañé a un piso que estaba en alquiler. Nos recibió una chica bien guapa, sobre veinticinco años, 1,65, morena, delgada y media melena. Primero nos enseñó la casa, que era grande y antigua, pero reformada y decorada con muy buen gusto. En cuanto la vi, me supuse que no iba a ser nada barato el precio.

Luego le hizo una pequeña entrevista a Sara, y por lo que pude deducir, la chica era influencer y quería compartir piso con otra mujer. Debía haber puesto el anuncio en sus redes sociales y había filtrado las múltiples solicitudes que estaba recibiendo; por lo que ya era un avance que hubiera aceptado conocer a Sara.

Le dijo las condiciones, 1300 euros entre las dos más gastos y Sara estuvo de acuerdo con el precio. Cuando regresábamos a casa en el coche, Sara me preguntó qué me había parecido el piso.

―Es espectacular y, además, por lo que nos ha dicho, vas a estar mucho tiempo sola, porque se debe pasar la mayor parte del tiempo viajando…
―Sí, eso ya lo sabía, la sigo por el ********* y el TikTok. ¿No sabes quién es?
―Pues ni idea, yo no tengo esas cosas…
―Es Jessica de la Riba, tiene casi 400 000 seguidores y su cuenta es una de las referentes en la moda española…
―Ah.
―Puso el anuncio del piso en el Insta, antes vivía con otra influencer, pero no han debido terminar muy bien; así que yo creo que busca a alguien que no sea del mundillo. A mí me cae bien, aunque no la conozco personalmente.
―Yo creo que el sitio es perfecto y no pilla muy lejos de la auditoría, casi podrías ir andando…
―Sí, me ha encantado.

Al día siguiente Jessica se puso en contacto con Sara y le propuso mudarse en cuanto quisiera; así que esa misma tarde la ayudé con sus maletas y objetos personales y a finales de semana ya estaba viviendo allí.

El que sí conocía a la tal Jessica de la Riba era Daniel, que no se creyó que Sara fuera a compartir piso con la influencer.

―¿Estás seguro de que es esta? ―me preguntó enseñándome unas cuantas fotos de la chica en biquini.
―Sí, esa es, la conocí el otro día…
―Joder, es una de mis favoritas… Pues te informo que me he hecho unas cuantas pajas con la nueva compañera de tu novia…
―Serás guarro.
―Oye, ¿y no podrías presentármela?
―Ja, ja, ja, ¿pero dónde vas a ir tú con esa chica?, si le sacas veinte años…
―Como tú a Sara…
―Además, creo que tiene novio.
―No me extraña, porque está muy buena…

El fin de semana ayudé a Sara con la limpieza del piso, se había quedado sola, pues la otra chica se había ido diez días de viaje a Dubái, y por la noche estrenamos la cama. Ese polvo, como si fuera en un piso de estudiantes, me transportó a la época universitaria y reconozco que me dio mucho morbo follar con Sara en su nueva habitación.

El siguiente finde era el cumpleaños de Sara y le tuve que pedir a mi ex que se quedara con las niñas para poder ir a la fiesta que habían montado en el chalet de Álvaro. Al parecer también era su cumple y solo se llevaban dos días de diferencia; por lo que todos los años lo celebraban juntos.

Pasé a recoger a Sara por casa de sus padres, y me hizo subir para presentármelos. Aquel día tan especial los conocí y estuvimos unos minutos charlando. Me causaron muy buena impresión y creo que yo a ellos también, aunque me sentí extraño y me dio un poco de vergüenza, más que nada por la diferencia de edad con su hija y porque entre nosotros apenas la había. Y ya pude comprobar de quién había heredado Sara su belleza, pues la madre, una cordobesa de 53 tacos, era toda una MILF.

¡Qué mujer!

Morena, pelo largo, pechos generosos, caderas anchas y unos labios sensuales igualitos a los de su hija.

Salí hipnotizado con la belleza de su madre y cuando nos despedimos, fuimos en mi coche hasta la urbanización en la que se encontraba el casoplón de su amigo. ¡Menuda fiesta había montado el cabronazo!

Debía haber por los menos cien invitados y llegamos de la mano al jardín. Sara se llevó una gran ovación de los allí presentes; estaba espectacular con un vestido negro, escotazo, falda muy corta y botines negros tobilleros con cremallera a los lados.

Notaba cómo todos me tenían envidia, esas curvas imposibles, acompañadas de su mirada de ángel, hacían que Sara fuera el puto centro de atención. Era imposible pasar a su lado y no girarse para contemplar ese culazo en movimiento o deleitarse con el bamboleo de sus pechos bajo la tela.

No faltó de nada, música, bebida, juegos, y al caer la noche la piscina iluminada era toda una invitación a meterse aunque hiciera fresquito, recién entrada la primavera. Yo no probé ni una gota de alcohol porque tenía que llevar el coche a la vuelta, pero la mayoría de los invitados ya empezaban a ir un poco pasados y, sobre las diez de la noche, varios de sus amigos sacaron una gran tarta gigante mientras cantaban el cumpleaños feliz.

Después vinieron los regalos y, sabiendo de la afición a la lectura de Sara, le regalé el Kindle Oasis, que le hizo mucha ilusión, pues su viejo e-book ya estaba en las últimas y, además, ni tan siquiera tenía iluminación en la pantalla para poder leer sin luz en la cama.

Todo parecía ir perfecto, hasta que pusieron música y sonó la canción de «Cryin̕», de Aerosmith.

―¡Nooooo! ―gritó Sara―, ¡seréis cabrones!

Y se pusieron a cantar todos mientras Álvaro se acercaba a mi chica y comenzaban a bailar juntos. Esa canción parecía especial para los dos y yo me quedé como un tonto viéndolos sin entender lo que estaba pasando mientras aguantaba, a duras penas, la traviesa mirada de sus amigos.

Álvaro se puso detrás de Sara, que se movió sensualmente sin llegar a rozarle mientras él se inclinaba sobre su espalda y usaba a Sara a modo de guitarra para simular el solo final de la canción. Aguanté estoicamente con una sonrisa forzada, que se borró de mi cara cuando uno de los chicos que iba más borracho soltó en alto.

―¡Esta noche se la vuelve a follar seguro!… ―Lo que provocó las risas de los que lo escucharon.

Luego sonó el «Cumpleaños feliz» de Parchís y se abrazaron en grupo saltando y bailando como si no hubiera un mañana. Entonces sentí una mano en el hombro y al girarme vi que era Lucía, que en ese momento parecía la única que entendía lo que estaba sucediendo.

―¿Te tomas una copa conmigo?
―No debería beber, he traído el coche, pero bueno, por una…

Pasamos a la cocina y nos servimos una copa. Apenas debieron ser unos cinco minutos, pero cuando regresamos al jardín, no había ni rastro de Sara. Ni de Álvaro.

No quise parecer un novio celoso, así que intenté no darle importancia y escuchando música española de los años ochenta comencé a hablar con Lucía. La gente entraba y salía de la casa, algunos hasta se habían sentado al borde de la piscina, otros habían formado un corrillo y un chico tocaba una guitarra acústica y cantaba canciones de Taburete, pero seguía sin ubicar a mi novia.

―No le des importancia a lo de Álvaro…, tienes que ser muy importante para que Sara ya te haya hecho su novio «oficial».
―Gracias…
―Todos los años hacen lo mismo, esa canción de Aerosmith era la suya de novios… y estos cabrones siempre se la ponen cuando celebramos sus cumpleaños.
―Entiendo.
―Me alegra que te vaya bien con Sara, eres buen tío y parece que sabes llevarla bien.
―Sí, aunque a veces no me lo pone nada fácil…
―Supongo… Sara tiene mucho carácter y, además, es la consentida de todos, como habrás podido comprobar…, no se hace nada en el grupo sin que ella lo apruebe…

Justo se acercó uno de sus amigos y nos abrazó a los dos por detrás.

―Oye, ¿habéis visto a Álvaro?, le hemos preparado una sorpresa, pero no sabemos dónde está…
―Ni idea ―dijo Lucía―, puede que esté dentro de casa…
―Vale… ―Y nos dejó solos otra vez.
―También ha desaparecido Sara… ―le comenté a ella, que me miró adivinando mis pensamientos.
―Estarán hablando en cualquier sitio, no creo que tarden mucho en aparecer, ya lo verás…

Posiblemente tuviera razón, o lo mismo estaban en una de las habitaciones de arriba follando mientras yo me tomaba una copa con ella en el jardín. No me gustaba esa sensación de ser el panoli de la fiesta, notaba que la gente me miraba y no sé si eran cosas mías, pero parecía que luego se reían, como si yo fuera el último en enterarme de algo.

Cinco minutos después, aparecieron en el jardín, ninguno de los dos traía buena cara y los amigos de Álvaro le abordaron y Sara vino en mi dirección cuando me vio con Lucía.

―¿Todo bien? ―le pregunté.
―Bueno, chicos, yo os dejo. ―Lucía se retiró con discreción y me dejó a solas con Sara.
―Te he visto con Álvaro.
―Sí, hemos estado hablando…, pero no es lo que tú te piensas…
―Parecíais enfadados.
―No quiero hablar de eso ahora, luego te cuento...
―Como quieras ―dije en un tono seco.
―Quiero que confíes en mí, ¿vale? ―me pidió Sara mirándome a la cara y dándome un tierno beso en los labios.
―Lo intento, pero no me lo pones fácil.
―He subido con él a su habitación, me lo ha pedido por favor, quería comentarme algo importante.
―Ah, que has subido a su habitación…
―Sí, pero no ha pasado nada.
―Pues no lo parece, estás rara, joder, Sara, ya vuelves a tener otra vez esa cara de… «he metido la pata».
―¡Que no he hecho nada!, necesito que me creas, te estoy demostrando que voy en serio, ¿no?… Te he presentado a mis padres, estoy implicada con tus hijas…, y tú sigues igual.
―Ah, que yo sigo igual, perdona porque en un mes no me haya olvidado de que me pusiste los cuernos con Javier…
―Joder, Pablo, ¿en la fiesta de mi cumple me sales con esta mierda?, siempre estás con lo mismo, parece que estás deseando que me vuelva a equivocar. ¿Tú quieres que lo nuestro funcione? ¿Sí o no? ―me preguntó agarrándome la cara con las dos manos.
―Sí.
―Pues tendrás que confiar en mí…

De repente aparecieron sus amigos en bañador, llevaban a Álvaro en volandas y lo lanzaron a la piscina mientras el resto de los invitados aplaudía su travesura.

―Vámonos ―soltó Sara de repente.
―¿Ahora?, ¿tan pronto?
―Sí, ya me «habéis» jodido la fiesta… ―dijo en plural cogiendo el bolso, los regalos que estaban en el jardín y enfilando hacia la puerta.
―¿No nos vamos a despedir?

Pero Sara ni tan siquiera me contestó y salimos de la casa hasta llegar al parking. Ella se montó en el coche sin hablarme, se notaba que estaba enfadada y yo no sabía ni qué decir.

―Llévame a casa.
―Sara, no quiero que nos vayamos así…

Ella se giró hacia la ventana, levantó una pierna y apoyó el pie en el asiento. Desde mi lado me quedé contemplando su muslo desnudo y le acaricié la cara interna de este.

―Discúlpame, no me gusta que discutamos…

Me retiró la mano y siguió sin hablarme, mirando por la ventanilla. Debía llevar un buen cabreo para abandonar su propia fiesta de cumpleaños. En cuanto cogimos la carretera, al salir de la urbanización de lujo en la que tenía el chalet su amigo, atravesamos un polígono industrial y Sara me pidió que entráramos y que buscara un sitio.

―Para aquí… ―me pidió.
―Sara, esto está muy apartado…, no me gusta…
―Mejor, así no nos molesta nadie ―dijo quitándose el cinto.

Yo no entendía nada. No habían pasado ni diez minutos desde que habíamos salido de la fiesta. Sara seguía muy enfadada conmigo y de repente me mandaba parar en una oscura calle en la que no había ningún coche y por la que tampoco tenía pinta de pasar ni Dios.

―Siento lo que te he dicho, pero no me ha gustado verte bailando con Álvaro, ¡me ha entrado un puto ataque de celos!, lo siento… ―intenté excusarme antes de saber las intenciones de Sara―, pero tienes que entenderme, todavía ha pasado muy poco tiempo desde lo de…
―Sí, lo de Javier…, lo sé…
―Tus amigos se estaban riendo y me miraban raro, burlándose, incluso uno ha soltado detrás de mí que seguro que esta noche te volvía a follar, ¡imagínate cómo me ha sentado eso!
―¡Siento que lo hayas tenido que escuchar! El que lo ha dicho es un imbécil.
―Y luego Álvaro y tú habéis desaparecido, y parecía que todos sabían dónde estabais…, menos yo. Dime qué ha pasado, no parecíais muy contentos…, ninguno de los dos, cuando habéis regresado al jardín, algo ha sucedido entre vosotros…
―Álvaro me pidió subir a su habitación, quería hablar conmigo y yo pensé que, bueno…, que quería darme un regalo en privado…
―¡Sara!, ¿y has ido con él?
―Sí.
―Claro, y muchos os habrán visto subir juntos por la escalera y se habrán imaginado lo más lógico, que ibais a follar. ¿Es que no piensas que haciendo esas cosas me dejas en evidencia?, joder, ¡por eso me miraban todos y se reían en mi puta cara!
―Lo siento, Pablo, de verdad, yo no quería que…, pero tienes razón, no debía haber subido a su cuarto; además ―dijo bajando la voz―, no quería darme ningún regalo…
―Ni tampoco hablar. Es que pareces nueva. ¿Para qué va a querer que vayas a su habitación?
―¡Pero no ha pasado nada, tienes que creerme!, apenas han sido cinco minutos y tú mismo lo has dicho, hemos bajado cabreados.
―¿Por?, porque algo ha tenido que pasar arriba…
―Yo no he hecho nada ―confesó Sara inclinándose sobre mí intentando besarme en el cuello.
―¿Para eso me has traído aquí?, ¿para follarme mientras me cuentas cómo te lo has montado con Álvaro? Siempre haces lo mismo, ¡estoy hasta los cojones de tus jueguecitos!, y claro, como soy gilipollas…
―Yo creo que es más bien al revés…
―¿Cómo dices?
―Sí, pues eso, que parece que estás deseando que la joda otra vez para contarte cómo me ha follado otro, eso es lo que te pone cachondo, ¿verdad?, mira cómo tienes la polla ya, y los dos sabemos por qué estás así ―susurró pajeándome por encima del pantalón antes de desabrocharme la cremallera―; pero creo que hoy te vas a llevar una decepción… ¡porque no ha pasado nada!
―¿Tengo que creerme que has subido a su habitación y no ha pasado nada?
―¡Eres un idiota! ―dijo sacándome la polla y luego tiró de los tirantes de su vestido para mostrarme sus imponentes pechos, que aparecieron de manera obscena.
―Dime por qué os habéis enfadado…

Sara se subió el vestido, pasó una pierna sobre mi cuerpo y se sentó encima de mí. Eché un poco el asiento hacia atrás y ella se inclinó sobre su bolso, sacó un condón y volvió a su posición. Con las tetazas fuera comenzó a abrirlo con mucha calma, tenía la respiración acelerada y los cristales del coche se empezaron a empañar.

―¿Vas a follarme aquí? ―pregunté cuando lo tuvo en la mano.
―¿Tú qué crees? ―contestó dejando espacio para poder ponerme el preservativo, desenroscándolo con las dos manos por todo mi falo.

Luego se sentó encima, aplastándome la polla con su cuerpo y comenzando a restregarse adelante y atrás, como si ya estuviéramos follando, y golpeándome a la vez con sus pechos en la cara en un lento vaivén.

―Dime qué ha pasado en la habitación…, mmmm ―insistí.
―Pensé que tenía claro lo que había entre nosotros, pero hoy se ha equivocado…
―¿Álvaro?
―Sí…
―¿Por qué dices eso?
―Se le ha ido la pinza, debía haber bebido o algo así y bueno…
―Me estás poniendo nervioso, Sara, ¿qué ha hecho?, ha intentado enrollarse contigo, ¿verdad?
―Sí, mmmmm, ya estoy muy caliente ―ronroneó Sara.
―¡Lo sabía!, ¡menudo cabrón!, y encima sabiendo que yo estaba allí…
―Pero no ha pasada nada…
―¿Y por qué os habéis enfadado?
―Por lo que me ha dicho… ―Y se sujetó un pecho y me lo metió en la boca.

Jugué unos segundos con su pezón y después Sara me puso la otra teta entre los labios. Me hizo comérselo treinta segundos más y luego se movió de lado a lado, golpeándome con la cara interna de sus calientes tetazas. Aunque apenas podía hablar, pude zafarme sacando la cabecita y antes de volver a meter la cara allí le pregunté:

―¿Qué te ha dicho?
―Mmmmm, se ha acercado a mí y me ha pedido que volvamos juntos…
―¡Uf, Sara!, ¿no decías que no había nada entre vosotros?
―Y no lo hay, no sé por qué me ha tenido que soltar eso… ―Se levantó un poco cogiéndome la polla entre los dedos y estirando el condón.

Tuvo que apartarse el tanguita con la otra mano y en cuanto la tuvo a la entrada, se dejó caer y la penetré. Ella apoyó los glúteos en mis huevos y se quedó quieta.

―Ummm, ¡qué rico!, estoy tan cachonda…

Yo dejé las manos sobre su culo, intentando acostumbrarme a la caliente y húmeda sensación de estar dentro de ella, y Sara movió lentamente su trasero en círculos, ronroneando con mi polla incrustada hasta el fondo de su coño.

―Dime qué más ha pasado con ese cabrón, porque seguro que han pasado más cosas…
―Me ha dicho que no puede estar sin mí y que le jode mucho verme contigo, pero eso no es problema mío…
―Está pillado por ti.
―Pensé que no… y puedo asegurarte que yo no siento lo mismo por él, si no, no estaríamos ahora aquí.
―Mmmmm, Sara, me vuelves loco cuando te mueves así, tan despacio…
―Lo sé… ¿Notas lo caliente que estoy?
―Sí, claro…
―Y bueno, después de decirme eso, se ha acercado a mí y me ha confesado que me echaba de menos y que llevábamos demasiado tiempo sin follar…
―Joder, ¿hace cuánto que no follas con él?, aaaah, aaaah…
―Más de un año, desde que estaba con Abel…
―¿Le pusiste los cuernos a Abel con Álvaro?
―Sí, pero solo fue una venganza, porque él también me los había puesto con una modelo brasileña…
―¿Y qué le has contestado cuando te ha recordado que llevabais mucho sin follar?
―Que lo nuestro se había acabado, que ahora estaba contigo y que tenía que aceptarlo…
―Mmmmm, Sara, ¿en serio le has dicho eso?
―Sí, aaaaah, aaaaah, voy a necesitar subir un poco la velocidad… y que aguantes…
―Espera, espera…

El coche ya estaba completamente empañado y Sara seguía sobre mí, con las tetas fuera y meciendo su culo en círculos mientras mis manos no dejaban de tocar su culazo. Si incrementaba el ritmo, me iba a hacer correr en unos pocos segundos y yo estaba muy contento con lo que me estaba contando, y quería disfrutar ese momento un poquito más.

―Espera, antes has dicho que se acercó a ti, ¿es que ha intentado enrollarse contigo?
―Sí…
―Y le has rechazado claro.
―Sí, le he apartado la cara cuando ha querido besarme, le he pedido que me dejara…, me había puesto la mano en la cintura.
―¿No te habrá forzado, no?, si no, lo mato a ese hijo de puta…
―Noooo…, aunque luego ha insistido…
―Joder, Sara, deberías haberte ido…
―Y eso es lo que quería hacer, pero él no me dejaba…, me recordó la última vez que estuvimos juntos, aaaah…, justo en esa misma habitación…, aaaaah, ¡me dijo que había sido una puta pasada!
―¿Te tenía agarrada?
―No, solo estaba pegado a mí…
―¿Y por qué no te fuiste?
―No podía dejarlo así…, quería dejarle claro que lo nuestro ya es imposible…
―¿Y qué pasó luego?
―Quiso besarme otra vez y me preguntó si me acordaba de ese último polvo que habíamos echado…
―¿Y qué le dijiste?
―Le contesté que sí que me acordaba, claro, pero que solo había sido sexo, que no sentía nada por él… y, bueno, puso sus labios sobre los míos y, aaaah…, yo me aparté al momento…
―Joder, Sara…
―E insistió en que deseaba follarme, que necesitaba volver a recordar esa sensación de estar dentro de mí…
―Me cuesta imaginarme la escena, ese tío pegado a ti, con la mano en tu cintura y queriendo comerte la boca, y tú allí, junto a él…, negándosela…
―No ha pasado nada, ni tan siquiera me ha tocado, y yo le he dejado las cosas claras…
―¿Y por qué os habéis enfadado?
―Al final hemos discutido…, se ha puesto muy pesado y cuando ha querido besarme de nuevo, me he apartado de él de manera un poco brusca… y le he dicho que no íbamos a volver a salir juntos. Jamás.
―Y no se lo ha tomado bien…
―Me ha dicho que si prefería estar contigo antes que con él y cosas de ese estilo y ya he pasado de escucharlo… Y es cuando hemos bajado.
―No sé ni qué decir…
―Lo mío con Álvaro ya es historia ―dijo cogiéndome la cara con las dos manos―. No tienes que preocuparte por él, ya hace muchos años que no me interesa de esa manera, eso tenlo bien claro… Y a partir de hoy ya sabe que no tiene ninguna posibilidad.
―Uf, Sara, me alegro de escuchar esas palabras; por una parte, me ha jodido que fueras con él a su habitación, pero por otra…
―Quiero que lo nuestro funcione…, y que ahora me folles bien…, me tienes muy cachonda… ―Se levantó un poco y luego dejó caer el culo de nuevo sobre mis piernas.
―Mmmmmm, joder, mmmmmm…, me encanta que le hayas parado los pies a Álvaro…, supongo que no ha debido de ser nada fácil para ti…
―¿Por qué no dejas de hablar de él?, ¿es que te la pone dura?
―Me gusta que estés tan excitada… Sé sincera, cuándo estabas con él en la habitación, ¿estabas igual de caliente?
―No, idiota…, bueno, puede que un poco, pero solo fue porque me recordó lo que pasó…
―Diossss, mmmm, ¿tan bueno fue el sexo con Álvaro ese día?
―Sí, aaaah, estuvo muy bien… Y ahora fóllame ―me pidió subiendo y bajando sobre mi polla en un movimiento exasperantemente lento―, ¿o quieres saber lo que hicimos?
―Sí, aaaaah, aaaaaah, cuéntamelo, joder, cuéntamelo, mmmmmm…
―Pero, si hago eso, te vas a correr…
―Mmmm, sí, lo sé, por favor, Sara…
―Aquel día estuvimos toda la tarde juntos…
―¿Con él usabas condón?
―No, tampoco…
―Ooooh, Diossss, ¿y se te corrió dentro?
―Sí, pero no dónde estás pensando…
―No te entiendo, aaaaah, aaaaah…
―Me folló por detrás, mmmmm…
―¡Sara!
―Dos polvazos…, ¡me dio por el culo y se corrió dentro…, las dos veces!, me dejó reventada…
―JO-DER…
―Desde ese día no he vuelto a hacerlo con nadie, y ya ha pasado más de un año. El anal solo me gustaba con él, me lo hacía increíble…
―Aaaaah, aaaaah, a mí me encantaría también, tienes un culo increíble ―jadeé apretando sus glúteos.
―Ah, ¿sí? ―ronroneó incrementando el ritmo de su cabalgada―, ¿te gustaría metérmela por el culo?, mmmmm…

Solo con escuchar esas palabras ya no lo pude resistir y cerré los ojos poniendo mi cuerpo en tensión. Sara sonrió satisfecha sabiendo que ya me tenía a punto y se agarró a mi cuello haciendo un último esfuerzo, gimiendo de manera exagerada y volviendo a restregarme los pechos por la cara.

Atrapé un pezón con los dientes y después liberé mi cuerpo y comencé a correrme dentro de Sara, que se abrazó a mí y apoyó el culo en mis piernas, dejando que toda mi polla se metiera dentro de ella mientras palpitaba en su interior.

―Eso es, córrete, mmmmm, muy bien…, vamos, échamelo todo, muy bien…

Casi de inmediato se salió de mí y volvió a su sitio sin tan siquiera subirse los tirantes del vestido. Se quedó sudorosa, expuesta, con las tetas fuera y la respiración acelerada.

―¡Uf!, ¡qué cachonda me has dejado!

Abrí la ventanilla del coche para coger un poco de aire y luego me quité el condón y lo tiré a la calle. Sara se dio cuenta de que mi polla ya no estaba tan dura, y abrió las piernas, acariciándose por encima del tanguita.

―¡Necesito correrme! ―suspiró en un gemido ahogado y comenzó a girarse en el asiento y se puso a cuatro patas, ofreciéndome el culo.

Sin tiempo que perder se apartó la tela y aparecieron sus dedos jugando entre sus muslos. Se pasó uno de ellos por el coño y se le escapó un gemido cuando se lo metió dentro.

―Aaaaah, aaaaah, aaaaah, ven aquí ―me pidió entre jadeos.

Yo estiré el brazo y acaricié su culo, pero no sabía qué es lo que quería Sara, en esa posición era imposible follármela, aunque no tardó en sacarme de dudas apartándose todavía más el tanguita para mostrarme su pequeño ano.

―Ven aquí y cómemelo, mmmmm, estoy a punto de correrme…

Se follaba con el dedo a toda velocidad y a cuatro patas, con la cara estampada contra la ventanilla, no paraba de menear su culazo delante de mi cara. Me acerqué a ella, apoyé las dos manos en sus glúteos, tiré de ellos hacia fuera y abrí su ojete.

―¡¡Vamos, no puedo más, méteme la lengua, méteme la lengua!!

Encajé como pude el hocico entre sus posaderas y lamí su pequeño agujerito haciendo presión con la boca. Me esforcé en intentar meter la punta de la lengua en su entrada trasera e incluso lo llegué a conseguir. Eso pareció enloquecer a Sara, que echó el cuerpo hacia atrás y me cogió por el pelo para restregarme contra ella.

―¡¡No puedo más, aaaaah, aaaaah, qué maravilla, eso es, sigueeee, cómemelo todo!!, aaaaah, voy a correrme…

Apenas pude saborear unos instantes el placer de tener mi lengua en el intestino de Sara porque cuando comenzó a temblar, se separó de mi cara y a punto de correrse me gritó:

―Aaaah, aaaaaah, ¡MÉTEME UN DEDO POR EL CULO!, ¡¡deprisaaaa, aaaaah, aaaaah!!

Fue justo clavarle el índice hasta el fondo y comenzar a correrse. No creo que hiciera falta porque ella ya estaba iniciando al orgasmo cuando me dijo que lo hiciera, pero, aun así, me encantó sodomizar su trasero, aunque fuera con un dedo.

Sara se corrió, vaya sí se corrió, gritando, jadeando, gimiendo, meneando su tierno culazo delante de mi cara y moviendo los dedos a toda velocidad en su empapado coño, que chapoteaba a lo bestia.

―¡AAAAH, AAAAAH, QUÉ RICO, QUÉ RICO, AAAAAH, AAAAAAH!

Apoyó las manos en la ventanilla, con la respiración acelerada y luego pasó la lengua por el cristal, lamiéndolo como una fulana. Dejó un poquito más que mi dedo siguiera entrando y saliendo de su culo y no paró de masturbarse, aunque ahora lo hacía con mucha suavidad, acariciándose el coño para calmar su calentura.

―Mmmm, me ha encantado… ―Después se dio la vuelta, bajándose la falda y volviéndose a meter las tetas en el vestido.

Se miró en el espejo, retocándose el maquillaje y después se inclinó sobre mí para darme un tierno beso en la boca.

―¿Todo bien? ―me preguntó.
―Sí, de maravilla…
―Todavía es pronto…, arranca y vamos de nuevo a la fiesta, ahora que sabes lo que ha pasado entre Álvaro y yo espero que ya no tengas ninguna duda…

Yo hice caso a lo que me dijo y continuamos la fiesta en el chalet de su amigo hasta casi las siete de la mañana. Al regresar a casa me pidió que subiera con ella a su nuevo piso y volvimos a follar en su cama, y después me invitó a que me quedara a dormir.

Desde luego que aquel día supuso un antes y un después en nuestra relación. De un plumazo me había quitado la amenaza de Álvaro, y Sara me había demostrado que iba muy en serio con lo nuestro presentándome a sus padres. No pudo terminar mejor ese sábado que durmiendo en su cama abrazados después de haber follado, cuando los primeros rayos de sol comenzaban a salir.

Es verdad que lo de Javier estaba muy reciente y que yo todavía no me fiaba de Sara, seguía teniendo esa molesta sensación de que en cualquier momento ella me iba a hacer una de las suyas, y no hay peor cosa en una relación que la desconfianza, aunque esta vez sí, Sara parecía dispuesta a poner de su parte para que lo nuestro funcionara.

Cuando el domingo a mediodía llegué a casa, ya estaba de nuevo ilusionado como un imbécil…, y es que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Y tres, y cuatro, y…
 
Claro que sí, cuando quieras. Yo también echo de menos nuestras charlas, búscame en ******* (@losrelatosdeDL) por favor y hablamos por allí.
Un saludazo!!
 
Lo único que me da esperanza, es que a él le afecta más que le vean la cara de imbécil qué la calentura por ser cornudo.

Quizás si busquen un desconocido, podría satisfacerlos por igual, pero lamentablemente a ella parece que le calienta los del entorno.

Yo no sé cuando va a durar esto de no poder hacer lo que los otros le hicieron. Eso parece sólo la calienta a ella. No creo que él disfrute privarce de sus mamadas, hacerlo a pelo o darle por ese culaso. En eso si debería ser firme.
 
Bueno, aunque no sirva para mantener una relación,Sara si parece que suele ser sincera y no ganar pasado nada con ese capullo.
Pero es que Pablo no aprende, no se porque no intenta tenerla solo como follamiga, y no pasar de eso. Va a volver a pasar.
 
Capítulo 31



La primavera pasó como un suspiro.

Sara demostró en el trabajo que no solo era una cara bonita y se fue ganando el respeto de los compañeros veteranos que auditaban con ella. En tres meses ya había salido prácticamente con todos los equipos y justificó a la perfección que la hubieran contratado.

Ya no teníamos por qué esconder nuestra relación, estaba claro que Sara no trabajaba con nosotros por ser mi chica, sino porque era muy válida, pero aun así, yo todavía prefería que no se supiera que éramos pareja. Me daba mucha vergüenza lo que pudiera pensar Javier, y antes de que saliera a la luz que Sara y yo estábamos juntos necesitaba que lo nuestro se consolidara un poco más.

Por la auditoría ya corrían rumores de lo mío con Sara. Desde aquel 28 de febrero, en el que “comenzamos” a salir, el cambio de ella fue radical y casi todos los fines de semana los pasábamos juntos, por lo que ya había algún compañero que me había visto con ella por el centro comercial o paseando con mis hijas.

Y es que como decía, Sara había puesto todo de su parte para que volviera a ganarme su confianza. A parte de que nos veíamos todos los días en el trabajo, era raro que el fin de semana ella no no se quedara a dormir en mi casa o yo en la suya.

Algún viernes o sábado ella quería salir de fiesta con sus amigos y yo le respetaba su espacio y además, me parecía fenomenal, pero también es verdad, que desde el incidente con Álvaro en la fiesta de cumpleaños, Sara había tomado un poco de distancia con su grupo y la mayoría de veces prefería que yo también saliera con ellos, para que Álvaro no volviera a intentar nada con ella.

Sus padres me invitaron a comer a su casa varias veces y la relación con ellos era fenomenal, lo mismo que la de Sara con mis hijas, que la adoraban y ya la veían como “la novia” de papá. Casi todos los fines de semana hacíamos algún plan con ellas, cine, escapadas a la sierra, museos, ir de tiendas, patinaje sobre hielo... y las niñas estaban deseando que llegara el viernes que las tocaba conmigo para ver a Sara.

Y yo también fui cediendo poco a poco, otra vez volvía a estar encoñado con Sara y ella lo fue notando en cómo la miraba y en el trato por mi parte. A primeros de junio la infidelidad con Javier ya empezaba a ser un recuerdo lejano que preferí borrar de mi cabeza.

Empezaba a ilusionarme seriamente con que mi relación con Sara podía llegar a funcionar. Ya no lo veía nada descabellado.

Sara ganó experiencia y madurez en ese periodo, el tener que ponerse las pilas en el trabajo y demostrar continuamente que era una gran auditora había hecho que ganara mucha confianza en sí misma y también el independizarse de casa le había sentado muy bien.

Se llevaba fenomenal con su compañera de piso, Jessica de la Riba, aunque esta pasara la mitad de su tiempo entre viajes y fiestas por todo el mundo, pero cuando estaba en casa había congeniado muy bien con Sara.

A mí me encantaba estar en su piso, la mayoría de tiempo estábamos solos, y recuerdo un sábado en el sofá viendo una peli, con el salón a oscuras, yo sentado y Sara recostada en mi pecho cuando Jessica llegó de Miami arrastrando la maleta hasta su habitación.

―Hola, chicos, voy a pedir algo de cenar, ¿os apetece? ―nos preguntó.
―No, gracias...

Sara y yo seguimos viendo la peli y no tardó en llegar un repartidor de Globo. Jessica cenó en la cocina para no molestarnos y luego vino al salón y se tumbó en el sofá que estaba al lado del nuestro.

Apenas le prestó atención a la película y estuvo casi una hora con el móvil editando fotos y subiendo alguna a sus redes sociales. La muy cabrona llevaba un pijama de verano, con unos shorts demasiado cortos con el que nos mostraba todas las piernas y Sara me pilló mirándoselas un par de veces.

A la segunda me soltó un codazo en las costillas, pero acto seguido me sacó la polla por debajo de la mantita. Yo me puse en tensión y reconozco que me dio mucho morbo que Sara me hiciera un pajote en presencia de su compañera de piso, que ajena a lo que pasaba a su izquierda, seguía subiendo fotos en el **********

―Bueno, parejita, me voy a ir a la cama, quería aguantar un poco por el jet-lag, pero es que no puedo con la vida... ―nos dijo Jessica.
―Claro, descansa ―le contestó Sara deteniendo el movimiento de su mano cuando su compi se puso de pie, pero sin soltarme la polla.

Estuvieron hablando sobre salir a comer juntas al día siguiente y hacer algún plan por la tarde, y a mí ese par de minutos se me hicieron eternos. Jessica se quedó hablando con Sara al lado nuestro, ni por lo más remoto se imaginaría que mi chica me la estaba sujetando bajo la mantita y solo respiré aliviado cuando por fin salió del salón y nos dejó solos.

―No sabía que te llevaras tan bien con Jessica...
―Sí, es una tía supermaja, me encanta ir de tiendas con ella y tal, aunque la paran mucha seguidoras para hacerse fotos y Jessica siempre las atienda con una sonrisa en la boca..., pero no disimules ahora.. eres un cabronazo, te has puesto bien las botas mirando sus piernas, ¿eh? ―me soltó reanudando la paja que me estaba haciendo.
―No lo he podido evitar, es que, uf, ha sido demasiado descarada...
―Esta buena, ¿verdad?
―Sí, es muy guapa, pero para mi gusto es muy flacucha y vamos, por muy influencer que sea está a años luz de ti... ya le gustaría tener tu altura, tu pelo, tus labios, tu culo o ser la mitad de guapa que tú, por no hablar de estas ―susurré palpando sus pechos por encima de la camiseta―, es que ni punto de comparación...
―¿Te la follarías? ―me soltó Sara de repente.
―¿Cómo dices?
―Pues eso, que si no estuvieras conmigo te la follarías...
―Es demasiado niña...
―Solo tiene un año menos que yo...
―Daniel seguro que lo haría, ja, ja, ja... ―la interrumpí―, me ha dicho muchas veces que está muy buena, debe tener un buen arsenal de fotos suyas guardadas en una carpeta...
―¿Ah, sí?, no sabía nada...
―Tampoco es un tema que haya surgido...
―O sea, que tu colega se hace pajas con mi compi de piso...
―Sí.
―¿Y tú te la tirarías?
―A mí no me pone mucho, a ver, es guapa y tal, pero me parece un poco estirada, y yo creo que es lesbiana, o bi... como ahora todas son bi...
―Eso creía yo al principio, cuando no teníamos mucha confianza, pensé que esta era de las que iba todo el día con el satisfyer dentro, pero de eso nada... además, tiene novio.
―¿Ah, sí?, no lo sabía...
―Sí, lleva dos años con un chico ingeniero que trabaja en Londres, se ven casi todos los meses, o viene él aquí o ella va a visitarle, aunque lo ha reconocido alguna vez que tiene pareja nunca lo muestra por redes sociales, es una parte de su vida que no quiere sacar...
―Ya...
―Y no veas qué polvazos echan cuando vienen...
―¿Los has escuchado? ―pregunté mientras Sara continuaba sacudiéndomela muy despacio bajo la mantita.
―Claro, unas cuantas veces, no creas que Jessica se corta mucho porque yo esté en la habitación de al lado...
―Mmmmm, eso es muy morboso..., ¿y te excita?
―Sí ―dijo sin pensar―, bastante...
―¿Y no te habrás...?
―¿Yo?, no hago esas cosas, por favor, que tengo novio, ja, ja, ja.
―Sí, ya...
―¿Y sabes una cosa que seguro que te da más morbo todavía?
―Dime...
―Pues que Jessica no solo folla con el novio...
―¿Cómo dices?
―Sí, alguna vez que ha salido de fiesta con sus amigas se ha traído luego a algún chico a casa, ya le he pillado un par de veces por lo menos..., y te aseguro que con el que estaba no era el ingeniero...
―Mmmmmm...
―Sabía que eso te iba a gustar...
―El último que trajo a casa no veas cómo se la folló, con su novio no había gemido así nunca, te lo aseguro...
―Uf, no sé, lo mismo tienen una relación abierta.
―Eso pensé yo también, pero no, así por lo que hemos hablado no cree en esas cosas, además, siempre dice que está muy bien con su chico y cuando están juntos hacen muy buena pareja, se les ve muy bien.
―Ya, pero en su ausencia aprovecha para tirarse a otros...
―¡Exacto!..., mmmmm, me pone muy caliente contarte esto, se me está ocurriendo una cosa ―me ronroneó en el oído agarrándomela con más fuerza.
―¿El qué...?
―¿A ti gustaría follarme sabiendo que Jessica está en la habitación de al lado?
―¿En serio? ―pregunté emocionado, pensando que con el polvo que habíamos echado por la tarde ya sería suficiente.
―Sí, pero tienes que hacérmelo bien duro, metérmela a cuatro patas y hacerme gritar... que ella nos escuche...
―Joder, Sara...
―Vaya, vaya, parece que te ha gustado la idea, cada vez la tienes más dura... ¿o es que te has puesto cachondo cuando te he dicho que Jessica le pone los cuernos a su novio?
―No ha sido por eso...
―¿Seguro?, imagínate a su novio en Londres y ella aquí, dejándose follar a cuatro patas y chillando como una guarra...
―Uf, Sara...
―¿Qué te pasa?, ¿es que te lo estás imaginando? ―dijo incrementando el ritmo de su paja. Entonces, ¿aceptas y me follas ahora?
―Por supuesto...

Y sin tiempo que perder nos levantamos y fuimos directos a su habitación. Me encantó follarme a Sara sabiendo que la influencer estaba en la habitación de al lado, y no sé si Sara disfrutó más de lo habitual o es que exageró los gemidos para que su compi nos escuchara cómo la embestía a lo bestia, pero tuvo un orgasmo tremendo, jadeando mientras el cabecero de la cama golpeaba contra la pared que nos separaba de Jessica.

¡Fue un polvazo sublime!

Caímos exhaustos y sudorosos en la cama y unos segundos después nos sorprendió un gemido que venía desde la habitación de al lado. A Sara y a mí se nos escapó una risa de complicidad y reconozco que me encantó saber que la influencer se había puesto cachonda y terminó masturbándose por el polvo que habíamos echado.

Todo iba de maravilla entre nosotros. No podía ponerle ni un pero al comportamiento de Sara desde su infidelidad y en cuatro meses ya me había ganado por completo. Entonces ocurrió lo inevitable y lo que me había estado temiendo desde que retomamos la relación.

El lunes apareció Javier por nuestro despacho y nos soltó la noticia.

―Sara, mañana salimos de viaje, ¡y la auditoría va a ser dura!, ni más ni menos que tres días, nos vamos a Valencia..., ah, y no metas ningún bañador en la maleta que no nos va a dar tiempo a ir a la playa, ¿eh? ―bromeó Javier antes de dejarnos solos y bajar a tomarse un café.

Me quedé paralizado delante del teclado. No me atreví ni a levantar la cabeza para mirar a Sara..., lo único que sabía es que el corazón me bombeaba a toda velocidad...


PARTE 5
 
Pies yo creo que con Javier no va a pasar nada en ese viaje, y contrario a los que ustedes piensan, va a ser peor, porque él se va a super ilusionar, dirán a todos que están juntos y el golpe será mucho más duro.
 
Tenía que llegar, tarde o temprano, tendría que hacer una auditoría con Javier. Y creo que todos sabemos, o creemos saber lo que va a pasar. Pero la duda que tengo si lo hará con la autorización de Pablo o no. Porque lo que es cierto es que en el fondo, a Pablo le pone un montón que folle con Javier. Luego Javier se lo cuenta y se excita, luego se lo cuenta Sara y aun se excita más. Con autorización o no, va a haber polvo con Javier seguro, con la minifalda roja que se pone cuando quiere guerra.
 
Pies yo creo que con Javier no va a pasar nada en ese viaje, y contrario a los que ustedes piensan, va a ser peor, porque él se va a super ilusionar, dirán a todos que están juntos y el golpe será mucho más duro.

Pues hombre, a mí me decepcionaría un poco que no pasara nada con Javier. Es algo que llevo esperando desde que son novios formales. Espero que el autor no me falle. :)
 
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