La tentación de Sara

Hay que ver el cinismo y la frialdad y caradura de Sara. Y encima no tiene ni arrepentimiento.
O sea me acuesto con Javier estando con Pablo y le parecerá muy normal.
Y encima ella quería que siguieran juntos
Espero que Pablo no caiga otra vez en las redes de Sara y se vean lo menos posible
Si esa conversación la hubiera tenido al principio y no se hubiera hecho ilusiones como capullo en su cabeza tan pronto, se habia ahorrado todo esta situación.
 
Capítulo 26



La frialdad de Sara era increíble. Se había quedado sentada en el sofá, clavando los tacones en el suelo, apoyando los codos en sus muslos y las manos en la cara, esperando que fuera yo el que dijera algo.

No podía quedarme quieto y andaba de un lado a otro del salón sin saber qué decir. No habían pasado ni tres semanas desde que ella había regresado a la auditoría, ¡ni tres putas semanas!, y Sara ya lo había tirado todo por la borda…, con lo que nos había costado llegar hasta aquí.

Se pasó el pelo hacia atrás como si tuviera calor y emitió un suspiro de impaciencia, se notaba que no estaba nada cómoda con la situación, pero aguantaba la compostura de manera elegante, sin descomponerse en el sofá, con su imponente cuerpazo.

―No sé cuánto tiempo llevamos juntos, ¿cinco meses desde tu cena de despedida?…, siempre me he portado contigo de maravilla y… ¿eres capaz de hacerme esto?
―Lo siento, Pablo, es que no puedo decir otra cosa…, y sí, desde la cena ha pasado mucho tiempo, pero tampoco es que…, tú y yo seamos novios formales y tal, ¿no?, yo diría más bien amigos que se enrollan de vez en cuando…
―¿Amigos?, debes de estar de coña o intentar justificar lo injustificable, has conocido a mis hijas, he salido con tus colegas, has cenado con mis mejores amigos, hace mes y medio te recuerdo que pasamos juntos una semana en un hotel en Tenerife, ¿eso es de ser amigos?
―Yo nunca te he exigido fidelidad, puedes acostarte con quien quieras, no te pido explicaciones…
―Eso es lo que habrás hecho tú, que parece que se te da muy bien…
―No digas tonterías, Pablo.
―La verdad es que no sé cómo actuar contigo, y bueno…, como me gustas mucho, he querido esperarte y no me ha importado, te he dejado tu espacio, tu tiempo, sin presionarte todos estos meses; pero yo estas relaciones de hoy en día no las entiendo. Te puedes pasar perfectamente dos semanas sin saber nada de mí y luego vienes, follas conmigo y vuelves a estar otra semana desaparecida y así hasta hoy. Yo había aceptado lo de vernos poco a poco, pero esto ya no lo puedo dejar pasar…
―Joder, Pablo, no me hagas sentir peor de lo que ya estoy.
―¿Y cómo crees que estoy yo? ¿En serio has vuelto a follar con Javier?
―No digas eso…
―¿Por qué?, es lo que ha pasado, ¿no?
―No me lo recuerdes…
―Ah, que no te lo recuerde, lo tuyo es acojonante, ahora me vienes aquí todo arrepentida, como si te diera asco, y hace unas horas estábamos follando en mi cama…
―Es que estoy arrepentida, pero cuando estoy con él, no puedo… evitarlo, ¡Dios mío!, ¡qué vergüenza! ―exclamó tapándose la cara.
―¿Cómo que no puedes evitarlo?, ¿es que no tienes ningún tipo de autocontrol?
―Nunca me había pasado…, al menos de esa manera tan… intensa.
―No quiero seguir hablando contigo, Sara, no merece la pena, ala, ya la has jodido bien, ¡esto se acabó!
―Noooo, Pablo, seguro que hay algo que podamos hacer, tienes que perdonarme, Pablo.
―¿Perdonarte?, ¿por qué?, si tú misma lo has dicho, no somos nada, solo colegas que se acuestan de vez en cuando. Puedes follar con quien quieras…, lo mismo que yo, pero yo no quiero ser tu follamigo, como decís ahora, no quiero ser nada de ti, ya bastante he hecho el tonto, a la gente como tú, tan falsa, no la quiero cerca de mí ni de mi familia…
―Hostia, eso es muy fuerte, Pablo, no creo que me merezca que me digas esas cosas.
―Venga, Sara, no quiero seguir discutiendo ni perder un segundo más contigo, cuanto antes acepte que esto no va a ningún lado…, antes lo podré superar…
―¿Qué es lo que quieres?, que seamos novios formales, que diga en la auditoría que estamos juntos, estoy dispuesta a… ―Y se puso de pie para acercarse a mi lado.
―Nooo, ahora no quiero que digas nada, lo que me faltaba, que Javier fuera pregonando por ahí que se ha acostado contigo y tú vayas diciendo que somos novios, ¡sería el puto hazmerreír en el trabajo!
―Podemos empezar de cero, desde hoy, no te quiero perder…, y menos de esta manera.
―¿Y cómo lo hacemos?, ah, vale, muy bien, desde hoy somos novios y nos olvidamos de todo lo que ha pasado, vale, Sara, estupendo, ven aquí, dame un besito, qué contento estoy, ya somos novios…, ¡qué bien! ―dije en tono irónico―, ya hasta tenemos fecha de aniversario, será el día en que me contaste que te has follado al cerdo de Javier, ¡será un gran aniversario que recordaremos todos los años!, una gran fecha, suena hasta bien, el 20 de febrero, mmmmm, qué pena que no haya caído el día catorce para celebrar nuestro San Valentín particular…
―Me voy a ir Pablo, te veo muy nervioso y no podemos seguir hablando en ese estado en el que estás ahora… ―Cogió la chupa de cuero que estaba sobre la silla y caminó hasta la puerta.

Me quedé mirando cómo movía su tremendo culo, incluso en una situación así no podía evitar que me siguiera poniendo cachondo. Se giró como si me fuera a decir algo.

―No puedo dejarte así…
―Tranquila, no voy a hacer ninguna tontería…
―Mañana, si quieres, quedamos por la tarde en una cafetería y hablamos.
―No tenemos nada de lo que hablar, Sara, a partir de hoy seremos compañeros y ya está…, aunque eso sí, te pediría que ocuparas otro despacho, entenderás que no me voy a sentir muy cómodo compartiendo oficina contigo… y con Javier, y menos sabiendo que te lo follas. Una cosa es que te acuestes con él y otra ya que me lo restriegues por la cara…
―Ni tan siquiera me has dejado explicarme.
―Ya has dicho lo que tenías que decir, que solo me consideras un amigo y que para ti no soy nada serio…
―Yo no he dicho que no seas nada serio, de hecho, me importas y mucho, o no estaría aquí queriendo que resolvamos esto.
―Ayer me decías que solo estabas cansada y yo te creí, hoy vienes a mi casa, follas conmigo y después de cenar con mis mejores amigos me sueltas que te has acostado con Javier, ¿cuándo fue?, ¿el miércoles, el jueves…, las dos noches?
―Solo el jueves…
―Ah, solo el jueves, muchas gracias, qué detalle… Y dos días después te lo montas también conmigo…, joder, es que es… ¡Lárgate, Sara!, no quiero volver a verte…
―Está bien…, ya veo que ni tan siquiera me vas a dejar explicarme.
―No, Sara, lo que quieres es manipularme, pero esta vez no te vas a salir con la tuya…, vete…
―Adiós, Pablo. ―Y sin decir nada más abrió la puerta y desapareció sin dejar rastro.

De un plumazo me había quedado solo y descompuesto. Me dejé caer en el sofá y apuré la botella de vino llenando mi copa hasta la mitad. Cuando terminé con el vino, abrí el mueble-bar y saqué una botella de Brugal, justo cuando me llegó un whatsapp de Sara.

Sara 3:54
Ya he llegado a casa, estoy bien…

Ni tan siquiera contesté, me serví un copazo bien cargado, con dos hielos y cola y después otro más. Puse algo de porno en la tele y con una borrachera de espanto me estuve haciendo una paja hasta más de las cinco de la mañana.

Iba tan ciego que creo que ni me corrí y me desperté a la una de la tarde en mi cama, bocabajo y con la polla fuera. Me dolía la cabeza y tenía una resaca espantosa. Cuando me miré en el espejo, me dio asco por verme así y me juré que no iba a volver a pasar por lo mismo que cuando me abandonó mi mujer. Ni tan siquiera llamé a Daniel para que me hiciera compañía, esto tenía que hacerlo yo.

Salí a correr por el parque cercano a mi casa y terminé vomitando detrás de unos arbustos. Aquello fue balsámico, como expulsar toda la mierda y después de pegarme una ducha reservé para comer yo solo en un buen restaurante. Me di un paseo por el centro comercial y entré a ver una película para no pensar en Sara. Cuando salí del cine, me pasé por casa de mi ex para recoger a las niñas.

Empezaba mi semana de padre y también mi nueva vida…, en la que ya no estaba Sara.

El único pero es que tendría que verla en el trabajo al día siguiente, y el martes, y el miércoles…, y no solo a ella…, también al capullo de Javier y a ese sí que no me lo podía sacar de encima.

Me esperaba una buena compartiendo despacho con los dos.
A que juega Sara, no la entiendo realmente 🤦‍♂️
 
Hay que reconocer que David Lovia es de los grandes y hoy lo ha demostrado. Este capítulo aunque breve es muy bien. Y por fin, aunque han tardado, Sara y Pablo han puesto las cartas boca arriba. Ellos quieren relaciones distintas y por tanto no pueden estar juntos. Ahora a ver por donde discurre todo. De momento Pablo es el que sufre, a Sara la veo más entera por mucho que diga que no quiere perderlo.
 
Bien por Pablo, por fin ha golpeado la mesa, terminó con Sara, lo que haya sido que tenían era una constante tortura.

Esperemos que su decisión se mantenga firme. La tentación de Sara puede llegar a ser irresistible. :lamidaculo1:
 
Muy buena reacción de él, pero lamentablemente el título no está por las puras. Al final Pablo sucumbirá a sus bajos instintos. Como una droga, caerá muy bajo, y quizás después de tocar fondo y vea que sus hijas corran peligro, reaccionará, pero sólo de fachada, porque dentro de él quedará vacío.

La única salvación que veo es la esposa de su amigo.
 
Muy buena reacción de él, pero lamentablemente el título no está por las puras. Al final Pablo sucumbirá a sus bajos instintos. Como una droga, caerá muy bajo, y quizás después de tocar fondo y vea que sus hijas corran peligro, reaccionará, pero sólo de fachada, porque dentro de él quedará vacío.

La única salvación que veo es la esposa de su amigo.
Es un cornudo de libro, si lo asume podrá comerse el coño de Sara con el sabor de los fluidos de la polla de Javier y disfrutarlo.
 
Última edición:
Capítulo 26



La frialdad de Sara era increíble. Se había quedado sentada en el sofá, clavando los tacones en el suelo, apoyando los codos en sus muslos y las manos en la cara, esperando que fuera yo el que dijera algo.

No podía quedarme quieto y andaba de un lado a otro del salón sin saber qué decir. No habían pasado ni tres semanas desde que ella había regresado a la auditoría, ¡ni tres putas semanas!, y Sara ya lo había tirado todo por la borda…, con lo que nos había costado llegar hasta aquí.

Se pasó el pelo hacia atrás como si tuviera calor y emitió un suspiro de impaciencia, se notaba que no estaba nada cómoda con la situación, pero aguantaba la compostura de manera elegante, sin descomponerse en el sofá, con su imponente cuerpazo.

―No sé cuánto tiempo llevamos juntos, ¿cinco meses desde tu cena de despedida?…, siempre me he portado contigo de maravilla y… ¿eres capaz de hacerme esto?
―Lo siento, Pablo, es que no puedo decir otra cosa…, y sí, desde la cena ha pasado mucho tiempo, pero tampoco es que…, tú y yo seamos novios formales y tal, ¿no?, yo diría más bien amigos que se enrollan de vez en cuando…
―¿Amigos?, debes de estar de coña o intentar justificar lo injustificable, has conocido a mis hijas, he salido con tus colegas, has cenado con mis mejores amigos, hace mes y medio te recuerdo que pasamos juntos una semana en un hotel en Tenerife, ¿eso es de ser amigos?
―Yo nunca te he exigido fidelidad, puedes acostarte con quien quieras, no te pido explicaciones…
―Eso es lo que habrás hecho tú, que parece que se te da muy bien…
―No digas tonterías, Pablo.
―La verdad es que no sé cómo actuar contigo, y bueno…, como me gustas mucho, he querido esperarte y no me ha importado, te he dejado tu espacio, tu tiempo, sin presionarte todos estos meses; pero yo estas relaciones de hoy en día no las entiendo. Te puedes pasar perfectamente dos semanas sin saber nada de mí y luego vienes, follas conmigo y vuelves a estar otra semana desaparecida y así hasta hoy. Yo había aceptado lo de vernos poco a poco, pero esto ya no lo puedo dejar pasar…
―Joder, Pablo, no me hagas sentir peor de lo que ya estoy.
―¿Y cómo crees que estoy yo? ¿En serio has vuelto a follar con Javier?
―No digas eso…
―¿Por qué?, es lo que ha pasado, ¿no?
―No me lo recuerdes…
―Ah, que no te lo recuerde, lo tuyo es acojonante, ahora me vienes aquí todo arrepentida, como si te diera asco, y hace unas horas estábamos follando en mi cama…
―Es que estoy arrepentida, pero cuando estoy con él, no puedo… evitarlo, ¡Dios mío!, ¡qué vergüenza! ―exclamó tapándose la cara.
―¿Cómo que no puedes evitarlo?, ¿es que no tienes ningún tipo de autocontrol?
―Nunca me había pasado…, al menos de esa manera tan… intensa.
―No quiero seguir hablando contigo, Sara, no merece la pena, ala, ya la has jodido bien, ¡esto se acabó!
―Noooo, Pablo, seguro que hay algo que podamos hacer, tienes que perdonarme, Pablo.
―¿Perdonarte?, ¿por qué?, si tú misma lo has dicho, no somos nada, solo colegas que se acuestan de vez en cuando. Puedes follar con quien quieras…, lo mismo que yo, pero yo no quiero ser tu follamigo, como decís ahora, no quiero ser nada de ti, ya bastante he hecho el tonto, a la gente como tú, tan falsa, no la quiero cerca de mí ni de mi familia…
―Hostia, eso es muy fuerte, Pablo, no creo que me merezca que me digas esas cosas.
―Venga, Sara, no quiero seguir discutiendo ni perder un segundo más contigo, cuanto antes acepte que esto no va a ningún lado…, antes lo podré superar…
―¿Qué es lo que quieres?, que seamos novios formales, que diga en la auditoría que estamos juntos, estoy dispuesta a… ―Y se puso de pie para acercarse a mi lado.
―Nooo, ahora no quiero que digas nada, lo que me faltaba, que Javier fuera pregonando por ahí que se ha acostado contigo y tú vayas diciendo que somos novios, ¡sería el puto hazmerreír en el trabajo!
―Podemos empezar de cero, desde hoy, no te quiero perder…, y menos de esta manera.
―¿Y cómo lo hacemos?, ah, vale, muy bien, desde hoy somos novios y nos olvidamos de todo lo que ha pasado, vale, Sara, estupendo, ven aquí, dame un besito, qué contento estoy, ya somos novios…, ¡qué bien! ―dije en tono irónico―, ya hasta tenemos fecha de aniversario, será el día en que me contaste que te has follado al cerdo de Javier, ¡será un gran aniversario que recordaremos todos los años!, una gran fecha, suena hasta bien, el 20 de febrero, mmmmm, qué pena que no haya caído el día catorce para celebrar nuestro San Valentín particular…
―Me voy a ir Pablo, te veo muy nervioso y no podemos seguir hablando en ese estado en el que estás ahora… ―Cogió la chupa de cuero que estaba sobre la silla y caminó hasta la puerta.

Me quedé mirando cómo movía su tremendo culo, incluso en una situación así no podía evitar que me siguiera poniendo cachondo. Se giró como si me fuera a decir algo.

―No puedo dejarte así…
―Tranquila, no voy a hacer ninguna tontería…
―Mañana, si quieres, quedamos por la tarde en una cafetería y hablamos.
―No tenemos nada de lo que hablar, Sara, a partir de hoy seremos compañeros y ya está…, aunque eso sí, te pediría que ocuparas otro despacho, entenderás que no me voy a sentir muy cómodo compartiendo oficina contigo… y con Javier, y menos sabiendo que te lo follas. Una cosa es que te acuestes con él y otra ya que me lo restriegues por la cara…
―Ni tan siquiera me has dejado explicarme.
―Ya has dicho lo que tenías que decir, que solo me consideras un amigo y que para ti no soy nada serio…
―Yo no he dicho que no seas nada serio, de hecho, me importas y mucho, o no estaría aquí queriendo que resolvamos esto.
―Ayer me decías que solo estabas cansada y yo te creí, hoy vienes a mi casa, follas conmigo y después de cenar con mis mejores amigos me sueltas que te has acostado con Javier, ¿cuándo fue?, ¿el miércoles, el jueves…, las dos noches?
―Solo el jueves…
―Ah, solo el jueves, muchas gracias, qué detalle… Y dos días después te lo montas también conmigo…, joder, es que es… ¡Lárgate, Sara!, no quiero volver a verte…
―Está bien…, ya veo que ni tan siquiera me vas a dejar explicarme.
―No, Sara, lo que quieres es manipularme, pero esta vez no te vas a salir con la tuya…, vete…
―Adiós, Pablo. ―Y sin decir nada más abrió la puerta y desapareció sin dejar rastro.

De un plumazo me había quedado solo y descompuesto. Me dejé caer en el sofá y apuré la botella de vino llenando mi copa hasta la mitad. Cuando terminé con el vino, abrí el mueble-bar y saqué una botella de Brugal, justo cuando me llegó un whatsapp de Sara.

Sara 3:54
Ya he llegado a casa, estoy bien…

Ni tan siquiera contesté, me serví un copazo bien cargado, con dos hielos y cola y después otro más. Puse algo de porno en la tele y con una borrachera de espanto me estuve haciendo una paja hasta más de las cinco de la mañana.

Iba tan ciego que creo que ni me corrí y me desperté a la una de la tarde en mi cama, bocabajo y con la polla fuera. Me dolía la cabeza y tenía una resaca espantosa. Cuando me miré en el espejo, me dio asco por verme así y me juré que no iba a volver a pasar por lo mismo que cuando me abandonó mi mujer. Ni tan siquiera llamé a Daniel para que me hiciera compañía, esto tenía que hacerlo yo.

Salí a correr por el parque cercano a mi casa y terminé vomitando detrás de unos arbustos. Aquello fue balsámico, como expulsar toda la mierda y después de pegarme una ducha reservé para comer yo solo en un buen restaurante. Me di un paseo por el centro comercial y entré a ver una película para no pensar en Sara. Cuando salí del cine, me pasé por casa de mi ex para recoger a las niñas.

Empezaba mi semana de padre y también mi nueva vida…, en la que ya no estaba Sara.

El único pero es que tendría que verla en el trabajo al día siguiente, y el martes, y el miércoles…, y no solo a ella…, también al capullo de Javier y a ese sí que no me lo podía sacar de encima.

Me esperaba una buena compartiendo despacho con los dos.
La reacción de Pablo es la que todos esperábamos.....de primeras. Acordaos lo cachondo que se puso cuando Sara le contó cómo se folló a Javier la primera vez. En cuanto pase el duelo y decida qué tipo de rol quiere desempeñar junto a Sara, el bichito del morbo le volverá a picar. Y los que hemos leído la saga "Cornudo" sabemos cuánto puede estirar ese chicle del morbo el maestro David Lovia.
 
Pablo ha sido tratado como un títere por Sara, pero parece que Pablo ha despertado, conservando algo de su dignidad. Sin embargo, enfrentarse a la situación de compartir espacio con Sara y Javier, sabiendo que Javier continuará follándola, porque Sara "no podrá evitarlo", será un desafío arduo. A menos que decida cambiar de empleo. Sería una conclusión digna para él.

 
Pablo al fin reacciona, pero dado su carácter, es probable que vuelva a caer en las trampas de miel que le pondrá Sara. Hay dos razones: Pablo es un ser vulnerable e ingenuo a pesar de su edad, esa es una de las causas de que su esposa o ex, lo engaño y, Pablo tiene una maraña de sentimientos contradictorios en su cabeza, lo único que lo puede encauzar es su amor paterno y encontrar el apoyo de una buena mujer. Sara vive para experimentar diversas formas de placer, tiene su kilometraje entre romance, sexo desenfrenado, muchas parejas y sexo dominante con Javier, Sara tiene a Pablo como su sumiso, lo cual quizas es nuevo para ella y lo está disfrutando como una chancha. Sospecho que antes que Pablo se libere de Sara, tendrá recaídas y, habra mucho drama, un golpe final y duro será necesario para liberarlo por fin, poniéndolo en el camino correcto a la felicidad.
 
Capítulo 27



El lunes, después de dejar a las niñas en el cole, llegué a la oficina dispuesto a centrarme solamente en el trabajo, pero nada más aterrizar me encontré a Sara con unas botas altas por encima de las rodillas y una minifalda blanca hasta medio muslo, junto con una camiseta negra de manga larga muy ajustada con la que transparentaba el sujetador por debajo.

La muy cabrona me lo quería poner difícil y yo sabía que no me iba a poder olvidar de ella de un día para otro y menos teniéndola a mi lado cada mañana, y es que estaba demasiado encoñado con aquella chica que rebosaba morbo y sensualidad con el más mínimo gesto o movimiento que hacía.

―Buenos días ―me saludó tímida.
―Buenos días ―contesté de manera seca.

Aprovechando la ausencia de Javier, que todavía no había llegado, y viendo que yo no decía ya nada más y me puse al trabajo sin tan siquiera mirarla, Sara intentó entablar conversación conmigo.

―¿Es que no me piensas hablar en todo el día?
―Si no es por algo del trabajo, no…
―Pablo, ya sé que la he vuelto a fastidiar, pero no podemos seguir así, necesito hablar contigo, que estemos otra vez como antes, que me perdones…, que me dejes demostrarte que…

No pudo seguir hablando porque enseguida apareció Javier por la puerta. ¡Qué oportuno!, porque, siendo sincero, me estaba gustando lo que salía por boca de Sara. Me estaba diciendo que necesitaba hablar, que la perdonara, que quería que estuviéramos como antes.

―El miércoles tenemos auditoría en Barcelona, genial, ya tenemos los billetes de avión. ―Y me lanzó la documentación en la mesa―. Me bajo a tomar un café, que ni he desayunado, ahora nos ponemos con eso…

Lo que me faltaba, un viaje con Javier, los dos solos, para que me restregara lo que había pasado entre Sara y él en Bilbao. En ese momento no me apetecía y cuando me giré hacia Sara, para seguir hablando con ella, enseguida la reclamaron, pues ella también tenía auditoría con otro compañero.

―¿Bajamos luego a tomar un café y así podemos charlar? ―me preguntó.
―Está bien, a ver si tengo un rato y me puedo escapar.
―Seguro que sí ―afirmó pasándome la mano por el pelo―, tenemos que hablar urgentemente…

Estaba claro que Sara había venido decidida a desplegar todos sus encantos para volver a conquistarme, pero yo tenía que mantenerme firme. No quería que me hiciera daño y pasar por lo mismo que cuando me dejó mi ex, ese dolor en el estómago era la peor sensación del mundo y con Sara lo había sentido todavía con más intensidad.

Me había puesto los cuernos ni más ni menos que con Javier, y no solo eso, casi me había hecho más daño cuando me dijo que no me consideraba su novio, sino uno más de sus amigos con los que acostarse.

Sobre las diez y media apareció por el despacho, estaba trabajando mano a mano con Javier y Sara tocó en la puerta.

―Os veo muy concentrados, Pablo, ¿vamos a tomar un café?
―Eh, uf, tenemos mucho lío…
―Será algo rápido, de verdad…
―Venga, baja con ella, ya me ocupo yo de esto… ―dijo Javier para mi sorpresa.
―Uy, entonces, ahora sí que no tienes excusa ―bromeó Sara tirando de mi brazo―, que te ha dado permiso el jefe…

Me sentí como un pelele dejándome arrastrar por Sara y al final accedí a tomar ese café, pero cuando salimos del portal, ella giró en dirección contraria y me dijo que prefería que fuéramos a otra cafetería donde no hubiera ningún compañero, así podríamos conversar con más tranquilidad. Y yo de nuevo me dejé arrastrar por ella.

Pedimos dos cafés y tomamos asiento en la planta alta del local, alejados de posibles conocidos.

―Ayer pasé un día muy fastidiado, quise llamarte, pero no me atreví ―me confesó Sara.
―Tampoco fue uno de mis mejores días…
―Me imagino y quiero disculparme por todo, por lo que hice, por lo que dije, soy una idiota…
―Agradezco que te disculpes, Sara, es un gesto que te honra, pero vamos a ser sinceros, no sé lo que pretendes con esto…
―Quiero arreglarlo, de verdad. ―Y puso una mano sobre la mía―, deja que te compense por lo que pasó… y, sobre todo, quiero que lo intentemos, y ahora sí que en serio…
―Para mí era algo serio, muy serio, ¿o te crees que le voy presentando a cualquiera a mis hijas? Ya sé que para ti solo era… uno más con el que follar, pero…
―No digas eso, sabes que no es cierto…, estoy muy a gusto contigo, cada vez más… y me importas mucho, por eso estoy tan fastidiada, la he jodido bien…
―Pues sí, pero ya no podemos hacer nada, Sara. Es mejor que cada uno siga su camino, hasta aquí hemos llegado…
―Nooooo…, no me pienso dar por vencida… y ya sabes que soy muy cabezota cuando quiero algo.
―Eso es lo que te pasa, que no estás acostumbrada a que te digan que no…, pero no voy a dejar que me utilices, Sara, quiero que respetes mi opinión.
―La respetaría si viera que es sincera, pero no lo es, ¿o te crees que no lo veo en tu cara?, sigues sintiendo algo…, y yo también.
―Solo ha pasado un día, no me ha dado tiempo a…
―Me gustaría darte una explicación de lo que pasó ―dijo abriendo las manos hacia fuera―, aunque no la tengo… ―Y puso cara de no entender nada.
―¿Y esa es tu disculpa?, ¿que no sabes por qué has follado con Javier?
―Porque soy idiota, pero, aparte de eso, no encuentro ninguna lógica…
―Vale. Muy buena explicación. Entonces, todo olvidado, Sara. Ya me vuelvo mucho más contento al trabajo, estás perdonada.
―No seas tonto. Quiero que lo hablemos, que me perdones, pero de verdad y, sobre todo, que intentemos solucionarlo… para que no vuelva a pasar.
―Que no vuelva a pasar solo está en tu mano, lo tienes bien fácil… Es que, joder, Sara ―dije calentándome de repente―, me repatea que lo hagas con Javier…, es la mayor putada que podrías haberme hecho, si solo te importara un poquito…, jamás te habrías acostado con él…
―Claro que me importas, yo creo que es la primera vez que me estoy disculpando sinceramente con alguien porque quiero… que lo intentemos. Este finde quedamos y lo hablamos; aclaramos todo…
―No puedo, tengo a las niñas conmigo…
―Ah, no me acordaba, pues el domingo por la noche, cuando las lleves con tu ex, quedamos, vamos a cenar donde quieras y nos tomamos una copa…, y luego me llevas a tu casa… ¡y me follas!, ¿me has oído?, ¡¡quiero que me folles!! Vamos a pasar un día genial y el domingo será nuestra fecha, el día que empezamos a salir formalmente…, ¿no querías un aniversario?, pues el puto domingo 28 va a ser nuestra fecha de aniversario… después de que me folles unas cuantas veces…
―No, Sara…, ya no quiero.
―Vamos, Pablo, joder, no me lo pongas más difícil. Salimos a cenar y hablamos lo que tengamos que hablar, si después decides que pasas de mí, lo aceptaré y no te volveré a molestar, yo misma iré el lunes donde tenga que ir y les pediré que me cambien de despacho… y cuando nos crucemos por la oficina, te diré hola y adiós y no volverás a saber de mí…; pero dame ese día… y deja que lo arregle…
―Uf, no debería…
―Por favor, solo te pido este domingo… ―me pidió Sara acariciándome el dorso de la mano con los dedos.

Solo con ese pequeño roce ya se me puso dura, y en ese momento me fijé en cómo se le notaban los pechos bajo la camiseta y la miré detenidamente queriendo negarme, queriendo decirle que era una niñata.

¡Que era una jodida puta!

Agaché la cabeza sin poder mantener tan siquiera su mirada, que me intimidaba por su belleza, y susurré:

―Está bien, pero no me vas a hacer cambiar de opinión…
―Eso ya lo veremos ―afirmó decidida poniéndose de pie y girándose para coger el abrigo y a la vez plantarme su culazo delante de la cara.

Sabía jugar muy bien sus cartas y con ese cuerpazo siempre llevaba las de ganar.

―Te veo ahora en la auditoría, voy saliendo, así no nos ven llegar juntos… ―Y me dejó allí sin poder reaccionar y dándole vueltas a la conversación que acabábamos de tener.

Estuve torpe y distraído el resto de la mañana, e incluso Javier me preguntó un par de veces si me encontraba bien, pues no debía tener muy buena cara. El martes lo dejamos todo preparado para la auditoría de Barcelona, y apenas pude hablar con Sara, que tenía mucho curro, pues ella también salía de viaje el mismo día que nosotros.

El miércoles a primera hora, Javier y yo cogimos un avión rumbo a Barcelona. Aproveché el vuelo para pegarme una cabezadita, pues llevaba una semana muy intensa entre lo de Sara, la auditoría y el cuidado de las niñas, que había tenido que dejar en casa de mis padres la noche anterior.

Del aeropuerto fuimos directamente a la empresa a auditar y nos pusimos manos a la obra. La primera jornada fue maratoniana y salimos de allí con parte del trabajo hecho, pero todavía nos quedaba un segundo día de bastante curro.

En el hotel, después de una ducha rápida, bajamos a cenar y yo tenía que aprovechar ese viaje para conocer de primera mano lo que había pasado entre Javier y Sara. No es que tuviera muchas ganas de escuchar las bravuconadas de mi jefe y de saber con todo detalle cómo se había follado a la chica de la que estaba enamorado, pero era muy importante para mí contrastar su versión con la que me iba a dar Sara en la cena del domingo y saber si estaba siendo sincera conmigo o no.

―Bueno, ¿y qué tal la semana pasada con Sara en Bilbao? ―le pregunté mientras cenábamos.

Javier sonrió y afirmó con la cabeza.

―Bien, bien…, mejor de lo que esperaba. ―Eso fue todo lo que me dijo.

Yo sabía que a él le encantaba recrearse con sus historias, por eso me sorprendió que no dijera nada más y enseguida cambió de tema. Aquel no era el momento adecuado y se lo reservó para mejor ocasión, que yo esperaba que fuera al día siguiente.

Y efectivamente así fue, con el trabajo completado y ya mucho más relajados bajamos a cenar con otra cara y después de llenar el estómago ni tan siquiera tuve que preguntarle, Javier me invitó a un copazo en el bar del hotel y yo, por supuesto, acepté. Tomamos asiento en unos sillones de época y Javier se puso bien cómodo.

―Bueno, pues no se ha dado nada mal ―afirmó Javier saboreando el primer trago de su cóctel―, uf, acabo de cumplir sesenta años y cada vez llevo peor lo de viajar cada semana, aunque sigo sintiendo esa satisfacción personal cuando acabamos el trabajo.
―Te entiendo perfectamente…
―Tú todavía eres joven, Pablo, si me aceptas el consejo, no te acomodes como hice yo, búscate otro puesto, hay muchas auditorías que necesitan directivos y estarían encantados de contar contigo…
―¿Tú crees?, no lo había pensado.
―Pues deberías, esto no es vida, tener que salir casi cada semana a auditar fuera se hace muy pesado.
―Yo de momento llevo bien lo de viajar y tal…, no es algo que me moleste.
―Hazme caso, Pablo.
―Son muchos años en esta compañía, aquí estoy muy a gusto, ya sabes el dicho, más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer…
―Puede ser…, menos mal que ahora tenemos un aliciente nuevo para viajar.
―¿Un aliciente?
―Sí, la de prácticas, ja, ja, ja.
―¿Sara?
―Claro, ¿quién va a ser?, contigo estoy muy a gusto y tal, pero reconozco que me pone salir a auditar con ella…
―No me digas que el otro día… No me lo puedo creer.
―Efectivamente, otra vez volvió a caer, ¿es que acaso lo dudabas? ―se vanaglorió pasándose la mano por el pelo y atusándoselo hasta el final, en un gesto suyo muy característico.

Sabía que lo que venía ahora me iba a doler y el estómago se me encogió en un puño, pero tenía que ser fuerte y aguantar la que se me venía encima. Conocía perfectamente a Javier y en cuanto vi la cara que puso, comprendí que no escatimaría en detalles. Quería contarme su viaje a Bilbao con Sara y revivirlo a través de las palabras.

Y después de otro trago y una pausa dramática, comenzó a hablar…
 
Capítulo 27



El lunes, después de dejar a las niñas en el cole, llegué a la oficina dispuesto a centrarme solamente en el trabajo, pero nada más aterrizar me encontré a Sara con unas botas altas por encima de las rodillas y una minifalda blanca hasta medio muslo, junto con una camiseta negra de manga larga muy ajustada con la que transparentaba el sujetador por debajo.

La muy cabrona me lo quería poner difícil y yo sabía que no me iba a poder olvidar de ella de un día para otro y menos teniéndola a mi lado cada mañana, y es que estaba demasiado encoñado con aquella chica que rebosaba morbo y sensualidad con el más mínimo gesto o movimiento que hacía.

―Buenos días ―me saludó tímida.
―Buenos días ―contesté de manera seca.

Aprovechando la ausencia de Javier, que todavía no había llegado, y viendo que yo no decía ya nada más y me puse al trabajo sin tan siquiera mirarla, Sara intentó entablar conversación conmigo.

―¿Es que no me piensas hablar en todo el día?
―Si no es por algo del trabajo, no…
―Pablo, ya sé que la he vuelto a fastidiar, pero no podemos seguir así, necesito hablar contigo, que estemos otra vez como antes, que me perdones…, que me dejes demostrarte que…

No pudo seguir hablando porque enseguida apareció Javier por la puerta. ¡Qué oportuno!, porque, siendo sincero, me estaba gustando lo que salía por boca de Sara. Me estaba diciendo que necesitaba hablar, que la perdonara, que quería que estuviéramos como antes.

―El miércoles tenemos auditoría en Barcelona, genial, ya tenemos los billetes de avión. ―Y me lanzó la documentación en la mesa―. Me bajo a tomar un café, que ni he desayunado, ahora nos ponemos con eso…

Lo que me faltaba, un viaje con Javier, los dos solos, para que me restregara lo que había pasado entre Sara y él en Bilbao. En ese momento no me apetecía y cuando me giré hacia Sara, para seguir hablando con ella, enseguida la reclamaron, pues ella también tenía auditoría con otro compañero.

―¿Bajamos luego a tomar un café y así podemos charlar? ―me preguntó.
―Está bien, a ver si tengo un rato y me puedo escapar.
―Seguro que sí ―afirmó pasándome la mano por el pelo―, tenemos que hablar urgentemente…

Estaba claro que Sara había venido decidida a desplegar todos sus encantos para volver a conquistarme, pero yo tenía que mantenerme firme. No quería que me hiciera daño y pasar por lo mismo que cuando me dejó mi ex, ese dolor en el estómago era la peor sensación del mundo y con Sara lo había sentido todavía con más intensidad.

Me había puesto los cuernos ni más ni menos que con Javier, y no solo eso, casi me había hecho más daño cuando me dijo que no me consideraba su novio, sino uno más de sus amigos con los que acostarse.

Sobre las diez y media apareció por el despacho, estaba trabajando mano a mano con Javier y Sara tocó en la puerta.

―Os veo muy concentrados, Pablo, ¿vamos a tomar un café?
―Eh, uf, tenemos mucho lío…
―Será algo rápido, de verdad…
―Venga, baja con ella, ya me ocupo yo de esto… ―dijo Javier para mi sorpresa.
―Uy, entonces, ahora sí que no tienes excusa ―bromeó Sara tirando de mi brazo―, que te ha dado permiso el jefe…

Me sentí como un pelele dejándome arrastrar por Sara y al final accedí a tomar ese café, pero cuando salimos del portal, ella giró en dirección contraria y me dijo que prefería que fuéramos a otra cafetería donde no hubiera ningún compañero, así podríamos conversar con más tranquilidad. Y yo de nuevo me dejé arrastrar por ella.

Pedimos dos cafés y tomamos asiento en la planta alta del local, alejados de posibles conocidos.

―Ayer pasé un día muy fastidiado, quise llamarte, pero no me atreví ―me confesó Sara.
―Tampoco fue uno de mis mejores días…
―Me imagino y quiero disculparme por todo, por lo que hice, por lo que dije, soy una idiota…
―Agradezco que te disculpes, Sara, es un gesto que te honra, pero vamos a ser sinceros, no sé lo que pretendes con esto…
―Quiero arreglarlo, de verdad. ―Y puso una mano sobre la mía―, deja que te compense por lo que pasó… y, sobre todo, quiero que lo intentemos, y ahora sí que en serio…
―Para mí era algo serio, muy serio, ¿o te crees que le voy presentando a cualquiera a mis hijas? Ya sé que para ti solo era… uno más con el que follar, pero…
―No digas eso, sabes que no es cierto…, estoy muy a gusto contigo, cada vez más… y me importas mucho, por eso estoy tan fastidiada, la he jodido bien…
―Pues sí, pero ya no podemos hacer nada, Sara. Es mejor que cada uno siga su camino, hasta aquí hemos llegado…
―Nooooo…, no me pienso dar por vencida… y ya sabes que soy muy cabezota cuando quiero algo.
―Eso es lo que te pasa, que no estás acostumbrada a que te digan que no…, pero no voy a dejar que me utilices, Sara, quiero que respetes mi opinión.
―La respetaría si viera que es sincera, pero no lo es, ¿o te crees que no lo veo en tu cara?, sigues sintiendo algo…, y yo también.
―Solo ha pasado un día, no me ha dado tiempo a…
―Me gustaría darte una explicación de lo que pasó ―dijo abriendo las manos hacia fuera―, aunque no la tengo… ―Y puso cara de no entender nada.
―¿Y esa es tu disculpa?, ¿que no sabes por qué has follado con Javier?
―Porque soy idiota, pero, aparte de eso, no encuentro ninguna lógica…
―Vale. Muy buena explicación. Entonces, todo olvidado, Sara. Ya me vuelvo mucho más contento al trabajo, estás perdonada.
―No seas tonto. Quiero que lo hablemos, que me perdones, pero de verdad y, sobre todo, que intentemos solucionarlo… para que no vuelva a pasar.
―Que no vuelva a pasar solo está en tu mano, lo tienes bien fácil… Es que, joder, Sara ―dije calentándome de repente―, me repatea que lo hagas con Javier…, es la mayor putada que podrías haberme hecho, si solo te importara un poquito…, jamás te habrías acostado con él…
―Claro que me importas, yo creo que es la primera vez que me estoy disculpando sinceramente con alguien porque quiero… que lo intentemos. Este finde quedamos y lo hablamos; aclaramos todo…
―No puedo, tengo a las niñas conmigo…
―Ah, no me acordaba, pues el domingo por la noche, cuando las lleves con tu ex, quedamos, vamos a cenar donde quieras y nos tomamos una copa…, y luego me llevas a tu casa… ¡y me follas!, ¿me has oído?, ¡¡quiero que me folles!! Vamos a pasar un día genial y el domingo será nuestra fecha, el día que empezamos a salir formalmente…, ¿no querías un aniversario?, pues el puto domingo 28 va a ser nuestra fecha de aniversario… después de que me folles unas cuantas veces…
―No, Sara…, ya no quiero.
―Vamos, Pablo, joder, no me lo pongas más difícil. Salimos a cenar y hablamos lo que tengamos que hablar, si después decides que pasas de mí, lo aceptaré y no te volveré a molestar, yo misma iré el lunes donde tenga que ir y les pediré que me cambien de despacho… y cuando nos crucemos por la oficina, te diré hola y adiós y no volverás a saber de mí…; pero dame ese día… y deja que lo arregle…
―Uf, no debería…
―Por favor, solo te pido este domingo… ―me pidió Sara acariciándome el dorso de la mano con los dedos.

Solo con ese pequeño roce ya se me puso dura, y en ese momento me fijé en cómo se le notaban los pechos bajo la camiseta y la miré detenidamente queriendo negarme, queriendo decirle que era una niñata.

¡Que era una jodida puta!

Agaché la cabeza sin poder mantener tan siquiera su mirada, que me intimidaba por su belleza, y susurré:

―Está bien, pero no me vas a hacer cambiar de opinión…
―Eso ya lo veremos ―afirmó decidida poniéndose de pie y girándose para coger el abrigo y a la vez plantarme su culazo delante de la cara.

Sabía jugar muy bien sus cartas y con ese cuerpazo siempre llevaba las de ganar.

―Te veo ahora en la auditoría, voy saliendo, así no nos ven llegar juntos… ―Y me dejó allí sin poder reaccionar y dándole vueltas a la conversación que acabábamos de tener.

Estuve torpe y distraído el resto de la mañana, e incluso Javier me preguntó un par de veces si me encontraba bien, pues no debía tener muy buena cara. El martes lo dejamos todo preparado para la auditoría de Barcelona, y apenas pude hablar con Sara, que tenía mucho curro, pues ella también salía de viaje el mismo día que nosotros.

El miércoles a primera hora, Javier y yo cogimos un avión rumbo a Barcelona. Aproveché el vuelo para pegarme una cabezadita, pues llevaba una semana muy intensa entre lo de Sara, la auditoría y el cuidado de las niñas, que había tenido que dejar en casa de mis padres la noche anterior.

Del aeropuerto fuimos directamente a la empresa a auditar y nos pusimos manos a la obra. La primera jornada fue maratoniana y salimos de allí con parte del trabajo hecho, pero todavía nos quedaba un segundo día de bastante curro.

En el hotel, después de una ducha rápida, bajamos a cenar y yo tenía que aprovechar ese viaje para conocer de primera mano lo que había pasado entre Javier y Sara. No es que tuviera muchas ganas de escuchar las bravuconadas de mi jefe y de saber con todo detalle cómo se había follado a la chica de la que estaba enamorado, pero era muy importante para mí contrastar su versión con la que me iba a dar Sara en la cena del domingo y saber si estaba siendo sincera conmigo o no.

―Bueno, ¿y qué tal la semana pasada con Sara en Bilbao? ―le pregunté mientras cenábamos.

Javier sonrió y afirmó con la cabeza.

―Bien, bien…, mejor de lo que esperaba. ―Eso fue todo lo que me dijo.

Yo sabía que a él le encantaba recrearse con sus historias, por eso me sorprendió que no dijera nada más y enseguida cambió de tema. Aquel no era el momento adecuado y se lo reservó para mejor ocasión, que yo esperaba que fuera al día siguiente.

Y efectivamente así fue, con el trabajo completado y ya mucho más relajados bajamos a cenar con otra cara y después de llenar el estómago ni tan siquiera tuve que preguntarle, Javier me invitó a un copazo en el bar del hotel y yo, por supuesto, acepté. Tomamos asiento en unos sillones de época y Javier se puso bien cómodo.

―Bueno, pues no se ha dado nada mal ―afirmó Javier saboreando el primer trago de su cóctel―, uf, acabo de cumplir sesenta años y cada vez llevo peor lo de viajar cada semana, aunque sigo sintiendo esa satisfacción personal cuando acabamos el trabajo.
―Te entiendo perfectamente…
―Tú todavía eres joven, Pablo, si me aceptas el consejo, no te acomodes como hice yo, búscate otro puesto, hay muchas auditorías que necesitan directivos y estarían encantados de contar contigo…
―¿Tú crees?, no lo había pensado.
―Pues deberías, esto no es vida, tener que salir casi cada semana a auditar fuera se hace muy pesado.
―Yo de momento llevo bien lo de viajar y tal…, no es algo que me moleste.
―Hazme caso, Pablo.
―Son muchos años en esta compañía, aquí estoy muy a gusto, ya sabes el dicho, más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer…
―Puede ser…, menos mal que ahora tenemos un aliciente nuevo para viajar.
―¿Un aliciente?
―Sí, la de prácticas, ja, ja, ja.
―¿Sara?
―Claro, ¿quién va a ser?, contigo estoy muy a gusto y tal, pero reconozco que me pone salir a auditar con ella…
―No me digas que el otro día… No me lo puedo creer.
―Efectivamente, otra vez volvió a caer, ¿es que acaso lo dudabas? ―se vanaglorió pasándose la mano por el pelo y atusándoselo hasta el final, en un gesto suyo muy característico.

Sabía que lo que venía ahora me iba a doler y el estómago se me encogió en un puño, pero tenía que ser fuerte y aguantar la que se me venía encima. Conocía perfectamente a Javier y en cuanto vi la cara que puso, comprendí que no escatimaría en detalles. Quería contarme su viaje a Bilbao con Sara y revivirlo a través de las palabras.

Y después de otro trago y una pausa dramática, comenzó a hablar…
Pablo, no espabilas, lo tuyo es tozudez y torpeza a partes iguales.... cuanta mas hostia llevas, mas pones la cara....
 
Capítulo 27



El lunes, después de dejar a las niñas en el cole, llegué a la oficina dispuesto a centrarme solamente en el trabajo, pero nada más aterrizar me encontré a Sara con unas botas altas por encima de las rodillas y una minifalda blanca hasta medio muslo, junto con una camiseta negra de manga larga muy ajustada con la que transparentaba el sujetador por debajo.

La muy cabrona me lo quería poner difícil y yo sabía que no me iba a poder olvidar de ella de un día para otro y menos teniéndola a mi lado cada mañana, y es que estaba demasiado encoñado con aquella chica que rebosaba morbo y sensualidad con el más mínimo gesto o movimiento que hacía.

―Buenos días ―me saludó tímida.
―Buenos días ―contesté de manera seca.

Aprovechando la ausencia de Javier, que todavía no había llegado, y viendo que yo no decía ya nada más y me puse al trabajo sin tan siquiera mirarla, Sara intentó entablar conversación conmigo.

―¿Es que no me piensas hablar en todo el día?
―Si no es por algo del trabajo, no…
―Pablo, ya sé que la he vuelto a fastidiar, pero no podemos seguir así, necesito hablar contigo, que estemos otra vez como antes, que me perdones…, que me dejes demostrarte que…

No pudo seguir hablando porque enseguida apareció Javier por la puerta. ¡Qué oportuno!, porque, siendo sincero, me estaba gustando lo que salía por boca de Sara. Me estaba diciendo que necesitaba hablar, que la perdonara, que quería que estuviéramos como antes.

―El miércoles tenemos auditoría en Barcelona, genial, ya tenemos los billetes de avión. ―Y me lanzó la documentación en la mesa―. Me bajo a tomar un café, que ni he desayunado, ahora nos ponemos con eso…

Lo que me faltaba, un viaje con Javier, los dos solos, para que me restregara lo que había pasado entre Sara y él en Bilbao. En ese momento no me apetecía y cuando me giré hacia Sara, para seguir hablando con ella, enseguida la reclamaron, pues ella también tenía auditoría con otro compañero.

―¿Bajamos luego a tomar un café y así podemos charlar? ―me preguntó.
―Está bien, a ver si tengo un rato y me puedo escapar.
―Seguro que sí ―afirmó pasándome la mano por el pelo―, tenemos que hablar urgentemente…

Estaba claro que Sara había venido decidida a desplegar todos sus encantos para volver a conquistarme, pero yo tenía que mantenerme firme. No quería que me hiciera daño y pasar por lo mismo que cuando me dejó mi ex, ese dolor en el estómago era la peor sensación del mundo y con Sara lo había sentido todavía con más intensidad.

Me había puesto los cuernos ni más ni menos que con Javier, y no solo eso, casi me había hecho más daño cuando me dijo que no me consideraba su novio, sino uno más de sus amigos con los que acostarse.

Sobre las diez y media apareció por el despacho, estaba trabajando mano a mano con Javier y Sara tocó en la puerta.

―Os veo muy concentrados, Pablo, ¿vamos a tomar un café?
―Eh, uf, tenemos mucho lío…
―Será algo rápido, de verdad…
―Venga, baja con ella, ya me ocupo yo de esto… ―dijo Javier para mi sorpresa.
―Uy, entonces, ahora sí que no tienes excusa ―bromeó Sara tirando de mi brazo―, que te ha dado permiso el jefe…

Me sentí como un pelele dejándome arrastrar por Sara y al final accedí a tomar ese café, pero cuando salimos del portal, ella giró en dirección contraria y me dijo que prefería que fuéramos a otra cafetería donde no hubiera ningún compañero, así podríamos conversar con más tranquilidad. Y yo de nuevo me dejé arrastrar por ella.

Pedimos dos cafés y tomamos asiento en la planta alta del local, alejados de posibles conocidos.

―Ayer pasé un día muy fastidiado, quise llamarte, pero no me atreví ―me confesó Sara.
―Tampoco fue uno de mis mejores días…
―Me imagino y quiero disculparme por todo, por lo que hice, por lo que dije, soy una idiota…
―Agradezco que te disculpes, Sara, es un gesto que te honra, pero vamos a ser sinceros, no sé lo que pretendes con esto…
―Quiero arreglarlo, de verdad. ―Y puso una mano sobre la mía―, deja que te compense por lo que pasó… y, sobre todo, quiero que lo intentemos, y ahora sí que en serio…
―Para mí era algo serio, muy serio, ¿o te crees que le voy presentando a cualquiera a mis hijas? Ya sé que para ti solo era… uno más con el que follar, pero…
―No digas eso, sabes que no es cierto…, estoy muy a gusto contigo, cada vez más… y me importas mucho, por eso estoy tan fastidiada, la he jodido bien…
―Pues sí, pero ya no podemos hacer nada, Sara. Es mejor que cada uno siga su camino, hasta aquí hemos llegado…
―Nooooo…, no me pienso dar por vencida… y ya sabes que soy muy cabezota cuando quiero algo.
―Eso es lo que te pasa, que no estás acostumbrada a que te digan que no…, pero no voy a dejar que me utilices, Sara, quiero que respetes mi opinión.
―La respetaría si viera que es sincera, pero no lo es, ¿o te crees que no lo veo en tu cara?, sigues sintiendo algo…, y yo también.
―Solo ha pasado un día, no me ha dado tiempo a…
―Me gustaría darte una explicación de lo que pasó ―dijo abriendo las manos hacia fuera―, aunque no la tengo… ―Y puso cara de no entender nada.
―¿Y esa es tu disculpa?, ¿que no sabes por qué has follado con Javier?
―Porque soy idiota, pero, aparte de eso, no encuentro ninguna lógica…
―Vale. Muy buena explicación. Entonces, todo olvidado, Sara. Ya me vuelvo mucho más contento al trabajo, estás perdonada.
―No seas tonto. Quiero que lo hablemos, que me perdones, pero de verdad y, sobre todo, que intentemos solucionarlo… para que no vuelva a pasar.
―Que no vuelva a pasar solo está en tu mano, lo tienes bien fácil… Es que, joder, Sara ―dije calentándome de repente―, me repatea que lo hagas con Javier…, es la mayor putada que podrías haberme hecho, si solo te importara un poquito…, jamás te habrías acostado con él…
―Claro que me importas, yo creo que es la primera vez que me estoy disculpando sinceramente con alguien porque quiero… que lo intentemos. Este finde quedamos y lo hablamos; aclaramos todo…
―No puedo, tengo a las niñas conmigo…
―Ah, no me acordaba, pues el domingo por la noche, cuando las lleves con tu ex, quedamos, vamos a cenar donde quieras y nos tomamos una copa…, y luego me llevas a tu casa… ¡y me follas!, ¿me has oído?, ¡¡quiero que me folles!! Vamos a pasar un día genial y el domingo será nuestra fecha, el día que empezamos a salir formalmente…, ¿no querías un aniversario?, pues el puto domingo 28 va a ser nuestra fecha de aniversario… después de que me folles unas cuantas veces…
―No, Sara…, ya no quiero.
―Vamos, Pablo, joder, no me lo pongas más difícil. Salimos a cenar y hablamos lo que tengamos que hablar, si después decides que pasas de mí, lo aceptaré y no te volveré a molestar, yo misma iré el lunes donde tenga que ir y les pediré que me cambien de despacho… y cuando nos crucemos por la oficina, te diré hola y adiós y no volverás a saber de mí…; pero dame ese día… y deja que lo arregle…
―Uf, no debería…
―Por favor, solo te pido este domingo… ―me pidió Sara acariciándome el dorso de la mano con los dedos.

Solo con ese pequeño roce ya se me puso dura, y en ese momento me fijé en cómo se le notaban los pechos bajo la camiseta y la miré detenidamente queriendo negarme, queriendo decirle que era una niñata.

¡Que era una jodida puta!

Agaché la cabeza sin poder mantener tan siquiera su mirada, que me intimidaba por su belleza, y susurré:

―Está bien, pero no me vas a hacer cambiar de opinión…
―Eso ya lo veremos ―afirmó decidida poniéndose de pie y girándose para coger el abrigo y a la vez plantarme su culazo delante de la cara.

Sabía jugar muy bien sus cartas y con ese cuerpazo siempre llevaba las de ganar.

―Te veo ahora en la auditoría, voy saliendo, así no nos ven llegar juntos… ―Y me dejó allí sin poder reaccionar y dándole vueltas a la conversación que acabábamos de tener.

Estuve torpe y distraído el resto de la mañana, e incluso Javier me preguntó un par de veces si me encontraba bien, pues no debía tener muy buena cara. El martes lo dejamos todo preparado para la auditoría de Barcelona, y apenas pude hablar con Sara, que tenía mucho curro, pues ella también salía de viaje el mismo día que nosotros.

El miércoles a primera hora, Javier y yo cogimos un avión rumbo a Barcelona. Aproveché el vuelo para pegarme una cabezadita, pues llevaba una semana muy intensa entre lo de Sara, la auditoría y el cuidado de las niñas, que había tenido que dejar en casa de mis padres la noche anterior.

Del aeropuerto fuimos directamente a la empresa a auditar y nos pusimos manos a la obra. La primera jornada fue maratoniana y salimos de allí con parte del trabajo hecho, pero todavía nos quedaba un segundo día de bastante curro.

En el hotel, después de una ducha rápida, bajamos a cenar y yo tenía que aprovechar ese viaje para conocer de primera mano lo que había pasado entre Javier y Sara. No es que tuviera muchas ganas de escuchar las bravuconadas de mi jefe y de saber con todo detalle cómo se había follado a la chica de la que estaba enamorado, pero era muy importante para mí contrastar su versión con la que me iba a dar Sara en la cena del domingo y saber si estaba siendo sincera conmigo o no.

―Bueno, ¿y qué tal la semana pasada con Sara en Bilbao? ―le pregunté mientras cenábamos.

Javier sonrió y afirmó con la cabeza.

―Bien, bien…, mejor de lo que esperaba. ―Eso fue todo lo que me dijo.

Yo sabía que a él le encantaba recrearse con sus historias, por eso me sorprendió que no dijera nada más y enseguida cambió de tema. Aquel no era el momento adecuado y se lo reservó para mejor ocasión, que yo esperaba que fuera al día siguiente.

Y efectivamente así fue, con el trabajo completado y ya mucho más relajados bajamos a cenar con otra cara y después de llenar el estómago ni tan siquiera tuve que preguntarle, Javier me invitó a un copazo en el bar del hotel y yo, por supuesto, acepté. Tomamos asiento en unos sillones de época y Javier se puso bien cómodo.

―Bueno, pues no se ha dado nada mal ―afirmó Javier saboreando el primer trago de su cóctel―, uf, acabo de cumplir sesenta años y cada vez llevo peor lo de viajar cada semana, aunque sigo sintiendo esa satisfacción personal cuando acabamos el trabajo.
―Te entiendo perfectamente…
―Tú todavía eres joven, Pablo, si me aceptas el consejo, no te acomodes como hice yo, búscate otro puesto, hay muchas auditorías que necesitan directivos y estarían encantados de contar contigo…
―¿Tú crees?, no lo había pensado.
―Pues deberías, esto no es vida, tener que salir casi cada semana a auditar fuera se hace muy pesado.
―Yo de momento llevo bien lo de viajar y tal…, no es algo que me moleste.
―Hazme caso, Pablo.
―Son muchos años en esta compañía, aquí estoy muy a gusto, ya sabes el dicho, más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer…
―Puede ser…, menos mal que ahora tenemos un aliciente nuevo para viajar.
―¿Un aliciente?
―Sí, la de prácticas, ja, ja, ja.
―¿Sara?
―Claro, ¿quién va a ser?, contigo estoy muy a gusto y tal, pero reconozco que me pone salir a auditar con ella…
―No me digas que el otro día… No me lo puedo creer.
―Efectivamente, otra vez volvió a caer, ¿es que acaso lo dudabas? ―se vanaglorió pasándose la mano por el pelo y atusándoselo hasta el final, en un gesto suyo muy característico.

Sabía que lo que venía ahora me iba a doler y el estómago se me encogió en un puño, pero tenía que ser fuerte y aguantar la que se me venía encima. Conocía perfectamente a Javier y en cuanto vi la cara que puso, comprendí que no escatimaría en detalles. Quería contarme su viaje a Bilbao con Sara y revivirlo a través de las palabras.

Y después de otro trago y una pausa dramática, comenzó a hablar…
Gracias David por una entrega más... A la expectativa de la cena de Pablo y Sara, espero se mantenga firme en su decision de no regresar con ella 😃
 
Sara sabe que botones presionar en Pablo, ni un día ha pasado para sacarle otra cita.

Dudo de su sinceridad, hay años luz de distancia entre su intimidad con Pablo y el sexo que acostumbra con otros, sobre todo Javier.

No es muy comprensible esa "necesidad" que dice tener de que Pablo la folle, sospecho alguna morbosa jugarreta.

A todas luces Pablo caerá nuevamente, volverá a caer entre sus piernas y seguirá comiéndose las corridas de su jefe.
 
Que buen capítulo. Sin quererlo Javier le ha abierto la posibilidad de buscarse otro trabajo con más aspiraciones. Si a edo le añadimos lo que le va a contar del polvo con Sara, más la cena del sábado me da a mi que Pablo va a poner tierra de por medio para alejarse de esos dos cambiando de trabajo.
 
Sara sabe que botones presionar en Pablo, ni un día ha pasado para sacarle otra cita.

Dudo de su sinceridad, hay años luz de distancia entre su intimidad con Pablo y el sexo que acostumbra con otros, sobre todo Javier.

No es muy comprensible esa "necesidad" que dice tener de que Pablo la folle, sospecho alguna morbosa jugarreta.

A todas luces Pablo caerá nuevamente, volverá a caer entre sus piernas y seguirá comiéndose las corridas de su jefe.
Pero eso le hace a Sara una mala persona creo o no? A ver que ella no ha dado señales de estar interesada en lo económico por Pablo ni tampoco ha sido la primera en dar los primeros pasos para iniciar una relacion entre ellos, siempre los ha dado Pablo. Pero entonces que busca Sara en su "reconciliación" con Pablo, hacerle sufrir por puro morbo aunque Pablo se preste a ello de forma inintencional😃
 
Atrás
Top Abajo