Capítulo 766
Todos nos quedamos mirándolos, sobre todo a Irene, quien fue la que dijo esas palabras. Nadie dijo nada más, terminando ellos de ponerse su abrigo, los cuales dejaron en la misma habitación en la que habíamos cenado y en donde nos encontrábamos y se fueron después de dar una vez más las gracias.
A mí no me miraron, aunque no es algo qué hicieran con nadie en especial. Sofía era una de más impactadas, teniendo cara de no dar crédito a lo que había oído, saliendo detrás de ellos una vez pudo reaccionar y se empezaron a ir para salir de la casa. Los demás nos quedamos en silencio, escuchándose solo la televisión y a la madre de Ángela hablar de fondo, porque aún lo hacía.
Ángela tenía una cara que me llegaba a preocupar un poco, porque la conocía bastante bien y sabía que su enfado era legítimo. Cuando la veías sería, sin mucha más expresión, pero con sus fosas nasales abriéndose y cerrándose, mala señal. Y en esta ocasión estaba así.
Lucía seguía con cara de flipar un poco, aunque mantenía su copa de champán pegada a su boca para taparse la cara y disimular un poco. Y yo, pues yo estaba que no terminaba de reaccionar. Era hasta raro, porque no sentía nada especial como cabría esperar, sobre todo después de ver cómo me puse cuando vi a Elena en persona después de tanto tiempo.
Más tarde empezaría a asimilarlo y ya sí que cambiaría mi estado de ánimo, pero por lo pronto estaba como si tal cosa. Sofía volvió enseguida, con una cara rara de ver en ella, porque transmitía desconcierto y confusión. Ella vino hacia mí para sentarse a mi lado y poner su mano en mi espalda para frotarla un poco.
Ya volvería con su novio una vez la madre de Ángela volvió, preguntando dónde estaban Irene y Mario. La misma Sofía fue la que se encargó de decir que se habían tenido que ir, lamentándose ella mientras su hija salía de la sala en la que estábamos.
No tardó mucho en irse, porque se fue con algunos miembros de su familia para celebrar un poco el Año Nuevo, como ya nos había dicho. Se despidió de todos nosotros y nos dijo que lo pasáramos bien, además de que tuviéramos cuidado y no nos volviéramos locos, aunque lo hacía de una manera muy amable y cercana.
Lucía se quedó un rato más, observándonos a todos sin moverse mucho, permaneciendo sentada con su copa de champán, la cual rellenaba de vez en cuando, aunque no muchas veces. Sofía se volvió a sentar a mi lado para decirme que no pasaba nada, que ya hablaría ella con Irene, pero que no tenía ni idea de aquello.
Aquí fue cuando empecé a procesar lo que había pasado y lo que había dicho Irene, aunque no dejé a mi amiga con la palabra en la boca, diciéndole que no se preocupara, que era obvio que no lo sabía por la reacción que había tenido.
Me explicó que había intentado pedirle explicaciones, pero que no quiso dárselas. Charlando un poco en voz baja me confesó que no hablaban tanto como antes a raíz de lo que había pasado conmigo.
A pesar del enfado que tuvimos ella y yo, Sofía estaba bastante de mi parte cada vez que ella e Irene hablaban del tema. Aunque Irene no quería hacerlo mucho en realidad, pero Sofía le sacaba bastante el tema con la intención de arreglar nuestra amistad.
Al final, Irene fue dejando de llamarla para quedar, creyendo ella que era por eso, llegando hasta tal punto como para ponerse en contacto con Elena sin que se lo comentara ni nada. Sofía me pasó un brazo por los hombros, diciéndome que ahora entendía cómo me sentí cuando vi aquella foto, pidiéndome perdón por aquello, aunque ella no quería que me enterara así.
Le di un abrazo y fui a ver dónde estaba Ángela, y también para hablar con ella, porque sabía que estaba muy enfadada. Aunque por el camino me interceptó Lucía, preguntándome qué estaba pasando. Le dije que no era el mejor momento para explicarle todo lo que estaba pasando, aunque me dijo que podía intuir lo que pasaba al ver el plan en el que habían venido Irene y Mario.
Me acompañó a buscar a su hermana, dando nosotros con ella en su habitación. Ella le dijo que se iba a ir, porque había quedado con unas amigas suyas, cosa que también sabíamos. Mi amiga le dijo que estaba bien, que tuviera cuidado y que no volviera muy tarde.
Lucía, lejos del comportamiento que solía tener con su hermana a solas, afirmó de manera mansa y nos deseó que tuviéramos buena noche nosotros también, marchándose a su habitación, que estaba justo al lado, para coger algo y marcharse, pudiendo oír nosotros desde allí cómo se despedía de Sofía y de Hugo para irse.
Me quedé echado en el marco de la puerta, estando Ángela sentada en la silla de su escritorio, aunque en lugar de estar frente a él, estaba frente a la ventana, dando la espalda a la puerta. Le pregunté si se iba a quedar ahí toda la noche, levantándose ella para venir hacia mí y darme un fuerte abrazo, dándome cuenta de que estaba a punto de llorar.
Pensaba que iba a estar enfadada sin más, pero ahora veía que toda la situación que se había montado le dolía. Por eso mantuve ese abrazo durante unos momentos, diciéndole que no se preocupara, que no pasaba nada. Ella se apartó de mí unos instantes después con una cara de pena que era muy tierna y que hacía que toda la inocencia que tenía su cara por naturaleza le volviera a pesar del marcado maquillaje que llevaba.
Me dijo que lo sentía mucho, pero no la dejé continuar, porque me salió de dentro darle un beso, el cual no pudo ser tan tierno como su carita, pero le puse mucho cariño, dejándose ella llevar. Tras ese beso que nos dimos con mucho cariño, nos volvimos a abrazar, quedándonos así durante un buen rato hasta que ella se pudo tranquilizar un poco en lo que yo le acariciaba la espalda, le besaba en la cabeza y le decía que no tenía por qué ponerse así.
-Lo siento, Javi... -decía a punto de llorar otra vez- Yo solo quería... Quería arreglar lo vuestro, no que fuera a peor.
-Pero Ángela... ¿Tú me ves enfadado o algo?
-No...
-Pues ya está. No te pongas así tú tampoco, porque no hace falta.
-Estoy muy enfadada con Irene.
-Ya. Lo sé.
-Verás tú cuando la pille...
-No ha falta que hables con ella.
-Sí que hace falta. Es que no sé de qué va, joder. La invito a mi casa y se comporta de esa manera, encima diciendo eso justo antes de irse. Es mala, va a hacer daño.
-Bueno, ya está. No merece la pena pensar en eso más. Anda, vamos con Sofía y Hugo.
-Espera, necesito retocarme el maquillaje.
Ángela pasó por el baño mientras que yo regresé con ellos. Sofía me preguntó cómo había ido la cosa, encogiéndome yo de hombros para decirle después que Ángela estaba enfadada y que también estaba triste. Sofía no paraba de negar con la cabeza, quedando con la mirada perdida. Hugo le decía cosas y le tranquilizaba, agarrando su mano para entrelazar sus dedos y que viera así que tenía su apoyo.
Ángela no tardó en volver, levantando Sofía su cabeza para mirarla. Ambas parecieron hablar telepáticamente por la mirada que se echaron. Sofía, siendo tan cercana como siempre, se levantó y fue hasta donde estaba Ángela, tirando de ella para levantarla y darle un buen abrazo. Era reconfortante ver cómo se lo daban, sentándose después ambas, aunque no tardamos en recoger lo poco que había que recoger para repartirnos por el gran sofá que tenían en el salón.
Las chicas estuvieron comentando lo ocurrido, no terminándose de creer la actitud de Irene al decir aquello, notándose que iba a hacer daño. Tampoco pasó desapercibida la pasividad de Mario. La palabra que mejor define lo que ambas sentían era decepción.
Yo tuve unos momentos para analizar la situación, dándome cuenta de que también me dolía y de que sentía algo parecido a ellas. Irene estaba ya pasándose bastante de la raya con sus actos, porque era evidente que iba a hacer daño, siendo aparentemente incapaz de medir la fuerza con la que lo hacía para enfadar de esa manera a Ángela, llegando hasta provocar su llanto.
Las dos querían hablar con ella, pero tendría que ser en otro momento obviamente, porque ahora estaban en caliente y tampoco es que les fuera a hacer mucho caso Irene al haberse ido y estando seguramente de fiesta. Yo solo pensaba en qué harían ellos tres al verse y cómo habían contactado y demás.
No paraba de imaginarme cómo había sido el reencuentro entre ellos, lo que habrían hablado, cómo les habría contado ella que ahora tenía un bebé... Fue toda una suerte que Hugo tomara la iniciativa de cambiar el chip y animarnos a dejar de pensar en ello, poniendo algo de música para que bailáramos un poco.
Lo consiguió de hecho, pero ni de lejos como debería ser en una ocasión como esa. Me gustó mucho la cercanía con la que lo hizo y lo que expresaba cómo le preocupábamos. Veía en él unas miradas hacía Sofía que me recordaban a mí mismo hacía más de un año atrás. Hasta les miraba con nostalgia.
Ángela estaba muy pendiente de mí todo el tiempo, mirándome mucho y devolviéndole yo la mirada con media sonrisa para que no se preocupara mucho. Comentó que estar así era un fastidio y se disculpó con Sofía y Hugo por haberles jodido una Nochevieja, pudiendo haberla pasado con la familia y luego de fiesta.
Aunque no iba a ser tampoco tan así. En lo de la familia sí que tenían pensado pasarla con la de Hugo, pero lo de la fiesta estaba bastante descartado. Sofía nos explicó que debido al problemilla de Hugo, evitaban mucho salir de fiesta, porque una amiga suya psicóloga les recomendó evitar ambientes de fiesta, ya que el consumo de sustancias estaba muy ligado a ese momento.
De la misma manera, les recomendó hacer algo con su trabajo, ya que era el principal motivo del uso de esa droga de la que estaba enganchado, ya fuera reducir su jornada laboral o buscar otro empleo directamente. Y por lo que podíamos ver se lo estaban tomando en serio. Hugo se abrió bastante con nosotros, comentándonos que había veces que lo pasaba realmente mal, pero que Sofía siempre estaba con él en esos momentos, apoyándole.
Le daba las gracias por tener tanta paciencia con él. Se me vino a la cabeza el tema de los celos, pero si no salían mucho de casa, no tendría por qué haber habido muchos problemas por esa parte.
Estuvimos charlando de otras cosas, estando el ambiente cada vez más relajado mientras nos tomábamos algo, aunque Hugo no quiso beber nada de alcohol, al igual que Ángela, quien nunca lo hacía. Sofía y yo sí que tomamos algo para la ocasión y también bailamos. Estábamos todos muy guapos como para estar todo el tiempo sentados.
Pero al final acabamos dando por terminada la noche no muchos minutos pasadas las 3 de la mañana. Lo habíamos pasado bien en realidad dentro de lo que cabía con lo que acababa de pasar, pero se acabaron marchando.
Mientras las chicas se daban un abrazo para despedirse y decirse algo referente a lo que había pasado anteriormente esa noche, Hugo me dijo que Ángela le había caído muy bien y que nos veía muy bien juntos, pensando que hacíamos buena pareja. Ángela y yo nos fuimos a su habitación para cambiarnos una vez se fueron ambos y poder irnos así a dormir, porque no había ganas de hacer otra cosa.