La tentación de Sara

Hay algo que olvidamos, o al menos creo. Sara no sabe que Javier le cuenta a Pablo lo que hicieron, ella actúa normal con Pablo como si no hubiera hecho nada, entonces creo que aquí quien debería tener el sartén por el mango el Pablo, conocedor de todo, debería aprovechar y mover bien sus fichas, ya sea para cumplir sus fantasías, y de paso quitarse a Sara de en medio
 
Hay algo que olvidamos, o al menos creo. Sara no sabe que Javier le cuenta a Pablo lo que hicieron, ella actúa normal con Pablo como si no hubiera hecho nada, entonces creo que aquí quien debería tener el sartén por el mango el Pablo, conocedor de todo, debería aprovechar y mover bien sus fichas, ya sea para cumplir sus fantasías, y de paso quitarse a Sara de en medio


De momento (que nosotros sepamos) Sara desconoce que Javier ha puesto al día a Pablo en el tema del crecimiento de sus cuernos, que van camino de ser ya casi de alce.

Quitarsela de encima debiera ser su objetivo final, pero como primer objetivo disfrutarla del mismo modo que Javier y otros que la han follado, aunque bueno, ya sabemos que además de un excelente y gran cornupeta, es un pobre pagafantas.

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Definitivamente, después del capítulo de hoy en la otra orilla, Pablo se merece todo lo que le están haciendo. Imbécil es poco.

Y lo que se viene madre mía... no me lo imaginaba. No sé si voy a tener estómago para leerlo.
 
Definitivamente, después del capítulo de hoy en la otra orilla, Pablo se merece todo lo que le están haciendo. Imbécil es poco.

Y lo que se viene madre mía... no me lo imaginaba. No sé si voy a tener estómago para leerlo.
Lo he leído...☹️:mad:
 
De momento (que nosotros sepamos) Sara desconoce que Javier ha puesto al día a Pablo en el tema del crecimiento de sus cuernos, que van camino de ser ya casi de alce.

Quitarsela de encima debiera ser su objetivo final, pero como primer objetivo disfrutarla del mismo modo que Javier y otros que la han follado, aunque bueno, ya sabemos que además de un excelente y gran cornupeta, es un pobre pagafantas.

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Ya pero lo que tú dices, Pablo no es capaz de hacerlo. Su forma de ser no sería capaz de hacerlo. Y Sara sabe que no es capaz con lo que no le creería. Sara es experta. Sabe que Javier es un cabron que la somete. Y sabe que Pablo hace otras cosas pero es incapaz de someterla. Con lo que ella nunca se dejaría por Pablo.
 
Capítulo 38




El fin de semana se me hizo muy pesado, la resaca del jueves la arrastré unos cuantos días y, aunque tenía a las niñas en casa, no me apetecía hacer ningún plan con ellas. El sábado por la tarde saqué fuerzas de flaqueza y estuvimos dando una vuelta por el centro comercial y el domingo salimos por la plaza mayor.

Se acercaba el momento de la verdad, Sara regresaba en unas horas de sus vacaciones en San Sebastián y a última hora de la tarde me había prometido pasar por casa para verme. Estaba nerviosísimo, y todavía me puse más cuando dejé a las niñas con mi ex y me quedé solo.

El corazón me bombeaba a toda velocidad, no sabía cómo afrontar esta situación, que era nueva para mí. Aquella noche tenía que cortar con Sara y sacarla de mi vida para siempre. Quería que me diera asco, no sentir nada cuando la tuviera delante, indiferencia absoluta, y, por suerte para mí, iba a cambiar de trabajo y ya no tendría que verla nunca más, me había puesto los cuernos de la manera más indecente posible, encima con Javier, otra vez, y ahora quería que me lo confesara.

Que fuera sincera.

No sabía cómo abordar el tema cuando Sara llegara a casa, porque lo que yo conocía era por boca de Javier, y suponía que era todo cierto, pues él no solía mentir con estas cosas, pero ¿y si se lo había inventado?, siempre cabía esa pequeña posibilidad, que lo que me hubiera contado Javier no fuera más que una fanfarronada por su parte, celoso como un niño pequeño porque yo le pasé por la cara que me cambiaba de trabajo y me habían contratado los de JTL Internacional.

Sobre las nueve de la noche, Sara llamó al timbre del portal y todavía me puse más nervioso. Dejé la puerta abierta y la esperé sentado en el sofá del salón. Sara cerró, arrastrando una pequeña maleta, y se presentó delante de mí.

Aunque fuera de sport, estaba increíble, con una minifalda vaquera con flecos, zapatillas blancas, una sudadera gris deportiva y el pelo recogido en una coleta.

―Pero bueno, ¿qué recibimiento es este?, una semana sin vernos y te quedas aquí… ―me recriminó en tono de broma.

Luego se dejó caer en el sofá a mi lado y me miró extrañada.

―¿Estás bien?
―Sí…
―Pues te noto muy raro…, ¿pasa algo?, ¿las niñas están bien?, me estás asustando…

Yo era muy malo disimulando y, si no se me ocurría qué decir, en breves segundos me iba a derrumbar por completo. Sara me miraba impaciente, con el ceño fruncido, y solté lo primero que se me pasó por la cabeza.

―Esta semana me han llamado los de JTL y me han ofrecido el puesto de auditor interno… y he aceptado…
―¿En serio?, ¡¡pero eso son muy buenas noticias!!, ¡vaya susto que me habías dado!, ¿y cuándo empiezas con ellos?
―Mañana lo comunicaré en el trabajo y cuanto antes, mejor…
―¡Jo, qué bueno!, ¡es una de las mejores auditoras de España! Y seguro que te han ofrecido un sueldazo…
―Sí, no está nada mal…
―¡Qué guay!, me alegro mucho por ti, Pablo, te lo mereces, eres un profesional excelente…
―Sí, gracias, y…, ¿tú qué tal por San Sebastián? ―pregunté cambiando de tema.
―Bien, como siempre, mucha fiesta y tal, vengo muy cansada, pero con ganitas de verte… ―Y pasó una pierna por encima de mis muslos―. Y tú, ¿me has echado de menos? ―dijo poniendo pucheritos como si fuera una niña pequeña.

Yo pensé que tendría cargo de conciencia por lo que había hecho y que ella misma me acabaría confesando su infidelidad, pero al parecer no tenía mucha intención de hacerlo. Recuerdo que me lo prometió claramente cuando le perdoné su primer affaire; si volvía a meter la pata, sería ella la que se quitaría del medio y no me molestaría nunca más.

Con esas palabras textuales.

Pero cuando se inclinó sobre mí y comenzó a darme besitos por el cuello, estaba claro que no iba a cumplir su palabra. Yo no me resistí y dejé que ella me comiera esa parte tan sensible y luego besuqueara mi oreja, acto seguido se quitó la sudadera y la camiseta y se quedó tan solo en sujetador, luego pasó una pierna sobre mí regazo, se sentó encima de mí y comenzó a desabrocharme el pantalón.

―¡Sara! ―gimoteé, no sé muy bien si para que se detuviera o siguiera adelante.
―¿Qué pasa?, ¿es que no tienes ganas de follarme?

Eso no es lo que tenía planeado, en mi cabeza aquella tarde íbamos a tener una gran bronca y todo terminaría de manera muy violenta entre nosotros. Sería el final de la relación. Quería que ella se llevara todas las cosas que tenía en mi casa, la ropa, el pijama, sus perfumes, sus botes de gel y champú, sus cepillos de dientes y que no me volviera a llamar en la vida ni se acercara a mis hijas nunca más.

Sara no se merecía otra cosa.

Y, sin embargo, allí estaba, dejando que me sacara la polla del pantalón, y en unos segundos ya me había puesto un preservativo que cogió del bolso. Se apartó el tanguita, se dejó caer sobre mí y la penetré con mucha facilidad.

Mientras me cabalgaba, se soltó el sujetador y me restregó las tetas por la cara, moviéndose con un ronroneo demasiado exagerado.

―¡Mmmmm!, ¡cómo me apetecía esto! Vamos, fóllame, Pablo…

Yo abrí la boca y atrapé unos de sus pechos. En ese momento ya estaba demasiado excitado como para detenerme y en mi cabeza solo podía pensar que era la última vez que me iba a follar a Sara.

¡Era nuestro último polvo!

Y lo quise disfrutar como se merecía, posiblemente en la vida iba a volver a estar con una diosa como Sara, con ese cuerpo tan voluptuoso y perfecto. Apreté con fuerza sus glúteos y dejé que me follara, degustando un pecho y luego el otro, subiendo las manos para amasar esas tetazas que no podían ser más deliciosas.

En el fondo me sentí como un idiota, dejando que Sara me follara, sabiendo lo que me había hecho la semana pasada con Javier y no pensé que fuera capaz de hacerlo, pero a pesar de lo mal que me encontraba mi polla reaccionó como no me esperaba y se me puso realmente dura.

Quise que aquello durara lo máximo posible. Mientras follábamos, solo podía pensar en que jamás volvería a tener la polla metida en ese coño depilado tan exquisito, aunque Sara no me lo puso fácil y cuando incrementó la velocidad de su cabalgada, supe que me iba a correr irremediablemente.

Ella era la que marcaba el ritmo y decidía cuándo empezábamos y cuándo terminábamos. Jugaba conmigo a su antojo y hacía que me corriera cuando le daba la gana.

―Aaaaah, aaaaaah, qué rico… ¿Vas a correrte ya? ―suspiró rebotando el culo contra mis muslos.
―Aaaaah, aaaaah, Sara, Sara…
―Shhh, no pasa nada, vamos, déjalo salir, déjalo salir, muy biennnn…

Y con uno de sus pechos llenando mi boca me corrí dentro de ella en apenas cinco minutos.

―Mmmm, me encanta cuando estás así de cachondo y te corres tan rápido... ―dijo agachándose para darme un beso en la boca.

Me sentí ridículo con el polvo que acabábamos de echar y más después de saber cómo se comportaba con Javier. Conmigo no eran tan lasciva ni soez como con él, no me permitía probar todas esas cosas tan obscenas que hacía con el jefe. A mí se me ponía encima, me colocaba un condón y en unos minutos ya había terminado conmigo.

Aquel día no sé si disfrutó mínimamente, pues ni tan siquiera se le pusieron duros los pezones, que era algo muy característico en ella. Con celeridad recogió el sujetador, que estaba tirado en el suelo, y se lo colocó en unos segundos. Luego se recompuso la falda, terminó de vestirse y se despidió de mí.

―Me encantaría quedarme a cenar, pero tengo muchas ganas de llegar a casa, darme una buena ducha caliente y pillar la cama, estoy agotada… No te importa, ¿verdad?
―Eh, no, claro ―dije de manera patética, todavía sentado en el sofá, con los pantalones a medio bajar, la polla flácida y todavía envuelta en el preservativo.

Sara se acercó con la maleta y se inclinó para darme un beso en la boca. Luego bajó la mano y me acarició los huevos, que estaban muy sensibles y pegué un leve respingo, pues no me lo esperaba.

―Tranquilo, nene…, esta semana tenemos que recuperar el tiempo perdido, eh… Bueno, Pablo…, mañana nos vemos en el trabajo y ya me cuentas bien lo de la oferta esa, buenas noches. ―Y me soltó otro pico antes de darse la vuelta e irse por donde había venido.

Apenas había estado en mi casa treinta minutos y yo no había sido capaz de decirle ni una sola palabra. Solo había dejado que me follara.

No podía ser más flojo y patético. Me acababa de comportar como un jodido cornudo.

Tenía que zanjar aquella situación cuanto antes, o la bola de nieve seguiría creciendo. Mi relación con Sara estaba acabada, sabiendo lo que había hecho con Javier. Tenía que echarle dos huevos y cortar de raíz con ella.

Aquel comportamiento me avergonzaba a mí mismo y ya no me apetecía seguir compartiendo mi vida con esa mujer, eso lo tenía claro. Y es que además, también tenía que pensar en mis hijas, y no quería que pasaran ni un segundo más con una zorra así.

El daño ya estaba hecho y mis niñas se habían encariñado mucho con Sara, pero cuanto antes las alejara de ella, sería mejor para todos. La semana que viene hablaría con ellas y les explicaría que papá y Sara ya habían dejado de ser amigos. Les costaría entenderlo, pero mejor ahora que cuando fueran mayores.

En unas semanas ya se habrían olvidado de Sara.

¿Cómo podría educar a mis hijas teniendo a mi lado a una persona así? Esos no son los valores que yo les quería transmitir, los de una persona infiel, desleal y falsa como Sara. Debería haber cortado con ella en cuanto puso un pie en mi casa, pero al verla no pude decirle nada, me quedé anonadado con su belleza, como siempre, y encima dejé que me follara, sabiendo que me había puesto los cuernazos de manera grosera.

El lunes me levanté decidido a dejar atrás mi pasado, tanto en lo personal como en lo profesional.

Lo primero que hice en cuanto llegué al trabajo fue ir a ver al director de la empresa y le comuniqué que había recibido una oferta de JTL Internacional y que la había aceptado. Sin tiempo que perder, llamó al jefe de recursos humanos y tuvimos una breve reunión los tres.

Tampoco había mucho de que hablar, pues ellos no podían igualarme la oferta, ni tan siquiera lo intentaron. Y después tengo que decir que el director se comportó conmigo de diez.

―Me va a dar mucha pena que te vayas, Pablo, son tantos años aquí y siempre con una actitud intachable. Trabajador como el que más, buen compañero, responsable, no creo que haya ni un solo empleado que pueda decir algo malo de ti…, sé que es lo típico que se dice cuando alguien se va, pero en este caso no lo digo por decir, si te va mal, que no lo creo, pero por si acaso, que sepas que aquí puedes volver cuando quieras. Siempre vas a tener las puertas abiertas, me llamas con total confianza y valoramos de inmediato tu reincorporación.
―Pues muchas gracias…, se agradecen esas palabras.
―Eso sí, te pediría que te quedaras solo esta semana…, creo que el miércoles tenéis una salida a Barcelona, sería la última auditoría, y ya no abusaremos más de ti…
―Claro, sin problema.
―Entonces, no tenemos nada más que hablar, Pablo ―dijo el director poniéndose de pie con la mano extendida―. Ha sido un placer tenerte con nosotros y esperamos que te vaya muy bien. Por favor, el viernes pásate por aquí para despedirte…
―Por supuesto…

Salí del despacho del director con un peso menos de encima. Ya solo me quedaba hablar con Sara y cortar con ella también, pero para una misma mañana iban a ser demasiadas emociones; así que, en cuanto entré a la oficina y la vi trabajando, intenté disimular, para que ella no me notara nada raro y la saludé con un escueto «buenos días». Apenas pudimos hablar nada más porque no tardó en aparecer Javier con un montón de documentación y dejó caer la noticia que no me esperaba.

―Bueno, chicos, el miércoles tenemos auditoría en Barcelona… ¡y nos vamos los tres!, otra vez el equipo al completo, como en los viejos tiempos, ja, ja, ja… Pablo, ya me han dicho que va a ser tu último trabajo en la empresa y que has hablado con el director para darle la carta de renuncia…; así que este viaje tendrá que ser especial, ¿no?

Creo que me quedé blanco cuando escuché a mi jefe. Lo que me faltaba. Un viaje de despedida con Javier y Sara era lo que menos me apetecía en ese momento, sobre todo sabiendo lo que había pasado entre ellos la semana anterior. Y por la cara que puso Sara me pareció que a ella tampoco le hacía mucha gracia.

Y es que desde el principio intuí que aquella salida a tres bandas no iba a terminar nada bien, al menos para mí. Fue solo un pálpito que tuve, y esta vez mi intuición no me falló…
 
Capítulo 39



Metí en la maleta tres camisas, un jersey, dos pantalones, cuatro mudas, calcetines, neceser, camiseta blanca para dormir y una toalla. Era lo que necesitaba para mi viaje a Barcelona. Luego me quedé sentado en la cama, derrotado, mirando hacia el suelo.

Esto no me podía estar pasando.

Creo que no me lo merecía. Justo cuando mejor me iba todo Sara había dinamitado lo nuestro. Y esta vez ya no había vuelta atrás. Me daba vergüenza ser tan cobarde y no haber tenido cojones para terminar mi relación con ella.

Tampoco lo tenía tan difícil.

Solo debía haberle dicho lo que sabía por boca de Javier. Ni una palabra de más ni una coma de menos, y ella hubiera bajado la cabeza, abochornada y habría salido de mi vida para siempre; pero no lo hice y ahora me tocaba emprender este viaje con ella y con Javier. Desde luego que era lo último que me apetecía.

Compartir avión, trabajo y hotel con las dos personas que me habían destrozado la vida.

Esa noche apenas pegué ojo. No quería ver a Sara ni pasar un segundo más a su lado, y mucho menos escuchar las fanfarronadas de Javier. Incluso pensé fingir una baja médica y quitarme de en medio en ese viaje a Barcelona. No estaba en condiciones físicas ni mentales para afrontar una auditoría ni mucho menos para pasar 48 horas con las dos personas que más odiaba en el mundo.

Aun así, saqué fuerzas de flaqueza y al día siguiente me arrastré a duras penas hasta el aeropuerto. Cuando llegué, ya me estaban esperando Sara y Javier y sin tiempo que perder nos dirigimos a sacar la tarjeta de embarque.

Desde el principio estuve serio, distante con Sara, y notó que algo me pasaba, pero lo achacó a que estaba muy nervioso por mi cambio de trabajo. Me costaba horrores mirarla a la cara sabiendo que tenía que romper con ella.

El viernes, al regresar de la auditoría, era el momento adecuado para hacerlo. No lo retrasaría ni un segundo más. Quedaría por la tarde con Sara y le diría lo que todavía no me había atrevido. Luego intentaría desconectar todo el fin de semana, olvidarme de ella lo más rápido posible y me cogería unos días libres para empezar en el nuevo trabajo con aires renovados.

Ese era mi plan.

Pero claro, antes tendría que pasar dos días con ellos, y en el avión me senté al lado de Sara. Iba espectacular con una americana oscura, vaqueros ajustados, camiseta blanca y zapatos de tacón. Aunque lo nuestro estaba terminado, no podía evitar que me siguiera excitando. Mucho. Nos pusimos los tres en la misma fila, con Sara en el medio, y al bajar del avión lo mismo en el taxi que nos llevó hasta la empresa, con los tres en el asiento de atrás y Sara en el centro.

Después creo que hice la peor auditoría de mi vida, desconcentrado, abatido, con la cabeza en otra parte. Sara tomó las riendas del trabajo, se mostró muy activa, casi mandando ella, parecía la jefa. Se había convertido en una auditora de nivel y Javier también se dejó llevar, estaba extrañamente callado, tranquilo y relajado, permitiendo que Sara tomara el mando y pasando a un segundo plano que no le pegaba nada.

Por suerte terminó esa primera jornada y cogimos otro taxi hasta el hotel. Allí nos asignaron tres habitaciones contiguas en la primera planta, 104, 106 y 108. Sara se cogió la del medio y un rato más tarde me tocó en la puerta.

―¿Bajamos a tomar algo antes de la cena?
―Eh, sí, claro, ya estoy listo…

Nos bebimos una caña en la cafetería del hotel y Sara me preguntó otra vez si me encontraba bien. Me dijo que había estado irreconocible durante todo el día y que se estaba empezando a preocupar de verdad. Yo me inventé que llevaba unos días muy cansado, con mucho estrés por lo del nuevo trabajo, pero que no se preocupara.

Sara en ningún momento imaginó que yo sabía lo que había pasado entre ella y Javier, y se creyó mi excusa sin dudar. No tardó en bajar nuestro jefe y enseguida entramos a cenar. Fue algo rápido y después subimos a las habitaciones a descansar.

Al día siguiente todavía nos quedaba otra dura jornada de trabajo.

Nos despedimos los tres con un «buenas noches» en el pasillo y cada uno se fue a su habitación. Me puse la camiseta blanca de dormir, me lavé los dientes y antes de meterme en la cama sentí que alguien llamaba a mi puerta con mucha suavidad.

Abrí y me encontré con Sara, que todavía no se había cambiado de ropa. Llevaba un pantalón verde jogger, de esos estrechos en el tobillo, zapatillas y camiseta de tirantes negra. Sin hacer ruido entró en mi habitación y me pidió que me sentara en la cama. Luego se me puso encima y rodeó mi cuello con sus brazos.

―Quería venir a ver si te animabas un poquito, no me gusta verte así. ―Y me dio un pico en los labios.
―No te preocupes, es que ya sabes que esto del trabajo nuevo me está afectando, es un cambio muy importante, son tantos años en la misma empresa…
―Mañana es tu último día con nosotros…
―Sí… Por cierto, hoy has estado increíble…, casi te podíamos haber dejado a ti sola…
―Ja, ja, ja, no te pases, pero muchas gracias…, he tenido muy buen maestro. ―Y volvió a darme otro beso restregándose contra mí.
―Estoy un poquito cansado, ¿te importa si lo dejamos para mañana?
―Mmmmm, ¿y eso?, es la primera vez que no quieres… ―comentó poniéndose de pie al instante―. Está bien…, hoy voy a ser buena, porque yo también estoy cansada, pero mañana me follas sí o sí…
―Claro…
―Y anímate, eh ―me pidió agachándose y dándome un morreo más intenso y luego bajando la mano para palpar mis huevos y acariciarme el paquete―, mmmmm, no sé, no sé, esto ya está muy duro…
―Sara, por favor…
―Vaaaale, me voy a portar bien…, mañana nos vemos prontito ―susurró como si no quisiera que nos escucharan, a pesar de que Javier estaba dos habitaciones más adelante.

Salió sin hacer casi ruido y me quedé en la misma posición sentado en la cama. Empalmado y confundido. Por suerte para mí, Sara no le puso mucho interés o, si hubiera forzado un poquito más, me habría follado sin ningún problema.

Era un pelele en sus manos y hacía de mí lo que quería.

Después pegué la oreja a la pared, quería asegurarme de que Sara iba a pasar la noche en su habitación. Sola. Ya no me fiaba de ella, como era lógico, aunque no la veía capaz de follarse a Javier delante de mis narices. Eso ya sería demasiado.

El primer día ya había pasado. Solo tendría que aguantar una última noche más a los dos.

Con esa convicción me eché a dormir. Sacaría el trabajo lo más dignamente posible y por la noche diría que me dolía la cabeza y me retiraría a dormir a la habitación, ese era mi plan, aunque Sara ya me había advertido que quería que me la follara.

Y por supuesto que mi plan no salió como había pensado. Ni parecido. Aunque en el trabajo mejoré algo mi aportación, tampoco era muy difícil hacerlo tan mal como el día anterior y a media tarde ya habíamos terminado la auditoría.

―Pues ahora sí ―me dijo Javier con una palmada en la espalda―, se acabó. Me alegro por ti y espero que te vaya muy bien. Te voy a echar mucho de menos y esto no se lo digo a casi nadie, eh…
―Muchas gracias, Javier, te lo agradezco.
―Y esta noche, os invito a cenar, tenemos que celebrarlo…
―No, de verdad, no me encuentro muy bien ―intenté excusarme.
―De eso nada, es nuestra última salida, tenemos que celebrarla como Dios manda ―insistió Javier poniendo una cara que me heló la sangre.

No sé qué intenciones tendría, pero nada buenas. Sara no se dio cuenta mientras recogía la documentación, aunque yo sí, y estaba claro que Javier maquinaba algo. Y se confirmó mi teoría en cuanto llegamos al hotel.

―Pablo, me gustaría tomar un vino contigo a solas antes de salir a cenar, si no te importa, claro ―dijo Javier excusándose con Sara.
―No, no, me parece bien ―titubeó ella―, tenéis que despediros…
―Sí, eso es… ―afirmó Javier―, pues entonces, en un ratito, nos vemos en la cafetería… ―me confirmó.
―Vale, me pego una ducha y me visto, en treinta minutos estoy listo…

Que Javier quisiera hablar conmigo en privado todavía me escamó más. No me gustaba cómo se iba desarrollando la noche, y Javier parecía el maestro de ceremonias. Estaba organizando algo y quería hacerme su cómplice.

Como si lo estuviera viendo.

Media hora más tarde nos encontramos en la cafetería. Los dos en vaqueros, camisa y americana sin corbata. Pedimos un vino y lo primero que hicimos fue brindar. Lo mismo me había equivocado y Javier solo quería despedirse en nuestra última auditoría juntos, pero cinco minutos después dejó la copa en la barra y se frotó las manos.

―Bueno, ya he reservado para cenar, y luego tenemos que salir de fiesta…, y no me valen excusas…
―Javier, no…, ya te dije…
―Venga, Pablito…, lo vamos a pasar de puta madre, y hoy, además, está la niñata…
―Pues por eso mismo, no me apetece estar de sujetavelas con vosotros, os dejo solos y así te la puedes follar tranquilamente…
―Joder, no seas muermo…, que es nuestra última noche… y bueno ―susurró inclinándose para acercarse a mí―, es una locura, pero después de lo que pasó la semana pasada en Bilbao, eh…, se me ha ocurrido una cosa…
―¡Uy!, creo que prefiero no saberla…
―Yo creo que sí, escúchame bien, tío…, ¿no te gustaría follarte a la niñata? ―me soltó Javier de repente.
―¡¿Cómo dices?! ―pregunté poniendo cara de extrañeza. Ahora sí que a Javier se le había ido la pinza del todo.
―Sí, follártela esta noche, ¿o es que no te pone?, pero si está buenísima…
―Sí, sí, claro que me gusta, pero no entiendo lo que quieres decir…
―Tranquilo, deja que te lo explique…, te acuerdas de que el otro día te conté lo que había pasado entre nosotros…
―Sí…
―Y le medio sugerí que quería que fuera mía, emputecerla…, hacer que follara con otros cuando yo se lo mandara…
―Nooooo, ya veo por donde vas… y no, Javier…, no cuentes conmigo para eso ―me negué con rotundidad.
―Venga, Pablito, sería una despedida apoteósica, no me digas que no, no la olvidaríamos en la vida…
―¡Que noooo, que ni de coña!
―No tendrías que hacer nada, solo esperar en tu habitación…, y yo te la mandaría cuando la tuviera bien cachonda, ja, ja, ja…, piénsalo, tío, podrías hacer con ella lo que quisieras…

¡Esto ya era el colmo! ¡¡Javier dándome permiso para follarme a mi propia novia!! Pero aquel plan me voló la cabeza. Yo no estaba dispuesto a prestarme a ese juego, era humillante para mí y todavía no sabía cómo iba hacer Javier para que mi chica aceptara esa propuesta.

No era muy realista que Sara pasara de mí por la noche, que lo hiciera delante de mis narices y encima me pusiera los cuernos con esa desfachatez. Si hacía eso, era imposible que no la descubriera y Sara no se iba a arriesgar a ese plan que hacía aguas por todas partes.

Aunque reconozco que en cuanto escuché a Javier tuve una erección bajo los pantalones y, pensándolo fríamente, me picó la curiosidad por ver qué coño tenía pensado hacer y el comportamiento de Sara.

―¿Y tú crees que ella va a aceptar? ―le pregunté con un ligero temblor de manos, y poniéndome muy nervioso.
―Por probar no perdemos nada, ¿no?, lo único que tienes que hacer es acompañarnos a tomar una copita después de cenar y luego nos dejas solos…, nada más, y esperar que todo vaya como yo pienso. El resto es cosa mía.
―Si tú lo dices, pero vamos, lo veo imposible…
―¿Es que no confías en mí?
―Sí, pero… es que me parece muy fuerte…
―Mira, antes de venir ya hablé con Sara…
―¡¡¿Quééééé?!!
―Sí, el martes, cuando nos quedamos a solas en la oficina a media mañana, una de las veces que fuiste al baño…
―¿Y qué le dijiste?
―Que estaba muy contento de que nos volviera a tocar una salida juntos… y que el jueves íbamos a salir a cenar los tres, que se pusiera bien guapa, y que luego… me la quería follar…
―¿Le soltaste eso en la oficina? ¿En serio?
―Y tan en serio…
―¿Y qué te dijo…?, porque no creo que le sentara nada bien…
―Pues se cortó bastante y me pidió por favor que no hiciera nada, que tenía novio y no quería que tú te enteraras de que ella y yo nos acostábamos…
―Lógico…
―Pero yo le quité hierro al asunto y le dije que no se preocupara por ti, que no te enterarías de nada, ja, ja, ja…, lo siento, eh, afirmé eso para que la niñata tragara…
―¿Y…?
―Me lo pidió por favor otra vez, que no podíamos vernos esta salida… Y antes de que tú llegaras le ordené que se vistiera como una putita, que se pusiera lo que le diera la gana, lo único obligatorio que tenía que llevar era esas botas negras altas por encima de las rodillas que me ponen cerdísimo, el resto lo dejaba a su elección…
―¡Joder!
―Así que ahora lo vamos a comprobar…
―¿Ahora…?
―Sí, claro, cuando baje…
―No te sigo…
―¡Madre mía, Pablito!, eres más pagafantas de lo que pensaba, es que para follarte a esta zorra se te va a tener que abrir de piernas y todavía le vas a preguntar que si quiere jugar al parchís, ja, ja, ja…
―Es que me he perdido…
―A ver, la niñata me dijo que no quería hacerlo, me lo pidió por favor, pero si ahora cuando baje lleva las botas negras es que… ¡está dispuesta a hacer lo que le he propuesto!
―Aaaaah…
―Así que… vamos a esperar…


Tenía que recapitular toda la información que Javier me había dado. Eran demasiados datos en tan poco tiempo y yo no estaba como para pensar.

Javier había planeado follarse a mi novia. Eso para empezar.

El día antes de viajar se lo había dicho en la oficina y Sara le había pedido por favor que no hiciera nada.

Su intención era emputecer a mi chica y luego ofrecérmela para que yo me la follara. ¡A mi propia novia!

Y le había dicho que tenía que ponerse sus botas negras altas. Era como una señal entre ellos.




Vamos, ni de coña Sara se iba a prestar a ese juego, era demasiado arriesgado, incluso para una zorra como ella, pero seguro que estaba empapada solo con pensar en ponerme los cuernos estando yo en el mismo hotel que ellos, aunque me había prometido que esa noche quería verme para acostarnos juntos.

Yo no es que tuviera muchas ganas, Sara todavía no lo sabía, pero lo nuestro se había terminado, mi idea era cortar con ella al día siguiente, pero el morbo pudo conmigo. Ya era simple curiosidad por ver de lo que era capaz Javier y hasta donde llegaba la sumisión de Sara hacia él.

Justo cuando terminamos la copa de vino apareció Sara. Se dirigió hacia nosotros, directa, decidida. Lucía una camisa blanca larga a modo de vestido, con un cinturón negro, debajo se había puesto una especie de culotte para que no se le viera la ropa interior, aunque era tan corto que parecía que no llevaba nada debajo de la camisa, y completaba el vestuario con… ¡sus botas negras altas!

¡¡No podía ser verdad!!

¿Qué pretendía Sara? ¿En serio se iba a follar a Javier delante de mis narices?

Javier sonrió cuando la vio. Luego se puso de pie y me dio una pequeña palmadita en la espalda.

―Bueno, bueno, bueno, cómo nos viene la niñata… Creo que esta noche vas a tener la despedida que te mereces, menuda suerte, Pablito, ja, ja, ja…, ¿ahora ya me crees o todavía no?
 
Capítulo 39



Metí en la maleta tres camisas, un jersey, dos pantalones, cuatro mudas, calcetines, neceser, camiseta blanca para dormir y una toalla. Era lo que necesitaba para mi viaje a Barcelona. Luego me quedé sentado en la cama, derrotado, mirando hacia el suelo.

Esto no me podía estar pasando.

Creo que no me lo merecía. Justo cuando mejor me iba todo Sara había dinamitado lo nuestro. Y esta vez ya no había vuelta atrás. Me daba vergüenza ser tan cobarde y no haber tenido cojones para terminar mi relación con ella.

Tampoco lo tenía tan difícil.

Solo debía haberle dicho lo que sabía por boca de Javier. Ni una palabra de más ni una coma de menos, y ella hubiera bajado la cabeza, abochornada y habría salido de mi vida para siempre; pero no lo hice y ahora me tocaba emprender este viaje con ella y con Javier. Desde luego que era lo último que me apetecía.

Compartir avión, trabajo y hotel con las dos personas que me habían destrozado la vida.

Esa noche apenas pegué ojo. No quería ver a Sara ni pasar un segundo más a su lado, y mucho menos escuchar las fanfarronadas de Javier. Incluso pensé fingir una baja médica y quitarme de en medio en ese viaje a Barcelona. No estaba en condiciones físicas ni mentales para afrontar una auditoría ni mucho menos para pasar 48 horas con las dos personas que más odiaba en el mundo.

Aun así, saqué fuerzas de flaqueza y al día siguiente me arrastré a duras penas hasta el aeropuerto. Cuando llegué, ya me estaban esperando Sara y Javier y sin tiempo que perder nos dirigimos a sacar la tarjeta de embarque.

Desde el principio estuve serio, distante con Sara, y notó que algo me pasaba, pero lo achacó a que estaba muy nervioso por mi cambio de trabajo. Me costaba horrores mirarla a la cara sabiendo que tenía que romper con ella.

El viernes, al regresar de la auditoría, era el momento adecuado para hacerlo. No lo retrasaría ni un segundo más. Quedaría por la tarde con Sara y le diría lo que todavía no me había atrevido. Luego intentaría desconectar todo el fin de semana, olvidarme de ella lo más rápido posible y me cogería unos días libres para empezar en el nuevo trabajo con aires renovados.

Ese era mi plan.

Pero claro, antes tendría que pasar dos días con ellos, y en el avión me senté al lado de Sara. Iba espectacular con una americana oscura, vaqueros ajustados, camiseta blanca y zapatos de tacón. Aunque lo nuestro estaba terminado, no podía evitar que me siguiera excitando. Mucho. Nos pusimos los tres en la misma fila, con Sara en el medio, y al bajar del avión lo mismo en el taxi que nos llevó hasta la empresa, con los tres en el asiento de atrás y Sara en el centro.

Después creo que hice la peor auditoría de mi vida, desconcentrado, abatido, con la cabeza en otra parte. Sara tomó las riendas del trabajo, se mostró muy activa, casi mandando ella, parecía la jefa. Se había convertido en una auditora de nivel y Javier también se dejó llevar, estaba extrañamente callado, tranquilo y relajado, permitiendo que Sara tomara el mando y pasando a un segundo plano que no le pegaba nada.

Por suerte terminó esa primera jornada y cogimos otro taxi hasta el hotel. Allí nos asignaron tres habitaciones contiguas en la primera planta, 104, 106 y 108. Sara se cogió la del medio y un rato más tarde me tocó en la puerta.

―¿Bajamos a tomar algo antes de la cena?
―Eh, sí, claro, ya estoy listo…

Nos bebimos una caña en la cafetería del hotel y Sara me preguntó otra vez si me encontraba bien. Me dijo que había estado irreconocible durante todo el día y que se estaba empezando a preocupar de verdad. Yo me inventé que llevaba unos días muy cansado, con mucho estrés por lo del nuevo trabajo, pero que no se preocupara.

Sara en ningún momento imaginó que yo sabía lo que había pasado entre ella y Javier, y se creyó mi excusa sin dudar. No tardó en bajar nuestro jefe y enseguida entramos a cenar. Fue algo rápido y después subimos a las habitaciones a descansar.

Al día siguiente todavía nos quedaba otra dura jornada de trabajo.

Nos despedimos los tres con un «buenas noches» en el pasillo y cada uno se fue a su habitación. Me puse la camiseta blanca de dormir, me lavé los dientes y antes de meterme en la cama sentí que alguien llamaba a mi puerta con mucha suavidad.

Abrí y me encontré con Sara, que todavía no se había cambiado de ropa. Llevaba un pantalón verde jogger, de esos estrechos en el tobillo, zapatillas y camiseta de tirantes negra. Sin hacer ruido entró en mi habitación y me pidió que me sentara en la cama. Luego se me puso encima y rodeó mi cuello con sus brazos.

―Quería venir a ver si te animabas un poquito, no me gusta verte así. ―Y me dio un pico en los labios.
―No te preocupes, es que ya sabes que esto del trabajo nuevo me está afectando, es un cambio muy importante, son tantos años en la misma empresa…
―Mañana es tu último día con nosotros…
―Sí… Por cierto, hoy has estado increíble…, casi te podíamos haber dejado a ti sola…
―Ja, ja, ja, no te pases, pero muchas gracias…, he tenido muy buen maestro. ―Y volvió a darme otro beso restregándose contra mí.
―Estoy un poquito cansado, ¿te importa si lo dejamos para mañana?
―Mmmmm, ¿y eso?, es la primera vez que no quieres… ―comentó poniéndose de pie al instante―. Está bien…, hoy voy a ser buena, porque yo también estoy cansada, pero mañana me follas sí o sí…
―Claro…
―Y anímate, eh ―me pidió agachándose y dándome un morreo más intenso y luego bajando la mano para palpar mis huevos y acariciarme el paquete―, mmmmm, no sé, no sé, esto ya está muy duro…
―Sara, por favor…
―Vaaaale, me voy a portar bien…, mañana nos vemos prontito ―susurró como si no quisiera que nos escucharan, a pesar de que Javier estaba dos habitaciones más adelante.

Salió sin hacer casi ruido y me quedé en la misma posición sentado en la cama. Empalmado y confundido. Por suerte para mí, Sara no le puso mucho interés o, si hubiera forzado un poquito más, me habría follado sin ningún problema.

Era un pelele en sus manos y hacía de mí lo que quería.

Después pegué la oreja a la pared, quería asegurarme de que Sara iba a pasar la noche en su habitación. Sola. Ya no me fiaba de ella, como era lógico, aunque no la veía capaz de follarse a Javier delante de mis narices. Eso ya sería demasiado.

El primer día ya había pasado. Solo tendría que aguantar una última noche más a los dos.

Con esa convicción me eché a dormir. Sacaría el trabajo lo más dignamente posible y por la noche diría que me dolía la cabeza y me retiraría a dormir a la habitación, ese era mi plan, aunque Sara ya me había advertido que quería que me la follara.

Y por supuesto que mi plan no salió como había pensado. Ni parecido. Aunque en el trabajo mejoré algo mi aportación, tampoco era muy difícil hacerlo tan mal como el día anterior y a media tarde ya habíamos terminado la auditoría.

―Pues ahora sí ―me dijo Javier con una palmada en la espalda―, se acabó. Me alegro por ti y espero que te vaya muy bien. Te voy a echar mucho de menos y esto no se lo digo a casi nadie, eh…
―Muchas gracias, Javier, te lo agradezco.
―Y esta noche, os invito a cenar, tenemos que celebrarlo…
―No, de verdad, no me encuentro muy bien ―intenté excusarme.
―De eso nada, es nuestra última salida, tenemos que celebrarla como Dios manda ―insistió Javier poniendo una cara que me heló la sangre.

No sé qué intenciones tendría, pero nada buenas. Sara no se dio cuenta mientras recogía la documentación, aunque yo sí, y estaba claro que Javier maquinaba algo. Y se confirmó mi teoría en cuanto llegamos al hotel.

―Pablo, me gustaría tomar un vino contigo a solas antes de salir a cenar, si no te importa, claro ―dijo Javier excusándose con Sara.
―No, no, me parece bien ―titubeó ella―, tenéis que despediros…
―Sí, eso es… ―afirmó Javier―, pues entonces, en un ratito, nos vemos en la cafetería… ―me confirmó.
―Vale, me pego una ducha y me visto, en treinta minutos estoy listo…

Que Javier quisiera hablar conmigo en privado todavía me escamó más. No me gustaba cómo se iba desarrollando la noche, y Javier parecía el maestro de ceremonias. Estaba organizando algo y quería hacerme su cómplice.

Como si lo estuviera viendo.

Media hora más tarde nos encontramos en la cafetería. Los dos en vaqueros, camisa y americana sin corbata. Pedimos un vino y lo primero que hicimos fue brindar. Lo mismo me había equivocado y Javier solo quería despedirse en nuestra última auditoría juntos, pero cinco minutos después dejó la copa en la barra y se frotó las manos.

―Bueno, ya he reservado para cenar, y luego tenemos que salir de fiesta…, y no me valen excusas…
―Javier, no…, ya te dije…
―Venga, Pablito…, lo vamos a pasar de puta madre, y hoy, además, está la niñata…
―Pues por eso mismo, no me apetece estar de sujetavelas con vosotros, os dejo solos y así te la puedes follar tranquilamente…
―Joder, no seas muermo…, que es nuestra última noche… y bueno ―susurró inclinándose para acercarse a mí―, es una locura, pero después de lo que pasó la semana pasada en Bilbao, eh…, se me ha ocurrido una cosa…
―¡Uy!, creo que prefiero no saberla…
―Yo creo que sí, escúchame bien, tío…, ¿no te gustaría follarte a la niñata? ―me soltó Javier de repente.
―¡¿Cómo dices?! ―pregunté poniendo cara de extrañeza. Ahora sí que a Javier se le había ido la pinza del todo.
―Sí, follártela esta noche, ¿o es que no te pone?, pero si está buenísima…
―Sí, sí, claro que me gusta, pero no entiendo lo que quieres decir…
―Tranquilo, deja que te lo explique…, te acuerdas de que el otro día te conté lo que había pasado entre nosotros…
―Sí…
―Y le medio sugerí que quería que fuera mía, emputecerla…, hacer que follara con otros cuando yo se lo mandara…
―Nooooo, ya veo por donde vas… y no, Javier…, no cuentes conmigo para eso ―me negué con rotundidad.
―Venga, Pablito, sería una despedida apoteósica, no me digas que no, no la olvidaríamos en la vida…
―¡Que noooo, que ni de coña!
―No tendrías que hacer nada, solo esperar en tu habitación…, y yo te la mandaría cuando la tuviera bien cachonda, ja, ja, ja…, piénsalo, tío, podrías hacer con ella lo que quisieras…

¡Esto ya era el colmo! ¡¡Javier dándome permiso para follarme a mi propia novia!! Pero aquel plan me voló la cabeza. Yo no estaba dispuesto a prestarme a ese juego, era humillante para mí y todavía no sabía cómo iba hacer Javier para que mi chica aceptara esa propuesta.

No era muy realista que Sara pasara de mí por la noche, que lo hiciera delante de mis narices y encima me pusiera los cuernos con esa desfachatez. Si hacía eso, era imposible que no la descubriera y Sara no se iba a arriesgar a ese plan que hacía aguas por todas partes.

Aunque reconozco que en cuanto escuché a Javier tuve una erección bajo los pantalones y, pensándolo fríamente, me picó la curiosidad por ver qué coño tenía pensado hacer y el comportamiento de Sara.

―¿Y tú crees que ella va a aceptar? ―le pregunté con un ligero temblor de manos, y poniéndome muy nervioso.
―Por probar no perdemos nada, ¿no?, lo único que tienes que hacer es acompañarnos a tomar una copita después de cenar y luego nos dejas solos…, nada más, y esperar que todo vaya como yo pienso. El resto es cosa mía.
―Si tú lo dices, pero vamos, lo veo imposible…
―¿Es que no confías en mí?
―Sí, pero… es que me parece muy fuerte…
―Mira, antes de venir ya hablé con Sara…
―¡¡¿Quééééé?!!
―Sí, el martes, cuando nos quedamos a solas en la oficina a media mañana, una de las veces que fuiste al baño…
―¿Y qué le dijiste?
―Que estaba muy contento de que nos volviera a tocar una salida juntos… y que el jueves íbamos a salir a cenar los tres, que se pusiera bien guapa, y que luego… me la quería follar…
―¿Le soltaste eso en la oficina? ¿En serio?
―Y tan en serio…
―¿Y qué te dijo…?, porque no creo que le sentara nada bien…
―Pues se cortó bastante y me pidió por favor que no hiciera nada, que tenía novio y no quería que tú te enteraras de que ella y yo nos acostábamos…
―Lógico…
―Pero yo le quité hierro al asunto y le dije que no se preocupara por ti, que no te enterarías de nada, ja, ja, ja…, lo siento, eh, afirmé eso para que la niñata tragara…
―¿Y…?
―Me lo pidió por favor otra vez, que no podíamos vernos esta salida… Y antes de que tú llegaras le ordené que se vistiera como una putita, que se pusiera lo que le diera la gana, lo único obligatorio que tenía que llevar era esas botas negras altas por encima de las rodillas que me ponen cerdísimo, el resto lo dejaba a su elección…
―¡Joder!
―Así que ahora lo vamos a comprobar…
―¿Ahora…?
―Sí, claro, cuando baje…
―No te sigo…
―¡Madre mía, Pablito!, eres más pagafantas de lo que pensaba, es que para follarte a esta zorra se te va a tener que abrir de piernas y todavía le vas a preguntar que si quiere jugar al parchís, ja, ja, ja…
―Es que me he perdido…
―A ver, la niñata me dijo que no quería hacerlo, me lo pidió por favor, pero si ahora cuando baje lleva las botas negras es que… ¡está dispuesta a hacer lo que le he propuesto!
―Aaaaah…
―Así que… vamos a esperar…


Tenía que recapitular toda la información que Javier me había dado. Eran demasiados datos en tan poco tiempo y yo no estaba como para pensar.

Javier había planeado follarse a mi novia. Eso para empezar.

El día antes de viajar se lo había dicho en la oficina y Sara le había pedido por favor que no hiciera nada.

Su intención era emputecer a mi chica y luego ofrecérmela para que yo me la follara. ¡A mi propia novia!

Y le había dicho que tenía que ponerse sus botas negras altas. Era como una señal entre ellos.




Vamos, ni de coña Sara se iba a prestar a ese juego, era demasiado arriesgado, incluso para una zorra como ella, pero seguro que estaba empapada solo con pensar en ponerme los cuernos estando yo en el mismo hotel que ellos, aunque me había prometido que esa noche quería verme para acostarnos juntos.

Yo no es que tuviera muchas ganas, Sara todavía no lo sabía, pero lo nuestro se había terminado, mi idea era cortar con ella al día siguiente, pero el morbo pudo conmigo. Ya era simple curiosidad por ver de lo que era capaz Javier y hasta donde llegaba la sumisión de Sara hacia él.

Justo cuando terminamos la copa de vino apareció Sara. Se dirigió hacia nosotros, directa, decidida. Lucía una camisa blanca larga a modo de vestido, con un cinturón negro, debajo se había puesto una especie de culotte para que no se le viera la ropa interior, aunque era tan corto que parecía que no llevaba nada debajo de la camisa, y completaba el vestuario con… ¡sus botas negras altas!

¡¡No podía ser verdad!!

¿Qué pretendía Sara? ¿En serio se iba a follar a Javier delante de mis narices?

Javier sonrió cuando la vio. Luego se puso de pie y me dio una pequeña palmadita en la espalda.

―Bueno, bueno, bueno, cómo nos viene la niñata… Creo que esta noche vas a tener la despedida que te mereces, menuda suerte, Pablito, ja, ja, ja…, ¿ahora ya me crees o todavía no?
Pobre Pablo con los cuernos que tiene, de seguro ni entra por la puerta principal de su nuevo trabajo y eso que las puertas principales tienen una altura considerable 🤦‍♂️
 
Por no haber tenido el valor de dejar a Sara cuando tuvo ocasión, ahora se va a ir de la empresa a lo grande, con una buena cornamenta, made in Sara/Javier. Tendrá que avisar a su nueva empresa que le agrande la puerta del despacho, para no tener que entrar de perfil.
 
Pablo es un blando pero no es mal tipo, él no hizo daño a nadie y está aguantando la situación por amor y por morbo, sí, es bastante patético porque en el fondo está sufriendo pero como dijo algún otro comentarista ¿Cuando tendrá Pablo la oportunidad de estar con otra mujer como Sara? Está claro que le queda grande la niñata.
Veremos en que queda la noche. Supuestamente ella irá a follar con Pablo como le había dicho pero Pablo sabe que se lo ordenó Javier. ¿Cómo actuará Pablo...?
 
Encima de todo, Pablo le lanza halagos a Sara, no le bastaba quedarse callado.

Definitivamente está bastante enfermo. Ya no sé si la ex de su amigo le convenga quedarse con un tipo tan patético.
 
―Pues por eso mismo, no me apetece estar de sujetavelas con vosotros, os dejo solos y así te la puedes follar tranquilamente…

Tan patético que encima le anima a Javier para que se la folle, con toda la tranquilidad. Ahora me imagino a Pablo oyéndoles follar en la habitación de Sara, mientras él se pajea, como en Bilbao. Cuando venga Sara a follar con Pablo, por orden de Javier, volverá a caer en sus encantos, y más sabiendo que viene recién follada. Si en el fondo le pone un montón esa situación. Pero claro, luego viene el bajón.
 
No justifico a Sara pero creo que Pablo"la dio permiso" en el polvo del aniversario...

"Eres mio","tú no eres como ellos","eres especial..."...Sara venía a "celebrar"el aniversario después del polvazo con Javier y necesitaba un golpe de efecto para así cambiar su papel en la pareja y tener una escapatoria y Pablo cayó en la trampa...

Sara no esta orgullosa de lo que ha pasado y menos de hacerle daño a Pablo pero su instinto sexual le puede y al mismo tiempo,le gusta tener a Pablo de esa manera...de ahi el giro de guión que le metió a la relación. Alomejor el autor me sorprende pero ya sabemos todos lo que va a pasar:Javier se va a follar a Sara con la mismas ganas de siempre y Pablo solo va a mirar...y lo peor sq encima le va a gustar...
 
No justifico a Sara pero creo que Pablo"la dio permiso" en el polvo del aniversario...

"Eres mio","tú no eres como ellos","eres especial..."...Sara venía a "celebrar"el aniversario después del polvazo con Javier y necesitaba un golpe de efecto para así cambiar su papel en la pareja y tener una escapatoria y Pablo cayó en la trampa...

Sara no esta orgullosa de lo que ha pasado y menos de hacerle daño a Pablo pero su instinto sexual le puede y al mismo tiempo,le gusta tener a Pablo de esa manera...de ahi el giro de guión que le metió a la relación. Alomejor el autor me sorprende pero ya sabemos todos lo que va a pasar:Javier se va a follar a Sara con la mismas ganas de siempre y Pablo solo va a mirar...y lo peor sq encima le va a gustar...
Ahora solo falta el tiro de gracia,que en pleno polvo, Sara por el desfallecimiento que le provoca los orgasmos que Javier le da, terminé por confesarle que el "novio" con el que lleva de pareja durante un año es Pablo 🤦‍♂️
 
Creo que ahora conociendo la humillación que le gusta hacer Sara a Pablo, se voltearán los papeles. Creo que Sara hará todo lo posible en esa noche para que sea Pablo quien le pida follar con Javi. Sara está apostando a convertir a Pablo en un cornudo consentidor, aunque ella no sabe que Javi le cuenta todo a Pablo y este ya sabe lo que hará, dará rienda a su deseo cornudo y después la despachará. En efecto, creo que todos harán realidad sus deseos, a costa de sacrificar la relación, ya lo dijo Pablo, el no busca esto en una relación, sus deseos familiares y sus valores son más altos que sus deseos sexuales, y el ya sabe que la relación está muerta.
 
Creo que ahora conociendo la humillación que le gusta hacer Sara a Pablo, se voltearán los papeles. Creo que Sara hará todo lo posible en esa noche para que sea Pablo quien le pida follar con Javi. Sara está apostando a convertir a Pablo en un cornudo consentidor, aunque ella no sabe que Javi le cuenta todo a Pablo y este ya sabe lo que hará, dará rienda a su deseo cornudo y después la despachará. En efecto, creo que todos harán realidad sus deseos, a costa de sacrificar la relación, ya lo dijo Pablo, el no busca esto en una relación, sus deseos familiares y sus valores son más altos que sus deseos sexuales, y el ya sabe que la relación está muerta.
Es lo que me temo, sucederá.
 
Creo que ahora conociendo la humillación que le gusta hacer Sara a Pablo, se voltearán los papeles. Creo que Sara hará todo lo posible en esa noche para que sea Pablo quien le pida follar con Javi. Sara está apostando a convertir a Pablo en un cornudo consentidor, aunque ella no sabe que Javi le cuenta todo a Pablo y este ya sabe lo que hará, dará rienda a su deseo cornudo y después la despachará. En efecto, creo que todos harán realidad sus deseos, a costa de sacrificar la relación, ya lo dijo Pablo, el no busca esto en una relación, sus deseos familiares y sus valores son más altos que sus deseos sexuales, y el ya sabe que la relación está muerta.
Es quizás lo más probable que pase. Antes de mandar a la mrd a todos, se dará con el capricho de que lo humillen a más no poder.
 
Es quizás lo más probable que pase. Antes de mandar a la mrd a todos, se dará con el capricho de que lo humillen a más no poder.
Al parecer todos los sucesos indican que se terminara dando, como lo dijo un forero por aqui, sera como una especie de despedida entre los tres, con Pablo llevandose la peor parte a su modo de ver las cosas.
 

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