Capítulo 772
La reunión que teníamos los cinco se alargó tanto que al final acabamos cenando juntos también, echando gran parte de la noche, con una Cintia muy participativa y alegre. Me seguía fascinado verla así, al mismo tiempo que me gustaba mucho, porque como le dije a Hugo, veía en ella a la chica que conocí en su día, la cual era un encanto.
Estuvimos viendo un poco el alumbrado de las calles cuando acabamos de cenar, dando un pequeño paseo hasta que se empezó a hacer tarde. Sofía y Hugo se marcharon hacia la casa de éste, porque estaban cansados, quedándonos los tres solos, aunque yo no tenía ganas de continuar, apeteciéndome irme a casa. Ángela dudaba qué hacer, pero le dije que se fuera con Cintia, que yo también me encontraba cansado.
Se le notaba mucho que tenía ganas de ella, al igual que a Cintia se le notaban las ganas que tenía de Ángela, así que me despedí de ambas, de Cintia con dos besos y de Ángela con un beso en la mejilla y un fuerte abrazo, diciéndole yo que aprovechara y que lo pasara bien, que al día siguiente se podía pasar por casa si quería que la llevara de vuelta, sonriéndome ella y diciendo que ya me llamaría.
Al llegar a casa me quedé echando en el sofá, teniendo todo apagado excepto una luz que provenía de una pequeña lámpara que tenía por allí. No me apetecía hacer nada en especial, por lo que me puse a pensar cómo hacerlo para hablar con Elena. De primeras me costó mucho empezar a ver cómo hacerlo, porque al pensar en ella, se me iba la mente los momentos que habíamos compartido juntos, sobre todo cuando empezamos a salir.
La mayoría de esos recuerdos eran buenos, pero también se me venían algunos malos, como los problemas que hubo durante la relación que tuvimos, ya fuera cuando se puso mal al irme yo a Alemania unos días por trabajo, como las últimas semanas de relación con aquello de su jefe. Pero pensaba más en los buenos momentos que compartimos que en aquello. Eso hacía que sintiera cierto optimismo a la hora de encararla para tener esa conversación que tanta falta me hacía a mí, no estando del todo seguro si ella también la necesitaba.
Luego ya empecé a ver cómo lo podía hacer para tener ese acercamiento, pero no pude llegar a nada en claro, porque me vi interrumpido por una serie de mensajes que resultaron ser de Cintia. De primeras me alarmé pensando que había pasado algo, pero nada más lejos, porque lo único que hacía era preguntarme si me encontraba bien, ya que me había visto un poco taciturno durante la tarde, haciendo también alusión a la última vez que nos vimos, en la cual también estaba Ángela.
No quise darle mucho detalle, aunque ella sí que lo quería al preguntar de nuevo. Me comentaba que le pareció muy extraño que la otra vez no me quedara con ellas para pasarlo bien, sobre todo sabiendo lo que me gustaba aquello, porque ya me conocía bien. Y en esta ocasión le pasó lo mismo, aunque por suerte para ella, esta vez sí que lo había podido pasar bien. Le pregunté dónde estaba Ángela, diciendo ella que estaba bien dormidita, mandándome una foto de ella donde efectivamente salía durmiendo, estando muy mona.
Me dijo que ella se había desvelado y que se había acordado de mí, porque Ángela había hecho algún comentario mientras estaban solas, pensando que podíamos hablar para ver qué me pasaba. También dijo que por la tarde había notado algo, con algún comentario también en lo que Hugo y yo estábamos jugando al billar.
Como no tenía nada mejor que hacer y veía un verdadero cambio en ella, le empecé a contar un poco. No me daba mucha opinión, limitándose a seguir preguntando, pero sí que me dijo que debería hacerle caso tanto a Ángela como a Sofía, porque parecía que ambas sabían lo que decían y se notaba mucho que se preocupaban por mí. Luego hablamos un poco de ella, comentándole que estaba impresionado por el cambio que había pegado.
Ella me decía que estaba haciendo un esfuerzo grande por conseguirlo, pero que su familia le apoyaba mucho. También habíamos de Ángela, diciéndonos el uno al otro que parecíamos tener mucho interés en ella.
Fue gracioso, ya que pasó al mismo tiempo, pero cada uno dimos una explicación de que no teníamos más interés en ella que el de una amistad, una muy buena en mi caso. Ella me contó que para pasar un buen rato estaba muy bien hacerlo con una chica, pero que prefería mucho más a los chicos, sobre todo para plantearse una relación estable.
Yo le dije que habíamos pasado mucho tiempo juntos, pero que no llegamos nunca a ser pareja, decidiendo omitir lo de que estuve a punto de pedirle salir, por si se iba de la lengua. Hablamos un poco más, con ella contándome que mis amigos le parecían simpáticos y que les había caído muy bien, pasando yo a decirle que me alegraba mucho de ver lo bien que le iba en general y que deseaba que siguiera así.
Dejamos la conversación por ahí, porque ya era bastante tarde y ella querría dormir. Yo, sin embargo, me quedé pensando unos momentos más, aunque ya lo hice en la cama, donde me acabó venciendo el sueño sin que llegara a nada en particular.
Al día siguiente, Ángela me llamó bastante temprano, pillándome a punto de salir hacia el gimnasio, porque cuando me levanté me entretuve en recoger un poco la casa, así que no pude ir tan temprano como lo solía hacer.
De hecho, al final no acabé yendo, porque recordé lo que me encontré el día anterior y no me apetecía nada que me pasara lo mismo, así que ese día me lo tomé libre en ese aspecto, diciéndome Ángela de quedar para desayunar en una cafetería si me apetecía.
Así que nos reunimos en una. Estuve a punto de decirle de ir a la que trabaja Daniela, aunque ella no sabía nada de eso, por cercanía más que nada, pero no me pareció muy buena idea por la posibilidad de encontrarme con Valentina, ya que sabía que la seguía frecuentando.
No tenía muy buena pinta que se encontrara a su ex con la chica con la que fue engañada, así que descarté ir allí. Cuando nos vimos, me la encontré muy sonriente, sin nada de maquillaje y con sus típicas trencitas, llevando obviamente la ropa del día anterior, yendo muy guapa con un fino vestido de color marrón que tenía hasta manga larga.
Me estuvo contando cómo fue la noche con Cintia, aunque sin dar mucho detalle, pero es que a ella le llamaba mucho la atención, porque me decía que se parecía mucho a mí en la cama, estando esa noche un poco cariñosa y todo, como solía estar yo con ella una vez nos íbamos a la cama.
Le comenté que habíamos hablado los dos por la noche una vez ella se quedó dormida, impresionándole aquello un poco y entrándole curiosidad. Le hizo gracia cuando le enseñé la foto que Cintia le hizo, pasando a contarle después de lo que habíamos hablado. Ángela me decía que Cintia era un encanto de chica, acabando yo por darle la razón al notar tanto cambio en ella.
Tras eso, empezamos a hablar de cómo hacerlo para que yo hablara con Elena, siguiendo ella opinando que no le parecía del todo bien que lo hiciera por llamada o por mensaje por si Irene intercedía, pero le volví a decir lo mismo que le dije el día anterior, pensando que ya le habría dicho cosas de ser así.
Ángela se llegó incluso a prestar a acompañarme a hablar con ella en persona, después de descubrir dónde lo hacía, claro. Y sin estar ella presente, tan solo acompañarme para darme fuerzas, como hice yo con Valentina en su día, aunque yo sí que tomé algo de parte en aquello.
El caso es que ella se prestó a ir conmigo para que no me resultara tan difícil y para que no estuviera tan nervioso, o al menos para tratar de que fuera así, pero le dije que lo veía ridículo, porque era algo que tenía que hacer yo y me parecía que era algo que se hacía con los niños pequeños como para hacerlo conmigo.
Me ofuscaba mucho pensar en aquello, porque no llegaba a nada en claro y la verdad es que en ese momento prefiera aprovechar el tiempo con Ángela, ya que no muchos días después tendría que volver a Francia.
Se lo dije de esa manera, que prefería centrarme en estar con ella que en estar pensando entre los dos cómo hacerlo, siendo algo que ya haría yo a solas. Así que desayunamos dejando ahí el tema, hablando ya de otras cosas para luego dar un paseo e irnos a casa por el frío que hacía, sin tener muy claro qué podíamos hacer en ese día, aunque llamaron a la puerta, resultando ser Noelia.