Descuidos que hayamos presenciado o sufrido

Buf… es que leer esto me ha hecho recordar cosas que tenía medio enterradas… pero que solo de pensarlas se me sube el calor al pecho.


A mí me pasó algo muy bestia en el hospital, y no fue una foto, ni un vídeo… fue un descuido en directo. Estaba cambiando a un paciente —un chico joven, de mi edad más o menos— y se giró justo en el momento en el que yo le estaba sujetando la sábana. Estaba completamente desnudo, claro, y no sé si fue casualidad o un poco a propósito, pero se le puso dura delante de mí sin mediar palabra. Yo me quedé congelada.


Lo más fuerte es que no apartó la mirada, me la clavó en los ojos mientras aquello… en fin, crecía. Yo disimulé como pude, seguí con lo mío, pero estaba mojada entera. No se lo conté ni a mis compañeras. Me fui al baño después y… bueno, ya te imaginas.
Hace mucho?
 
Buf… es que leer esto me ha hecho recordar cosas que tenía medio enterradas… pero que solo de pensarlas se me sube el calor al pecho.


A mí me pasó algo muy bestia en el hospital, y no fue una foto, ni un vídeo… fue un descuido en directo. Estaba cambiando a un paciente —un chico joven, de mi edad más o menos— y se giró justo en el momento en el que yo le estaba sujetando la sábana. Estaba completamente desnudo, claro, y no sé si fue casualidad o un poco a propósito, pero se le puso dura delante de mí sin mediar palabra. Yo me quedé congelada.


Lo más fuerte es que no apartó la mirada, me la clavó en los ojos mientras aquello… en fin, crecía. Yo disimulé como pude, seguí con lo mío, pero estaba mojada entera. No se lo conté ni a mis compañeras. Me fui al baño después y… bueno, ya te imaginas.
Tan mal el chico no estaría si quería demostrar lo que tenía.
Estaba consciente, buena circulación.
 
Esto pasó durante el verano pasado en la oficina, con una compañera de trabajo (llamémosla Lucía). Alta, pelo largo moreno. Ella llevaba poco tiempo en la empresa, trabajamos para el mismo cliente pero departamentos distintos. Sin llegar a ser amigos, tenemos una relación de colegas de trabajo.

Normalmente cuando tiene alguna duda o algo que preguntarme, se sienta en la silla de al lado mío y así lo miramos en el ordenador. Pero en esta ocasión en vez de venir al lado, vino enfrente mío, cogió y se inclinó hacia adelante para apoyar los codos en la mesa de enfrente. Esto, sumado a que ese día vino con un niki de tirantes, provocó que su escote quedara al nivel de mi vista. Me aprendí todos los lunares de sus tetas durante ese rato (no están nada mal de tamaño, por cierto)
 
Esto pasó durante el verano pasado en la oficina, con una compañera de trabajo (llamémosla Lucía). Alta, pelo largo moreno. Ella llevaba poco tiempo en la empresa, trabajamos para el mismo cliente pero departamentos distintos. Sin llegar a ser amigos, tenemos una relación de colegas de trabajo.

Normalmente cuando tiene alguna duda o algo que preguntarme, se sienta en la silla de al lado mío y así lo miramos en el ordenador. Pero en esta ocasión en vez de venir al lado, vino enfrente mío, cogió y se inclinó hacia adelante para apoyar los codos en la mesa de enfrente. Esto, sumado a que ese día vino con un niki de tirantes, provocó que su escote quedara al nivel de mi vista. Me aprendí todos los lunares de sus tetas durante ese rato (no están nada mal de tamaño, por cierto)
Esa forma de apoyarse en la mesa no fue casualidad. Ese escote, esos tirantes tan sueltos… fue un gesto estudiado, aunque pareciera natural. Porque las mujeres notamos cuándo alguien nos mira distinto, cuándo su voz tiembla un poco más al responder, cuándo sus ojos no pueden evitar bajar, aunque sea un segundo.

Y ese día, ella quiso que miraras. Que la vieras ahí, tan cerca, tan callada, con sus tetas casi rozando la línea de la pantalla, como si todo fuera trabajo… pero no lo fuera del todo.

Porque el verdadero juego no está en lo que ves, sino en lo que no puedes tocar.
 
Esa forma de apoyarse en la mesa no fue casualidad. Ese escote, esos tirantes tan sueltos… fue un gesto estudiado, aunque pareciera natural. Porque las mujeres notamos cuándo alguien nos mira distinto, cuándo su voz tiembla un poco más al responder, cuándo sus ojos no pueden evitar bajar, aunque sea un segundo.

Y ese día, ella quiso que miraras. Que la vieras ahí, tan cerca, tan callada, con sus tetas casi rozando la línea de la pantalla, como si todo fuera trabajo… pero no lo fuera del todo.

Porque el verdadero juego no está en lo que ves, sino en lo que no puedes tocar.
Efectivamente, desde aquella vez surgió lo que yo llamo el "picorsito" hacia ella.

No ha vuelto a darse esa situación, sin embargo la recuerdo perfectamente. Aunque por aquél entonces yo estaba en pareja, cuando me quedé soltero en octubre, al poco supe que ella estaba emparejada (desconozco desde cuando, si en ese momento ella lo estaba o no). En fin, ya queda menos para que venga el verano, y quién sabe si este año habrá otra situación similar...
 
No es un descuido como tal pero se le parece.
Me encanta cuando llega la primavera y el buen tiempo y las chicas empiezan a ponerse ropa mas fresca como esos típicos pantalones blancos de tela muy fina que si te fijas un poco puedes ver todo.
Hace unos días estaba haciendo la compra en el super y me crucé con una chica jovencita que iba con su padre, a poco que te fijases a la chica se le veía perfectamente todo el culo y el tanga negro que llevaba debajo. No sé que se le pasaría al padre por la cabeza viendo a su hijita pasearse así en publico sabiendo que cualquier pervertido no va a poder apartar los ojos de ese culo.
 

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