10
La encerrona.
- Necesitamos testimonios.
La jueza pone encima de la mesa un tema que resulta evidente para todos.
- Si queremos montar un caso con posibilidades, además de todas las pruebas necesitaríamos interrogar a gente de dentro. Si conseguimos pillarlos en contradicciones o que con su declaración avalen nuestras investigaciones, les tendremos cogidos. Nada desestabiliza más que tener testimonios de tu propia organización en contra. Eso en un juicio es demoledor.
- ¿Habrá alguien que quiera colaborar?
- Nos vale con pillarlos desprevenidos y que caigan en contradicciones, o que incluso su declaración confirme nuestras sospechas, pero si conseguimos que alguien colabore voluntariamente mejor que mejor.
- ¿Qué hay del informante? ¿No estaría dispuesto a dar el paso? – pregunta Fermín.
- No creo. No ha mostrado su identidad en ningún momento ni parece dispuesto a hacerlo. Utiliza un sofisticado software de distorsión de la voz y siempre llama desde números ilocalizables. Lo hemos pasado a la científica a ver si al menos podemos decodificar la voz para hacer un retrato robot, pero el sistema que utiliza es bueno, ni siquiera sabemos si es hombre o mujer. Alguien que se toma todas esas molestias dudo mucho que quiera ir de testigo.
- Entonces quizás la opción que nos quede es tantear a algún elemento bajo amenaza de inculpación. Si le metemos miedo a alguien dentro de la estructura puede ser que quiera colaborar ante la amenaza de cárcel ¿Se os ocurre alguien?
Fermín, ante el silencio de los demás se atreve a proponer una persona. Quizás sea porque es novato en este tipo de historias e impulsivo, pero aporta lo primero que se le pasa por la cabeza.
- La directora de obra de la promoción de Arganda del Rey. Es arquitecta y fue antigua funcionaria del Ayuntamiento de Madrid. A pesar de que tiene buen sueldo está limpia desde el punto de vista fiscal. Está en una posición en que, al menos el tema de contratos inflados y de gastos debe conocerlo, así como es posible que también sepa del trato de favor recibido en algunos ayuntamientos para poder construir.
- ¿Qué opinas? - pregunta la jueza a Mónica.
Ella lo piensa durante unos momentos.
- Creo que podría funcionar. Está lo suficientemente dentro como para que tenga conocimiento de lo que está pasando y lo suficientemente fuera del núcleo duro como para que la podamos asustar. Nadie de los que están metidos de lleno en el ajo hablaría sin más con nosotros, le temerán más a perder su puesto o a lo que les pueda suceder, pero ella no parece formar parte de la élite que se está llevando la pasta. Quizá no esté dispuesta a ir a la cárcel si hacemos una redada. Podríamos intentarlo.
- ¿Qué hacemos entonces? ¿la citamos?
- Si recibe una citación levantará la liebre antes de tiempo. Mejor le hacemos una visita informal. De todas formas, es muy probable que le vaya con el cuento a sus jefes, pero no tenemos nada que perder. Desde la visita de Fermín el avispero ya se está meneando. Hay movimiento en las cuentas y da la impresión de que han reforzado sus medidas de seguridad. No van a cerrar e irse, pero toman precauciones y eso significa que saben que alguien tiene puesta la lupa sobre ellos.
- Entonces ¿por qué no se quitan del medio?
Mónica mira Fermín con cierta condescendencia. Le falta experiencia en el ámbito policial.
- Porque no son ladrones cualesquiera. No es solo su dinero el que se juegan, ahí hay mucha inversión y simplemente no pueden cerrar e irse, no pueden desaparecer. Intentarán liquidar las promociones que tienen en marcha, no se pueden permitir fallar a sus inversores. Mientras tanto, tratan de blindarse y es posible que más adelante adopten un perfil bajo durante un tiempo para no llamar la atención más de lo necesario. Tienen recursos, pueden contratar los mejores abogados. Posiblemente los jefes hayan establecido cortafuegos para hacer difícil que lleguemos a ellos y sobre todo confían en que sus influencias en las altas esferas, sean estas las que sean, muevan ficha para parar el golpe.
- Entiendo.
- De acuerdo ¿quién se ocupa de hacer la visita a Paloma?
- Podemos montar una escena a lo grande – propone Paco Rubial - ¿Que os parece si la subimos en un coche y nos la traemos a una comisaría? Ya que vamos a terminar de levantar la liebre hagámoslo bien. Que se encuentre delante de todo un equipo y que piense que ya los tenemos pillados. Además, si lo hacemos así evitaremos que alguien de su empresa nos vea interrogarla. Si decide colaborar eso será de mucha ayuda. Cuanto más desapercibidos pasemos mejor.
- Vale, organizadlo para ayer mejor que para hoy - cierra la jueza.
Paloma acaba de salir camino del gimnasio. Procura ir dos días por semana mínimo, tres si puede. Le pilla cerca de casa así que va andando. Apenas ha recorrido unos metros cuando Mónica y Paco se le echan encima.
- Disculpe ¿es usted Paloma Gálvez?
El tono más parece de afirmación que de pregunta, constituye en realidad un aviso para que se detenga y les preste atención.
- Sí ¿quiénes son ustedes?
- La inspectora Mónica Pedroso y el inspector Francisco Rubial - contesta ella mientras exhibe su placa ¿Podemos hablar un momento con usted?
- ¿Sobre qué?
- Si es tan amable de acompañarnos le explicaremos en comisaría.
- Si hay que ir a la comisaría no será un momento.
- Intentaremos no retrasarla demasiado, no se preocupe, nosotros la traemos y la llevamos.
Paloma parece dudar un instante.
- Quizás debiera hablar antes con mi abogado.
- Señora no se ponga nerviosa, solo son unas preguntas.
- Ya que solo son unas preguntas no les importará que consulte antes con un profesional.
- ¿Tiene usted abogado?
- Yo no pero mi empresa sí ¿Es algo relacionado con mi empresa? - pregunta Paloma con toda la intención.
Los dos policías guardan silencio. finalmente, quien lo rompe es Mónica.
- Sí señora, es relacionado con su empresa, pero no necesita ningún abogado de momento, solo queremos hacerle unas preguntas. Será un interrogatorio informal.
Paloma todavía duda un poco. Mónica y su compañero mantienen la pose tranquila, aunque saben que lo peor que podría pasar sería que ella insistiese en llamar a un abogado y más aún de la empresa, pero hacen como si no les importara. Adivinan en Paloma un hueso duro de roer, así que más les vale no presionar demasiado a menos que sea necesario. Esperan a ver por donde respira. Para su alivio, ella acepta acompañarlos.
- De acuerdo, si me dejan luego en mi gimnasio...
- Sí señora, ningún problema.
Van a la comisaría de Chamartín que es la más cercana. Allí han reservado un pequeño despacho para interrogar a Paloma. No es su sede oficial pero prefieren que sea así, cuanta menos gente sepa que la interrogan mejor. Aparcan el coche en el patio dejándolo en doble fila y entran al edificio por una puerta lateral distinta a la que hay abierta al público. Salvo el guardia que les ha abierto la valla para que pasen nadie parece reparar en su presencia. Caminan por un pasillo dejando puertas a la izquierda y finalmente entran en un despacho. Allí les espera Fermín que se levanta para saludar a Paloma.
- ¡Paloma Gálvez! encantado de volver a verla.
- Vaya, no sé por qué no me sorprende encontrarle aquí. La última vez que nos vimos no tuvo a bien presentarse.
- Fermín Márquez.
Paloma alarga la mano y estrecha la del hombre que permanece tendida. Un saludo breve, formal, que rápidamente deshacen.
- Muy bien ¿alguien puede explicarme de que va todo esto?
- Enseguida, tome asiento por favor ¿no quiere un café? ¿agua?
- Estoy bien.
- Verá, queremos hablar con usted porque creemos que puede ayudarnos en una investigación.
- ¿A quiénes están investigando?
- A Wkm.
- ¿Mi empresa?
- No es su empresa, usted solo es una empleada.
- Vaya, nos ponemos quisquillosos con las definiciones. Tiene razón, no es mi empresa, pero trabajo para ella.
- Pues la empresa para que la que usted trabaja puede estar cometiendo al menos tres delitos de corrupción y otros cuatro o cinco fiscales.
- Yo no sé nada de eso. Me limito a proyectar y ejecutar obras. Soy arquitecta.
- No la estamos acusando señora Gálvez. De hecho, todo lo contrario: creemos efectivamente que usted está al margen. Tenemos bastante información, lo que les estamos pidiendo es que colabore con nosotros en la investigación desde dentro.
- ¿Desde dentro? ¿a qué se refiere? ¿a que haga de espía?
- Usted tiene acceso a contratos, a albaranes, a cuentas, a toda la documentación y permisos, conoce a todo el mundo y puede sernos muy útil.
- Yo no quiero ningún lío y menos con la empresa que me da de comer. Además, no veo cómo puedo hacerme con esa documentación a la que ustedes insinúan que tengo acceso.
- No se preocupe, nosotros la iremos guiando, le explicaremos lo que tiene que buscar y dónde es posible que lo encuentre. Usted es una persona de confianza en la organización y nadie sabrá que está colaborando con nosotros. No le pediremos nada que la ponga en riesgo, solo queremos ubicarnos bien, saber quién es quién dentro y dónde tenemos que ir a buscar las cosas. Si necesitamos documentación o pruebas nosotros mismos nos haremos con ellas, pero necesitamos a alguien que conozca bien la empresa y que nos oriente.
- Señora Gálvez – interviene Paco Rubiales -podemos hacerlo sin usted, solo que nos llevará más tiempo será más complicado. Si usted colabora con nosotros será mucho más sencillo, rápido y...
- ¿Y qué?
- Le voy a ser franco, me cuesta creer que su empresa esté cometiendo todos estos delitos y nadie sepa nada y menos alguien en su posición. Si es verdad que usted está al margen de todo, su obligación como ciudadana es colaborar con la Policía. Habrá cumplido con su deber y le estaremos muy agradecidos, y si resulta que no, cuando caiga Wkm (que caerán), a usted le resultará muy práctico estar del lado de los buenos.
- No tengo nada que esconder.
- ¿Eso es una negativa?
- ¿De qué delitos estamos hablando?
- Señora Gálvez, usted sabe perfectamente dónde están construyendo y que ahí ha habido una recalificación de terreno cuanto menos sospechosa. Hace tan solo unos meses eso era parque natural.
- No es cierto, eran terrenos rústicos, pero no parque natural, los chalets son legales.
- La carretera de acceso pasa por un parque natural y algunos de los equipamientos que se van a construir también, eso forma parte de la urbanización y sí que estaba en un entorno protegido, y claro que es legal porque ha habido una recalificación, lo que no es legal es la forma en que se ha hecho esa recalificación – interviene Mónica - Creemos que se han saltado al menos dos leyes de la Comunidad de Madrid y un decreto ley estatal. Sabemos incluso con quien han contactado en el Ayuntamiento y quienes aprobaron los pliegos y dieron los informes favorables. Queremos encontrar la documentación equivalente en su empresa y cotejar fechas y datos. Y hay más: también queremos saber todo lo relacionado con contabilidad y fiscalidad, entre ello, cosas que usted tiene muy a su alcance como saber qué partidas de materiales llegan a la obra, cuando llegan, quién firma los recibos y qué cantidad. De todo eso deben llevar un registro y debe haber personas responsables.
- ¿Eso es todo? - pregunta burlona, aunque un poco nerviosa.
- No, hay más. Pero empezaremos por ahí.
- Miren, esto es muy delicado y yo necesito pensarlo muy detenidamente.
- No tenemos demasiado tiempo, Paloma.
Mónica la tutea. Rebajando un poco el tratamiento formal trata de mostrarse a la vez cercana, pero también indicarle con esa confianza que, aunque sea arquitecta y sea alguien importante dentro de su empresa desde el punto de vista profesional, allí puede ser tan sospechosa como el que más. En ese momento llaman a la puerta y entra a la jueza Garriga.
- Hola ¿cómo va todo?
- Buenas tardes señora jueza, estamos hablando con Paloma Gálvez.
- Sí lo sé, me han dicho que estaban ustedes aquí. Encantada de conocerla señora Gálvez, soy la jueza que lleva esta investigación - dice mientras le tiende la mano a Paloma.
Ella se la estrecha inquieta. Si aquello es una puesta en escena lo han hecho muy bien, han conseguido aturdirla e impresionarla.
- ¿Le han explicado a la señora Gálvez que necesitamos su colaboración?
- Sí.
- ¿Está dispuesta a colaborar?
- Necesita pensarlo muy detenidamente - contesta Paco con cierto retintín.
- Lo entiendo señora, el problema es que la investigación no se detiene mientras se lo piensa y esto es una causa judicial. Cuando hablamos de la ley solo hay dos formas de situarse, que es frente a ella o junto a ella. Este caso está muy avanzado y va a dar resultados muy pronto, comprenderá que interpretemos la no colaboración con la justicia como un intento de obstaculizarla.
- Ya me lo ha explicado esta señora muy bien - dice refiriéndose a Mónica - Ella ya ha hecho de poli mala así que no es necesario que usted me apriete también.
- Pues entonces piénselo rápido. Y si me permite una recomendación, piénselo también muy en silencio. La fina línea que separa la inactividad de la colaboración es fácil de traspasar. Incluso suponiendo que usted no haya hecho nada malo, si filtra cualquiera de las cosas que ha oído aquí o si avisa a alguien de dentro de su empresa que estamos investigando, me encargaré de que usted también se siente en el banquillo. Colabore con nosotros o apártese, pero no interfiera en la investigación. Personalmente le recomiendo la primera opción, le estaremos muy agradecidos. Tengo que irme, Mónica ¿puedes salir un momento?
- Claro, disculpadme vuelvo enseguida.
Una vez ya en el pasillo ambas mujeres intercambian impresiones.
- ¿Como lo ves?
- Creo que accederá, tiene carácter y sabe aguantar el tipo, pero por dentro se está cociendo a fuego lento.
- ¿Estará implicada?
- No creo que lo esté, al menos a un nivel muy alto. Debe tener conocimiento de ciertas cosas, eso casi seguro y podrá sernos de utilidad, pero no creo que forme parte del núcleo duro de la empresa. La hemos investigado y parece estar bastante limpia, no tiene el perfil de una defraudadora ni de una persona corrupta.
- Bien, pues no aflojéis la presión, dejadla de nuevo en casa pero haceros con su teléfono y llamadla mañana mismo. Otra cosa: acaba de llamarnos nuestro informante.
- ¿Cuándo?
- Ahora mismo, por eso no he podido comenzar el interrogatorio con vosotros. Nos ha comentado que ha tenido conocimiento de que han parado un par de promociones de Wkm.
- ¿Tenían algo más en construcción?
- Pequeñas cosas, entre ellas hay dos que han parado las ventas. El informante lo ha comprobado y nos ha facilitado los teléfonos para llamar. Por lo visto ha telefoneado esta mañana mismo y han suspendido las ventas de pisos sobre plano. Sobre el listado de promociones irregulares o de posibles prácticas corruptas de Wkm que nos envió en su día ha sido incapaz de ampliar algo. Se reitera en la lista que nos pasó, así como en los informes indicándonos las posibles irregularidades y los posibles estamentos de la administración pública implicados. Respecto a lo de Arganda nos indica que antes incluso de la recalificación de los terrenos, Wkm ya tenía previsto construir la carretera de acceso. Los planos estaban realizados antes de la adjudicación, e incluso el material encargado y la contrata puesta sobre aviso para ejecutar la carretera en el menor plazo posible.
- ¿No es posible obtener esos documentos y certificar eso?
- Nos indica donde podremos encontrarlos en caso de efectuar un registro, pero hay que actuar rápido, esta gente parece estar sobre aviso y no sería extrañar que estén destruyendo documentación.
- Una orden y mañana mismo podemos ir a por ellos.
- Es precipitado, no estamos listos y podemos levantar la liebre. De momento estamos hablando de pruebas circunstanciales, hasta que no los tengamos agarrados con el tema de evasión fiscal no tenemos nada que sea lo suficientemente sólido. Si los intervenimos ahora y seguimos con las manos vacías o con material insuficiente, saldrán libres en el juicio. Necesitamos tiempo para seguir investigando las cuentas y monitorizando sus movimientos.
- Pero mientras se nos van a escapar por el otro lado.
- Ya lo sé Mónica, pero donde de verdad podemos hacerle daño es en la parte del dinero. La corrupción política es difícil de demostrar y, además, si pisamos muchos callos se formará un lío de mil pares de narices y veremos a ver si al final sale algo limpio de todo eso. Con el tema del dinero no es posible contestación alguna, si aportamos pruebas el fiscal podrá entrar a fondo. Si retrasamos unos días los registros para poder seguir monitorizando las cuentas, sólo unos días...
La inspectora asiente pensativa, busca, su mente no para de funcionar tratando de encontrar una posible salida. Quiere hacer bien el trabajo, ir para adelante con todo y no tener que sacrificar una parte de la instrucción a costa de la otra. Sabe que todo va entrelazado: corrupción y lavado de dinero, fraude fiscal, no quiere dejarse nada atrás.
- Esta mujer ¿podríamos utilizarla para obtener esa documentación? Deme los datos que le haya pasado la informante de dónde podemos conseguirla y yo hablaré con Paloma.
- De acuerdo, apriétala un poco. Si nos echa un cable le salvaremos el culo en caso que esté implicada.
- ¿Y si no está implicada?
- Joder, pues la invito a unas putas vacaciones en el Caribe, lo que ella quiera…
- Señora jueza, ese vocabulario no es propio de usted…
- Se me pega todo de vosotros, eso me pasa por juntarme tanto con la Policía.
Mónica vuelve a la sala.
- ¿Hemos terminado? -pregunta Paloma que parece impaciente por acabar.
- La señora jueza me ha pedido que vuelva a insistir en que colabore con nosotros. Usted es lista, no necesita que le repita todos los argumentos que…
- En efecto, no es necesario que insista – corta seca la arquitecta – les daré mi respuesta cuando lo piense.
- Que sea lo más pronto posible ¿le parece bien que la llame mañana?
- Muy bien, de todas formas me va a llamar aunque le diga que no...
- En ese caso la acompañamos de vuelta ¿Dónde quiere que la dejemos?
- En mi gimnasio, aun puedo aprovechar algo de la tarde.
-Pues vamos.
- ¿Dónde te dejo? - pregunta Paco Rubial a Mónica tras dejar a Paloma - ¿vas para casa?
- No, hoy no tengo a los nenes así que voy a cenar algo fuera, luego una copa y para casa. Tengo la cabeza como un bombo y estoy hasta los mismísimos ovarios de todo, a ver si me despejo un poco.
- ¿Quieres que te acompañe?
- No gracias, he quedado con unas amigas. Déjame aquí mismo por el centro.
- Vale.
Agradece que Paco no insista. Ya se enrollaron una noche, justo después de su separación. Un polvo de desahogo que le vino bien pero no tan bien como para repetir. Paco es un policía a la antigua, profesional, metódico, estricto seguidor del protocolo, lo que lo hace previsible y poco conflictivo en el trabajo y eso le gusta a Mónica, pero desprende un cierto olor a naftalina, a antiguo cuando están en la cama. Un tanto pasivo, aunque considerado. Así que prefiere no arriesgarse a estropear su relación laboral dándole la esperanza de que aquello se pueda repetir. Hasta ahora parece haber encajado sus negativas bastante bien, pero sigue insistiendo por lo que se ve.
Es tarde. Lo de la jornada laboral regulada es algo que no ha vuelto a oler desde que ascendió a inspectora. Se encuentra cerca de un restaurante italiano que le gusta bastante. Ponen unos macarrones a la amatriciana que le encantan. Eso y media botella de Lambrusco le arreglarán la noche y de guinda un buen helado. Justamente ahora que no hace régimen ni va a apenas al gimnasio es cuando ha perdido peso. El trabajo y la casa la tienen demasiado entretenida como para permitirse pensar en comer. La verdad es que sí que podía haber llamado a alguna amiga, es viernes y alguna de sus íntimas seguro que sale esa noche también a tomar algo. Al menos dos de ellas están también divorciadas, pero Mónica ha improvisado sobre la marcha. Antes de entrar al italiano saca el móvil y marca un número. Resulta que sí le apetece echar un buen polvo, lo que sucede es que tiene otro candidato que le da bastante buen resultado.
- ¿Joaquín?
- Hola Mónica ¡cuánto tiempo!
- Sí, he estado un poco liada, ya sabes este trabajo es una mierda pinchada en un palo.
- Lo supongo, a mí me pasa igual, estoy de hacer turnos hasta el gorro.
- Bueno, ya lo hemos hablado muchas veces, sácate una oposición interna y sal de la escala básica. Ahí siempre es la misma basura.
- Para eso hay que estudiar y no se me da muy bien ¿qué querías? - pregunta con tono entre interesado y anhelante, porque dado el tipo de relación que tienen se imagina para qué es la llamada.
- Esta noche estoy sola ¿Te apetecería tomar una copa? Estoy en el restaurante Grandine.
No ha mencionado la palabra follar pero la invitación no ha podido ser más directa y expresa.
- Salgo de turno en una hora, si me esperas…
- Vale, voy cenando yo ¿quieres que te pida algo?
- No, yo ya salgo de aquí comido. Te recojo y nos tomamos esa copa.
- Ok, llámame cuando estes por la zona.
Ha pasado justamente una hora. Mónica se toma el último sorbo de lambrusco a modo de postre. Hace tan solo unos meses hubiera considerado un fracaso patético el estar allí sola, cenando y bebiendo como un cosaco, pero ahora lo ve con otros ojos. Una cena sin nadie que le ponga loca la cabeza, sin hablar de trabajo, de penas o sin discusiones, disfrutando de aquella comida que le gusta y un vino de los que se suben a la cabeza es la idea que tiene de acabar bien el día, aunque la cosa puede mejorar. Espera impaciente a Joaquín, que es justo lo que necesita para hacerse un reset completo. Un metro noventa, musculado, compacto, joven, es un pedazo de animal capaz de manejarla bien con su gran envergadura, que no se cansa, lo que vulgarmente se conoce como un empotrador aunque a ella no le gusta usar esa palabra.
El muchacho pasó por la unidad antidisturbios, a la que fue un firme candidato por su buen físico, pero no le acabó de gustar eso de dar golpes a la gente que no conoce o que simplemente suele estar reclamando algo, con razón o sin ella. No es lo suyo, le reconoció sin demasiada dificultad. El chico, a pesar de todo, tiene criterio propio y toma decisiones que a lo mejor no le hacen muy popular entre algunos de sus compañeros y eso le gusta a Mónica, quien a pesar de ser una policía dura y veterana, no comulga con la gente de gatillo fácil y a la que se le va la mano con facilidad. De hecho, no casa nada bien con algunos de sus compañeros de ideología ultra. Considera que lo suyo es un oficio y no una herramienta para fastidiar a rivales ideológicos o para proyectar tu propia rabia contra los demás. Aparte del físico de Joaquín, le ha llamado la atención que parece un verso libre dentro de la Policía. Básicamente se considera un funcionario que hace un trabajo como otro cualquiera, que le permite tener una independencia económica y poder afrontar sus gastos, que se olvida de que es policía en cuanto sale de turno y que no está dispuesto a hacer demasiados esfuerzos por asumir más responsabilidad o más trabajo dentro de la carrera policial. En el fondo envidia su simpleza y su capacidad de desconectar y de disfrutar de la vida. Follar con alguien así, desde luego es mucho mejor que follar con Paco. Ella nunca le había sido infiel a su marido y ocasiones no le faltaron, pero una vez que la cosa estaba ya evidentemente a punto de ruptura, decidió que le parecía absurdo mantenerse casta. No es que Mónica necesite mucho sexo ni que tenga la libido muy por las nubes, pero era de las que no perdonaban un desahogo cuando tocaba y, vista la situación, no tardó en buscarse las habichuelas.
Procura no repetir y la verdad es que tampoco ha encontrado a nadie con quien le apetezca mucho hacerlo. Con Joaquín es diferente. Lo conoció en un operativo donde, nada más verlo, pensó que era el policía bruto que se usa para labores simples y que más allá de encargarle contener a la gente en un registro o perseguir a alguien en una redada, es mejor no darle más trabajo. Y es verdad que muy sofisticado no parece, pero precisamente esa simpleza y esa falta de pretensiones, unidas a una cierta gracia y picardía a la hora de relacionarse, es lo que más le atrajo de él. Es difícil que vuelvan a coincidir en el trabajo, aunque eso tampoco le importa demasiado a Mónica, que tiene muy claro que si le apetece acostarse con alguien lo va hacer y no va a sentir vergüenza por ello. Le importan un pepino las habladurías y lo que digan de ella sus compañeros masculinos. Para sobrevivir como mujer policía y más aún como inspectora, debe estar acostumbrada a lidiar muy bien con tanto machito henchido de testosterona.
El sexo con Joaquín es explosivo y le provoca todo un subidón, el mismo efecto que la droga a un adicto. La ayuda a desahogarse, a soltar estrés liberando un chute de endorfinas en el cerebro y la deja lista para continuar con su vida. De momento no necesita enamorarse ni lo busca, no quiere una nueva relación, solo quiere descansar, que todo vuelva a estar en su sitio, darse una alegría de vez en cuando y poco más… seguir con su vida.
Sale del restaurante un poco tambaleante. Hace unos minutos ha pedido la cuenta cuando Joaquín le ha enviado un mensaje por whatsapp. Él la recoge en su coche junto a la puerta.
- Hola ¿qué tal?
- Pues ya ves…
- Te veo muy contenta - dice él, al que no se le pasa el olor a alcohol - ¿celebrando algún caso resuelto?
- Más bien olvidándome de los que no puedo resolver. Pero no estoy aquí para hablar de trabajo, hoy no toca.
- ¿Y qué es lo que toca hoy entonces?
- Primero un helado bien grande, que no he tomado postre, y después una copa.
- ¿Y luego?
- Joaquín, no seas imbécil que con bastantes anormales trato ya cada día. Sabes perfectamente para qué te llamo, ahora que si no tienes ganas me cojo un taxi y me voy.
- Chica, que poco romántica eres ¡venga! que te llevo a tomar ese helado y luego a donde tú quieras.
- ¿Tu piso está libre?
- No, está mi compañero.
A Mónica no le hubiera importado encerrarse en la habitación y que el compañero de piso (otro policía), la oyera jadear o incluso gritar sí Joaquín hace una buena faena, pero su rollito ya le ha comentado en varias ocasiones que el otro policía con quien comparte piso es un pelmazo y un tío de lo más asocial. Imposible follar tranquilos si él está allí.
- Oye ¿y tu casa?
- No. Bueno ya apañaremos algo - dice ella por toda respuesta.
No está dispuesta a meter a ninguno de sus ligues en su piso, ya tirarán de hotel o de lo que haga falta, no sería la primera vez que acaban copulando en un parque o en un descampado. Y allí es precisamente donde acaban. En un descampado en la Casa de Campo que hace las veces de parking no oficial del parque de atracciones que en esa época está cerrado. Han estado metiéndose mano y pronto el coche se les queda pequeño para dos personas tan voluminosas, así que Mónica acaba echada sobre el capó con las manos apoyadas como si la estuvieran registrando, la falda sobre la cintura, las bragas por los tobillos y Joaquín penetrándola por detrás con suavidad no exenta de decisión. Luego, una vez dilatada y húmeda, empujando con fuerza, haciéndola sentir placer con sus dos voluminosas nalgas moviéndose y temblando con cada cachetazo que dan los muslos, la entrepierna y el vientre de Joaquín contra ellas. El alcohol que le provoca desinhibición y ganas, también la anestesia un poco impidiendo que llegue al orgasmo y reduciendo su excitación. Se siente un poco más lenta, rodeada de la negrura de los árboles en un sitio de la casa de campo donde hay poca o ninguna luz, pero donde ve brillar focos lejanos y luces que seguramente correspondan a la Plaza de España. Joaquín viene con ganas así que no tarda mucho en irse dentro. Se queda sudoroso, agarrado a su cintura, echándole el aliento en el cuello, acariciándole los pechos desde atrás. Ella se remueve con la verga todavía en su vagina. Cuando él se separa, se arrodilla, le quita el preservativo y se la chupa. El chaval se recompone rápido, el pene se estira, vuelve a recuperar dureza y ella, ahora sí muy excitada por el orgasmo de su compañero, lo empuja contra el coche. Ya lo han probado otras veces y sabe que tiene la altura perfecta para encajar uno con el otro, así que levanta un muslo, pega el pubis al de él y busca con su sexo el falo del hombre. Se frotan y la rigidez del miembro le provoca calambres en el clítoris. Está húmeda, a su edad todavía no ha perdido capacidad de lubricarse ni sufre de sequedad vaginal, aquello se le pone como un bebedero de patos cuando se excita, de modo que se permite juguetear un poco rozando el glande entre sus muslos, acariciando sus labios mayores y luego lo dirige con la mano para que tenga el ángulo adecuado. Poco a poco, con el muslo levantado y la rodilla apoyada en el capó, presiona para que entre. Tiene que juguetear un poco, pero pronto el falo está tan mojado como su propio sexo y resbala hacia el interior sin demasiada dificultad. Ahoga un largo suspiro mientras el trozo de carne duro y caliente se abre paso por su vagina hasta enfundarse completamente en ella. Insiste apretando hasta que ya no se la puede meter más adentro. Luego se mueve buscando el placer. La postura es forzada y un poco incómoda, pero a cambio el roce es mayor, se siente estimulada desde dentro y desde fuera también por el pubis del hombre. Sus pechos botan saliéndose del escote y ella le abre la camisa para sentir piel contra piel, para notar como sus pezones se restriegan por su pecho duro y ancho. En realidad, todo su cuerpo se frota, como si dos esponjas se estuvieran limpiando una a la otra. El sudor y el flujo es el detergente que hace espuma y sus cuerpos se adaptan el uno al otro ocupando cada hueco que queda libre, cada concavidad, provocando el estímulo en cada parte que resalta. Saltan chispas como si fueran yesca y pedernal. Ella le advierte:
- No te vayas a correr dentro.
No es cuestión de tener un susto a estas alturas de su vida. Mueve la cintura buscando un mayor contacto pero con movimientos suaves para evitar que se le salga. Pronto, eso no le basta, siente un inmenso calor que le sube desde el vientre hacia arriba, un cosquilleo en todo su pubis y pinchazos de placer en su ano que le corren por la espalda y por la columna vertebral. Sabe que es el anuncio del orgasmo y trata de intensificar y aumentar el ritmo, pero en esa postura resulta difícil. Es él, el que le coge el muslo y se lo sujeta levantándole la rodilla y abriéndole la pierna para facilitar la penetración. Entonces empieza a darle golpes de cintura que suenan a humedad y mucho placer. Justo cuando le viene el orgasmo, Mónica le aparta la mano y la rodilla y el muslo caen hacia abajo mientras ella se derrumba en peso y se empala aún más. Es así, casi de puntillas con los muslos cerrados y el falo atrapado en medio, como llega al clímax. Un beso húmedo en la boca buscando su lengua evita que grite, lo cual tampoco tendría demasiada importancia porque allí están prácticamente solos. Solo hay un par de coches, alejados de ellos lo suficiente como para no interferir y que seguramente albergan parejas que están a lo mismo, aunque en la oscuridad es imposible saber lo que están haciendo. Podrían estar follando encima del capot igual que ellos y no lo sabrían porque solo se ve la masa oscura del vehículo. Mónica se mantiene colgada del cuello de Joaquín, comiéndole la boca y apretándose contra él como un animal en celo, apurando todavía algunos latigazos de gusto, llevándose las últimas migas del atracón.
- ¡Joder! ¡joder! ¡qué bien, qué ganas! - repite con rabia mientras el otro le come el cuello y baja la boca hacia sus pechos.
- Para, para, ahora no, que los tengo muy sensibles. No me vayas a morder.
- Tranquila ya he cenado.
- Pues no lo parece, venías con ganas.
- Mira la que habla: tú sí que tenías ganas, me di cuenta en cuanto me llamaste que lo que querías era un polvo rápido.
- Vaya, espero que no te moleste.
- Esto nunca me molesta, puedes llamarme todas las veces que quieras, lo único que si me pillas de servicio y no puedo ir me va a dar mucho coraje.
Ella se ríe, todavía están abrazados cuando unas luces irrumpen en el descampado. Un todoterreno se mueve lentamente como si fuera un barco en el oleaje, subiendo y bajando con los baches. Busca con sus luces y entre todos los coches les apunta a ellos. Mónica deja caer su vestido y se separa de Joaquín, que con toda la tranquilidad del mundo se agacha y aprovechando que ella está delante cubriéndole, se sube los pantalones. El coche se acerca muy despacio mientras Mónica se estira la falda y Joaquín enciende un cigarro. Se para a tres o cuatro metros escasos de distancia. Un agente de la Policía Local baja de él mientras el otro permanece dentro. Es un coche del 092.
- Buenas noches ¿me enseñan su documentación?
Mónica mete la mano por la ventanilla y saca su bolso. Extrae la placa y la muestra al agente.
- Mónica Pedroso. Inspectora Pedroso – añade con un tono de autoridad - Él es Joaquín Crespo, agente de la Policía Nacional.
Joaquín echa una bocanada de humo sin considerar necesario tirar de placa. Está en lo cierto, la simple identificación de Mónica como inspectora del cuerpo Nacional de Policía hace que el agente salude y se le quiten las ganas de indagar si aquello es lo que parece o están en algún operativo.
- Disculpe, solo estábamos haciendo la ronda.
- Claro, no hay problema, no se preocupe.
Al compañero se le borra la sonrisa cuando ve al otro darse la vuelta y dirigirse de nuevo al coche con cara de circunstancias. Se largan sin molestar a los otros coches que hay por allí, al parecer la ronda ha terminado por esa noche.
- Que jodido que te manden a molestar a las parejitas de madrugada. No tendrá otra cosa mejor que hacer el alcalde.
- No le gusta que la gente se queje de encontrarse la Casa de Campo llena condones cuando vienen por la mañana a hacer deporte o a pasear con la familia.
- Ya, tiene el mayor burdel de España al aire libre a doscientos metros de aquí y vienen a dar por culo a las parejitas que no hacen daño a nadie. Bien ¿qué hacemos? te apetece que vayamos a un hotel y sigamos un ratito más.
- Bueno - responde Mónica encogiéndose de hombros.
No se molesta en recoger sus bragas del suelo que están llenas de polvo y tierra. Se limita a limpiarse bien con un kleenex antes de tomar asiento en el vehículo. Cuando se sienta en el coche, un leve mareo se va apoderando de ella. Ha cenado demasiado y también ha bebido demasiado. El estómago empieza a revolvérsele y el cansancio se apodera de su cuerpo una vez relajada después del polvo. De repente, el irse a un hotel ya no le parece tan buena idea. Cuando salen a la Nacional Cinco y toman en dirección a Madrid, le dice a Joaquín:
- Coge la M-30. Mejor me llevas a casa.
- ¿Y eso?
- Creo que he comido demasiado y no me siento muy bien. Me temo que te voy a estropear la noche de hotel, va a ser dinero tirado.
- Tenía pensado que pagarás tú que para eso eres inspectora y ganas más.
- Vale, pero será otro día.
- No problema jefa.
A veces la llama así y a Mónica le gusta. Cuando se conocieron en el operativo se dirigió a ella de esta manera en vez de señora o señora inspectora. A ella le hizo gracia y no se lo tomó como una muestra de confianza indebida. Aquel operativo consistió en desmantelar una casa de apuestas ilegales que en realidad servía de cebo para ocultar una trama mayor. Sabían que era muy difícil pasar desapercibidos, de manera que montaron ese local para que la policía no se fijara en lo importante y para que, si la desmantelaban, les sirviera de alarma para poner a salvo lo gordo.
- ¡Joder! ¡joder! ¡joder! - exclama dando golpes en el salpicadero.
- ¿Qué coño pasa?
- No me lleves a mi casa, llévame a avenida Arcentales con Alcalá.
- Pero ¿no estabas mal? ¿a estas horas te quieres ir a la avenida Arcentales?
- Tengo que acceder al ordenador, lo que quiero ver solo puedo hacerlo desde allí.
- ¿Y no puedes esperar a mañana?
- No.
- ¿Y tu ordenador está en ese sitio?
- No preguntes, tú llévame y ya está.
- Tu mandas jefa.
- Pues eso, tira para allá.
- Es igual que aquel operativo, las empresas que estamos investigando solo son un puto cebo, una puta trampa para que hagamos sonar el cascabel - Cavila Mónica, aunque se abstiene de decir nada en voz alta.