La cena del Idiota

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Yo creo que era un comentario de otro forero que citó un comentario tuyo y no puso nada más que un punto. Quizás como el te citó te llega ese mensaje?
 

Martina​



Al final decidieron prescindir del paseo e ir directamente a la playa. Alba lo había persuadido para que fueran a conocer a su prima pequeña, Martina.

Después de cerrar la portezuela de madera y dejar la casa tras ellos, atravesaron el paseo adoquinado hasta alcanzar las rocas por las que se descendía hasta la arena. Un caminito serpenteaba entre ellas hasta su parte inferior y continuaba en horizontal esquivando las enormes piezas pétreas hasta la esquina de la playa. Su arena era tan fina y blanca como había dicho Alba.

El rato que transcurrió hasta que llegaron allí ayudó a que Dani se le pasara parte del enfado. Delante de ellos se veía gente caminando por la orilla. No había demasiados, pero eran suficientes para que un paseo por el agua se hiciera con dificultad.

—No te habrías enfadado antes, ¿no?

—No. —Había dudado un momento antes de contestar.

—¿La cara que tenías no decía eso?

—Es la única que tengo. Me vino así con el resto del cuerpo.

Alba lo paró e hizo que se girara hacia ella. —Venga, Dani, que nos conocemos. ¿Es porque estaba hablando con Cristian?

—¿Ah, sí? ¿Estabais hablando? No me he dado cuenta. —El tono había sonado excesivamente falso.

—¿En serio te has mosqueado por esa chorrada?

—Es que no lo pillo —dijo sincerándose por fin—. Te empapan, te tiran al agua, y yo… joder, que casi me parto la cara con ese imbécil por ti —intentaba moderar su enfado—, y después tú… te pones a tontear con ese…

—¿Cómo que tontear? —Alba levantó una ceja.

—Bueno, tontear, seguirle el rollo. Lo que sea.

—Ay, cari, ¿y qué quieres, que le monte un pollo? —rebatió bajando el tono—. Había venido a disculparse. Lo menos que puedo hacer es aceptarlas. Estamos en casa de mi prima y no quiero líos, y menos con el hijo de su pareja. Además, el chaval estaba muy arrepentido.

«Seguro que sí —pensó Dani—, arrepentidísimo».

—No, joder, tampoco digo eso, pero que se mofe, te estropee la ropa y el pelo, y luego venga de niño bueno a ver si puede ligar contigo… no me parece.

—Oy, qué tonto eres —golpeó el hombro de Dani a modo de suave toque de atención—. Qué va a querer ligar conmigo, pero si es un crío.

—No es tan crío, Alba. Que se estaba poniendo las botas contigo.

El semblante de su novia pareció suavizarse, y en su cara se formó una sonrisa de medio lado.

—Mira, Dani, he conocido a muchos como Cristian y, créeme, ese niñato todavía no sabe ni dónde la tiene. Te apuesto que aún se está haciendo pajas con las fotos de sus amigas en bikini.

Al parecer, Alba lo tenía bien calado, lo que hizo que se sintiera algo más relajado.

—No lo tengo tan claro.

—Te lo digo yo. Mucho musculito, mucho ir sin camiseta, pero luego, pequeña, delgada y además triste. Siempre es lo mismo. Papagayos musculaditos intentando compensar con su cuerpo lo que les falta de minga. Pura fachada, vamos.

—Pues con lo grande que es el chaval, parece otra cosa.

—Pues lo parecerá, pero te aseguro que si fuese de otra forma me hubiera enterado.

Lo que confirmaba que hubo cierto juego en aquella escalera por parte de él. Ya suponía que se arrimaba más de lo necesario. Sintió un amargo resquemor en el estómago. Ese crápula se estaba pasando de listo.

Al final la paz volvió a la pareja y Dani terminó por rodear los hombros de ella, correspondiendo, por fin, a las caricias que hasta ahora le negaba. Continuaron caminando hacia la parte alta de la playa, la más alejada de la orilla. Algo más allá, desde el paseo, multitud de paseantes (sobre todo masculinos) caminaban con la vista puesta en los cuerpos repartidos por la arena.

—Parece una playa tranquila. A lo mejor podrías hacer topless conmigo algún día de éstos —tanteó de reojo.

—Ni de coña, vamos —zanjó—. He pasado toda mi vida veraneando aquí. Paso de que me vea algún conocido.

Ya suponía que cuando se lo insinuó había sido muy optimista. No volvió a insistir aunque sintió cierta pena por no poder disfrutar de ella y de las miradas de envidia de la parte masculina de los veraneantes. Continuaron caminando entre la gente que tomaba el sol.

—Tu prima ha dicho que utilizan una toalla amarilla, ¿no?

Había fijado la vista en una pareja joven que descansaba en una toalla de ese color. La chica parecía no llevar la parte de arriba del bikini. Su pareja, un chico de piel demasiado blanca, permanecía sentado junto a ella abrazándose las rodillas parcialmente. Con la gorra, las gafas negras y el polo de color claro, parecía más un guardaespaldas oteando el horizonte que alguien que estuviera disfrutando del sol junto a su novia.

Alba también los contemplaba siguiendo la mirada de Dani, utilizando la mano como visera.

El chico de la gorra debió percatarse de la pareja que los observaba y dijo algo a su novia que se incorporó parcialmente. Al hacerlo Dani constató dos cosas:

La primera era algo que ya suponía: la chica estaba haciendo topless.

La segunda: No tenían el tamaño de las de su prima, pero tampoco se quedaban muy atrás. Se notaba que eran de la misma familia.

Alba pareció reconocerla por fin y levantó una mano a modo de saludo.

—Martiiii.

La chica, que ya se estaba colocando el sujetador del bikini impidiendo con ello que Dani pudiera llegar a apreciarlas con detalle, se encaminó corriendo al encuentro con una sonrisa y los brazos extendidos.

—Alba, guapaaa. Por fin habéis llegado.

Su abrazo fue como un choque de trenes con los airbags por fuera. Ambas se fundieron con la otra y de nuevo Dani no pudo reprimir una miradita a través de sus gafas oscuras a los dos pares de tetas apretujados entre sí. De nuevo la imagen febril de sus pezones juntos. Si los de Martina fueran como los de su prima (y todo hacía pensar que sí, aunque de una escala algo menor) podría recrearlos mentalmente en 3D dentro de su cabeza.

Se pasó la lengua por los labios resecos y notó una incipiente erección que no tardó en tapar con el capazo de playa que transportaba. Carraspeó incómodo y miró a los lados por si alguien hubiera podido darse cuenta, pero las pocas personas que les rodeaban estaban pendientes de las dos chicas.

El novio de Martina llegó por detrás de ella y se quedó a un paso esperando a ser presentado al igual que hacía Dani. En cuanto Alba lo vio, soltó a su prima y lo abrazó a él.

—¡Marcos, cuánto tiempo! Enhorabuena por la boda.

—Gracias —contestó con una sonrisa—. Ya tenía ganas.

—Chico, te veo guapísimo.

—Tú sí que estás guapísima. No has cambiado nada.

—Calla, calla, adulador.

Dejó que ella rodeara su cuello y lo besara en la mejilla mientras éste la tomaba de la cintura. Al hacerlo, su cuerpo quedó pegado al de él tal y como había hecho con su prima. Dani creyó saber lo que estaría pensando en ese momento el tal Marcos y no estuvo tan seguro de que Alba conociera todo lo bien que decía a los hombres. Se preguntó si Martina apretaría sus tetas contra él tal y como había hecho Alba con su novio. Enseguida salió de dudas.

—Tú debes ser Dani —dijo estrechando su mano y adelantando su cara para ofrecerle un beso en cada mejilla como únicos puntos de contacto—. Bienvenido.

—Gracias —contestó con una pequeña e inconfesable decepción.

Martina era tres años menor que Alba y diez que su hermana Marta que acababa de cumplir los treinta y cinco. Era imperceptiblemente más baja que Alba pero con las mismas hechuras y proporciones. Excepto por la cara, se podría decir que fueran hermanas mellizas. A diferencia de Alba, que tenía mirada de tigresa, la suya era la de un bombón angelical con unos labios como pétalos de rosa y unos ojazos negros para perderse dentro.

Después, fue Marcos quien se acercó a él y le estrechara la mano en un gesto discreto pero cortés.


— · —


Se sentaron los cuatro en línea, cada uno en su toalla. Martina y Marcos ocupaban las del centro. Alba se colocó junto a su prima y Dani al lado de él. Una especie de barrera invisible los separaba de la conversación de las chicas que cacareaban sin cesar. El novio de Martina parecía un chico agradable y desde el principio mantuvieron una amena conversación.

—Así que lleváis juntos… ¿Cuánto? —preguntó Marcos.

—Cuatro años. Bueno, casi.

Marcos lo miraba entre la admiración y el desconcierto, entornando los ojos en un ademán que Dani ya estaba acostumbrado a ver.

—¿Estás pensando que es mucho tiempo o que no me imaginabas así?

Marcos sonrió, pero de una manera neutra que no transmitía maldad. Su frente fruncida se despejó dejando ver la cara de un chico bondadoso.

—Si te soy sincero estaba intentando recordar quién fue el chico con el que más duró. No ha tenido noviazgos muy largos, ¿sabes?

La respuesta lo pilló desprevenido. Marcos se acercó a su oído para seguir hablando en voz baja.

—Conozco a Alba desde que éramos críos. La mayoría de chicos con los que ha salido han resultado ser unos cabrones. —Hizo una pausa—. Si tú llevas tanto tiempo con ella quiere decir que por fin ha encontrado a alguien que merece la pena. Me alegro por ella. Ya era hora.

—Vaya, gracias.

Le contó que Alba siempre había estado rodeada desde muy joven de chicos que la obnubilaban como a tantas otras. Los típicos guapitos de verano o chicos malotes que presumían de fumar, de tener moto o de disponer de un dinero que los demás debían mendigar a sus padres cada fin de semana.

—Alba siempre ha sido así de guapa, desde niña —confesaba Marcos—. En todos los aspectos. —Hizo un ademán en una velada indicación a sus tetas.

—Comprendo.

—Y al final eso no deja de ser un imán para atraer capullos. Por eso todos los que la conocemos, sus amigos de siempre, deseábamos que por fin encontrara a uno que la merezca de verdad.

—¿A un capullo?

—No idiota —sonrió—, a ti.

Dani rió con él, pero casi se sonroja con tanta adulación. Le hubiera gustado corresponder con alguna buena frase de cortesía, pero no conocía nada de su vida así que se limitaba a seguir escuchando. Marcos parecía encantado de su atención.

—A ver, que tampoco estoy diciendo que Alba haya sido una mosquita muerta. Ella también ha bailado lo suyo. Pero en líneas generales ha apostado y perdido más en cada relación que cualquiera con los que ha estado.

—Y… ¿ha estado con muchos? —preguntó con cautela.

—¿En serio te importa eso?

La sonrisa de un buen amigo le indicó que la pregunta estaba fuera de lugar aunque la “no respuesta” había sido bastante esclarecedora. Si hubiera tenido solo dos novios, se lo habría dicho.

—Imagino que serían fuertes, guapos, musculosos… —Realmente quería decir: Empotradores, incansables…

—Unos idiotas engreídos —completó Marcos—. Creo que al igual que la mayoría, ha medido a sus ligues por la imagen en lugar de otras cualidades. No se la puede juzgar por eso. En el fondo, todos lo hacemos, ¿no? Todas las chicas nos entran por la vista antes de saber cómo son. Pues ella igual.

Decidió que la conversación debía quedarse ahí. Era mejor no saber demasiado dependiendo qué temas, pero anotó en tareas pendientes tener una conversación a fondo sobre Rafa cuando tuviera ocasión de estar con Marcos a solas.

El resto de la tarde resultó extremadamente más placentero que el rato de la piscina, y Marcos había resultado un anfitrión agradable. Sin duda sería un buen amigo durante el tiempo que pasaran allí.

Cuando las chicas se cansaron de ponerse al día propusieron darse un chapuzón los cuatro. Marcos se mostró reticente al principio pero al ver que Dani se levantaba para acompañarlas se animó a bañarse también.

Cuando se quitó la camiseta, Dani se rió de su piel lechosa hasta que le tocó ponerse al lado. No se diferenciaban mucho el uno del otro. Y tuvo que tragarse sus burlas.

—Bocas, que eres un bocas —bromeó Marcos.

—Al menos yo no voy a dos colores, caracebra.

Marcos tenía la marca blanca de la gorra en la parte superior de la frente y la de las gafas, contrastando con el ceño y nariz negras. Además de la típica negrura en brazos y cuello.

—¿Corremos? —retó Marcos.

—¿Nos persiguen o qué?

—Hasta el agua, digo.

—Pero si está ahí mismo. Yo voy a su ritmo, tío —en referencia a las chicas que iban unos pasos por delante.

En el agua, las chicas se zambulleron mientras ellos se salpicaban entre sí para fastidiarse. Riéndose de los gritos y gestos del otro cada vez que el agua tocaba su piel caliente. Dani se fijó en que Marcos nunca se mantenía demasiado alejado de Martina que no paraba de charlar con su prima.

Fue Alba la que por fin comenzó un juego al subirse a los hombros de Dani e incitar a su prima para que la imitara. Marcos resopló y miró a Dani buscando apoyo emocional, pero solo encontró una sonrisa ladina que auguraba una guerra cruenta. El tiempo determinaría que aquella batalla no iba a ser una buena idea.

Lo mejor de todo: la lucha en bikini de dos primas tetonas muy parecidas entre sí. Lo peor: que apenas podía ver nada de lo que pasaba ahí arriba concentrado como estaba en no caerse. Él era más fuerte que Marcos, pero Alba parecía jugar en su contra al no parar de balancearse a cada lado, lo que le obligaba a hacer grandes esfuerzos para mantener el equilibrio. Por no hablar de los empujones de Marcos que lo hacían trastabillar sin parar.

Y al final llegó la desgracia. Alba había tratado de derribar a su prima tirando de ella con fuerza. Dani tuvo que avanzar un paso para mantener el equilibrio pero al hacerlo tropezó y cayó hincando la rodilla en la arena. Con ello su cabeza quedó sumergida por debajo de la nariz. Una ola traicionera provocó que se ahogara al intentar tomar aire.

Por suerte, la ola no tardó en comenzar a retirarse y el nivel de agua descendió lo suficiente como para notar el aire en su cara y dar la primera bocanada, cuando de repente la imagen de una Martina con las tetas al aire se le vino encima.

En el forcejeo, Alba había arrancado la parte superior de su bikini que quedaba colgando de su cuello. Y mientras su novia caía hacia atrás arrastrándola de las muñecas, Martina se venía en bolas encima de Dani.

Enseguida iba a saber cómo era empotrarse contra un airbag tamaño XL.

Por acto reflejo, y sin tiempo para reaccionar, levantó las manos para amortiguar el choque. Quizás la necesidad de aire que le impedía reaccionar con cordura o puede que aquellos pezones que reclamaban su atención como dos dianas, el caso es que puso sus palmas en ambas tetas, cogiéndolas una con cada mano, sujetando a Martina del peor sitio. Una cosa le quedó muy clara. La turgencia y la suavidad no tenían mucho que envidiar a las de Alba.

Los tres terminaron debajo del agua. Martina encima de Dani que no había soltado sus tetas durante la inmersión intentando, de la peor manera posible, sostenerla sobre él. Alba, que había terminado por soltar las muñecas de su prima, braceaba intentando recobrar la verticalidad para sacar la cabeza del agua.

Dani notó entonces las manos de Martina apartándolo, momento que aprovechó para intentar emerger y recuperar el resuello. Se acercó a trompicones hacia la orilla en busca de aire, doblado por la cintura y con una mano en el pecho amagando tosidos sordos.

—Joder, Daniiii —Bramó una Martina sulfurada, tapándose las tetas con ambas manos y a un Marcos corriendo en su auxilio para recomponer la pieza.

Apoyado en una rodilla y aún intentando toser y respirar, levantó una mano a modo de tregua. Quería explicarse pero en ese momento era imposible. Alba se acercó para ayudar con el bikini y los tres se pusieron a hablar sin poder oír lo que decían. «Cojonudo —pensó—. Primero la cago con Marta y ahora con su hermana».

—Lo siento —musitó casi sin aire. Alba terminaba de atar la prenda a su prima por detrás.

—Pero, ¿qué ha pasado? —Era una pregunta de Marcos que señalaba a su novia. Lo miraba expectante, más intrigado por el enfado de Martina que por el hecho de la prenda.

—Martina, te juro que ha sido sin querer —insistía Dani—. Me estaba ahogando.

—Sí, de empacho. Menudo listo —respondió ella haciendo un mohín—. Joder, que me has cogido las tetas.

Puso unos ojos como platos, cortado por la queja tan directa que lo dejaba en tan mal lugar delante de todos, y no solo Marcos. Alba lo miró perpleja durante unos instantes. Al final, levantó las manos intentando llamar la atención.

—A ver, la culpa ha sido mía —intervino echándole un capote—. El bikini te lo he arrancado yo y, al caerme, te he echado encima de él.

—Sí, pero las manitas las podía haber colocado en otro sitio —insistió su prima.

—Venga, Marti, estábamos jugando —intervino Marcos— y son cosas que pasan. Volvamos al agua y aprovechemos que todavía hay olas.

Mientras se alejaban, Alba cogió a Dani de la mano y tiró de él.

—Ya te vale —susurró para que no la oyesen—. Córtate un poco.

—Te juro… —Seguía tosiendo y amagando arcadas por el agua ingerida— que ha sido sin intención. No la he visto, joder.

A ella le costó unos eternos segundos asentir con un movimiento de cabeza. Dani, por su parte, también lo dejó estar y los cuatro retornaron al vaivén de la marea intentando olvidar el incidente playero que se fue diluyendo a medida que las conversaciones volvían a fluir. El buen rollo no volvió a ser el mismo aquella tarde y Marcos estuvo algo más tirante de lo normal. Al igual que Alba, de la que Dani no estaba seguro que la sobada de tetas a su prima le hubiera hecho mucha gracia.

Cuando más tarde decidieron salir hacia las toallas, Dani se quedó junto a Marcos, caminando a pasos cortos, dejando distancia con las chicas. Aprovechó para intentar un acercamiento y explicar su versión del incidente con su novia, disculpas incluidas. Marcos escuchó taciturno. Cuando acabó, chasqueó la lengua.

—Si es que la culpa la tienen esos putos bikinis de mierda que se compra. Estoy hasta los huevos de decirle que son muy pequeños, pero ¿crees tú que me hace caso? Normal que se suelten con la mirada —bufó—. Y luego se mosquea cuando se le salen las peras.

Llevaba conteniendo el aire hacía rato. Temía que el accidente afectara a su recién estrenada amistad. Aprovechó contarle toda la película sobre cómo se ahogaba y lo mal que lo había pasado bajo el agua. Marcos lo escuchó taciturno asintiendo con la cabeza. Cuando acabó, se llevó un dedo a los labios a modo reflexivo.

—Vaya. No me di cuenta de que te estabas ahogando. Lo siento.

—Sí, bueno, no pasa nada.

—No, en serio, hubiera aprovechado a darte una patada —bromeó. Pero solo mostró media sonrisa.

Al llegar a las toallas, Alba y Martina que estaban de pie se secaban las gotas de agua del cuerpo. Se sentó frente a ellas y las observó. Alba estaba tremenda con el cuerpo y el pelo empapado. Todos los transeúntes giraban la cabeza al pasar. No pudo reprimir una erección al imaginar lo que daría de sí esa noche la cubana que le esperaba con rociada incluida. Tuvo que levantar ligeramente una pierna para disimular el bulto.

Martina se estaba secando las ingles por lo que tenía las piernas ligeramente abiertas. La parte de abajo de su bikini, de una tela muy fina, se pegaba a su piel haciendo que se le notaran claramente los labios del coño lo que hizo pensar si no sería de esas que se depilaban por completo para regocijo de sus parejas.

Cuando levantó los ojos se cruzó con los de Alba que lo había cazado mirándole el coño a su prima pequeña. Le sostuvo la mirada unos segundos antes de desviarla a su abultado paquete.

Dani abrió la boca para esbozar una excusa del tipo “no es lo que parece”, pero ella ya se había girado y se había apartado de él. Extendió su toalla junto a la de Martina por el lado más alejado a él, sacudiéndola con demasiada fuerza antes de tumbarse.

«Cojonudo —se lamentó—. Primero las tetas y ahora esto». Pensó con temor y resopló de angustia.

Cuando Marcos se sentó a su lado volvía a llevar la camiseta puesta junto con la gorra y las gafas oscuras. Estaban a dos toallas de distancia de las chicas que habían preferido cierta intimidad para sus cuchicheos. Seguramente él sería parte de ellos.

—¿No te tumbas al sol? —preguntó Dani al verlo entero cubierto de ropa.

—Paso, lo odio. Lo de venir a la playa es solo por ella.

—¿No le gusta estar sola?

—No me gusta a mí que esté sola. Hay mucho moscón.

—Alba se enfadaría si lo hiciera yo. Diría que soy un controlador y un celoso.

—Lo que tú digas, pero yo paso de dejarla sola. Fíjate cómo las miran todos esos que hacen como que pasean por la arena.

Cierto era que los transeúntes que pasaban cerca aprovechaban para lanzar alguna que otra miradita al culo de las dos que ahora yacían boca abajo, pero de ahí a ver un acoso iba un buen trecho. Aun así, Dani entendía su preocupación. No eran pocos los que se acercaban a Alba con las excusas más bobas solo para intentar algún contacto o una mínima conversación. A veces incluso con él delante. Martina no dejaba de ser un bombonazo de mujer muy tentadora para los buitres.

Marcos, que apoyaba los antebrazos en las rodillas, oteaba tras sus gafas como perro guardián. Él en cambio se recostó hacia atrás apoyándose en los codos. De repente se sintió muy cansado. Las luchas en el agua junto al largo viaje lo habían dejado agotado. Decidió cerrar los ojos y relajarse un momento antes de volver a la conversación con su amigo.


— · —


Se despertó algo aturdido, sin saber cuánto tiempo había pasado dormido. Tenía la cabeza algo embotada por el sol. Se pasó la mano por la frente y la cara, notando el calor de la piel, esperando no haberse quemado. Se incorporó quedando sentado y vio que estaba solo. El resto de toallas seguían allí pero ellos habían desaparecido. Delante de él, en el agua, apenas unos pocos niños se entretenían con las olas.

Oteó cada lado de la playa de derecha a izquierda pero tampoco los vio. No quedaba más remedio que salir a buscarlos o esperar a que volvieran. Optó por lo segundo. Se tumbó boca abajo con resignación. Al menos aprovecharía para tostarse la espalda y equilibrar tonalidades.

Apenas unos segundos después notó una sombra pasar frente a él. Al levantar la vista vio a Martina totalmente empapada que venía del agua. Se sentó en su toalla y comenzó a secarse. Dani se incorporó y ella se quedó mirándolo.

—Vaya, por fin te has despertado, Sleeping Beauty.

—Parece que sí. ¿Dónde están los otros? —preguntó él.

—¿No han vuelto todavía? Pues ya tardan

—¿No están contigo? —Miró hacia donde había venido ella, intentando verlos saliendo del agua. Era curioso porque unos momentos antes había mirado en esa dirección y no la había visto.

—Han ido a uno de los bares que hay a lo largo del paseo. Yo me he quedado aquí. No me apetecía tomar nada.

Dani calculó cuánto tiempo podría haber estado dormido. Pensó que no menos de media hora. Demasiado tiempo. La distancia entre las toallas hacía que pareciera que estuviera sola lo que alentaba a los jóvenes a ser más descarados de lo común.

—¿Y te han dejado aquí sola?

—No me han dejado sola. Estoy contigo —dijo como una obviedad.

—Claro. —Supuso que Marcos habría pensado lo mismo.

—¿No te bañas? Hace un calor de muerte —dijo ella.

—Quizás luego. —Sopesó iniciar unas disculpas y dar una explicación por lo de las tetas, pero desechó la idea. Aún no disponía de suficiente confianza ni ganas para abordar ese tema.

Ella seguía secando su piel, ajena a las miradas de los chicos que pasaban por su lado. —Mira, allí vienen —dijo con despreocupación.

Se acercaban despacio desde la zona del paseo. Marcos hablaba y gesticulaba continuamente a una Alba que reía tapándose la boca completamente abierta, por lo que Dani supuso que estarían recordando anécdotas pasadas. Desde la distancia su novia parecía diferente, y no solo era por el pelo desgreñado a causa del salitre o por el vestido vaporoso que realzaba su figura y el color de sus ojos esmeralda. Había algo más, un brillo, una luz que iluminaba su cara.

Alba estaba encantada de estar allí. Dichosa por revivir los dulces momentos de la infancia y volver a ser inocentemente feliz. Lo había estado desde que puso un pie en la gasolinera. Ahora entendía por qué insistió tanto en aquellas vacaciones.

Seguían con sus risas cuando llegaron hasta ellos. Al ver a Dani despierto, se adelantó dando varios saltitos y se sentó junto a él ocupando la toalla de Marcos. Lo abrazó y lo besó en la punta de los labios de una forma más cariñosa de lo normal.

—Hola, guapo. Espero que hayas descansado bien y tengas las fuerzas recuperadas. —Le guiñó un ojo con claras intenciones que Dani adivinó al momento. La sola alusión a la cubana hizo que notara un pequeño calambrazo en la entrepierna.

Se confirmaba que venir a su pueblo de la infancia le hacía mucho bien. De otro modo no se explicaría el cambio de humor después de la cazada con Martina y la sobada de tetas.

Marcos se sentó con su novia que se encontraba boca abajo y retomó su pose de guardián. Dani y Alba aprovecharon para hacer manitas y darse arrumacos hasta que se fue haciendo tarde y llegó la hora de levantar el campamento.

—Oye, me ha dicho Martina que esta noche mis amigas han organizado una cena de bienvenida —dijo Alba por lo bajo mientras sacudía la toalla para guardarla en el capazo.

A Dani se le torció el gesto. Tanto cariñito tenía su explicación. Las cenas de amigas de Alba, por lo general, solían alargarse hasta el infinito. Adiós a su mamada.

—Pero habíamos dicho…

—Tranquilo —interrumpió adivinando sus pensamientos—. Es una cena de cortesía para vernos las caras después de tanto tiempo, nada serio. Y solo estaremos unas pocas, así que no se alargará mucho.

Él bajó la mirada e hizo un mohín. La respuesta no lo convenció.

—Podrías venirte y así las conoces. Estaría bien.

Lo dijo bajito para que no se notase que le forzaba a acompañarla. Dani sospecho que era ese tipo de ofrecimientos trampa que un novio sabe que no debe rechazar. Tampoco es que le entusiasmara verse rodeado de desconocidas con las que no tenía nada que decir. Una cena de ese tipo podía resultar un tostón. Ahora bien, quedarse solo en casa con Marta y Cristian tampoco era plato de gusto. No sabía con cuál de las dos opciones “menos mala” quedarse.

—¿Van también novios?

—Seguro —dijo sin convicción—. Siempre se apunta alguno.

Dani miró a Marcos que los oía susurrar de soslayo. —¿Tú vas a ir? —le preguntó de sopetón.

—Eh, bueno, no sé. Me lo estoy pensando.

Durante unos segundos, Dani se pellizcó el labio inferior, cavilando. —Yo voy si también va Marcos. —Era una moneda al aire.

Alba le abrazó con fuerza y le besó complacida. —Gracias. Te quiero. Te lo vas a pasar bien. Son un poco locas, pero inofensivas.

Ni tan siquiera había esperado a la decisión de Marcos. Ya había dado por hecho que ambos irían. Risueña y, sin parar de cotorrear con su prima, caminaron hacia el final de la playa donde ambas parejas debían despedirse. Alba fue la primera en hablar.

—Bueno, pues nos vemos luego, ¿no?

—Sí, primita. Os venís a casa de Marcos y salimos de allí los cuatro.

—Sí, mejor, que esto ha cambiado mucho. He visto un montón de casas y calles de sentido único que antes no estaban.

Se dieron dos besos y luego le llegó el turno a él. Era la primera vez que se quedaba frente a Martina en una distancia tan corta. No sabía cómo despedirse, si con dos besos u ofrecerle la mano. Miró a Marcos que en ese momento se había girado a hablar con Alba. Al final los nervios soltaron su lengua y, casi en un susurro para que no le oyeran los otros dos, comenzó la disculpa que no le había salido antes.

—Oye, lo del agua, yo… de verdad que lo siento… No lo hice queriendo. Me estaba ahogando y no tuve tiempo para pensar dónde poner las manos. —Chasqueó la lengua—. Fue una puñetera casualidad.

Martina, que había apartado la mirada algo incómoda, carraspeó y, por acto reflejo, se ajustó la camisola cerrando la parte del cuello. Marcos y Alba seguían a lo suyo.

—He empezado con mal pie con la prima preferida de mi novia. Y es una pena porque tú a mí me has caído genial. No me odies mucho, ¿vale?

Ella lo miró con gesto de curiosidad y una ceja levantada, empezando a asomar media sonrisa apenas contenida.

—Anda, ven aquí, so bobo.

Lo abrazó por el cuello y le plantó dos sonoros besos que zanjaron el tema de una vez. Sus tetas se aplastaron contra él lo que no se habían aplastado en el saludo inicial. Dani, muy sensible a ciertos temas tras dos semanas de abstinencia, aguantó como pudo sin empalmarse.

Aparte de eso fue una sensación muy agradable saber que todo estaba perdonado. El incidente pasaba a ser una mera anécdota y ahora su relación quedaba más cercana que antes.

Vio que Marcos le observaba con atención. Se acercó con un semblante que no supo cómo interpretar. No sabía si le había oído disculparse por lo que el tema del incidente volvía a flotar en el aire. De repente, Marcos se había convertido en un extraño.

—Bueno, pues, nos vemos luego, ¿no? —preguntó Dani con cautela.

—Claro, “so bobo”. —Su rictus se convirtió en una mueca ladina y burlona.

Fue un alivio que bromeara. Iban a verse muchas veces durante las dos semanas de vacaciones. Le caía bien y no quería tenerlo como a un enemigo.

Las chicas dieron unos pasos más antes de tirar cada una para su lado. Y mientras ellas terminaban su conversación en alegre cháchara, ellos dos se habían quedado en silencio como si, de pronto, ninguno supiera qué decir. Marcos, el más cavilante, no paraba de mirar a Dani de hito en hito.

—Oye, una cosa. —Se acercó algo y bajó la voz—. La cena va a ser en la playa, así que no te pongas muy elegante, ¿vale?

—Vale. No iba a hacerlo de todas formas. Solo he traído ropa informal para unas vacaciones de verano. Es algo que suelo hacer cuando voy de vacaciones en verano.

—Ya, vale, muy gracioso. Lo digo por si acaso. Que lo mismo eres de los que les da por llevar pajarita delante de los amigos pueblerinos de su novia y mierdas de esas.

Dani sonrió de oreja a oreja anotando mentalmente el apelativo sobre sus amigos que venía a decir que eran los típicos colegas del barrio. «Perfecto», era el tipo de gente que le gustaba y donde se sentía verdaderamente cómodo.

Fin capitulo VII
 
Capítulo de presentación de personajes, así que no hay mucho que comentar.

Lo único que me gustaría decir es que me gustaron los 2 nuevos personajes, Martina y Marcos, en especial porque pensaba que serían unas copias de Cristian y Marta en cuanto a actitudes y no fue así. Lo comento porque algunos autores cometen el error de hacer a casi todos sus personajes MUY similares entre ellos, algo que al parecer no va a pasar acá. Así que nuevamente felicito al autor por la historia.
 
Última edición:
Dani no ha tenido un buen comienzo con las primas de Alba. Una de ellas la sorprende con sus prendas íntimas, mientras que la otra, en cuanto tiene oportunidad, le toca los pechos como si fueran flotadores. Parece que cuando te sientes ahogado, no hay mejor agarre que un par de melo... de flotadores. Además está el enfrentamiento con el chulito de Christian, y la actitud desconcertante de Marcos. Y aún no ha tenido la oportunidad de conocer a sus amigas. Sin embargo, parece que su imagen no va a mejorar, sino todo lo contrario.
 
"—Imagino que serían fuertes, guapos, musculosos… —Realmente quería decir: Empotradores, incansables…"

Creo que idiota le queda corto a este anormal. Que comentario para más patético. Creo que se va a merecer todo lo que le hagan.
 
Ha sido un accidente, jolín. Tampoco hay que darle mucha importancia.

Sí, que ha sido un accidente, pero le ha tocado las tetas a la prima, y la otra lo pilló con sus braguitas, también por accidente. Por mucho que quiera explicarse, esa imagen de pervertido ya no se la quita nadie. Y Alba tampoco ayuda.
 
Bueno, un poquito sí, ¿eh? :ROFLMAO:

Aunque me parece que Alba es más idiota que él.
A ver, mirando la definición de idiota, sigo pensando que no cuadra con el.
Ha tenido mala suerte con lo de tocarle las tetas, pero de algo tenía que agarrarse. Al revés, precisamente de idiota no es, más bien de listo. 😒.
Además un idiota no se daría cuenta de nada, y el lo está captando todo
 
Por cierto, es una buena estrategia cuando estés con un grupo de amigos y haya una tía buena 😛😛😛.
PD: Antes de que me peguéis, es coña,eh.
Que yo tengo mucho respeto por las mujeres.
 
Dani necesita aliados en ese territorio hostil, Martina y Marcos, los novios a punto de casarse, calzarían perfecto en el molde.

Marcos con ese carácter protector hacia Martina, y la confianza que le tuvo para compartir interesantes aspectos del pasado de Alba, pues, mucho tema de conversación tendrán.

Hay cierta cosa que algo me hace dudar de la sinceridad de Marcos, y no es precisamente que se haya marchado al bar a tomarse algo con Alba, es que haya dejado sola a Martina, ah bueno, la dejó con el "sleeping beauty", curioso segunda vez que alguien se lo dice, será bueno para dormirse?.

Puede que Dani le generara la confianza suficiente para dejarle su novia a cargo, lo que sería una excelente señal, pero si lo dejaron durmiendo ningún cuidado habría de su parte, lo que contradice su discurso dado a Dani, su supuesta actitud protectora con Martina.

De nunca querer dejarla sola, expuesta a los buitres, con la llegada de Alba, pasa a dejarla sola en la playa apenas cubriéndose con un diminuto bikini. No sé, al menos resulta contradictorio.

Espero que la cena con las antiguas amigas salga bien, y que Dani logre ganárselas brindando la mejor versión de él.
 
Bueno es que, quien entra a un cuarto de invitados abre el cajón y saca la ropa?, más aún bragas?

O es demasiado idiota o es un guarrón de cuidado. Sumado a que se empalma viendo chochos y tetas, creo que antes de Alba era virgen y sólo vivía de las pajas. Tanta torpeza, dentro y fuera de la cama, tiene sentido.
 
Bueno es que, quien entra a un cuarto de invitados abre el cajón y saca la ropa?, más aún bragas?

O es demasiado idiota o es un guarrón de cuidado. Sumado a que se empalma viendo chochos y tetas, creo que antes de Alba era virgen y sólo vivía de las pajas. Tanta torpeza, dentro y fuera de la cama, tiene sentido.
Bueno en su defensa hay que decir que le habían engañado y le habían dicho que ese era su cuarto, aunque es cierto que si abres un cajón y ves bragas no las coges
 
Bueno es que, quien entra a un cuarto de invitados abre el cajón y saca la ropa?, más aún bragas?

O es demasiado idiota o es un guarrón de cuidado. Sumado a que se empalma viendo chochos y tetas, creo que antes de Alba era virgen y sólo vivía de las pajas. Tanta torpeza, dentro y fuera de la cama, tiene sentido.
Hombre, si no te empalmas viendo esas cosas, entonces es que no te van las tías, cosa respetable.
A mí se me cruza en bikini la de mi avatar, Nata Lee o Cristy Ren y no te digo como me pongo, por muy caballero que sea.
 
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